Hermione se retiró los zapatos de tacón y el vestido que Adrían Pucey le regaló hacía unos meses por su cumpleaños.

Su pijama constaba de una pantalón verde afelpada con una blusa de la misma tela.

Sacó de su closet una caja de plástico con muchos medicamentos dentro.

Cada Sábado solía rellenar el pastillero semanal de su hija.

Estaba por comenzar cuando una alarma hizo que corriera a la otra habitación.

El monitor del ritmo cardiaco le estaba avisando que cayó el ritmo estaba disminuyendo considerablemente.

Corrió al cajón debajo de la tele y después de poner una combinación sacó una jeringa con medicamento.

.- ¡Lily! Abre los ojos, hija, mírame.

La pequeña niña apenas si podía mantenerse despierta.

Hermione colocó la aguja en la venoclisis y empujó el medicamento.- ¡Vamos!

Una segunda alarma sonó.

Esta era de la saturación de oxigeno.

Hermione no esperó y descolgó la vía del suero, desconectó el monitor y colocó el oxigeno que estaba escondido en una pequeña mochila.- ¡Vamos Lily, abre los ojos!

Cargó el pequeño cuerpo de su hija y fue hasta la chimenea.- ¡San Mungo!

DM/HG

Harry fue testigo de todo aquello ya que la ventana estaba descubierta.

Se quedó paralizado de pies a cabeza cuando un recuerdo resonó en su mente.

Una carta llegó su hogar con solo tres palabras.- Es una niña.

Carta que quemó en ese instante extasiado de felicidad por su nuevo matrimonio.

Cayó de rodillas en el pasto.- ¿Que he hecho?

DM/HG

Hermione corrió por el lobby de San Mungo con su pequeña hija en brazos.

.- Hermione...- Adrían la alcanzó.- dámela.

Hermione la puso en los brazos de Adrian y este corrió hacia urgencias gritando indicaciones a diestra y siniestra.

.- Merlín.- una enfermera soltó las cosas que tenía en sus manos y corrió para preparar la habitación y los aparatos para la niña.

Todos en San Mungo conocían el caso de Lily Granger.

Después de todo, Hermione trabajaba ahí antes.

Adrian acostó a Lily, sus labios estaban poniéndose azules cada segundo.

Hermione entró después.

.- ¿Sabes lo que tengo que hacer, verdad?

Hermione asintió temblorosa.

Adrian apretó la mandíbula y dirigió su varita hacia el corazón de Lily, dándole una descarga.

Lily gritó.

.- Lily...- Hermione tomó su pequeña manita.

.- Mmm.

.- Aquí estoy, cariño, no te esfuerces.

Adrian se llevó una mano al rostro.

.- Le pusiste la inyección.

Hermione asintió.- tuve que, Adrian...

.- Oye, no te estoy reprochando, sin embargo esta será una larga noche.

A Hermione le temblaban los labios.

.- Me... medi... mago Ad...

Él tomó la manita de Lily.- no te esfuerces. Debes descansar antes de...

Lily asintió. Sabía que en unas hora tendría mucho dolor en el pecho.

La inyección que su mamá le había puesto aumentaba su ritmo cardiaco, pero después de un tiempo hacia doble efecto.

Lily solo conocía el dolor.

Aveces era tan fuerte que no quería vivir mas, pero su mamá seguía intentando hacer mas por ella.

.- Hermione, deberías ir a dormir unas horas.- Adrian le dijo.

Ella negó.

Adrian se levantó.- necesitas dormir un par de horas, Lily y yo nos quedaremos conversando, además tengo una nuevo cuento para ella.