¡Hola, buenas tardes! Aquí les comparto la continuación de esta historia. Les deseo un lindo domingo a cada una. ¡Bendiciones!
"UNA VISIÓN DE AMOR"
CAPÍTULO XLVI
Cuando Albert se estacionó frente al ingreso de la Mansión Brower, y bajó de su vehículo, escuchó a lo lejos una discusión en los jardines. Y viendo el caballo que Terry había utilizado, que estaba pastando en una de las áreas cercanas a un ingreso con verja hacia el jardín trasero de la casa, sin dudarlo, el joven patriarca corrió hacia allá.
Mientras tanto, en el jardín de atrás…
"¡Déjame verla!", exigió el molesto joven Grandchester, mientras Anthony bloqueaba su paso a donde Candy estaba sentada con la bebé en brazos.
"¡Esa no es la manera, Terry!", le gritaba Anthony de vuelta, con una mano extendida hacia él, bloqueándolo. "¡Ésta es mi casa! ¡Y te exijo que respetes y te marches!", le gritó de vuelta.
"¡Apártate tú, Brower, o si no, te apartaré yo!" le gritó Terry de vuelta.
Con los gritos, varios empleados salieron de la mansión y al ver la escena, el mayordomo principal y otro de los mayordomos menores se aproximaron a detener al intruso.
"¡Suéltenme!", dijo el actor forcejeando con ellos mientras Anthony instaba a Candy a entrar a la casa con la bebé, yendo a su encuentro Dorothy que también había salido a ver qué pasaba. "¡Candy!", gritó el castaño al ver que se marchaba la rubia, tras pasar la bebé a brazos de Dorothy para poder caminar mejor. "¡Déjame verla! ¡Candy!", exigió el joven Grandchester. "¡Candy!"
"¡Déjanos en paz, Terry!", le gritó de vuelta la muchacha, volviéndose, con lágrimas en los ojos, asustada. "¡Vete de aquí!", le dijo.
"¡No lo haré hasta que la vea!", gritó el castaño decidido, forcejeando.
"¡Por amor de Dios, contrólate, Terruce, ¿quieres?!", le exigió Anthony de vuelta. "¡Candy, ve adentro!", le ordenó, volviéndose hacia ella.
Candy miró a su esposo, y temiendo por él también, dudó.
"¡Entra a la casa, Candy!", insistió Anthony. Y ella asintiendo, junto con Dorothy entró a la residencia.
"¡Candy!", gritó Terry tras ella.
"¡Ya basta!", gritó Anthony otra vez, volviéndose al intruso.
"¡Es muy fácil decirlo para ti, ¿verdad, Brower?! ¡Te quedaste con todo lo importante para mí! ¡Infeliz!", le gritó Terry furioso, "¡Suéltenme!", exclamó otra vez, y zafándose del agarré del joven mayordomo a su derecha, se volvió y le metió un puñetazo en la cara, tirándolo al suelo, yéndose de inmediato a hacer lo mismo con el pobre Wilber, pero Anthony se metió y le detuvo el puño para que no lo golpeara, ganándose un puñetazo para él en el rostro.
"¡Terry, detente!", gritó William asustado, acabando de llegar y viéndolos desde lejos, pero el castaño se le fue encima a su sobrino, cayendo los dos entonces al suelo, golpeándose mutuamente, forcejeando y rodando en medio de la conmoción. El patriarca corrió hacia ellos.
"¡Wilber, ayúdeme!", le gritó el patriarca al asustado mayordomo que veía la escena, e inclinándose, William tomó a Terry para separarlos, y lo mismo hizo Wilber junto con otro mayordomo que recién había llegado, deteniendo a Anthony.
"¡Suéltame, Albert! ¡Suéltame, maldita sea! ¡Traidor!", le gritaba Terry, fuera de sí, tratando de zafarse de él para regresar a pelear con el rubio. "¡Me las pagarás, Anthony! ¡Me las pagarás!", le decía, señalándolo.
"¡¿Y así pretendes que dejemos que la veas?!", le gritó de vuelta Anthony. "¡Eres un imbécil!", le gritó.
"¡Ya verás quién es el imbécil, idiota!", rebatió Terry, "¡Ven acá!", exclamó y, medio zafándose de William, se quiso ir otra vez contra él, pero alcanzándolo el patriarca de un brazo, con el mismo impulso lo hizo revirar hacia él, y el puñetazo de William en su rostro fue lo último que el alterado inglés pudo ver, antes de caer inconsciente al suelo.
Silencio.
William, viéndolo tirado en el suelo, flexionó su mano y suspiró. Y levantando su mirada, vio hacia su sobrino. "¡Anthony…! - ¿estás bien? -", le preguntó preocupado, con la respiración tan agitada como la de su joven sobrino por el esfuerzo.
Anthony, que sujetaba su brazo izquierdo - ahora adolorido -, con expresión enfadada en su rostro, sesgó sus ojos azul cielo mirándole con rencor, y sin contestarle, caminó hacia la casa, seguido por su mayordomo principal.
William sacudió su cabeza al verlo marchar así y, con pena, suspiró y apoyó sus manos con cansancio en su cintura, sintiéndose terrible con lo sucedido.
Ya dentro de la casa, al nomás entrar Anthony, Candy que había sido detenida por el personal para no regresar fuera, "¡Anthony!", exclamó aliviada al verlo entrar desde los jardines, y corrió de inmediato hacia sus brazos, a su paso de premamá, recibiéndola el muchacho con expresión cansada, pero también reconfortado de encontrarla bien, rodeándola protector con sus brazos. "Candy…", dijo el rubio con alivio.
"¡Amor! ¡¿Estás bien?!", preguntó preocupada la pecosa, alzando su vista y notando la cortada en su labio, y unos raspones en su rostro. "¡Es un bruto!", exclamó furiosa, tocando su querido rostro y apoyando su otra mano en su antebrazo, haciendo que el rubio se quejara levemente. "¿Te duele tu brazo, amor?", preguntó la pecosa, retirando su mano de inmediato.
"No es nada, Candy. Ha de ser solo un estirón."
"Wilber, por favor, que alguien vaya en busca del doctor Miller de inmediato", dijo la señora Brower con premura.
"Estoy bien, Candy…", dijo Anthony. "Pero por Terry, creo que está bien que venga.", dijo el rubio con una media sonrisa al recordarlo. "Aún está ebrio, creo yo", dijo, tras haberlo percibido al pelear tan cerca.
"¡¿Terry?!", dijo Candy sorprendida. "¿Y dónde está él?"
"Tirado en el jardín, noqueado por William.", le dijo sorprendiéndola. "- Wilber, envíe a alguien que ayude a mi tío a ponerlo en una de las habitaciones del segundo nivel, por favor -", le dijo. "Pero la habitación más alejada que haya.", aclaró.
"Sí, señor Brower." Dijo el mayordomo y, acucioso, se retiró a cumplir con ambas instrucciones a la vez.
"¿Y Hope?", preguntó entonces Anthony, viendo alrededor.
"La envié con Dorothy arriba, a la guardería.", respondió Candy.
"Bien.", dijo el joven Brower. "¿Y tú, Candy, estás bien?", le preguntó entonces Anthony a la rubia, concentrándose en su amada.
Candy asintió con una leve sonrisa. "Estoy bien, amor."
"Pero prefiero que te recuestes un rato mientras viene el doctor Miller. También quiero que te mire a ti, antes que a él", dijo.
"Pero estoy bien, Anthony… quiero curar tu rostro antes."
"Lo haremos arriba, pecosa. Ven, vamos. Debes descansar", le dijo, y ambos se dirigieron al ascensor – Después de todo, sí prefería que estuviera el doctor presente, por si acaso –, pensó el rubio más preocupado por ella de lo que dejaba entrever.
Cuando sus suegros y sus primos regresaron por la tarde junto con sus prometidas y familia, fue todo un alboroto ante la noticia de lo sucedido.
El doctor Miller había llegado y había revisado a Candy primero, por insistencia de Anthony, encontrándola bien, pero igual, recetándole descanso. Y tras revisar al rubio, notaron que el muchacho tenía un derrame en el ojo derecho, pero que no era de cuidado. El doctor le recetó descanso también, diciéndole que había tenido suerte de que el derrame fuera en el ojo, pero que ya no siguiera tentando a la suerte alterando así su presión. El rubio rebatió explicando que esta vez sí no había sido su culpa, que lo habían atacado primero y él solo se defendió. Luego el galeno le colocó un cabestrillo hecho con un trozo de tela blanca, por el tirón que había tenido en el músculo del hombro por la pelea, para que su brazo descansase. Candy ya había para entonces limpiado la herida de su labio y colocado ungüento en sus raspones, cuando el doctor llegó.
"¿Dónde está el otro paciente que mencionaste?", preguntó el doctor Miller a Anthony, tras el muchacho acompañarlo a la puerta de su habitación, donde Candy ya descansaba.
"Wilber lo guiará a él, doctor.", le dijo. "Si no se deja atender, ignórelo. Quizás ya se marchó. Aunque no creo que mi suerte sea tanta", dijo más para sí que para él.
Al abrir la puerta, su tío que estaba esperando a que saliera el doctor de verlos, se aproximó. Anthony se mostró serio al verlo acercarse.
"Señor Andley,", dijo el doctor Miller, y notando la tensión de parte de Anthony hacia él al quedarse los dos viendo sin hablar, fue él quien continuó la explicación. "No se preocupe, Anthony está bien, dentro de lo que cabe. La señora Candy también lo está por lo pronto, pero no pueden permitirse más situaciones como ésta en su estado. - De los dos -" aclaró, en regaño.
Los padres de Candy también se aproximaron entonces, llegando en ese momento hasta las habitaciones de los rubios.
"¡Anthony!", dijo su suegro, preocupado. "Nos contaron lo sucedido. ¿Cómo está Candy?"
"¡Hijo!, ¿Cómo están los dos?", dijo preocupada la señora Caroline, a su lado.
"Estamos bien, gracias, mamá. - Robert -", les saludó y sonrió levemente Anthony a ambos para tranquilizarlos. "Lamento que hayan regresado a casa para encontrar una situación así.", dijo con su brazo en el cabestrillo, notándolo sus suegros, no dejando de preocuparse por ello.
"¡¿Pero de dónde salió ese hombre?", preguntó Robert Britter entonces. "¡¿Quién le permitió entrada a esta casa?!", protestó.
"Nadie, Robert. Él se entró.", explicó Anthony con cansancio en su voz.
"Es mi culpa", dijo entonces el patriarca. "Él es… un amigo mío. Vino hasta aquí sin mi consentimiento desde el pueblo", dijo William, notando de inmediato la molestia que reflejaba su sobrino de solo escucharlo mencionarlo como amigo. "Hubo un malentendido familiar y… bueno, él bebió mucho anoche por unos problemas personales que tiene, y que creo lo hicieron reaccionar así hoy", dijo tratando de no entrar mucho en detalle, al desconocer todos del tema al que se refería.
"Más que un malentendido, señor Britter, creo que a lo que mi tío se refiere es que en realidad se trata de una traición familiar", le dijo Anthony indignado a su suegro.
El patriarca se sorprendió de escucharlo. "¡Por supuesto que no, Anthony!", protestó firme, entendiendo su indirecta. "Lamentablemente todo esto se salió de control. Se presentó sin avisarme y luego se enteró por otro lado de lo sucedido, no por mí", le dijo a pesar de la familia y el doctor presente. "Está confundido y dolido. No es una excusa, lo sé", se apresuró a agregar al ver que Anthony iba a protestar. "Yo me encargaré de que no les moleste más.", le dijo a su sobrino, ignorando ya a los demás en su conversación.
"¿Y qué pretendes hacer, tío? ¿Amarrarlo? Porque creo que aún está con resaca. ¡¿O piensas seguir controlándolo tan bien como lo hiciste ya hoy?!", le dijo enfadado, por primera vez en su vida frente a extraños.
William lo vio con seriedad. "Déjalo en mis manos, Anthony. Yo me encargaré", insistió William, y sin decir más, se volvió al galeno, "Si quiere, doctor, lo acompaño a la habitación donde está el joven Grandchester."
"Pues sí… vamos.", dijo el doctor Miller dando una última mirada al rubio menor y siguiendo al tío hacia el otro extremo de la mansión.
"¿Qué quiso decir William con todo eso, Anthony?", preguntó su suegro preocupado, tras verlos marchar. Nunca había visto a Anthony actuar así con su tío. De hecho, siempre había admirado la relación tan estrecha que compartían y el respeto del menor por el patriarca.
"Nada, Robert" Le dijo Anthony volviéndose a él. "Es una larga historia. Por lo pronto significa que él hospedará al joven Grandchester y no nosotros. – ¿Quieren pasar a ver a Candy? -, aún está despierta", les dijo para cambiar el tema. Y sin poder resistirse sus suegros, y también no queriéndose inmiscuir en un asunto que a todas luces era extremadamente delicado y privado entre Anthony y su tío, los señores Britter pasaron a la habitación a saludar a su hija, dejando las preguntas para después.
Al abrirse la puerta de la última habitación del segundo piso, en el ala sur de la Mansión Brower, el joven Grandchester, ya de pie, miraba por la ventana, dándoles la espalda.
"Despertaste,", dijo William al verlo. Llevaba horas, más que inconsciente, dormido.
El muchacho se volvió y miró que venía acompañado de otra persona, notando que también otra persona extra estaba afuera en el pasillo, frente a su habitación.
"¿Estoy bajo arresto?", preguntó Terry, serio, viendo a William. "¿O estoy secuestrado?", añadió. La puerta había estado con llave al él intentar salir de allí hace un rato y el ventanal estaba muy alto.
"Ninguna de esas dos cosas - Todavía -", advirtió William con seriedad. "Así que te voy a pedir, Terry, que por primera vez en tu vida tomes conciencia y te comportes como debes, ¡porque no permitiré más que pongas en riesgo la vida de Candy o de mi sobrino por tus arranques de insensatez y egoísmo!", le dijo el patriarca firme.
"¿Quién es él?", preguntó Terry nada más, sin responder a lo dicho por William, viendo al hombre junto a él.
"Él es el doctor Ethan Miller, nuestro médico familiar" continuó el patriarca. "Viene a revisarte de tus golpes."
"No necesito un doctor." Le dijo viendo otra vez al rubio. "Lo que voy a necesitar ahora es un abogado.", le aseguró.
"Pues consíguelo.", le dijo William sin chistar. "Pero te advierto que a lo que te aferras es una investigación en proceso. Y cuando termine, hasta entonces, tomaremos decisiones. Antes no", le aseguró.
Ambos hombres se quedaron viendo en silencio con desafío.
"¿Sabe qué, doctor?", dijo entonces Terry, mirando al galeno. "Mi vista está un poco borrosa, y me duele la cabeza bastante, talvez sí necesite un poco de atención médica, después de todo."
"Por supuesto," dijo el doctor, no tan seguro de la veracidad de sus síntomas, pero Terry se volvió hacia la cama y se sentó, sosteniendo su cabeza entre sus manos, sin subir la mirada más.
"Los dejo entonces," dijo William, y salió de la habitación, dándole instrucciones al mayordomo afuera, de no dejarlo abandonar la habitación sin que lo acompañara. Prohibiendo que se acercara a las habitaciones de los señores de la casa.
En medio de tanta conmoción abajo, Archie queriendo subir a ajustar cuentas con el inglés por haber golpeado a su primo Anthony, y Patty y Annie convenciéndolo de no hacerlo para no complicar más la situación para los rubios; y Stear explicando a los futuros suegros de ambos sobre el muchacho en cuestión, contándoles que siempre había sido muy conflictivo en sus días de estudio -, una pregunta flotaba en el ambiente para todos, pero nadie se atrevió a preguntarla directamente a William Albert o a Anthony al volver a verlos. Y ésta era ¿por qué Terry Grandchester había llegado hasta allí a pelear? -"
Sin embargo, la pregunta que atormentaba a Anthony era otra muy diferente, y ésta era ¿qué haría si la situación se complicaba aún más y Terry se quería llevar a la pequeña?
Tiempo más tarde, por el doctor Miller, el rubio menor se enteró de que Grandchester necesitaría pernoctar esa noche con ellos en la mansión y, sin mucho entusiasmo por ello, lo tuvo que aceptar.
Horas después, Stear y Archie avisaron a su tía abuela que se quedarían junto con su tío a pernoctar en la casa de Anthony, pero no le mencionaron nada a la Matriarca de lo sucedido para no preocuparla de más, ya le contarían todo después, a su regreso. Y tras una cena familiar un tanto silenciosa, sin la presencia del rebelde y de los dos anfitriones, todos se retiraron a dormir en la mansión.
Ya de madrugada, con la casa en penumbra, un mayordomo menor dormitaba, sentado en una silla, a la puerta de la habitación del joven Grandchester, cuando de pronto ésta se abrió sigilosamente, y una alta figura familiar, viendo a su supuesta guardia y vigilante profundamente dormido, salió, y se alejó de allí sin problemas, perdiéndose en la oscuridad de los pasillos de la desconocida mansión.
Cerca de una como sala intermedia, un tanto desorientado con la casa por haber estado inconsciente al ser llevado dentro, y con todo a oscuras por la hora, Terry Grandchester se detuvo a dilucidar a dónde dirigirse ahora. Si yo fuera él, me querría lo más alejado posible de ellas, se dijo para sí, y eso lo hizo ir a buscar el extremo opuesto de la mansión.
Media hora después, y arriesgándose a abrir varias puertas del segundo piso en su búsqueda, por suerte, una de un inventor que había caído exhausto al nomás poner la cabeza en la almohada y que roncaba a pierna suelta, y no la de su preocupado hermano en la habitación vecina, que padecía de insomnio esa noche tras contarle Anthony a ambos, en confidencia, lo sucedido con Terry y su supuesta paternidad de Hope; Terruce Grandchester finalmente llegó a un largo corredor, y tras probar varias puertas más sin éxito por estar con llave, probó la penúltima puerta más cercana, en otra área que parecía especial y apartada.
Por suerte esta puerta sí no tenía llave, y abriéndola con sumo cuidado de no hacer ruido, al entreabrirla, notó que la habitación estaba iluminada por dentro con una tenue luz.
"Pasa.", se escuchó desde dentro a alguien susurrar. "Te esperaba."
Continuará…
¡Gracias por leer!
¡Muchas gracias, como siempre, queridas Anguie, Sharick, Guest 1, Guest 2 y Mayely león, por comentar!
Un saludo a las lectoras silenciosas también.
¡Bendiciones para todas! Y que tengan un lindo domingo.
lemh2001
7 de abril de 2024
P.D. Se actualizará el jueves 11 de abril.
