Capítulo 3
"Muchas gracias, señor," dijo Jane y tomando su pañuelo.
"Disculpe, señorita, ¿necesita algo? Por favor dígame cómo puedo ayudarla." Francis necesitaba saber si esa mujer era real o producto de imaginación. Después de tantos meses en el mar, él pensaba que podía estar confundido, no era posible que la mujer de sus sueños fuera real.
"Muchas gracias, señor. No me pasa nada… Es sólo que estoy un poco triste." Jane se secó las lágrimas y no supo por qué estaba llorando en frente de un perfecto desconocido.
"Señorita, soy el Capitán Francis Coleman. Qué le parece que nos sentemos en esa banca por unos minutos hasta que usted se tranquilice. Si prefiere regresar a su casa, por favor, permítame acompañarla."
"Creo que me hará bien sentarme por unos minutos. Muchas gracias señor Coleman por su gentileza, pero le aseguro que no es necesario que me acompañe. Me sentaré a mirar el mar y escuchar el sonido de las olas. Sé que en unos minutos estaré mejor."
"Si no le importuno, le rogaría que me dejara sentarme a su lado. Sólo para asegurarme que está bien."
Jane sonrió caminó rumbo a la banca y se sentó. Francis se sentó a su lado y sin decir nada, observaba a Jane y no podía creer que casi quince años después de ver la estatua de Afrodita la conocería en persona. Él aún no estaba seguro si ella era real o sólo producto de sus sueños. La tarde estaba comenzando a caer y había muchas personas paseando por el camino que rodeaba la costa. No era posible que él estuviera hablando solo y nadie lo hubiera notado.
"Capitán, yo soy Jane Bennet… y no vivo aquí…" dijo Jane. Ella notaba que el Capitán Coleman estaba preocupado pero no sabía qué más decir.
"Es una placer conocerla, señorita Bennet," dijo Francis. 'Jane Bennet, qué lindo nombre,' pensó Francis mientras se preguntaba por qué Jane estaba tan triste. "Sabe, señorita Bennet, un día un viejo marinero me dijo que a veces era mejor sacar de lo más profundo del alma aquello que nos hace daño, y que nadie mejor que un desconocido que no nos juzgará para escuchar aquello que tanto nos aflige. A veces mis marineros y yo pasamos meses en alta mar y yo soy la única persona en quien confían… Quiero decirle, que soy bueno escuchando."
"Gracias Capitán…"
"Coleman, Francis Coleman."
Jane se quedó en silencio por varios minutos pensando, hasta que finalmente siguió el consejo de Francis. "Capitán Coleman, tengo veintidós años y no sé qué va a ser de mi vida. Alguien rompió mi corazón, o al menos eso es lo que he creído todo este tiempo. Mi madre siempre me dijo que algún día me casaría y sería muy feliz, pero hoy dudo de que eso sea verdad. Y como si todo eso no fuera suficiente, mi hermana menor actúa de una manera tan irresponsable y a mi padre parece no importarle. Capitán…" dijo Jane mirando a Francis, "No sabe cómo me gustaría subirme a uno de esos barcos e ir en busca de aventuras en vez de estar sentada aquí esperando y rogando que la vida pase y tenga compasión de mí y mis hermanas." Jane le contó algunos detalles más sobre todas las cosas que le habían pasado en los últimos meses y no pudo derramar unas lágrimas mientras lo hacía.
Francis no podía creer que existiera un hombre tan imbécil y tan canalla como para ilusionar a una señorita, que parecía tan tímida e inocente, y que después la hubiera abandonado sin dar una explicación o decir adiós. Además, no podía creer que el señor Bennet hubiera autorizado a una niña de quince años coqueta e inocente a ir de vacaciones a un lugar donde estaría rodeada de hombres que podían hacerle daño.
"Lo siento mucho, señorita Bennet… Espero que usted y su padre estén a tiempo para salvar a su hermana."
"Muchas gracias, Capitán Coleman. El viejo marinero del que me habló tenía razón, me siento mucho mejor. Y usted también tenía razón, es muy bueno escuchando. Aunque tengo los mismos problemas que hace veinte minutos y aún no sé cómo solucionarlos, el haber hablado con usted me ha dado un poco de paz. Ahora creo que es tiempo de regresar a la posada, muy luego va a oscurecer y no quiero que mi padre se preocupe."
Francis sabía que no podía retener a Jane, pero tampoco quería dejarla ir. "Por favor, señorita Jane, permítame acompañarla hasta la posada. Me hará bien caminar."
"Está muy cerca de aquí, no es necesario."
"Me quedaré más tranquilo si me permite acompañarla."
"Está bien, usted ha sido tan amable que no puedo negarme."
Jane se sentía más tranquila y debido a la paciencia que el Capitán había tenido con ella, decidió hacerle algunas preguntas de cortesía. "Piensa quedarse mucho tiempo en puerto, Capitán."
"Por el momento, sé que como mínimo debo quedarme un mes. Pero en dos días más tendré una respuesta definitiva. Desde que asumí el control de Venus le hemos hecho sólo reparaciones menores y la última vez que atravesamos el Atlántico nos encontramos con dos tormentas grandes y una parte de la popa quedó destruída."
"Comprendo. ¿Es Venus el nombre de su embarcación, Capitán?"
"Sí… Es una historia un poco larga, pero es el nombre que le di a la embarcación cuando me la asignaron. Yo quería llamarla Afrodita, pero era un poco largo y difícil de pronunciar para algunos marineros, y como ambos nombres representan a la misma diosa, creo que hice bien en elegir Venús."
Cuando llegaron a la puerta de la posada, Jane se despidió afectuosamente. "Fue un placer conocerlo, Capitán Coleman, le deseo lo mejor en sus futuros viajes."
"El placer fue todo mío, señorita Bennet."
Jane hizo una pequeña reverencia y entró en la posada. Francis se quedó en la calle observando hasta que Jane desapareció de su vista. 'Esta no será la última vez que nos vemos, mi querida Jane. Ahora que te encontré no puedo dejarte ir tan fácilmente.'
Francis caminó por casi dos horas antes de regresar a las barracas donde se estaba alojando. Hace quince años, él se había enamorado a primera vista de la estatua de una diosa del Olimpo y ese día se había enamorado a primera vista de una señorita de Hertfordshire.
P&P
A la mañana siguiente el señor Bennet se levantó temprano, y después de desayunar junto a Jane, ambos partieron rumbo a casa de los Forster. Afortunadamente, estaba a sólo seis cuadras de la posada por lo que decidieron caminar y aprovechar la brisa marina y la excelente vista a la playa y el mar.
Aunque era un poco temprano para visitas sociales, Jane le insistió a su padre que debían llegar a casa de los Forster antes de que el Coronel comenzara su día laboral. Ella sabía que la señora Forster era demasiado joven e inmadura para comprender lo grave de la situación.
El Coronel se vio muy sorprendido al ver al señor Bennet y su hija y supuso que algo malo había ocurrido en Hertfordshire y por eso ellos estaban allí.
"Pasen por favor y díganme cómo puedo ayudarles."
"Muchas gracias por recibirnos tan temprano, Coronel. Hemos venido en busca de Lydia. Ella necesita regresar a casa con nosotros." explicó el señor Bennet.
"¿Ha ocurrido algo en tu familia, Bennet?" preguntó el Coronel Forster preocupado.
"No, es mi hija que no sabe comportarse y que está planeando hacer una locura."
El señor Bennet y Jane se sentaron y le explicaron al Coronel todo lo que se habían enterado a través de las cartas que Lydia escribió a Kitty.
"Por esa razón, Coronel, creemos que lo mejor es que Lydia regrese a casa y que no siga expuesta al peligro de interactuar con hombre que pueden aprovecharse de su inocencia y hacerle daño," explicó Jane.
"Comprendo, pero no comparto vuestra preocupación. Mis hombres están bien entrenados y dudo que alguno de ellos se atreva a desafiar mi autoridad e intentar huir con una señorita que está bajo mi cuidado." El Coronel Forster no pudo evitar sentirse un poco ofendido ante las sospechas del señor Bennet y Jane.
"Mi hija no tiene límites, Coronel. Es mejor que yo me encargue de ella," replicó el señor Bennet conciliatoriamente.
"Comprendo. Lamentablemente Lydia no está en Brighton en este momento. Mi suegra no se ha sentido bien en los últimos días, y tu hija acompañó a mi esposa a visitar a su madre. Ayer recibí correspondencia de Harriet y me dijo que regresarían en tres días más. Te aseguro que no tienes nada de qué preocuparte, mi suegra vive en medio del campo, allí no hay hombres con los que tu hija pueda huir," explicó el Coronel despectivamente.
A Jane le pareció que la reacción del Coronel Forster era bastante desproporcionada y que no tenía ningún motivo para sentirse ofendido. El señor Bennet le había explicado que Lydia podía ser una chica muy rebelde e irresponsable y que nada de lo que estaba pasando era su culpa.
Después de unos veinte minutos de desagradable conversación, Jane y su padre dejaron la casa de los Forster. El Coronel se comprometió en avisarles cuando Lydia regresara a Brighton, pero ellos no confiaban en Lydia y estarían al pendiente.
"Bueno, querida Jane, creo que tendremos que quedarnos unos días más. En cuanto lleguemos a la posada, hablaré con el señor Davies para avisarle que nos quedaremos unos días más. Creo que no nos vendrá mal unos días de este bello paisaje."
"Padre, estoy preocupada por Lydia. Tengo la impresión que el Coronel no conoce a mi hermana y por esa razón le restó importancia a la situación."
"No te preocupes tanto, Jane. Él dijo que nos avisaría en cuanto regresara, y de ese momento en adelante, nosotros nos haremos cargo de ella. Después de hablar con el posadero, iré a buscar mi libro a mi dormitorio y me sentaré en una de estas bancas a leer mientras escucho el reventar de las olas. Jane, tú debieras hacer lo mismo y disfrutar estas inesperadas vacaciones," dijo el señor Bennet sonriendo.
Jane no compartía el optimismo de su padre. Ella pensaba que era esencial saber el nombre del oficial que había estado rondando a Lydia y quería convencerla de huir con él. Pero estaba claro que ni el Coronel Forster ni el señor Bennet serían de mucha ayuda y ella no sabía cómo podría investigar para dar con el culpable.
Pese a que Francis se había quedado dormido muy tarde, él se había levantado temprano y lleno de energía. Después de desayunar, se fue a caminar cerca de la posada donde Jane se estaba alojando con la esperanza de poder ver nuevamente a Jane. Por eso se alegró mucho cuando la vio caminando tomada del brazo de un señor que debía ser su padre. Sin pensarlo dos veces, se aproximó a ellos y los saludó.
"Buenos días, señorita Bennet."
"Buenos días Capitán Coleman. Padre, ayer cuando salí a caminar conocí al Capitán," dijo Jane un poco nerviosa. Ella no esperaba encontrarse de nuevo con él y recordó todo lo que le había contado el día anterior.
"Es un placer conocerlo, Capitán Coleman. ¿Le gusta jugar al ajedrez?" preguntó el señor Bennet.
"Sí, señor Bennet, y creo que soy bastante bueno," replicó Francis.
"¿Qué le parece si jugamos una partida de ajedrez y me da la oportunidad de comprobar que tan bueno es," dijo el señor Bennet en tono desafiante.
"Me parece excelente, señor Bennet."
Francis caminó junto al señor Bennet y Jane rumbo a la posada. Él había encontrado la excusa perfecta para estar cerca de Jane y saber un poco más de ella.
P&P
Al señor Darcy le hubiera gustado que Elizabeth viajara con él en su carruaje, pero sabía que no era posible. Él había soñado con ella, y en la mañana estaba un poco inseguro y rogaba que todo lo que había ocurrido la velada anterior durante la cena no hubiera sido algo pasajero. Afortunadamente durante el desayuno, Elizabeth había sido tan amable como el día anterior, por esa razón él no tenía ninguna duda que ella lo había perdonado, y tal vez, le estaba dando una segunda oportunidad.
Después de casi cuatro horas en la ruta, ambos carruajes se desviaron un poco hasta llegar a un hermoso paraje rodeado por hermosas colinas, un verde prado y un pequeño riachuelo. Mientras los caballos comían y descansaban, el señor Darcy junto a Elizabeth y los Gardiners improvisaron una especie de picnic para apreciar el paisaje y descansar un poco.
Una vez que terminaron de comer los bocadillos y las frutas que empacaron en la posada Elizabeth quiso caminar un poco y observar el paisaje y el valle que rodeaba las colinas.
"Señorita Bennet, ¿me permite acompañarla?"
"Por supuesto, señor Darcy."
Elizabeth había estado la noche anterior tratando de recordar algo del señor Darcy, pero no pudo. Aunque ella presentía que algo más había acontecido entre ellos. Por alguna razón que no lograba comprender, estar cerca de ese caballero la ponía nerviosa. La velada anterior, el señor Darcy se había comportado de una manera tan extraña para dos personas que eran, como mucho, conocidos distantes. Además, él había dicho tantas cosas que ella no recordaba, que antes que él se pusiera a hablar de cosas que ella no iba a comprender, Elizabeth quiso usar la oportunidad para obtener algo de información.
"Señor Darcy, ¿ha visto al señor Bingley y su familia en las últimas semanas? Espero que ellos estén bien y hayan tomado una decisión sobre lo que quieren hacer con Netherfield."
El señor Darcy se sintió un poco culpable, pero quiso ser sincero con Elizabeth. "No he tenido la posibilidad de tener una seria conversación con Bingley desde que regresé de Kent. Después de nuestra… discusión, yo… Señorita Bennet, aunque hoy he logrado ver y apreciar muchas cosas de una forma diferente, cuando regresé de Kent estaba muy confundido y supongo que me dejé llevar por mi enojo. En dos semanas más, Bingley y sus hermanas pasarán unas semanas en Pemberley. Quiero que usted sepa, que tengo la intención de explicar todo de lo que conversamos en Kent y sugerirle a Bingley que tome sus propias decisiones…"
Mientras el señor Darcy hablaba, Elizabeth no sabía qué pensar o decir. Al parecer, ella y el señor Darcy habían hablado sobre el señor Bingley y habían tenido un desencuentro al respecto. Pero el señor Darcy parecía arrepentido de algo y pensaba hablar con el señor Bingley. Elizabeth se preguntaba de qué forma podía investigar qué había pasado sin que el señor Darcy se diera cuenta que ella no recordaba absolutamente nada sobre lo que él había hablado.
"¿Usted cree que el señor Bingley se deja influenciar por otros cuando tiene que tomar alguna decisión importante?"
"Desgraciadamente, Bingley es aún muy joven y no siempre sabe qué hacer cuando se ve enfrentado a una situación difícil."
"Perdone si la pregunta es inapropiada pero, ¿cuántos años tiene el señor Bingley?"
"Cumplió veinticuatro hace unos meses atrás."
"¿Cuántos años tenía usted cuando asumió el control del patrimonio de su familia?"
"Había recién cumplido veintidós años cuando mi padre falleció."
"Usted era aún más joven que el señor Bingley cuando asumió una tremenda responsabilidad, e imagino que usted no dependía de otros para saber que era lo que debía hacer."
El señor Darcy sonrió y replicó, "Siempre he escuchado a aquellos que saben más que yo, pero las decisiones finales siempre las he tomado yo."
"Entonces por qué usted crea excusas para la forma de actuar del señor Bingley. Él debería saber que su ausencia de la finca afecta a todo el vecindario alrededor de Netherfield."
"Tiene razón, señorita Bennet. Si soy honesto, creo que dado la naturaleza amigable de Bingley, muchas veces él cede ante las opiniones de otros para evitar conflictos."
"Puede ser, usted lo conoce mucho mejor que yo. Pero conozco muchas personas que no hacen lo que deben simplemente por pereza," dijo Elizabeth pensando en su padre.
"Bingley es una buena persona, pero como todos, tiene defectos que debe aprender a superar."
"Usted puede darle buenos o malos consejos, pero la decisión final siempre será la que él decida tomar."
El señor Darcy se sintió muy feliz porque sintió que Elizabeth le estaba diciendo que lo perdonaba. "Señorita Bennet, si nos acercamos a esa quebrada, tendrá la posibilidad de ver el valle y las montañas que rodean el lago."
"Suena muy interesante, caminemos hacia allá entonces."
El señor Darcy le ofreció su brazo a Elizabeth y caminaron hasta la orilla. Ellos permanecieron por algunos minutos observando el paisaje, mientras el señor Darcy le explicaba un poco más la historia de ese territorio. Después de casi diez minutos, emprendieron el camino de regreso a los carruajes para continuar el viaje.
"Señorita Bennet, en dos semanas más no sólo Bingley y su familia llegarán a Pemberley, sino también mi hermana. Me gustaría mucho poder presentarle a mi hermana, si es que usted no tiene ningún inconveniente. Ella tiene muchas ganas de conocerla."
"No, por supuesto que no tengo ningún inconveniente," dijo Elizabeth. Ella se preguntaba por qué la señorita tenía ganas de conocerla. Ella miró al señor Darcy por unos segundos, para saber si estaba hablando en serio, pero él sólo la miraba de aquella manera tan curiosa. ¿Quién era ese hombre que estaba allí con ella? Era el hombre orgulloso o desagradable del que su madre había hablado alguna vez mientras desayunaban o el hombre gentil y amable que había conocido el día anterior en la posada.
Finalmente, el señor Darcy y Elizabeth llegaron donde estaban los carruajes y fue hora de despedirse. "Si siguen por ese camino, deberían llegar a Lambton en menos de una hora. Yo seguiré por este camino que me lleva directo a Pemberley."
"Fue un gusto compartir con usted ayer y hoy, señor Darcy. Le agradecemos enormemente todas sus gentilezas," dijo la señora Gardiner.
"Fue un placer conocerlo, señor," dijo el señor Darcy ofreciendo su mano al señor Darcy.
"Señor Gardiner, ¿le gusta pescar?" preguntó el señor Darcy. Él no podía dejar ir a los Gardiners sin asegurarse de verlos lo más pronto posible.
"En efecto, señor Darcy, me gusta mucho pescar."
"¿Qué le parece si mañana me visitan en Pemberley y vamos a pescar mientras las damas recorren el pequeño lago junto a uno de mis empleados. Después, podemos almorzar en la terraza y estudiar los mapas para que decidan qué lugares desean visitar."
El señor y la señora Gardiner quedaron un poco sorprendidos por la generosa y repentina invitación, y no quisieron ser groseros y no aceptar, pero le propusieron una alternativa.
"¿Qué le parece, señor Darcy, si lo dejamos para el día después de mañana? Hoy tenemos que acomodarnos en la posada y mañana quiero ir a visitar a mi prima para avisarles que estamos en Derbyshire."
"Por supuesto, el día después de mañana suena mucho más razonable. Les enviaré mi carruaje para que de esa forma sus caballos puedan descansar después del largo viaje."
"Muchas gracias por todo, señor Darcy. Antes de que se vaya, permítame devolverle el libro que me prestó."
"No es necesario, por favor, cuando termine de leerlo me lo puede devolver."
El señor Darcy se despidió nuevamente de los Gardiners y le ofreció su mano a Elizabeth para ayudarla a subir al carruaje. Ella se había quitado los guantes y parte de la manga del vestido se le había arremangado dejando ver parte de su brazo. Él notó una cicatriz que jamás había visto, y que se notaba más bien reciente. Él deseaba preguntarle a Elizabeth qué había pasado, pero ella ya estaba arriba del carruaje cuando él reaccionó.
Cuando el carruaje de los Gardiners comenzó a alejarse, el señor Darcy se subió al suyo y partió rumbo a su Pemberley. Él había pasado mucho tiempo observando a Elizabeth, y cuando tocaba el piano en casa de su tía en Kent, ella llevaba un vestido cuyas mangas cubrían hasta sus codos, dejando ver la parte inferior de su brazo. Él no había notado ninguna cicatriz.
'¿Qué habrá pasado, y por qué tienes esa cicatriz en tu brazo, mi querida Elizabeth?' se preguntaba el señor Darcy. 'Ya tendré tiempo de averiguarlo.'
"Lizzy, qué te han dicho tus hermanas y tus padres sobre cómo era tu relación con el señor Darcy"
"Jane me dijo que cuando visitó Hertfordshire, el señor Darcy no había sido muy amable y que no había hecho amigos. Mi madre sólo lo mencionó una o dos veces, y dijo que era un hombre orgulloso y desagradable. Tía, yo también estoy un poco sorprendida por la forma en como se ha comportado, pero creo que logramos establecer algún tipo de relación más amigable cuando nos encontramos en Kent."
"Eso debe ser, querida," replicó la señora Gardiner.
Ella no deseaba confundir más a su sobrina, pero recordaba muy bien que Elizabeth sentía una animosidad muy grande hacia aquel caballero. Cuando ellos visitaron a la familia para la fiesta de fin de año, Elizabeth le había contado la historia de cómo el señor Darcy había tratado al señor Wickham, dando crédito a todo lo que el oficial había dicho. Por el momento, ella prefería mantener esa información para sí misma. Aunque Elizabeth no lo notara, era demasiado evidente que el señor Darcy sentía algo más que una amistad por su querida sobrina. Dependiendo de lo que ocurriera en las próximas dos semanas, la señora Gardiner hablaría con su esposo y tomaría una decisión sobre lo que era o no era necesario compartir con Elizabeth.
P&P
Muchas gracias a todos los que se han tomado el trabajo de dejar comentarios y seguir la historia con entusiasmo.
Como ya les dije, esta es una historia de unos quince a veinte capítulos, o sea, una historia corta. Si la han comenzado a leer, recuerden que una vez que la haya terminado de escribir, la retiraré de este sitio. Las notificaciones por correo electrónico no están funcionando, por lo que si no tienen la app revisen la página de P&P periódicamente.
Gracias a todos los que contestaron a mi pregunta. Por lo que veo, Francis va a tener una oportunidad con Jane 😀
En el próximo capítulo Lydia regresa a Brighton y Francis tomará una decisión importante.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
