Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 12

Era sábado. En lo apretado de mi agenda, logré tener un espacio para mí, después de una semana ajetreada con los niños, que por ahora estaban a cargo de Edward.

― ¿¡Saben por qué estamos aquí!? ―La emoción de Rosalie fue evidente al bajar del auto. Me quedé al último de ellas y miré hacia la boutique―. Necesito que me acompañen a comprar la primera ropita para mi bebé ―nos dijo.

Jessica y Heidi empezaron a dar saltos y chillidos, mientras las tres adentraban al mismo tiempo a la tienda. Me quedé inmóvil, procesando que no había entrado a una boutique infantil desde hace años.

Llevé la mano a mi pecho y tomé una gran bocanada de aire, reuniendo valor. No iba a quebrame.

No seas cobarde.

Las seguí. Las tres estaban anonadadas observando cada diminuta prenda que se exhibía en los percheros.

Era normal. Ninguna de ellas nunca había vivido la experiencia de un embarazo. Todo era nuevo, en cambio para mí, era remover sentimientos en mi alma.

Mi corazón se oprimió contra mi pecho al ver toda clase de vestidos. Mis ojos se aguaron al recordar que mi bebé tuvo un conjunto parecido con estampado floral.

Cubrí mi boca. Era demasiado por ahora.

― Bella, ¿estás bien? ―Jess se acercó buscando mi rostro. Sus grandes ojos marrones me miraron llenos de comprensión―. Oye, si está siendo difícil podemos irnos a comprar un frappuccino, yo invito ―tiró de mi mano, guiándome fuera de la tienda.

Apenas salimos. Tomé un poco de aire nuevamente y con mis manos abaniqué mi rostro, evitando que las lágrimas salieran.

― Gracias, Jess. Estoy mejor, solo fue el momento ―de nuevo estaba ahí disfrazando mi sentir para no verme débil.

Jess dio un paso hacia mí. Jugó con la capucha de mi sudadera y acomodó algunos mechones que se asomaban afuera. Había decidido vestir cómoda para salir con ellas, un atuendo deportivo había sido la mejor opción.

― No minimices tus emociones, Bella. Somos amigas, pero también somos adultas y seres totalmente razonables. Te aseguro que si hablas con Rose entenderá que está siendo doloroso hacer esto. Porqué elegir un simple conjunto de ropa puede ser hermoso, mas no se vale que la otra persona la esté pasando mal. Ahí se pierde la genialidad del hecho.

― Realmente no sé qué pasa conmigo ―confesé― me he vuelto sentimental y todo me provoca llanto.

― Es normal. Tuviste una perdida y cubriste con una coraza tu corazón, hoy todo es distinto porque esa protección a tus emociones ha caído gracias a la llegada de los niños. No te culpes por sentir, Bella. Simplemente estás viva y lo que puedas sentir no te hace menos mujer.

Suspiré hondo procesando las palabras de Jess.

Tenía razón. Los niños habían llegado para demostrarme que no era tan perra como creí ser, que tenía sentimientos nobles y capacidad para amar a niños aunque no fueran míos.

― ¿Qué pasa con ustedes? ―Indagó Heidi al acercarse, nos dio una rápida mirada poniendo atención en mí―. ¿Por qué lloras, Bella?

Exhalé entre dientes y le compartí una débil sonrisa. Heidi era otra de mis grandes amigas, la más despistada y bromista. La que nunca tomaba un tema en serio, pero también la de gran corazón y calidez.

― Bella no se siente bien ―empezó a explicar Jess, llevando su brazo encima de mis hombros―. La acompañaré a tomar un café, mientras tú te quedas ayudando a Rose.

Heidi nos siguió observando no muy convencida.

― Oigan, ¿por qué me dejaron sola? ―Rose apareció con ese contoneo de caderas tan propio de ella―. Quedaron en estar conmigo, no aquí afuera.

Mi amiga no se merecía esto. Solté todo el aire retenido en mí.

― Bien, vamos ―las animé, volviendo a la boutique. Estaba mentalizando qué elegir un par de atuendos no era mal para mí, podía con eso y mucho más, solo era cuestión de sonreír.

Me volví sorda cuando escuché los murmullos de admiración hacia las diminutas prendas. Adormecí mis emociones al observar el tumulto de accesorios para bebé. Entretanto, Jess observaba muy cerca mi reacción.

El resto de la mañana, después de elegir lo necesario para el bebé de Rose, almorzamos juntas, el tema principal eran nombres de recién nacidos.

― Creo que será una niña ―Heidi tocó el vientre plano de Rose―. ¿Qué creen ustedes?

― No soy buena para adivinar ―murmuró Jess.

― Tampoco lo soy ―reconocí, a la vez que sorbía el líquido helado por la pajita.

― Emmett quiere que sea una niña ―nos reveló Rosalie frotando las manos encima del suéter de rayas que usaba―. Me gustaría que fuera una niña, dicen que son más de papá y amaría que ellos tuvieran una conexión especial, ¿se imaginan? Será hermoso.

Ella tenía razón. Las niñas son de papá, vi a Edward postrarse ante nuestra bebé desde el momento en que Grace nació. Eran mi dúo favorito.

Grace apenas soltaba un chillido y los brazos de Edward la sostenían para calmarla. Los arrullos siempre venían de él y las canciones más desentonadas salían de sus cuerdas bucales. Amaba apreciar la forma en que su amor estaba creciendo, deseé ver la complicidad que ambos estaban creando.

Pero… el tiempo no fue suficiente.

― ¿Tendrás más hijos? ―Heidi siguió con el tema y mi mente se desconectó.

No hacía falta ser un adivino para saber que en los siguientes meses será abrumador, podría sentirlo desde ahora. No existirá otro tema de conversación entre nosotras, ¿estaba lista para afrontarlo? Tal vez era tiempo de volver a terapia y hablar de lo que estaba pasando conmigo.

.

Estaba exhausta. Tan cansada y drenada emocionalmente que llegué a casa y me tumbé en la cama, después de saludar a Edward y pedirle un momento para una siesta.

Mis ojos se cerraron de forma inconsciente apenas sentí la suavidad del edredón.

¡Quiero comprarle su primer vestido!

Edward detuvo el auto frente a Baby Gap. Recién habíamos salido de la cita del ultrasonido, ahora sabíamos con exactitud que era una niña.

Amor, estás exagerando, tenemos ropa suficiente para nuestra bebé. Quería hacerlo entender que los mamelucos y camisetas eran la primera opción de un recién nacido.

Estrechó los ojos. Sabía que no lo haría entrar en razón y que su cabeza no desechará la oportunidad de comprar todo lo que quiera.

Pero no tenemos un vestido concluyó.

Estás loco.

Él sacudió la cabeza. Lo vi bajar extasiado y rodear el auto con ese andar presumido. Su rostro era de un hombre orgulloso; abrió la puerta, ayudándome a bajar.

Sonreí.

Se había vuelto el hombre más exagerado desde que supimos que un bebé se gestaba en mi vientre. Me cuidaba de una forma protectora, sobre todo me hacía sentir amada cada día, cuidaba mis pies y daba masajes por las noches, le gustaba esparcir el aceite de coco por todo mi vientre inflamado. Era un amor.

Después de caminar más allá de las puertas de cristal. Fue imposible no enamorarme de cada diminuto vestido o accesorio. Jamás iba a imaginar la hermosura de zapatitos que había para niñas.

Quiero que todos los vestidos sean rosas Edward me mostró un vestido con tutú, era hermoso.

Mis dedos sintieron la suavidad de la tela. La felicidad que sentía en mi pecho se extendió como lava volcánica por todo mi cuerpo.

¿Cómo te gustaría nombrarla?

La mirada de Edward se iluminó, dejó una mano en mi pequeño vientre frotando su palma sobre mi piel hinchada.

Me gusta Grace ―pronunció―. ¿Qué te parece a ti?

Un movimiento suave dentro de mi vientre me hizo bajar la mirada.

Mi sonrisa estaba plasmada en mis labios, era la primera vez que sentía sus movimientos…

― Grace ―mi voz fue apenas un murmullo ahogado.

Me enderecé en la cama, la oscuridad cubría por completo la habitación y mis sollozos se escuchaban con claridad en el silencio.

― Shh… ―los brazos de Edward envolvieron mi cintura, repartiendo besos en mi frente― todo está bien, nena ―sus dedos se enterraron en mi cabello.

― Soñé ese día ―comenté, a la vez que mis brazos apretaban su torso― cuando la llamamos Grace.

― Lo recuerdo, nena ―susurró―. Ese día está tatuado en mi memoria.

Encendió la lámpara de noche y con sus grandes manos acunó mis mejillas.

― ¿Qué pasa, nena? ―Preguntó preocupado―. Noté qué llegaste abrumada, ¿discutiste con las chicas?

Sacudí la cabeza. Me sentía realmente desanimada y triste.

― Fuimos a una boutique infantil ―conté―. Esa era la sorpresa que Rose tenía para nosotras, fue muy complicado para mí. Los recuerdos me abordaron como ráfagas, Edward.

Me arrojé a sus brazos, escondiendo mi rostro en su pecho.

― ¿No hablaste con ella?

Volví a negar.

― Rose está radiante, no puedo arruinar su alegría. También viví su momento, estuve en su lugar y lo único que uno necesita es compartir nuestra felicidad con las personas que amamos.

― Entiendo tú sentir, nena, porque lo estoy viviendo con Emmett.

Alejé mi rostro del pecho de Edward y lo miré fijamente.

― ¿Por qué no me habías dicho?

Edward exhaló. Deslizó la punta de sus dedos en mis labios antes de darme un corto beso.

― Hemos tenido las semanas más complicadas, nena, para encima decirte que las conversaciones de Emmett me dejan drenado. Incluso, llegué a pensar que me había vuelto un envidioso de mierda.

― Yo también pensé lo mismo.

Su dedo índice aplastó la punta de mi nariz.

― No somos ningunos envidiosos, Bella. Hemos vivido estos cinco años alejados de todo tema infantil, sabíamos que algún día iba a pasar, que nuestras heridas se abrirían y que el dolor despertaría en nosotros.

Limpié algunas lágrimas que rodaban por mis pómulos y entrelace mis dedos con los de él.

― Me siento mejor cuando hablo contigo ―fui honesta.

― Nos arrancaron el corazón, nena. Ambos vivimos y aún padecemos las consecuencias de la prematura partida de Grace. Sabemos bien que nunca olvidaremos que ella estuvo aquí, que la tuvimos en brazos y fuimos sus padres.

Asentí, dejando fluir mis lágrimas.

Era el proceso más desgarrador del ser humano, porque como Edward lo dijo, nos arrancaron el corazón y había que aprender a vivir con ese dolor. De camuflar los sentimientos y siempre brindar nuestra, enorme versión.

― No me has preguntado cómo me fue con los niños. ―Cambió de tema.

Junté las cejas sin comprender.

― ¿Cómo te fue? ―Pregunté.

― Ven… ―tiró de mi mano llevándome más allá de la habitación.

Bajamos las escaleras y continuamos nuestro recorrido hacia la cocina; un olor a quemado se iba impregnando en mis fosas nasales, sin embargo, no era tan terrible hasta que el desorden por doquier me hizo abrir los ojos como platos.

La estufa, mesón y horno estaban completamente manchados con una rara mezcla café.

― ¿Qué le hiciste a mi cocina?

Olivia me mostró un pastel en forma de corazón. La crema de chocolate escurría del pan y goteaba hacia el piso creando pequeños charcos.

Sin embargo no era lo peor. Sino la cara y ropa sucia de las dos niñas, porque también Bree estaba junto a su hermana.

― Le dije a Edward que la crema nunca se untaba cuando el pan está recién salido del horno ―me explicó Bree―. Solo que mi hermano no sabe seguir instrucciones.

― Quise hacerlo a mi manera ―Edward intervino―. Sé que no soy el mejor, pero lo intenté y… no está mal, ¿verdad?

Volteé hacia él. Tenía ganas de golpear su cabeza con mis propias manos. Aún así ignoré mis locas ansias y caminé sobre el polvo que había en el piso.

― ¿Por qué hay tanto polvo?

― Porque no sabíamos usar la batidora ―Olivia explicó―, y la harina voló.

Mi boca se abrió y la risa se materializó.

Era tan surreal ver mi impoluta cocina hecha un desastre. Nunca. Ni en mis peores días podía imaginar verla de la forma que ahora la estaba viendo.

― El pastel es para ti, Bella ―Bree lo quitó de las manos de Olivia y lo dejó en la encimera―. Tal vez no es el más bonito, pero está hecho con cariño especial.

Mi corazón dio un vuelco. Sentí claramente en mi pecho una extraña sensación de emoción ―mordisquee mis labios.

― Gracias ―susurré sonriendo― es el regalo más bonito que han compartido conmigo.

― ¿Puedo darte un abrazo, Bella?

La pregunta de Bree me tomó desprevenida.

― Sí, sí, claro.

Ella se echó a mis brazos, envolviendo mi cuerpo en un fuerte abrazo.

― ¿También yo? ―secundó Olivia.

― Por supuesto ―alargué un brazo y las abracé a ambas.

Fue el abrazo más largo. De esos que son capaces de calentar el corazón.


Hola, espero que el capítulo sea de su agrado. Lo escribo con un profundo respeto a quienes hayan tenido una perdida, también les hago ver que Edward y Bella les han abierto una herida, mas no se han dado cuenta que las niñas han llegado para ayudar a reparar su corazón. Por hoy no incluí a Benjamín, consideré que no fue necesario. Me pueden dar sus opiniones.

Recuerden que actualizo cada sábado.

Para imágenes las invito al grupo de Facebook *

Aquí los nombres de quienes comentaron el capítulo anterior: Mickky, Lizdayanna, Antonella Masen, ALBANIDIA, Cary, Jade HSos, Lizzye Masen, miop, NarMaVeg, Diannita Robles, Sidney Uchiha Hale Malfoy, rociolujan, Verónica, Car Cullen Stewart Pattinson, kasslpz, Valeria Sinai Cullen, solecitopucheta, Pepita GY, Flor McCarty-Cullen, Cassandra Cantu, Dulce Carolina, Maryluna m Daniela Masen, Ary Cullen 85, Iza, Clara, Mabelli Masen Grey, Dani, aliceforever85, Lizzye Masen, Lili Cullen-Swan, Gigi, Mapi13, sandy56, patito feo, The Vampire Goddess, saraipineda44 m mrs puff, Noriitha, wendy andino, marisolpattinson, Rosemarie28, Adriu

Gracias totales por leer 💥