La ciudad de Mochizuki había tenido un horrible inicio de semana. Luego de que algunos de los miembros del Grupo de ídolos "Cells", delataran la apariencia general del héroe local. Varios asesinatos se realizaron a lo largo del día posterior, todos sabían que se debió a tal información.

Nadie supo que dichos asesinatos fueron realizados por los miembros de una organización, los cuales habían fallecido la noche pasada, y que cuyos cuerpos aún estaban siendo recogidos por los bomberos y agentes de la ley.

Y aunque los habitantes de la ciudad estaban realmente horrorizados por lo que sucedía, rogando que ninguna de las muertes anunciadas sea la de su héroe. A pesar de que esta era una noticia que mantenía a la población tensa, no era algo que afectará mucho a la ciudad vecina. A pesar de qué ciertamente muchos de sus ciudadanos se sintieron intrigados y curiosos con respecto a la noticia de un héroe en la ciudad vecina, haciendo que el turismo a esa ciudad aumentará en gran medida en comparación a años anteriores, no ponían tanta importancia a dicha figura, como los ciudadanos de dicha ciudad.

Por lo tanto, se concentraron en sus propios problemas. Un buen ejemplo de esto se vería en la mansión Takagi, donde el día pasado una discusión familiar, como no había sucedido hasta el momento, se llevó a cabo. No fue una discusión entre los padres, sino de estos mismos contra su hija.

En la mañana de ese día, cuando Saya había partido a la escuela, ellos debatían el hecho de que una de las amigas de su hija, Rei, había sido atacada, víctima de una ola de secuestros por un posible grupo yakuza, y en el transcurso de ese mismo día, una ola de asesinatos había comenzado. Con esto sobre la mesa, los padres de Saya decidieron retirar a su hija de su actual escuela y trasladarla a la institución educativa localizada de su ciudad.

No había necesidad de consultarlo con su hija, ya que ellos sabían lo que era mejor para ella. Fue entre los gritos claramente irritados de la más joven, los cuales fueron silenciados gracias a una mirada firme de su padre, que dejaron a su hija saber su decisión, lamentablemente para ella, esto no era algo en lo que ella tuviera ninguna opción.

Fue así como Saya abrió sus ojos, sintiéndolos increíblemente pesados. Cruzó sus brazos sobre su rostro, no solo para cubrirse de los rayos de luz que entraban por su barcón y se estrellaban contra sus ojos, sino para ocultar la expresión de impotencia e irritación que ella tenía plasmada en su rostro en ese momento.

Era como si el mundo estuviera en su contra. Su ceño se frunció. Ella no había dormido adecuadamente por el estrés de todo, pero aun así, sabía que no todo estaba perdido. Esto se debe a que, no importa que estuvieran en la ciudad vecina, a diferencia de la época de sus padres, la tecnología proveía de soluciones, ya que, la distancia se hacía irrelevante para la comunicación cuando tenías un teléfono móvil. Durante muchos años, ella pensó que la distancia era aun mayor, así que esto era al menos un avance. Ella sabía dónde estaba, ella tenía su número, y usaría todo a su disposición para alcanzar aquello que ella creía inalcanzable hasta hace unas semanas.

No, ella no se derrumbaría, ella...

Se detuvo por un momento e inspeccionó su mesa de noche, parpadeó y se comenzó a llenar de pánico. Comenzó a mirar frenéticamente por su habitación, e incluso buscó debajo de la cama, pero no lo encontró.

¿Dónde, donde estaba su Celular?

Su ansiedad creció a tal punto, que no dio ningún pensamiento a salir en pijama y seguir sus pasos de la noche anterior, rogando encontrarlo. Era un poco más complicado, ya que aun no había amanecido, y ella solo se guiaba por las ligeras luces que se filtraban desde el exterior, por las ventanas de cristal.

Al llegar al comedor, donde la mayor discusión de su vida tuvo lugar, sobre la mesa, notó ese rectángulo completamente negro sobre la superficie reflectante de chicha mesa de cristal. Al llegar, lo tomó con rapidez, y al reconocerlo, se inundó de alivio. Este alivio fue lo que aclaró su mente, y la llevó a cierta línea de pensamientos, lo que le hizo fruncir el ceño, al ver su maletín escolar, abierto sobre una de las sillas.

Sus ojos comenzaron a agrandarse ante un pensamiento, el cual mandó escalofríos visibles por su espalda, y su rostro palideció. Alguien revisó sus cosas, y quizás también los mensajes de su celular. Ella no se hacía ilusiones con la contraseña de su celular. Si uno de sus padres quería acceder, tenían personal que podría ayudarles en ese aspecto. Encendió su teléfono, la poca carga de batería fue una pista de su uso fuera de su conocimiento, y comenzó una rápida revisión. Inicio por lo que consideraba más importante, los números telefónicos guardados allí.

Al llegar, sus ojos se agrandaron, y el pánico volvió a instalarse, su celular casi cayendo de su mano al notar que, los números de teléfono de todos sus contactos fueron borrados.

Ella, incluso en su estado de desconcierto, notó unos pasos a ritmo lento, detenerse no muy lejos de su ubicación actual. Al no escuchar a nadie hablarle al verla a tempranas horas y en su vestimenta actual, ella se hacía una idea de quién podría ser, por lo que con toda su fuerza de voluntad, educó su expresión en una fría, y giro para encontrarse con él.

Allí, encontró a su padre de pie a unos metros, dirigiéndole una de sus miradas. Cualquier persona externa a la familia, pensaría que él miraba con odio o desprecio a los demás, pero ella, como su hija, podría notar las sutiles diferencias.

Ella trató de ocultar sus emociones, principalmente la indignación y lo irritada y traicionada que se sentía. Esto no se debió a su rápida lectura del rostro de su padre.

El rostro de su padre, la paralizo. Tenía una expresión tan dura, que ella por un momento se sintió como si fuera ella la que hizo algo despreciable contra él, y no al revés. Saya, solo por reflejo o costumbre, mantuvo una mirada desafiante, lo que no evitó por supuesto, que su padre hablara.

-Papá.- comenzó ella, satisfecha de que su voz no mostrara su nerviosismo. Con un simple movimiento de su mano, se las arregló para mostrar el celular, llamando los ojos de su padre por un momento. -¿¡porque fueron borrados los números de...-

-¡Silencio!- exigió su padre, un tono de orden en su voz. Los labios de Saya se torcieron en desagrado, pero obedeció. -luego de lo que hiciste ayer, es obvio que tus actuales amistades son una mala influencia para ti.- hizo una pequeña pausa, mientras entrecerraba los ojos, el peso de su mirada sobre ella con toda su fuerza.-por lo que tienes prohibido volver a reunirte con ninguno de ellos.

Los ojos de Saya se abrieron de gran manera, luego su mirada se frunció, y sus labios temblaron, mientras se arqueaban en desagrado. Su boca se abrió, lista para una discusión, donde dejaría saber su indignación y lo injusto de todo esto, pero antes de hablar, su padre tomó la palabra.

-Esto es por tu bien. —

-Por mi bien, ¿o por el tuyo?—Los ojos de su padre se abrieron ligeramente, así como los de Saya, en su caso, por la sorpresa de tener el valor de haberle respondido a su padre de esa manera. En esta ocasión, su indignación hizo que su boca, se adelantara y dijera lo que pensaba. Al notar lo que dijo, comenzó a caminar a paso rápido, cruzando al lado de su padre, el cual no había movido un dedo, pero que le seguía con la mirada.

Saya logró salir de ese lugar, sin voltear, perdiéndose la mirada dura, pero ligeramente preocupada en sus ojos, pero es algo que ella borró rápidamente de sus prioridades. Observó su celular con la mirada determinada, la situación aún se podría salvar, aunque llevaría tiempo.

/-/

Se escuchaba el cantar alegre de los pájaros en el exterior, lo cual me trajo del reino de los sueños, aunque la temperatura era fresca y la sábana sobre mí se sentía particularmente cálida y agradable. Entonces, sí, era uno de esos días, donde la cama te seduce para quedarte justo allí un rato más, pero yo sabía que ya no volvería a dormir luego de despertar.

Mis ojos se abrieron lentamente, observando el techo de una habitación desconocida, mientras sentía una profunda paz atribuida a la somnolencia, la cual me mantuvo tranquilo el tiempo suficiente para que mis recuerdos volvieran rápidamente a mí, haciéndome suspirar ligeramente.

Giré levemente mi cabeza a mi derecha, hacia la ventana, de donde provenía el cantar de las aves y el viento que refrescaba la habitación y mecía mi pelo. Lugar por el cual, el sol ya comenzaba a mostrarse. Todo esto fue una señal clara de que mi horario de sueño estaba arruinado por un simple viaje, o quizás porque me mantuve hasta tarde conversando con Kohta por el celular, poniéndome al día con lo que sucedía y poniéndole a él al tanto de lo acontecido de mi lado.

Kohta me preguntó si haría algo con respecto a la ola de homicidios ocurridos, seguramente esperando que resolviera todo de manera rápida, como frecuentemente hacía, pero mi respuesta negativa lo sorprendió.

Kohta sabía mi secreto, era obvio, ya que, a pesar de que nunca lo dije, mis actos eran demasiado descarados frente a él. Quiero decir, frente a él, nunca oculté mi habilidad en nuestras batallas de paintball, no era algo difícil de deducir.

Le conté sobre la organización con la que me enfrenté la noche pasada, y la causa de esa explosión que salió tanto en las noticias, Y lo que es la causa de mi retiro del vigilantismo. Un grupo de personas, aunque sean terroristas, murió, y a pesar de que no los maté directamente, que fuera mi presencia allí la que detonó todo, fue suficiente para que Kohta entendiera, y que me garantizara que no era mi culpa. El tipo es un amigo increíble, es una pena que hasta el apocalipsis zombi que sucedió en la serie, se mantuvo solo, pero con todo ese acoso, incluso de cierto profesor que lo permitió, se puede entender.

Cerré los ojos por un momento, agradecido de que, no todos, mis lazos en la ciudad pasada cayeran. Cuando abrí los ojos y me levanté ligeramente con los brazos para salir de la cama, me detuve de golpe, con solo mi antebrazo sosteniéndome.

Algo que podrías tomar como una desventaja al poder cargar toneladas de peso sin mucha dificultad, es el hecho de que pesos comunes, como, por ejemplo, 90 libras, son casi nada para ti. Lo que puede sonar genial en una primera y quizás segunda inspección, pero fue por esto, que no había notado el cuerpo sobre mí, hasta que miré hacia el frente, al intentar levantarme.

Allí pude ver a una hermosa y voluptuosa rubia, la cual tenía su cabeza recostada sobre mi pecho, mientras sus brazos caían sin fuerza a sus costados, mostrando lo profundo que dormía, mientras su abundante pecho se presionaba sobre la parte baja de mi estómago.

Ella, por su lado, parecía intentar moverse y gemía ligeramente, mientras arrugaba sus ojos cerrados, mostrando que mi pequeño movimiento brusco para levantarme no pasó desapercibido.

Quizás era lo mejor. No podría ser culpado en este caso, ya que esta fue la habitación que se me asignó, por lo que debería estar a salvo.

Vi que levantó su cara en mi dirección, pero mantuvo los ojos mayormente cerrados, mostrando su cansancio, no solo por ese acto, sino que se reflejaba en su lenguaje corporal.

-Rika, buenos días—dijo con un tono amigable, mientras sus manos subían hasta colocarse en mis hombros, mientras ella se impulsó lo suficiente como para llegar a mis labios, y sin dudar me besó. Normalmente, podría haber evadido, justo como había hecho con cierto ídolo un par de días atrás, pero... ella me distrajo.

Quiero decir, ella estaba usando su pequeña franela negra, la cual apenas podía retener su gran busto, mientras el resto de su prenda de dormir, era simplemente una braga blanca, que dejaba muy poco a la imaginación.

Mis ojos se abrieron cuando el beso se volvió algo más que un beso superficial, cuando ella decidió profundizarlo. Para mi fortuna o mala suerte, depende como se vea, el beso fue de corta duración, y con los ojos apenas abiertos ella salió por la puerta tarareando alegremente, dejándome en la cama con la boca abierta.

Ella, ella me recordó que soy aún un adolescente en la actualidad, porque me quedé atontado con el acto, y ella hizo lo que quiso, sea intencional o no. Con una mano, cubrí mi rostro con vergüenza al notar que, incluso si quisiera levantarme, tendría que esperar un poco más antes de salir de la habitación. Sí, yo era un adolescente ahora, y solo en este momento sentí el peso real de eso.

Coloqué mis dedos entre mis ojos, masajeando el puente de mi nariz. Lo peor de todo, es que no puedo saber si ella lo hizo a propósito, o solo fue una confusión por la somnolencia. Conozco a la tal Rika, a la que ella se refería. Rika Minami, amiga y posible amante de Shizuka en la serie. Esta mujer es peligrosa, más de lo que había pensado… y con peligrosa, me refiero a shizuka. Admito que, si no tuviera a otra persona en mente, posiblemente hubiera caído redondito ante ella, pero por esa misma razón, no es buena idea que me quede demasiado tiempo aquí, si de verdad pienso tener una relación seria con Saya, ya que, si cualquier cosa pasara con Shisuka, seguro que ella no tendría pelos en la lengua para mencionarlo, como si no fuera nada.

Mientras pensaba en ello, algo más pasó por mi mente, y por ello, dirigí mi mirada al Celular a mi costado, en la mesita de noche. Lo tomé y encendí, y pude notar que tenía dos mensajes nuevos. Luego de abrir la aplicación de forma apresurada, pude ver que, de hecho, uno de los mensajes allí, era de Saya, el otro de mi madre. No negaré que me puse un poco nervioso pensando en la respuesta de Saya, y por esta misma razón, para mi ligera vergüenza, abrí primero el mensaje de mi madre.

No perdí el segmento del mensaje de mi madre donde preguntó si su amiga había hecho algo raro. Con una mirada plana y sin intenciones de preocuparla más, solo respondí que no.

Creo que nunca me he sentido tan confundido con respecto a las intenciones de alguien en el pasado, como siento con respecto a Shizuka.

Quizás es mi culpa, estoy pensando de más las cosas demasiado, y lo que debería hacer es simplemente mirarlo desde la perspectiva de una persona torpe pero secretamente cachonda.

Suspire.

Pero a pesar de todo, seguía siendo una buena persona que da una mano a sus amigos en tiempos de necesidad.

Ese pensamiento final me hizo calmar en cierta manera. Solo eso le daba muchos puntos a Shizuka en mis libros, suficientes puntos para pasar por alto lo ocurrido. Aunque no significa que volveré a caer... espero.

Di una respiración profunda, era hora de ver la respuesta de Saya. Presioné su nombre en la aplicación y se desplegó la ventana. Ni siquiera leí el corto mensaje enviado, cuando mi boca se abrió y mi mirada incrédula era seguramente muy visible.

Esto se debe a que, en la parte inferior al mensaje de Saya decía:

-No puedes responder a esta Conversación.—

Esto era una forma clara y concisa en que la aplicación anunciaba, que yo acababa de ser bloqueado.

Cuando logré digerir lo que había pasado, mis ojos se dirigieron de inmediato a su mensaje.

-Primero, no me llames princesa, no somos tan cercanos, ni me interesa serlo con alguien como tú. Pediré que me dejes en paz solo una vez, de lo contrario, si intentas contactarme nuevamente, la familia Takagi te considerará un enemigo.—

Y con esas últimas palabras, fue como terminó su mensaje, para, consiguientemente, bloquearme.

¿Qué carajos acababa de pasar? Podría ser una pregunta bastante justa, pero, la última vez que ella me observó, podría haber causado un malentendido de una proporción exagerada. Quizás, ella siquiera vio que eludí el beso en aquel momento.

Pero… sentí que había algo raro aquí. A pesar de que, lo que sucedió el día pasado refuerza lo que ocurrió actualmente. ¿Qué era este sentimiento? A pesar de los hechos, algo no encajaba. Mi ceño se frunció, mientras repasaba el mensaje, tratando de identificar, qué era lo que me molestaba.

Luego de un momento de lectura, me detuve al final de esta. ¿Ella acababa de usar el nombre de su familia como amenaza?

Mi mano izquierda fue a mi mentón. Quiero decir, yo conocía a Saya por la serie, y no puedo asegurar que conocía todo lo que debía saber de ella. Puede y muy posiblemente tenga facetas que desconozco... pero, yo estaba seguro de que ella era una chica orgullosa, y esta no sería una de sus estrategias. Fruncí los labios. Aunque, ella bien podría hacerlo, nuevamente, no la conozco en su vida privada.

Me dejé caer en la cama, mirando al techo. Esto es algo que solo podría resolver al encontrarme con ella, pero aquí estaba otro gran obstáculo, yo no sabía donde vivía y actualmente no es buena idea volver a mi antigua ciudad. Tampoco estaba en buenos términos con sus amigos.

¿Qué podría hacer ahora, si no pensar en más posibles soluciones, y esperar?

En el desayuno, pensé que podría quedarme y dar una vuelta por la ciudad, y encontrar la oficina de bienes raíces. Si tenía suerte, podría comprar una propiedad pequeña, donde pueda mudarme. Es posible que esto arruine los planes de mi familia, pero creo que no sería mala idea el independizarme… y salir de aquí antes de que sea demasiado tarde. No importa cuanta fuerza de voluntad creo tener, no sé si pueda durar mucho viviendo con una posible descendiente de Súcubos.

Claro, todo ese plan se fue por la alcantarilla, cuando ella me mencionó en el desayuno, que había olvidado comentarme, que la directora de la escuela quería que fuera hoy, y mostrara mis habilidades en la pista.

Aparentemente, la razón por la que fui aceptado para el cambio de escuela de manera tan rápida, es porque la directora de esta institución, busca atletas para las próximas competencias nacionales. Entonces, básicamente seré aceptado si logro ser digno de una beca deportiva. Volví a suspirar, y me di cuenta de que, en el único día en que he estado en esta casa, he suspirado mucho más de lo que normalmente haría en dos meses.

Fue por la información tardía entregada que, luego del desayuno, cambié mi vestimenta a una de las pocas que traje. Fue así como, no mucho después, ambos estábamos dentro del pequeño vehículo de shizuka, de camino a esta nueva escuela. Simplemente, dejé escapar otro suspiro.

/-/

Era un día sin nubes, y se podría observar una gran afluencia de estudiantes llegar a la escuela central de Tokonosu. La mayoría llegaban a pie, muchos de ellos charlando con algún compañero, o en solitario, mientras otros más llegaban en bicicleta al lugar.

Pero lo que podrías notar en su conjunto, era la organización, el compañerismo, la juventud en su estado más sano, lo cual la directora de dicho lugar, había tomado como una de sus responsabilidades principales, mantener este mismo ambiente entre los estudiantes.

Es por eso que, aún tenía dudas sobre el nuevo alumno de transferencia que se presentaría hoy.

-Entiendo, señora, es terrible saber de esos malos tratos, pero le aseguramos que trataremos el tema de manera imparcial. - dijo la directora, mientras sostenía el auricular del teléfono de su oficina en su oído, mientras hablaba con la madre de dicho estudiante.

Luego de escuchar algunas de las preocupaciones planteadas por la madre del candidato a estudiante y algunas respuestas de manual de la directora, la llamada terminó, pero no así las dudas de la directora.

La madre podría dar la impresión de la típica madre sobre protectora, la cual podría ignorar fácilmente el mal comportamiento de su hijo, pero si ella era honesta consigo misma, esta señora en particular, parecía tener un problema mayor.

La madre parecía tener una especie de atracción enfermiza por su propio hijo. Ella explicó el porqué su hijo llevó una máscara prácticamente toda su infancia hasta el presente, y que de esa forma fue inculpado, lo que significaría que su cara nunca fue revelada. La directora podría entender que no había pruebas contundentes para las acusaciones, pero cuando la madre expuso las razones por la que su "perfecto hijo" sería atacado, fue cuando comenzó a sospechar.

-los demás chicos están demasiado celosos de él.- dijo. -no podrían competir con la belleza de mi hijo, e intentaron ensuciar su nombre para que lo expulsen.- argumentó.

En el momento que la madre presentó esta declaración, la mirada de la directora era plana, pero no dijo nada.

Honestamente, había dos únicas razones por las que ella se arriesgaría a aceptar a un estudiante problemático como este.

Uno, este chico, fue una recomendación personal de la enfermera de su escuela. La chica nunca lo había hecho, y honestamente la directora nunca esperó que la mansa enfermera hiciera tal acto, por lo que, un poco de esto era por la curiosidad de saber, por qué tipo de persona ella daría la cara para recomendar.

La segunda y más importante razón, su récord atlético. Hasta el día donde el problema había iniciado, incluso la directora había escuchado hablar del relámpago blanco de la escuela de Mochizuki. Si realmente era tan bueno como los rumores alegaban, y él mantenía un buen comportamiento, sería un ganar ganar para todos.

Ella lo sabe muy bien, ya que después de todo, solo al tener una sola estrella deportiva en el club de kendo, su escuela había tenido un incremento masivo de estudiantes, en especial aquellos que ingresaron a dicho club.

El chico en cuestión podría ser tan feo como un capa, y mientras sea tan veloz como los rumores dicen, ella le daría pase a su institución.

Miró el reloj en su muñeca, hoy sería un día realmente ocupado. A primera hora esperaba al profesor Shido, el cual se hacía popular con los estudiantes, con el fin de tener más salones a los cuales impartir docencia. Ese ciertamente era un educador que amaba su labor. Fue así como ella comenzó a leer los documentos en su escritorio, de los cuales muchos requerían su visto bueno para ser llevados a cabo.

Fue en esa lectura, donde la puerta de su oficina fue tocada un par de veces.

- Adelante.- fue lo único que dijo, mientras su mirada no se levantó del documento, probando ligeramente la paciencia del profesor Shido.

-Eh... Buenos días, directora.- —dijo una voz un tanto en tono despreocupado, pero más importante aún, con una voz femenina, señalando que no era el profesor que ella esperaba, sino la que se suponía llegaría más tarde.

-Buenos días, Marikawa-san, deme un momento y le atenderé enseguida.- expresó esta, continuando con el papel que había Presentado.

Luego de una firma en el documento, suspiro, lista para ese momento estresante que esperaba.

-¿Que haces allí fuera? Pasa.- susurró un tanto fuerte la enfermera. Era claro para la directora a quien se lo decía, y sabía que debía enfrentar al posible matón atlético que ingresaba en su oficina, ella tenía que mostrar mano dura y...

-Buenos días, disculpe la intromisión.- Fue lo que se escuchó.

La directora parpadeó. Esa voz, ese tono para hablar, su educación, eran totalmente diferentes a lo que ella esperaba. Ella esperaba una voz rasposa y cargada con un desprecio por la autoridad, no esta voz suave, y si ella tiene que decirlo, atractiva.

Fue así como ella levantó la mirada. Para su fortuna, su expresión era su típica dura, con la ligera diferencia de la ampliación de sus ojos. Nadie podría adivinar lo que pasaba por la mente de la directora, de no ser por el rastro de sangre que bajaba por su nariz.

-D-directora, ¡su nariz!- exclamó Shizuka, viéndose preocupada por el suceso. Fue el sobresalto de esta misma la que sacó a la directora de su corto trance, y buscó rápidamente un pañuelo para cubrir su nariz traidora.

Ella simplemente envió una disculpa mental a la madre luego de sus sospechas, ella tenía un punto importante... mismo punto que ahora le hacía difícil mirar directamente al rostro del nuevo posible estudiante sin quedar en ridículo.

Era mejor que ella moviera todo esto, o es su imagen la que podría verse perjudicada.

En la pista de esa misma escuela, los estudiantes de cuarto año, estaban llegando al lugar para tomar la primera hora de educación física. Lo que les tomó por sorpresa fue ver a su atleta estrella correr en la pista. El sudor en su frente, y había humedad en su corto pelo negro, indicando que ya llevaba un tiempo allí, por lo que sus compañeros adivinaron que él habría llegado bastante más temprano de lo habitual.

-¡Oye Takeru!- la llamada de su nombre le hizo voltear en dirección a la voz, y redujo el paso hasta detenerse frente al grupo de miembros del club de atletismo, que contaba actualmente con 6 miembros, incluyéndolo, 4 hombres y dos mujeres.-

-Buenos días.- saludo Takeru casualmente.
El mismo chico que le saludo le dio una palmada en la espalda.

-¿Qué pasa? No es normal que llegues tan temprano.- sonrió a sabiendas.- no me digas que ¿le tienes miedo el chico que vendrá a hacer la prueba? Dijo de manera burlona.

-No seas tonto.- respondió una de las chicas allí, la cual poseía pelo y ojos castaño y una complexión delgada pero músculos definidos.

-Bueno, no te equivocas del todo.- respondió Takeru para sorpresa de sus compañeros.

-Estoy seguro de que Masaru estaba bromeando, Takeru, no tienes que ser tan modesto, hace tiempo que todos te reconocemos por ser el más rápido entre nosotros.

-Sin contar que estás muy cerca de llegar a batir récord nacional.- añadió la chica de antes, haciendo que todos sonrían de manera alentadora a su compañero.

El chico sonrió, agradecido con sus camaradas y amigos.

-Si, estoy algo nervioso.-admitió para sorpresa de los presentes. -pero también estoy algo emocionado.-reveló antes de que nadie pudiera responder a su declaración anterior, causando un intercambio de miradas de extrañeza entre sus compañeros.

-Hombre, ¿comiste algo caducado esta mañana? Estás actuando raro. —comentó con una sonrisa burlona el tercer miembro masculino allí, lo que hizo que Takeru se riera por un momento.

-Ah, es cierto, ninguno de ustedes fue a la competencia realizada en la ciudad vecina hace más de un año.-

-El único tan loco como para viajar de este lugar para ese matadero, eres tú.- Respondió Masaru, mientras los demás reían con algo de nerviosismo.

Takeru río un poco, sabiendo la verdad en las palabras de su amigo. Luego de ese pequeño momento, él los miró con una sonrisa de lado.

-y, sin embargo, allí conocí a este tipo.- los demás se miraron unos a otros, pero no irrumpieron a su compañero y amigo. - al llegar, en realidad la ciudad y la escuela parecía menos peligrosa de lo que los rumores locales decían. Todo parecía muy normal allí, con excepción de una sola persona.-

-Cuidado Takeru.-interrumpió burlonamente Masaru. -casi parece que te encontraste con la chica de tus sueños. Dijo entre risas, lo cual hizo que una de las chicas allí abriera los ojos por sorpresa, y luego presionó sus labios con fuerza para no dejar salir palabra que la delate.

-A pesar de que allí había lindas chicas, no diría que vi a la chica de mis sueños, pero que pensarías si ves a una persona allí, con uniforme escolar y una máscara de zorro de las que verías en los festivales de verano, caminando entre todos ellos, y nadie reaccionaba a eso.- Respondió Takeru con una de sus cejas alzada y una sonrisa que retaba a responder.
Los chicos allí intercambiaron miradas nuevamente, preguntándose si su amigo les estaba jugando una broma.

-Eso, eso suena raro.- dijo una de las chicas, tratando de decirlo suavemente.

-¿Tan loco como que la misma persona participe en la carrera de 2400 metros, corriendo con la velocidad que normalmente usarías para una carrera de 100 metros?-

- Muchos de ellos pusieron una mirada plana, entendiendo que su amigo, hablaba más de una metáfora, que de una competencia real.

-Vamos hombre, deja de inventar cosas para que se escuche más genial, solo dinos que pasó.- respondió Masaru.

-Al final, el tipo barrió con todos, y alguien le esperaba en la meta para arrojarle un vaso de agua en la cara.- Takeru hizo una pausa, en lo que parecía la parte más normal de su narración, para disfrutar de la incredulidad en el rostro de sus compañeros en la siguiente oración. -Vi sus brazos completamente secos y entendí que, todo lo del vaso de agua esa para ocultar que, el tipo siquiera había sudado.-

-Ya... hombre fue una linda historia, pero creo que exageras un poco.- dijo uno de sus compañeros, a lo que Takeru resopló.

-Sí.- continuo la otra chica allí.- lo de la máscara es poco realista.-

-Bueno, por lo que supe, el chico llevaba una máscara, ya que había sido víctima de un incendio. Así que, supongo que el misterio se evapora un poco.-

- la chica que había hecho el comentario, sintió un poco de pena tras escuchar esto, y se mostró en su rostro claramente, pero no dijo nada más.

-Bueno, ya te conté sobre el relámpago blanco de la escuela de mochizuki.- Takeru sonrió, un toque de emoción allí.- te toca conocerlo.- mencionó, dirigiendo su mirada hacia la escuela y no a ninguno de ellos, lo que hizo que estos girarán en esa dirección.

A unos 200 metros se podría ver a la directora dirigirse a ese lugar y detrás de ella a la popular enfermera, la cual hacía que los chicos se volvieran todo baba a su alrededor. Las chicas allí, notaron que Shizuka hablaba con alguien, pero esta persona no se podría apreciar claramente, ya que iban varios pasos detrás de la directora.

Mientras se acercaban, se pudieron notar los mechones de pelo negro detrás de la directora, haciendo que Takeru fruncir el ceño confundido.

¿No se supone que la persona que vendría sería el relámpago blanco? Solo con el color del pelo, parecía ser, que Takeru había tenido un malentendido, y confundido a la persona que traerían, pero el mismo Takeru estaba seguro de haber escuchado correctamente a la profesora encargada informarle el día anterior, sobre quien vendría.

Cuando estaban lo suficientemente cerca como para que la directora no fuera un obstáculo, lo vieron, y no era lo que se esperaba. Esperaban a un chico con una máscara para ocultar sus quemaduras, siendo la posible razón del cambio de escuela, el bullyn. No esperaban esto...

Takeru, el cual estaba sumergido en sus pensamientos, volvió a la realidad y podría jurar que escuchó a las chicas inhalar audiblemente, pero nunca dejar salir el aire. Masaru, el parlanchín del Grupo, se quedó en silencio junto a los demás miembros, los cuales no dejaron escapar ninguna palabra.

La directora vio la reacción y reafirmo sus pensamientos anteriores. Incluso si este estudiante no era tan excepcional como se decía, ella podría usarlo como la cara pública de la escuela. Ah, ella ya podría imaginar la gran cantidad de nuevas estudiantes que ingresarían, incrementando los ingresos de la institución.

La directora recuperó su enfoque cuando notó que una de las estudiantes se estaba comenzando a tornar de un color poco saludable, cambiando del rosado al azul.
Fue así como esta aplaudió varias veces para llamar la atención, rompiendo el enfoque de la mayoría, viendo como la estudiante, parecía espabilar y volver a respirar apresuradamente.

La directora no perdió el tiempo, le pidió al postulante, luego de un trago en seco, que se colocará el uniforme deportivo. El chico, el cual parece no haberse perdido esa pausa, dijo que no era necesario, ya que era una prueba simple. La directora, un tanto nerviosa de que su desliz sea notado, simplemente aceptó.

Fue así como se encontraba este en la línea de salida junto a dos de los miembros del club. Uno de ellos, el capitán, el cual estaba programado para la prueba, y al lado, el vice capitán, el cual parecía irritado por alguna razón.

Uno de los miembros, la que debía dar la señal de salida junto a la pista con el arma falsa, aún se encontraba distraída, observando el rostro del postulante. Con una pequeña tos de la directora a su lado, lo que despertó a la chica de sus sueños, la cual con un pequeño chillido volvió a la realidad. Cubriéndose el oído derecho, levantó su mano izquierda con el arma para dar la señal.

Esta sería una carrera corta de 400 metros, una prueba lo suficientemente ligera para dar un resultado rápido, depositando la menor cantidad de tiempo.

¡Bank!

La expectativa de la directora estaba bastante alta, así como la de Shizuka, cuando vieron a dos rápidos corredores despegar como torpedos de la línea de salida. Los espectadores allí, conformados por el resto de miembros del club de atletismo, así como la directora y Shizuka notaron lo evidente, Akihiko se había quedado en la línea de salida.
Los demás chicos ya habían alcanzado en este punto los 100 metros.

Shizuka sabía que fallar en esto, significaba claramente que Akihiko no estaría calificado para la beca por la que ella había persuadido a la directora.

Ella había notado algo raro en él cuando venían camino a la escuela en su vehículo, parecía estar pensando en algo más, lo que lo mantenía espaciado con frecuencia, pero ella había imaginado que en este punto, él estaría más concentrado, lo que no parecía ser el caso.

Por lo que ella hizo lo único que podría hacer en esta situación, Gritar.

-¡CORREEEEE!-

/-/

El grito de Shizuka fue lo que me hizo salir de mis pensamientos. ¿Sobre qué? El tema de Saya por supuesto. El día completo seguía espaciado en cada ocasión en que su rostro y/o el mensaje que leí esta mañana se asomaban por mi mente.

Ahora, habiendo vuelto a la realidad, no actúe de inmediato, principalmente para no reaccionar exageradamente, asi que analice mi entorno de manera rápida, no que vi en cámara lenta.

Dos estudiantes, muy posiblemente del club de atletismo de esta escuela, se habían alejado unos 150 metros de mí, y la meta se marcaba a unos 400 metros. Esto no era un escenario único, en mi vida pasada vi varias competencias nacionales e internacionales, de este tema, y en una ocasión, una corredora caía en medio de su carrera y al levantarse, no solo se recuperó, pero ganó, lo que significa que aún tengo posibilidades, pero no podía perder más tiempo.

Despegué de inmediato de la línea de salida, usando mi velocidad promedio de este tipo de actividades. 50 metros más habían pasado, y noté que, aunque les alcanzaba un poco, la derrota me esperaría si seguía así, y eso sería un problema, si realmente espero una vida normal desde ahora. Comencé a acelerar gradualmente. El punto no era ganar con una gran diferencia, ya que salí con retraso, sino una victoria que, aunque clara, también parezca ser por los pelos. Ignore cualquier distracción y me senté en llegar con ese plan en mente.

La meta estaba a 4 segundos más a esta velocidad, mientras los otros dos delante serían rebasados en 3, 2, 1...

La llegada fue apenas por una cabeza. Pude ver a la chica de la meta, detener el cronómetro, mientras también escuché una inhalación incrédula desde detrás, así como un grito confuso.

En mi caso, aún no había terminado. El problema estaba en dar una representación adecuada de alguien que realmente debió dar todo luego de un fallo, y no un superhumano tramposo... lo que era.

Comencé a bajar mi velocidad, logrando en el proceso que mi pierna diera un paso en falso, lo que me llevó a ver al suelo rodando un par de veces.

Escuche a Shizuka gritar mi nombre con preocupación, pero aún faltaba dar el toque final a mi pequeño engaño. Recuperarme de la caída, me quedé en posición sentada en el suelo, mientras mis manos se extendieron hacia atrás mientras levantaba mi cabeza jadeando por tomar aire. Era perfecto, la escena del chico que había dado el máximo para ganar, y luego tratando torpemente de recuperarse.

Cuando las manos de Shizuka se posaron en mis hombros preguntándome si me encontraba bien, fue lo que me indicó que funciono.

-S-sí, estoy bien, solo dame unos segundos.- respondí, fingiendo tomar un par de respiraciones profundas.

Con mis ojos entrecerrados por mi supuesto cansancio, aproveché para ver a los demás allí.

Al primero que vi, fue al que llego en segundo lugar, viéndome con sorpresa, un tanto atónito, para luego exponer una sonrisa algo salvaje y apretar su puño, para consecuentemente colocar su mano sobre su rostro dejándose llevar por una risa parecida a la de un villano. A su lado, su compañero siquiera veía en mi dirección, cayendo de rodillas con una mirada irritada y dientes apretados, golpeando el suelo varias veces con el costado de su puño.

En la línea de meta, la chica encargada de tomar el tiempo, para mi ligera sorpresa, me veía con incredulidad, y sin señal de sonrojo. Esta había soltado el cronómetro, pero salvado por el lazo que lo sostenía en su muñeca.

Al lado de esta, la otra chica en el suelo, aparentemente inconsciente, con un sonrojo prominente en su rostro, mientras el último de las compañeras la sacudía por los hombros intentando despertarla.

La última persona en mi línea de visión, fue la directora, la cual me estaba dando la espalda con lo que parecía un pañuelo sobre su nariz.

Me incorporé lentamente, dejando de parecer exhausto, pero aún un poco cansado, y antes de poder decir algo, la directora, aun sin mirar en mi dirección, tose un par de veces para llamar la atención.

-B-bueno, eso ha sido un espectáculo.- hizo una pausa para luego volver a toser en su puño.- Marikawa-Sensei, por favor, lleve al alumno a enfermería y asegúrese de que no se haya lastimado. Luego, puede llevarlo a la sala de profesores, para su ingreso.

Sonreí un poco, lo había conseguido, logre el ingreso a esta escuela, por lo que solo faltaba...

-¡Muchas gracias!- me incliné en modo de agradecimiento.

Recibí unas palmaditas en la espalda cortesía de Shizuka, por lo que dejé de inclinarme y comencé a seguirla, al ver que la directora se alejaba.

Justo cuando estábamos a punto de ingresar al interior de la escuela, di un último vistazo hacia atrás, viendo pocas diferencias de lo que había hecho antes. La directora ahora daba la espalda en mi dirección, posiblemente para no verme fijamente. Creo que lo que más me sorprende es que Shizuka haya tomado todo tan naturalmente.

Ella se encontraba frente a mí, dando algunos datos de la escuela, las reglas generales y demás, cuando note que, ella en realidad si había sido afectada. No vi su rostro directamente, pero su forma de caminar había cambiado. Es decir, a diferencia de antes, sus muslos estaban mucho más cerca, frotándose uno en el otro en cada paso. Fue cuando me di cuenta de que, mi inocente acto para parecer cansado, podría posiblemente haberse visto de otra manera para los demás. Quiero decir, solo con imaginar a Saya gateando cansada en la misma posición que yo tenía previamente, jadeando por aire, me hizo sonrojar, cuando pude visualizar como me vieron los demás allí.

Me sentí avergonzado, pero afortunadamente, un respiro estaba más adelante.

-Shizuka-sensei, espere un momento.- dije mientras me adelantaba hacia la entrada de los baños masculinos, -necesito un momento.- dije apresuradamente sin darle tiempo a una respuesta.

-Está bien, pero no tardes mucho, debemos curar cualquier herida que te hayas hecho.- respondió desde fuera de los baños.

-N-no se preocupe sensei, a peñas tengo ningún raspón, por lo que lavarlo con un poco de agua aquí, sería suficiente.-

Esperaba una respuesta que contrarrestara mi comentario, lo que me permitiría gastar un poco más de tiempo aquí dentro hasta que la vergüenza pase un poco, luego del agua fría en el rostro, pero no escuché dicha respuesta.

Me concentré mientras el agua fría empapaba mi rostro, y escuche los murmullos de una voz más joven, muy posiblemente, otra estudiante.

-Aki-kun, algo surgió, por lo que iré delante a la enfermería, cuando salgas, solo ve al fondo a la derecha, y verás las señalizaciones, ¿está bien?-

-¡Ok!- respondí, a pesar de que escuche sus pasos alejarse. Bueno, esto ciertamente me permitiría relajarme.

Fue entonces que tomé una respiración profunda y con ambas manos, abofetee mis mejillas a la vez. Fruncir el ceño decepcionado conmigo mismo, mientras miraba al espejo frente a mí. Una de mis reglas personales, es tratar de espaciar lo menos posible cuando estoy fuera de mi cuarto, ya que cualquier paso en falso, choque accidental o movimiento repentino, puede terminar en una situación bastante mala si impacto a otra persona.

Exhalé, más parecido a un suspiro, y acercándome al lavamanos, abrí el grifo y mojé mi cara nuevamente. El nuevo problema que surgió con respecto a Saya, tendré que apartarlo de mi mente, al menos hasta que llegue a mi residencia actual. Asentí firmemente en aceptación a la resolución, y decidí salir del baño.

Entonces a la salida me detuve, mire en los pasillos que se dividían a mi costado y parpadee un par de veces, un tanto confundido. ¿A qué lado me dijo Shizuka que me dirigiera?

Suspiré resignado, esta es una de las razones por la que no debería adentrarme tanto en mis pensamientos. Sacudí la cabeza y simplemente hice una suposición, y caminé en esa dirección.

Había algo que decir sobre este lugar, y era que los alumnos eran realmente diferentes a los de mi antigua escuela, ya que, a lo largo del pasillo, no podrías ver a nadie más que a mí caminando libremente fuera de clases.

Más adelante, a un costado, pude ver una amplia puerta doble que, aunque por su tamaño ciertamente no podía confundirlo con la enfermería, pero ciertamente había llamado mi atención. Me detuve en la entrada, la cual estaba ligeramente abierta, por lo que, primero que nada, eché un vistazo, en el cual no vi a nadie, pero confirmé de qué lugar se trataba. Con una mano en una de las puertas, la abrí deslizándose ligeramente a un costado, mostrándome el enorme salón donde obviamente practicaban el Kendo.

Ingresé, impresionado de lo amplio, elegante y limpio del lugar, tanto que no di un pensamiento a cerrar la puerta tras de mí.

Miraba a ambos lados, con una pequeña sonrisa, pensando que, incluso si estoy en el club de atletismo, en realidad no asistiría a las prácticas, con la escusa de que tengo un entrenador privado, por lo que debería tener tiempo libre, al igual que en mi instituto anterior.

Tomé una de las espadas de madera en el suelo, la cual parece haber sido olvidado por alguno de los miembros del club y la inspeccioné. Bien cuidada, realmente se podría ver la dedicación de los miembros del club, solo por como mantenían la limpieza.

Extendí la espada frente a mí, y tras colocarme en el centro del salón, cerré mis ojos, y realicé una de las katas que practicaba Lanling para su formación. Era algo suave, movimientos fluidos que iban variando desde el movimiento de la espada, paradas y bloqueos, así como algunos giros del cuerpo en múltiples direcciones. Lo cual, era similar a un elaborado baile, pero si tenías un ojo entrenado, podrías ver algo que no muchos notarían, aparte de la belleza de los movimientos, y era la visualización de un hábil oponente, el cual evadía, atacaba y bloqueaba cada ataque de su enemigo.

Esta kata terminaba con un empuje de la espada, donde extendía mi brazo derecho, mientras mi mano izquierda se retraía, como a la espera de cualquier ataque, mientras mi rodilla derecha se encontraba levantada al nivel de mi pelvis, y esa misma pierna tenía el pie descansando en mi rodilla izquierda, cuello pie estaba firmemente plantado en el suelo.

Sonreí, satisfecho de poder hacer algo de ejercicio de espada luego de un tiempo tan largo.

Plat plat plat

Abrí los ojos, para encontrar que ya no estaba solo en ese lugar. En la puerta abierta del salón, podría ver a una hermosa joven de un largo pelo morado, vestida con el uniforme escolar de este instituto, el cual abrazaba su figura, mostrando un cuerpo curvilíneo y bien entrenado. Mientras esta joven aplaudía de manera suave pero constantemente.

-Eso fue realmente un espectáculo. No sabía que la directora traería a un maestro de la espada tan joven como invitado sorpresa.-

-¿Maestro de la espada?- pregunté con una ceja alzada y una pequeña sonrisa.

-¿Me equivoco? Luego de tal actuación, no es difícil de llegar a tal conclusión. Es fácil de deducir cuando posees el conocimiento para diferenciar entre un novato, de alguien que ha dominado la espada.- ella se detuvo, a unos dos pasos frente a mí, su mirada escrutiñadora.

- No.- respondí a su pregunta. - solo no esperaba a alguien tan agudo en este lugar.- alagué, recibiendo una pequeña curvatura hacia arriba en sus labios. -Sin embargo, te equivocas en una cosa.- antes de que ella preguntara, proseguí. No soy un invitado de la directora o algo parecido. Soy un estudiante que acaba de trasladarse hoy. Maresato Akihiko de segundo año, es un placer.- — dije mientras me inclinaba respetuosamente.

-Busujima Saeko, tercer año.- respondió de aparente buen humor, inclinándose de la manera educada y tradicional que se espera de ella.- debo decir que me complace saber que alguien tan hábil unirá a nuestro instituto.

Sonreí algo tímido ante los halagos, mi mirada rehuyendo ligeramente de ella, para evitar que mi mirada vaya a su tentador escote, el cual se mostró en todo su esplendor cuando ella se inclinó.

Ella se levantó y con un dedo recogiendo un mechón de pelo de un costado y llevándolo hacia atrás. El acto debería verse como algo común y, sin embargo, ella destilaba una sensualidad en sus movimientos, todo de manera natural, viéndose en su expresión, que solo actuaba con cordialidad.

-Debo preguntar.- dijo luego de ver a los alrededores vacíos de cualquier otra persona antes de proseguir. -¿Fuiste traído a este salón por algún profesor?-

- preguntó tentativamente para luego fijar sus ojos en los míos.

Desvíe mí mirada ligeramente, un poco avergonzado, ya que no tenía ninguna razón más que el disfrute personal al haber ingresado a su club. Volví a mirarla a los ojos, para dar una respuesta que ella esperaba.

-la verdad es que, estaba buscando la enfermería y perdí mi camino.-dije colocando mi mano detrás de mi cabeza para mostrar mi vergüenza. -vi la puerta del salón ligeramente abierta y al notar que es un club de Kendo, no pude evitar entrar. Mi disculpa por la intromisión.- dije mientras sonreía un poco.

Ella resopló apenas perceptiblemente, mientras mantenía los ojos cerrados y negaba con la cabeza, con algo de humor.

-A decir verdad, luego de lo que mostraste, estaba a punto de pedirte un duelo de práctica. Realmente, ansiosa por ello.- —dijo, su mirada clavándose en mis ojos. -pero, ya que tienes un compromiso previo, supongo que esperaré a que te unas al club. —ella hizo un gesto con la mano a la salida. -vamos, te mostraré el camino.- —Me había tomado un poco por sorpresa la declaración, pero sin perder mucho tiempo, decidí seguirla.

Fue de esa manera como salimos del salón del club de kendo, y volvimos por el pasillo por el cual me dirigí anteriormente. Estaba pensando callarme la verdad de esto, pero, posiblemente, quedaría en malos términos con ella, y, aunque detuve el posible fin del mundo, es mejor siempre tener aliados capaces... espera, no era su padre...

El silencio había sido cómodo hasta el momento, pero supongo que me tocaba romperlo. Volví mi rostro en su dirección, y noté, gracias a mi percepción más alta, que ella me había estado mirando por el rabillo del ojo, mientras su cara se mantenía dirigida al frente, y tan pronto la miré, fingió que nada había pasado, su mirada pasando al frente en una fracción de segundo.

-Debo disculparme por el malentendido. -comencé, mientras ella dirigía su mirada en mi dirección de una manera más clara.- Fui aceptado en este instituto con una beca en atletismo, no para el kendo.- - La vi parpadear sorprendida un par de veces antes de volver a su actitud calmada habitual.

-Es, ¿es eso así?—no comentó más, pareciendo dudar de cómo responder. Note que su caminar se había detenido por menos de un segundo, pero continuó casi sin rastros de duda.

-Sin embargo.- proseguí, llamando su atención aún más.-poseo un entrenamiento especial realizado fuera del club de atletismo, por lo que no necesito mantenerme presente en el club los días habituales, solo para competencias y reuniones especiales.

Por lo que, cuando termine con algunos asuntos importantes que requieren mi tiempo, estaré encantado de batirme en duelo contigo, senpai.

Ella sonrió mientras cerraba los ojos de una manera relajada. - estaré esperando ese momento.-dijo y volvimos a un silencio más agradable mientras ella me dirigía en el camino a la enfermería.

/-/

Ring~

Ring~

El teléfono comenzó a sonar del otro lado de su móvil, mientras ella movía un lápiz de manera impaciente sobre una gran lista de números similares entre sí, pero con mínimos cambios entre cada uno, la gran mayoría de esos números estando tachados.

De pronto la llamada fue contestada.

-Ya les dije que no tengo ese dinero, denme más tiempo.- grito una voz casi rompiendo en llanto, pero principalmente, una voz desconocida. Los Ojos de Saya se abrieron con sorpresa, pero sin responder nada y confirmando que no era el receptor buscado, colgó la llamada y tachó un número más en la lista.

Así comenzó a marcar el siguiente número en la lista. Su padre posible y acertadamente, pensó que ella, al igual que la mayoría de las personas de su edad, depende mucho de la memoria de los teléfonos celulares, por lo que no se aprendería el número de teléfono de su príncipe, y menos por lo reciente que fue. Ese fue un error en la planificación de parte de ella, ya que debió anotar ese número en más lugares, pero cuando su príncipe sugirió el cambio de números, su mente estaba en el país de las maravillas y los planes se fueron por el retrete.

Sin embargo, había algo que su padre no había previsto. El número de su Aki, sí, eso sonaba muy bien, pensó sonriente, para luego sacudir la cabeza y volver sus pensamientos a la actualidad.

Lo que su padre no predijo, es que ella, no solo tenía a esa persona en su celular, sino también a Takagi. Y aunque su número fue borrado de la misma manera, es un número que tenía años en su teléfono y ella había usado incontables veces, por lo que, incluso sin querer aprenderlo, la mayoría de los números ella podría recordarlos, con excepción de un par de ellos.

Y es en eso que ella se había pasado toda la mañana encerrada en su cuarto. Sí, Takeshi no podría conseguir el número de su Aki, pero si podría reunirse con Kohta, y podría obtenerlo, si explica la situación de manera adecuada.

Tock

Tock

La puerta sonó dos veces.

-Tch, ¡Ya dije que no tengo hambre, dejen de molestarme!- grito Saya al que ella suponía, era uno de los trabajadores de su padre.

Hubo una ligera pausa, antes de que una respuesta llegue.

-¡Abre la puerta ahora mismo, jovencita!- fue la voz autoritaria de su madre la que se escuchó.

Saya hizo una mueca por el tono de voz de su madre, y aunque la fugaz idea de despedirla pasó por su mente, ella sabía que era un acto inútil.

Se levantó de su cama y se dirigió a la puerta. El acto más rebelde que ella se atrevió a hacer, en este caso, fue no dar una respuesta y solo dirigirse a la puerta. Hace mucho tiempo ella no recordaba haber actuado de manera tan infantil, pero estaba algo emocional en los últimos días.

Fue así como ella giró la perilla y abrió la puerta, y allí estaba su madre con los brazos cruzados, y una mirada irritada y poco impresionada.

-¿Te parece este un nivel de madurez aceptable?—preguntó, mientras los labios de Saya se fruncían. -sé que te sientes mal por dejar a tus amigos atrás, pero todo esto es por tu bien. - Su mirada se subió solo un poco, y su tono de voz intentó ser más suave.

Ella no tenía tiempo para esto, pero tampoco podría cerrar la puerta en la cara de su madre, como hacía con la servidumbre, sin embargo, cuando su madre mencionó que era "por su bien". No pudo evitar bufar, de manera automática. Ella notó su desliz, y tensando un poco, volvió su mirada a su madre, la cual parecía ofendida por el acto.

-No has visto las noticias por lo que veo.- dice tratando de no abofetear a su hija por la falta de respeto. Dado que su hija no reaccionó por la mención de las noticias, ella confirmó la ignorancia de su hija en el tema.

-Una nueva ola de Homicidios y secuestros comenzó en ese lugar.- dijo mirando a Saya a los ojos, la cual se mantenía en silencio, ya que no creía poder debatir con su madre y ganar algo... aún no.

Su madre tomó su silencio como una muestra de incredulidad en el tema, por lo que ella fue al ejemplo más rápido, sus amigos afectados. Por lo que colocó el periódico que ella tenía en las manos de su hija.

- -Deberías estar más al pendiente de tus amistades.- dijo su madre, con una voz de reproche. Cuando Saya tomó el periódico, su madre continúo -ahora, baja a comer, te hemos educado mejor que esto.

Esta se alejó a paso lento de la habitación de su Saya, segura de que su mensaje fue recibido, pero se detuvo cuando la voz de su hija, envió una réplica a sus palabras.

-Sí, me educaron para mantener las amistades que consideré genuinas. -hizo una corta pausa, intentando reprimir sus volátiles emociones, con tal de evitar empeorar esta situación en su contra. Pero no cubriría las acciones de su padre.-. Por eso estoy intentando recuperar todos los números telefónicos de mis amigos borrados por papá.-

Su madre notó su voz y sus ojos con lágrimas reprimidas, y reevaluó el comportamiento de su hija. No hubo más intercambios de palabras, cuando Saya cerró la puerta detrás de ella.

Luego de un suspiro que llevaba una cierta carga de culpa, luego del regaño a su hija sin conocer todos los aspectos tras su comportamiento, se dirigió al comedor, lista para hacerle varias preguntas a su esposo.

Al otro lado de las puertas cerradas, se encontraba Saya con una mano en el pecho, dando varias respiraciones profundas, hasta que escuchó una voz familiar lejana.

-¿Takagi? ¡Hey Takagi! ¿Me escuchas?- era la voz de Takashi. Aparentemente, mientras cerraba bruscamente la puerta de su habitación, había oprimido el botón de llamada en su Celular, y llamado al siguiente número en la lista, ciento al fin, un acierto. A pesar de todo lo sucedido, una pequeña sonrisa se plasmó en su rostro, al ver que, al fin, algo sale bien.

Lanzó el periódico a su cama, ya luego lo leería, había algo mucho más importante en estos momentos.

/-/

Tsunoda bostezó en su pupitre, un poco somnoliento, luego de dar una vuelta por la ciudad con los amigos la noche pasada y divertirse coqueteando con varias chicas e intimidando a sus novios si tenían uno.

Hace algunos años se había mudado de la ciudad de Mochizuki a esta, y se vio como un león en una ciudad llena de ovejas. Al menos así se percibía, Tan solo con saber de dónde venía, ganaba una especie de rango, uno que viene acompañado, de cierto respeto y precaución.

Giro su cabeza para ver a su costado, estaba ese cuatro ojos, Kazu Ishii, si recordaba correctamente, que tan solo al notar que él lo veía, giraba para mirar fijamente al frente con un nerviosismo palpable. Giraba su cabeza un poco más adelante, y allí estaba Yuki Miku, su sexi compañera de aula, la cual, al ver que él la observaba, lanzó un pequeño saludo. Otros dirían que ella estaba nerviosa en esos momentos, pero para él, ella estaba coqueteando.

Sonrió de lado, lo que le llamaría su sonrisa de ganador, y pensaba ir hacia ella, y charlar un poco. Cuando él se levantó de su asiento, la mano que lo saludaba se encogió, y ella se veía algo nerviosa, pero su sonrisa se mantuvo.

Fue en ese momento cuando la puerta del aula se abrió y la profesora Kyoko Hayashi, ingresó en el aula. Él se vio obligado a detener su pequeña visita a su futura novia, y con una mueca volver a su pupitre, perdiendo el suspiro de alivio que salió de la boca

de Yuki Miku.

No importa el poder que tenga sobre sus compañeros, él no quería meterse en problemas con los profesores, lo que podría llevar a problemas más grandes, y él deseaba evitar cualquier posibilidad de volver a su vieja ciudad. Aquí era un pez relativamente grande, pero en su ciudad natal, era apenas un arenque... por lo salado que estaba.

La profesora decía algo sobre un alumno de intercambio, pero la mayoría de la información mencionada pasó por encima de su cabeza, mientras observaba de manera un tanto lujuriosa la figura de su maestra u su ligero sonrojo. Solo cuando se mencionó que el nuevo estudiante era de la ciudad de mochizuki, él volvió a prestar atención. Esto podría ser un problema, ya que este muevo tipo podría querer su trono en el salón. Él pudo ver que algunos de sus compañeros se pusieron algo nerviosos con ese dato.

-Adelante.- dijo la profesora un poco demasiado entusiasmada. La puerta se abrió y en el segundo en que los allí presentes pusieron sus ojos sobre él, hubo un profundo silencio.

El silencio se convirtió luego de unos largos segundos en susurros emocionados de las chicas.

Tsunoda, por otro lado, no prestaba real atención al nuevo alumno, ya que algo más había llamado su atención. La chica de pocos asientos de la chica, que él estaba seguro sería su mujer, se había sonrojado frente al tipo nuevo, colocando una expresión que ella nunca había hecho para él.

Al volver su atención hacia el chico nuevo, solo pudo ver al típico niño bonito que a las mujeres les gusta, y lo odió al instante, Tsunoda no recordaba haber sentido tanto desprecio por alguien a quien solo había visto una vez, no le importo, lo odiaba, odiaba esa cara.

/-/

Sonríe, solo sonríe.

Es lo que me repetía a mí mismo en mi mente, mientras me dirigía hacia mi nueva aula, mientras la profesora a mi lado me miraba y me hablaba animadamente, sonriendo e incluso jugando con su pelo, como una fangirl con un enamoramiento. Yo solo podía sonreír y recordar que, no es su culpa comportarse de esa manera. No soy presuntuoso ni nada por el estilo, yo estoy acostumbrado a mi rostro actual, así como mi familia, pero es literalmente una leyenda cristalizada, por lo que su efecto sobre los demás no puede ser negado.

...

Ahora que recuerdo, cuando Shizuka y yo llegamos a la dirección, la directora ya hablaba con la profesora, cuando giraron en nuestra dirección, por supuesto, se presentó la pausa correspondiente, pero la profesora se deshizo del impacto inicial de ver mi rostro, de manera bastante rápida, de por sí, eso es impresionante. Mientras meditaba en este peculiar suceso, estaba de pie fuera del aula.

-Espera un momento aquí Maresato-kun- dijo la profesora sin perder su sonrisa dirigida a mí, e ingresó al aula, cerrando la puerta detrás de ella. Yo sabía lo que vendría, y no negaré que estaba un poco nervioso. En todos estos años, nunca tuve que presentarme sin máscara frente a un grupo de estudiantes. Mejor dicho, nunca fui un estudiante de intercambio o uno que llegara ya comenzado el periodo de clases anteriormente, por lo que esta típica presentación no es algo que haya vivido, y al no tener mi máscara, la sensación de estar desnudo frente a un grupo de desconocidos se intensifica.

-Adelante, pasa por favor- escuché venir desde dentro, seguro de ser la voz de la profesora, por lo que, teniendo una idea de lo que vendría, tomé una respiración profunda e ingrese.

No miré a mi costado, solo mirando hacia el frente, donde veía a la profesora mirándome fijamente con una sonrisa que podría decir sin dudas que es honesta, aunque sus sentimientos quizás no son los que una profesora debería dirigir a un estudiante, pero tampoco podría culparla... creo. Llegué al lado de esta, y giré hacia el frente, mirando a mis nuevos compañeros de aula, en lo que era el inicio de una vida normal. Barrí rápidamente a todos en el salón, estaban las más fáciles de leer, las chicas increíblemente sonrojadas y otro han grupo boquiabierto. Había un par que me miraba con odio, a pesar de nunca antes haberlos visto. Podrías contarlo como una ventaja o desventaja, pero nuevamente, como la leyenda afirmaba, los aliados se embelesarían al ver el rostro del príncipe, y los enemigos lo despreciarían.

Mientras pensaba en esto, seguro de que el silencio se prolongaría por unos 5 minutos, algo que no esperaba sucedió. Una mano se extendía desde una chica hasta su compañera en el pupitre de al lado, dicha mano se posó en el hombro de la chica adjunta, y fue sacudida, mientras la chica responsable, sonreía emocionada, mientras le decía algo que no pude entender correctamente, dada la velocidad a la que hablaba. Ese fue el detonador, para que la mayoría de estudiantes saliera del trance, comenzando una variada cantidad de reacciones.

La mayoría charlaba emocionados entre ellos. Una parte, me miraba con una sonrisa, pero era diferente a lo anterior. Antes me veían de manera estática, como en un profundo trance. En esta ocasión, parecían mucho a los fans en aquel concierto de ídolos, cuando las estrellas ingresaron, y el último grupo, y más pequeño, sacaba de manera sutil sus celulares, lo que supongo significaba... bueno, fotos o videos. Decidí ignorar esto último, concentrándome en algo que llamó mi atención.

¿Cómo había roto el trance de manera tan rápida? Cerré los ojos un segundo luego de todo esto, mientras la profesora calmaba a los estudiantes. Sonreí, ya que sentí algo de humor de que, en esta presentación, era yo quien se iba a mantener. Al abrirlos vi a mis compañeros apenas guardando silencio y fijándose en mí, por lo que hice lo esperado. Me incliné ligeramente y comencé mi presentación.

-Soy Maresato Akihiko, pueden llamarme por mi nombre sin ningún problema.- volví a mi posición erguida y sonreí.-Es un placer conocerlos a todos-

-¡Kyaaaa!-

Y así estallaron los chillidos, lo cuales no tardaron mucho, ya que la profesora, inmediatamente, impuso el orden, y permitió algunas preguntas, lo que tampoco se hizo en orden inicialmente. Las manos de las chicas revoloteaban, ansiosas de ser seleccionadas por la profesora, para hacer sus preguntas.

-Primero Taniuchi, luego Ishii, y finalmente Miku. —señalo la profesora. Inmediata las manos fueron bajadas, y muchos de los ánimos de las chicas no seleccionadas.

-¿¡Tienes novia!?—la pregunta silenció el aula. La chica que fue seleccionada para hacer la tercera pregunta, miraba con intensidad a la chica, pero luego volvió su mirada hacia mí, al igual que muchos, expectantes. Esto era mejor dejar claro todo desde el inicio. De esta manera, estoy seguro de que evitaría mucho odio de los demás compañeros.

Mi mano fue hacia mi nuca, eh intenté verme algo apenado, desviando mi mirada ligeramente.

-Actualmente, no, no tengo novia. —dije, e inmediatamente, por el rabillo del ojo, pude ver muchas expresiones cambiar, varias chicas, con sus ojos iluminados, lo que, por el espectro contrario, los chicos, parecían oscurecer sus expresiones, incluso los que eran neutrales cuando llegué. Pero no termine allí, o sería un problema. —Sin embargo, actualmente ya hay alguien que me gusta.

Luego de esas palabras, una chica a su costado golpeo el hombro de la chica que pregunto ligeramente con el puño, aunque la chica reaccionó un poco adolorida tocando su hombro.

-¿Eres tonta?—preguntó en un tono molesto, luego se acercó y susurró algo que no pude escuchar, pero que las chicas cercanas parecieron reaccionar, y sus expresiones cambiaron a una muy triste. Algunas incluso cubrieron su boca con sus manos, con sus ojos casi en lágrimas… y por alguna razón, me veían con pena. Los chicos, por otro lado, respiraron con alivio, y otros levantaron una ceja, pero en general, el odio se esfumó casi por completo. Excepto por uno de los chicos, que hacía muy evidente su odio, si lo mirabas por un segundo.

-L-lo siento por mi pregunta insensible—dijo la chica, y realmente le creo cuando dijo que lo siente, pero ahora estoy muy confundido.

-Descuida. — dije, con una sonrisa, para no hacer de una simple pregunta algo incómodo para todos.

Las otras dos preguntas fueron comunes, por decirlo así, el chico, Ishii, pregunto por qué había venido a esta ciudad, y aunque pude hablar del problema en la escuela anterior, preferí mencionar el inicio de asesinatos en mi ciudad anterior y la preocupación de mis padres.

La última chica en preguntar, Miku, la cual me parecía familiar por alguna razón, parecía mirar nerviosamente a los alrededores, antes de que le tocara, curiosamente, luego de la primera pregunta, por lo que, imagino que eso quería preguntar ella. Al final, simplemente pregunto, si me uniría a algún club.

Una pregunta simple, que fue respondida de manera simple. Después de todo, llegué aquí con una beca para el club de atletismo. Fue así, que la presentación terminó, y las clases comenzaron.

No solo en mi vida anterior, sino también en la presente, disfrutaba de sentarme en los asientos traseros, ya que llamaba menos la atención, lo que se traducía como ser llamado menos por el profesor a cargo para exponer. En esta ocasión, además de negárseme la posibilidad de elegir un asiento, ya que solo podía elegir el único que estaba libre, la profesora apenas me quitaba los ojos de encima, lo que se traducía, a llamarme, a responder o leer para la clase la mayoría de llamados. Nunca desee tanto que la clase terminara, por lo que sí, fue un día terriblemente largo.

No me había levantado de esta silla, ni en la hora del almuerzo, ya que fui rodeado por los demás estudiantes, y las preguntas volvieron, aunque llegó a mi información que podría considerar valiosa, ya que revelaba el misterio de la rápida recuperación de los estudiantes y la profesora, al ver mi apariencia. Todo llegó a mí muy rápido cuando una de las chicas, muy emocionada, usó su celular e ingresó en lo que es el equivalente al Youtube de este lugar, y al ver el video que se comenzó a reproducir, me dio una vergonzosa respuesta.

Cuando llegué ayer a esta ciudad, me detuve en una especie de restaurante de Maids o mucamas, bueno, fui halado dentro. Cuando estaba allí, antes de que mi comida fuera servida, algunas de las chicas cantaban en el pequeño escenario. Era obviamente un karaoke, lo cual disfruté, pero parece que las chicas se avergonzaron mucho, ya que se retiraron muy sonrojadas. Luego de su salida, todo quedó bastante vacío, pero una nueva tonada comenzó a reproducirse de manera automática, bastante relajante, así que esperé mi comida, mientras disfrutaba de la melodía.

La comida había tardado en llegar, pero algo más llamó mi atención. Una nueva melodía comenzó a reproducirse, una que, curiosamente, conocía de mi vida pasada y no pensé escuchar aquí. Es por esto que, en mi ligero aburrimiento, subí al escenario, tomé el micrófono y cerré los ojos para evitar la vergüenza, cuando escuché pasos a acercarse, de quien sería posiblemente una de las meseras.

Entonces, comencé a cantar "Dame da ne" del juego yakuza.

Yo canté de memoria la canción, intentando sumergirme en la melodía, tratando de colocar tanto sentimiento en la letra, como recordaba de esa canción. Como fan, no entendía completamente lo que cantaba en aquel tiempo, pero ahora, notaba que esta era una canción sobre la traición, y el amor que perduraba a pesar del daño a uno mismo. En mi vida pasada, podrías describir esta canción, como una de amargue, o melancólica, una que escucharías en un momento triste relacionado con el amor. Curiosamente, cerca del final de la canción, casi bostezo, pero logré apretar los dientes para evitar abrir la boca. Pero entonces, sentí cómo mis ojos acumulaban humedad, pero no importaba, la canción estuviera completa. Al abrir los ojos lentamente, intenté que lo que estaba delante de mí no me sobresaltara demasiado, lo que, exteriormente, logré, pero mi sorpresa, aún estaba allí.

El restaurante estaba absolutamente abarrotado, No había notado la gran cantidad de personas, confundiéndolos con empleados caminando, y por el silencio antinatural que se había formado. Nadie, ni una sola persona allí hablaba, pero sus rostros contaban historias que gritaban diferentes emociones. Una gran cantidad de espectadores dejaba escapar lágrimas sin contenerse, mirando al escenario como si un ser celestial estuviera descendiendo, ese tipo de expresión impresionada que no permite ni un parpadeo.

Muchos otros tenían sus celulares con las cámaras apuntadas en mi dirección, pero los usuarios en sí, no prestaban atención a dicho artefacto. Algunos pocos habían perdido el conocimiento, con una parte siendo ayudadas a recomponerse, y otras dejadas a su suerte. No pude seguir analizando a la multitud, cuando ellos mismos habían logrado salir del trance, y comenzaban a gritar y aplaudir eufóricamente, Animando de la misma manera. Esto, esto fue mucho para mí, por lo que, fui detrás del escenario, y tan pronto como estuve seguro de que nadie me veía, salí tan rápido como pude de allí, asiendo uso de mi velocidad para escapar de todos los ojos.

Y allí están mi respuesta, del porqué todos mis compañeros lograron reaccionar tan rápido a mi rostro. Ellos vieron tantas veces ese video que fue subido a las redes, que una gran parte del factor sorpresa de encontrarse conmigo inicialmente se ha perdido.

Bueno, mirándolo por el lado bueno, es una mejor manera de comenzar una vida tan normal como sea posible. De todos modos, hace tiempo llegué a la conclusión de que no era realmente necesario mantener la máscara, pero dada la influencia de Lanling en mí, simplemente seguí usándola, solo por la comodidad que la máscara me proporcionaba.

Entre las preguntas que mis compañeros me hacían mientras no había profesores presentes, surgió la de mi vivienda actual, lo que, sería mejor mantener en secreto, tanto por mi bien como por el de Shizuka. No quiero imaginar lo que pasaría si eso se llega a saber… honestamente tampoco creo que tarde mucho en saberse si todo sigue así, se sepa por ella o algún estudiante que tarde o temprano nos vea llegar juntos.

Por ahora mi respuesta fue, en casa de un amigo de la familia, hasta que encuentre una pequeña vivienda en venta, que pueda comprar. Esta última parte, aunque debería sorprender a la mayoría de estudiantes, al conocer a otro que tenía los medios económicos para comprar una vivienda, en mi caso, parece que lo tomaron como una confirmación de mi estatus de Ídolo, gastando su pago.

El chico con lentes, cuyo nombre completo era Kazu Ishii, que por alguna razón, pensé que lo había visto antes, me habló de una casa, que estaba en venta por el sector por el que él transita todos los días para la escuela. Amablemente, me dio la dirección, la cual estaba bastante cerca, por lo que iría a confirmar tal lugar. Él ofreció acompañarme, por lo que decidí no rechazar su buena voluntad. Fue así como las clases continuaron, sintiéndose un día bastante más largo de lo normal, hasta que la campanada que da por finalizado el día, declaró la libertad.

Yo, porque ya conozco la forma de ser de Shizuka, envié previamente un mensaje a su celular, informándole que saldría con… algunos nuevos amigos. Sí, una pequeña mentira, ya que saldría a ver solo esa casa, pero no quería que ella apareciera fuera del aula buscándome, ese sería un desastre que quiero evitar, y del que debo hablar con ella al llegar a casa.

Me levanté del asiento, mientras el chico, Ishii, se había levantado de su asiento y colocado a mi lado. Antes de que ningún intercambio de palabras ocurriera, varias chicas y algunos chicos se acercaron a nosotros.

-Oye, Maresato. —Saludo uno de los chicos, no usando mi nombre, pero tampoco usando honoríficos, así que supongo que equilibra. – ¿Tienes tiempo para algunas preguntas más?—

-Ah, lo siento… este…- hice un pequeño gesto con la mano en su dirección.

-Kurokami, Sato Kurokami—dijo colocando sus manos en sus bolsillos de manera casual.

Dado que él no mencionó que usara su nombre, tendré que ir por lo más común, así que asentí.

-Lo siento Kurokami-kun, en estos momentos me retiro, ya que iré a ver una vivienda que Kazu Ishii-kun me mostrara. —hice con un gesto de la mano, tratando de frenar visualmente el sentimiento de incomodidad de tratar todo con tal formalidad. Los presentes vieron a mi costado al compañero en cuestión, y cuando Kurokami iba a hablar, una de las chicas con él se adelantó.

-¿¡PODEMOS ACOMPAÑARTE!?—dijo de manera apresurada, alzando su voz, a un paso de un grito, la chica que fue la última en hacer la pregunta en mi presentación… Miku… Yuki Miku, correcto, ya que había presentado en el receso.

Bueno, no veía una razón, por la que no hacerlo. Ellos han sido muy amables, así que era simple cuestión de devolver la cortesía.

-Por supuesto—respondí con una sonrisa. La que fue respondida por las chicas cotilleando alegres. No importaba lo alegre que se veía el ambiente, yo podía sentir a mi costado la mala intensión de alguien, golpeando en oleadas.

Todavía había alguien que mantenía una obvia intención negativa contra mí en el aula, pero por el lado bueno, al ser solo uno, sabré identificar al responsable de cualquier ataque.

Fue así como salimos del aula, y no perdí la mirada furiosa del único compañero que aparentemente provenía de la misma ciudad que yo, un tipo que, por los susurros de algunos de los compañeros aquí, se llama, Tsunoda.

De esa manera nos dirigimos a pie hacia la pequeña casa en venta, con el pequeño grupo que hablaba de manera animada, señalando lugares de interés como tiendas electrónicas, pero lo más importante, los mercados de comestibles más económicos.

El recorrido fue tranquilo, y pocos se detuvieron para verme, ya que todos caminaban a mí alrededor, efectivamente cubriéndome de la vista de la mayoría de los peatones.

Llegamos luego de unos 15 minutos a la pequeña residencia, la cual, no estaba mal. Conocí al actual vendedor poco después, cuando Ishii fue por el tipo, al ser un viejo amigo de sus padres.

Luego del escaneo que esa persona hizo, y la sonrisa un tanto maliciosa que recibí, supe que no compraría la casa. Esto se dio a conocer bastante rápido, para, luego de su presentación y cortesía, procedió a darme un precio absurdamente inflado por la casa. No es que yo sea un conocedor del área, pero fueron mis compañeros lo que me dieron a conocer el dato, ya que, aparentemente, el precio que proponía esta persona es 3 veces mayor a otras en la zona. Ishii se mantuvo en silencio, pero tenía una mirada reprochadora y avergonzada plasmada en su rostro.

Al final, le di la respuesta pre-programada de toda empresa cuando llegan al final de una entrevista, y sabes que posiblemente nunca los vuelvas a ver.

-Yo lo llamaré.- —dije mientras le estrechaba la mano. No es que él sepa que no volveré.

Los chicos, luego de que nos alejamos, comenzaron a hablarme del fraude, incluyendo Ishii, lo que agradecí, aunque ya lo suponía.

Fue en ese momento donde el grupo comenzó a separarse, para volver a sus respectivos hogares, y cuando me despedí de Ishii, siendo el último en irse por una intersección, respiré un poco aliviado, ya que...

Por tercera vez, vi pasar la misma motocicleta a mi costado, lo que es una clara señal de problemas.

La calle estaba bastante solitaria, así como los alrededores, y el sonido de varios motores en mi dirección aumentaba, por lo que simplemente me gire hacia la calle vacía, sabiendo que pronto no lo estaría.

/-/

El día inició de la manera más común posible para Saeko Busujima, y ella no esperaba que eso cambiara. Entrenar toda su vida y en consecuencia tener tales habilidades con la espada, y vivir en una sociedad tan pacífica, la dejaba con un vacio que no podría llenar fácilmente.

Lo único que le emociono hasta el momento, fue hace 3 años, cuando le dio a un acosador una fractura de omoplato y fémur, disfrazándolo de defensa personal, aun cuando fue ella la que atrajo al maleante, fingiendo debilidad.

Con algo de suerte, ella atraería a alguien más de esa calaña, y la emoción volvería... aunque no tuvo que esperar a un nuevo atacante para sentirse emocionada nuevamente, y lo sorprendente es, que fue en la escuela que encontró esa emoción. Y no, esta vez, no hubo un ataque o acosador involucrado, para que ella se sintiera viva nuevamente.

Ella como capitana, tenía responsabilidades con el club de Kendo, por lo que se encargaba personalmente del mantenimiento de algunos elementos, por lo que, cuando volvía al club con estos, notó a cierta distancia la puerta del dojo ligeramente abierta, estando consciente de que ella misma había dejado las puertas juntas, para luego escuchar un ligero sonido, tan ligero, que apenas lo escuchó, dado el silencio de los pasillos. Se movilizó hasta la entrada con su paso silencioso habitual, que, al llegar a la entrada del dojo, ella detuvo abruptamente. Sus ojos se abrieron y su pelo se movió, como si la brisa detrás de ella, la incitara a entrar. A pesar de la imagen estricta y fuerte que muchos tenían de ella, la cual no era una imagen infundada, siempre olvidaban una cosa muy importante, ella era una mujer, y así mismo, no era una extraña a sentir lo que cualquier adolescente podría sentir, solo que, para ella, los requisitos eran un poco más altos, y quizás un poco diferentes al resto.

Saeko misma estaba enamorada de un senpai de un curso superior, persona a la que ella nunca se declaró, ya que ella pensaba que no lo merecía, dado el tipo de persona que realmente era ella. Aunque ahora mismo, ella estaba cuestionando fuertemente el haber estado realmente enamorada de esa persona debido a lo que sus ojos le mostraban en este momento. Dentro del dojo, ella vio un ángel. O al menos la forma más hermosa en que esos seres son mostrados. Pelo blanco con toques plateados, un rostro tan hermoso, tan excepcionalmente bello, que ella no hubiera creído que fuera posible que existiera, a menos que, como ahora, ella lo viera en persona. Pero por sobre todo eso, practicaba una Kata, con tal gracia y fuerza, que ella literalmente perdió el aliento por varios segundos.

Sus movimientos eran tan pulidos, tan elaborados, tan hermosos como el mismo chico allí frente a ella. Eran uno de esos momentos que deseabas que se extendiera tanto como fuera posible, que el tiempo se ralentizara, solo para apreciar aún más la belleza que el espadachín veía en esta persona. Pero dicen que lo bueno no dura para siempre, y esto se demostró una vez más, cuando, de manera magistral, la exhibición imprevista terminó con una floritura final.

Fue intuitivo, podrías decir, pero incluso con su cerebro aun admirando lo que estaba frente a esta, sus manos no pudieron evitar unirse y separarse repetidamente, entregando un aplauso pausado, pero frecuente, llamando la atención del chico frente a ella, rebelando así, el hermoso azul profundo de sus ojos.

Antes de quedarse ensimismada nuevamente, ella dejó salir lo que pensaba, acompañada de su sorpresa al recibir a un maestro de la espada tan joven en su dojo. No había otra manera de describirlo, sus movimientos, de manera que ella creería imposible para alguien tan joven, eclipsaban los de su padre, algo que ella nunca pensó viviría para ver.

Él no negó el título, más bien, la halagó por su ojo agudo. Podrías decir que fue un acto presumido, pero, ¿por un maestro renegaría de su título, de su habilidad? Lo más sorprendente de todo esto, es que ella no conocía a esta persona tan ágil. Con su habilidad y apariencia, debería tener un nombre en el mundo de la espada, pero era inexistente en el campo, y aunque ella deseaba preguntar por esto, se conformó con una charla más casual, intentando conseguir un duelo. Lamentablemente, esta idea fue derrumbada bastante rápido, al conocer que estaba siendo esperado por la directora, y solo estaba aquí al perderse.

Ella le acompañó, para guiarlo, y descubrió, para su decepción, que él no estaría en el club de Kendo, sino en el de atletismo, aparentemente, por una beca. Pero, a pesar de esto, él prometió duelos amistosos en el futuro, cuando termine con un asunto. ¿Qué asunto? Él no mencionó, y ella no se inmiscuyó, pero esperaba terminara rápidamente.

El día luego de ese encuentro, prosiguió con normalidad, aunque ella estaba más distraída de lo normal, ya que su mente volvía a ese momento y reproducía todo nuevamente para su deleite.

Ella estaba emocionada. No podría volver en su ruta más rápida a su casa, este día ella no tomaría el metro. Ella caminaría todo el trayecto hasta su hogar, con la única esperanza de encontrar algunos matones o algún pervertido, con el que ella pueda ventilar toda esta excitación. Ella sonrió y negó ligeramente con la cabeza. Ese tipo de pensamientos podrían malinterpretarse si ella los declarara en voz alta, pero nada más lejos de ese escenario. Ella buscaba a ese tipo de personas, para tener una escusa nuevamente para poder usar su espada, tener un enemigo frente a ella con el que pueda desahogarse.

Habían pasado unos 45 minutos desde que comenzó a dirigirse a casa. Gracias a la calle vacía, ella escuchó bastante ruido detrás de ella, y giró para ver lo que se aproximaba. Una sonrisa se dibujaba ligeramente en sus labios, cuando notó un grupo de motociclistas de apariencia peculiar, una apariencia que solo podría describir como punk, lo que era una visión muy poco común en esta ciudad.

Estos estaban gritando groserías y agitando bates de béisbol, así como espadas de bambú, mientras se acercaban ruidosamente. Ella se detuvo y coloco su espalda apuntando a la pared, su postura más parecida a la de una estudiante nerviosa, que a su yo real. Ella había lanzado el cebo, y esperaba que alguno picara, pero cuando todos siguieron de largo sin darle mucha importancia, la decepción la llenó.

Apenas unos segundos después, ella notó, para su ligera sorpresa, que este grupo se había detenido no muy lejos, apenas a unos 100 metros.

Saeko siguió caminando en esa dirección, con la clara intensión de terminar envuelta en un enfrentamiento con alguien, y viéndolos como los candidatos perfectos.

Sus ojos se abrieron ligeramente al llegar a la esquina donde la calle, delante de ella, cruzaba de lado a lado, conectado con la calle a su costado, aunque eso no fue lo que llamo su atención. Los 5 punk se habían detenido sus motos, rodeando a una persona, la cual no podía apreciar correctamente, pero podría ver alguna de sus extremidades, en el tumulto de elementos allí. La intensión clara de violencia en sus gritos, y el agitar de sus armas, así como golpes repetidos al suelo, muy posiblemente para la intimidación. Los gritos de,

-te mataremos imbécil—

-romperé esa carita linda tuya- eran un regalo.

Saeko no pudo evitar reírse para sí mismo, ella sabía lo que debía hacer si quería la acción que estaba buscando, y no pudo evitar burlarse. Ella tendría que fingir que le interesaba ayudar a un total desconocido, al punto de ser una "heroína" para poder tener lo que deseaba.

Calmó su sonrisa mientras se acercaba pisando de manera sonora, aunque esto parecía ser ignorado, dado el alto volumen de los gritos furiosos. Ella incluso sacó su espada de bambú de la funda, y tocó el suelo un poco mientras se acercaba, pero aun así, la concentración del grupo permaneció en su víctima. Ella no negaría que comenzó a sentirse un poco frustrada, por la falta de atención, pero cuando uno de los tipos, a pocos pies de ella, levantó el bate mientras otros animaban, fue su bandera para actuar.

Un rápido, pero certero golpe al codo del atacante, cuando su brazo estaba levantado listo para lanzar un golpe, fue suficiente como para que la persona dejara escapar el arma contundente de sus manos, para luego sujetarse el área con dolor. Afortunadamente, para él, ella solo lo golpeó con la fuerza necesaria para desarmarlo, y no para romper el hueso directamente, aunque fue tentador. No querría que ellos se sientan intimidados y terminen retirándose, antes de que todos pudieran lanzarse contra ella.

-¿¡Qué mierda!?-Chilló el sujeto mientras se inclinaba para acunar su codo con su otro brazo, haciendo que todos miraran en su dirección. Ella siquiera había dirigido su mirada a la persona acosada, saboreando incluso ese pequeño golpe, y expectante viendo la furia de los punk, incluso sin que ella dijera una palabra.

-Es realmente penoso y reduce su honor como hombres, el amontonarse contra una sola persona. —dijo ella, la cual notó que ellos parecían no reconocerla, pero que sus palabras hirieron su orgullo, al poner en duda su hombría.

-¡Yo te enseñaré, perra!—grito uno de los sujetos con espada de madera, mientras otro le seguía para respaldarlo, con ira en sus ojos.

Saeko simplemente se movió a un lado elegantemente, cuando uno de los punk simplemente pasó a su lado, perdiendo el control al haber lanzado un golpe con demasiada fuerza con su bate. Luego, se agachó, dejando pasar al siguiente que, aunque en un ángulo diferente, sufría del mismo descontrol el primero. Podría verse como un error horrible el darle la espalda a la mayor cantidad de oponentes detrás de ella, pero esta era simplemente otra provocación de su parte. Ella era lo suficientemente ágil y fuerte como para lidiar con esa situación. No, ella deseaba que sucediera.

Fue una lástima que ella no sintió a ninguno de los demás punk correr hacia ella, quizás evitando el escape de su víctima. Saeko simplemente decidió lidiar con los punk delante de ella, evitando sus ataques y golpeando para causar dolor, pero no con la fuerza de romper huesos, no aun, ella lo estaba disfrutando demasiado.

Ella supuso que debería dejar de jugar, cuando uno de los sujetos, humillados, sacó un cuchillo, lo que le dio a ella una razón más que prudente que entregar a la policía, por el uso excesivo de fuerza. Ella tuvo que hacer un esfuerzo consciente para que su sonrisa no partiera su rostro.

Fue en el siguiente ataque, en el que ella dio golpes debilitantes, al atacar las rodillas y manos, rompiendo esta vez, los huesos de la rótula y algunos dedos, evitando que vuelvan a tomar sus armas, para luego golpearlos en el estómago y mandíbula, para dejarlos fuera de combate. Ella solo pudo sonreír al contemplar su rápido trabajo, disfrutando de la sensación que hace tiempo no probaba, pero sin bajar la guardia, sabiendo que otros tres estaban detrás... aunque, estos no habían dicho ni una palabra tras lo sucedido. Ella supuso que no esperaban esto, por lo que estarían atónitos. Ella giró lentamente, esperando poder provocar también a los restantes, y tener al testigo que hablaría, en su favor, sobre lo ocurrido. Para su sorpresa, los tres detrás de ella, estaban desparramados en el suelo, no caídos del miedo, no con ninguna dolencia de ningún tipo, pero, completamente inconscientes, algo sumamente difícil de realizar en conjunto, sin una amplia experiencia en el combate contra otras personas. Aunque eso no fue lo que más le sorprendió, sino la presencia de la persona, ella sabía que era la causante y al mismo tiempo "víctima" de los punk.

Allí, con una sonrisa gentil y de pie casualmente rodeado de los cuerpos inconscientes, se encontraba el que ella había reconocido como un joven maestro de la espada, que ella había conocido esta misma mañana, Maresato Akihiko. Viendo su falta de ninguna espada de bambú, ella supuso que su maestría no se limitaba a la espada.

-Busujima-dono, qué agradable sorpresa. - él realizó una reverencia educada. –Le agradezco su ayuda, fue muy amable de su parte.—

No tardó mucho en recuperarse, quizás por la ligera decepción que cubrió un poco el impacto de saber que la diversión había terminado para ella.

-Parece que mi ayuda fue innecesaria.- dijo casualmente mientras se acercaba, ignorando los quejidos dolorosos detrás de ella. Ante su respuesta, él simplemente sacudió la cabeza.

-Para nada, estaba realizando una diligencia y me acabas de ahorrar mucho tiempo.- dijo mientras comenzó a caminar alejándose del lugar, haciéndole un gesto con la cabeza para que le siguiera.

Ella parpadeó por la sorpresa, y echó un vistazo a su alrededor, observando que ninguno de los punk se había levantado siquiera. Los que ella abatió se retorcía de dolor, mientras los noqueados por esa persona echaban espuma por la boca, y su conciencia no parecía volver pronto. Saeko decidió seguirlo, caminando a su lado, y tras ver lo que él es capaz de hacer, sus muslos se frotaron sensualmente en su caminar, intentando retener su deseo.

-Me dijiste esta mañana que podríamos tener algunos combates...-

-Tan pronto como resuelva cierto asunto.- completo este.

-Correcto.- recordó esta. ¿Es la diligencia actual a lo que te referías? Si es así...

-No- corrigió nuevamente. -actualmente, iré a resolver mi problema de vivienda.- Eso hizo que Saeko levantase una ceja, pero no interrumpió. Su curiosidad, no estaba en ese tema.

-¿Puedo preguntar, entonces, cuál sería el problema?

Un vehículo de policía pasó al lado de ambos, en dirección a los punk, pero ambos siguieron caminando como si nada pasara.

-Mi problema es con un usuario de la espada llamado Takagi Soichiro.—dijo sin tapujos, llamando definitivamente la atención de Saeko. –Se trata de un duelo de honor. Lo siento, no puedo revelar más, solo que estoy tratando de localizarlo.-

No tenía que ser realmente cierto, pero solo con decir que es un duelo de honor, alguien tan tradicional como Saeko, podría morder más fácilmente el anzuelo.

Hubo un silencio un tanto largo, mientras caminaban uno al lado del otro.

-Conozco al espadachín del que hablas. —Admitió, lo que hizo que su acompañante le mirara con un agrandamiento ligero en su mirada, no es que ella pudiera descifrar que era una sorpresa fingida. — Es posible que pueda concertar un encuentro, ya que mi padre es el maestro del señor Takagi.—

-Yo, estaría muy agradecido si pudieras hacerlo.-respondió Akihiko de manera seria.

-pues, espero que luego que termines con tu duelo de honor, puedas tener algunos combates conmigo.— Al escucharla, Akihito sonrió, más que por el simple hecho de pedir un duelo, si no que, implícitamente, al pedir duelos luego del combate por el honor, donde normalmente el perdedor no lo cuenta, ella está dando por hecho de que, no importa si Akihiko ganara o perdiera, él volvería con vida de algo tan serio.

-Tienes mi palabra.—Dijo fácilmente Akihiko, y con una sonrisa de Saeko, continuaron con la caminata, habiendo llegado a un acuerdo mutuo.

/-/

Actualmente, me encuentro dando un pequeño trote matutino para no perder la costumbre.

El día anterior, fue realmente movido. En el momento en que me encontré con Saeko, recordé que su padre, en el manga, fue quien entrenó al padre de Saya en el camino de la espada, por lo que construí poco a poco un plan. Primero, sabiendo lo maniática de la batalla que es ella, dejé caer inocentemente que podría pelear con ella luego de resolver un asunto, el cual le revelé más tarde, para mi sorpresa, ya que fue más rápido de lo que tenía planeado.

En el segundo punto, los matones de ayer, parecían buscarme exclusivamente, por lo que mi único sospechoso es el compañero que me dirigía intenciones maliciosas en el aula, y por último, pero no menos importante, logré llegar a la oficina de bienes raíces a tiempo, como para hacer una solicitud. Inicialmente, no me tomaron en serio, y aunque no quise, tuve que dar el nombre de mi último lugar de trabajo, el cual debe afirmar que tengo la cantidad de dinero para comprar la casa que pedí, por trabajo duro y honrado, y no porque lo robe.

Es un poco triste, pero la reputación de ladrones viene por ser antiguo residente de la ciudad de Mochizuki.

-¡Aaark!-

Una gota de sudor bajó por mi frente, cuando otra persona que hacía un trote matutino, al igual que yo, tropezó con sus pies y cayó ruidosamente al suelo.

Detuve mi avance, pero seguía trotando en el mismo lugar, mientras dirigía mi mirada a la chica en el suelo... la séptima del día. En esta ciudad ciertamente les gustaba ejercitar, a diferencia de los ciudadanos en mi antiguo lugar. Fue un poco triste de pensar.

No parecía lastimada, así que solo hice la pregunta de cortesía.

-¿Estás bien?- - Solo lo pregunté a cierta distancia esta vez. Digamos que aprendí de mi error luego de las 6 veces que pasó con anterioridad.

-Eh, eh etto etto—ella se veía realmente nerviosa mientras balbuceaba palabras ilegibles mientras se sonrojaba. -S-Sí, ¡estoy bien!- dijo apresurada mientras se ponía de pie, intentando limpiar la suciedad de su ropa.

Entonces, con un simple —entonces, ten un lindo día.—me despedí, para seguir con mi camino antes de que ella creará conversación y ganará tiempo para que, sin ella saber, las otras tres que dejé detrás me dieran alcance.

Pude escucharla balbucear en el fondo a través de mis audífonos, los cuales traigo para fingir que no escucho los llamados.

Seguí con mi trote mientras repasaba mi plan hasta el momento. Habiendo expuesto a Saeko la deuda para un duelo que supuestamente tengo contra el padre de Saya, estoy confiando en que Saeko y por consecuencia su padre, el cual es maestro de la espada del señor Takagi, resuelva un encuentro. Ya pensaré que hacer cuando llegue el momento. El punto sería poder localizar la residencia para poder ver a Saya nuevamente.

Detuve mi trote y me detuve frente a mi residencia actual, la casa de la doctora Shizuka. Ingresé con la llave de la casa, la cual tome de la mesa, y entre a la casa.

Siendo apenas las 6:30 am, todo estaba en silencio, por lo que no tuve problemas por tomar las llaves sin permiso. Al llegar a mi habitación me encontré, con la razón de mi salida temprana, a Shizuka en una muy Pequeña franela y bragas dormir cómodamente en la cama de mi habitación asignada.

-Cada vez es más difícil pensar que lo de ayer fue un accidente.— dije, mi expresión plana. Tomé mi uniforme y me dirigí al baño.

Lo demás era solo cuestión de paciencia.

/-/

Las cosas se mantenían con cierto nivel de normalidad en la ciudad de Mochizuki, a pesar de todos los últimos sucesos. Los asesinatos a personas de pelo blanco, o similares, parecían haberse detenido de golpe, y no había habido más víctimas desde aquella noticia que llevó al pánico a gran parte de la población. No era seguro que no volvieran a comenzar, pero en lo que respecta a detener los asesinatos, no fue uno de los trabajos de Black label, pero dado que no había ningún grupo o persona arrestada, también dudaban que fuera un trabajo de Akihiko.

Se frotó los ojos para tratar de disipar en alguna medida el cansancio acumulado, al no haber podido tener un descanso apropiado, y un dolor de cabeza que trajo con él. Todavía no podía sacarse de la cabeza todos los sucesos que llevaron a que Akihiko se alejara de ellos, y no podía culparlo. Él había demostrado tanta confianza en ellos, para luego ser derribado por su plan de contingencia... plan nacido por su falta de confianza. Ella quería culpar a Miki, pero no podía hacerlo por completo, ya que fue ella, la que permitió que este plan se llevara a cabo. Además, Sayo le había propinado tal paliza a Miki, que sería injusto de su parte añadir más a su castigo. Cruzó sus brazos frente a ella, sobre el escritorio de su oficina, e inclinándose, descansó su cabeza allí, dejando escapar un suspiro de cansancio.

Ella detuvo su monólogo mental cuando su celular comenzó a sonar. Yuuko simplemente extendió la mano, levantándolo para ver en la pantalla un número desconocido, al cual ella simplemente colgó y volvió a colocar en su escritorio. Ella no tenía el humor para otra llamada telefónica del banco, para ofrecerle una de sus tarjetas de crédito. No fue mucho tiempo cuando el celular volvió a sonar.

Con un ligero gruñido de molestia, ella tomó el celular y contestó.

- Buenas noches, Doctora Sagiri Yuko al habla.—

-Buenas noches, doctora, somos del departamento de bienes raíces de la ciudad de Tokonosu. —Esto hizo que levantase una ceja. Era al menos un departamento totalmente nuevo, el que parecía querer estafarla.

La persona del otro lado, no tardó en comentar que había un joven llamado Maresato Akihiko que estaba tratando de conseguir una vivienda mediante ellos, y ellos querían confirmar su antiguo sitio de trabajo, para tener constancia de que, todo el dinero que él obtuvo fue de manera legal, de lo cual, el locutor parecía burlarse de la idea, ya que la cantidad de dinero era bastante alta para alguien tan joven.

Tras la mayor parte del parloteo del sujeto, Yuuko estaba tratante de digerir lo que sucedía. Entonces, ¿Akihiko se había trasladado a la ciudad vecina? Eso... eso en realidad quitaba un peso de sus hombros. Desde la última desafortunada reunión, Sayo se estaba volviendo loca buscando a Akihiko, y luego de la mudanza y el secretismo de sus padres por el miedo a los nuevos asesinatos. Sin poder explicar la situación, disculparse por su comportamiento y el peligro en que lo puso a él y su hermana pequeña, Sayo estaba a punto de comenzar a arrancarse el pelo por la desesperación.

Fue por esto que, luego del discurso de esta persona, Yuuko procedió a aclarar que, él poseía tal cantidad de dinero, dada la ayuda en rehabilitación a hijos de personas importantes, y estos habían hecho generosas donaciones, de las cuales, Akihiko ganó una parte. Eso le hizo guardar silencio, ya que se dio cuenta de que la persona que difamaba, tenía el favor de personas pudientes. Yuuko aprovechó lo sumisa que se había hecho esta persona, para pedirle la dirección de esta nueva casa, lo cual proveyó sin pensarlo mucho, con tal de desviar ese desliz de él.

El teléfono fue colgado no mucho después, pero ahora parte del dolor de cabeza de Yuuko se había reducido en gran medida. Se levantó de su asiento, y se dispuso a ir a la habitación de Sayo, en las profundidades del hospital central. Ella caminaba por los pasillos, de manera casual, ingresando así en el área donde vivían los miembros de Black label, llegando a una sala de estar, donde ella pudo escuchar algunos sollozos, lo que hizo que se detuviera. Cuando miró alrededor, ella pudo notar las dos coletas rosas en el sofá del fondo, y recordó que, no solo Sayo estuvo allí el día del malentendido, sino que, esta última mostró mucho más lo que le afectó, pero nuevamente, no fue la única.

Se acercó a Oriha, y se sintió realmente mal de haberla involucrado en el plan de contingencia para Akihiko. El joven ídolo no la había notado, y al acercarse, Yuuko notó que esta miraba fijamente su celular, mientras dejaba caer lágrimas, pero a diferencia de lo que ella pensaba, había una sonrisa en sus labios.

-Oriha—llamo Yuuko, para llamar su atención, lo cual logró, sobresaltándola ligeramente, para consecuentemente mirarla por unos segundos para luego permitir que su sonrisa se ampliara.

-¡Yuuko-sensei, tienes que ver esto! Dijo mientras se limpiaba las lágrimas que bañaban sus mejillas, a lo que Yuuko solo pudo levantar las cejas por el cambio de actitud.

Antes de que cualquier pregunta saliera de su boca, Oriha había presionado algunos botones en su celular, y lo entrego a ella. Sus cejas se levantaron al ver el perfil de Akihiko, sus ojos cerrados y delante de él lo que parecía… ¿Un micrófono? Esto parecía desencajar con lo que sabía de este. Al ver la fecha del video, noto que apenas fue subido ayer, lo que hacía todo esto aún más confuso para ella. Él nunca había mostrado interés en el campo de trabajo de Oriha, de ser así le hubieran ayudado. Parte de su duda se fue al ver la descripción visible del video. (Chico hermoso grabado cantando en secreto en nuestro karaoke) lo que tenía más sentido, al conocer la personalidad de Akihiko. Otra cosa que la sorprendió de la descripción, era que supuestamente esta canción fue improvisada, usando una canción de ambientación.

-¡Yuuko-sensei!—apuró Oriha, al ver que Yuuko no iníciaba el video.

-De acuerdo, De acuerdo.- respondió Yuuko con una sonrisa de disculpa, y reprodujo el video.

Todo comenzó con un...

-Eh sido un tonto, y tú has sido una infantil—

Sintiendo un punzón a su pecho, por estas palabras, ella decidió colocar toda su atención en la letra de la canción, en lugar de lo bien que cantaba Akihiko, y se demostró que estuvo en lo correcto al hacerlo. Al terminar la canción, sus lágrimas recorrían su rostro, aunque era seguro que no por las mismas razones, por la que Oriha había derramado lágrimas.

Esa canción era un mensaje codificado... más precisamente para ella y Miki, al menos la parte que ella pudo entender de un primer vistazo.

Mencionaba que nunca pudieron ocultar la verdad de sus ojos, lo que podrías pasar de alto, si cerca de la mitad de la canción, no estuviera otro mensaje.

-han pasado más de 3 años, desde que me abandonaste—

El tiempo en que Miki dejo de seguirlo para eliminarlo en caso de ser una amenaza.

Era una canción sobre la traición, el dolor que él siente en este momento, y de cómo él aún amaba quien lo había traicionado, y por eso se llamaba tonto, porque seguía haciéndolo, aunque él fuera un desastre. Esa fue una espada que apuñaló su corazón.

Cuando la canción terminó, la tristeza bañaba su expresión, y las lágrimas se deslizaban por su mejilla. Él todo el tiempo sabía que Miki lo seguía con intenciones letales todo este tiempo, y que, al ser mi amiga cercana. Aunque sabía que teníamos planes ocultos que lo involucraban, aun así, confió en nosotros, y a pesar de la traición, aún nos amaba… y aun así… las lágrimas cayeron sobre la pantalla del celular, y fue sacada de sus pensamientos por el rostro de Oriha asomándose.

-Es muy bueno, ¿¡verdad!?- dijo Oriha, sus ojos brillando cuando vio que la canción conmovió incluso a la madura y calmada doctora. - ¡Me pregunto si visitarme conciertos conmovió tanto!- —dijo esta dejándose llevar de manera animada, mientras Yuuko limpiaba sus lágrimas, sin romper los sueños de Oriha.

- Ya les mostré el video a todos, sabía que te iba a gustar.- dijo animada sin notar la pausa que esto le dio a Yuuko.

- ¿A todos?- Dijo dudando que incluso Oriha no notara el desagrado de cierta persona por Akihiko.- Se lo mostraste a Miki?-

-B-Bueno- comenzó de manera un poco nerviosa, como si esperara ser reprendida.-, ya que ella está mayormente inmovilizada en cama, pues, solo puse la canción en su celular lejos de su alcance y salí de allí, aunque aún no se su reacción, je, jeje.-siguió esta, que para su fortuna, fue dejada atrás por Yuuko, la cual camino hacia la habitación de Miki, un toque de curiosidad sobre el pensar de su amiga, al saber que es una de las personas clave en esa letra codificada. Las habitaciones para los miembros no estaban lejos, y en las cercanías de esa habitación, si ponías suficiente atención, podrías escuchar un ligero sollozo.

Tomando unos segundos para adsorber lo que podría ver dentro, dado lo que escucho, ella abrió la puerta suavemente. Dentro, estaba Miki aún en su cama, su cuerpo mayormente enyesado, evitando el cambio de lugar, pero no el mar de lágrimas que esta era, aunque hacía un buen trabajo ocultándolo, ya que apenas salía el sonido de sus sollozos.

Suavizando su mirada, Yuuko se acercó lentamente, y pudo escucharla, en una voz suave.

-Lo siento… Lo siento…- Yuuko sabía que esas disculpas no eran para ella, no para nadie en ese edificio. Comprensivamente, se sentó a su lado, y acarició la cabeza de su amiga.

-lo siento.—repitió esta.

-lo sé.- Respondió Yuuko, consolando a su amiga. Fueron largos minutos antes de que Miki se recompusiera, y solo se recostara en su cama, mirando hacia el techo, sus ojos rojos por las lágrimas derramadas.

-Realmente ¿lo he fastidiado todo, verdad? Me dejé cegar por mi paranoia, ¿no?—dijo, aunque sabía la respuesta.

-sí.- respondió tajante, pero suavemente Yuuko.— pero estaremos bien, él estará bien. — añadió, al ver la expresión de su amiga hundirse. No hubo respuesta a su comentario, pero estaba bien. Ella necesitaba tiempo para procesar algo, a lo que nunca le puso la importancia que requería. Yuuko tomó un respiro profundo. Decían que era mejor tarde que nunca, lo que supuso aplicaba aquí. Mientras acariciaba la cabeza de su amiga, recordó que había otro asunto importante relacionado. Y ese era, Sayo.

Sayo no se separó en el mejor escenario de Akihiko, lo que la tenía preocupada, luego de no resolver el malentendido con él, antes de que desapareciera sin mención del lugar a donde había ido, hasta ahora. Sus padres, dado el comprensible miedo a los asesinatos de personas con pelo similar a su hijo, guardaron el secreto, incluso para ellos. Yuuko volvió a dar una respiración. Su entrenamiento con la espada, le ayudaba incluso con sus ejercicios de respiración a mantener la calma. Ella ahora debía buscar a Sayo e informarle. Volvió su mirada a Miki.

Lo hará tan pronto Miki se sienta mejor, se dijo, segura de tardar un buen rato allí.

/-/

No importaba su opinión. No importaba lo afectada que se viera, o lo mucho que se opusiera, no importaba. Ella tendría que seguir las órdenes de sus padres, porque, primero, ella tenía actualmente 15 años, aún estaba a un año de ser considerada legalmente adulta, por lo que sus padres, en otras palabras, tenían todo el poder sobre ella y sus decisiones importantes.

Aunque había otra razón, ella no tenía ningún otro soporte al que pudiese aferrarse con seguridad, y era lo suficientemente inteligente como para saber que, no sueltas algo que tienes asegurado, a menos que ya tengas algo mejor en manos. Es por eso que ella estaba de pie frente al portón de su nueva escuela, mientras varios estudiantes pasaban a su lado. Muchos de estos estudiantes la veían de manera sutil, solo de manera periférica, pero muchos chicos no pudieron evitar admirar su belleza y mantener la mirada fijamente en ella.

Fue así que Saya simplemente suspiró, y caminó al interior, dirigiéndose a la dirección, lugar donde le esperaban y sería indicarían a su nuevo aula. Todo fue de manera común, ella se presentó ante sus nuevos compañeros de manera educada, como se le había instruido en su hogar. Sin importar los problemas que tuviera en su vivienda, ella no debía reflejar nada de eso al exterior, manteniendo la imagen impecable de la familia Takagi.

Sus compañeros le rodearon como alguna vez pasó cuando se inscribió en aquella escuela de la ciudad de Mochizuki, y de la misma manera actuó aquí, respondiendo cortésmente a sus compañeros, pero no dando demasiada confianza. Llegó cierto momento donde las chicas corrieron a la ventana, y echaron un vistazo a fuera, mientras chillaban emocionadas, aparentemente viendo a los miembros del club de atletismo, el cual se podría apreciar desde este salón.

Sus compañeras la alentaron a levantarse, exclamando que una especie de ídolo supermodelo corría en el club, luego de transferirse, hace poco tiempo, desde otra ciudad. Eso era mucha coincidencia, tanta, que hizo que Saya se levantara para mirar por la ventana con una mirada llena de expectativa. Incluso si las posibilidades eran pocas, no eran nulas, pero, cuando ella vio a esa persona, se desalentó. No, ella no vio su rostro, pero lo vio por detrás correr, y no fue la forma de correr lo que bajó sus expectativas al suelo, sino el tono negro azabache de su pelo.

Se retiró, sin haber visto el rostro del chico, pero no podía importarle menos. Lo que ellas consideraban un ídolo o un modelo, estaba lejos de lo que ellas ciertamente consideraba un ídolo. La campana del almuerzo sonó, y ella salió con un paso firme, intentando ocultar sus emociones, al llegar a su objetivo. Se dirigió al único lugar donde ella podría desahogarse, donde tenía a la única persona que podría considerar una amiga. Ella se dirigió a la sala médica.

Allí, en la seguridad de ese lugar, ella encontró a la doctora que tanto la atendía cuando enfermaba, y con la que había creado una relación amistosa, Marikawa Shizuka. Era una mujer sencilla, pero honesta, y lo suficientemente inteligente como para desenvolverse en el área dedica, algo que contradice su forma común de ser, lo que confunde a los demás. Ella la escuchó, con su típica sonrisa tranquila en sus labios, y acariciando su cabeza al final. Fue cuando la puerta cerró, fue tocada un par de veces, y Shizuka la dejó por el momento para ver a quién tocaba.

Se quedó allí unos largos minutos susurrando a alguien, manteniendo su voz baja, para no molestar a Saya, al menos ella lo pensó así. Al volver, ella se disculpó por la interrupción. Aparentemente, era un estudiante, hijo de una buena amiga, que momentáneamente se estaba hospedando en su casa debido a por ciertos problemas. Le informaba que llegaría tarde a casa hoy. Esto preocupó un poco a Saya, ya que, sin importar lo profesional de la voluptuosa enfermera escolar, era también muy ingenua en otros aspectos, lo que le dejó saber.

Ella defendió al chico, como uno que nunca se aprovecharía de una chica, lo que ella, con una mirada fruncida, no podía debatir al no conocer a dicho chico, pero de todos modos, le pidió que se cuidase. Sin saber que, el chico que ella buscaba, acababa de tocar a la puerta.

Fueron 3 días que pasaron rápido para algunos, y lentos para otros... Saya fue de este último grupo. No había obtenido respuesta de Takashi, por lo que aún no se había comunicado con Kohta, y, por lo tanto, tampoco había tenido contacto con Akihiko.

Ahora ella no tenía mucho que hacer, estando restringida por órdenes de su padre a su hogar, y su única salida, a la escuela, Nunca se había sentido tan impotente. Mientras estaba en su habitación, caminaba de un lado a otro, solo esperando la llamada, mientras veía las noticias de aquella ciudad, buscando entre las víctimas más recientemente encontradas, rogando no ver su rostro. Su concentración se rompió dado un escándalo que se estaba escuchando en el exterior de su habitación. Ante la rareza del evento, con curiosidad y algo de preocupación, dada la singularidad de tal bullicio en su hogar, ella salió de su habitación.

Ella notó a varios de los mayordomos cotilleando entre ellos, mientras algunos de los hombres de su padre, caminaban a paso rápido en dirección al dojo de su hogar.

Arrugando la mirada, decidió concentrarse en este evento, dada la falta de progreso en su objetivo principal.

-¿Qué sucede? ¿Por qué este escándalo?—preguntó y regaño a la vez, al acercarse a alguna de las empleadas, las cuales se crisparon al escuchar su tono sermoneador.

Una de las empleadas empujo a una de sus compañeras de la manera más sutil que pudo, lo cual fue bastante evidente, cuando la susodicha casi tropieza y lanzó una mirada desdeñosa a su compañera. Se recompuso rápidamente, y mientras tosía en su mano para fingir que lo anterior no había ocurrido, miró tan recatadamente como pudo a su señorita, la cual parecía perder la paciencia con cada segundo.

-S-señorita, verá, el maestro Busujima está de visita—.— esto hizo que Saya levantase una ceja. El señor Busujima no solo era el líder de una poderosa organización Yakuza, sino que también, era el maestro de su padre, en el arte de la espada. Sus visitas eran escasas, por lo que este caso, era un evento realmente raro. Pero su personal aún no había terminado de informar, cuando otra de las criadas del montón salió, envalentonada por la idea de contar el chisme a alguien que aún no lo sabía.

-También vino acompañado de su hija, y de una persona más. No pudimos verlo a la cara, pero pudimos escuchar algo de lo que se hablaba.—prosiguio, dejándose llevar, sin darse cuenta de que admitía haber espiado, cosa que las demás empleadas notaron al instante, estremeciéndose, pero sin poder cubrir la boca de su compañera, frente su señorita, a la cual podían ver como su expresión se volvía fría viendo a la empleada.—el señor Busujima trajo al chico, porque él busca un duelo de espadas contra Soichiro-sama—dijo usando el nombre del padre para evitar malentendidos, lo que Saya podría entender, pero su mirada se frunció ante la información.

-¿Un duelo?—Exteriorizó Saya su duda, la cual fue rápidamente respondida, en el calor del chisme, por la misma empleada.

-Si, el señor Busujima argumentó que su acompañante, no solo desea un duelo normal con el señor Soichiro-sama, sino que lo que busca es un duelo de honor, por supuestos daños causados por el señor de la casa.— Terminó casi susurrando a Saya, demasiado inmersa en el chisme para dar mente a otra cosa, mientras sus compañeras cubrían sus rostros por diferentes razones, relacionadas con lo que pasa en frente a ellas, y la boca sin frenos de su compañera.

Los ojos de Saya se abrieron ante esa información. Este tipo de duelos, podría terminar con resultados letales, y a pesar de que ella confiaba en las habilidades de su padre, a pesar de que estaba en malos términos actualmente con su padre… el seguía siendo su padre, y ella estaba preocupada. Hizo una mueca, una pequeña voz diciéndole que lo ignorara, una voz que quizás fuera de confianza, o despecho, ella no sabría en este momento, pero decidió moverse.

-¿Dónde están ahora?—preguntó Saya, un ligero toque de preocupación en su exigencia.

-actualmente, está en el dojo, señorita.—dijo otra de las mucamas, interfiriendo rápido, antes de que su compañera, las lance a un pozo aún más profundo, de lo que seguramente estarían más adelante dando su espectáculo.

-Bien, gracias, -dijo rápidamente, antes de girar sobre sus talones y dirigirse al área señalada, un paso rápido en su caminar.

Y así, se podría ver a la joven Saya moverse a paso rápido en los pasillos de la mansión familiar, dirigiéndose al Dojo de su hogar, tan rápido como su paso apresurado le permitiera. Lo único que la detenía de correr y llegar más rápido al lugar, era el muy posible regaño que se llevaría de cualquiera de sus padres al verla.

Ella sabía que no se equivocaba de lugar, ya que mientras más se acercaba al dojo familiar, mayor eran las voces que podía escuchar murmurando. Cuando dobló la esquina y pudo ver la entrada del dojo abarrotado de empleados, los cuales se veían impactados. La preocupación de Saya crecía, pero imponiéndose ante la multitud, frunció el ceño y se acercó con paso seguro.

-¡Muévanse, están obstruyendo la entrada!- ordenó con voz de mando, lo cual, fue apenas eficaz, ya que su voz, a pesar de su fuerza, no pudo opacar la cantidad de conversaciones allí, pero lo suficiente, como para que los más cercanos la notaran y disculpándose, abrieran paso a la señorita de la casa.

Allí, Saya fue testigo de una escena que nunca habría imaginado. Allí, vio la espalda de un hombre de pelo negro, la cual fue, curiosamente familiar, pero la presencia que desprendía, solo le permitía describir tal espalda, tal presencia, como un hombre adulto, el cual apuntaba con una espada de madera al rostro sudoroso de su padre, el cual se encontraba en el suelo. Ella juraría que es la pose más indefensa en que ella lo ha visto jamás. Se encontraba boca arriba, sus manos a su espalda a medio camino del proceso de levantarse, mientras sus piernas estaban apenas preparadas para eso, y su Katana en el suelo, a varios metros de él.

Su expresión, una incrédula y sudorosa, para luego cerrar sus ojos de manera resignada.

-Es mi derrota.—afirmó, una declaración que dejo anonadada a Saya, siendo un escenario que nunca habría imaginado. La espada de madera fue retirada de su rostro y su padre se sentó en una postura de seiza al hombre frente a él. Con la firmeza habitual en su rostro, miro a su oponente a los ojos, en su posición superior.

-Me disculpo por las intervenciones que eh realizado contra ti, como acordamos antes del duelo, no interferiré de ninguna manera y te dejaré en paz...—y antes de terminar la oración, sus ojos se cruzaron con los de Saya, y bajaron antes de completar su sentencia.—y a mi hija.— dijo, dejando en claro a su rival que no interferirá más, en su vida o su hija, en lo que respecta a ambos.

Los ojos de saya se abrieron de sobremanera al escuchar esto, sin haber procesado correctamente la pausa en el hablar de su padre

Este... este hombre frente a ella, alguien lo suficientemente fuerte como para poner a su padre de rodillas, la había pedido como trofeo. Su expresión sorprendida y algo aterrorizada fue cambiando poco a poco a indignación e ira. Sabiendo que sus padres aún tienen el control sobre su vida, un matrimonio arreglado era algo en su poder, pero ella no lo aceptaría, Esto no pasaría, no si ella tenía algo que decir.

-¿¡Que significa esto!?—exclamó llamando la atención de todos allí, los cuales giraron en su dirección, todos, excepto el oponente de su padre, el cual se había puesto rígido por un momento. -¡No soy un premio que puedan repartir a gusto!—exclamó, dejando conocer su disgusto por el tema. Fue entonces cuando el hombre comenzó a girar en su dirección lentamente. Cuando vio su rostro, lo reconoció de inmediato, y su furia se extinguió, como si a un fósforo le lanzaran un balde de agua, sus ojos se abrieron y el sonrojo envolvió sus mejillas, y todo ese peso y preocupación que cargaba en sus hombros toda esa semana, se había desvanecido de golpe, lo que hizo que algunas pocas lágrimas se deslizaran por sus mejillas.

Era como un cuento de hadas, ella, atrapada en su castillo, o mansión, retenida por el dragón, o su padre, mientras que su destino lo decidían otros. Entonces, el príncipe, valiente, y para su sorpresa, lo suficientemente hábil para derrotar al dragón, llega para rescatarla, y caminaba en su dirección hasta estar en frente de ella.

Las mejillas del propio Akihiko comenzaban a enrojecerse, luego de ver la expresión de Saya.

-Acepto. —Dejó escapar Saya de sus labios, sin saber cuánto de un malentendido era, y las consecuencias que vendrían. Esto lo hizo ignorando la mirada atónita de todos alrededor, y solo enfocándose en él, en su príncipe.

Nota del autor:

Y ese fue el capítulo, lamento la larga espera. Fue un tiempo ocupado y de ánimos bajos, pero seguí escribiendo más que nada para mantener mi palabra. ñ_ñU

Consejo gente, si tienen problemas con los personajes Asiáticos, no es buena idea meterse en la sección de anime. Literal una queja en el capítulo 1.

Bueno, vamos con los comentarios que importan:

Akutzu:

¡Muchas gracias, me alegra que te haya gustado!

Nildred:

Bueno, aquí el resultado, jeje. Él ya no ocultará su rostro, al menos, no como antes.

Velvet Owl:

Sí, el dedo ya le picaba en el gatillo, jaja. Aún falta una pequeña interacción con los personajes de TriageX, pero la trama seguirá en la ciudad actual.

Eh, y cada vez parecen más intencionales que inocentes los movimientos de shizuka, jaja.

Sr Tobi491:

Lamentablemente, no fue Saya la que termino leyendo el mensaje, pero eh, tuvo más apariciones, y tendrá más en el futuro.

Black Fire Born: no estoy seguro a lo que te refieres. Pero no puedo simplemente dejar un suceso ya iniciado, y fingir que no paso. ñ_ñU

Mi agradecimiento a todo aquel que deja su comentario, un consejo u observación, son muy apreciados.

Entonces, intentaré que el próximo capítulo no sea tan largo. Gracias por ser tan pacientes, y ¡tengan un lindo día!