Bien dicen que para gustos los colores.

Y así fue como Ángel notaba como una de las mujeres de Franco, la neko girl Rin, jugaba con su par de mascotas.

- Realmente no pensé que te fueras a encariñar con ellos Rin-chan – la demonio miraba como la peli naranja estaba con sus escorpiones mascotas.

- Lo sé, pero es que desde que Antares-kun estuvo conmigo, sentí que había encontrado a un gran amigo y bueno, Shaula-chan tuvo sus bebés y todos son felices-nya – Rin seguía viendo como los arácnidos jugaban entre ellos, los padres de los pequeños escorpiones solo lo veía desde la cabeza de Rin.

- Aunque a tu chico nunca le gustaron los escorpiones – río la peli blanca mirando como los pequeños seguían jugando con una pelotita.

Esta se acostó y justo Antares fue hacia ella recorriendo su cuerpo, esto la dejó en silencio un momento.

Cualquiera se asustaría con tal criatura ya que a ojo de las demás personas, este escorpión era un ser maligno y que podía matar personas a como diera lugar. Y aunque era verdad a medias ya que el veneno de Antares era muy potente, aun así, este era calmado en su mayor parte.

- Que lindo eres Antares… realmente no se equivocó Rin-chan al tenerte – Ángel soltó un bostezo y cerró sus ojos mientras su mente, caía en un sueño recordatorio.

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Antiguo Egipto.

El calor del país africano de ese entonces no era tan comparado como el de nuestros días en donde el vivir ahora, es un infierno.

Pero volviendo a la historia, se notaba como es muchas personas estaban ayudando a construir unas edificaciones bastante extrañas, hechas de enormes bloques de piedra.

- Si seguimos de ese modo, acabaremos en un mes tal vez, esto se verá bien cuando terminemos.

- Faraón, dentro de poco nos quedaremos sin bloques, pero con eso, podremos acabar las obras.

- Muy bien, entonces que así sea y que Ra no ilumine a todos – el sirviente asintió y con los respetos que eran, se fue de ahí.

El Faraón de Egipto, Horus Escorpio, vigilaba las obras desde su lugar como líder de todo el Antiguo Egipto, siendo estas estructuras las Pirámides de Egipto.

Sin embargo, este notó que alguien volaba hacia donde estaba él. Algunos guardias vieron esto y se alistaron, pero el Faraón, de cabellos azules, piel algo morena y ojos rojos, los detuvo.

- Calma, no es ninguna enemiga, es solo una vieja amiga – la persona que iba volando llegó a sus aposentos.

- Tiempo sin vernos Ho-kun.

- Asóuka, que milagro que hayas venido hasta aquí – el Faraón decía levantando sus brazos estirándose – pero bueno, ¿qué te trae por aquí?

- No es nada, solo venía a ver cómo iban las construcciones.

- Ya las vamos a terminar, estas construcciones se vienen haciendo desde hace años, por lo que una vez acabadas, vas a ver que será algo genial de ver.

- ¿Tú crees?

- Sí, es algo que permanecerá en la humanidad, lo puedo ver – el faraón se miraba muy emocionado por eso, la rubia solo rodó los ojos.

Una vez que cayó la noche, la demonio decidió dormir en el real palacio de su amigo peli azul.

Llegando medianoche, Asóuka se levantó para tomar algo de agua, no obstante, esta notó como el faraón también salía y no solo eso, se dirigía justo al Nilo.

Lo siguió, ocultando su presencia para no ser detectada. Al arribar al famoso río, el faraón se sentó casi a la orilla y ante la sorpresa de la demonio, de la arena de la orilla, salieron unos animales.

Estos animalitos eran escorpiones, de color negro como la más oscura joya del Inframundo.

A pesar de su belleza, se sabía que los escorpiones eran muy peligrosos por su veneno, pero del mismo modo, eran venerados como animales sagrados.

- No sabía que te gustaban los escorpiones – Asóuka se acercó a él a lo que el peli azul o se inmutó por eso.

- Me han llamado la atención y a pesar de lo peligrosos que son, no me han picado nunca y su cuerpo y todo siempre me han hecho preguntarme sobre muchas cosas de ellos – Horus cargó a uno mientras este levantaba sus pinzas y su aguijón.

- Entiendo, pero ¿has intentado algo de ellos?

- Sí, he creado una técnica la cual tiene que ver con ellos – sonrió el sujeto el cual se levantó. Estiró su dedo índice hacia una roca y concentrándose, decidió atacar.

De su dedo, salió un rayo de energía el cual le hizo una marca pronunciada a la roca, esto con solo el poder en su dedo.

- Wow, eso fue genial, ¿Cómo lo hiciste?

- Estoy haciendo este ataque para que mi dedo represente al aguijón de un escorpión – Horus decía – pero aun la tengo que pulir para que sea mejor, después de todo, les debo esa inspiración a los escorpiones.

- Y se nota que estás muy inspirado en ellos – río la demonio quien solo tomó algo del agua del Nilo – ah, que rica es esta agua.

- Oye, ¿si sabes que este río es sagrado?

- Los de Grecia son iguales, aun así, todo el mundo toma agua de ellos – exclamó la chica.

Los días posteriores fueron normales, no obstante, Asóuka decidió llevarse a Horus a Grecia para que tuvieron unos días de descanso, por lo que al final el peli azul aceptó.

El egipcio conoció lo que era la región de Ática, esto era bastante lindo de ver, algo diferente al paisaje desértico de su tierra natal.

Sin embargo, a pesar de los días de descanso que el faraón egipcio se estaba dando, igual seguía entrenando su técnica, la cual todavía no poseía un nombre, pero lo pensaría después.

Asóuka miraba todo este espectáculo empezando a entender cómo funcionaba mejor la técnica del peli azul, aunque igual aseguró una cosa.

- ¿Qué debería hacerlo como venenoso?

- ¿Acaso no ibas a hacer eso en primer lugar Ho-kun?

- No, lo que había pensado es que penetrara el cuerpo, no me llegó a la mente que también dieran veneno – el peli azul tuvo una idea – ¿y si hiciera un ataque final?

- ¿Ataque final?

- Sí, ya sabes, el ataque final para acabar con mi oponente, sería como un golpe de aguijón ultra potente.

- Es buena idea esa, la verdad es que sería algo novedoso.

- Pero no sé cómo ponerle en sí – Asóuka se quedó pensando un poco en eso, pero al ver al cielo, notó algo. Justo encima de ellos estaba la famosa constelación de Escorpio.

Por lo que se contaba, Orión intentó violar a Artemisa, puesto que esta se encontraba cazando en medio del bosque cuando fue vista por el gigante Orión y Artemisa en su afán de defenderse reclamó la ayuda de un escorpión, este picó al gigante mortalmente y la liberó, razón por la cual la diosa Artemisa lo colocó en el cielo.

No solo eso, sino que el animal en el cielo poseía un punto rojo el cual era muy conocido por todos, así que como el peli azul amaba los escorpiones, la demonio tuvo una idea.

- ¿Y si le colocas a tu ataque final, Antares?

- ¿Antares?

- Sí, la estrella más grande de Escorpio, podría ser un buen nombre ¿no?

- Oye, es buena idea, mi ataque final se llamará Antares.

Lo que nadie sabía es que lejos de ahí, había alguien que había guardado rencor por la muerte del gigante Orión.

Era un semigigante de nombre Rigel, el cual era discípulo de Orión en el momento de su muerte. Este era fiel devoto del gigante le cual estuvo triste por la pérdida de su maestro, pero desquitó su rabia con todos los escorpiones que había.

Y su destino sería cruzado con el de Horus.

El peli azul se encontró en un momento caminando por los bosques, que eran territorio de la diosa Artemisa, pero con tal de que no dañara nada, no habría problema.

Cruzó todo eso y justo miró como Rigel estaba pisoteando a uno de esos arácnidos, a pesar de que ya estaba muerto, seguía pisándolo.

- ¡Muere maldita alimaña!

- ¡Oye, ¿Qué demonios eres?! – gritó el peli azul corriendo hasta donde estaba el gigante – no puedes hacerlo a un pobre animal.

- ¿Pobre animal? Estas cosas no merecen vivir, solo son una amenaza para todo el mundo, mi deber es eliminarlos a todos.

- Eres un… ¡no puedes dañar a los escorpiones! ¡Eres un insensible!

- ¿Y qué harás? No eres más que un enano – Rigel le soltó un puñetazo el cual lo hizo volar un poco, golpeándose contra un árbol.

No solo eso, Rigel fue hacia Horus tratando de darle más golpes, algo que logró esquivar a tiempo ya que la fuerza del semigigante era mayor a la de él y lo podría destrozar.

- Soy defensor de los escorpiones y no dejaré que alguien como tú los asesine de ese modo tan cruel – Horus levantó su dedo apuntando a la pierna de Rigel y disparó su ataque.

El ataque dio en esa zona lo que hizo que Rigel cayera al suelo tomándose la herida causada por el peli azul, pero esto no fue suficiente para detener al discípulo de Orión.

La demonio Asóuka voló hacia donde sentía el cosmos de su amigo estar en constante movimiento. Nada más arribar, esta notó la batalla que estaba teniendo Horus, llegando en su auxilio.

-¿Qué demonios le pasa a este grandote? – la rubia decía – Ho-kun, lo derrotaremos juntos.

- No Asóuka, déjame esto a mí, tengo que ser yo quien lo venza.

- ¿Estás seguro?

- Ha lastimado a muchos escorpiones, no voy a permitir que alguien como él siga viviendo, por más que eso signifique mancharme las manos de sangre – el cosmos de Horus se manifestó y este apuntó directo hacia el cuerpo del gigante y la batalla se reanudó.

Fue una lucha dura, ninguno de los dos se hacía para atrás. Rigel poseía más fuerza física, pero la agilidad de Horus le hacía posible al grandulón ganarle.

- ¡Muere! – fue el grito de Rigel el cual sin más, lanzó un fuerte golpe hacia el peli azul, no obstante, este logró esquivarlo y se dirigió de lleno hacia Rigel.

Por un momento, la demonio de cabello rubio notó como el cosmos de Horus se ponía de color dorado, no solo eso, sino que con toda la sangre y poder acumulado en su dedo, su uña creció y se volvió color escarlata.

El faraón fue con todo y le propino 14 agujazos al alumno de Orión el cual rápidamente sintió como su cuerpo comenzaba a fallar.

- N-No puede ser… no me puedo mover… es como si me hubieran… envenenando o algo – no solo eso, sino que los sentidos de Rigel se fueron apagando por lo que eso aprovechado por Horus quien decidió que era hora de su golpe de gracia.

- Hasta aquí llegaste asesino de escorpiones… ¡Antares! – la aguja final fue directa al corazón de Rigel el cual simplemente, dobló sus rodillas y cayó al suelo, muerto.

- ¡Eso fue genial! – la demonio dijo mirando la uña del faraón, este se sorprendió incluso ya que no lo había notado.

- Creo que tiene que ver con los escorpiones, pero me gusta esta uña.

- Y tengo una idea, ya que tu uña tiene ese color, ¿Por qué no llamas a tu ataque de ese modo?

- ¿Cómo?

- Aguja Escarlata y a tu ataque final llámalo igual, solo que añade el Antares – el nombre le gustó al faraón el cual asintió y en ese momento, un brillo voló hacia ellos, el objeto se colocó frente a ellos la cual poseía la forma del arácnido favorito de Horus.

Esta era la Armadura Dorada de Escorpio.

-Creo que ella quiere que luches a su lado – el peli azul se quedó confundido por eso, pero no fue hasta que la diosa Athena apareció ahí.

Ya la demonio sabía que iba a pedir la diosa de la guerra.

Tiempo después, las pirámides en Egipto se terminaron por lo que Horus estaba feliz por eso y cuando se acabaron las obras, Asóuka fue a verlas.

- Quedaron lindas.

- Lo sé, me siento orgulloso de ello, quiero que queden bien para la posteridad.

- Por cierto, sabiendo que eres faraón, no pensé que fueras a aceptar la oferta de Athena – la rubia miró a la Armadura de Escorpio que estaba decorando el balcón de Horus.

- Lo sé, pero da igual, lucharé en nombre de Athena, así como mis amados escorpiones – el peli azul sostenía un arácnido de color negro – y por cierto, este se llama Antares.

- Ya veo de donde viene ese nombre – río la demonio por eso.

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Cuando Ángel abrió los ojos, esta se dio cuenta de que se había dormido y no solo ella, sino también Rin y sus escorpiones, pero estos se fueron a dormir en el pecho de la peli naranja.

Los ojos azules de la reina del Kólasi se posaron en Antares y solo sonrió, su viejo compañero debería estar feliz mirando cómo había alguien con sus gustos.

Horus, él siempre será el Rey Escorpión.

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Continuará…