-Esta historia es una adaptación del universo de Star Wars creado por George Lucas, y esta orientada a interpretar la unión de las cuatro generaciones: República, Imperio, Nueva República y Primera Orden, tomando como base los personajes originales que George Lucas tenía en mente desde su concepción de la trilogía original y las precuelas. Les sugiero oír "Found" de Citizen Soldier para Sasuke, "Dancing's Done" de Ava Max para Sakura, "Carry On" de Olivia Holt para Chino, y "Across the Stars" de John Williams para el contexto del capitulo.
Tatooine, Borde Exterior
El salto al hiperespacio llego a su fin, ralentizando el avance de la nave tan pronto como el viaje a la velocidad de la luz cesó y el estéril planeta de Tatooine quedó a la vista de quien pilotaba la nave; actuando como copiloto por costumbre y rutina más que por necesidad, sabiendo que el Uchiha no necesitaba ayuda en tal labor, Naruto no pudo evitar observar a Sasuke por el rabillo del ojo, no olvidando que la última vez que habían estado en aquel planeta, Sasuke había tenido que enfrentar la muerte de su madre, Naruto jamás lo había visto tan devastado por algo hasta entonces, allí es donde había crecido siendo esclavo…y sin embargo, ahora los Jedi lo obligaban a regresar y el Uzumaki no podía evitar sentirse preocupado por la inestabilidad emocional del Uchiha. Siendo bueno en concentrarse en ejecutar su deber por encima de cualquier cosa, bajando sus barreras solo cuando estaba junto a Sakura, Sasuke se concentró en manipular los controles de la nave para preparar esta para el aterrizaje, evadiendo la preocupada mirada de Naruto sobre su persona y no era para menos, estar de regreso en Tatooine despertaba un millar de emociones conflictivas en su interior, casi podía sentir la oscuridad que tanto temía emerger desde su interior , pero este se empeñó en suprimirla, pensando en Sakura, diciéndose que necesitaba y debía ser el hombre que ella amaba, el Jedi con el que se había casado y no un monstruo. Ya sea que intuyera o no la tensión en el ambiente, Chino observó a su Maestro por el rabillo del ojo, notando que se veía más serio que nunca.
—Creí que estaría feliz de volver a casa, Maestro— comentó Chino ante tan incómodo silencio.
—Este lugar dejo de ser mi casa hace muchísimo tiempo— contestó Sasuke en voz baja. —Esperaba no volver a ver este planeta jamás— admitió, apesadumbrado por regresar.
—¿Qué paso?— preguntó la Chinoike con curiosidad, queriendo saber más de su Maestro.
—No quiero hablar del tema— acalló el Uchiha, siendo demasiado doloroso para él.
Cuanto más sepultase el doloroso pasado de esclavo que había tenido, y con ello el doloroso recuerdo de no haber podido salvar a su madre de morir, de haber cargado su cadáver y haberlo sepultado en la granja de humedad de la familia Uchiwa…mejor, no quería saber nada de ese pasado, si lo hiciera condenaría su presente y futuro con Sakura y eso es lo último que deseaba hacer, ella merecía que él pudiera ser la mejor versión de sí mismo, además, ¿Qué conseguiría por pensar en el pasado?, ¿Por anclarse a él? Los Jedi decían que debía dejarse ir el dolor y la pena, pues ello conducía al Lado Oscuro, y mantenerse lo más vinculado al Lado Luminoso de la Fuerza seria aquello que lo haría prosperar, que lo haría llegar lejos. Ya era caballero Jedi y ahora Maestro—aunque no obtendría el rango oficialmente hasta que su Padawan se convirtiera en Caballero Jedi—, y quería llegar a lo más alto para así no tener que ocultar más su relación con Sakura, esa era su meta. Asintiendo en silencio, comenzando a entender que su Maestro no era en absoluto como ella pensaba—irónico, sarcástico, aventurero y temerario—, sino que también reservado, escueto, misterioso y melancólico, Chino se concentró en aprender de las habilidades de pilotaje que este tenía, a la par que observando las acciones de Naruto como copiloto; como todos los Padawan de la Orden, Chino había tenido lecciones de pilotaje, pero no creía que alguien tuviera las prodigiosas habilidades de su Maestro, que ni siquiera necesitaba revisar que botones oprimía o las palancas que manipulaba.
—Sasuke, ¿Quieres que active los escudos? Quizás necesitemos defensa— consultó el Uzumaki cuanto más ingresaba en la atmosfera.
—No, Naruto, prioriza los cañones, no sabemos que encontraremos al aterrizar— negó el Uchiha, prefiriendo disparar primero y preguntar después.
—¿Sin escudos?, ¿No es arriesgado?— cuestionó Chino en el asiento detrás de su Maestro, queriendo aprender de él a la par que teniendo sus propias dudas.
—Un ataque solido elimina la necesidad de defensa— contestó Sasuke observándola por encima del hombro y viéndola asentir. —Naruto, fija el vector de aproximación para aterrizar— instruyó observando cualquier posible amenaza en la superficie.
—En seguida— asintió Naruto, acatando sus órdenes y manteniendo la misma vigilancia.
Si de él hubiese dependido, Sasuke habría desviado la nave hacia cualquier otro planeta del sistema, simulado una colisión...¡Lo que fuera! No quería volver a pisar ese miserable paneta y, de hecho, Sasuke se prometió mentalmente que si salía vivo de esa misión jamás regresaría a Tatooine, aunque en este caso ya de por si se veía forzado a regresar pese a no desearlo, entregando gran parte del control del pilotaje a Naruto para que cruzase la atmosfera, estando él atento a la artillería en caso de que recibiera algún ataque imprevisto. No podían olvidar que estaban en tiempos de guerra—por lo que ningún sistema podía considerarse como neutral—y ni aun aterrizando en Mos Eisley o Mos Espa tendrían la seguridad de no ser atacados debido a lo mismo, y aterrizar en medio del desierto solo aumentaba el riesgo de ataques, pero era un riesgo que debían correr teniendo en cuenta la localización que tenían de donde se encontraba Hidan Akatsuna. Corrigiendo su línea de pensamientos, Chino debía admitir que su Maestro era el individuo más difícil de leer que hubiera conocido hasta entonces; joven, temerario, arriesgado, tempestuoso, irascible, estoico, melancólico, pero al mismo tiempo noble, decido y valiente en extremo, tenía las mayores virtudes que cualquier Jedi desearía tener—lo que solo aumentaba su admiración por él—, pero al mismo tiempo tenía grandes defectos, mas Chino fue incapaz de pronunciarse al respecto mientras la nave lentamente aterrizaba sobre la superficie; ella también tenía grandes defectos. Tenían más en común de lo que se veía desde fuera...
Sasuke no pudo evitar permanecer, lo que le parecieron, largos minutos en la cabina de la nave, enterrando el rostro entre sus manos y observando el Mar de Dunas que habrían de atravesar para llegar al Templo de Teth, que era el lugar donde tenía informado se hallaba Hidan Akatsuna, no quería hacer nada de lo que implicaba esa misión, no quería estar en ese planeta…pero la vida jamás le había preguntado qué era lo que él quería hacer, simplemente le abría un camino. El azabache dejo libre un suspiro y se levantó de su asiento, volviéndose hacia el pasillo contiguo a la cabina y donde Chino y Naruto se estaban preparando para abandonar la nave y no fue distinto en su caso, aunque Sasuke apenas y requirió colgar el abrigo sobre sus hombros, acostumbrado al árido y sofocante clima de Tatooine; Naruto por su parte cambio su chaqueta por una más ligera, ya conociendo de antemano el clima del planeta, mas Chino se colocó un ligero poncho por encima de su vestido, diciéndose mentalmente que a su regreso al Templo Jedi en Coruscant debería de cambiar su atuendo, porque en más de una ocasión se había visto tentada a romper la falda de su vestido solo para tener mayor movilidad. Comprobando que su sable de luz estuviera fijo de su cinturón para el momento que lo necesitase, Sasuke intercambió una mirada con Chino y Naruto, la Chinoike mostrándole su sable de luz antes de colgarlo de su cinturón y Naruto asintiendo en silencio antes de comprobar la carga de los blaster que reposaban a cada lado de su cinturón.
—No te alejes de mí, si puedes— instruyó Sasuke al pasar junto a su Padawan.
—Eso no será problema Maestro— sonrió Chino, siguiendo sus pasos mientras la rampa de la nave se abría para permitirles bajar.
—No es una práctica, Chino— regaño el Uchiha ante la ligereza en su tono, tan ingenua.
—Lo sé, intentaré que no lo asesinen— asintió la Chinoike con falso aire petulante.
Sonriendo ladinamente ante las palabras de Chino, confiando en que ella sabría mantenerse a salvo, Sasuke dejo libre un suspiró y finalmente avanzó hacia la rampa de la nave y por la que descendió, casi conteniendo la respiración cuando la suela de sus botas finalmente piso la arena que tanto detestaba y dio sus primeros pasos, no volteando a ver a Chino a quien escuchó brincar ligeramente para internarse en la arena, no teniendo él en absoluto su entusiasmo y varios pasos tras ambos estaba Naruto, que sello la nave con seguro para que nadie que la encontrase pudiese ingresar, no había nada de valor en su interior por la premura con que habían emprendido el viaje para rescatar al hermano del rey o Daimio de Tatooine. No necesitando esperar a Naruto, que era bueno adaptándose a su ritmo y como Chino debió aprender a hacer, Sasuke intentó concentrarse en el horizonte al caminar, intentó no centrarse en lo molesto que era el sofocante calor del sol, la aridez que se respiraba en el ambiente o lo irritante que era la arena, agradeciendo mentalmente que su atuendo de Jedi atenuase todo esto; notando lo tensa que era la postura de su Maestro, a quien hasta ahora lo había visto como alguien serio, reservado y estoico, pero no a ese nivel, Chino casi lo vio como si fuera una persona completamente diferente y ello la preocupo, nunca había visto a alguien que estuviera tan enemistado con su pasado y ella no sabía cómo interpretarlo, por un lado los Jedi enseñaban que se debía dejar ir el pasado, mas ¿Qué podía ser tan doloroso para su Maestro?
—El Maestro Onoki suele decir; los viejos pecados proyectan largas sombras— comentó Chino para romper el silencio mientras caminaban, —¿Sabe qué significa eso?— inquirió al no recibir respuesta de su Maestro.
—Que tu pasado puede arruinar tu futuro, si lo permites— contestó Sasuke, conociendo aquel dicho. —No me interesa hablar de mi pasado, Chino— espetó con voz firme.
—Sí, está bien— asintió la rubia intentando entenderlo, queriendo saber más de él. —Hay mucho de qué hablar aquí; como la arena— sugirió, observando su entorno.
—El desierto no tiene piedad, te lo arrebata todo— rebatió el azabache con voz pétrea.
—Que inspiradora idea— murmuró la Chinoike, sorprendida a la par que resignada. —No podrá con nosotros, ¿verdad Naruto?— inquirió al astromecánico a su lado.
—Eso ni soñarlo— rio el Uzumaki, agradeciendo contar con la alegre chica para alegrarlos.
Naruto ya había estado en Tatooine anteriormente, en dos oportunidades de hecho; primero hace más de ocho años y ayudando al fallecido Maestro Minato Namikaze y a la reina de Naboo—actual Senadora—para salir del planeta en medio de un enrevesada persecución, y luego había regresado hacia menos de un año, esta vez con Sasuke y Sakura nuevamente, y con un resultado aun peor...¿Qué sucedería esta vez? Era imposible saberlo y Naruto eligió ni siquiera tener esa línea de pensamiento, dejando libre un suspiro y observando la espalda de Sasuke mientras continuaba caminando. Su Padawan podía nombrar todos los aspectos del planeta y querer desarrollarlos como positivos, pero Sasuke la rebatiría inmediatamente porque Tatooine era por lejos el peor planeta que él había conocido donde se podía vivir, otros sistemas de la galaxia tenían condiciones peores y que los hacían inevitables básicamente, pero en Tatooine había condiciones suficientes para que la vida prosperara, pero al mismo tiempo el ambiente hacía de la vida todo un reto, de ahí que Sasuke tuviera los peores recuerdos, soltando un bufido por lo bajo y revolviéndose el cabello con un gesto entre descuidado y nervioso a partes iguales, intentando no pensar en el maldito lugar en que estaban ni al miserable a quien debería rescatar. Entendiendo ipso facto que su Maestro no quería hablar del tema, Chino suspiró y se concentró en caminar en lugar de hablar, apreciando el entorno como su Maestro no podía; incluso en lugares así la Fuerza estaba muy presente.
Había vida, pero también destrucción.
Coruscant
Era otro día en la mente de la Senadora Sakura Haruno, regreso en Coruscant, intentando no agobiar su mente con la constante preocupación que era no saber de Sasuke, su último mensaje había sido desde el inicio del sitio de Christophsis en el Borde Exterior, pero de eso ya hacía un mes…en nada ayudaba que el Canciller Shimura hubiera implementado nuevas medidas de seguridad para con ella y con su planeta natal, Naboo, por lo que la Haruno ahora se dirigía a la oficina de este, necesitando discutir el tema y sintiéndose como una maldita prisionera cuando menos lo necesitaba. La Senadora de Naboo portaba un exquisito vestido de seda celeste claro, de escote corazón perfectamente entallado a su esbelta figura, con bordados plateados de la casa real de Naboo en A bajo el busto y otros color gris claro el centro del corpiño, en los lados y la falda superior—con la falda en A y lisa debajo—, así como en las ceñidas mangas hasta las muñecas, y sobre las mangas se encontraban otras superiores celeste claro que se abrían como lienzos desde la altura de los hombros; su largo cabello rosado estaba peinado en una desordenada coleta para caer sobre su hombro izquierdo, resaltando la diadema de oro y diamantes que replicaba flores de Naboo sobre su cabeza, sosteniendo un largo velo celeste y a juego con la delicada guirnalda alrededor de su cuello y unos pequeños pendientes en forma de lagrima. Las puertas de la oficina del Canciller de la República se abrieron a su paso, permitiéndole ingresar y encontrar a este junto a su esposa, lady Takara.
—Senadora Haruno, me alegra verla— saludó el Canciller Danzo con una aparentemente amable sonrisa al igual que su esposa.
—Igualmente, Canciller— asintió Sakura inclinando ligeramente la cabeza al detenerse frente a él. —Esperaba que tuviera unos momentos, quisiera discutir las nuevas medidas de seguridad que implemento en Naboo; mi jefe de seguridad me dice que hay nuevas batallas en el Borde Exterior— expuso, no siendo algo de poca importancia para ella.
—Incluyendo una pequeña escaramuza con el Maestro Hatake y el Caballero Uchiha— suspiró lady Takara con una expresión de preocupación.
—¿Qué sucedió?— inquirió la Haruno con sorpresa. —Creí que estaban en Christophsis— eso era lo último que había sabido de Sasuke.
—Temo que el intento de los Jedi de firmar un tratado con los Akatsuna tuvo terribles resultados— inició el Canciller Shimura, intercambiando una mirada con su esposa en un aparente intento por consolar su preocupación. —El rey Sasori cree que Sasuke secuestro a su hermano como venganza por haber sido su esclavo en el pasado— era una simplificación, pero una que desconcertó enormemente a Sakura.
—Sasuke es un Jedi por encima de todo, no pierde el tiempo en animadversiones tontas— defendió la pelirosa sin dudarlo, pensando rápidamente. —Iré a Tatooine a firmar el tratado con los Akatsuna como representante del Senado y los Jedi. Los convenceré de que Sasuke es inocente— consideró en voz alta.
—Es muy valeroso de su parte, Senadora, pero demasiado peligroso— negó la Otogakure con el tono de una madre protectora.
—Además, intentamos contactar con Sasori Akatsuna, pero no atiende nuestros comunicados— secundó el Canciller con idéntico tono que su esposa.
—El rey Sasori tiene conocidos de negocios en la zona antigua del centro de Coruscant— contestó la Haruno únicamente, decidida. —Le abriré el apetito para que se reinicien las negociaciones— informó antes de inclinar la cabeza y proceder a retirarse de la estancia.
—Podría arriesgarse, Senadora, debería reconsiderarlo— advirtió el Canciller, esperando que con eso ella cambiara de opinión…pero no lo haría.
—Descuiden, he tratado con seres peores que los Akatsuna— aseguró Sakura volviendo brevemente la mirada por sobre su hombro.
Sabía lo que la gente pensaba de ella al verla; joven, hermosa, de aspecto inocente y muy delicada, así como elegante, todos siempre creían que estaba relegada a los salones, cotilleos y negociaciones diplomáticas, pero si algo caracterizaba a Sakura es que—al igual que Sasuke—no disfrutaba que nadie le dijera cuál era su lugar, siempre buscaba elegirlo ella misma, siempre buscaba ensuciarse, esforzarse e incluso correr el mayor de los riesgos y en esta oportunidad nada la detendría. Cruzando el umbral de la oficina del Canciller Shimura, y cuyas puertas se abrieron a su paso, Sakura comenzó a pensar en su estrategia para hacer que Juzo Biwa—primo de Sasori Akatsuna y su representante en los negocios en el Núcleo de la Galaxia—hablara, probablemente lo más sencillo seria vestir de modo revelador, ocultar su identidad y plantarse en uno de sus clubes hasta escuchar información suficiente…no le agradaba la idea al ser una mujer casada, pero no había cosa que no estuviera dispuesta a hacer para ayudar a Sasuke y asegurarse de que él regresara con bien a Coruscant. Solo esperaba que involucrarse con los Akatsuna no trajera mayores problemas o preocupaciones a Sasuke, los Jedi lo estaban obligando a enfrentar un pasado que él prefería olvidar, y quizás nadie se hubiera detenido a analizar las consecuencias que ello traería; por ahora sus propias preocupaciones podían esperar, primero necesitaba asegurarse de que la República Galáctica firmase un nuevo acuerdo y de que su esposo regresara con bien a casa, entonces pensaría en ella misma…
Templo Teth, Mar de las Dunas
El lugar al que llegaron Sasuke, Chino y Naruto era un gran templo de roca cuyas dimensiones podían ser prácticamente las de un gran palacio, con enormes pilares y del mismo color de la arena, era una vista impresionante para Chino, que jamás había estado en Tatooine, mas no así para Sasuke quien se mantuvo estoico a la par que reservado como de costumbre; por su inexperiencia real o practica en misiones como esa, Chino debía admitir que el lugar no le parecía el mejor para retener a una persona, mas en palabras del Uchiha sí que lo era, pues los contrabandistas se apoderaban de templos o monasterios antiguos como ese y luego los convertían en sus refugios, no es como si los monjes o quienes los habitaban pudieran hacer algo en cualquier caso, los contrabandistas conseguían lo que querían y Sasuke lo sabía mejor que nadie. El Uchiha siguió el camino directo del pasillo principal y que se internaba en un conjunto de pasadizos más pequeños, en tanto Chino se mantenía en guardia y Naruto aguardaba en la entrada en caso de emergencia, porque aquello se veía a todas luces como una trampa, más una que debían enfrentarse; al advertir la presencia de droides de la alianza Separatista en los pasillos, Chino intercambió una mirada con su Maestro, caminando a la par y recibiendo un asentimiento de su parte para acabar con estos, él caminando calmadamente y siguiendo la señal de rastreo que tenía integrada a su comunicador y que había seguido desde que habían aterrizado, oprimiendo uno de los botones de las puertas automáticas donde terminaba la señal, ingresando en la celda.
—¿Quiénes son ustedes?— interrogó el Akatsuna en el interior y al ver ingresar a ambos individuos, esposado a una rustica barraca que obraba de cama.
—Vinimos a rescatarlo, somos Jedi— contestó Chino entusiasta, mientras su Maestro observaba seriamente al Akatsuna.
—Ya era hora— suspiró el peligris en tanto el Jedi se acercaba para quitarle las esposas con la Fuerza.
—Créeme, no hacemos esto de buen grado— aseguró el azabache sujetándolo de los hombros y ayudándolo a erguirse.
—Me resultas familiar, ¿Te conozco?— inquirió Hidan masajeándose las muñecas y observando atentamente al Jedi, sintiendo que lo había visto antes.
—Imagine que tendrías mejor memoria— contestó Sasuke únicamente, sosteniéndole la mirada.
—Uchiha…Han pasado muchos años— reconoció el Akatsuna con una cínica sonrisa ladina. —Veo que sigues sin aprender a bajar la cabeza— agregó con tono despectivo.
—No me hagas perder la paciencia, Akatsuna— advirtió el Uchiha únicamente, no agradándole su comentario.
No le hacia la más mínima gracia tener que ayudar o liberar a quien en el pasado había sido su dueño durante sus primeros años de vida, Sasuke había crecido bajo el concepto de la esclavitud en la corte de los Akatsuna, viendo como su madre padecía los castigos que él debería de recibir en su inocencia infantil y no podía ignorarlo ahora, quería tanto romperle el cuello a Hidan y enterrar ese pasado...pero no podía hacerlo, estaba ahí para liberarlo y llevarlo de regreso a la corte, sujetándolo del hombro e instándolo a abandonar la celda en que había estado encerrado, con Chino siguiéndolos a ambos mientras regresaban sobre sus pasos hacia la salida del templo, donde Naruto los esperaba. Esbozando una sonrisa amable al encontrar su mirada con la del Akatsuna, pero no recibiendo la misma señal y que lo hizo mantenerse estoico, Naruto intercambió una mirada con Sasuke, quien asintió tanto para hacerle saber que estaba bien como para instarlo a establecer comunicación con Kakashi, que era su contacto directo y con quien debía hablar para proceder. Naruto dejo el enlace de comunicación en el suelo, a un par de pasos de distancia de Sasuke, este comenzó a proyectar una imagen holográfica de Kakashi, quien inclinó la cabeza respetuosamente ante el hermano del rey o Daimio de Tatooine—intercambiando en el proceso una apenas perceptible mirada con Sasuke—, que permanecía serio y receloso de pie junto al Uchiha, con la Chinoike de pie a su derecha y que mantenía las manos cruzadas a la altura de su regazo.
—Me alegra saberlo a salvo, lord Akatsuna— admitió Kakashi, mas eran meras palabras.
—Esperaba un trato mejor— reprochó Hidan con expresión disconforme a la par que recelosa.
—Lamento que no tengamos más lujos, su Alteza— comentó Sasuke con evidente sarcasmo. —Parece que los Separatistas están detrás de todo, nos encontramos con varios de su droides en el lugar, pero ningún ser vivo— informó para que su Maestro informara de ello al Consejo Jedi.
—Apuesto a que Madara nos usara para hacer que el rey Sasori se una a los Separatistas— previno el Hatake, instándolo a mantenerse atento a cualquier amenaza.
—Sea como sea, siento que este rescate podría ser un error— suspiró el Uchiha con voz seria, —tratar con los Akatsuna no es una gran idea— declaró percibiendo la mirada despectiva del hermano del Daimio de pie a su lado.
—Ellos controlan las rutas de comercio del Borde Exterior, la cooperación de los Akatsuna es vital para ganar la guerra— recordó su Maestro pese a comprender su postura.
—Lo sé— asintió el azabache sin otra opción. —Prometo dar mi mejor esfuerzo, llamaremos después— se despidió finalmente.
La llamada holográfica llegó a su fin en ese momento y Naruto tomó el enlace de comunicación del suelo, desactivando este y regresándolo a su cinturón utilitario antes de observar a Sasuke, quien apartó la mirada con evidente disgusto por un momento antes de indicarle a regañadientes a Hidan que lo siguiera, el Uchiha bajando los escalones del templo y siendo imitado por el Akatsuna que masculló algo por lo bajo, con la Chinoike siguiéndolo muy de cerca, con una mano distraídamente a la altura de su cadera, muy cerca de su sable de luz en caso de que debiera recurrir a este para defender la vida que involucraba su misión. Apretando fuertemente las manos mientras caminaba, Sasuke no se detuvo a voltear en ningún momento ni queriendo enfrentar a su antiguo dueño, casi pudiendo ver todos los dolorosos recuerdos que vivía intentando olvidar pasando delante de sus ojos, era demasiado doloroso, era demasiado para él y que se concentró en llevar a cabo esa misión y cuanto antes, confiando en su joven Padawan, distinguiendo sus ligeros pasos contra la arena, tras los pesados y a la vez agiles pasos de Hidan Akatsuna, con Naruto caminando de pie a su diestra, apenas un paso detrás suyo, susurrando en voz baja una pregunta; ¿Estás bien? Sasuke únicamente lo observó por el rabillo del ojo y no respondió nada, ¿Para qué? Habiendo querido creer hasta ese momento que todo estaba bien, Chino comenzó a percibir lo doloroso que era para su Maestro estar en ese planeta y no pudo evitar desear que todo terminara exitosamente y cuanto antes.
Quería que su Maestro dejara de sufrir.
Coruscant
Relajado en su club, rodeado de hermosas mujeres y casi pudiendo bañarse en todos los créditos que ganaba cada día pese a ser el pariente pobre de los Akatsuna, Juzo Biwa no podía quejarse de su estilo de vida, con una copa de vino en la mano y deambulando por su club, con las luces artificiales en purpura y azul bañando todo de un tono etéreo y que lo relajo, hasta que sus ojos se posaron en una mujer en particular, que dejaba atrás a cualquiera con su gran belleza y que no disimuló su interés al observarlo desde el otro lado del salón. La bella pelirosa portaba un elegante vestido de seda negra, de cuello alto y cerrado, con largas mangas ceñidas hasta las muñecas—con bordados plateados en forma de flores de cerezo, al igual que en la falda—, el corpiño finalizaba bajo el busto y dejaba expuesto su vientre, así como su espalda, uniéndose el corpiño a la falda a la altura de las caderas en la parte posterior, y la larga falda se arremolinaba a su andar, con un corte en el lado derecho para exponer sus piernas; sus largos rizos rosados caían tras su espalda, peinados por una diadema plateada de tipo cintillo que despejaba su rostro y peinaba sus cabellos para simular una coleta, y alrededor de su cuello se encontraba el collar que Sasuke le había reglado, con los cristales que adornaban el tulipán brillando contra la luz. No era ni la primera ni la última vez que, sabiendo quien era, una mujer se interesaba por él y Juzo no tuvo problema en avanzar hasta donde ella se encontraba, devorándola con la mirada de arriba abajo, aumentando su interés.
—Que hermoso vestido, señorita, de muy buen gusto— elogió Juzo, alzando su mano y trazando el cuello del vestido antes de descender por la curva de sus hombros.
—Gracias, señor Biwa— asintió Sakura, fingiendo sentirse cómoda con la situación. —Me alegra haber conseguido su atención, esperaba que pudiéramos tener una conversación— pidió con voz sugerente y a la que el Biwa no pudo negarse. —Soy una enviada de la Senadora de Naboo, ella necesita un favor de usted— planteó, siendo lo mejor que no dijera su verdadera identidad, así escucharía mucho más.
—Un gran honor sin duda— apreció el Biwa, habiendo oído hablar de la Senadora de Naboo, —¿De qué se trata?— inquirió genuinamente interesado.
—Hubo un gran malentendido entre el rey Sasori y la Orden Jedi, y la Senadora espera que el problema se resuelva diplomáticamente, con la firma de un tratado— expuso la pelirosa, teniendo cuidado de su tono de voz en todo momento.
—Lo siento, hermosa, pero temo que un tratado es imposible, el hermano del rey fue secuestrado por los Jedi y ello constituye un acto de guerra— negó el pelicastaño, teniendo que ser objetivo.
—¿Y no hay nada que pueda hacerse al respecto?— cuestionó Sakura esbozando un falso puchero. —La Senadora promete ser muy…generosa— prometió, dando a entender dobles intenciones con ello y logrando abrirle el apetito al pelicastaño, lo vio en sus ojos.
—Hablaré con mis socios y veré que puedo hacer, pero no prometo nada— contestó Juzo sosteniéndole el mentón y besándole en la mejilla, muy cerca de los labios. —Puede beber por mi cuenta— invitó, queriendo que se mantuviera cerca de su mirada.
—Gracias, señor— apreció ella con una sonrisa, mas solo en apariencia.
Vestirse de modo tan revelador y actuar como prostituta no era en agradable en absoluto para Sakura, en su mente se sentía como una traición hacia Sasuke, aunque nadie pudiera saber de su matrimonio secreto, mas se tragó su disgusto y mantuvo las apariencias en todo momento, tomando una copa de vino de uno de los encargados del lugar y siguiendo todo movimiento de Juzo Biwa por el rabillo del ojo, viéndolo hablar desde lejos con sus socios comerciales presentes, bromeando aparentemente, nada parecía serio y por lo que Sakura no pensó en acercarse al Biwa otra vez…hasta que lo vio excusarse de la presencia de estos y dirigirse hacia una habitación contigua a la sala de reuniones. Comprendiendo entonces que el momento había llegado, Sakura oprimió distraídamente un dije de la falsa pulsera que llevaba en su muñeca derecha y que de hecho era un comunicador, alertando a Sai que procediera cuando antes y con cuidado, en tanto ella seguía sigilosamente los pasos de Juzo Biwa, coqueteando con cualquier pobre incauto que encontrase en su camino para abrirse paso, siendo buena en ello. Llegando al umbral de la habitación contigua, ocultándose con el costado de la pared, Sakura observó por el rabillo del ojo como Juzo Biwa sostenía una conversación un pequeño holograma activado por la mesa de reuniones frente a la cual se encontraba; el holograma no tenía color, pero si sonido, y tanto esto como la apariencia del holograma eran inconfundibles, se trataba del conde Madara, el líder de la Alianza Separatista y eso solo podía significar una cosa:
—Su plan se desmorona, conde Madara, la Senadora Haruno ha comenzado a expandir sus contactos en busca de expandir las negociaciones— informó Juzo, ajeno a la presencia de la Senadora en su propio club. —¿Qué sucederá si el rey se entera de que lo ayude a secuestrar a su hermano?— cuestionó, dando a Sakura la información que esperaba.
—No necesita preocuparse, señor Biwa, el rey Sasori está convencido de que los Jedi secuestraron a su hermano y que planean atacarlo ahora— sosegó el Conde de Serenno con su característica arrogancia y superioridad. —La poderosa Orden Jedi se verá forzada a responder a los ataques del rey Akatsuna y lo llevara ante la justicia, por lo que pondrán a alguien más en el trono. Tal vez usted, como su primo más cercano— sugirió, provocando que el Biwa sonriera ladinamente. —En cuanto a la Senadora Haruno, este atento a sus movimientos, si nota algo extraño, no dude en informarme y me desharé de ella— esa chica era una espina en el costado de sus planes y los de su Maestro.
—Así lo haré, conde Madara— asintió el pelicastaño, inclinando la cabeza mientras la comunicación llegaba a su fin.
—Justo lo que quería escuchar— comentó Sakura, ya no teniendo porque ocultar su presencia.
Hasta entonces oculta en el umbral de la habitación contigua, escuchando y atestiguándolo todo, Sakura cruzó muy cuidadosamente la distancia pata ingresar en la habitación, silenciosa, ubicándose en un punto ciego mientras Juzo estaba demasiado ocupado con su conversación con el conde Madara como para prestarle atención, y este no podía verla; por lo que, cuando la comunicación terminó, Sakura eliminó velozmente la distancia, tomando a Juzo Biwa por sorpresa, envolviendo uno de sus brazos bajo su cuello en una llave inmovilizante y apuntando el cañón de su blaster a la altura de las sienes a modo de amenaza. La verdad, había creído que debería usar mayores artificios para parecer inofensiva, por lo que poder sorprender tan fácilmente al Biwa le resultaba divertido. Tomado por sorpresa, en medio del gran jubilo que sentía ante la sola idea de llegar a ser rey o Daimio de Tatooine si su primo Sasori era destronado—a él mismo solo le bastaba ordenarlo y su primo Hidan sería ejecutado, no habiendo otros pretendientes al trono o no que fueran más directos que él—, Juzo Biwa bajo la guardia lo suficiente para que alguien lo atacara por la espalda o retuviera, solo entonces volviendo la mirada por sobre su hombro hacia él o la responsable, mas llevándose una inmensa sorpresa al ver que se trataba de la misma chica que anteriormente había hablado con él y que le sonrió ladinamente mientras mantenía el cañón de su blaster presionado contra su cabeza, al igual que el opresivo agarre de su brazo derecho alrededor de su cuello
—Creí que alguien como usted sería más inteligente, pero veo que no— admitió Sakura con un deje de burla.
—¿Quién es usted?— interrogó el Biwa, con su voz distorsionada por el agarre de ella.
—Debió preguntar mi nombre— sonrió la pelirosa con una sonrisa de orgullo. —Senadora Sakura Haruno de Naboo, a su servicio— se presentó formalmente, volviendo la mirada por sobre su hombro al oír pasos tras suyo, encontrando un rostro conocido. —Gracias, Sai, siempre llegas a tiempo— celebró, viendo al pelinegro la reverenciarla.
—De nada, Sakura— apreció Sai con una ligera sonrisa, montando guardia en la estancia.
—Ahora, señor Juzo Biwa, tenemos un mensaje que enviar para acabar con este innecesario problema, y más le vale que coopere— planteó la Haruno con voz suave a la par que firme, sin dar lugar a negativa alguna.
Ya había tenido suficiente de escuchar como la interferencia de terceros, comandados por el conde Madara—por quien debía admitir sentía un resentimiento especial, no pudiendo olvidar como le había cortado el brazo derecho a Sasuke—, estaba contribuyendo no solo a mantener a Sasuke lejos de ella, sino también a poner en riesgo su vida, porque ella ni siquiera podía alcanzar a imaginar cuan extendido estaba el problema, cortesía del conde Madara, ni cuan seria era la situación sin que ella lo supiera, por lo que era un hecho que debería de contactar cuanto antes al rey o Daimio Sasori Akatsuna. Presionado por la asombrosamente hermosa, así como persuasiva Senadora de Naboo, de quien solo había oído hablar y visto una que otra imagen en la holonet, siendo aún más hermosa en persona, Juzo Biwa asintió sin otro remedio, no queriendo morir por causa del conde Madara y queriendo creer que podría apelar a la misericordia de su primo el rey Sasori si admitía su falta a tiempo, además…quizás el amable y bello rostro de la Senadora de Naboo hiciera su magia. Teniendo la estrecha vigilancia de la Senadora, así como su guardaespaldas y que lo observó muy seriamente, Juzo se aproximó a la misma mesa de reuniones desde la que había sostenido comunicación con el conde Madara hacia solo unos momentos, y desde la que ahora busco entrar en contacto con la señal de su primo, el rey o Daimio Sasori, ingresando las coordenadas de su palacio en Tatooine y aguardando a que este respondiera pronto, o ambos bandos sufrirían…
Palacio Akatsuna, Tatooine
Tras lo que parecieron largas horas vagando por el inconmensurable desierto que era Tatooine en sí mismo, Sasuke agradeció el momento en que el Palacio Akatsuna emergió en el horizonte, la maldita arena llevaba irritándolo todo el camino, y la actitud petulante de Hidan no ayudaba en nada, sintiendo que casi le respiraba en la nuca; el Uchiha perdió la cuenta de todas las oportunidades en que, a lo largo del camino, Naruto aceleró sus pasos para intercambiar una mirada con él, preguntándole de esa forma si todo estaba bien y ante lo que este solo asentía, únicamente volviendo la mirada por sobre su hombro hacia su Padawan y viéndola sonreír ligeramente, desesperada por cumplir con sus expectativas y sí que lo hacía por no quejarse y obedecer sus órdenes sin cuestionarlas. Pragmático y acostumbrado a las adversidades, Sasuke se sintió nervioso por tanta quietud en el ambiente, por una misión sin interrupciones, ataques, ni problemas…¿No era demasiado sospechoso? Había creído que el Conde Madara no dejaría nada al azar, mas no sabía que pensar ya que la situación aparentaba todo lo contrario. Llamando a las puertas del Palacio, se les abrió inmediatamente el paso ante la presencia del hermano del rey o Daimio, permitiéndoles conducirse por los oscuros pasillos en impecable formación; Sasuke al frente, Hidan detrás, a su derecha Naruto y a su izquierda Chino. Uno de los guardias que custodiaban el paso a la sala del trono los observo en silencio antes de ingresar y anunciarlos, permitiéndoles pasar y detenerse ante el Daimio.
—Rey Sasori; Sasuke Uchiha y Chino Chinoike han traído a su hermano de regreso a la corte, según lo acordado— informó Sasuke reverenciando respetuosamente al Daimio.
—Eso veo— asintió el Akatsuna sentado en su trono. —Sujétenlos— ordenó a sus guardias, que sujetaron de los hombros al Jedi, su Padawan y al astromecánico, obligándolos a arrodillarse. —Serán ejecutados inmediatamente, por haber secuestrado a mi hermano— condenó con voz firme y observándolos desde su privilegiado lugar.
—No, nosotros no fuimos, lo rescatamos— contrarió el Uchiha forzado a bajar la cabeza ante los guardias que lo retenían.
—¿Siempre te pasa esto?— cuestionó la Chinoike a su lado, incomoda al igual que él.
—Me pasa a donde quiera que voy— contestó el azabache, entornando los ojos diciéndose que ya debería estar habituado a ello.
—Hermano— nombró Hidan situándose a la diestra de su hermano y Daimio. —Normalmente acato tus deseos, pero ahora tienes que escucharme— solicitó, debiéndole su vida para bien o para mal al Jedi y quienes lo acompañaban.
—Hidan…— masculló Sasori, no sabiendo cómo proceder y más cuando el comunicador de su trono comenzó a resonar, —¿Ahora qué?— cuestiono en voz alta, molesto.
—Un mensaje urgente de nuestro primo, Juzo Biwa— reconoció el peligris, identificando la secuencia cifrada. —¿Quieres recibirlo?— consultó a su hermano.
Asintiendo secamente, el Daimio de Tatooine aguardo en tanto se proyectaba la frecuencia de su primo Juzo Biwa en Coruscant, apenas un par de pasos frente a su trono, por delante de los ahora prisioneros Jedi, Padawan y astromecánico, retenidos por los guardias…por lo que resultó una sorpresa por demás agradable para el Akatsuna el momento en que la imagen que se proyectó no fue la de su inoportuno primo sino de la una mujer de gran belleza. Quien estaba frente al rey Sasori, aunque fuera un holograma, era la hermosa Senadora de Naboo, ataviada aún en tan elegante vestido de seda negra, cuello alto y cerrado, largas mangas ceñidas hasta las muñecas—con bordados plateados en forma de flores de cerezo al igual que en la falda—, corpiño que finalizaba bajo el busto y dejaba expuesto tanto su vientre como casi toda su espalda, uniéndose el corpiño a la falda a la altura de las caderas en la parte posterior, y la larga falda se arremolinaba a su andar, con un corte en el lado derecho; sus largos rizos rosados caían tras su espalda, peinados por una diadema plateada de tipo cintillo que despejaba su rostro y peinaba sus cabellos en una falsa coleta. Aunque forzado a mantener la cabeza abajo igual que hacían Chino y Naruto a su lado, nada impidió a Sasuke alzar la mirada con curiosidad, paralizándose en el acto y reconociendo la inconfundible silueta de su esposa, de espaldas a él, podía tratarse solo de un holograma pero fue la mayor alegría de su vida el poder volver a verla y más en ese momento; realmente era un ángel.
—Rey Sasori— saludó la pelirosa con una respetuosa reverencia, en apariencia.
—Que agradable sorpresa, ¿Con quién estoy hablando?— preguntó de inmediato el pelirrojo, observándola de arriba a abajo, apreciando contemplar tanta belleza.
—Soy la Senadora Sakura Haruno de Naboo, lamento comunicarme con usted de esta forma, majestad, pero era imperativo— se presentó la Senadora con el mayor de los respetos. —¿Puedo hablar?— solicitó, no queriendo imponerse y ofenderlo.
—Adelante, Senadora— consintió el Daimio con una sonrisa ladina, devorándola con la mirada.
—Descubrí un plan en su contra, su primo Juzo Biwa conspiró con el conde Madara para secuestrar a su hermano, lord Hidan e incriminar a los Jedi, en espera de que estos lo llevaran a juicio si usted los atacaba y así quitarle el trono— comunicó la Haruno, un instante antes de que el holograma se expandiera y revelara al primo del Daimio, de pie junto a ella.
—Juzo…¿Te atreviste a traicionarme?— gruñó el Akatsuna, furioso al igual que su hermano de pie a su lado al saber quién era responsable de su secuestro.
—No es lo que parece, primo, todo es obra del conde Madara— negó el Biwa con voz temblorosa a causa del miedo.
—No hay lugar en esta familia para traidores— sentenció Sasori, dándole a saber de ese modo cuál sería su castigo. —Gracias por su intervención, Senadora, Juzo será sancionado severamente por su traición— apreció, no siendo menor su asistencia en la resolución de ese malentendido.
—Me alegra haber podido ser de utilidad, y espero que ello exculpe a los Jedi— manifestó Sakura humildemente, conteniendo la respiración a causa de la angustia.
—Está olvidado— aseguró el Daimio con una sonrisa aparentemente amable. —Mi hermano está de regreso en la corte, creo que podemos tener paz— obvió, volviendo la mirada hacia su hermano. —Y permitiré a la República acceder a mis rutas de comercio, como su aliado en la guerra contra los Separatistas— garantizó, considerando apropiado brindar un gesto a la República por su ayuda.
—Muchísimas gracias, su Majestad— sonrió la Senadora con contagiosa alegría, reverenciándolo respetuosamente con intención de finalizar la llamada.
—Senadora Haruno— nombró Sasuke, irguiéndose tan pronto como los guardias los liberaron y observando el angelical semblante de su esposa que volteó a verlo. —Tiene mi eterna gratitud, me salvo el cuello— aseguró con una sonrisa, debiéndole más que su vida.
—Sería una perdida insuperable para la República si lo perdiéramos, Maestro Uchiha— minimizó Sakura con una discreta sonrisa, deseando abrazarlo desesperadamente. —La República y yo le damos las gracias. Esperamos verlo en Coruscant pronto— aseguró, rogándole que regresara con ella cuanto antes.
—Así será, adiós— se despidió el Uchiha para su desgracia, conteniendo un suspiro tan pronto como la comunicación terminó y su holograma se desvaneció.
—Si no es problema, Caballero Uchiha, agradecería que los Jedi llevaran al conde Madara ante la justicia por sus crímenes contra los Akatsuna— planteó el Daimio Sasori, enfocando su mirada en los ahora exonerados Jedi, Padawan y astromecánico.
—Cuente con ello, Majestad— asintió el azabache, deseando lo mismo, así como el poder cobrar venganza del conde de Serenno. —Con su permiso, permitiremos en paz— se despidió, teniendo que regresar a Coruscant.
Recibiendo un asentimiento de parte del Daimio de Tatooine, mas no un agradecimiento formal ni nada parecido—eso sería pedir demasiado—, Sasuke, Chino y Naruto reverenciaron al Akatsuna y su hermano antes de retirarse en paz, el Uchiha agradeciendo el momento en que cruzó las puertas para abandonar el palacio, detestando cruzar el Mar de Dunas nuevamente, pero sintiéndose pleno al abordar su nave y emprender su viaje a Coruscant. Llevar al Conde Madara de Serenno a la justicia era poco, Sasuke sabía que estaba mal pero deseaba tomar venganza por mano propia, no podía ni iba a olvidar la injustificada forma en que el ahora Sith le había cortado el brazo derecho, Sasuke aún vivía intentando aceptar esa realidad y buscando ser el hombre que quería ser y ser el esposo de Sakura, claro que los Jedi no fomentaban ni aprobaban la venganza y el Uchiha continuamente se decía que estaba mal pensar así, pero era lo que sentía. Sasuke necesitaba regresar a Coruscant, primero para reportarse al Consejo Jedi y recibir una nueva asignación al frente o un breve permiso para quedarse en la capital para comenzar debidamente el entrenamiento de su Padawan…segundo y aún más importante, necesitaba regresar a Coruscant para ver a su esposa otra vez y agradecer como era debido que le hubiera salvado la vida, necesitaba olvidar completamente lo angustiante que había sido esa misión para él y necesitaba recordarle a su esposa lo mucho que la amaba y cuanto se pertenecían el uno al otro, como siempre debería ser.
Él siempre volvería con su ángel.
Dos Días Después/Edificio del Senado, Coruscant
Regresar al centro de la República Galáctica, Coruscant, era siempre una alegría, pero Chino no pudo evitar sentirse nerviosa, acomodándose nerviosamente el cabello mientras caminaba al mismo ritmo que su Maestro por los pasillos del edificio del Gran Senado, un lugar del que mucho había oído pero que nunca había visitado, caminando con las manos cruzadas sobre su vientre hasta que ambos se detuvieron a las puertas de la oficina de quien había requerido su presencia, la Senadora Sakura Haruno de Naboo. Las puertas se abrieron al mismo tiempo que las doncellas de la Senadora se retiraban para aguardar fuera, permitiendo el ingreso del Uchiha y su Padawan, así como rebelando a la noble mujer que aguardaba por ellos en el interior; portaba un exquisito vestido de seda y satín violeta claro, de escote en V y hombros caídos, con amplias mangas acampanadas y flores de cerezos estampadas a todo lo largo—debajo unas mangas inferiores violeta oscuro, ceñidas a las muñecas—, con falda doble, una superior y corta que finalizaba en diagonal a la altura de las rodillas, y otra falda inferior con una pequeña cola tras de sí, con un lienzo de la misma tela abrazando su cintura y resaltando su esbeltez, y su largo cabello rosado estaba peinado en una desordenada coleta con flores de cerezo entrelazadas y resaltando unos largos pendientes de amatista que le rozaban los hombros. Por costumbre, así como respeto sincero, Sasuke no dudo en inclinarse en una reverencia ante su hermosa esposa, lo que su joven Padawan no tardo en imitar tras salir de su sorpresa inicial.
—Caballero Uchiha— saludó Sakura, teniendo que guardar las apariencias al rodear su escritorio y detenerse frente a su esposo, —me alegra ver que se encuentra a salvo, y que haya encontrado un momento para venir— admitió con una sonrisa, permitiéndole erguirse, teniendo ella que contener un jadeo al poder volver a verlo a los ojos.
—No es problema, Senadora— minimizó Sasuke sosteniéndole la mirada, no habiendo podido postergar su encuentro y más luego de que ella le salvara la vida.
—Oh, ¿Quién es esta bella jovencita?— preguntó la pelirosa, enfocándose en la joven de catorce años que acompañaba a su esposo.
—Mi Padawan, asignada por el Consejo Jedi, Chino Chinoike— presentó el azabache, volviéndose hacia su Padawan. —Chino, te presento a la Senadora Sakura Haruno de Naboo— elegía hacer que ese encuentro sucediera cuanto antes, sería mejor para todos.
—Senadora, es un honor conocerla en persona, he oído mucho de usted— aseguró la rubia con sincera admiración, no habiendo creído que llegaría a conocerla.
—Soy yo quien se siente honrada— corrigió la Haruno, atrayéndola en un cálido abrazo que tomó por sorpresa a la Chinoike, —y no te preocupes por ser tan formal, Chino, puedes llamarme Sakura— aclaró al romper el abrazo, situándose relajadamente de pie junto al Uchiha. —Sasuke y yo somos amigos desde hace años, y cualquier amigo de él es amigo mío— además, ella debería de formar parte de su relación a partir de ahora.
No era una mentira, Sasuke era por lejos su mejor amigo y pese a sus diferencias de opinión—fundamentalmente en política—, Sakura sabía que podía contarle todo de la misma forma en que él podía contarle todo a ella, ya agradeciendo enormemente que su esposo le presentase a su Padawan asignada por el Consejo nada más regresar de su última misión; cuando Sasuke y ella se habían casado, él había sido aún el Padawan de Kakashi y habían tenido que aprender a mantener a este fuera de su relación para que no los descubriera; era natural que ahora, siendo Chino la Padawan de Sasuke, tuvieran que incluirla de modo que ambos no tuvieran que verse menos a la par que para que esta no sospechara si los veía siendo demasiado cariñosos, era crucial llegar a un punto medio entre ambas situaciones, eso era lo mejor y ambos lo confirmaron al encontrar sus miradas. Era muy interesante para Chino, que era joven y solo conocía la vida y rutinas del templo Jedi, ver como no solo su Maestro era diferente de cualquier otro Jedi que hubiera conocido, sino que sus relaciones también lo eran, la hermosa Senadora de Naboo…Sakura, era como ángel no solo en belleza, sino también en su afecto genuino y honesto, su Maestro se veía asombrosamente cómodo con ella, no como con el Maestro Hatake, su postura era relajada y tenía un brillo especial en la mirada mientras observaba a la Senadora, que los instó ambos a tomar asiento sobre los divanes de la pequeña sala de recepción previa a su escritorio en tanto sus doncellas ingresaban para servirles.
—Gracias, Ino, gracias Hinata— apreció la Haruno mientras sus doncellas dejaban unos bocadillos sobre la mesa. —Debo confesar que estoy sorprendida, Sasuke, no esperaba que te asignaran un Padawan tan pronto— admitió, tomando asiento junto al azabache.
—Tampoco yo, me tomo literalmente por sorpresa— contestó el Uchiha con una sonrisa ladina, agradeciendo también a las doncellas de su esposa, —pero desde ahora tendré a "Sabionda" acompañándome a todos lados— comentó observando a su Padawan.
—No me llames así, Uchihita— se quejó la Chinoike, usando el apodo que le había dado ya que él la llamaba "Sabionda"
—Uh, veo que hay mucha complicidad— rio Sakura, encantada con lo que veía. —Buenas o malas, las primeras veces siempre son memorables— apreció con voz suave.
Cuando un nuevo vinculo llegaba a una persona, la respuesta inmediata era de extrañeza, independiente de si este nuevo vinculo era visto de manera positiva o negativa y conociendo a Sasuke como Sakura lo conocía—intercambiando una mirada con él, que esbozó una sonrisa ladina—, ya podía adivinar que él no había recibido a Chino de la mejor manera, pero independiente de ello, ahora ella podía ver un vínculo nuevo y cargado de emoción entre ambos y ello la alegro muchísimo, Sasuke había perdido mucho en el pasado y como consecuencia de ser un Jedi, y más que nadie merecía poder salir de esa tristeza así como hacer todo lo que lo hiciera feliz, además, tenía cualidades de sobra para ser un Maestro talentoso e inspirador, tanto o más que Kakashi. Aprovechando el momento en que, sonriendo inocente y alegremente, Chino se inclinó para tomar un bocadillo de la mesa, Sasuke alargó una de sus manos para entrelazarla con la de Sakura, reteniéndola de ese modo lo más posible y encontrando sus miradas, prometiéndole el silencio que apenas su reunión finalizara, regresaría al templo Jedi, dejaría a Chino con ejercicios de meditación o estudio y luego regresaría con ella a esa oficina o bien a su apartamento, donde sea que ella estuviera para intentar compensar el tiempo que habían pasado separados; recibiendo un ligero asentimiento de Sakura, que se inclinó sobre la mesa para tomar un bocadillo, Sasuke no tardó en imitarla, susurrando un apenas audible; espérame, que solo ella consiguió oír, sonrojándose y asintiendo…
Luego de revisar unos documentos en su oficina, tras la partida de Sasuke y Chino de regreso al templo Jedi, Sakura se había retirado a su apartamento en la República 500 para aguardar a que su esposo llegase, paseándose por la sala y apretándose las manos, habiendo despedido a Hinata e Ino para que se entretuvieran como quisieran; tras aterrizar su caza estelar, Sasuke bajo de este a toda velocidad, pasando junto a los guardias nubianos y subiendo al elevador, revolviéndose nerviosamente el cabello y acomodándose la túnica como si fuese la primera vez que iba al encuentro de su esposa, pero siempre se sentía así tras largas ausencias. Había dado su reporte de la misión al Consejo Jedi y asignado a Chino meditar y repasar sus enseñanzas, diciendo que él haría lo mismo por su parte...como si fuera posible, él solo podía meditar en completa paz cuando estaba junto a su esposa, pero eso nadie podía saberlo, y aunque Chino ya conocía a Sakura, Sasuke aún no se sentía capaz de hacerla parte de sus más pequeñas interacciones de pareja, para eso hacía falta más tiempo. Cuando las puertas del elevador se abrieron, Sasuke salió de este y cruzó la sala de recepción, deteniéndose muy brevemente en el umbral para corroborar que no había nadie ahí además de su esposa, que le daba la espalda y hacia quien él avanzó impaciente, sintiendo como la agónica espera de largas semanas—un mes—se desvanecía al estar de nuevo con su amada, a quien sorprendió con un abrazo por la espalda, sintiendo la emoción de ella abrumarlo.
—Te extrañe tanto, ángel— susurró Sasuke manteniendo sus brazos alrededor de ella.
—Y yo a ti, mi sol, a cada momento— aseguró Sakura, disfrutando lo más posible del momento.
Zafándose de tan cálido abrazo, Sakura volteó enfrentar a Sasuke, quien cerró velozmente la distancia entre ambos, presionándola contra la pared contigua al balcón, presionando sus labios con urgencia prometida desde hace tantas semanas, besándose una y otra vez, en éxtasis; durante su tiempo separados, Sakura siempre intentaba recordar la sensación de las manos de su esposo sobre ella, la forma en que trazaban sus curvas con la misma seguridad que pilotaba un caza estelar o empuñaba su sable de luz, pero con una devoción que no tenía comparación, mas ahora no necesitaba recordar nada de eso porque Sasuke estaba con ella, la espera había terminado. Cuando el beso se rompió, Sasuke presionó su frente a la de su esposa, ambos jadeando para recuperar el aliento y entreabriendo los ojos para encontrar sus miradas ónix y esmeralda respectivamente—el Uchiha teniendo una mirada intensa y salvaje; la Haruno su dulzura y ternura característica—, manteniendo sus brazos alrededor de la estrecha cintura de su esposa, inclinando su rostro pero no para besar sus labios sino que descendiendo para devorar la piel de su mandíbula y mentón, bajando por un lado de su delicado cuello para dirigirse al otro, volviendo a subir a sus labios y reclamándolos en un beso desesperado a la par que profundo, sintiendo a Sakura rendirse a él y entreabrir sus labios para permitirle reclamar el interior de su boca con su lengua y envolverla con la suya. Estando juntos, en brazos del otro y consumiéndose por el fuego de su amor, el resto del mundo desaparecía.
En medio del beso, en que su esposa deslizó su abrigo Jedi por sus hombros, las manos del Uchiha desabrocharon el fajín que resaltaba su esbeltez y lo dejaron caer al suelo mientras ambos se separaban de la pared y aproximaban al diván más próximo de la sala, no creyendo poder llegar a la cama, la tela del elegante vestido de la Senadora deslizándose con un susurró mientras el Jedi le desabrochaba los botones tras la espalda, envolviendo su estrecha cintura con uno de sus brazos en tanto su mano libre deslizaba el vestido por el resto de su cuerpo hasta hacerlo caer al suelo. Acunando el rostro de su esposo entre sus manos, Sakura no pudo evitar ahogar una risa cuando el Uchiha la cargó en sus brazos para recostarla sobre el diván con él encima suyo, recargando su peso en uno de sus brazos mientras el otro desabrochaba los nudos del ceñido corsé—que afortunadamente se anudaba en el frente y que él envió al suelo, amasando uno de sus pechos con su mano izquierda mientras que su mano derecha jugaba con sus sedosos rizos rosados que tanto adoraba. Habiendo añorado largamente las caricias de su esposo, Sakura se arqueó de anticipación contra el cuerpo de Sasuke, halándolo del cuello de su túnica en un nuevo beso y envolviendo su lengua contra la suya, descendiendo su tacto para desabrochar su cinturón y hacerlo caer al suelo junto con el tintineo de su sable de luz, permitiéndole abrir la túnica y cuya tela envió al suelo, solo rompiendo el beso cuando ella haló del dobladillo de la camisa gris oscuro y se la quitó por encima de la cabeza.
—Estaría muerto de no ser por ti— comentó Sasuke, no pudiendo olvidarlo mientras observaba el hermoso rostro de su esposa.
—Te habrías salvado, lo sé— minimizó Sakura, no queriendo recibir crédito por ello y habiéndolo hecho por lo mucho que lo amaba, así como porque era lo correcto.
—Quizás no tan intacto, pero sí— asintió el azabache con una inevitable sonrisa ladina. —Siempre volveré contigo, lo sabes, nada me lo impedirá— declaró acunando el rostro de su esposa con una de sus manos y viéndola a los ojos en todo momento.
—Prométemelo— pidió la pelirosa arqueando el cuello para acercar su rostro en un beso.
—Te lo prometo— contestó el Uchiha rozando sus labios con los suyos. —Soy tuyo, igual que tú eres mía— ambos se pertenecían por completo, se amaban.
—Completamente tuya— corroboró la Haruno, sin vergüenza sino entrega absoluta para con él. —Te amo— pronunció envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
—Te amo— secundó él, presionando sus labios en un beso que no tardó en profundizar.
Envolviendo su lengua con la de su esposa, saqueando el interior de su boca hasta sentir que ella estremecía en sus brazos, Sasuke amasó sus pechos, sintiéndola temblar de anticipación, sabiendo que solo él podía despertar su anhelo con solo un roce en su piel, tan exquisita para él; una mirada furtiva, un roce imperceptible, besos breves y furtivos en algún rincón oscuro, aquellas escasas muestras de afecto en presencia de terceros lo eran todo para ambos y en ese momento solo contribuían a enardecer todo el deseo que Sasuke había sentido por ella durante su tiempo separados, y necesitaba tenerla cuanto antes. Sus besos se tornaron feroces y desesperados, como si cualquiera de estos pudiera ser el último, su amor dando paso a un sentido de posesividad, porque sus emociones siempre eran demasiado grandes, difíciles de manejar y debiendo suprimirlas a rincones oscuros de su alma en presencia de terceros, ambos sujetos bajo un gran escrutinio, siempre desesperados por declarar la naturaleza de su relación a la galaxia entera, pero no pudiendo hacerlo, anhelando el día en que podrían vivir con sencillez como un esposo y su esposa, luchando día a día porque fuera posible a futuro. En medio de tan feroz beso, Sakura sintió un ligero sonido, viendo a Sasuke extender su mano derecha al aire, cerrando las persianas de las ventanas a través de la Fuerza en tanto sus labios se separaban de los suyos y descendían por su cuello hasta llegar a sus pechos, apresando uno de sus pezones entre sus labios, amasando sus pechos.
Finalmente las manos de Sasuke se deslizan por la curva de las caderas de Sakura para deshacerse de la restante falda que componía su ropa interior bajo los elaborados vestido del Senado, provocando que su esposa se estremeciera de placer, necesitada, deseosa por él y anulando cualquier sentido del decoro, sintiendo como su piel ardía bajo su mirada, suplicando su toque, temblando al sentir la forma en que las manos de Sasuke se deslizan sobre ella, como si se familiarizara con cada centímetro de su cuerpo, disfrutando de su reencuentro, separándole las piernas y encontrando completa aceptación de su parte. Sakura podía sentirlo desabrochándose los pantalones, sosteniendo sus caderas con una de sus manos para elevarla a su altura, ella envolviendo sus piernas alrededor de sus caderas mientras lo sentía guiar su miembro hacia su interior, haciéndola contener la respiración; la anticipación, el suspenso de ese momento era casi tan estimulante como el acto mismo y el tiempo pareció alargarse mientras ambos rompían el beso y se veían a los ojos, saboreando hasta el último momento, Sakura soltando un ligero grito ahogado ante la sensación de tenerlo en su interior, lenta y suavemente, Sasuke gimiendo roncamente hasta envainarse completamente dentro de ella. Necesitando eliminar toda distancia entre ambos, siendo ese su momento, Sakura rodeó los hombros y espalda de su esposo con sus brazos, y Sasuke no tardó en cerrar la distancia entre ambos con un nuevo beso, apasionado y demandante, atenuando los gemidos de ambos.
—Sakura…— el Uchiha rompió el beso para recuperar el aliento, pegando su frente a la de su esposa. —Mi felicidad tiene tu nombre— declaró completamente embelesado por su ángel, la razón de su vida. —Todos los días me enamoro más de ti— era como a su regreso cada vez fuera más y más hermosa, y él no dejaba de idolatrarla con todo su ser.
—Te amo—correspondió la Haruno con un gemido, sintiéndolo retirarse solo para volver a embestir, haciéndola suya, —mi vida entera está en estas palabras— agregó con su voz entrelazada con quedos gemidos. —Todo lo que quiero es tu amor, Sasuke— nada le era más importante, su amor lo era todo para ella. —Seré tuya para siempre— prometió acunando su rostro entre sus manos y atrayéndolo en un nuevo beso.
Mentalmente Sasuke se preguntó cómo había podido sobrevivir sin la dulzura de los labios de su esposa contra los suyos, sintiendo como ella lo abrazaba tan fuerte, pareciendo que apenas y dejaban espacio para el aire entre ellos, besándose febrilmente de tal manera que Sasuke tuvo que romper el beso por la necesidad de respirar, anhelando la piel de su esposa contra la suya. Desde su primera noche juntos, Sasuke sabía que no había mayor placer para su esposa, igual que para él, que estar completamente dentro de ella, de manera constante y profunda, se trataba de una sensación de satisfacción absoluta y que él había anhelado durante todo aquel mes en Christophsis y luego en Tatooine; la forma en que ambos encajaban perfectamente juntos era estimulante y a la vez tranquilizador, porque ambos sabían que pertenecían a aquel lugar, juntos y en brazos del otro, y Sasuke perseguiría ese sentimiento hasta los confines más lejanos de la galaxia. Sasuke embistió lentamente contra el interior de su esposa, con profundidad, meciendo sus caderas contra las suyas y disfrutando lo más posible de la sensación, gruñendo suavemente en medio del beso que no dudo en retomar, ardiendo de deseo al sentir las piernas de su esposa rodeándolo, mas embistiendo inicialmente lento para darle tiempo a acostumbrarse, al mismo tiempo que él necesitaba para entender que aquello era real, aumentando el ritmo paulatinamente, rompiendo el beso para encontrar su mirada con la de su esposa, ella arqueándose contra él y concentrándose en las sensaciones.
Sakura arqueó su cuerpo contra el de Sasuke, gimiendo felizmente debajo suyo, disfrutando de la sensación de pertenecerle por completo, meciendo sus caderas al encuentro de las suyas, manteniendo sus piernas alrededor de sus caderas, anhelando poseerlo y ser poseída por él, ya había sabido que lo necesitaba antes, pero no se había dado cuenta de cuanto lo necesitaba; el calor de las palmas de las manos de su esposo contra sus muslos y caderas, guiándolas al ritmo de sus embestidas, si es que ya no se movían por inercia, el peso familiar de su cuerpo sobre el de ella, el dulce aroma y sabor tan característico de su sudor y que aumentaba su deseo…Todo en Sasuke despertaba sus deseos y provocaba que su respiración se tornara irregular, sintiendo que el clímax se construía velozmente, acercándose más y más; no había mayor placer para ella que ver a Sasuke en ese momento de vulnerabilidad, percibiendo su respiración irregular, sabiendo que era solo suyo como ella era completamente suya. Sasuke se retiró, casi por completo, del interior de su esposa antes de volver a embestir en su cálido interior, gruñendo contra sus labios y que reclamó sin cansarse de ella, gimiendo su nombre y escuchando el suyo entrelazado con los melodiosos gemidos de ella, envolviendo sus brazos alrededor de su estrecha cintura y profundizando en sus embestidas, no dándole espacio para moverse debajo suyo a menos que fuera para seguir su ritmo, lento pero profundo, alzando su mano derecha para deslizarla por sus curvas, amasando sus pechos.
Sintiendo el clímax cada vez más cerca y queriendo prolongarlo, Sakura usó cada gramo de fuerza que poseía para invertir las posiciones, afianzando el agarre de sus piernas alrededor de las caderas de su esposo y montándose a horcajadas sobre su regazo, apoyando sus manos sobre el pecho de Sasuke, quien si bien se mostró sorprendido, sonrió ladinamente al encontrar su mirada con la de ella, devorando su seductora anatomía con su mirada y ella hizo lo propio desde su privilegiada posición sobre él. No había comparación con el semblante de su esposo en ese momento; con los ojos entrecerrados, los labios entreabiertos y el rostro relajado, sereno a comparación del resto del tiempo, liberado de toda ira o frustración, era Sasuke, su dulce, guapo y feliz Sasuke, como siempre debería ser; ambos no habían incursionado en esa posición desde su noche de bodas y, revolviéndose el cabello con una descarada sonrisa, Sakura se dijo que debía de recurrir más a ella, la mirada en los ojos de Sasuke le decía que lo estaba disfrutando muchísimo. Sakura se relamió los labios mientras mecía sus caderas al encuentro de las de Sasuke, retirando casi completamente su miembro de su interior y dejándose caer sobre este, echando la cabeza hacia atrás de placer, sintiendo como él levantaba sus caderas al encuentro de las suyas, deslizando sus manos de su pecho a sus hombros, halándolo hacia si para que se irguiera y estampando sus labios en un beso apasionado, encontrando su lengua con la suya, saboreándose mutuamente.
Envolviendo su brazo derecho alrededor de la espalda baja de su esposa, acunando su rostro con la otra y jugando con sus sedosos rizos rosados, Sasuke guio las caderas de su esposa al ritmo de las suyas, Sakura pegando su frente a la suya y rompiendo el beso, arqueando la espalda para rozar a propósito sus pechos contra su torso y gimiendo ruidosamente, sabiendo que nadie los interrumpiría; Sasuke respiró profundamente, gimiendo el nombre de su esposa a quien atrajo en un cálido abrazo, recorriendo el costado de su cuello con besos, afianzando su agarre alrededor de sus caderas, sin disminuir el ritmo de sus penetraciones sino que acelerando este aún más, prolongando el clímax deliciosamente. Sintiendo el clímax cada vez más cerca y no teniendo razón para obstaculizar o dilatar más la situación esta vez, Sakura aceleró el vaivén de sus caderas, coincidiendo con las bruscas embestidas del Uchiha, y siendo la Haruno quien alcanzó el orgasmo primero, atrayendo al Uchiha en un abrazó y enterrando el rostro contra su hombro mientras gritaba su nombre, con el placer extendiéndose sobre ella en una violenta onda de choque. Gruñendo contra el hombro de Sakura, a quien mantuvo contra él en el mismo cálido abrazo que ella había iniciado, aumentado el ritmo de sus ahora imprecisas embestidas en busca de su propio orgasmo, Sasuke se derramó en el interior de su esposa y reteniendo sus caderas contra las suyas, jadeando su nombre mientras deslizaba sus labios por su mejilla, el costado de su cuello y su hombro.
Manteniendo sus brazos alrededor de la espalda y hombros de su esposo, Sakura gimió ante la sensación de ser una con Sasuke, sintiéndose plena y satisfecha como solo él podía hacerla sentir, su cuerpo temblando y hormigueando por los efectos de hacer el amor con su esposo, recargándose contra el cuerpo de Sasuke, quien se recostó sobre el diván con ella encima suyo, jadeando y gimiendo quedamente contra el costado de cuello mientras ella recostaba su cabeza sobre su pecho, retirándose él de su interior mas sin necesidad de quitársela de encima sino todo lo contrario, manteniendo el cálido agarre de sus brazos alrededor de ella. Ambos permanecieron en aquella posición por largos minutos, no sintiendo presiones de ninguna clase para separarse ni teniendo que pensar en nada fuera de aquel apartamento; Sasuke sabía que Kakashi estaba en el templo Jedi con sus propias preocupaciones y no lo buscaría al ya no ser su Padawan, Chino estaba ocupada estudiando por orden suya y tanto Naruto, Hinata, Ino como Sai estaban ocupados en pasar tiempo juntos, y los guardias de Sakura estaban enterados de su relación, por lo que tenían en aquel lugar toda la intimidad y libertad que no tenían en ningún otro lugar. Finalmente, Sakura levantó la cabeza del pecho de Sasuke, encontrando su mirada con la suya y alzando las manos para jugar con sus rebeldes cabellos azabache, ambos encontrando compasión, amor incondicional y alegría en los ojos del otro, acercándose para compartir un nuevo beso, lento y cargado de ternura.
Por fin estaban juntos, y se pertenecían el uno al otro.
PD: Saludos queridos y queridas, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Las siguientes actualizaciones a esa serán; "Avatar: Guerra de Bandos", luego "El Origen del Clan Uchiha" y por último "Cenicienta de Tordesillas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole cada una de mis historias por su respeto y cariño), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a carlos29 (agradeciendo sus palabras y poder contar con su aprobación), a CinthKitty (agradeciendo inmensamente el poder contar con su aprobación y dedicándole esta historia como agradecimiento por seguir a este pobre intento de escritora), a "ktdestiny" (agradeciendo su apoyo y dedicándole cada capitulo), a Guest, (agradeciendo sus palabras y aportes, como los de todos), a SASUSAKU is canon (agradeciendo su apoyo a esta historia y dedicándole la misma, esperando que todos los futuros acontecimientos sean de su agrado), LectoraSS (agradeciendo mucho sus palabras, y adelantando que Sakura no morirá como en la trama original de Star Wars), a SasuSaku (agradeciendo su opinión como la de todos y prometiendo no decepcionar sus expectativas), a Eli23 (dedicándole esta historia como agradecimiento por su aprobación) belen26 (agradeciendo poder contar con su aprobaciòn en el trabajo de este pobre intento de escritora) y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Personajes:
-Sasuke Uchiha/Indra Otsutsuki como Anakin Skywalker/Darth Vader -Sakura "Hanan" Haruno como Padme Amidala Naberrie
-Kakashi Hatake como Obi-Wan Kenobi -Chino Chinoike como Ahsoka Tano
-Naruto Uzumaki como R2D2 -Sai como C-3PO -Hinata Hyuga como Moteé/Maz Kanata -Ino Yamanaka como Rabé
-Conde Madara/Momoshiki Otsutsuki como Dooku de Serenno/Darth Tairanus
-Sasori Akatsuna como Jabba -Hidan Akatsuna como Rotta/Gardulla -Juzo Biwa como Ziro Desilijic Tiure
Rescate & Conflicto Emocional: abro el capitulo relatando el rescate de Sasuke, Chino y Naruto a Hidan Akatsuna, hermano del rey o Daimio de Tatooine, Sasori; como había mencionado anteriormente, en sus primeros años, Sasuke fue esclavo de Hidan en la corte de los Akatsuna y no le hace la menor gracia tener que ayudar a quien es responsable del odio que él llevaba en el corazón desde su más temprana infancia, pero lo hace porque es lo correcto. En la trama original de la película The Clone Wars, la asesina Asajj Ventres (Guren en esta versión) confrontaba a Anakin, escenas que yo decidí cambiar completamente, pues dejare que el personaje regrese pero mucho más adelante, por lo que en esta versión todo discurre con normalidad, excepto que en las sombras el Conde Madara informa a los Akatsuna que Sasuke fue el responsable del secuestro de Hidan con el fin de aumentar las tensiones entre la República Galáctica y el Borde Exterior. Finalmente esto no funciona, cortesía de Sakura quien se infiltra en los barrios bajos de Tatooine y descubre que el responsable del secuestro era Juzo Biwa, primo de Hidan y Sasori en esta versión. Cierro el capitulo representando el primer encuentro de Sakura y Chino, así como un merecido tiempo de pareja entre la Haruno y el Uchiha.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
