Solamente queda seguir

Spy x Family © Tatsuya Endo

Sinopsis: A pesar de que Twilight y Franky se habían dicho que no debían sentir emociones ni relacionarse con la gente, era algo difícil de evitar. Al final, solo podían aceptarlo y seguir adelante.


Solamente queda seguir


En la tienda de tabaco de Franky Franklin, el ambiente se volvía tranquilo al acercarse el fin del día. Franky hojeaba las revistas en la sección frontal cuando el reloj marcó las cinco en punto.

—Solo un par de horas más —susurró para sí mismo y se apresuró a terminar sus quehaceres.

Justo cuando iba a buscar más revistas, un tipo vestido con un traje verde se apoyó en el mostrador. Con su cabello rubio y su expresión seria, destacaba entre la multitud.

—¡Ah, eres tú! —exclamó Franky, dejando lo que estaba haciendo y cruzando al otro lado del mostrador—. ¿Por qué querías encontrarte conmigo aquí?

Twilight sintió un leve rubor en sus mejillas mientras intentaba contener su emoción.

—Por fin sucedió.

La declaración dejó a Franky con una expresión confundida en el rostro.

—¿A qué te refieres? —preguntó, frunciendo el ceño. Twilight sacó un sobre marrón de uno de sus bolsillos y lo colocó sobre el mostrador—. ¿Qué es esto?

—Solo míralo.

La confusión se apoderaba cada vez más de Franky. Nunca lograba entender del todo a Twilight, incluso después de más de diez años trabajando para él.

Decidido a descubrir qué estaba pasando, el informante abrió el sobre. Pero en lugar de encontrar algo relacionado con su trabajo como informante, se encontró con una fotografía de la familia Forger, una familia relacionada con la operación Strix. A simple vista, no parecía nada alarmante, pero la forma en que Loid Forger, el padre y esposo, estaba en la foto hizo que Franky entendiera lo que Twilight estaba insinuando.

—¡No me lo puedo creer! —exclamó Franky, casi gritando—. ¡No tenía ni idea de que las cosas hubieran avanzado tanto!

Si Twilight hubiera estado más tranquilo, habría logrado callar a Franky antes de que comenzara a decir tonterías. Pero en su estado actual, solo podía sentir cómo sus mejillas se ruborizaban aún más, deseando encontrar un agujero donde esconderse.

Lo siguiente que notó fue la mirada intensa de su informante.

—¿Por qué me miras así? —preguntó, sintiéndose incómodo por la mirada tan penetrante.

—¿Esperas que no lo haga después de haberte advertido sobre tus sentimientos todos estos años? —se quejó Franky—. ¡Nos conocemos desde la guerra y así es como me tratas!

—Deberías cuidar tu lenguaje —interrumpió Twilight con voz seria, desviando la mirada mientras encendía un cigarrillo. Con su informante alterado, necesitaba encontrar una forma de relajarse—. Esto es extraño.

—Es extraño verte admitirlo.

—Tienes razón —dijo el espía mientras se estiraba, aliviando el nudo en su estómago—. He estado pensando en esto durante meses, pero hoy…

—¿Meses? —preguntó Franky con resentimiento—. ¿De verdad, Loid Forger? Pensé que me lo habrías dicho primero.

—Eso no importa —exclamó Loid, pasándose la mano por el cabello. Después de tomar una profunda respiración, continuó—. Siempre he encontrado excusas hasta ahora. Pero hoy me di cuenta de algo y supongo que ya no puedo seguir evitándolo.

Franky lo miró en silencio, sorprendido.

—Tienes mucha valentía y determinación. Guardar silencio puede ser una carga pesada y tú lo has hecho por…

—Por favor, no toques ese tema —interrumpió bruscamente Loid. Sentía cómo su estómago se apretaba con solo una insinuación—. Aunque supongo que le debo algo a Anya.

—¿A tu hija? —preguntó Franky, parpadeando varias veces—. No estarás hablando en serio, ¿verdad?

Loid no dijo nada y el hombre de cabello rizado trató de aclarar su visión limpiándose las gafas. Él había sido el primero en advertir sobre encariñarse con la chica de cabello rosado, pero no lograba encontrar la conexión entre Anya y la situación que lo había mantenido en silencio durante tanto tiempo.

—Hay un café en nuestra calle que no tiene una amplia selección de postres con maní. De hecho, su única opción es un pastel, y siempre he pedido eso para Anya —explicó Loid. Franky asintió en silencio, sin saber qué decir—. Yor pensó que deberíamos ir a un lugar con más opciones, pero le dije que no quería cambiar debido al ambiente, la comida, ya que hemos estado allí varias veces con Anya y también para nuestras citas.

Un silencio llenó la tienda, donde cada segundo parecía eterno. Franky observó a Loid. Su mirada decidida dejaba claro que hablaba en serio.

—¿En serio un postre fue lo que te llevó a decidir decirme todo esto?

Pasó otro largo segundo antes de que el espía asintiera con la misma seriedad con la que lo había mirado momentos atrás. Era evidente que estaba siendo sincero. Ante eso, Franky se levantó y comenzó a recoger las revistas cerca del mostrador.

—¿Qué sucede? —preguntó Loid, desconcertado por su repentino acto.

—Necesito una cerveza, o, mejor dicho, varias cervezas —admitió Franky. Después de otro momento, fijó la mirada en Twilight—. Debo procesar cómo tú, un agente de renombre, puedes ser tan torpe con las emociones.

—¿Y qué hay de ti? Eres la persona que más me ha pedido información sobre mujeres —dijo el espía con tono desafiante—. No podemos hablar de emociones sin mencionar…

Un ejemplar del Daily OST voló rápidamente hacia el cuello de Twilight como respuesta. Él lo esquivó y lo dejó sobre el mostrador, pero enseguida le dirigió una mirada severa a Franky.

—Otra vez con esa mirada —señaló el informante.

—¿Qué mirada?

—La mirada de un espía que no tiene emociones —explicó Franky—. Pero eso ahora ya es una mentira, ¿no?

Por segunda vez en el día, Twilight no pudo responder, ya que su informante estaba ordenando las cosas en su tienda para cerrar, y en medio de la confusión sobre lo sucedido, el reloj marcó las cinco y media de la tarde.

La tensión en los hombros del espía se alivió mientras recogía sus cosas y se dirigía hacia el bar que siempre frecuentaba con el informante. Si bien sabía lo que le esperaba allí, sentía nerviosismo y se esforzó por mantener sus emociones bajo control, aunque era cierto que siempre debió mantenerlas así.

Franky tenía un punto válido sobre lo que lo había llevado a confesarle lo que le estaba pasando y de alguna manera, eso lo hacía sentir extraño. Parecía que se exponía más de lo necesario al revelar que su familia era su principal motivación, incluso para algo tan importante como admitir que era un espía con emociones.

—Bueno, tiene sentido —se dijo en voz baja, agudizando la mirada al ver la puerta del bar—. Pero quizás lo crucial no sea la motivación, sino si es una buena decisión.

El bar no estaba particularmente lleno ese día y ambos pudieron sentarse juntos. Loid hizo un gesto simple al barman y pronto recibieron sus bebidas habituales. Sintiéndose un poco más reconfortado, decidió seguir mirando a su informante.

—Nunca creí que te vería tan lleno de emociones —comentó Franky, con evidente incredulidad—. Uno pensaría que estas cosas solo suceden en las películas.

—Me siento muy confundido —admitió Loid, soltando un profundo suspiro que parecía salir de lo más profundo de su ser—. Es la primera vez en mucho tiempo que me siento…—y con cierta dificultad, añadió—, completo.

Franky giró un poco la cabeza para echar un vistazo al espía, quien estaba absorto mirando la variedad de licores delante de ellos.

—¿Ni siquiera con…?

—¿Con quién? —lo interrumpió, deseando regañar a Franky, pero sabiendo que no era la persona más adecuada para reprocharle su situación—. No he convivido tanto tiempo en ninguna de mis misiones anteriores. No de la misma manera.

Esa declaración hizo que las cejas de Franky se arquearan. Tenía serias dudas de que el espía tuviera buenas experiencias en el área de las mujeres más allá de usarlas para reunir información. Sin embargo, estaba intrigado por escuchar qué iba a responder.

—¿Esto es cierto? —preguntó, sin entrar en detalles.

—Lo es —contestó Twilight, apoyando su mentón en sus manos cruzadas. Sus ojos azules perforaron su bebida—. Supuse que en algún momento me importaría saber de algunas personas, pero ni siquiera se me cruzó por la cabeza hasta ahora.

Desconcertado, Franky también cruzó los brazos sobre su propio pecho.

—¿Y ahora qué? —preguntó.

—Hubiera querido evitar estas emociones, pero no sé qué hacer.

—Por favor, Loid. Eres…

—No quiero tener problemas, Franky —dijo Loid, sonando serio—. Todo esto podría seguir, pero luego… —se detuvo, poniendo la mano sobre su corazón.

Franky ni siquiera trató de entender lo que pasaba por la mente de Twilight. Sus vidas estaban diseñadas para no permitirse tener sentimientos hacia otros. Aunque pudieran establecer relaciones, esas siempre terminarían mal.

Recuerdos de conversaciones anteriores en el mismo bar venían a la mente de Franky. Sabía que Twilight le había dicho algo similar antes. Así que, darse cuenta de que había fallado a sus propias palabras, no debía ser fácil.

—¿Por qué esperaste tanto tiempo para decírmelo? —insistió Franky—. ¿No confiabas en mí?

—Eres de confianza —respondió Loid con un tono normal—. Solo que me asustaba lo que podría pasar.

Franky tragó saliva, incómodo ante esa posibilidad. Sin embargo, agradeció que Twilight no pareciera completamente perdido. Lo último que necesitaba era lidiar con su tristeza. Aunque no pudo evitar notar que sonaba demasiado preocupado por la opinión de un simple informante. A menos que, claro, no fuera solo eso.

—Confías en mí —dijo Franky, apenas audible—. Tardaste porque no sabías cómo iba a reaccionar, pero tus propias emociones te hicieron esperar. Eso significa que puedes manejarlo.

Loid frunció el ceño, mirando a Franky con confusión.

—¿Qué quieres decir?

—No importa, ¿necesitas una explicación o prefieres algo más directo? —bromeó Franky. No entendía por qué se molestaba en preguntar, sabía que Loid captaría el mensaje—. Mira con atención.

En la puerta del bar, Loid vio a una mujer de su misma edad entrando en su campo de visión. No pasaron más que unos pocos minutos antes de que cambiara su postura y, por la expresión de su rostro, también su estado de ánimo.

—Hola —expresó Loid tímidamente.

Yor le devolvió la sonrisa y se acercó.

—Hola —respondió con dulzura—. Te encontraste con Franky, ¿verdad? Eso está genial.

Loid sintió alegría en su corazón al escuchar eso.

—Sí, tuve la suerte de que él pudiera cerrar la tienda temprano —explicó, tomándole las manos—. ¿Cómo fue tu día?

—Fue tranquilo. Los miércoles suelen ser así —Yor entrelazó sus dedos con los de Loid, jugueteando—. ¿Y tus pacientes, cómo están?

—Muy bien. Hoy me tocó atender de nuevo al maestro de la escuela de Anya, pero resultó fácil —dijo Loid.

Franky observó de cerca el intercambio entre la pareja y no pudo evitar sonreír con satisfacción. La aparición de Yor provocó que Loid olvidara todas las preocupaciones que lo atormentaban. Sí, eran miedos fundados, pero carecían de valor en ese momento.

Antes, Franky había criticado cómo Twilight parecía tan en conflicto y no enfrentaba el tema de las emociones, pero ahora comenzaba a entenderlo. Todo se debía a un conjunto de experiencias con personas que se preocupaban por él, incluso si no sabían quién era. Un suspiro escapó de sus labios al darse cuenta, mientras se llevaba una mano a un lado de la cara para seguir reflexionando.

—¡Lo siento! —se disculpó Yor repentinamente, sintiéndose avergonzada. Se dio cuenta de la presencia de Franky después de hablar con Loid—. Me olvidé de que estabas aquí.

—No pasa nada —respondió Franky, tratando de quitarle importancia—. Es genial que le prestes atención a tu esposo.

El último comentario hizo que Yor se pusiera nerviosa y Loid no pudo evitar reírse. Ella se sintió más avergonzada y escondió su rostro en el pecho de su esposo, permitiendo que él la consolara con un abrazo.

Mientras tanto, Franky los observó y luego carraspeó con una sonrisa traviesa.

—Deberían irse —dijo—. Ya es hora de regresar a casa.

La pareja se miró y luego asintió hacia Franky. Sin embargo, antes de irse, Loid le dijo a Yor que esperara un momento, pagó la cuenta al barman y dejó un extra para que Franky pudiera disfrutar de un par de bebidas adicionales.

Cuando Franky notó todo eso, no pudo evitar mirarlo desafiante, listo para enfrentar cualquier cosa que el espía le lanzara.

—Gracias —expresó Loid con un nudo en la garganta. Apartó la mirada—. Gracias por ser un amigo.

Franky se quedó sorprendido por un momento, pero luego sonrió y dijo:

—Hablaremos después, Loid Forger.

Twilight quiso responder, pero Franky sonrió y le hizo un gesto de despedida. El espía lo comprendió y se alejó silenciosamente. Esa conversación había llegado a su fin.

De inmediato, Loid alcanzó a Yor, quien estaba en la puerta del bar para darles espacio. Una vez reunidos, comenzaron a caminar hacia su casa y a hablar de cualquier cosa. Loid casi olvidó todo lo que había compartido con Franky, hasta que se detuvo cuando su esposa le preguntó sobre su expresión anterior.

—¿Qué pasa?

—Tu rostro. No parecía tú cuando hablabas con Franky —señaló ella, preocupada. Vio cómo la expresión de Loid cambió y cómo desviaba la mirada por un instante—. Si no quieres hablar ahora, está bien. Pero quiero que sepas que me preocupo.

Él notó que Yor quería darle la oportunidad de hablar cuando se sintiera listo, sin presionarlo. Era evidente por cómo eligió sus palabras.

—Gracias por entender —admitió, rodeando a la mujer por la cintura y dándole un beso cargado de emoción en los labios. Por la reacción de Yor al primer contacto, notó que ella no esperaba ese gesto—. Quiero contarte, pero preferiría hacerlo en un momento en que no estemos volviendo a casa y tengamos que preocuparnos por Anya.

Yor se quedó mirando a su pareja, apoyando una de sus manos en su mejilla. Loid parecía más relajado con ese gesto, como si anhelara ese contacto.

—Puedo esperar todo el tiempo que sea necesario. Lo sabes, ¿verdad?

—Lo sé —confirmó Loid, sellando su respuesta con un tierno beso en la frente de Yor—. Pero quiero hacer las cosas bien contigo, así que pronto sabrás la verdad.

Su esposa le devolvió el beso con más dulzura, mientras la mano de Loid permanecía en su cintura. Él se sintió contento con la conversación, convencido de que iban por buen camino.


Nota de la autora: Se suponía que esta historia tendría más enfoque de Twilight y Yor, pero acabó siendo más una charla de Franky y Twilight y una aceptación de que pueden sentir emociones.

El resultado igual me ha gustado, ¡merecemos que esto pase en el manga!

Doy las gracias a Laure por betear la obra y disfrutarla. También a mi hermano menor por apoyarme y encima emocionarse.

Ciao.