Capítulo 15: FIN

-"Em,...¡Em!"

Em aún podía notar un ligero pitido en sus oídos. "¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?" se preguntaba dentro de su cabeza. Sus párpados estaban muy pesados y le impedían abrir los ojos. Se sentía confusa, pero recordaba muy bien lo que había ocurrido minutos atrás. ¿O habían sido horas? no tenía noción del tiempo. ¿Acaso estaba muerta? Era lo más probable, después de explotar como una bomba, era lo único que podía haber sucedido.

Finalmente y con gran esfuerzo pudo abrir los ojos por fin, pero todo se veía borroso. Podía distinguir dos figuras frente a ella, observándola y pronunciando su nombre, con tono preocupado.

-"¡Mira, se está despertando!"- dijo una voz familiar.

La visión de Em se fue poco a poco adaptando y volviéndose más nítida. Ahora podía ver a Fred y a Camille, en su habitación, de pie junto a su cama, donde ella se encontraba tumbada.

-"¿Qué... qué ha pasado?"- pronunció con dificultad.

-"¡Dios mío, estás bien!" - dijo Fred aliviado.

-"Estás a salvo, Em" - añadió Camille agarrándole la mano. -"Todo ha pasado ya".

Em se incorporó y abrazó a sus amigos emocionada.

-"Gracias, muchas gracias por no abandonarme."

De pronto jadeó. Se levantó despacio para no marearse, aún se encontraba débil, y caminó hasta el salón. Allí sus ojos brillaron como dos soles al ver al joven pelirrojo sentado en el suelo, en el momento que despertaba de su letargo.

"¡Genro!" exclamó ella al tiempo que se acercaba hasta él y se inclinaba para abrazarlo. Sin embargo, él no correspondió aquel abrazo.

-"Qué... ¿Dónde estoy? - farfulló aún desorientado. Miró a su alrededor, después miró sus ropas, y finalmente volvió a mirar a Em.

"Hemos vuelto, y estamos a salvo"- le dijo ella con una mezcla de alegría y angustia. Ella notaba que algo no estaba bien en él.

-"¿Pero a qué clase de fiesta fui anoche?"- dijo confundido frotándose la cabeza. Finalmente se levantó.

Em se alejó un par de pasos de él.

-"¿Genro?"- insistió aún ella.

-"Oh, lo siento,..."- se disculpó al ver la expresión triste de la joven que tenía enfrente. -"Realmente no recuerdo nada de anoche,... en realidad, ¿qué día es hoy?" - miró confundido su reloj.

Él no la reconocía. Unas lágrimas asomaron de los ojos de Em. Él no era Genro.

-"No, por favor no llores"- le suplicó el joven pelirrojo. -"Estoy seguro de que lo pasamos muy bien, y que eres una chica maravillosa,... pero de verdad que no recuerdo nada de nada. Lo siento..."


Tras dar algunas falsas explicaciones al "Genro" de aquel mundo, se marchó, no sin antes darle el número de teléfono a Em. Según le dijo, aunque no recordaba nada, quería conocerla ya que había experimentado una cierta "química".

Em estaba desolada. ¿Dónde estaba Genro? ¿Había muerto? ¿Seguía vivo pero en su mundo? Aquellas dudas la estaban matando.

Pasaron los días, y ella lo buscaba en cada calle, en cada esquina. Pero él no apareció. Pasaron los meses, e intentó seguir con su vida, pero él siempre estaba presente en sus pensamientos. Necesitaba saber que estaba bien. Por las noches, rezaba a cada uno de los cuatro dioses para que por favor recibiera noticias de él. Si no podían estar juntos, al menos necesitaba saber que estaba vivo.

Durante aquel tiempo, Fred intentó acercarse a ella, cuidándola durante meses, mientras ella estuvo deprimida por la pérdida de Genro. Iba a su casa a visitarla, le traía comida, la animaba a salir junto con Camille a divertirse. Él nunca abandonó la esperanza de poder hacerla olvidar y volver a estar en pareja con ella. Pero Em no remontaba, y su vida se sentía vacía. Incluso en una ocasión llamó al "falso Genro" para tomar un café y conocerse. Quién sabe, quizá él podría sustituirle. Pero no funcionó. Él no era ÉL, por mucho que su aspecto físico fuese idéntico. No sentía lo que había sentido cuando estaba con el verdadero y genuino.

Así pues, poco a poco fue asimilando y aceptando que nunca más volvería a ver a aquel asiático y pelirrojo chico de otro mundo, por lo que comenzó a volver a hacer vida más o menos normal. Decidió dejar ir a Fred, puesto que ella no lo quería como pareja, y estar a medias con él solo lo hacía sufrir. Necesitaba comenzar una nueva etapa en su vida, y no contemplaba volver a cometer los mismos errores.


Una oscura y lluviosa tarde de invierno, cuando salió de trabajar y se dirigía a su casa andando, percibió una pequeña pero intensa luz al fondo de un callejón. El callejón estaba vació y sin luz, solo aquel resplandor lo iluminaba débilmente. Sabía que podía ser peligroso, pero había una cierta atracción que la llevaba hasta aquella luz. Casi sin darse cuenta llegó hasta ella. La luz era como el de una estrella azul. Intentó tocarla y el brillo se hizo tan intenso que cegó sus ojos. Cuando al fin pudo ver de nuevo, se encontraba en un lugar desconocido, pero la sensación, el olor, todo, le indicaba que estaba de vuelta en el Universo de los Cuatro Dioses.

-"¿Cómo es posible?"- dijo en voz alta sin entender lo que estaba sucediendo.

-"Te he estado esperando…"- le dijo una voz familiar.

Al girarse Em no podía creer lo que veían sus ojos. Genro estaba ahí, justo delante de ella. Sus ojos se humedecieron y tapándose la boca con sus manos por la incredulidad, fue poco a poco acercándose hasta él.

-"¿Es un sueño?"- preguntó con cierto temor.

Genro negó con la cabeza y abrió sus brazos para recibirla y una vez la tuvo contra su pecho, la abrazó tiernamente. Ella comenzó a sollozar, escondiéndose entre sus brazos.

-"¡No sabía si habías muerto!"

-"Shhhhh"- Genro la acunó acariciándole sus cabellos. –"No ha sido fácil traerte aquí. Hemos tenido que convencer a muchos dioses para poder hacerlo, y Chichiri y Taitsukun han trabajado muy duro para hacerlo posible. Pero ésta es la última vez que podrás venir".

Em levantó la cabeza y lo miró con la mirada empañada en lágrimas de emoción.

-"Siento tener que decirte esto, pero vas a tener que elegir entre ambos mundos, y una vez que decidas, no habrá vuelta atrás. Si te vas, nunca volveremos a saber el uno del otro,… y si te quedas, no volverás a ver a la gente que quieres en tu mundo. Pero déjame decirte, que si finalmente decides quedarte conmigo, prometo estar a tu lado, en lo bueno y lo malo, cuidarte, quererte…. Para siempre.

Em lo miró sorprendida mientras Genro se separaba de ella, le agarraba las manos y se arrodillaba frente a ella.

-"Em, cásate conmigo…"- le dijo mientras le ponía un anillo de oro en su dedo anular.

Em se quedó en shock mirando aquel precioso y resplandeciente anillo. Le acababan de pedir en matrimonio, así sin más y en otro mundo que no era el suyo,… ¿o sí lo era?

-"Yo,… yo,…" – balbuceaba sin saber qué decir.

-"No tienes que contestarme ahora."- le tranquilizó él. –"Ven conmigo a pasar unos días al Monte Reykaku, vivamos juntos en pareja y después podrás tomar una decisión."

Em miró el anillo, después le miró a él y sonrió. Hasta hace unos minutos, ella había perdido toda esperanza de volver a saber de él, de verlo, de tocarlo,… pensó que había muerto. Y ahora lo tenía frente a ella, y pidiéndole matrimonio. Era un sueño hecho realidad.

Em pasó una semana en la fortaleza del Monte Reykaku junto a Genro. Fueron los mejores días de su vida hasta entonces. Pudieron disfrutar de su amor sin restricciones ni tapujos, se llevaban bien, se reían, se compenetraban, se respetaban,… se amaban. Los demás bandidos se alegraban de tenerla allí, y se lo demostraban cada día.

Pero finalmente, llegó el día de decidir. Em y Genro volvieron al Monte Taykyoku a reunirse con Taitsukun y Chichiri, ambos eran los únicos con el poder, y con la autorización expresa de los dioses de abrir puntualmente un portal para que Em pudiese cruzar de un mundo a otro.

Le explicaron, que gracias a su última hazaña, los dioses habían quedado muy agradadecidos con ella, ya que voluntariamente se había despojado ella misma de sus poderes poniendo en riesgo su propia vida, y cerrando así el portal que había quedado abierto y que amenazaba con hacer colisionar ambos mundos. Por eso, y bajo expresa petición del guerrero de Suzaku, Tasuki, se le permitía cruzar una última vez al mundo de los Cuatro Dioses, algo posible solo para ella, puesto que seguía siendo originaria de allí, y si así lo deseaba, era materialmente posible que se quedara allí a vivir hasta el final de sus días, cerrando por tanto el portal y con ello la posibilidad de regresar al otro mundo.

La expresión de Em se tornó triste. Ella ya había decidido quedarse, ella sentía que su hogar estaba allí, en el Monte Reykaku, con Genro y los demás bandidos, pero estaba realmente afligida por Camille, Fred y las demás personas que dejaba atrás en el otro mundo.

-"¿No puedo volver para despedirme al menos?"

-"Si te vas ya no podrás volver"- respondió Taitsukun.

Em bajó la mirada. Aquello era demasiado doloroso, pero tenía que elegir, y lo tenía claro.

-"Ummm…"- Chichiri reflexionó poniendo un dedo sobre su mejilla. –"Creo que podré usar mi magia para que puedas despedirte de ellos, si…"

Chichiri agarró su vara y la clavó en el suelo y pidió a Em que cerrara los ojos. Él hizo lo mismo y se concentró para poner su mente en blanco y llegar hasta un estado de meditación. Analizó las diferentes ondas hasta identificar aquellas que pertenecían a la joven de cabellos rubios, y las guió a través de las demás. Em sentía como si viajara a través de un espacio de diferentes colores y formas, con destellos y luces que pasaban por sus costados, pero no era nada físico, sino astral. De alguna manera, encontró el aura de Camille, y conectó con ella. No hubieron palabras, ni lágrimas, solamente sensaciones y ambas pudieron intercambiar sus sentimientos. Camille estaba triste de no volverla a ver, pero se alegraba de que su amiga encontrara por fin la felicidad y un sitio al que sentía que pertenecía. Lo comprendía. Hizo lo mismo con Fred y los pocos familiares que le tenía. Abrió los ojos, ahora se sentía en paz, y sus ojos se llenaron de felicidad y emoción cuando miró a su amado.


En el Monte Reykaku, se celebra una gran fiesta, todos los bandidos, Koji, Jin,… bailan al son de la música, con alegría. Incluso Chichiri y el Emperador de Kuto están presentes. En medio de todo aquel jaleo, el líder de los bandidos y su recién esposa se miran a los ojos con ternura y se prometen amor eterno en el día de su boda.

FIN.