Los personajes de Twilight no son míos sino de Stephenie Meyer, yo solo me divierto un poco con ellos.
Capítulo beteado por Yanina
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Capítulo 7
Bella
Tuvimos un receso de treinta minutos después de la declaración de Emmett, odiaba todo lo que había dicho, detestaba que parecía haberse ganado la consideración de la jueza.
No era una irresponsable, aunque tampoco iba a limitar a mis chicas a divertirse, pero la manera en que había descripto el suceso me hacía ver como que no me importaba la seguridad de las niñas.
Mi teléfono sonando me hizo terminar con mis pensamientos, el nombre de Leah apareció en la pantalla.
—¿Hola?
—Mami, dile a Ray que no puede mandarme a mi habitación —retumbó la voz indignada de Claire en mi oído, no estaba enojada, más bien parecía incrédula.
—Puedo hacerlo si tú estás ordenándome que limpie tu desastre.
—No te ordené.
—Me lo gritaste.
—Te grité, mas no te ordené.
—Bueno, yo te pedí que fueras a tu habitación de manera amable, si tú pensaste que te estaba mandando como castigo es tu problema.
—Eso no tiene sentido.
—Tampoco lo que tú has dicho.
—Claro que tiene sentido, si tú ordenabas, yo iba a buscar galletas para comerlas después por un buen trabajo.
—¿Y por qué mejor no recoges y yo busco galletas?
—Porque yo ya te presté mi muñeca favorita, si yo hice eso por ti, tú puedes guardar el resto de mis juguetes.
—Yo te traje jugo cuando se te terminó, además compartí de mis papitas después de que Bella se fuera.
—Eso es cierto —suspiró—. Bien, levantaré mis juguetes, ¿me ayudas?
—Pero después te vas a tu habitación.
—¡Ray!
—Solo bromeo.
No pude evitar reírme ante el parloteo de ambas.
Habíamos decidido tener solo un hijo, cuando tuvimos a Claire en casa y vimos lo demandante que era un bebé, estuvimos más que de acuerdo en que ella era más que suficiente, pero ahora que escuchaba la complicidad que tenía con Rayza, no podía evitar pensar que había necesitado un hermanito todo este tiempo.
Edward y yo nos dedicamos cien por ciento a ella, era difícil tener otro hijo, así que fuimos los padres presentes que necesitaba, pero la complicidad que tenía con su hermana era algo que me encantaba ver en ambas.
Escuché como ambas gritaron, seguido del golpe del teléfono.
—Lo siento mucho, señora Cullen, les pedí que levantaran sus juguetes para poder merendar, no pensé que tomarían mi teléfono y la llamarían mientras estaba en la cocina.
—No te preocupes, Leah, hablaré con ellas para que no vuelva a ocurrir.
Terminé la llamada y salí del cubículo del baño para ver a Rosalie esperándome con los brazos cruzados, recargada contra los lavabos.
Intenté parecer lo más tranquila posible, lavé mis manos, acomodé mi cabello y me puse un poco de brillo labial, esperando a que comenzara a hablar, pero no dijo ni una sola palabra, tan solo se quedó mirándome.
No podía negar que era una mujer bastante atractiva, tenía un muy buen cuerpo, los kilos del embarazo hacía tiempo habían desaparecido, yo no había subido excesivamente de peso cuando estaba embarazada, pero los pocos kilos extras aún seguían ahí.
Aunque quizás Rosalie tuvo ayuda de un cirujano, no lo sabía, pero ella bien podía pasar por alguien que nunca tuvo un solo embarazo.
Sabía por la poca investigación que habíamos hecho sobre ellos que había participado en incontables concursos de belleza, prácticamente desde que nació; estuvo a punto de participar para ser Miss Estados Unidos, pero se comprometió con James King y se casaron apresuradamente, por lo que los concursos de belleza quedaron fuera de su vida. Había tenido una boda lujosa y despampanante con toda la crema y nata de la sociedad neoyorquina, la llamaron la boda del año.
No sabía más que eso.
Suponía que había tenido la típica vida glamurosa a la que estaba acostumbrada, hasta ahora.
—¿Tienes algo que decirme?
Me miró con aquella petulancia que la caracterizaba, la misma sonrisa engreída de saber más que cualquiera, la misma que solía hacer Rayza cuando estaba a punto de soltar algún comentario que sabía que dejaría a Claire confundida.
Al principio sentí pena por ella, estábamos en la misma situación, amando a nuestras pequeñas, pero con un sentimiento agridulce de saber que la niña a la que le dimos vida estaba en otro lugar con vaya a saber qué personas.
Ese sentimiento desapareció cuando dejó en claro que no le interesaba mantener a Rayza con ella y quería recuperar a Claire a toda costa, sin importarle nada ni nadie.
Las cosas se tenían que hacer a su manera.
Di media vuelta dispuesta a marcharme del baño, pero su voz me detuvo.
—¿Qué es lo que quieres? Solo dímelo y…
Me reí y volteé a verla, no se necesitaba ser un genio para saber a qué se refería.
—A ambas.
—No me…
—Es lo único que quiero y te juro que las voy a tener.
—Es mi hija.
—También mía, ambas lo son y no voy a renunciar a ninguna de ellas.
Salí del baño con un mal sabor de boca, era la primera vez que hablaba directamente conmigo, siempre había alguien más presente, ya sea Edward o Emmett o alguno de nuestros abogados, era la primera vez que intercambiábamos palabras sin nadie más rodeándonos.
En cierto punto la entendía, claro que yo no quería perder a Claire, era mi pequeña, pero había algo más, no era normal que Rosalie entregara voluntariamente a Rayza, no era lógico, ninguna madre lo haría.
¿Desprenderte de la niña que habías considerado tuya? No tenía sentido su manera de actuar, ni mucho menos la manera en que había prácticamente desconocido a Rayza.
Tampoco podía decir que era culpa de Emmett, pues Claire no era su hija biológica como para exigir tenerla junto a él, así que esa teoría tampoco concordaba.
Quizás solo era un capricho, tal vez solo no le gustaba que no le dieran la razón.
O quizás realmente solo quería a Claire con ella.
Era todo tan confuso.
Era horrible caminar a ciegas, sin saber realmente lo que era correcto y lo que no.
No sabía si estaba haciendo bien en mantener a Claire o si en unos años me iba a recriminar por no dejarla marchar con Rosalie, no sabía si Rayza llegaría a odiarme porque no era la madre que ella quería y regresaría buscando a Rosalie.
Me querían y yo las amaba, pero no sabía si eso sería suficiente.
…
—¿Te gusta que Ray esté aquí?
Mi pequeña de ojos azules apartó la mirada de la tablet.
—Sí, es divertida, a veces dice cosas extrañas y habla chistoso, pero me gusta.
—Eso está bien, y no habla chistoso, solo que los padres de Rosalie hablan francés y le han hablado de esa manera a Ray desde que era una bebé, es por eso que a veces confunde unas cuantas palabras.
Asintió antes de volver a mirar la pantalla, Ray estaba tomando aún la siesta, Edward había salido, lo que nos dejaba a mi pequeña Claire y a mí solas como en los viejos tiempos, acurrucadas una junto a la otra, estaba sentada en mis piernas, con su cabecita recargada contra mi pecho mientras jugaba en la tablet.
Había estado viendo un programa de chismes, pero cuando Claire despertó y se acurrucó conmigo, comenzamos a ver uno de sus programas infantiles, nadie me había advertido que esos programas a veces me iban a entretener mucho más a mí que a las niñas.
—Oye… —Volvió a mirarme
—¿Sí?
—¿Por qué duerme aquí? Me gusta hacer pijamadas, pero Ray siempre viene aquí y yo nunca he ido a su casa.
—Bueno…
Miré la curiosidad en los ojos de mi Claire, sabía que no me iba a librar de responderle.
—Bueno, a papi y a mí nos gusta tener a Ray aquí con nosotros, además a ti te agrada mucho, ¿cierto?
—Sí.
—Bueno, ahí lo tienes.
—¿No le agrado a Rosalie?
—Claro que sí, pero papi y yo somos desconfiados y no queremos que duermas lejos de nosotros, quizás más adelante puedas hacerlo.
—Está bien, pero ¿por qué Rayza no le dice mami a Rosalie? ¿No es su mami?
—No, no lo es.
—¿Rayza sabe que no es su mami?
—Sí, lo sabe, por eso no la llama así.
—¿En dónde está su mami?
—Bastante cerca.
—¿La conozco?
—Sí, lo haces.
Se quedó pensativa unos cuantos segundos antes de volver a hablar.
—No creo que sea una buena mami si no está con Ray.
—Créeme, ella intenta estar lo más cerca posible y ser una buena mami.
—No me parece que lo sea.
Volvió su atención a la tablet, lo cual evitó que viera mis lágrimas resbalar.
…
Me había calmado lo suficiente para que las niñas no notaran que no me encontraba bien. En la noche Edward me consoló y me aseguró que era una buena mami, pero no me sentía de esa manera.
Dejen que un niño les rompa el corazón con toda la inocencia y sinceridad del mundo.
—¿Bella?
Miré a Edward que me observaba de forma interrogante, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba frente a mí.
Tomé su mano, aferrándome al salvavidas que era para mí.
Lo necesitaba tanto.
Quería que esta pesadilla terminara.
…
La jueza se nos quedó mirando por un minuto, Garrett había pasado a la oficina junto con el abogado Vulturi, Garrett nos dijo que todo estaba controlado, pero que debíamos tener la mente abierta.
No me gustaba como sonaba eso.
—Tenemos un caso realmente complicado aquí —dijo acomodándose en su gran silla—, no dudo que ambos quieren lo mejor para las niñas, aun cuando la definición de lo mejor sea distinta para ambos.
Miré a Edward, quien me sonrió levemente, al igual que yo estaba bastante confundido por lo que estaba pasando.
—Tengo unas cuantas preguntas para los cuatro, no ha sido fácil para ninguna familia, estas niñas llevan seis años siendo parte de su vida, entiendo que ambas familias estén recias a dejar a las niñas.
Me reacomodé en mi lugar, sin saber a dónde quería llegar con esto.
—¿Claire está al tanto? —nos preguntó sin rodeos—. Quizás no la cruda verdad, pero ¿está consciente de que habrá cambios en su vida? Ya los hay, eso debió tenerla un tanto confundida.
Miré a la jueza que esperaba pacientemente mi respuesta, sabía que no le gustaría ni un poco.
—No —murmuré sintiéndome incómoda.
—¿Qué piensa que ha estado ocurriendo? —preguntó la jueza—. Han sido casi ocho meses de todo este proceso.
—Le hemos dicho que Rayza es una nueva amiga, ya que Claire es educada en casa, es normal que tenga citas de juegos con otros niños que también son educados en casa, no vio raro el conocer a Ray.
—Pero Rayza se ha quedado con ustedes, eso no pasa con los demás niños.
—No, no pasa.
Me removí en mi lugar.
—¿Rayza tiene conocimiento? —preguntó la jueza mirando a Emmett.
—Sí, se lo hemos contado desde hace meses —respondió Emmett—. Decidimos respetar la decisión de los Cullen al no querer decírselo a Claire aún, creímos que eventualmente se lo dirían, pero ahora quieren la custodia de ambas niñas.
La jueza asintió y volvió a mirarnos.
—¿Ambas?
—Son mías —dije con voz firme y clara, posiblemente me metería en problemas por ser una impertinente con la jueza—. A diferencia de los McCarty, mi amor por las niñas no lo define la sangre que corre por sus venas.
—¿Esa es una acusación?
—No lo sé —me encogí de hombros, sentí el apretón de mano de Edward pidiéndome que me calmara—, lo único que sé, es que mientras yo quiero a las dos, porque a las dos las amo de la misma manera, Rosalie solo quiere a Claire porque es su hija biológica, olvidándose de la niña que ha criado por seis años.
—Esa es una acusación bastante fuerte, señora Cullen —me advirtió—. ¿Señora McCarty?
—Mi clienta solo quiere poder acercarse a su hija biológica —habló el abogado—, como se ha mencionado, han pasado ocho meses desde que se dio a conocer la equivocación con las niñas, el cambio debió hacerse hace mucho, pero los Cullen han encontrado la manera de postergarlo, la última vez se pactó hace dos meses, y fue cuando presentaron la demanda solicitando la custodia de ambas niñas, así como acusar de negligencia infantil a mis clientes.
La jueza asintió recargándose contra el respaldo de su silla.
Nos miró atentamente.
Sentí como Edward apretaba mi mano cada vez más fuerte, estaba igual de nervioso que yo.
—Creo que ninguno ha convivido adecuadamente con sus hijas biológicas —dijo acomodándose las gafas—. Entiendo el temor de los Cullen a que los McCarty desaparezcan con Claire, de igual manera entiendo que los McCarty necesitan más tiempo con Claire.
Esto no me estaba gustando.
»Han convivido con las niñas siempre en un ambiente tenso y en donde ambas están juntas —me miró—, propongo un día de prueba, solo con sus hijas biológicas, claro que, para la seguridad y tranquilidad de ambas familias, un oficial estará vigilándolos en todo momento, así como una trabajadora social.
—No —susurré temiendo sus siguientes palabras.
—Convivan con las niñas, conózcanse, busquen gustos similares, enfóquense en que ellas confíen en ustedes y disfruten de su mutua compañía. —Miró a Rosalie y a Emmett para después mirarnos a nosotros—. Después tendrán que decirle a Claire, no todo, no queremos que la niña sufra, pero la han mantenido en el limbo todo este tiempo, no es justo para ella, necesita saber de su propia boca que las cosas están cambiando y seguirán cambiando.
Sentí que en cualquier momento vomitaría.
»Son sus padres, las personas en quien más confía.
