Disclaimer: Los personajes que aparecen en este fic, así como el universo donde se desarrolla la historia no son creaciones mías ni me pertenecen. Todo es obra de Masashi Kishimoto.
Nada va a lastimarte, cariño.
Capítulo 4
Cansada de querer más
Sakura se levantó de la cama, sumida en la penumbra de una mañana en la que las sombras parecían alargar su alcance sobre su alma. El malestar, conocido compañero que aparecía después de las noches de exceso, volvía a retorcerse en su estómago, ejerciendo una presión sutil pero insistente en su garganta. Atribuyó aquella sensación a la inimaginable cantidad de alcohol que había ingerido la noche anterior, aunque en lo profundo de su ser sabía que había más en juego, capas de emociones entrelazadas que se negaban a desvelarse con claridad.
Se encaminó hacia la ducha con pasos cansados, buscando refugio en el torrente frio que prometía despejar su mente nublada. Tan pronto como se despojó de la ropa, el agua, implacable en su contracto contra su piel, parecía arrastrar consigo los rastros de la fiesta, diluyendo los recuerdos en el remolino que se formaba bajo sus pies.
Al salir, envuelta en la bruma de sus pensamientos, se enfrentó al ritual cotidiano de elegir su atuendo. Sus dedos, temblorosos ante la incertidumbre que se cernía sobre su día, se deslizaron por las telas familiares que colgaban de su armario. Optó por la comodidad de lo conocido, dejando que las prendas se deslizaran sin despertar en ella más mínimo atisbo de interés.
El gato, testigo silencioso de su rutina mañanera, recibió la ración diaria de comida con una indiferencia digna de su naturaleza felina. Sin apetito, Sakura echó un vistazo al interior del refrigerador, preguntándose si acaso el hambre que sentía no era más que el reflejo de un vacío más profundo agitándose en lo más íntimo de su ser.
Más resignada que motivada, abandonó su apartamento y se adentró en el silencio de la mañana, con la mansión de su maestra como único destino en mente.
Tras unos cuantos minutos de camino, vislumbró su objetivo y aceleró el paso. Al adentrarse en la morada, fue recibida por la figura imponente de su maestra, quien yacía en uno de los elegantes sillones, observándola con una mirada que penetraba hasta lo más profundo de su ser.
—Por Dios, niña. Luces fatal. ¿Te sientes bien?—preguntó con una mezcla de franqueza y ternura, su voz resonó en los rincones de la estancia con una intensidad que no admitía réplica.
Sakura frunció el ceño, sintiendo el peso de la observación de Tsunade como una tonelada adicional sobre sus hombros. En los últimos días, su aspecto había sufrido una transformación que no había pasado desapercibida para ella misma. La palidez invadía su rostro y las ojeras que oscurecían sus ojos eran reflejo de una batalla interna que libraba en silencio. Ni siquiera en los momentos de mayor agitación laboral había experimentado algo similar, no obstante, en las últimas semanas, había sido testigo de cómo su cuerpo se consumía, como si la llama que una vez ardiera dentro de ella se hubiese extinguido para dejar solo cenizas a su paso.
—Estoy bien, Shishō. Solo un poco cansada—se excusó con gesto fatigado. Espera que ese escudo fuese resistente contra las preguntas incisivas de Tsunade.
Tenía la impresión de que su maestra lo sabía todo.
Antes de que pudiera articular una respuesta más elaborada, la voz de Shizune cortó el aire con una precisión que no dejaba margen para la discusión, algo que Sakura agradeció en silencio.
—Los ancianos se encuentran en la sala de reuniones—anunció.
Un suspiro cansino escapó de los labios de la antigua Hokage, una exhalación cargada de resignación y una pizca de desencanto. Sakura sabía lo mucho que su maestra odiaba ese tipo de reuniones, sobre todo cuando implicaban a Koharu Utatane y Homura Mitokado.
—¿Por qué no está Kakashi-sensei?—inquirió Sakura al percatarse de la ausencia del Hokage, buscando comprender los entresijos de una situación que escapaba de su comprensión.
Tsunade apretó los labios.
—Los ancianos deseaban una opinión certera y profesional, no están dispuestos a confiar ciegamente en la palabra de Kakashi solamente porque sea el Rokudaime—respondió.
Sakura asintió, siguiendo el hilo de la conversación con la misma meticulosidad que empleaba en sus procedimientos médicos.
—Aun así, todo este circo es ridículo—murmuró Tsunade con desdén—. Pensé que los tiempos antiguos habían quedado atrás, pero supongo que seguirá siendo así mientras ellos se nieguen a morir.
—¡Tsunade-sama!—la reprimió Shizune, lanzándole una mirada de reproche.
Sakura esbozo una pequeña sonrisa.
Cruzaron por el umbral al mismo tiempo. Los ancianos aguardaban en silencio, sus figuras encorvadas por el peso de los años y la autoridad que ejercían sobre la aldea. Era a ellas a quienes correspondía hacer la reverencia. Al terminar con las formalidades, Tsunade tomó asiento en la cabecera de la mesa, Sakura se quedó de pie a unos cuantos metros de ella, al igual que Shizune.
—Los exámenes médicos de Naruto y Hinata llegaron a su fin—espetó.
Con un movimiento preciso, Sakura extrajo el pergamino que contenía los resultados, y Tsunade, con maestría, disipó el sello que lo protegía, revelando la verdad que había permanecido oculta hasta el momento.
—Como esperábamos—comenzó a decir—, tanto el heredero Uzumaki como la heredera Hyūga están en perfectas condiciones para casarse—concluyó, apartando la vista del pergamino para posarla en los rostros cansados de sus invitados.—. Realizamos pruebas exhaustivas, físicas, químicas y un examen de fertilidad. El veredicto es claro: no habrá obstáculos para que ambos formen una familia.
En medio del silencio que siguió a su pronunciamiento, Sakura pudo vislumbrar un destello de alivio en los rostros de Koharu y Homura.
La mujer examinó el pergamino con atención, sus ojos escudriñaron cada palabra como si en ellas se ocultara algún secreto insospechado. Los matrimonios entre dos grandes clanes no eran un asunto que se tomara a la ligera. Naruto, al ser uno de los pocos sobrevivientes del clan Uzumaki, hijo del Cuarto Hokage y poseedor del Jinchuriki, se había convertido en uno de los solteros más codiciados no solo en el País del Fuego, sino también en otras naciones; por su parte, Hinata era la heredera del Clan Hyūga, su padre formaba parte del consejo; además de proveer a la aldea con valioso Dojutsu, también estaban inmiscuidos en la prospera economía y algunos de los tratados comerciales más fructíferos de la actualidad. Por esa razón había tanto revuelo.
Con un gesto de apropiación, pasó el documento a su compañero, cuya faz reflejaba una amalgama de sorpresa y complacencia. Alzando la mirada hacia Tsunade, Koharu dejó escapar un suspiro casi imperceptible antes de hablar.
—En ese caso, no encuentro otra objeción para seguir con la unión—declaró.
La decisión estaba tomada, y el enlace matrimonial entre la joven pareja debía ser motivo de celebración en la aldea. Era una alianza que trascendía lo meramente personal, una unión que prometía fortalecer los lazos entre dos de las familias más prominentes de la aldea.
—Por supuesto—respondió Tsunade con un destello de orgullo en su mirada—, después de todo, Naruto es un héroe de guerra.
Homura guardó el pergamino con cuidado. Satisfecha con la rapidez y la conclusión de la reunión, Tsunade se puso de pie, dispuesta a largarse de ahí en cuanto antes. No obstante, la voz de la anciana cortó el ambiente con una determinación que dejó a todos los presentes en sumidos en un silencio expectante.
—Hay otro asunto que nos gustaría consultar—dijo Koharu con una calma que contrastaba con la urgencia implícita en sus palabras—. Es sobre el chico Uchiha.
La mención de Sasuke hizo que Sakura se tensara instantáneamente, como si una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo, activando cada fibra de su ser. Su corazón empezó a latir con fuerza, un tambor rítmico que resonaba en sus oídos de manera ensordecedora, ahogando el sonido del mundo que la rodeaba.
Tsunade frunció el ceño.
—¿Qué hay con él?—preguntó con franqueza.
La mujer se inclinó ligeramente sobre la mesa, sus ojos fijos en Tsunade.
—Es el ultimo sobreviviente del clan—comenzó a explicar—, un clan igual de legendario e importante que los Senju, Hyūga y Uzumaki.
El ceño de Tsunade se profundizo, su mente trabajaba a toda velocidad para comprender el alcance de lo que se le estaba planteando.
—No podemos estar seguros de ello—dijo Kohaku.
—¿Está sugiriendo que pueda haber más descendientes?—preguntó Tsunade, tratando de contener la risa.
La anciana asintió con solemnidad.
—No sabemos mucho de la vida personal de Uchiha Itachi fuera de la aldea—adicionó Homura.
—Es poco probable. Hasta el momento no hemos encontrado ningún bastardo, y dudo que, dada la situación de Itachi, su plan fuera formar una familia—rebatió Tsunade.
Koharu asintió en respuesta, aceptando la lógica en el racionamiento de la antigua Hokage. Sin embargo, su atención se volvió hacia otro punto de interés.
—Pero ¿Qué hay con Sasuke?—interrogó, abriendo la puerta a un territorio de incertidumbre y posibilidades desconocidas.
Sakura tragó con dificultad, sintiendo cómo su estómago se retorcía en un nudo de ansiedad. Intercaló la mirada entre su maestra y los ancianos, esperó en silencio mientras el destino de su antiguo compañero pendiera en el aire.
Tsunade no respondió de inmediato, su rostro era una máscara imperturbable que no dejaba traslucir sus pensamientos más profundos.
—Ha estado fuera de la aldea durante cuatro años y, si mal no recuerdo, uno de sus propósitos declarados era revivir a su clan—dijo Koharu.
Sakura contempló a su maestra con una mezcla de expectativa y temor, preguntándose cuál sería su postura ante la situación que se estaba presentando.
—¿Todavía consideran a los Uchiha una amenaza?—preguntó, enfrentándolos a ambos.
Pronto, el temor que embargaba a Sakura se transformó en confusión, ¿de qué demonios estaba hablando Tsunade?
Ahora fue Homura quien intervino.
—Sasuke es la cabeza del clan Uchiha—declaró firmemente—, y continua siendo un ninja de Konoha. Cualquier acción o decisión que tome sigue siendo de nuestra incumbencia.
Tsunade soltó todo el aire que había contenido en los últimos tres minutos.
—Si quieren saber más sobre el paradero del chico, pueden dirigirse directamente a Kakashi—rebatió con una calma forzada. Comenzaba a irritarse.
Koharu negó con la cabeza.
—No lo estas entendiendo, Tsunade—dijo ella en tono condescendiente.
La arruga entre las cejas de su maestra se hizo más prominente, sus ojos ambarinos centellaban a causa del enojo.
—En ese caso, será mejor que sea más clara, Koharu-Sama—espetó.
—Está bien—admitió la derrota con gracia—. Debiste hacerle la vasectomía al chico cuando estuvo bajo tu cuidado. De esa manera no tendríamos que preocuparnos por posibles inconvenientes que podrían surgir en el futuro.
Sakura se quedó sin habla.
Sabia a la perfección que "posibles inconvenientes" se refería a la descendencia de Sasuke.
Tsunade no pudo contener uno mueca de incredulidad.
—Eso es absurdo—respondió con un tono que denotaba su frustración creciente.
—Estamos hablando de un tema delicado—le recordó Koharu con severidad.
—¿Están dispuestos a llevar al Clan Uchiha a su extinción?—profirió.
Sakura tragó con dificultad, notando como la tensión en la sala alcanzaba su punto álgido. Las palabras de su maestra resonaban en su mente, aunque el significado completo de la conversación aun escapaba de su comprensión.
Al no recibir respuesta por parte de los miembros más octogenarios del consejo, Tsunade continuó:
—Si están pidiendo que castre al muchacho, entonces mi respuesta es no—sentenció. Sin darles más tiempo para replicar, añadió—: Shizune, por favor, escolta a Koharu-sama y Homura-sama a la puerta. Agradezco su tiempo.
Sakura los observó levantarse. Abatida, Shizune los guio fuera de la habitación, oyendo de fondo los murmullos de Koharu que calificaba a Tsunade como insolente.
Una vez fuera de su campo de visión y del oído, la rubia presión el puente de su nariz, dejando escapar un suspiro profundo. Intranquila, Sakura esperó en silencio, dispuesta a escuchar cualquier indicación.
Cuando su maestra finalmente logró calmarse, dirigió su atención hacia ella.
—Redacta un informe de la reunión y entregáselo a Kakashi—solicitó.
Sakura asintió con determinación y, sin más preámbulos, se dispuso a seguir el mismo camino que los ancianos habían transitado minutos atrás.
Mientras caminaba por las calles de la aldea, su mente estaba abrumada por las preguntas sin respuesta que bullían en su interior. ¿Por qué querrían hacerle eso a Sasuke? La idea era ridícula y, sin embargo, la seriedad con la que se había dicho durante la reunión dejaba en claro que había más en juego de lo que parecía a simple vista.
Pero lo que más la inquietaba era la misteriosa alusión de Tsunade a la extinción del clan Uchiha. ¿Qué quería decir con eso? ¿Acaso había alguna conexión entre los ancianos y la tragedia que había diezmado a los Uchiha en el pasado? Las preguntas danzaban en su mente, arrojando sombras de duda sobre todo lo que creía conocer.
Recordó las historias que había escuchado sobre la masacre de los Uchiha, un evento oscuro que manchaba la historia de la aldea. ¿El consejo había estado implicado de alguna manera en aquel trágico suceso? La idea la llenó de un profundo temor.
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Solo cuando cruzó las puertas de la Torre del Hokage, se permitió soltar todo el aire que había contenido en sus pulmones durante todo el camino.
La conversación con los miembros del consejo danzaba de manera peligrosa entre los recovecos de su mente, aumentando en ella la ansiedad que le generaba la incertidumbre.
Pese a que el torrente de emociones que la embargaba en ese momento amenazaba con consumirla, al llegar a la recepción saludó con cortesía a la mujer que se encontraba detrás del escritorio ocupada con un montón de papeles delante de ella.
—Estoy aquí para entregar un reporte de misión—dijo con aparente calma, su tono sereno apenas traicionaba la inquietud que latía en su pecho.
La mujer asintió con una sonrisa comprensiva.
—Adelante—respondió, concediéndole el acceso al interior del edificio.
Agradeció con un gesto de cabeza y subió al ascensor hasta el primer piso. Tan rápido como las puertas se abrieron, se echó a andar por el pasillo.
Se apresuró a llamar a la puerta y aguardó hasta escuchar la voz familiar de su antiguo maestro permitiéndole ingresar.
Con las manos sudorosas, giró el picaporte y empujó la puerta, revelando una oficina perfectamente iluminada y ordenaba que contrastaba con el causas que reinaba en su mente en ese preciso instante.
Sus ojos se posaron en Kakashi, que la recibió con una expresión sorprendida.
—¡Vaya, vaya! ¿Pero que tenemos aquí? Nada más y nada menos que mi estudiante favorita—canturreó con cierta algarabía.
Cerró la puerta detrás de ella.
—No veo a Sasuke en ningún lugar—respondió.
—Sakura, tu escepticismo me lastima, ¿por qué no puedes creerlo?
La aludida enarcó una ceja.
—Tengo una larga lista de razones para poner en duda su declaración—espetó.
Kakashi resopló, abatido.
—No tienes que ser tan dura conmigo—le reprochó.
Pocos segundos después, Shikamaru ingresó en la oficina, recibiendo un saludo cortés por parte de Sakura, quien correspondió al gesto con amabilidad.
—¿Cuándo regresaste de Sunagakure?—preguntó con curiosidad genuina.
Si mal no recordaba, Shikamaru se había marchado hace más once semanas al País del Viento para fomentar algunos tratados diplomáticos entre Suna y Konoha. De acuerdo con Ino, su regreso se pospondría hasta obtener una respuesta por parte del Kazekage.
—Anoche—replicó.
—¿Cómo está Temari-san?—inquirió con picardía.
Un ligero rubor coloreó las mejillas de Shikamaru al instante.
—Ella… está bien—dijo.
Sakura sonrió, triunfante.
No obstante, decidió darle tregua al pobre heredero del Clan Nara y regresó la atención hacia el Hokage. Sin más preámbulos, acortó la distancia entre los dos y depositó un pergamino azul en sus manos.
—Contiene los puntos más importantes de la reunión con los ancianos—explicó.
Kakashi tomó el pergamino con expresión seria y comenzó a leerlo con atención. Al terminar, levantó la mirada hacia Sakura, esperando su veredicto.
—¿Y bien?—preguntó el Rokudaime, sus ojos oscuros buscaban la confirmación de lo que ya sospechaba.
—Dieron su autorización para el enlace entre Naruto y Hinata—reveló.
Kakashi suspiró con resignación.
—Evidentemente lo harían—comentó con una nota de desencanto decorando su voz—, aun no puedo creer cómo fueron capaces de llevar a cabo ese arcaico proceso.
Al igual que su maestra, Kakashi repudiaba a las figuras de poder como Kohaku y Homura. Sin embargo, estaba sometido a ellos, no podía tomar una decisión sin antes consultarlo con los miembros del consejo.
—Supongo que esa es la parte negativa de pertenecer a un clan prestigioso—reflexionó ella en voz alta.
—Más que una unión entre familias, se trata de un enlace político y social—señaló Shikamaru con astucia, mostrando su aguda comprensión de la situación—. El Conejo busca un beneficio mayor entre la unión de Naruto y Hinata. Es la primera vez en mucho tiempo que dos clanes de ese tipo generan alianzas.
Sakura comprendía la naturaleza política y estratégica detrás de la unión matrimonial. Sabía que para personas como Kohaku y Homura, las alianzas entre clanes prestigiosos era una prioridad, y que el bienestar individual de los involucrados pasaba a un segundo plano. Para su fortuna, Sakura no era objeto de preocupación para los ancianos en ese sentido.
Pero cuando se trataba de sus dos compañeros de equipo, las cosas eran diferentes. La delicadeza de la coyuntura no escaba a su percepción.
—Aun así, eso es absurdo—declaró Kakashi, permitiendo que su espalda recayera en el respaldo de la silla.
Sakura contempló sus pies por un momento.
—También…—titubeó—, mencionaron a Sasuke.
Al igual que ella, Kakashi se tensó al escuchar el nombre de su antiguo alumno. Sasuke provocaba una serie de reacciones indescifrables entre los integrantes del equipo siete.
—¿Qué hay sobre él?—quiso saber el Rokudaime.
—Los ancianos están preocupados por lo que él pueda llegar a hacer—respondió Sakura sin rodeos, analizando con atención el semblante de su profesor.
—Dudo mucho que casarse entre en los planes de Sasuke—suspiró. Sus ojos se encontraron con los de Sakura y, como si le hubiese caído un balde de agua fría, se dio cuenta de lo que acababa de decir.—. Quiero decir, el matrimonio cercano—aclaró con torpeza.
El silencio se hizo denso en la sala, solo interrumpido por el sonido del tragar de Sakura, que luchaba por contener sus emociones. Agradeció internamente cuando el intercomunicador rompió el mutismo con un zumbido insistente.
—Lo lamento—dijo Kakashi con un gesto de disculpa, mientras pulsaba el botón de respuesta—. ¿Si? Puedes hacerlo pasar—ordenó con voz calmada y profesional.
Aquella era su oportunidad para escapar de la situación incómoda.
—Creo que esa es mi señal para irme—dijo, procurando ocultar su angustia detrás de una sonrisa forzada.
Kakashi frunció el ceño, sorprendido por su repentina partida.
—¿Tan pronto?—preguntó con una nota de incredulidad en la voz.
Sakura asintió.
—Tengo trabajo por hacer. Un hospital por dirigir.
—Vaya, eso hiere mis sentimientos. Me haces sonar como si fuera un holgazán—dijo Kakashi con un toque de ironía.
Antes de que pudiera dar un paso hacia la puerta, el sonido de la entrada de Naruto llenó la habitación. La sorpresa se reflejó en su rostro al ver a Sakura allí, y por un breve instante, pareció distraído, como si su mente estuviera en otro lugar.
—Sakura… es bueno verte—murmuro, como tratando de decidir si se sentía sorprendido o alegre al encontrarla en ese lugar.
Tan perceptiva como siempre, los ojos de Sakura captaron algo fuera de lugar en la expresión de Naruto, pero decidido que no era el momento ni el lugar para indagar.
—Bienvenido de regreso—respondió con una sonrisa cálida.
—¿Estarás libre esta noche?—se apresuró a preguntar el héroe de la aldea, con la esperanza de poder pasar tiempo juntos.
—Lo lamento, tengo un compromiso esta noche—se encogió de hombros.—. Pero ¿Qué te parece si mañana salimos a almorzar?
—No puedo, le prometí a Hinata que iría a su casa.
—¿Están planeando una reunión del equipo siete donde no estoy invitado?—bromeó Kakashi.
Naruto devolvió la mirada al peliblanco.
—No sería una reunión sin Sasuke, ¿verdad, Sakura?
La aludida tragó grueso, sintiendo una corriente de preocupación recorrer su cuerpo.
—Por supuesto—concedió—. Supongo que ¿te vere pronto?
—Tenlo por seguro—sonrió.
Mientras salía de la oficina, una sensación de malestar persistente la invadió, y luchó por sacudirse la certeza de que algo realmente malo estaba a punto de suceder.
»»»»««««
Se detuvo frente al elegante restaurante, con una combinación de nerviosismo y emoción palpitando en su pecho. La noche estaba bañada por la luz de las farolas, confiriéndole a la velada un ambiente íntimo y acogedor que solo aumentaba sus dudas. No era la primera vez que se aventuraba en una cita después de Sasuke, pero la idea de comenzar de nuevo con alguien más la llenaba de incertidumbre.
Inhaló profundamente con la intención de calmar los latidos frenéticos de su corazón, y dio un paso adelante con determinación. La brisa nocturna jugó con los mechones rebeldes de su cabello, a la vez que sus ojos verdes brillaban con determinación bajo la luz de la luna.
Su corazón se agitó con expectación al entrar al ostentoso vestíbulo del renombrado establecimiento. El suave resplandor de la luminaria de las velas bailaba sobre los pulidos suelos de mármol, creando un cálido ambiente que envolvía la estancia en un aire de sofisticación. Intercambio una cortés de inclinación de cabeza con la anfitriona antes de pronunciar el nombre de su acompañante.
Con una amable sonrisa, la anfitriona la guio hacia una apartada sala privada, donde el joven se puso en pie al verla entrar. Su porte delataba cierto nerviosismo, un sutil temblor en su voz cuando la saludó con excitación y aprensión en partes iguales.
—Sakura-san—dijo, su mirada se detuvo en ella con indisimulada admiración—. Estás aquí.
No pudo evitar sentir una punzada de consternación ante su aparente inquietud.
—¿Llego muy tarde?—preguntó, preocupada.
Él negó con la cabeza, dejando escapar una risita cohibida.
—No, en absoluto. En todo caso, me temo que soy yo quien llegó terriblemente temprano.
Un suspiro de alivio escapo de sus labios mientras tomaba asiento frente a él, sus ojos esmeraldas escudriñaron su rostro en busca de cualquier rastro de incomodidad.
—Bueno, supongo que es mejor llegar temprano que tarde—comentó con un brillo juguetón en su mirada.
Los labios de su compañero esbozaron una sonrisa tímida.
—En efecto. Aunque, si hubieras llegado más tarde, me atrevería a decir que la espera habría merecido la pena.
Sakura se ruborizó y el corazón le dio un vuelco en un santiamén.
—Me siento halagada—replicó.
Cuando la camarera se acercó a su mesa para entregarles los menús, Sakura echó una ojeada pensativa a la variedad de tentadoras opciones, con el ceño fruncido por la indecisión.
—Hay tantas cosas—murmuró—. No estoy segura de qué pedir. ¿Alguna recomendación?
El chico meditó un segundo sobre el menú, con expresión pensativa.
—Me temo que no tengo ni idea—admitió con una sonrisa tímida.—. Es la primera vez que visito este lugar. Pero, ¿podríamos probar un poco de todo? Esto sería una aventura.
Sus labios se curvaron en una sonrisa ante la sugerencia, y las comisuras de sus ojos se arrugaron ante la diversión.
—¿Una aventura, dices? Me encantan—dijo en tono juguetón, mientras asentía con la cabeza.
Imitando su gesto, Isamu se dirigió a la camarera e hizo el pedido con confianza, sonaba más seguro y para nada se parecía al chico con el que se había encontrado momentos atrás.
—Queremos un poco de todo, por favor—dijo.
Cuando la chica se marchó, Isamu volvió a centrar su atención ella.
Le resultaba extraño que alguien como él estuviera interesado en ella. Tenía una cara que se acercaba a la perfección. No hacía falta mucho tiempo para darse cuenta de que los actores y modelos más agraciados no le llegaban ni a la suela de las sandalias. Tenía unos ojos muy intensos y tan albarinos que casi brillaban. Su cabello era negro y grueso y era muy alto, igual que Naruto y Sasuke.
—¿Te apetece un poco de sake?—preguntó, señalando la carta de bebidas.
Sakura arrugó la nariz con delicadeza ante la mención del licor, y una fugaz expresión de desagrado se dibujó en sus facciones.
—No, gracias—respondió cortésmente—. Creo que esta noche no beberé alcohol.
—¿Una mala experiencia, tal vez?—se aventuró, con tono comprensivo.
Sus mejillas se sonrojaron ligeramente al recordar lo que unos cuantos tragos la llevaron a hacer, y su mirada se nubló momentáneamente por la incomodidad.
—Preferiría no pensar en ello—admitió llevando un mechón de cabello detrás de su oreja.
El silencio que siguió a la pregunta de Isamu pareció extenderse hasta el infinito, y Sakura se encontró reteniendo el aliento mientras esperaba su respuesta. Con un leve asentimiento, permitió que sus temores se deslizaran hacia el fondo de su mente, dispuesta a escuchar lo que él tenía que decir.
Isamu dejó escapar un suspiro cargado de tensión, colocando ambas manos sobre la mesa entes de inclinarse hacia adelante, su voz reducía a un susurro íntimo.
—Debo confesarte algo—dijo en tono de complicidad—. Estoy nervioso.
La sorpresa parpadeó en los orbes de Sakura ante la revelación. Nunca habría pensado que alguien tan seguro de sí mismo como Isamu pudiera sentirse tan vulnerable en su presencia.
—Yo también estoy nerviosa—confeso con una pequeña risa, dejando escapar el peso de su propia ansiedad.
Un alivio palpable inundó la habitación cuando sus sonrisas se encontraron, el peso de la incertidumbre disipándose entre ellos. Con cada palabra recitada, la tensión se desvanecía gradualmente.
A medida que la conversación fluía con facilidad, se sumergieron en un mar de historias y anécdotas, compartiendo risas y confidencias mientras exploraban los rincones más íntimos de sus vidas. Hablaron de sus carreras como shinobis, desenterrando recuerdos de misiones pasadas y encuentros cercanos con el peligro.
En ese restaurante poco iluminado que olía a especias y bebidas afrutadas, Sakura era algo más que el peso muerto de un equipo fragmentado, o la única civil entre una clase de shinobis de elite. Era una sensación extraña, sentirse joven de nuevo cuando apenas estaba en el precipicio de entrada a la edad adulta. Pero su juventud no había sido nada más que una escalada de tragedia y responsabilidad. El estilo de vida ninja traía consigo mucho honor y satisfacción, pero la dejaba vacía en muchos sentidos. Las chicas de la aldea aprendían a bailar mientras a ella le enseñaban todas las formas de matar a un enemigo. A la edad que dio su primer beso, la temida Tsunade Senju le rompía los huesos, se los curaba y volvía a rompérselos una y otra vez. Sabía cómo tentar antes de pensar en cómo tocarlo. Y sentada ahí, con las mejillas sonrojadas por la risa y un ligero zumbido, se sentía como una mujer. No una kunoichi, aunque siempre se sintió orgullosa de serlo. Pero en aquel instante, miró al hombre que tenía delante, casi un desconocido, y la preocupación se disipó como por arte de magia. No había historia entre ellos, ni una larga serie de instancias e intercambios que le dieran un panorama de su conducta.
De esa forma, la velada llegó a su fin. Isamu se burló de su intento al contribuir a la cuenta, ofreciéndole la mano mientras se levantaban de la mesa y salían del restaurante. Declinó su oferta de acompañarla a casa, mencionado que no quería desviarlo de su camino y adicionando un plan inventado con amigos.
Se le erizó la piel de los brazos y los hombros, no sabía si se debía a la brisa nocturna o la forma en que Isamu la contemplaba, como si fuera la mujer más hermosa en la faz de la tierra.
—Espero que no suene raro lo que voy a decir—masculló en voz baja, sin dejar de sujetar suavemente la punta de sus dedos. Sus ojos estudiaron su rostro antes de bajar hacia el suelo.—. Conoces a Ino ¿verdad?—ella rió, captando su mirada.
—Nada de lo que digas de ella podría extrañarme a estas alturas.
La risita baja que recibió como respuesta fue agradable para sus oídos.
—Bueno—suspiró Isamu—. Te dije que llevaba tiempo interesado en conocerte. Incluso me imaginaba cómo sería el día en que pudiera salir contigo, siempre proyectaba cómo sería hablar, cómo actuarias.
Sakura desvió la mirada hacia el suelo, con las mejillas ligeramente oscurecidas, iluminadas por el resplandor de los letreros neón que decoraban las fachadas de los locales.
—Ah—asintió lentamente—. Perdona si te he decepcionado.
—No—negó con la cabeza con vehemencia.—Superaste mis expectativas, pero… no de la forma que yo había pensado.
La declaración despertó su curiosidad.
—¿Qué habías pensado?—inquirió, confundida.
—Esperaba que actuaras como una leyenda—replicó él.—. Más grande que la vida misma. Porque eso es lo que eres. Una leyenda. Todo el mundo ha escuchado las historias, derrotaste a un miembro de Akatsuki cuando eras adolescente, fuiste vital para nuestra victoria en la guerra. La gente dice que golpeaste a Kaguya en la cara. Pero… pasando tiempo contigo, nunca lo sabrías. Eres tan humilde y normal, es sorprendente.
Sakura parpadeó, sin saber muy bien qué responder. Nunca había sido objeto de elogios o admiración. Muchos apreciaban su condición de médico y habían agradecido su servicio en la guerra, pero ese nivel de idolatría solía reservarse para Naruto, el verdadero Héroe de la Hoja.
—No sé qué decir—empezó, con cuidado—, pero creo que me das más crédito del que me corresponder. Intento cumplir con mi deber como Kunoichi y médico. Estoy orgullosa de mis logros, como lo estaría cualquiera, pero también reconozco que hubo muchos antes que yo que hicieron mucho más, y que también habrá muchos más después de mí.
—¿Ves?—Isamu sacudió la cabeza, contemplándola con una expresión que le dio la impresión de que podía ver los tendones y músculos bajo su piel.—. Ridículamente humilde.
Sakura abrió la boca para responder, pero las palabras se le atascaron en la garganta cuando Isamu se acercó un paso más a ella, tirando suavemente de sus dedos hasta que toda su mano descansó en la de él. Lo miró a los ojos mientras él levantaba lentamente la mano para depositar un suave beso en los nudillos.
—Ha sido un honor y un placer pasar tiempo contigo esta noche—murmuró—. Espero que me permitas volver a verte.
Las yemas de sus dedos rozaron la palma de su mano cuando la retiró y, automáticamente, acunó dicha mano contra su pecho.
Una amplia sonrisa se dibujó en sus labios.
—Por supuesto—consiguió decir—. Eso me gustaría.
—Perfecto—sonrió él, inclinado la barbilla hacia ella—. Buenas noches, Sakura.
Murmuró su propia despedida, haciendo un esfuerzo sobrehumano por parecer tranquila y serena a pesar de sentir sus ojos clavados en ella mientras se alejaba.
»»»»««««
A la mañana siguiente, ingresó a su despacho con un suspiro, mientras el recuerdo de las palabras y acciones de Isamu merodeaban en su mente como una dulce melodía. Notó una oleada de emoción en su estomago y se ruborizó al recordar la conversación de la noche anterior. Era una sensación que nunca antes había experimentado y que la llenaba de expectación y alegría.
Mientras se acomodaba en su silla, no pudo evitar el impulso de buscar a Ino y compartirle su recién descubierta emoción. Tal vez podría quedar con ella esa misma tarde. Era un raro momento de vulnerabilidad, que acogió con los brazos abiertos. Por primera vez en lo que pareció una eternidad, se permitió abrazar la posibilidad de un romance, saboreando la emoción desconocida de todo aquello.
Reflexionando sobre su pasado, no pudo evitar reconocer el papel que Sasuke había jugado en su vida. A lo largo de su tumultuosa adolescencia, le había dedicado gran parte de su energía, convencida de que sus sentimientos iban más allá de la mera amistad. Sin embargo, al mirar atrás, se preguntaba si su afecto por Sasuke había nacido más de un sentido del deber y la camaradería que de otra cosa.
Después de todo, él había sido su compañero de equipo, una constante compañía ante el peligro y la adversidad. Y aunque su relación nunca había relejado del todo el vínculo que compartían él y Naruto, siempre sintió un profundo aprecio por Sasuke, aunque le hubiera llevado un tiempo aceptar la verdadera naturaleza de sus sentimientos.
Pero ahora, sentada en su oficina, bañada por el suave resplandor de la luz matinal, Sakura se encontraba contemplando la posibilidad de un nuevo comienzo. Con Isamu a su lado, sentía una esperanza y un entusiasmo que nunca antes había conocido, y por eso estaba agradecida.
No obstante, tal como solían decir, las cosas buenas duraban poco y Sakura lo comprobó al escuchar el llamado a la puerta. Con un suspiro resignado, admitió el ingreso de su visitante y, en cuestión de segundos, apareció una de las jóvenes enfermeras con la que trabajaba, llevando en las manos una caja de bento perfectamente ordenada. Sakura frunció el ceño, sorprendida.
—No hacía falta que me trajeras el desayuno, Taiki-san.
La chica sacudió la cabeza con una sonrisa de complicidad.
—Esta vez no, Sakura-san. No es de mi parte—explicó, tendiéndole caja—. Lo envía otra persona.
Al tomar la caja, sus ojos se abrieron de par en par al ver la pequeña nota adherida a la superficie. Con dedos temblorosos, desdobló el papel y el corazón le dio un vuelco al contemplar el nombre de Isamu perfectamente escrito al final de la misiva. El mensaje era sencillo, pero perfecto.
Una sonrisa estiró la comisura de sus labios, sintiendo un calor que se extendía por su pecho ante el inesperado gesto. Era increíble, en verdad, cómo él parecía entenderla tan bien, incluso después de sólo una noche juntos.
La enfermera, al notar la excitación de Sakura, no pudo contener más su curiosidad.
—¿Es un admirador?—pregunto ansiosa.
Sakura asintió con la cabeza, y su sonrisa se ensanchó al pensarlo.
—Sí, algo así—respondió tímidamente, con las mejillas sonrosadas.
Taiki lanzó un chillido de alegría y aplaudió emocionada.
—¡Es increíble!—exclamó, contagiando su entusiasmo—.¿Cree que podría ser el elegido?
La expresión de Sakura se suavizó y su mirada se desvió hacia la caja de bento que tenía en las manos.
—Tendremos que esperar y ver—respondió, notando la sensación de esperanza florecer en su interior.
Expresó su gratitud a la enfermera, observó cómo se marchaba, dejándola sola una vez más con sus pensamientos.
Su corazón dio un vuelco entusiasmado cuando se apresuró a colocar la nota encima de la caja, disfrutando del breve momento de tranquilidad antes de que la interrumpiera un nuevo alboroto afuera del despacho. Confundida, se apresuró a investigar, y sus pasos resonaron en el pasillo mientras se dirigía a la fuente del caos.
Al salir a la sala de espera, abrió los ojos desmesuradamente, alarmada ante el espectáculo que tenía delante. Naruto estaba allí, con el rostro contorsionado por la angustia, la sangre manchando su ropa y una multitud de espectadores preocupados reunidos a su alrededor en un frenesí de preocupación y confusión. Sin dudarlo un instante, lo llamo por su nombre, con una voz llena de consternación.
La mirada de Naruto parpadeó hacia ella, y por un momento fugaz, Sakura vio una chispa de reconocimiento en sus ojos. Con pasos lentos y vacilantes, se dirigió hacia ella, su rostro era una máscara de devastación mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. A Sakura se le encogió el pecho al verlo, y un mal presentimiento se asentó en sus huesos como un pesado sudario.
—¿Qué sucedió?—preguntó, con la voz temblorosa por la aprensión, mientras le tenida la mano para tranquilizarlo—. Naruto, ¿Qué ocurre?
Entre sollozos, Naruto ahogó una sola palabra, un nombre que le provocó escalofríos.
—Sasuke—susurró, su voz apenas audible por encima del barullo de voces que los rodeaba.—. Algo ha pasado con Sasuke.
Su respiración se entrecortó y quedo atascada en su garganta a la mención del Uchiha, su mente se aceleró con el miedo y la incertidumbre.
—¿Qué quieres decir? ¿Está bien?—cuestionó, su voz se elevó unos cuantos decibeles a causa del pánico.
Sintió el peso de las miradas expectantes y preocupadas de todos sobre ella. Con un movimiento de cabeza, instó al personal a volver a sus tareas, asegurándoles que ella se encargaría de la situación. Mientras se dispersaban, volvió a centrar su atención en Naruto, con el alma en vilo al ver su angustia.
Colocó amabas manos sobre sus hombros temblorosos y lo guio hacia el interior de la oficina, conduciéndolo a una silla donde él se hundió pesadamente.
Inmediatamente, se colocó de cuclillas frente a él, tomo su mano entre las suyas y escudriñó la profunda herida en la parte central de la palma.
—Es un corte feo—espetó en voz baja—. Dejame adivinar… ¿rompiste una ventana?
Naruto asintió, su cuerpo temblaba a causa de los sollozos silenciosos. Sakura suspiró. No era la primera vez que contemplaba al héroe de la aldea en ese estado.
—Está bien—dijo con suavidad—. Tenemos que limpiar esto para asegurarnos que no hay nada dentro. Ponte de pie y sígueme al baño.
Con un asentimiento renuente, Naruto permitió que Saura lo guiara para que se pusiera de pie, sus movimientos eran lentos e inseguros. Juntos, se dirigieron al pequeño cuarto de baño. Sakura llevándolo con una mano tranquilizadora en su brazo. Cuando entraron en la habitación de azulejos, no perdió tiempo en sacar un botiquín de primeros auxilios mientras se preparaba para atender a su amigo en más sentidos que solo físicamente.
Abrió la llave y el agua comenzó a correr inmediatamente. Con la misma delicadeza, situó la mano afectada bajo el chorro, oteando atentamente la manera en que el líquido arrastraba consigo los remanentes de sangre, permitiéndole observar la herida: los cortes de los dedos eran profundos, llegan casi hasta el hueso.
—Mencionaste algo sobre Sasuke—dijo con cautela, cualquier cosa que tuviera que ver con él la colocaba en un estado de ansiedad abrumador—. ¿Quieres hablar al respecto?
—Es un imbécil—gruñó con la voz entrecortada.
Sakura se apresuró a cerrar la llave del agua. Sus ojos recorrieron nuevamente la herida en busca de pedazos de vidrio.
—Estábamos en una reunión con los ancianos—empezó a decir luego de un momento—. Hablábamos sobre el estatus de Sasuke, cuando Homura mencionó que tenían pruebas contundentes para considerarlo nuevamente un criminal y apresarlo.
Sakura frunció el ceño con ahincó.
—¿Por qué?
—Mi última misión…—mencionó Naruto—. Su última misión consistía en asegurarme que Sasuke no estuviera implicado en ningún asunto turbo. Hace un año, Kakashi recibió un reporte por parte del Tsuchikage donde informaba que se tenía conocimiento de la presencia de Sasuke en Iwagakure y expresaban su consternación al indicar la repentina visita, sin anuncio alguno. Obviamente, aquello solo fue una hipótesis, porque se creía que estaba ahí para hablar con un grupo de criminales que estaba causando ciertos problemas en la aldea de la Roca.
Sakura no estaba entendiendo nada de lo que Naruto decía, o al menos, pretendía no hacerlo, quería no creerlo.
—Las hipótesis dejaron de serlo hace algunos meses—dijo Naruto con amargura.
—Naruto, tienes que ser más claro porque no estoy entendiendo nada—lo miró fijamente, implorándole a cualquier deidad que aquello solo fuese una broma de mal gusto.
—¿Qué es lo que no puedes entender, Sakura-chan? Eres la kunoichi más brillante que conozco—le reprochó con un tono de voz estridente—. Las pruebas que tienen los ancianos son irrefutables. Sasuke ha estado trabajando con ellos durante casi un año. Se reunió con dos hombres en Tanzaku algunas semanas atrás. No hay forma de salvarlo esta vez. Incluso Kakashi-sensei lo sabe.
Sakura jadeó, sintiendo que algo dentro de ella comenzaba a romperse y desmoronarse. Era desagradable y devastador, hacia que sus pulmones se contrajeran y su cabeza se sintiera mareada.
—Debe ser un error…—susurró, más para sí misma que para su compañero.
La presencia de Sasuke en Tanzaku no era una casualidad, estaba ahí por una misión, un asunto totalmente desconocido para ella.
—No lo es—rebatió él.
Sakura sacudió la cabeza, incapaz de entender el confuso flujo de palabras que emanaba de la boca de su amigo.
—Esa no es la peor parte—dijo Naruto mientras la miraba directamente a los ojos. Sakura tragó grueso—. El consejo aprobó revocar el acuerdo de Kakashi y los demás Kages. Sasuke es nuevamente un criminal, enviaran a un escuadrón de ANBUS a capturarlo.
Sakura se puso muy rígida y el horror se apoderó de ella. De repente le resultaba muy difícil respirar.
Continuara
N/A: ¡Hola de nuevo! Espero que el capítulo haya sido de su agrado :D la demora en la actualización se debió a que hice algunos cambios en la trama para darle más coherencia y no dejar cabos sueltos, así que me tomó un tiempo estructurarlo para comenzar a escribir los siguientes capítulos.
Hasta el momento todo se está desarrollando lentamente, pero les prometo que la montaña rusa de emociones comenzara a partir de la siguiente entrega. Como lo he mencionado, estos capítulos son introductorios y sirven para brindar cierto contexto para las situaciones en las que se verán inmersos nuestros protagonistas.
Una vez más, agradezco de todo corazón el apoyo constante que me brindan. Tengan por seguro que estoy atenta de todos y cada uno de sus reviews, los cuales, me brindan inspiración y me motivan para seguir escribiendo.
Sin nada más que agregar, nos vemos próximamente.
Les envió un fuerte abrazo donde quiera que se encuentren. ¡Cuídense mucho!
¡Nos leemos hasta la próxima! ¡Bye, bye!
