Capítulo 2. Un comienzo con altibajos.

Les traigo el siguiente capítulo de Comet y Twilight. Espero les guste.


Twilight se encontraba en el comedor junto a un cansado Spike.

Los últimos tres días habían sido bastante movidos para ella. La adopción de Comet había sido lo más tranquilo, junto al regreso a Ponyville, en el que tanto Comet como ella se habían quedado dormidos en el tren. Desde entonces, todo había estado muy agitado.

Cuando llegaron al castillo, pareciera que a Comet se le había olvidado el cansancio de lo emocionado que estaba. Entro corriendo al edificio, maravillado por la peculiar estructura de cristal en la que se encontraba, parecía aún más grande por dentro que por fuera.

Tener a Comet corriendo y gritando por todos lados era lo que menos necesitaba, estaba cansada por el viaje y aún quedaba mucho por hacer. Por si fuera poco, Spike empezó a cuestionarla por la decisión que había tomado, mientras ella hacía lo imposible por no perder la cabeza y explicarle lo mejor que podía lo que había sucedido y que tenía todo bajo control.

Después tuvo que detener una riña entre Spike y Comet cuando éste lo llamó lagartija. Spike comenzó a alegar, ofendido por el comentario del potro, siendo que él no lo había dicho con malicia. Jamás había visto un dragón en su vida, mucho menos un bebé dragón.

Luego de separar a esos dos y de aclarar el malentendido, tuvieron una rápida cena para después prepararse e irse a dormir, o al menos eso ocurría en los planes de Twilight. Pero, para su desgracia, la cena no había hecho más que activar aún más a Comet.

"¿Dónde está el interruptor de este niño?" pensó mientras perseguía a Comet por todo el castillo.

Agotada y sin poder detener a Comet de ninguna manera, se tumbó, rendida, en un sillón en su biblioteca y poco a poco se quedó dormida.

A la mañana siguiente despertó aun en el mismo sillón acompañada de un somnoliento potro abrazado a ella.

Ese día se decidieron a elegir una habitación para Comet, algo más fácil de decir que de hacer. Es castillo estaba lleno de habitaciones vacías y, por supuesto, Comet quería verlas todas para tomar una decisión, pero Twilight entendió que viniendo de un potro que había dormido toda su vida en un cuarto junto a otro grupo de niños, tener un cuarto propio era algo especial y quería estar seguro de tener un lugar que le gustara.

El día entero se les fue viendo decenas de cuartos sin que Comet se decidiera por alguno, por lo que durmió con Twilight esa noche.

A la mañana siguiente, Comet se decidió por un cuarto bastante grande al cual le entraba mucha luz natural por las grandes ventanas que tenía, no podía ser otro que una habitación llena de cajas y objetos que Twilight había mandado traer desde su antigua habitación en Canterlot. Montones de libros, cajas, pergaminos y objetos que habían dejado arrumbados en esa habitación debido a que no habían tenido tiempo de acomodarlos en ninguna otra parte.

Sin lograr convencer a Comet de escoger otro de los cuartos que quedaban libres, empezaron la ardua tarea de sacar cada caja y objeto para reacomodarlos en otra habitación que tuviera el espacio suficiente para almacenarlos todos.

Aún con la ayuda de Spike y de Comet, les tomo día y medio el poder liberar todo el espacio, dejando solo algunas cajas y mantas con las que hacerle una cama improvisada a Comet. A pesar de ser una pony muy organizada y meticulosa, el adoptar al potro había sido más bien improvisado, fue algo que le había hecho más por impulso, por lo que no tenía nada con qué recibir al joven potro, al menos no en lo que compraba algunos muebles para él.

El resto del día se la pasaron aseando y desempolvando la habitación para que pudiera dormir ahí esa noche. Colocaron una colchoneta sobre las cajas que habían dejado, colocaron unas mantas sobre ella y Comet tomó "prestada" una de las almohadas de Spike para estar más cómodo.

Después de tanto trabajo, incluso Comet parecía estar agotado, pues todavía no se había levantado. Sin embargo, aún no podían permitirse descansar ese día. Todavía faltaba comprar una cama para Comet, un buró, algunos libreros para su habitación, un escritorio, un ropero y quizás un tocador. Además, estaba ansiosa por contarle la buena noticia a sus amigas, a su familia y de paso, por qué no, a la Princesa Celestia.

-Buenos días –interrumpió Comet sus pensamientos al saludarlos a ambos en medio de un bostezo.

-Buenos días, Comet. ¿Dormiste bien? –respondió Twilight.

-Más o menos, esa colchoneta hace que casi extrañe la cama del orfanato –dijo bromeando mientras se sentaba dispuesto a comer su desayuno.

-De eso quería hablarte –le hablo Twilight-. Hoy vamos a ir a comprar algunas cosas para tu habitación, sí que debes apresurarte.

-¿Qué clase de cosas? –le preguntó mientras se retacaba la boca con los pancakes que había hecho Spike.

-No hables con la boca llena –le reprendió Twilight-. Pues, necesitas una cama y algunos otros muebles, decoraciones, libros…

-Oh, ya veo –dijo zampándose otro pancake más-. Esto está delicioso.

-Me alegra que te guste –dijo Spike-. Es una receta que me dio Pinkie Pie, es una gran repostera, aunque aún siento que les faltan algo, no logro descubrir cuál es su secreto.

-¿Pinkie Pie? –preguntó Comet confundido.

-Es una amiga, si te apresuras quizás puedas conocerla –dijo Twilight.

-Que bien –dijo comiéndose lo último de su plato-. Terminé. Iré a alistarme para…

-¿A dónde crees que vas? Aún te falta eso –lo detuvo Twilight mientras señalaba un plato lleno de fruta rebanada el cuál Comet ni siquiera tocado.

-Pero… -intentó discutir Comet al ver que Twilight lo había descubierto.

-Sin peros, siéntate y cómetelo –finalizó Twilight.

Refunfuñando entre dientes regresó a su asiento, viendo lo que a sus ojos era un asqueroso revoltijo entre lo que parecía hacer manzana, plátano, algo que no estaba seguro si era melón, algunas moras y mango. Los dos días anteriores se había librado de comérselo, yéndose del comedor antes de que Twilight se diera cuenta, pero todo parecía que no le iba a permitir una tercera vez.

-¿Twilight? –Le dijo el potro, no muy seguro si sería correcto llamarla mamá, ya que, después de todo, ella lo había adoptado, pero seguía siendo la princesa, además, ella le había dicho que la llamara Twilight.

-¿Si? –respondió esperando una réplica por parte de Comet.

-Esto tiene mango.

-Mmhmm –respondió no dándole mucha atención a las quejas de Comet.

-Soy alérgico al mango –respondió inventando una excusa para no comer.

-Ah, no lo sabía, pues, no te lo comas –le respondió con un tono de desconcierto.

-Pero todo está embarrado de mango –dijo con voz lastimera, esperando que con eso Twilight al fin lo dejara libre.

-No te preocupes, puede tomar el mío –dijo Spike inocentemente, pasándole su propio plato-. No soy muy fanático del mango así que no suelo comerlo, pero por hoy puedo hacer una excepción. Descuida, mañana recordaré no servirte.

-Gracias Spike, que amable eres, ¿no lo crees Comet? –dijo Twilight, con un tono normal, como si de verdad se hubiera creído la alergia de Comet al mango, demasiado bien para creerle.

-Sí, muchas gracias Spike –dijo Comet fingiendo una sonrisa, intentando ocultar su molestia y frustración con el pequeño dragón por haber arruinado sus planes.

Sin más excusas que poder inventar, se comió la fruta a regañadientes. Para su sorpresa, no estaba tan mal como él esperaba, de hecho, estaba increíblemente deliciosa, en especial las manzanas, dulces y jugosas, nada comparado a las insípidas y secas que había en Canterlot.

Al final, terminó todo el plato, dejando sólo las moras, las cuales estaban demasiado ácidas para su gusto.

-Terminé –dijo Comet dejando el plato en la mesa -¿Ya me puedo ir?

-Te faltaron las moras –le respondió Twilight, más con un tono de desconcierto que molesto.

-No me gustaron –respondió Comet, esta vez diciendo la verdad.

-Bien, puedes retirarte –finalmente respondió Twilight con una ligera sonrisa, viendo que fuera de eso, si había comido el resto.

Comet salió del comedor dispuesto a tomar un baño, con todo lo que había ocurrido en los días anteriores, no había tenido oportunidad de hacerlo, así que esa era su mejor oportunidad antes de que se le fuera el día de nuevo.

-Twilight… -se detuvo en el umbral de la puerta.

-¿Si? –respondió, girándose para poder ver al potro.

-Lo que dije hace rato, sobre que era alérgico al mango, no era cierto –confesó avergonzado-. Lo dije porque no quería comer la fruta.

-Lo sé –respondió calmadamente, dándole una agradable sonrisa a Comet.

-¿Qué? –Exclamó sorprendido-. ¿Cómo es que tú…

-Vi tu historial médico el día de la adopción y no mencionaba nada sobre alergias –respondió tranquilamente, aun sonriéndole a Comet-. Pero me alegra que seas honesto conmigo.

-No lo entiendo. Si sabías que mentía, ¿por qué no dijiste nada?

-Es cierto, pude decirte algo en cualquier momento, pero preferí esperar a que tú lo hicieras. Dime, ¿no te sientes mejor ahora que dijiste la verdad?

Comet después de pensar un rato se dio cuenta que Twilight tenía razón. Luego de darse probar y darse cuenta que el cóctel de frutas no estaba tan mal como él había creído, comenzó a sentirse mal, culpable por haberle mentido a la yegua que había confiado en él y avergonzado por la forma en la que había actuado. Lo que lo había impulsado a decirle la verdad. Ahora sentía que se había quitado un peso de encima.

En respuesta, le dio a Twilight una tierna mirada y una sonrisa.


Comet estaba muy emocionado de por fin poder salir del castillo, no sólo por querer ir de compras con Twilight, también estaba ansioso de explorar este nuevo lugar. En Canterlot, no tuvo mucho tiempo de conocer la ciudad, pasaba casi todo el tiempo dentro de su habitación y no estaba permitido salir del edificio, a excepción de sus visitas a la biblioteca de ciudad en las que siempre iba acompañado de Cary. Las pocas veces que llegó a escaparse no se alejó más de un par de calles, por lo que recorrer el pueblo resultaba una experiencia nueva para él.

En cuanto llegaron al mercado, la emoción se convirtió en nerviosismo. Se paralizó al ver la gran cantidad de ponies que había, demasiados para su gusto. Jamás había visto tantos ponies juntos, el hecho de pensar tener que caminar entre todos ellos y pasar a su lado fue suficiente para que empezara a sudar en frio.

Caminó muy pegado a Twilight, detrás de ella, con la cabeza baja, volteando nerviosamente a todos lados, intentando ocultar su ojo blanco. Tal vez solo era en su mente, pero sentía cómo las miradas de todos caían inevitablemente sobre él, viéndolo de la misma forma que lo habían hecho mucho ponies antes, algunos podrían pensar que se veía genial, a otros les era indiferente, pero la gran mayoría lo hacía con desagrado, como a un fenómeno, siempre murmurando de lo horrible que se veía.

Comet chocó contra Twilight cuando ésta se detuvo frente a una tienda que sólo vendía camas, algo extraño, pues él pensó que en una mueblería venderían de todo tipo de muebles, no solo uno.

-Legamos –le dijo Twilight, notando en seguida el cambio en la actitud de Comet quién aun intentaba esconderse detrás de ella-. ¿Todo está bien? –le preguntó.

-Ah… si, todo bien –le respondió forzando una sonrisa, intentando no preocupar a Twilight-. Entremos… -le indicó, caminando lo más rápido que podía.

Al entrar en la tienda no tuvo tiempo de relajarse y calmar sus nervios, el tendero lo saludó sorpresivamente, haciéndolo pegar un brinco del susto.

-Hola, bienvenido…

-Rápidamente fue a esconderse detrás de una sorprendida Twilight por el comportamiento tan diferente al que había tenido anteriormente.

-Lo siento, pequeño, no era mi intención asustarte –se disculpó amablemente el tendero, un pony de pelaje marrón vestido de traje y corbata.

Comet no dijo nada, sólo se quedó viéndolo tímidamente detrás de Twilight evitando que viera su ojo izquierdo.

-Es un poco tímido… -murmuró el tendero para sí mismo.

-Lo siento, es nuevo en el pueblo, aún se está acostumbrando a los rostros nuevos –respondió rápidamente Twilight haciendo que el pony dejara de prestarle atención a Comet para que se relajara.

-Princesa… Es un honor tenerla aquí en mi tienda –dijo el tendero haciendo una reverencia-. Soy Feather Pillow, siéntase libre de revisar y probar todas las camas que desee. Si necesita algo, solo llámeme e iré de inmediato.

-Gracias –respondió Twilight, sintiéndose extraña por la atención especial que le estaba dando-. En realidad, estamos buscando algo para él –dijo señalando a Comet.

-No hay problema –respondió el tendero con otra reverencia-. Sígame. Tenemos una gran variedad de camas individuales, estoy seguro que alguna será de su agrado.

Feather los llevó hasta una parte en el medio de la tienda, donde exhibía una gran variedad de modelos de camas, desde las más sencillas, que eran literalmente un colchón con cuatro patas, literas, hasta las camas más elaboradas y costosas.

Twilight le dio la indicación al pony que podía retirarse y lo llamarían cuando tomaran una decisión. No fue hasta que estuvo a varios metros de distancia que Comet se atrevió a salir. Comprobando así las sospechas de Twilight, Comet le tenía miedo a interactuar con otros ponies.

La verdad, no es que a Comet le dieran miedo los ponies, sino más bien su reacción al verlo. Desde siempre había recibido burlas y apodos de los otros niños, siendo rechazado por los mismos, razón por la cual evitaba socializar y prefería quedarse en soledad, evitando así que dicha parte se desarrollara. El momento en que convivía con más ponies eran las comidas, ignorando a todos sus compañeros y terminando lo más rápido posible para salir de ahí.

Por suerte, la tienda estaba casi vacía, a excepción del tendero, quien ya estaba lejos y un par de yeguas en una esquina del local, viendo vagamente las camas mientras chismorreaban. Ninguno estaba a una distancia a la que pudieran verlo, así que todo estaba bajo control.

Así, Comet empezó a ver las diferentes camas, olvidándose por completo de los demás pones ahí presentes, evitando la conversación con Twilight de lo que acababa de suceder. Poco a poco se iba relajando, actuando más normalmente y hablando con un poco más de soltura.

Estaba probando una cama que le había gustado mucho. Una cama de madera, no muy blanda, no muy firme. Era un diseño algo simple: una cabecera, el soporte y el colchón. Estaba concentrado en sus propios pensamientos y en cómo se vería en su habitación.

-¡Que horror! Mira su ojo –gritó una de las yeguas, tomando por sorpresa a Comet.

No había visto cuando se habían acercado, si siquiera cuando habían empezado a moverse de la esquina, estaba tan sumergido en su mente que había olvidado por completo que ellas estaban ahí.

-Vámonos de aquí, no vaya a ser contagioso –dijo la otra yegua con un tono casi de asco-. Ahora dejan entrar a cualquiera.

Rápidamente las dos salieron del establecimiento, sin darle tiempo a Twilight de reaccionar para reprenderlas.

En menos de un parpadeo el ánimo de Comet decayó súbitamente, pasando de la mirada alegre que empezaba a recobrar a una triste, casi al borde de las lágrimas; el labio le temblaba un poco e instintivamente cubrió su ojo con su casco y bajó la cabeza, ocultándose.

-No las escuches, no saben de lo que hablan… -dijo Twilight, intentando reconfortar al potro.

-Quiero irme –respondió Comet con voz quebradiza sin siquiera mirar a Twilight, haciendo lo posible por no llorar.

Entonces Comet bajó de la cama y comenzó a caminar hacia la salida, aun cubriendo su ojo con su casco.

-Comet, espera –intentó detenerlo Twilight-. No tienes por qué hacerles caso, esas dos siempre exageran todo. ¿Qué hay de tu cama? –dijo intentando hacer todo lo posible por convencerlo.

-Escoge una tú, yo esperaré afuera. Respondió mientras una lagrima comenzaba a caer por su mejilla.

Al final Twilight escogió la última cama que habían visto ya que al parecer fue la que más le había gustado a Comet. Una vez terminada la compra, el tendero, muy apenado, se disculpó por el comportamiento de las dos yeguas, dando a entender que él había visto también a Comet, pero prefirió ahorrarse sus comentarios.

Sin darle más importancia al asunto, Twilight salió en busca de Comet, necesitaba arreglar las cosas con él, debía demostrarle que no estaba solo, ahora la tenía a ella para apoyarlo o simplemente reconfortarlo.

No tardó mucho en encontrarlo, no había ido muy lejos. Comet estaba sentado en la sombra al lado de la tienda, escondido detrás de unas macetas dándole la espalda a la calle.

-Comet, ¿cómo te sientes? –preguntó automáticamente Twilight, dándose cuenta en seguida de lo tonta que había sido la pregunta.

-¿Por qué soy tan diferente? –Preguntó con un tono de voz débil, dando a entender su tristeza, mientras miraba con desprecio su reflejo en una ventana.

-No eres diferente… -respondió, sintiendo cómo se le encogía el corazón por la pregunta del potro.

-Entonces, ¿por qué todos me miran así? ¿Qué fue lo que hice para que me traten de esa forma? ¿Por qué les molesta tanto cómo soy? –preguntó el potro comenzando a llorar.

-Comet, escúchame. –Dijo Twilight para llamar su atención mientras lo abrazaba-. Tú no has hecho nada malo, no tienes por qué sentirte culpable de nada. No eres diferente a ningún otro, si los demás no quieren verlo, entonces ellos son los del problema, no tú.

Comet se quedó entre los brazos de Twilight por varios minutos hasta que logró calmarse, desahogando en parte el malestar que le habían hecho sentir las yeguas y un poco de todo lo que había tenido que soportar todos eso años.

-¿Entonces, no te molesta mi ojo? –preguntó tímidamente.

-En absoluto –contestó-. Yo creo que es lindo. Es algo especial que sólo tú tienes –añadió dándole una sonrisa.

Gracias a las palabras de Twilight, Comet fue capaz de esbozar una pequeña, pero sincera, sonrisa en su rostro. Aún le asustaba que otros ponies lo vieran, pero el saber que a Twilight no le importaba, su apariencia y, más aún, le gustaba, era lo único que necesitaba por el momento y era más que suficiente para calmar su nerviosismo, al menos por un tiempo.

-¿Qué tienes en la cabeza? –preguntó Twilight cuando se separaron, tratando de cambiar el tema.

-¡Auch! Con cuidado… -contestó, quejándose del dolor cuando Twilight comenzó a jalar lo que parecía una pequeña rama enredada en su cabello blanco.

-No sale. Está muy atorada –dijo aun tirando de ella intentando zafarla de la enredadera que tenía por cabello-. ¿Cómo llegó esto ahí?

-Debe ser de una de las plantas –respondió, haciendo que Twilight parara, ya que esto sólo hacía que le jalara el cabello y se enredara aún más-. Déjalo, es inútil, no harás más que empeorarlo. En algún momento tendrá que salir.

-No podemos dejarte eso enredado en el cabello –respondió Twilight renuente de seguir las indicaciones de Comet-. Debe de haber una forma de poder sacar la rama sin tener que cortar el cabello y de paso que te ayude a desenredarlo para que esto no vuelva pasar y conozco al pony perfecto para el trabajo.

-Es imposible, Twilight, ya lo he intentado.

-No para ella –respondió con una mirada arrogante-. Terminemos nuestras compras y después iremos a darle una visita.

-¿A quién? –preguntó Comet intrigado.

-A Rarity.


Muchas gracias a todos lo que apoyan mi trabajo.
Todas sus críticas y reviews son bien recibidas, sí que no se corten.
Una abrazo y un la próxima.