Discleimer: El mundo Harry Potter es de su autora. Sólo son míos Lennah y algunos personajes más, así como el fic en sí
Agradecimientos: a ti: mi editora, mi Slytherin y mi contable. GRACIAS
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Volvía de ir a ver a los Thestrals, lo que significaba que iba cargada con una bolsa llena de botes de cristal algunos de ellos llenos otros ya vacíos, una libreta repleta de letra mal garabateada, las botas llenas de barro, y la cabeza en otro mundo.
Caminaba por inercia sin pensar dónde le llevaban los pies. Iba pensando en la carta que había recibido de su ex profesor del Doctorado sobre el embarazo de Negrín. Sabía de su opinión sobre esa criatura en concreto, pero no se esperaba la respuesta.
Luego, también estaba Negrín en sí y su cambio de actitud hacia ella. Cuando iba, se acercaba sin temor y hasta le proporcionaba carne. La Thestral tenía miedo y eso hacía que la llenara de responsabilidad.
- …Profesora… ¡Profesora Holden! …Profesora!... ¡Lennah! - Se detuvo en seco. Miró a su alrededor buscando quién la acababa de llamar y se encontró delante del cuadro de la Dama Gorda. Ambas mujeres se miraron sin comprender. - ¿Lennah? - se giró un poco y vio detrás de ella la inconfusible túnica de Minerva.
- Oh, hola profesora. - El tintineo de los botes de cristal resonaron al bajar la bolsa a una posición más cómoda.
- ¿Hola? - La miraba tan extrañada como la había saludado. - ¿Todo bien? - Se giró por completo hacia la profesora y asintió.
- Si, todo bien.
- ¿Segura? - Minerva no parecía convencida por su respuesta, pero Lennah asintió de nuevo. - No es que me moleste, pero… ¿Qué hace en la puerta de la Sala Común de mi casa? - Y de repente Lennah cayó en la cuenta. Miró apresuradamente a su alrededor y se fijó en el cuadro que había tenido delante escasos minutos atrás y comprendió que su subconsciente la acababa de traicionar.
- Yo… - Minerva comprendió en ese mismo instante lo que había pasado e intentó disimular su carcajada en una tos provocada.
- ¿Los viejos tiempos? - Cuando vió que su compañera no conseguía encontrar las palabras y cada vez tenía un tono más subido de rojo en sus mejillas acudió al rescate.
- Eso parece. - Minerva le mostró el camino a seguir y ambas emprendieron la marcha hacia otra sala. - ¡Merlín! No sé cómo ha podido ocurrir.
- Son más años de alumna que de maestra. - La disculpó ella.
- En eso tienes razón. A veces, les veo garabatear algún pergamino y recuerdo cuando lo hacíamos nosotros. Fueron buenos tiempos. - Minerva sonrió.
- Cualquier tiempo fuera de esta guerra que se inicia, es mejor. - Fue el turno de la morena en asentir. - Pero si, tu promoción fue… Singular. Una de las más unidas que recuerdo… y con más travesuras. - Lennah pareció recordar algo y asintió sonriendo de lado. - ¿Has… mantuviste el contacto? - Aunque no había nombres en esa pregunta era fàcil saber de quién se hablaba. La morena negó y la media sonrisa desapareció ensombreciendo su rostro.
- Fue una decisión muy difícil y la despedida dejó mucho que desear. - Suspiró y ambas se detuvieron enfrente del despacho de la subdirectora.
- ¿Un café? - Lennah miró todo su cargamento evaluando si realmente quería abrir esa puerta.
Asintió.
Ambas entraron y Lennah dejó todo sus bártulos en una silla cercana a la puerta, mientras Minerva le señalaba un sofá de dos plazas con una mesa de café a juego, en frente de la chimenea.
Al sentarse una taza de té y un café corto aparecieron encima de la mesa. Ambas mujeres tomaron sus respectivas tazas y tomándose un respiro de sus funciones de maestras, se centraron en ellas como brujas.
- A veces, echo de menos el bullicio de la Sala Común. - Minerva la observaba con la taza pegada a sus labios. - Otras veces, me relaja el llegar al despacho y no oír a nadie. Curioso, ¿no?
La jefa de los Gryffindor sonrió.
- No eres a la única que le pasa. - Dejó la taza aún humeante, en su plato y miró a su compañera. - ¿No has escrito a ninguno de ellos?
- Lo hice. Muy al principio de irme escribí a Lily un par de veces, y otro par a Remus y Peter. Luego… creo que por Navidad una postal para Lily y… cuando me casé con Albert … - Dejó de mirar a Minerva en algún momento y pasó a mirar sus manos en el momento de nombrar a su marido.
- Las personas cambian y el tiempo nos hace ver todo con algo de perspectiva.
- Supongo que sí… - Tomó la taza de café entre sus manos y se dió cuenta que tenía un leve temblor en ellas. Minerva lo vió, pero no lo mencionó.
- Y, desde que has vuelto… ¿Has hablado con ellos? - Por ninguna razón Lennah intuyó que la Gryffindor sabía la respuesta, pero aún así la dijo en voz alta.
- Ni siquiera saben que he vuelto, que soy Maestra… - Decirlo en voz alta le removió más su estómago de lo que había creído. Minerva pareció notarlo y puso una mano llena de comprensión encima de la suya.
Intentaron hablar de otros temas, pero Lennah no parecía centrarse en la conversación más allá de dos o tres frases consecutivas.
Al final, se disculpó y se fué hacia sus habitaciones. Dejó las cosas mal guardadas por encima del despacho y se metió en la ducha.
Al salir, envuelta con la toalla y con el pelo aún goteando se acercó a su escritorio y tomó la pluma y un pergamino.
"Querida Lily,
He empezado esta carta tres o cuatro veces y en ninguna de sus anteriores versiones me parece adecuado el principio ni el final. He optado por no volver a releer el texto antes de enviártela, así que perdona si hay alguna incoherencia.
Han pasado casi tres años desde la última vez que nos vimos y quizás dos desde la última de nuestras cartas. No tengo palabras para disculparme, pero sí que debo decir que he pensado mucho en ti (en vosotros) y que, desde que he vuelto a Londres lo hago con más asiduidad.
Volví a finales de agosto y en septiembre me incorporé como maestra en Hogwarts… ¡Qué cambios da la vida! ¿ no?
Espero que James y tú seáis igual de felices que cuando me fui. Lamento mucho no haber podido asistir a vuestro enlace. Mucho.
En breves se acercarán las fiestas de Navidad y, probablemente, disponga de algún día libre. Si te apetece podríamos tomar un café o un té y así poderme disculpar,de nuevo, en persona.
Me encantaría volver a verte y ponerme al día con vosotros.
Sinceramente,
Lennah M. Holden"
La carta salió de la lechucería de Hogwarts a última hora de la noche. Lennah vió partir la lechuza gris y esperó perderla de vista antes de dar media vuelta y morderse el labio. ¿Querrá verme? Un nudo en su estómago y otro en su garganta le impedían respirar correctamente.
- ¡Maldita sea! ¡Es que ni siquiera miras por donde andas!
- ¡¿Y tú?! ¡¿Es que no ves que voy tarde?! - De repente ambos estaban con las varitas apuntando al pecho de su contrario. - ¡Aparta de en medio! - Su varita empezó a vibrar en sus manos llena de ira y la de él hizo lo mismo.
- ¡Yo no tengo porqué apartarme, Holden! - Escupió su apellido con un nivel distinto de odio, pero ella ni siquiera podía percibirlo. Estaba tan enojada que el resto de sus sentidos se habían esfumado.
- ¡Lo harás, Snivellus! - Las chispas verdes asomaron.
- ¡EXPELLIARMUS! - Ambas varitas salieron disparadas hacia la pared y ambos profesores, desconcertados, se giraron hacía la voz que les había desarmado. Estaban tan ofuscados y concentrados en su propia pelea, que la furia se dirigió hacía esa nueva figura. Cuando procesaron quien era, la furia pasó a arrepentimiento, miedo y respeto. ¡¿Qué iban a hacer?! ¡¿Qué habían hecho?! - Los dos. A mí despacho. - No hizo falta un "ahora" porque ya se había girado y sabía que ambos le seguirían. Y así fue, con un movimiento de mano de cada primo, las varitas volvieron a sus propias manos y se dispusieron a seguir al Director a cierta distancia y con sus pensamientos lejos de la pelea de escasos segundos antes.
Severus, como buen Slytherin, caminaba con la cabeza alta. Sabía que ese incidente iba a repercutir tanto en su reputación, como en su vida laboral.
Lennah, en cambio, caminaba con la cabeza gacha… ¿Cómo diantres había permitido que sus tripas rugieran más que su propio sentido común? ¡Por Merlín, ya tenían un aviso!
Mientras ambos caminaban por los pasillos hasta el despacho de Dumbledore, con la cabeza cada uno en sus propias críticas, una lechuza chocó contra la cabeza de Snape. Simplemente, colisionó con él. Parecía deliberado, pero …Eso era imposible, ¿no?
- ¡Joder! - El sonido de las alas en su cabeza y el grito del Slytherin hicieron girar a Dumbledore, a la vez que Lennah levantaba la vista.
- ¡Merlín! - Los ojos desorbitados de los tres, hubiera sido una imagen digna de fotografiar, pero la lechuza cayendo a peso hizo reaccionar a los presentes.
- ¿Estás bien? - Mientras que el director se dirigía a pasos rápidos hacia su maestro, Lennah se ocupaba de la lechuza que ya había caído al suelo.
- Si, lo estoy. - Lennah miró desconcertada a su primo, no entendiendo por qué le contestaba.
- No hablaba contigo. - Se agachó hacia el animal y lo tomó entre sus manos, sin darse cuenta de la furía que crecía en los ojos negros de Severus.
Lennah descubrió que el animal tenía un pergamino enganchado en su pata.
Si no hubiera sido porque Dumbledore estaba ahí presente, hubiera surgido otra discusión, pero el Director estaba ahí y con su mirada apaciguó al profesor de pociones.
Lennah, totalmente ajena a esas miradas, tomó el pergamino entre sus manos, a la vez que el pájaro se restregaba contra su mejilla. Y ese gesto le hizo recordar a quién pertenecía esa lechuza y sonrió, pero luego recordó algo y miró a Severus y de nuevo al animal… ¿Había sido deliberado?
Rascó la cabeza del animal.
- Hay cosas que no cambian. - El pájaro ululó y emprendió el vuelo de regreso.
- Y ahora que todos estamos bien. - Dumbledore les mostró con una mano el camino a seguir hacia su despacho.
Realmente, esta vez, todo se había descontrolado.
La regañina de Albus había sido contundente y les había prometido acciones si ellos no ponían freno a sus enfrentamientos: "Por el amor a Merlín, son ustedes familia, tomen eso en consideración". En ese punto, su voz había soñado cansada, pero seguía surgiendo un efecto extraño en ellos.
Salieron en silencio y hasta cabizbajos. Sin mediar palabra cada uno marchó hacia su despacho con el discurso aún golpeándose fuerte en sus respectivas cabezas.
Ambos eran conscientes de la gravedad del asunto: ambos eran profesores y ambos habían traspasado el límite de lo personal a lo profesional. Ambos tenían grabadas algunas de las frases de Albus, pero para Lennah una de las cosas que la marcaría fue esa mirada de decepción.
Tomó una bocanada de aire y susurrando su contraseña entró en su pequeño despacho. La puerta se cerró lentamente tras ella, dejándola a escasos pasos de la entrada mirando hacia un montón de papeles que se acumulaban en el escritorio.
- Menuda mierda…- Se sentó dejándose caer en la silla del escritorio y pasó la vista por el montón de papeles. Palabras y más palabras garabateadas, subrayadas, gotas de tinta en medio del texto, a final de frase… y, al final de todo, una palabra en un recuadro lleno de interrogantes: "REVERSIBLE".
Se había pasado el día en una especie de letargo
Había dado sus clases, acallado rumores, corregido ensayos y, creía que hasta había aparecido en algún momento en el gran comedor para picotear algo. En todo ese día no había vuelto a coincidir con Severus y había evitado al máximo al resto de docentes.
Su mente en seguida se escapaba hacia la charla en el despacho de Dumbledore y revivía el encontronazo con su primo.
Realmente las cosas se les habían ido de las manos.
Se sentó en los pies de la cama y empezó a desabotonarse el vestido, para poder ponerse el pijama y tumbarse en la cama. No dormiría bien y le quedaba poca poción para dormir, así que intentaría pasar sin ella.
Al sacarse el vestido notó un bulto en el bolsillo del mismo y sin recordar qué había metido ahí, puso la mano y rebuscó. Un pergamino aun sellado. La carta que la lechuza de tonalidades marrones había traído chocando con su primo.
Suspiró intentando relajar el temblor que apareció de la nada en sus manos e intentó abrir el sello, que se le resistía levemente y, cuando lo consiguió la letra pulcra y uniforme de Lily apareció:
"Querida Lennah,
Dichosos los ojos que leen tu carta. Mi corazón aun da pequeños saltos de alegría al tener tu carta entre mis manos. Mi cabeza, por otro lado, llena mi pluma de preguntas que ansían respuestas, así pues ¿Cuándo te veré querida amiga?
Te he extrañado.
Tu amiga,
Lily E. Potter
PD: te he extrañado MUCHO"
Y sin entenderlo mucho, un par de lágrimas cayeron sobre la carta.
Se vistió de nuevo y, con la carta aún en la mano, salió hacia el despacho de Dumbledore.
