Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 10

Olivia empezó a soltarse conformé pasaron los días, tal vez los pancakes le dieron energía. Había días que amanecía más callada que otros, pero siempre terminaba contándonos sobre sus clases y sus compañeros.

Seguíamos aprendiendo que con ellos era un día a la vez. Lento, muy lento y con pasos firmes. De esa forma había dicho la psicóloga.

No presionamos e íbamos dejando que ellos mismos se integraran. Aunque con Benjamín siempre era más complicado, tenía un carácter especial y estábamos siendo pacientes con él. Por ahora no habia roto ninguna regla.

Podría decir que íbamos por buen camino.

Siguió sonando la melodía mientras los diminutos bailarines se deslizan por el cristal. Fue que cerré de golpe la pequeña caja musical y mantuve la tarjeta entre mis dedos. Era un obsequio de Edward ―se me escapó una sonrisa al darme cuenta que era su fea caligrafía.

Perdóname por todo lo pendejo que he sido estos días.

Soy consciente que mereces un hombre mejor que yo,

Sin embargo, aquí estoy, tratando y dándolo todo por sacarte

una sonrisa

Te amo.

Suspiré. Él era mi chico detallista de siempre.

― Me alegro que estés sonriendo ―sus brazos me rodearon por detrás, repartió algunos besos en mi cuello logrando erizar mi piel―. Hemos estado llenos de estrés y solo busco un momento para ver tu hermosa sonrisa.

Apoyé mi cabeza en su pecho.

― Estás pensando lo mismo que yo ¿verdad? No sabemos cómo será nuestra relación con la integración de los niños.

― Admito que tengo miedo ―confesó muy bajo― estoy tan acostumbrado a ti ―aspiró la piel de mi hombro― creo que ya quedaron atrás nuestros encuentros a cualquier hora del día, nena. Donde nos amábamos sin reservas y sin importar el lugar; algo que también extrañaré será verte andar en casa con poca ropa y ahora… ―resopló.

― Oye, también echaré de menos verte tumbado en el sofá, desnudo con tus pelotas al aire libre.

Sus dedos apretaban mi cintura mientras su respiración se volvió errática.

― No empieces ―gruñó seductor.

Me hizo voltear frente a él. En sus ojos había tanto deseo reprimido, sujetó mi rostro entre sus manos y estrelló sus labios en los míos, dándome un beso hambriento. No dudé en restregar mis caderas en busca de un poco de fricción, sus dedos se deslizaron con decisión por mi cuello, hombros y mis costados, se clavaron en la redondez de mi trasero. En cambio, yo hábilmente empecé a desabotonar su camisa. Quería recorrer su piel con mi lengua.

Nuestros cuerpos estaban calientes y la lujuria podía sentirse en el lugar.

― Hola… ―una suave voz nos hizo separar de un respingo.

Edward dio media vuelta ocultando su mal estado, entretanto, yo fingí que sacudía una mota de polvo inexistente del escritorio.

― Hola, Olivia ―saludé sonriente, podía sentir mis mejillas enrojecidas― ¿qué pasa?

La niña estaba detenida en la puerta y nos miraba avergonzada.

― Hay un señor en la puerta ―murmuró tímidamente― no lo dejé entrar, así como nos dijiste, que no debemos dejar entrar a nadie sin antes consultar.

Estreché los ojos.

― ¿Un señor? ―Edward intervino.

La niña asintió.

― Sí, dijo que es papá de Bella.

Solo reí y anduve hacia la puerta. Llevaba semanas sin ver a mi padre, estaba segura que había venido porque necesitaba saber de mí. Era su niña si importar los años que tuviera, sabía que siempre me vería así.

Abrí la puerta y tenía ese gesto extraño en su semblante que decía: ¿Qué demonios pasa?

― Hola, papá ―me eché a sus brazos― me alegro verte.

― Bella, ¿quién es la niña que abrió la puerta? ―Mi padre seguía viéndose confundido.

― Es la pequeña hermana de Edward ―le conté― ¿tienes tiempo para ir a comer? Es una larga historia, papá.

Él asintió dudoso y quizás sin comprender.

― Edward, iré a comer con papá ―avisé―. Creo que si puedes hacerte cargo de todos ¿no?

Edward rodó los ojos. Saludó a Charlie con un abrazo fraterno.

Miré hacia todos lados. Olivia no estaba en ninguna parte de la estancia, tampoco lo estaban sus hermanos, no hubo tiempo para despedirme de ellos.

.

En el transcurso de la comida solté con lujo de detalles todo lo que mi padre desconocía sobre los nuevos miembros de la familia. No me guardé nada para después.

Sin quitar su gesto de incredulidad papá bebió a sorbos de su copa de agua y expresó:

― ¡Guau! Estoy muy impresionado de todo lo que dices, ¿no han pensado en contratar a una niñera? Será muy complicado para ustedes dos hacerse cargo de todo.

― Lo he pensado, papá. Por ahora no creo sea prudente, les estamos dando tiempo para que se acostumbren a nosotros.

― Criar a tres niños de edades muy distintas no es cualquier cosa, Bella. Tendrán que llenarse de paciencia y más con ellos que están teniendo cierta reticencia con ustedes.

Papá alargó su mano y me dio un suave apretón. Me sonrió mientras asentía con la cabeza.

― Estoy contigo, cariño ―agregó―. En todo lo que pueda ayudar, sabes que estaré con ustedes.

Exhalé muy suave y esbocé una sonrisa para no preocuparlo.

― A veces tengo tanto miedo de no poder con ellos, papá. Últimamente me he llenado de terror y pienso que nunca me van a querer.

Charlie meneó la cabeza.

― Eso no pasará, cariño. No digo que el amor llegará con facilidad, pero estoy convencido que ellos sienten empatía por ti, es imposible no quererte.

― Dices eso porque eres mi padre ―le recordé con una sonrisa. Él sonrió ampliamente dándome la razón―. Pero no voy a mentir, tampoco los quería en casa, no estaba de acuerdo en tenerlos con nosotros.

El semblante de mi padre se ensombreció, lentamente dejó los cubiertos encima del plato de salmón y estrechó sus ojos. Podría notar que me observaba sin comprender.

Pasó sutilmente la servilleta por la comisura de sus labios antes de hablar.

― ¿Por qué? ―Preguntó―. ¿Qué te hicieron los niños?

― Ellos exactamente nada, solo que tontamente los veía como unos invasores que llegaron a destruir mi paz y mi modo de vida con Edward. Fue estúpido, papá, ahora lo sé. Pero no fue eso lo que me incitaba a no quererlos, sino el terror de hacerlo mal.

― Es comprensible lo que te sucede; no puedo culparte ni decir nada por tener miedo. Es normal cuando te enfrentas a lo desconocido y para ustedes, que han decidido abandonar la paternidad sé que es doblemente complicado. Eso no te hace una mala persona, Bella. Jamás debes pensar de ese modo.

― En ciertas ocasiones soy tan egoísta, papá.

― No lo eres, cariño. Además, estoy contigo para todo lo que sea necesario, si un día necesitas de un niñero, sabes que lo haré sin protestar.

Alargué mis manos y acuné su cara. Jugando con él y apretando sus mejillas con mis dedos.

― ¡Te amo tanto, papá!

Él me sopló un beso. Era el hombre más bueno y el mejor padre que me podía tener, por la misma razón siempre me preguntaría por qué mamá lo dejó por otro. Sobre todo por uno que no le llegará nunca al nivel de mi padre.

― ¿Has visto a tu madre? ―Ahí estaba de nuevo la misma charla de siempre, sutilmente siempre buscaba la manera para terminar hablando de mamá.

― Solo hemos intercambiado mensajes.

― ¿Cómo está?

Era triste que mi padre aún guardaba una esperanza después de tantos años. Existen mujeres que no se merecen hombres buenos y mi madre era una de ellas.

.

.

Semanas después.

Edward

Nos juntaremos todos en casa de Mike, quedamos que ahí miraremos el super bowl. Apoyaremos a los 49ers, no puedes decir que no puedes ir ―Emmett insistió. Llevábamos más de quince minutos hablando de lo mismo―. Te toca llevar las cervezas.

― Les enviaré las cervezas ―aseguré―. Solo no puedo ir, ya sabes, estamos confinados en casa los fines de semana.

No empieces, Cullen. Es infantil que ahora no quieran salir tan solo por cuidar de unos niños, tampoco es como que sean recién nacidos. Los pueden llevar y sirve que los presentas, te aseguro que no mordemos.

Restregue una mano en mi cara. Emmett solía ser ese hombre desagradable que no aceptaba nunca un no.

― No creas que esos niños son los más sociables, Emmett ―mascullé. Me estaba desesperando hablar de lo mismo.

Lo sé. Mi mujer me dijo que no son precisamente los más tiernos y adorables, pero son tus hermanos, así que no puedo esperar mucho de ellos. Cullen, no pueden cambiar su estilo de vida por ellos, ustedes están para incluirlos a sus vidas, no para que ellos cambien lo que tienen. Sé más razonable y vengan mañana.

Sintiéndome exasperado pasé una mano por mi pelo. Tenía unas profundas ganas de lanzar el celular lo más lejos posible.

Los estaremos esperando y si no llegan una hora antes de que inicie el juego, saben bien qué iremos por ustedes ―añadió.

Finalicé la llamada sin asegurar nada. Probablemente tenía razón, estábamos haciendo mal en crear una nueva rutina en lugar de hacerlos partícipes de todo lo que tenemos.

Pero no era el más paciente. Detesto que me respondan en monosílabos y tener que rogar por algún intercambio de palabras, simplemente no podía con Benjamín, era el adolescente más exasperante que había conocido en mi vida y claro que estaba muy lejos de ser parecido a mí.

Todo lo contrario con las niñas. Ellas se estaban volviendo más parlanchinas, solidarias y eran más agradables con nosotros.

― ¿Puedo pasar? ―Bree estaba asomada en la puerta.

― Por supuesto.

Tímidamente dejó una hoja de papel en mis manos. Era una lista porque cada cosa estaba numerada, lo curioso es que solo había artículos de fiesta.

Levanté mi vista y dije:

― ¿Qué es esto?

― Es una lista de todo lo que necesitamos para la fiesta de Olivia.

¿La fiesta de Olivia? No tenía mucho conocimiento de lo que hablaba, eran temas que había tratado con Bella, solo que al estar ocupada en la computadora se había dirigido a mí.

Eran mis hermanas después de todo. Tenía que tratar de tener más acercamiento con ambas.

― ¿Quieres que vayamos a comprar todo?

Las comisuras de sus labios se elevaron. Fue tanta su emoción que sus ojos brillaron de una manera diferente. Casi podía imaginar que quería dar saltos.

― Sí. Me gustaría tener todo preparado para darle una sorpresa.

― ¿No invitarás a Olivia?

― No. Prefiero que sea una total sorpresa su fiesta.

Bree sin darse cuenta se había convertido en una madre para Olivia. No sabía cómo sentirme al respecto, podría ser que sintiera orgullo por ella y su forma tan protectora de querer a la niña. O realmente sentir pena, porque Bree siendo muy niña tuvo que olvidarse de ella misma para cuidar de su hermana.

Era conmovedor verla levantarse muy temprano cada mañana para preparar el desayuno para Olivia y Benjamín. Ella misma preparaba los lonches para ir a clases y se encargaba de lavar sus ropas.

Bella había intervenido, le explicó que ella podía preparar todo sin problemas. Que se encargara de sus cosas con paciencia, sin embargo Bree insistía en que era experta en organizar el tiempo y tener todo listo.

Era una madre atrapada en un cuerpo de niña. No pedía absolutamente nada para ella, ni una sola vez lo había hecho, todo era para sus hermanos, por y para consentirlo a ellos.

Pude constatar lo que decía porque al llegar a Party City Bree se preocupó en buscar y seleccionar solamente lo necesario para la fiesta. Eligió globos, velas, manteles decorativos y mucho más mientras se iba llenando el carrito que yo llevaba conmigo.

― ¿Por qué estás llevando solo cosas de bajo presupuesto? ―le mostré el paquete de velas que había echado, eran de noventa y nueve centavos.

Empezó a jugar con la hoja que traía en sus manos.

― Estoy acostumbrada a elegir lo más económico.

― De eso me doy cuenta y no tiene porqué seguir siendo así. Elige cosas de calidad y no te fijes en el precio.

Frunció los labios y negó.

― No es necesario ―dijo―. Hay cosas muy buenas sin necesidad de ser costosas.

Era demasiado obstinada.

― ¿Siempre fue así? ―Mis pensamientos salieron en voz alta―. ¿Siempre te hiciste cargo de los demás?

Asintió muy lento. Apenas un leve movimiento de cabeza.

― Me gusta hacerlo, me siento útil.

― Me doy cuenta que también sabes cocinar.

― Sí, aprendí desde que tenía cinco años ―contó inocente y demasiado orgullosa. En lo que a mí se me revolvió el estómago―. Empecé usando el microondas ―me explicó mientras seguíamos caminando― después me enseñé a preparar huevos ―sonrió―, después vinieron las sopas y guisos más elaborados. Cuando tenía diez años me había vuelto una experta en la cocina.

― ¿Y qué hacía Elizabeth? ―Demandé.

Los ojos verdes de Bree se empañaron en lágrimas. Su sonrisa había desaparecido. Era obvio que no le gustaba que le hablara mal de su mamá y sabía que tarde o temprano terminaría odiando ese cariño que le tenían. Elizabeth no merece ser recordada por ellos.

― Mamá siempre tenía dolor y debía dormir todo el día ―murmuró sin mirarme.

¿Tenía dolor? Desde luego que no era dolor, ella seguramente estaba drogada y dejó que su hija mayor se hiciera cargo. Se aprovechó de la vitalidad y buen corazón de una niña para dejarla responsable de lo que a ella le correspondía.

Maldita seas Elizabeth.

― ¿Siempre fue así? ―seguí insistiendo―. ¿Tú eras quien llevaba tu casa?

― Que yo recuerde sí.

Bufé.

Ellos habían tenido la misma vida que yo. La única diferencia es que nunca los golpeó, quizá tampoco les gritaba, solo se dedicó a fingir que estaba enferma para que los niños se hicieran cargo de ella.

― Bree, ¿qué es lo que siempre deseaste y no pudiste tener?

Confié en que me pudiera pedir una muñeca, tal vez un IPhone, un perfume o asistir a un concierto. Le compraría todo lo que pidiera, juraba por mi vida que lo haría para que ella fuera feliz y que pudiera sentirse la chica de catorce años que era.

Ella me observó fijamente. Entreabrió sus labios y murmuró:

― Solo me hubiera gustado tener papás, que me cuidarán y me sintiera amada por ambos.

Su respuesta me descolocó. Pero si ella lo quería, se merecía tenerlos y sabía que Bella y yo podríamos mejorar para hacerla feliz y que sienta el amor que nunca tuvo.

Me acerqué y la envolví en mis brazos.

Era jodidamente triste su vida y era mi deber mejorarla.


Hola. ¿Qué les pareció el capítulo de hoy? Creo que Edward sin darse cuenta se convertirá en ese padre que Bree no tuvo, como les dije, cada capítulo iremos dejando atrás el drama y nos iremos adentrando en otra nueva rutina donde no todo puede ser drama sino alegría.

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*Nos leemos el siguiente sábado.

Aquí los nombres de quienes comentaron el capítulo anterior: Isis Janet, Adriu, Nadiia16, Adriana Molina, Cary, Mickky(bienvenida), Ary Cullen 85, Dani, Car Cullen Stewart Pattinson, mrs puff, Rosemarie28, Estefania Rivera, Dulce Carolina, Isabella Salvatore R, aliceforever85, Mabelli Masen Grey, Antonella Masen, Jade HSos, sandy56, Pepita GY, Iza, Lily Pattinson Cullen, Valeria Sinai Cullen, Diannita Robles, ALBANIDIA, Lizdayanna, kasslpz, Noriitha, The Vampire Goddess, Maryluna, NarMaVeg, Daniela Masen, Lili Cullen-Swan, Flor McCarty-Cullen, saraipineda44, Cassandra Cantu, Mapi13, Verónica, marisolpattinson, patito feo, wendy andino, Sandra(te agradezco mucho), solecitopucheta, rociolujan Lizzye Masen

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