Esa noche Inuyasha fue incapaz de dormir y se la pasó dando vueltas en la cama porque a cada momento que cerraba sus ojos para conciliar el sueño la imagen de aquel semidemonio de la era Sengoku frente a él, en ese "sueño" dónde era una joven sacerdotisa, se lo impedía. La explicación de Sora dejó más dudas que respuestas, aprovechando la oscuridad de aquella noche de transición entre el verano y el otoño se trepó al tejado de su casa a contemplar el cielo.
—¿Tampoco puedes dormir? — preguntó alguien desde atrás y él volteó.
—¿Aome? — el chico se sorprendió —, no te olí. ¿Y tus padres? Son casi las diez de la noche.
—No te preocupes, me escapé de casa — murmuró la hanyō sentándose junto a él —, les dije que vendría a visitarte pero... ya sabes cómo es tu madre, me odia.
—Dale tiempo, mamá no es mala — Inuyasha se acomodó en la cornisa del edificio —este asunto de las reencarnaciones me tienen cansado, es muy molesto no saber nada sobre tu vida pasada en caso de tenerla. Es frustrante.
—¡Feh! Ni que lo digas — masculló ella.
—Otra cosa... Tú Kagome Higurashi te saliste de tu casa ¿que no eras la niña buena de papá y mamá? — el hanyō albino se mofó.
Aome solamente desvió su mirada hacia otro lado, era eso en parte verdad pero en Inglaterra se caracterizaba por ser una chica algo rebelde que solía escaparse de la vista de sus padres de vez en cuando.
—Normalmente tengo esa "apariencia" — Aome se sentó en la cornisa del edificio —, la chica tímida y dulce de orejas de perro de Manchester.
—Creí que venías de Sendai o alguna región del norte de Japón — murmuró el chico.
—No es mentira, yo nací en Sendai — mencionó la joven hanyō moviendo sus orejas —, pero a temprana edad me fui con mi familia a Londres. Estuve allí un tiempo y luego me mandaron a un conservatorio en Manchester.
—Ya veo por qué eres tan buena — el albino se cruzó de brazos —, Sesshomaru me llevaba cada tarde a su casa para que pudiera practicar el piano ya que no tenía uno propio. Aunque lo dudes él y yo nos llevamos bien. De hecho la señora Irasue es su madre, fue ella quien me facilitó algo donde practicar.
—Sí, recuerdo que ella estaba en Yokimura — afirmó ella.
—Cuando eso mamá tenía un trabajo exhaustivo, Kag, pasaba casi doce horas fuera de casa — Inuyasha espetó —. Trabajaba en una empresa como secretaria y siempre llegaba cansada a dormir.
Inuyasha se llevó las manos a su cabeza desesperado pero realmente soltó una corta risa viendo a la chica.
—Tienes un don para hacer que la gente se abra a ti — mencionó el chico.
Aquellos orbes azules que tenía Aome fijos en el horizonte donde se alzaban imponentes los grandes edificios de la enorme urbe Tokio mostraban la calidez que la caracterizaba, por su parte Inuyasha observaba la gente pasear por las angostas calles del vecindario, algunos niños jugando con un balón de fútbol por el asfalto, otros más osados iban trotando en la noche..
—Creo que me gustaría estudiar psicología — Aome sonrió de forma amable —. Tú ya me dijiste que la gente se abre fácil si les hablo.
—Ciertamente — Inuyasha se cruzó de brazos —a mí me gustaría estudiar derecho como mi hermano Sesshomaru...
—¿En qué semestre va tu hermano mayor? — indagó la joven.
—Está terminando el sexto semestre de derecho y el año próximo entra a séptimo semestre — el hanyō fue sincero —, antes nos veíamos mucho y siempre pasaba tiempo con él y su mamá. La señora Irasue.
—¿En serio? — Aome preguntó con calma.
—El asunto es que... en unos días es su cumpleaños — mencionó el joven —, no sé qué llevarle.
—La quieres mucho ¿no?
El silencio que los dos habían estado construyendo desde sus cimientos se vio interrumpido por sirenas de bomberos que se oyeron por toda la zona residencial donde estaban los dos jóvenes y el olor a quemado en el aire provocó que los nervios de ambos hanyōs estuvieran al tope.
—¿Qué ocurre? — cuestionó Aome.
—Vamos a investigar — mencionó el chico sin dudar.
—¿Estás loco?
—Un poco — sonrió el joven.
Rápido vieron como dos camiones de bomberos iban hacia una casa en llamas, como si fuera un impulso Inuyasha dirigió la carrera de los dos hacia el edificio que estaba quemándose. Saltaban coordinados, como dos criaturas de la noche, hasta poder visualizar la casa en cuestión.
—¡Es ahí! — gritó Inuyasha —Yo entraré por arriba.
—Es casa de Sakura — la chica exclamó asustada —rápido, ve por ella. Puedo olerla, está arriba.
Inuyasha corrió escaleras arriba por una de las máquinas de bomberos dando al final un salto de casi dos metros de altura atravesando la ventana de aquel cuarto, allí encontró a alguien conocido. La misma joven de cabellera ondulada que siempre la tenía en trenzas amarrada solamente el hanyō pudo esbozar una sonrisa y la levantó poniéndola sobre su espalda.
—Aome — con fuerza gritó Inuyasha.
En el piso de abajo estaba la hanyō evacuando a las personas que estaban allí cuando sus orejas captaron el sonido inconfundible de la voz de Inuyasha y entonces ella corrió hacia arriba esquivando las llamas, las cuales, en su danza, arrasaban los sueños de quienes años les costó. Finalmente parte de la estructura cayó en el pasillo interponiéndose entre los dos jóvenes híbridos.
—¡Sakura estás bien! — Aome se quedó sorprendida —¡Inuyasha ensaya saltar por la ventana!
—¡No pienso abandonarte! — exclamó el peliblanco.
—¡Hazlo! — la joven le respondió en un grito y parte de la estructura se vino al suelo.
Aome cayó del segundo piso al abrirse el suelo de madera por las llamas, Inuyasha preocupado quiso acercarse al hueco por el que cayó su amiga y las llamas lo impidieron al dar solo un paso.
—¡Aome! — gritó Inuyasha con lágrimas en sus ojos.
Entonces vio a la amiga de la Higurashi respirando con dificultades por el humo, visualizó la ventana y corrió con todas sus fuerzas dando un salto antes que la estructura colapse sobre Aome de quién no se sabe si estaba con vida o no. Al dejar a Sakura con su familia, especialmente con su madre con quién tenía mayor afinidad.
—¡Volveré adentro! — exclamó el hanyō.
Corrió con fuerzas atravesando la casa en llamas hasta encontrar a Aome bajo dos vigas, con sus manos desnudas intentó levantar la pesada pieza de madera quemándose en el intento. De pronto el brillo rojo carmesí que, de alguna manera, apareció frente a él.
"Juro que te protegeré" pensó el hanyō preparando sus garras.
—¡Garras de acero! — gritó Inuyasha cortando de tajo la madera.
Allí estaba Aome con sus ojos rojos, dos franjas moradas en sus mejillas, una espada con un dragón en la base sujetada por su mano izquierda. Inuyasha no dudó ni un segundo en sacarla de allí antes de que la casa cayera sobre ambos. Cómo si de un recuerdo se tratase, Inuyasha recordó aquella mirada dorada que tenía aquel hombre de sus sueños pero ahora él ocupaba su lugar; cuál si fuera escena de película de acción la casa se desplomó acompañada por una explosión de gas que hizo quemar un transformador eléctrico dejando sin luz a parte del vecindario.
—Inuy...yasha — susurró Aome con voz rasposa que se iba normalizando poco a poco.
—Estoy seguro que el Inuyasha de aquella época no le habría gustado dejar a su Kagome en un lugar peligroso — mencionó el muchacho —, esta noche te quedas en mi casa.
Rápidamente un BMW se detuvo frente a la escena del incendio y de allí bajaron Naomi y Hiroyuki corriendo para ver a su hija si estaba bien, Inuyasha la dejó caminar un poco más libre a una prudente distancia de él.
—Aome — Naomi corrió y abrazó a su hija mientras lloraba —¡Gracias a Dios estás bien!
—¿Qué carajo pasó aquí? — preguntó Sayuri saliendo del auto.
—¡Jovencita, ese vocabulario! — Hiroyuki la regañó.
Pronto apareció Izayoi evitando a los bomberos que querían detenerla para que no se acerque al edificio en llamas, pero antes de siquiera la mujer se acercara a Aome; Hiroyuki se interpuso en su paso.
—¡Déjame! Tu hija atrajo a mi hijo al peligro — Izayoi gritó.
—Izayoi — Naomi la detuvo —, ya fue suficiente. ¡Eso fue en julio así que deja de tratar mal a mi hija! El que hayamos sido amigas de la universidad no significa que tengas el derecho de tratar mal a mi hija. Además ella no tuvo la culpa.
—Fue mi instinto — la joven aludida mencionó —. Algo me impulsó a ir a salvar a Sakura, y a todas estas ¿cómo se dieron cuenta que estaba aquí?
—Kurikaramaru se inquietó y salió volando como una estrella fugaz — mencionó Sayuri.
—Eso... pasó lo mismo con colmillo de acero — Inuyasha miró a Aome —ahora tienes una poderosa espada. Hay que ensayarla como dices tú — él la abrazó por los hombros.
La hanyō de pelo negro se movió algo incomoda pero la efusividad que transmitía Inuyasha no hacía más que contagiarla de su felicidad. Finalmente Izayoi notó que él estaba feliz con Aome, por dentro, el remordimiento le hacía doler bastante. Pero la felicidad de su hijo era primordial para ella; vio aquella familia tan unida sintiendo envidia ya que Toga y ella no eran muy unidos.
Inuyasha siempre quiso alguien que fuera una figura paterna o alguien contemporáneo a él, Sesshomaru era esa respuesta y pues él estaba en la esquina apoyado en su auto comiéndose una hamburguesa.
Por la acera iba caminando Rin con sus audífonos puestos, cruzó la mirada con Sesshomaru pero al doblar a la esquina se topó con aquella escena desgarradora de la casa. La joven de quince años fue hacia Sakura y su madre para ver si estaban bien, tenían unas quemaduras leves que no representaban ninguna peligrosidad.
—Superior Higurashi — llamó la joven —. No la vi, disculpe.
—Relájate Rin — la hanyō se mantuvo al margen mientras su mirada se posaba en Sayuri que texteando en su teléfono ignoraba la situación.
Hiroyuki se acercó a su esposa y su hija menor con la sonrisa que siempre lo caracterizaba, a él le parecía injusto dejar al abuelo Higurashi solo en aquel gigantesco templo donde él habitaba siempre lo vio como un padre desde que tenía memoria.
—Pueden quedarse en la casa del templo Higurashi — Hiroyuki les propuso —. Allá vive mi padre adoptivo y está solo.
—Es buena idea — la chica de trenzas afirmó emocionada —¿Tú qué dices mamá?
La madre de Sakura y tutora legal de Rin accedió a la propuesta que Hiroyuki le había hecho pues las reparaciones tardarían un buen tiempo en terminarse. Por otro lado Sayuri seguía texteando en su móvil escribiéndole a alguien sobre cualquier tema de jóvenes adultos, aunque realmente en la pantalla del dispositivo se encontraba escrito algo en "clave" aunque realmente era serbio.
