Capítulo 1

Jane se sentía culpable por todo lo que había pasado. Elizabeth había terminado herida por protegerla a ella y lo menos que ella podía hacer por su querida hermana, era cuidarla y asegurarse que nada la perturbara mientras se recuperaba. Su brazo ya se había curado, pero el doctor había dicho que sus problemas de memoria tardarían más tiempo en remediar, o tal vez jamás se resolverían.

Hace unas semanas, Elizabeth viajó de Kent a Londres para reunirse con Jane y emprender rumbo de regreso a Hertfordshire. Jane notó a Elizabeth muy preocupada, pero no quería importunarla con preguntas indiscretas mientras estaban en casa de los Gardiner. Ella había tratado de ocultar lo mejor que pudo su tristeza. Después de descubrir que Caroline y Louisa no eran sus amigas y que el señor Bingley se había olvidado de ella, Jane aceptó que tenía que renunciar a todas las ilusiones que algún día tuvo de casarse con el hombre de sus sueños.

Por su parte, Elizabeth deseaba contarle muchas cosas a Jane, ella necesitaba compartir con alguien todo lo que le había pasado en Kent. Ella no podía dormir en las noches pensando sobre la inapropiada propuesta matrimonial del señor Darcy, pero también de lo injusta que había sido al acusarlo de perjudicar al señor Wickham. Entonces, ella decidió que lo mejor era esperar hasta estar en Longbourn. Ella no deseaba que nadie se enterara de lo que había ocurrido entre ella y el señor Darcy, y menos del gran secreto de su hermana que él había compartido con ella. Por esa razón, ella ocultó la carta que él le dio en uno de los bolsillos de su pelliza de invierno. Allí, nadie la encontraría.

Desafortunadamente, en el viaje de regreso a Longbourn una de los ejes de las ruedas se rompió haciendo que el carruaje volcara. Elizabeth abrazó fuertemente a Jane para protegerla y se lastimó su brazo izquierdo y recibió un fuerte golpe en la cabeza. Ya casi un mes de ese hecho habían pasado y el brazo de Elizabeth estaba completamente recuperado, pero el golpe en la cabeza había tenido consecuencias. Ella había perdido la memoria y no recordaba nada de lo que había pasado en el último año.

El señor Bennet había decidido mantener los problemas de memoria de Elizabeth en secreto y sólo él, Jane y los Gardiners sabían. Jane le había contado una versión resumida y adaptada de todo lo que había ocurrido en el pasado año, dejando afuera todos los detalles que pudieran preocupar o entristecer a su hermana. Jane le dijo a Elizabeth que el señor Bingley nunca había sido importante para ella y que la señora Bennet, como siempre, exageraba. Elizabeth no deseaba dudar de lo que Jane le había contado, pero a veces no sabía qué pensar.

"¿Cómo te sientes hoy, Lizzy?" preguntó Jane a su querida hermana. Ellas estaban en el jardín recolectando flores para adornar la casa.

"Todos los días me preguntas lo mismo, Jane. Por favor no te preocupes más, estoy muy bien, pese a que aún no puedo recordar lo que pasó en el último año," dijo Elizabeth. "Según nuestra madre, no hay nada bueno que recordar, sólo gente arrogante y traicionera," dijo Elizabeth riendo.

"Nuestra madre tiene razón, Lizzy, no hay nada ni nadie que merezca ser recordado," dijo Jane sonriendo, aunque su sonrisa era más bien triste.

Elizabeth notaba que su hermana no era la misma de antes. Aunque ella intentaba mostrarse alegre y animada había algo que le preocupaba y ella no tenía cómo saberlo. La única persona que podía ayudarla era tía Gardiner, pero ella le había dicho que prefería seguir las órdenes del doctor y no discutir el pasado año con Elizabeth. El doctor pensaba que si Elizabeth recibía demasiada información nunca podría determinar si los pensamientos en su mente eran producto de sus recuerdos o de memorias implantadas a través de los relatos de su familia.

"En unos pocos días más Lydia se irá a Brighton y llegarán tío y tía Gardiner para llevarte de paseo al norte. Espero que disfrutes mucho viajar con ellos, después de todo lo que ha pasado, te mereces tener unas hermosas vacaciones," dijo Jane.

"Estoy muy emocionada de poder viajar con tío y tía Gardiner, aunque no tanto por el viaje Lydia. Creo que papá hizo muy mal en darle permiso, ella es muy inmadura y es capaz de meterse en problemas…"

"No te preocupes tanto, Lizzy. Ella estará bajo el cuidado del Coronel Forster y su esposa. Estoy segura que nada malo pasará," dijo Jane. El doctor había recomendado mucha tranquilidad para Elizabeth, de otra forma su recuperación podría verse en peligro.

"Espero que tengas razón, Jane," dijo Elizabeth.

Un grupo de oficiales se acercaba a la casa y Lydia y Kitty salieron a recibirlos. El regimiento se iría en unos pocos días y la señora Bennet los había invitado para hacerles una pequeña despedida.

El señor Wickham vio a Elizabeth en el jardín y se acercó a ella. A través de Sir William Lucas se enteró que el señor Darcy había visitado Kent cuando Elizabeth y su hija Maria estaban allí.

"Buenas tardes, señorita Elizabeth, no sabe el gusto que me da ver que está completamente recuperada y que ha recuperado la movilidad de su brazo."

"Muchas gracias, señor Wickham. Ya hace casi una semana que me quitaron las últimas vendas y puedo usar mi brazo sin problemas."

El señor Wickham caminó al lado de Elizabeth rumbo a casa y aprovechó de hacerle algunas preguntas. "Señorita Elizabeth, supe que mientras visitaba a su amiga la señora Collins, tuvo la oportunidad de encontrarse con Darcy. Espero que él no haya tenido problemas con él."

"No, no tuve ningún problema… Yo pasé la mayor parte del tiempo con Charlotte," dijo Elizabeth un poco nerviosa. Ella no recordaba nada sobre ese caballero, sin embargo, cada vez que alguien lo mencionaba no podía evitar ponerse muy nerviosa. Ella sabía que no eran amigos ni nada por el estilo, y que el señor Darcy era un hombre más bien engreído y antisocial.

"Me alegro mucho saber que no tuvo que lidiar con el mal carácter de Darcy. Supe que usted también conoció al Coronel Fitzwilliam. Él es muy distinto a Darcy, aunque en el fondo se parecen mucho."

"Sí, el Coronel es muy simpático y siempre nos visitaba en la casa parroquial," explicó Elizabeth. Ella sabía aquello porque Maria Lucas la había visitado mientras se recuperaba y le encantaba hablar de todas las veces que habían cenado en Rosings y lo agradable que era el Coronel.

"Me da mucha tristeza partir de Meryton y dejar atrás tantos buenos amigos," dijo el señor Wickham mirando a Elizabeth fijamente a los ojos.

"Lo siento mucho, señor Wickham. Pero no se preocupe, estoy segura que podrá hacer nuevos amigos en Brighton," replicó Elizabeth un poco incómoda. Según lo que decían Kitty y Lydia, ella era buena amiga del señor Wickham, pero a ella le costaba mucho creer eso. Había algo en ese caballero que a ella no le gustaba, aunque sus modales eran impecables, ella presentía que detrás de esa apariencia se escondía alguien en quien no podía confiar. Ella no sabía si era un recuerdo o lo había soñado, pero algo o alguien le advertía que no confiara en George Wickham.

Aquella tarde, Elizabeth se dedicó a observar a todos los presentes para intentar recordar, pero no consiguió nada. Sólo pudo darse cuenta de que aunque Jane sonreía ella parecía cada día más triste.

P&P

"Darcy, querido sobrino, no sabes el gusto que me da verte," dijo Lady Matlock. "Te ves muy guapo hoy, debes felicitar a tu valet porque te ves impecable."

"Gracias, tía, para mí siempre es un placer poder verte," respondió el señor Darcy. Desde que regresó de Kent, el señor Darcy salía mucho más de lo habitual y se preocupaba de verse bien. Él deseaba sentirse bien consigo mismo, seguro de que no todas las mujeres pensaban que era el último hombre en el mundo con quien podrían casarse.

"Sobrino, déjame que te presente a estas encantadoras señoritas. Ella es Margaret Brown y su prima Claire Brown," dijo la Condesa.

"Es una placer conocerlo," dijeron ambas señoritas con una sonrisa coqueta.

"El placer es mío, señoritas," replicó el señor Darcy sonriendo.

Al señor Darcy siempre le había incomodado tener que lidiar con las típicas señoritas de sociedad en busca de marido. Aunque la mayoría de ellas eran bastante bonitas, muy pocas eran realmente interesantes. Él nunca había disfrutado las miradas y las sonrisas coquetas, pero en ese momento eran como un bálsamo para su alma.

Después de que aquella mujer lo rechazó sin ninguna consideración y además lo acusó tan injustamente, el señor Darcy deseaba más que nunca encontrar una mujer hermosa con una buena dote y excelentes conexiones que se enamorara perdidamente de él para casarse con ella y ser inmensamente feliz. Una mujer que fuera capaz de apreciar todo lo que él podía darle y reconociera sus virtudes y honorabilidad. Él deseaba a toda costa sacar de su mente el recuerdo de Elizabeth Bennet y recordarla sólo como una pesadilla, como algo que nunca pasó.

"Señor Darcy, Lady Matlock nos contó que su finca era uno de los lugares más hermosos en el norte de nuestro reino. No sabe lo mucho que me gustaría conocer Pemberley," dijo la señorita Margaret Brown.

"Efectivamente, Pemberley es un lugar hermoso, pero es mi hogar y es lógico que yo piense así, ¿no cree?"

"Por supuesto, señor Darcy. ¿Es su finca más grande que la de Lord Matlock?" preguntó la señorita Claire Brown.

"No lo sé, creo que son bastante similares en tamaño," respondió el señor Darcy. "Lo que hace especial a Pemberley es la naturaleza que rodea a la mansión. Hay un lago que conecta con un hermoso río, todo rodeado de extensos bosques…"

"Que interesante… Suena muy bonito todo," dijo la señorita Margaret sin mucho interés.

"Señor Darcy, ¿planea asistir la próxima semana al baile de Lord Roseville? Será el gran evento social de la temporada y me gustaría mucho tener la oportunidad de bailar con usted," dijo la señorita Claire.

"No tengo planes para la próxima semana, pero si decido asistir, me sentiré muy honrado de bailar con usted señorita Claire, y con usted, señorita Margaret," dijo el señor Darcy.

Durante la velada, la Condesa le presentó otras señoritas a su sobrino, y aunque él intentó entablar conversación con ellas, al final perdió el interés. Cuando regresó a casa, se sentía aún peor y pensó que nada de lo que hacía daba resultado. Él notaba claramente que todas las señoritas que se interesaban en él no tenían mucho interés en conocerlo. Al parecer, Pemberley y sus diez mil libras anuales eran su mayor atractivo. Sin embargo, ni siquiera eso había hecho a Elizabeth Bennet considerar su propuesta. Ella prefería seguir viviendo una vida modesta y un futuro incierto antes que aceptar pasar una vida junto a un hombre al que no amaba.

'Lo mejor que puedo hacer es regresar a Pemberley y olvidarme de todo esto. No puedo continuar mi vida así, debo encontrar un propósito, algo que me motive y me haga olvidar…' pensaba el señor Darcy mientras bebía una copa de brandy y miraba por la ventana de su lujosa habitación.

P&P

Jane le leyó un cuento a sus pequeños primos, luego les besó la frente, los arropó y se quedó con ellos hasta que se quedaron dormidos. Los niños le ayudaban a alegrar el día y sentirse un poco menos triste. En la mañana había llegado el correo y Elizabeth le envió una carta llena de buenas noticias. Al parecer, su querida hermana estaba disfrutando mucho el viaje con los Gardiners y eso la hacía muy feliz.

Cuando Jane iba rumbo a su cuarto notó que había luz en la sala y fue a ver si era su madre quien aún estaba en pie. Ella se llevó una gran sorpresa cuando vio a Kitty sentada frente a la chimenea muy concentrada leyendo una carta.

"Kitty, creo que es hora que te vayas a dormir," dijo Jane.

Kitty estaba tan concentrada leyendo que se asustó al escuchar la voz de su hermana. Instintivamente, ella guardó la carta en el bolsillo de su vestido y respondió nerviosamente.

"Sí, tienes razón, Jane. Es mejor que me vaya a dormir," dijo Kitty y salió rápidamente de la sala y corrió rumbo a su habitación.

Jane había notado a Kitty muy callada y nerviosa durante el día y suponía que era debido a algo que Lydia le había contado en la carta que le envió. Cuando Jane se acercó para apagar la lámpara, vio algo en el piso. Era una página de la carta de Lydia. Ella la tomó y pensó entregársela a Kitty, pero sin querer leyó la primera línea y sintió curiosidad por saber qué decía.

Jane sabía que no era correcto lo que estaba haciendo, pero algo le decía que debía hacerlo. Entonces, ella se fue a su habitación, se sentó en la cama y comenzó a leer.

… él es tan romántico y estoy segura que está profundamente enamorado de mí. Qué sorpresa se llevarán todos cuando se enteren que me he casado con el oficial más guapo de todo el regimiento… No puedo esperar a huir con él y casarnos en Gretna Green como lo hacen todos los enamorados…

'¡No puede ser…! Oh Lydia,' pensó Jane horrorizada. Ella se paseó durante varios minutos alrededor de su habitación intentando decidir qué debía hacer. La irresponsabilidad de su hermana menor podría afectar irremediablemente la reputación de ella y todas sus hermanas. Jane no podía permitir eso.

Desde que Elizabeth había arriesgado su vida por salvar la de ella, Jane se sentía en deuda con su hermana. Ella siempre era muy valiente y sabía como enfrentar todo tipo de situaciones por difíciles que fueran.

'Esta vez es mi turno de hacer lo correcto, de defender a mis hermanas y el honor de nuestra familia,' pensó Jane. Ella se acostó y sólo después de varias horas logró quedarse dormida.

A la mañana siguiente, después de desayunar, Jane fue al estudio de su padre para contarle lo que estaba pasando.

"Jane, ¿qué te parece si jugamos una partida de ajedrez? Ahora que no está Lizzy eres mi única esperanza para tener una conversación civilizada y algo de entretención," dijo el señor Bennet sonriendo.

"Lo siento, padre, pero estoy aquí porque necesito hablar de algo muy grave y urgente contigo," dijo Jane seriamente.

El señor Bennet se sorprendió un poco al ver a Jane tan seria. Entonces le pidió que se sentara y le explicara la razón por la que estaba tan seria. Jane le contó lo que había pasado la noche anterior y le entregó la página de la carta de Lydia que Kitty dejó caer al piso.

El señor Bennet la leyó con mucho interés, pensó por unos segundos y dijo sin mucha preocupación. "No te preocupes, Jane. Seguramente Lydia ha inventado todo eso para provocar a Kitty. Sinceramente no creo que haya ningún oficial tan tonto como para querer casarse con tu hermana. Bueno, querida, si no deseas jugar ajedrez te voy a pedir que te retires porque me pondré a leer este libro que me prestó tu tío Phillips."

"Lo siento, padre, pero no estoy de acuerdo contigo. Creo que debes llamar a Kitty, pedirle que te muestre el resto de la carta y tomar una decisión urgente con respecto a Lydia antes que sea demasiado tarde."

"Jane, por favor…"

"No, padre, no puedes hacernos esto. Lizzy te dijo que algo como esto podía ocurrir y tú no quisiste oírla. ¿No te das cuenta que lo único que tenemos es nuestro buen nombre? ¿Quién se va a querer casar con nosotras si Lydia arruina nuestra reputación?"

"Jane, no digas eso…"

"¿Y qué quieres que te diga? No tenemos dote y el día que tú no estés no tendremos casa donde vivir. Mis hermanas y yo merecemos que protejas lo único que poseemos y te exijo que lo hagas." Cuando Jane terminó de hablar sentía como su corazón latía aceleradamente. Aunque ella estaba muy nerviosa, no estaba dispuesta a dejar que su padre no hiciera nada.

"Supongo que tienes razón, Jane. Aunque déjame decirte que estoy muy asombrado de que me hayas hablado con tanta firmeza."

"Padre, Lizzy arriesgó su vida para salvar la mía. Es lo menos que puedo hacer por ella y por el resto de mis hermanas."

"Entiendo. Será mejor que lleguemos al fondo de este asunto antes de decidir qué hacer."

El señor Bennet llamó a Kitty y le exigió que le entregara todas las cartas que Lydia le había enviado para que Jane y él pudieran leerlas. Él se llevó una gran sorpresa al ver en la forma que Lydia se expresaba y las cosas que había estado haciendo el mes que llevaba en Brighton. Además, sintió mucha vergüenza al comprobar lo vulgar que su hija era, tanto que prefirió que Jane no leyera todo el contenido de aquellas cartas.

Desgraciadamente, en ninguna de las cartas se mencionaba el nombre del oficial con el que Lydia pretendía huir y Kitty tampoco sabía quién era, aunque sospechaba que podía ser el Capitán Denny o el teniente Sanderson.

El señor Bennet decidió que lo mejor era viajar a Brighton y traer a Lydia de regreso a casa. Él le prohibió a Kitty que le contara a Lydia lo que estaba pasando y le dijo a la señora Bennet que viajaría a visitar a Hampshire para visitar a su tía Martha que estaba enferma.

La señora Bennet detestaba a tía Martha, entonces le pidió a Jane que acompañara a su padre y prometió que ella se haría cargo de los niños Gardiner hasta que Jane regresara.

Al día siguiente, el señor Bennet y Jane partieron rumbo a Brighton. Jane esperaba que cuando llegaran a aquel lugar no fuera demasiado tarde para salvar a su pobre hermana de su propia estupidez.

P&P

Después de dejar todo arreglado en Londres, el señor Darcy por fin pudo viajar rumbo a Pemberley. Afortunadamente, Georgiana se había quedado en Londres acompañando a la Condesa. Lady Matlock quería que su sobrina participara un poco más en la vida social londinense y la acompañara a hacer algunas visitas y a recibir amigas a la hora del té.

Aunque Georgiana no estaba muy contenta con la idea, el señor Darcy la convenció de que se quedara dos semanas más en Londres. Él necesitaba estar solo y Georgiana viajaría con los Bingley y podría permanecer el resto del verano en Derbyshire.

El señor Darcy partió lo más temprano que pudo y avanzó lo suficiente como para completar el viaje en un poco más de dos días. Desgraciadamente, la posada donde solía pasar la noche estaba llena y tuvo que conformarse con hospedarse en una que parecía un poco más modesta. Afortunadamente, ellos tenían una habitación con todas las comodidades a las que él estaba acostumbrado.

Después de un arduo día de viaje, él tomó un baño y se cambió de ropa. Pese a que estaba cansado, decidió comer con el resto de los viajeros. Una vez alguien le recomendó que debía practicar interactuar con otras personas, y él estaba cada vez más convencido de que no era un mal consejo.

"Señor, ¿quiere que le traiga algo de comer?" preguntó el señor Russell.

"No, comeré con el resto de los pasajeros," replicó el señor Darcy a su valet. "Dame el frac café."

"Sí, señor," dijo Russell. Él había notado a su máster un poco cambiado en los últimos días. Usualmente en lugares como ese, el señor Darcy comía encerrado en su cuarto. Ahora se había vestido elegantemente y pensaba compartir con el resto de los huéspedes.

"Si no ocurre nada extraordinario, mañana llegaremos a Lambton antes del anochecer. Me emociona mucho saber que podré recorrer las calles del lugar donde crecí y que podré visitar a parte de mi familia que no veo hace años," dijo la señora Gardiner emocionada.

"Estoy muy contenta por ti, querida tía. Además, todos los lugares que hemos visitado son tan hermosos," agregó Elizabeth.

"Derbyshire tiene unos lugares impresionantes, Lizzy. Estoy segura que te encantará," replicó la señora Gardiner.

Elizabeth y su tía estaban conversando en la pequeña sala de estar del cuarto de los Gardiners. El cuarto de Elizabeth era un poco más pequeño y estaba justo enfrente.

"Creo que tu tío debe tener problemas nuevamente con su pañuelo, creo que será mejor que lo ayude o se nos hará tarde para cenar."

"Tía, ¿te molesta si los espero en el comedor? Vi que al lado de la chimenea había un estante con libros. Me gustaría ver si tienen algo interesante para leer antes de irme a dormir."

"Está bien, nosotros bajaremos en unos pocos minutos más," replicó la señora Gardiner.

Elizabeth bajó las escaleras que llevaban hacia el comedor y fue al estante donde estaban los libros. Aunque no había una gran variedad, ella encontró una novela que había leído hace algún tiempo y sintió ganas de releer. Una vez que escogió el libro, se sentó en una mesa y le dijo al posadero que pronto su tío y tía bajarían a cenar.

Elizabeth estaba muy entretenida mirando alrededor de aquel pintoresco lugar cuando vio que al comedor entraba un caballero alto y muy guapo. Él iba impecablemente vestido y por su porte y la calidad de su ropa se notaba que era probablemente rico y de buena familia.

Cuando el señor Darcy entró al comedor se dio cuenta que no habían muchas personas, y que probablemente no se vería obligado a tener que compartir mesa y conversar con desconocidos. El pensaba sentarse cerca de la chimenea y revisar los libros que habían en el estante cuando vio que alguien lo miraba. En un principio pensó que su mente le estaba jugando una mala pasada, aquella hermosa señorita no podía ser Elizabeth Bennet, su Elizabeth.

Elizabeth no podía creer que ese señor tan guapo estuviera mirándola con tanta interés y no pudo evitar sonreír. Aunque ella no solía coquetear, y menos con desconocidos, había algo en ese hombre que le parecía irresistible.

El señor Darcy sentía que el corazón se le iba a salir del pecho. Elizabeth lo estaba mirando y le sonreía coquetamente. Esta vez su sonrisa era cálida y no sarcástica. Él nunca pensó que volvería a verla, y menos que ella reaccionara de aquella manera. Entonces, resolvió acercarse y saludarla.

"Miss Bennet, me da mucho gusto poder volver a verla," dijo el señor Darcy un poco nervioso.

"Señor…" replicó Elizabeth. Ella no tenía la menor idea quién era ese caballero y cómo y dónde lo había conocido.

P&P

Esta es mi nueva historia, ¿qué les parece?

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo