Hola a todos y bienvenidos a un nuevo capítulo de esta historia. Primero, quiero agradecerles por haber estado en el capítulo anterior, espero que el inicio de este nuevo arco les haya gustado, de la misma forma que el salto en el tiempo les haya parecido una idea adecuada.

En esta oportunidad veremos un poco más de lo que Artemisia tiene planeado, así como las acciones sé que tomarán ante aquello. Sin más que decir, continuamos con esta historia.

Tierra de sombras – Capítulo 17

Consecuencias

Lo que en un principio se trataba de una salida romántica entre Lincoln y Lynn. Algo que debía de ser una bonita tarde cambio de un segundo a otro al escuchar aquellas palabras que uno no tendría muchas ganas de escuchar si es que trata sobre una persona a la cual se han abierto las puertas. Tras oír esas palabras, Lincoln y Lynn se quedaron en silencio, incrédulos ante lo que aquel personaje les había dicho. Ya habían conocido a Artemisia y les había parecido una buena persona, era casi idéntica a los líderes de las tribus amigas que habían conocido. Por lo que a su parecer, esta no representaba ninguna amenaza.

—A ver, ¿puedes explicarnos un poco de eso? —pregunto Lynn.

—Creo que lo mejor que pudo hacer es empezar por el principio. Mi nombre es Thomas y era un miembro de su tribu. Estuve con ellos por mucho tiempo y en todo ese tiempo solo él quería la oportunidad de salir corriendo de ahí.

—¿Pero por qué? ¿Acaso son malos? —pregunto Lincoln.

—No todos. Hay muy buenas personas, pero el problema es que vivir con ellos es casi como vivir en una prisión. Verán, Artemisia antes de la caída era mi compañera de la universidad, y en ese tiempo ella tenía unas ideas un tanto radicales, ella, es en otras palabras una comunista de las que creen en serio sus ideas.

Los dos se sorprendieron al oír ese término después de mucho tiempo. Creían que algo como eso ya debería de ser historia, pero con tanta gente en el mundo y con tantas formas de pensar, una persona que tuviera esa ideología no sonaba tan raro.

-Si. Ella era mi amiga, una gran chica y una excelente persona. Cuando la conocí era amante de la filosofía, del teatro y de diversos escritores de izquierda. Pero a diferencia de muchos que tenían esos gustos y que se vestían con ropa apolillada, desordenada y que se bañaban cuando llovía, Artemisia era muy disciplinada y ordenada en todo sentido. Para ella esa gente era escoria que debía desaparecer, aunque nunca creí que hablara en serio.

—Eso es algo destacable —dijo Lynn.

—Supongo que tienes razón. Como decía, ella en esos años era de esos estudiantes universitarios con ganas de cambiar la realidad, estudiaba leyes junto conmigo y soñaba con ser una gran abogada. Cuando estábamos a un año de graduarnos se produjo La Caída. Volvimos a casa, pero mi hogar estaba en llamas y mis padres estaban muertos.

—Lo lamento —dijo Lincoln.

—Descuiden, paso hace mucho tiempo. La cosa es que al no tener un rumbo, le mande un mensaje a ella y tras contarle mi historia me dijo que también había perdido a su familia y que, por lo tanto, se regresaba a la universidad para tratar de sobrevivir con muchos otros de nuestros compañeros. Con el tiempo demostró un fuerte liderazgo y no tardo en ser el líder de la universidad. No es de extrañar que en cuanto se convirtió en la jefa de todo, aplico todo lo que había querido hacer tras años leyendo esos "ladrillos para el cerebro". No nos gustó para nada aquello a la mayoría de nosotros, pero estábamos viviendo bien gracias a ella, teníamos leyes, orden y comida. Prácticamente, éramos parte de su sueño de crear su utopía. Pero nos atacaron unos bandidos y tuvimos que salir corriendo. Desde ese día hemos estado yendo de un lado a otro, en esas idas y vueltas el número de nuestra tribu fue agrandándose y fortaleciéndose. Pero cada que se encuentra a alguien, ella le da dos opciones, aceptar el vivir bajo ese reinado rojo o morir en el acto. Todos dicen que sí.

Escuchar esas palabras encontrar a la pareja de hermanos. No podía creer lo que estaban escuchando, primero oían que aquella mujer seguía los preceptos de una corriente política que ellos creían, estaba tan muerta como la televisión por cable. Y lo segundo era lo que ella era capaz de hacer.

—¡Ella no puede hacer eso! La gente tiene derecho a decidir cómo quiere vivir —grito Lynn enojada.

—Esos rojos no entienden de esas cosas. Para ellos la libertad de pensamiento es un crimen.

—¿Y por qué no la determinada? —quiso sable Lynn.

—Por qué vivir en esa tribu es lo único que les permite vivir con seguridad. Sé que esas cosas que hace están mal, pero deben entender que incluso si les diera la opción de irse por donde vinieron, el solo hecho de regresar a ese mundo lleno de dinosaurios y de gente peligrosa, hace que uno firme lo que sea. Además, con el paso de los años muchos han terminado abrazando esas ideas, no todos como dije, pero como nadie va a dar su opinión sincera en ese sentido, es imposible de saber quiénes realmente están con ella y quienes solo quieren un lugar seguro.

—¿Alguien se le ha opuesto? —pregunto Lincoln.

—Varios de los recién llegados. Ellos suelen protestar contra ella luego de un mes o dos de estar con nosotros. Pero terminarán siendo ejecutados al no tener respaldo. La única forma de salir de ahí es escapando y solo unos cuantos han juntado el valor para escapar.

Luego de escuchar aquello se les formo una nueva pregunta a los dos oyentes.

— ¿Cómo es vivir siendo parte de los Lobos Rojos? —pregunto Lincoln.

—Eso depende. Yo vivía bien porque la conozco desde hace años y por lo tanto estaba en un puesto alto todo este tiempo, tenia buena comida, ropa decente y armas de buena calidad. El resto pasa hambre, frio y practicamente funciona como carne de canon en cuanto a armas se refiere.

—¡Pero si los vi con una gran cantidad de equipo! —dijo Lynn sorprendida.

—Ignora esas cosas. Todo eso es para intimidar a los oponentes, pero en la práctica no tienen mucha utilidad. Volviendo al tema, ella y los suyos se llenan el estómago mientras el resto debe compartir lo que se les da para comer, todos los que llegan pierden sus cosas que son repartidas entre todos, los hace trabajar de sol a sol en condiciones de esclavitud y cada que hay una batalla manda a todos a la misma sin importarle si van o no a morir. Lo único que puedo decir de ella es que es valiente, siempre lucha en primera línea.

Después de oír esa historia, los dos se estremecieron. Se sintió como si vieran una ola de mar haciéndose más y más grande a medida que se acercaba a la orilla.

—Bueno, todo eso es malo. Pero una cosa es lo que ella haga y otra muy distinta es lo que ocurre en Nueva Roma —dijo Lincoln.

—Eso no le importa. Por años ha soñado tener un lugar firme desde el cual pudiera conquistar todo el mundo y expandir su ideología. Pero las ciudades que hemos intentado tomar están llenas de pandilleros, y los pueblos nos han rechazado con éxito. Creí que iba a hacer lo mismo con ustedes, pero me sorprendió su cambio de estrategia, eso quiere decir que ha tomado otro enfoque.

—Si sabias lo que ella iba a hacer, ¿Por qué no fuiste directo a nosotros entonces? —pregunto Lynn.

—Lo hice, recorrí un poco del lugar y fue así como supe el nombre de su pueblo, mi plan era quedarme con ustedes de forma anónima hasta que pasara el asedio y luego ella se retirara. Al ver que eso no paso me salí en la noche y me vine a estas ruinas.

—¿No pensaste en anuncios?

—Creo que no. Creo que en parte solo quería escapar y olvidarme de todo, sin importarme que pudiera pasar. Llámalo cobardía o lo que sea que tengas en mente, no voy a juzgarte.

Lincoln meditó unos segundos sobre esas últimas palabras. Trato de sacar algo de ello, pero no se le ocurriría algún plan.

—Quizás ya no le importa ese sueño. Quizás ya solo quiere venir una vida tranquila en la cual puede dedicarse a otra cosa.

—Ojalá fuera así. El problema es que Artemisia no es de las que dejaron un sueño, no le afecto La Caída y no la detuvieron las derrotas sufridas.

—Tú puedes ayudarnos. Puedes tratar de extraer algo de información —sugirió Lynn.

-I can't.

—¿Por qué?

—Soy un desertor. Si ya de por sí la gente no se atrevía a escapar por el temor a ser atrapada, mucho menos se atreverían a volver.

—Pues hasta ahora nadie ha venido preguntando por ti.

—No son tan tontos para mostrar un fallo como ese. Y aun si lo hicieran, dirán que soy un criminal que escapo de ellos por cometer un robo o algo así.

—Entonces ¿qué hacemos? —exigió saber Lynn.

—Cierra las puertas y apunta todas tus armas contra esa desgraciada.

Aquella noche, Lincoln se reunió con Luna, Ronnie Anne y Jocelyn en el sótano de la casa de Los Casagrande, ellas junto con Lynn tenían un asunto que tratar antes de tomar alguna medida. Por tanto, le contaron todo aquello a estos tres en busca de consejo.

—Cielos hermanos, algo como eso es serio —dijo Luna.

—Totalmente. Pero tampoco es que podamos fiarnos de él únicamente por un testimonio. No sabemos si realmente aquello que dice es verdad —dijo Jocelyn.

—Coincido con ella. No sabemos si eso es verdad y estamos amenazados, o si es que se trata de alguien que solo busca generar intriga y hacer que terminemos peleando contra un amigo —dijo Ronnie Anne.

—Es verdad. Pero tampoco hicimos bien en abrir nuestras puertas con tanta facilidad, sé que nos ha ido bien antes, pero no es buena idea hacerlo siempre —dijo Lynn.

-Si. Puede que tanta amabilidad en algún momento solo sea repetir lo ocurrido con el caballo de Troya. —dijo Ronnie Anne.

La mención a esa historia hizo que Jocelyn se alegrara.

—El caballo de Troya es un mito bastante apropiado para estar circunstancias. Como bien sabrán, luego de la guerra entre griegos y troyanos, estos recibieron un gran caballo de madera por parte de sus oponentes, caballo que tenía a unos cuantos guerreros griegos en su interior, y que los troyanos hicieron pasar a su ciudad. Ese día los troyanos celebraron la victoria, pero esa noche los griegos abrieron las puertas, dejaron entrar a todo el ejército y tomaron la ciudad —dijo Joselyn contando el mito.

—Las puertas de Nueva Roma han estado recibiéndolas todos los días —dijo Luna.

—Sin mencionar que les dijimos en donde están los puntos más importantes —dijo Lynn.

—Debieron esperar un poco más antes de dejarlos entrar —dijo Ronnie Anne.

—Lo sabemos. Por eso es que necesitamos de consejo —dijo Lynn.

—Podríamos cerrarles las puertas.

—Eso solo causaría problemas entre nosotros. ¿Cómo podríamos explicar que de la noche a la mañana les tenemos miedo? —pregunto Lincoln.

—Decir la verdad no funcionaría en este caso. No tenemos nada tangible y lo único que ocasionaríamos sería una variedad de problemas dentro de los muros —dijo Joselyn.

—Coincido con ella. Además de que hacer algo como eso los harían ver débiles y les quitaría toda la confianza del pueblo —dijo Luna.

—Odio admitirlo, pero tenemos las manos muy bien amarradas —dijo Lincoln— ojalá hubiera una estrategia que pudiéramos implementar sin tener que causar tanto revuelo.

Los cuatro pensaron en ideas para tratar con aquella posible contingencia. Luego de un rato llegaron a la conclusión de que no había mucho que hacer.

—Aumenten la seguridad —dijo Ronnie Anne como única opción.

—Y de paso pongámosles un ojo a esos Lobos Rojos —dijo Luna.

— ¿Hacemos algo con la gente del campo? —pregunto Lincoln.

—Eso depende de Lian y Jordan —respondió Lynn.

—Lo que nos lleva al resto del consejo —dijo Lincoln.

—Jordan y Liam lo harán. Robert estoy más que seguro. El resto ya es otro tema.

-Perder. Por cierto, quiero que hasta que todo esté esclarecido se vayan a Nueva Roma.

—No creo que a las chicas les guste esa idea —dijo Luna.

—Solo será temporal, además Lori está por dar a luz pronto, lo mejor será que cuando llegue ese momento esté en el pueblo junto con todos ustedes.

—De mi parte no hay problema, solo que no tengo idea de que decirle a Paz ya Edric —dijo Jocelyn.

-Lo mismo. Nos alegrará tener el apoyo de ustedes en ese momento —dijo Lincoln.

—Le diré lo mismo a mi familia —dijo Ronnie Anne— por suerte tenemos donde quedarnos.

Tanto los Loud como sus amigos tenían una casa cada uno en Nueva Roma. Estas no eran muy usadas por ellos y únicamente las usaban los fines de semana o cuando alguno de sus integrantes no tenía tiempo para regresar. Pero tenían el suficiente espacio para ellos y estaban mejor protegidos de los peligros que azotababan ese nuevo mundo.

La mudanza se dio al día siguiente, en sí no hubo mucho problema ni hubo demasiadas quejas, únicamente Lori dijo que no tenía tanta urgencia por irse a Nueva Roma, ya que decía que todavía le faltaba una semana y un par de días, cosa que Fue reforzado por María, aunque de todas formas aceptó el irse de casa. Lo demás fue únicamente la incomodidad de llevar cosas de un lado a otro, todas sus cosas favoritas estaban en esas dos casas, por lo que todos tuvieron que hacer una buena cantidad de equipaje. Esto sin mencionar la comida tanto para humanos como para animales, lo cual hizo que Lincoln se preguntara si la comida que tenía dentro de los muros bastaba para soportar un sitio.

Al día siguiente Lincoln y Lynn se juntaron al resto del consejo, salvo por Lori, quien debido a su embarazo tenía que permanecer en casa. Al principio, a Lincoln le costo dar la noticia, no quería sonar alarmista y tampoco quería rebajarle la gravedad al asunto.

—Esto no puede ser posible —dijo una de las líderes.

—Coincido contigo, no me gusta para nada el hecho de que tengan algo preparado contra nosotros, sobre todo si se han presentado como buenas personas —dijo Jordan.

—A mí no me sorprendería que no lo fuera —dijo Robert— su estrategia puede sonar lenta, pero es eficaz. Que mejor forma para derrotar a un enemigo, que usando trucos de ese estilo como la persuasión y el engaño.

—Debo admitir que en parte no me sentía cómodo al verla —dijo Liam.

—Como sea, debemos de poner un ojo en ellos. No podemos dejar que vayan por ahí conociendo cada palmo de nuestro pueblo —dijo Lincoln.

—Coincido contigo, pero no tenemos más que la palabra de ese sujeto, el cual, por cierto. ¿Dónde está ahora? —pregunto Robert.

—Debe seguir en las ruinas de Royal Woods.

—En ese caso debemos buscarlo y hacer que el mismo nos diga todo eso. Por otra parte, lo mejor será poner una gente a vigilar a los Lobos Rojos que entren. Sería muy útil saber de qué hablan dentro de nuestros muros.

—¿Hago que todos evacuen? —pregunto Liam.

—Yo diría que sí – respondió Lincoln – pero por ahora únicamente prepara a la gente. Diles que empaquen todo lo necesario y que junten todos los recursos que se puedan, también pon exploradores para que sigan sus movimientos. Ante cualquier cosa, que disparen un par de bengalas.

—Eso haré.

—Regresando al tema de Thomas —dijo Lynn— coincidiendo en que debemos de ir a buscarlo. Necesitamos de su ayuda le guste o no.

—Déjenme hablar con él. Puede que logre convencerlo —dijo Robert.

En las siguientes horas, el plan de Lincoln fue puesto en marcha. Liam y Jordan hicieron que toda la gente del campo se preparara para partir en caso de que algo pasara. Ello, fue hecho con total discreción y haciendo todo lo posible para que ninguno de los posibles enemigos se diera cuenta de ello. Por suerte, no hubo ningún Lobo Rojo que se interesara en ir hacia el campo, todos iban únicamente al pueblo.

Esa tarde Lincoln, Lynn y Robert fueron hasta el lugar donde habían visto a Thomas por última vez. Al entrar al edificio lo llamaron un par de veces esperando que este les contestara, al inicio no hubo respuesta por lo que subieron las escaleras esperando que este siguiera ahí, pero que no los hubiera oído. Teniendo cuidado de ser confundidos con alguno de los Lobos Rojos y que este les disparara, llegaron hasta el lugar donde se quedaba, encontrándolo dormido en un rincón con la escopeta.

—¡Tomás! —grito Lynn haciendo que se despertara de un salto y que por poco dispara el arma.

—¡¿Por qué me despiertan así?! —dijo poniéndose de pie.

—Por qué necesitamos tu ayuda para proteger a nuestra gente —dijo Lincoln.

—Por ese motivo trajimos a nuestro amigo Robert Umber —dijo Lynn presentando al herrero.

—Oigan, les juro que ya les dije todo lo que sé. No es necesario que me torturan.

—No vamos a torturarte, tonto. Él está aquí porque dice que puede convencerte.

—En ese caso pierde su tiempo. Yo ya cumpli mi parte, ahora es turno de ustedes.

—Thomas, en serio necesitamos de tu ayuda —dijo Lincoln.

—Ya te he dicho todo lo que sé. No hay más que pueda hacer por ustedes.

—Necesitamos que vengas con nosotros a Nueva Roma.

—¡Ni hablar! ¡Me matarán si me ve alguno de mis antiguos compañeros!

—No lo hará. ¿Crees que dejaríamos que te hicieran daño? —la pregunta Robert.

—Tú no conoces a la gente con la que he estado. Se lo dije a tus amigos antes, es gente peligrosa.

—Pues ayudamos entonces a salvar a los nuestros. Mira… sé que estás asustado, muchos de nosotros lo estuvimos por años, pero nuestro pueblo es lo único que nos permite tener algo de esperanza, por eso te pedimos que nos ayudes a mantenerla.

Thomas cambió un poco de actitud, lo suficiente como para hablar con Robert.

— ¿Cómo puedo hacer eso?

—Tú conoces a esa gente y dices que es peligroso. Pero nosotros no tenemos idea de eso, no tenemos forma de probarlo y no tenemos idea de que son capaces de hacer. Es tu palabra contra algo inexistente para nosotros. Pero si aquello que dice es verdad, entonces ayúdanos a defendernos ya prevenir esa amenaza. Te prometo un nombre del consejo de Nueva Roma, que no vas a resultar lastimado y que nos encargaremos de que tengas un lugar con nosotros. Podrás tener una vida nueva, una en la que no corras el riesgo de que te atrape en este lugar o de que un depredador te atrape en las calles. ¿No quieres eso?

-Si.

—Pues entonces ven con nosotros.

Thomas se quedó un rato en silencio y dio su respuesta.

—Bien. Iré con ustedes.

El plan se ejecutó al día siguiente. Cuando las puertas se abrieron para dejar entrar a la gente del campo ya los Lobos Rojos, Thomas el cual había disfrazado lo mejor posible, cambiándole las ropas, poniéndole un sombrero y unos lentes oscuros con los cuales estaba irreconocible estaba junto a los guardias, convertidos. en un vendedor más de los tantos que se ponían en las puertas a vender su mercancía sobre una alfombra. A su lado se encontró Luna, quien junto con él simulaban ser vendedores de cerámica.

— ¿Estás seguro de que esto funcionará? —pregunto Tomás.

—Puedes confiar en mi hermano. Sus aviones son los mejores.

—Eso espero. Por ahora debo admitir que ni yo me reconocí mirándome al espejo.

—Entonces ni ellos podrán reconocerte —dijo Luna con una sonrisa— oye, sé que solo sabemos tu nombre y todo lo demás, pero no creo que tu historia con ellos sea lo único de ti.

—No creo que sea buena idea contarte de mi vida en estos momentos.

—Vamos, acaso ves alguno de tus excompañeros entrar.

—Ni uno solo lo ha hecho hasta ahora.

—Entonces cuéntame de ti. Si voy a estar en una misión secreta contigo, entonces déjame conocerte más.

Thomas dio un largo suspiro y comenzó a contar.

—Mi nombre es Thomas Corbray. Antes de que todo esto empezara era un simple estudiante de derecho que aprovechaba las vacaciones para irse con sus padres y sus amigos a Minnesota, lugar donde nací. En cuanto a mis gustos, pues antes del colapso del mundo, solían gustarme cosas como los helados, la restauración de pinturas, comer miel y tocar violín.

—¡Sabes tocar violín! —dijo Luna emocionada.

—Sabía. No he tocado ese instrumento por mucho tiempo. Aunque tampoco es que fuera muy bueno, otros sabían hacerlo mucho mejor que yo.

—Vamos. De seguro podrás recordar eso. Además, aquí hay una tienda que vende instrumentos, ¿te parece si cuando terminamos este asunto de Artemisia te ayuda a conseguir un violín nuevo?

Thomas se emocionó de escuchar aquello y después de mucho tiempo pudo sonreír, aunque sea un poco.

-Si. Eso estaría muy bien.

Ni bien termino de decir eso, uno de los Lobos Rojos paso frente a ellos. Thomas le hizo una señal a Luna que consistía en un golpecito rápido en la cintura. Luna tomando uno de los platos cerámicos hechos por Lana, se lo ofreció al visitante.

— ¿Desea un plato de cerámica hecho a mano?

—Me gustaría, pero será en otra oportunidad.

Aquella era la frase clave que habían planeado para indicar que uno de los soldados de Nueva Roma, vestido de civil, lo seguiría a una distancia prudente. Aquello fue hecho en unas cuatro oportunidades más a lo largo de ese día. Notando en ellos una característica en especial.

—Todos son soldados de alto rango —dijo Thomas.

— ¿Qué significa? —pregunto Luna.

—Qué han tenido un gran papel en distintas batallas y cuya lealtad a Artemisia está más que probada. No solo en el campo, también ejecutando a quienes se han atrevido a quejarse de ella.

—Te prometemos que no dejaremos que gane —dijo Luna decidida.

Por su parte, Lincoln, Lynn y su gente se dedicaron a seguir a aquellos enviados. La misión si bien fue complicada, no tuvo ningún contratiempo y se hizo de forma correcta. Cada soldado de Nueva Roma siguió sus objetivos durante todo el día. Al inicio parecía que la cosa no iba a llevar a nada, pero en cuanto la campana que indicaba el cierre de puertas se oyó, esos individuos siguieron dentro y se dirigieron todos a una posada.

Lincoln entró seguido de sus hombres y se sentó en una mesa cerca de donde estaba uno de aquellos Lobos. Todos estaban en distintas mesas, y más que animados, estos mostraban una actitud seria.

—Esto no me gusta nada —dijo Lincoln.

—No tiene nada de malo que entren y tomen un trago en soledad —le respondió el soldado.

-Perder. Pero, no se ven como si solo vinieran a tomar una bebida. Más parece que estaban esperando algo.

—Pues por ahora no pueden hacer mucho. No pueden tomarse un pueblo solo cinco personas.

—No estés tan seguro, mi amigo —respondió Lincoln.

Las horas pasaban y los clientes del bar también, pero ellos seguían ahí únicamente sentados en esas mesas. Lincoln tuvo que poner todo de sí para no quedarse dormido en la mesa, pero para cuando parecía que ya le iban a faltar sus fuerzas, los soldados de Artemisia se pararon y aprovecharon el tumulto para ir saliendo uno por uno. Los siguieron a la calle, solo para encontrarla en una oscuridad tan intensa que apenas y las farolas daban algo de ayuda. Para empeorar las cosas, les perdieron el rastro ni bien salieron.

—¡Demonios! —dijo Lincoln en voz baja— no creo que podamos encontrarlos.

—Tenemos que hacerlo —dijo Lynn. Vamos despacio y en silencio.

Aquella era la prueba de que algo no iba para nada bien. Afuera y esas horas de la madrugada no había nada que estuviera abierto, habían salido del único bar en funcionamiento y las puertas no se abrirían hasta el amanecer. Mientras los seguían, Lincoln pensaba en las cosas que podrían ser de su interés, pero se dio cuenta de algo, estaba pensando en ellos como simples viajantes, no como soldados yendo a cumplir una misión, y fue entonces que recordó la historia que Jocelyn les Contó, la historia de esos héroes griegos entrando en Troya.

Fue así que supo que aquello era casi lo mismo, no era una guerra, Artemisia no quería una guerra que le costaría ganar. Tampoco era necesario un caballo cuando él mismo les había abierto las puertas y dado la mano. Solo faltaba la última parte de esa historia y esa era la que los estaba llevando a las puertas de la ciudad.

—¡Van a las puertas! ¡Van a abrir las puertas! – grito Lincoln.

—¡¿Estás seguro?! —pregunto Lynn alarmada.

—¡Totalmente! ¡Hay que detenerlos en este momento! ¡Todo el mundo corre a las puertas y suene las alarmas!

Se dividieron en cuatro y empezaron a correr.

Mientras tanto, en la puerta principal, los lobos rojos se acercaron a la puerta de madera con una gran confianza, sacaron sus cuchillos y miraron a su alrededor. Al no ver a nadie, se acercaron a la puerta para comenzar a sacar las vigas que mantenían las puertas cerradas.

—Yo me alejaría de ahí si fuera ustedes.

De la oscuridad salieron Luna y Thomas, prendiendo sus antorchas y mostrándose armados con una hacha de mano por parte de ella y con el machete de Lori por parte de Thomas, además de que ambos usaban escudos.

—Tomás. Ya decíamos nosotros en donde te habías metido —dijo uno de los Lobos rojos.

—Aléjense de las puertas y ríndanse. Ya no tienen que seguir a Artemisia.

—Él tiene razón. Además, si intentan dañar a mi gente se las verán conmigo —dijo Luna.

—Ja. Así que nos traicionaste para irte con esta gente.

-No. Me vine con esta gente para ser libre.

—Oyeron eso? Pues si tanto quieres ser libre, yo voy a liberar tu alma y enviarte al cielo.

El Lobo Rojo se arremetió con su punal, pero Thomas se defendió con el escudo y tras desviar el ataque lanzó un corte y acabo con su antiguo compañero. Al ver aquel acto, el resto de Lobos se lanzó contra este, solo que en esta oportunidad, Luna se unió a la pelea y entre los dos lucharon contra aquellos nuevos enemigos.

Los Lobos Rojos tenían únicamente esas armas cortas, pero eso no significaba que estuvieran en desventaja, sabían pelear ante un enemigo mucho mejor armado y estaba claro que eran superiores a los bandidos a los que Luna se había enfrentado antes. Por suerte, el entrenamiento le sirvió para defenderse mejor de lo que se lo hubiera esperado, por lo que tras un par de golpes tanto del hacha como de su antorcha, este logro acabar con uno de sus oponentes y luego con el otro. Thomas quien tenía la misma experiencia que sus enemigos y sabía como luchaban estos no tuvo tantas dificultades y tras eliminar al segundo enemigo se dispuso a terminar con el tercero, solo que antes de ello este fue derribado por un disparo en el hombro.

Lincoln llegó a las puertas junto con un grupo de soldados los cuales rodearon al herido y le apuntaron con sus armas.

—Gracias por tu ayuda —le dijo Lincoln a Thomas.

-No. Gracias por ayudarme a salir del pozo en el que estaba.

Lincoln miró al herido y le puso su espada en el pecho, este se sentó y miro con ira a Thomas.

—Traidor —dijo el Lobo antes de que Thomas le cortara la cabeza.

—Disculpas. No pude evitarlo.

—Tranquilo. De todas formas no hay nada que pudiera decirnos que tú ya sabes —dijo Luna.

—Bien. ¿Qué haremos con estos? —pregunto un soldado.

—Los vamos a colgar de los muros, mostrémosles a esos Lobos Rojos lo que pasa cuando se meten con nosotros —dijo Lincoln.

Subieron los cuerpos y uno por uno los fueron colgando de los muros. El enemigo no los vería en ese momento, pero al amanecer se encontrarían con una sorpresa.

—¿Ahora que sigue, Lincoln? —pregunto Luna.

—Atacaremos al amanecer. Sabemos como están, así que será una carga rápida.

—Hay mucha gente ahí que no quiere seguir a Artemisia. Por favor, ayúdenme a salvar a la gente que solo quiere escapar de ella.

—Lo haremos. Solo tenemos que…

—Oigan. ¿No se supone que si ellos iban a abrir las puertas, eso significa que ya tenían gente lista para entrar? —pregunto Luna.

Todos miraron hacia el frente, pero la oscuridad era tal que no vieron nada.

—Supongo que abortaron el plan —dijo Lincoln— tal vez…

En ese momento una gran cantidad de luces apareció en un extremo, se trataba de decenas de llamas que fueron encendiéndose y poniéndose en línea, para luego empezar a volar y caer sobre las granjas. Se trataba de flechas incendiarias.

De pronto una tras otros cientos de antorchas fueron encendiéndose, mostrando una gran cantidad de Lobos Rojos con Artemisia a la cabeza, montada sobre un caballo y con su espada en la mano, quien con un simple gesto hizo avanzar a sus tropas contra las granjas. de Nueva Roma.

Los gritos de guerra de los Lobos Rojos, sumado al fuego de las flechas, despertaron a todos los habitantes, los cuales pronto se vieron atónitos ante tal ataque inesperado.

—¡Esto no es posible, se suponía que había vigías! —grito Lincoln.

—¡Eso no importa! ¡Tenemos que ayudarte! —Grito Luna.

Las alarmas sonaron por todo el pueblo, los soldados pese al sueño empezaron a despertarse ya ponerse sus armaduras. Los que ya estaban listos corrieron a los muros y torres solo para ver como el campo era tomado con rapidez por parte de aquellos a quienes trataban como amigos hacía unos días.

En el campo, Liam y Jordan intentaban contener el avance de los Lobos Rojos, pero sus esfuerzos eran cada vez más desesperados. El ataque había sido una sorpresa debido a la muerte de los vigías, los cuales no podían hacer mucho en la oscuridad. Los civiles trataban de huir del fuego o intentaban apagarlo, pero pronto se dieron cuenta de que hacer algo con aquello ante ese ataque era inútil y se limitaron a huir al tiempo que el ruido dé los gritos y las armas chocando contra otras iba en aumento.

—¡Resistan muchachos! ¡No dejen que avancen! —ordenaba Liam.

A los gritos de los hombres, pronto se les sumaron los ruidos de dinosaurios, aquellos ceratópsidos eran lanzados contra esos invasores, los cuales retrocedían o huían al verlos. Aquello hizo que por un momento hubiera algo de esperanza, quizás podrían derrotarlos, salvar sus hogares. Pero pronto la cosa se puso peor, el enemigo aumentó y los dinosaurios al ser pocos pronto también fueron eliminados uno por uno, lo cual hizo que poco a poco fue retrocediendo hasta que notaron que solo quedaba una cosa por hacer.

—¡Retírense a Royal Woods! ¡Todos huyan a Royal Woods! —ordeno Liam.

Su gente al recibir aquella orden se giró y comenzó a escapar hacia aquella necrópolis.

—¡Debemos salir de inmediato! ¡Debemos ayudarte! —gritaba Lincoln.

—No podemos. No sabemos cuál grabe es la situación —dijo Robert.

—¡¿Entonces quieres que los abandonemos?!

—No tenemos otra opción. Lo mejor será enfrentarlos en estos muros.

Fue así que la primera guerra en su historia, comenzó con una derrota para Nueva Roma.

Y así, queridos lectores, termina este capítulo, espero que les haya gustado pese a la cantidad de tiempo que ha pasado desde la última vez que actualice, motivo por el cual les pido disculpas. En esta oportunidad las cosas empezaron tranquilas y se pusieron muy serias al final, Nueva Roma ha perdido el campo y se enfrenta a un inminente asedio. En el próximo capítulo veremos cómo avanza esta guerra y que es lo que harán para mantener a salvo a su gente.

Ahora pasemos a los saludos.

Montana Hatsune: Nuevamente, tuvimos una gran referencia a la guerra de Troya, aunque esta vez fue la descripción del final de la misma, final que casi le toco a Nueva Roma. En cuanto a Artemisia, esta se basa en la misma Artemisia de Caria, la cual es comparte su capacidad estratégica con la de esta historia. Y sí, no es buena idea mostrarle todo lo que uno tiene a un desconocido por muy bien que caiga al principio.

Espero te haya gustado este capítulo.

Marati: Pues ya sabemos cuáles son los intereses de Artemisia. Espero te haya gustado este capítulo.

Sin más que decir, espero que les haya gustado este capítulo, el siguiente será uno de gran importancia. Nos vemos.