Capítulo 8. De vuelta en Canterlot (Parte 2)
A la mañana siguiente. El sol comenzaba a salir, pero ninguno de los tres huéspedes se había levantado aún. Twilight se encontraba durmiendo tranquilamente cuando sintió un fuerte empujón en su espalda, que la tiró de la cama. Fue tan repentino, que no tuvo tiempo de gritar, solo de soltar un pequeño quejido al sentir el golpe contra el suelo, pero fue más que suficiente para despertar a Spike, quien veía con confusión a Twilight tumbada en el piso.
-Comet. ¿Acaso te parece gra…? -se quejó, interrumpiéndose al ver que el potro aún estaba profundamente dormido, atravesado completamente en la cama, razón por la cual la había tirado.
-Twilight, ¿qué sucede? –preguntó Spike, soñoliento.
-Comet me tiró de la cama –respondió sobándose el hombro con el que había caído.
Un delicioso aroma comenzaba a filtrarse a la habitación, un suave olor a masa y dulce que cautivaba a cualquiera que lo percibiera.
-Huelen eso –dijo inesperadamente Comet, sorprendiendo a ambos, pues, en apenas unos segundos, pasó de estar dormido como un tronco a estar incluso más despiertos que ellos dos.
-Lo único que puede despertar a Comet de esa manera, la comida –rio Spike. Gruñendo su estómago a los pocos segundos.
-Tal parece no es el único –le respondió Twilight, también riendo-. Parece que están preparando waffles para desayunar.
-Pues qué estamos esperando –dijo Comet saltando de la cama y abriendo la puerta para bajar corriendo las escaleras.
-Para eso si se despierta –dijo Twilight fríamente, sintiéndose algo ofendida.
-Para los waffles de tu mamá, ¿quién no lo harían? –respondió Spike caminando hacia la puerta.
-Tú nunca te lo hiciste cuando yo los hacía.
-Es diferente, Twilight, tus waffles podrían levantar a un muerto –dijo burlándose y siguiendo rápidamente a Comet.
-Oye, ¿y eso que se supone que significa? –exclamó, molesta.
Luego de desayunar, Comet tomó un baño. Arreglándose y emparejando el pelaje blanco que tenía en la mancha blanca de su pecho. Cepilló y desenredó todo el pelo blanco de su crin e intentó peinarse lo mejor que pudo. Acto seguido, fue a su habitación para vestirse, pues, aunque hoy no había escuela y no tenía nada que esconderle con quien iba, le había cogido el gusto a usar ropa y arreglarse, formando parte de su rutina diaria. Además, sabía lo bien que se veía con él puesto.
-¿A dónde vas tan arreglado? –le preguntó su abuela al verlo-. ¿A quién vas a ver?
-A Cary –respondió con una sonrisa y muy emocionado.
-¿Quién es Cary?
-Cary era la cuidadora de Comet cuando estaba en el orfanato, cuando le dije a Comet que vendríamos a Canterlot, insistió en ir a visitarla –le explicó Twilight.
-¿Por qué es tan importante esa Cary?
-Ella fue quien me crio antes de Twilight, fue como mi primera mamá –dijo Comet con una melancólica sonrisa.
Salieron de casa a mediodía, pues ocuparon el resto de la mañana en rehacer sus maletas ya que partirían esa misma tarde hacia Ponyville. Tomaron rumbo al orfanato, en la zona oeste de la ciudad, llevando consigo la segunda caja de Sugarcube Corner. Sin embargo, dos invitados inesperados se unieron a su misión. Los padres de Twilight también querían conocer a esa tal Cary, pues, por la forma en que Comet la había descrito, ella parecía ser un pony muy buena y amable.
Llegaron a una zona algo apartada de la ciudad, donde el gran edificio que conformaba al orfanato sobresalía entre las casas de alrededor. Una enorme mansión de tres pisos adaptada a su nueva función, hace ya varios años, rodeada por un montón de setos llenos de flores y un gran jardín en la parte de atrás, dónde los potros solían salir a jugar.
En cuanto atravesaron la cerca de arbustos, Comet les hizo una señal para que se mantuvieran en silencio y le dio la caja a Twilight. Sigilosamente, se acercó a la esquina de la casa a investigar, pues él sabía que, si Cary se mantenía fiel a sus costumbres, estaría en su pequeño jardín personal arreglando sus flores. Y, en efecto, ahí estaba, regando unos pequeños matojos, que Comet juraría no estaban ahí cuando él se fue.
Comet le hizo una señal a su familia para que se acercaran y, hablando en voz baja para que no los descubrieran, les dijo que lo esperaran ahí y no hicieran ruido. Tras un breve vistazo para verificar que Cary no había dado cuenta de su presencia, se acercó lentamente a la desprevenida pony, teniendo ayuda del pasto y del agua saliendo de la manguera, camuflando sus pasos; justo como lo haría un gato cazando un ratón.
Fue hasta que estuvo justo detrás de ella, que se detuvo por un momento. Estaba tan cerca de ella que logro escuchar que Cary estaba tarareando, en un volumen muy bajo, una canción que ambos solían escuchar de vez en cuando. Al comprobar que estaba completamente distraída, se preparó. Su familia estaba escondida detrás de la esquina, viendo sigilosamente lo que Comet hacía, sin entender que era lo que estaba planeando, a excepción de Twilight y Spike, que ya intuían lo que se venía.
-¡HOLA CARY! –Gritó el potro.
La yegua, pegó un brinco y soltó un corto, pero fuerte, grito a causa de la sorpresa. Debido al susto por tan repentino "ataque", perdió el control de su magia, desactivándola, haciendo que la manguera que estaba sosteniendo con ella se agitara violentamente, golpeando de lleno con el chorro de agua a Comet en la cara, como un justo e inmediato castigo por su broma.
-En mi mente, esto salía mejor… -dijo Comet, escupiendo el agua que le había entrado en la boca.
-¡Comet! ¡Te he dicho muchas veces que…! ¿Comet? –Dijo instintivamente la yegua, interrumpiéndose con expresión de confusión, pues era imposible que él estuviera ahí-. Comet… ¿Eres tú? –Dijo sin poder creer en el potro que tenía frente a ella.
-Hola Cary –dijo con una amorosa sonrisa.
-Comet, que alegría volver a verte –dijo tomando al potro en brazos dándole un fuerte abrazo-. Espera, ¿qué estás haciendo aquí? No me digas que escapaste.
-No, no vine solo –explicó haciendo señas para que el resto saliera de su escondite.
El resto de ponies se acercaron a donde se encontraban ellos dos, Twilight y Spike sonriendo, mientras que Twilight Velvet y Night Light tenían más una expresión de confusión con una sonrisa encima de ella, formando una extraña mueca.
-Comet insistió en venir –añadió Twilight-. Estaba muy entusiasmado con verte de nuevo.
-Quería que conocieras a mi nueva familia.
-¿Tu nueva familia? –Dijo mirando detrás de él para conocer a los ponies a los que se refería, saludando amablemente a todos ellos y presentándose ante cada uno.
-Ya conoces a Twilight, mi… nueva mamá –dijo algo apenado, pues aún no estaba seguro si era correcto llamarla así, pero al momento de decir finalmente esas palabras, se sintió muy feliz-. Él es Spike, mi hermano dragón y ellos son mis abuelos, Twilight Velvet y Night Light.
-Cary, escuchamos gritos. ¿Está todo bien? –se acercaron corriendo otras dos yeguas, con cara de preocupación, sin embargo, esta cambió a una de confusión cuando bajaron la mirada y vieron al potro junto a ella. -¿Comet?
-H-hola Morning. Hola Lullaby –saludó nervioso Comet a otra de las cuidadoras y a la directora del orfanato repectivamente, dos ponies que no tomaban tan bien como Cary sus bromas.
Luego de explicarles lo que había sucedido y que el grito fue a causa de una de las ocurrencias de Comet, ambas ponies volvieron a entrar al edificio con una mirada de reproche hacia Comet, como si de verdad hubiera interrumpido algo importante.
-Pero mírate nada más –dijo Cary cariñosamente al potro, retomando la conversación interrumpida-, apenas y puedo reconocerte, no recuerdo haberte visto tan feliz en mi vida, esa ropa nueva y jamás creí que llegaría el día en que te vería peinado, te ves muy apuesto. Han cambiado mucho las cosas en tan solo unas semanas.
-Y todo gracias a ti –dijo el potro viendo tiernamente a la yegua.
-¿A mí?
-Sí. Si no me hubieras obligado a ir a esa entrevista, yo no estaría aquí. Tú me animaste a seguir intentando. Tuviste fe en mí cuando yo ya la había perdido. Por eso quiero darte esto… -dijo tomando la caja y poniéndola frente a Cary, descubriendo un pastel que decía en letras grandes "Gracias" con un dibujo de su cutie mark, un corazón rodeado por unas alas.
Las palabras del potro conmovieron a todos los presentes, en especial a Cary, quien no pudo evitar soltar un par de lágrimas, a pesar de tener una nueva familia y una mejor vida que la que pudieron haberle dado, ella se había ganado un lugar especial en el corazón del potro.
Entre Cary y Comet sacaron del edificio una mesa, platos y cubiertos para poder disfrutar del pastel que habían traído. A modo de sillas, usaron algunos troncos cortados que Cary había salvado de la vez que tuvieron que talar un árbol viejo y seco del patio trasero. Mientras comían del delicioso postre, Cary les contaba a todos sobre las travesuras y "aventuras" que Comet había tenido con ella, muchas de ellas habían molestado mucho a Cary y a las demás en su momento, pero ahora no eran más que un relato del que todos se reían.
Con el tiempo medido, no pudieron quedarse por mucho más, aún debían recoger el violín de Comet antes de tomar el tren de regreso. Sin embargo, Twilight encontró el momento para hablar a solas con Cary, más que nada sobre la personalidad de éste, ya que ella lo conocía mejor que nadie, y sobre su hechizo desmemorizante. Entre muchos datos que le serían útiles, Cary hizo mención a algo que a Twilight le preocupó en ese momento, "Comet es muy astuto, sobre todo para evadir promesas, si él no dice las palabras "lo prometo", es probable que no lo cumplirá, pero cuando promete algo jamás falla", fueron sus palabras. Volviéndole a la mente su conversación que tuvo con él cuando se enteró que podía usar ese hechizo, surgiendo una profunda duda y preocupación dentro de sí. Después de eso, se despidieron, no sin antes que Comet le prometiera a Cary visitarla cada vez que fueran a Canterlot.
Con sólo una cosa más por hacer, emprendieron rumbo a la plaza con la fuente del día anterior, dónde se encontraba el taller de los Chords. Cómo los padres de Twilight conocían mejor la ciudad que ellos tres, guiaron el camino, de manera que no tardaron mucho en encontrar dicha fuente.
Los cinco entraron a la tienda. Todos estaban ansiosos de poder ver cómo había quedado el instrumento luego de verlo tan maltrecho. Tenían sus expectativas muy altas y no era para menos, pues la fama que les precedían no era para poco.
-Ah Princesa, los estaba esperando –dijo Bass, limpiando sus escaparates, al verlos llegar. Se le veía cansado, lo más seguro por trabajar arduamente toda la noche o gran parte de ella, pero también su rostro brillaba con una satisfacción que solo se puede obtener tras superar un enorme reto.
-Buenas tardes, venimos por el violín que dejamos ayer –dijo Twilight.
-Claro que sí, Princesa. ¡Allegro, trae el encargo especial, por favor! –le indicó Bass a algún pony que no estaba a la vista.
A los pocos segundos, un joven potro, quizás algo menor que Twilight, de pelaje pizarra y melena verde agua con blanco, salió de la parte de atrás de la tienda cargando lo que parecía una especie de maleta o caja, colocándola sobre el mostrador. Como estaba demasiado alto, Comet se subió en el lomo de su abuelo y Spike en el de la madre de Twilight, ambos emocionados de poder ver el resultado.
En cuanto Bass la abrió, todos quedaron asombrados. La maleta resultó ser el estuche del violín, pero ese había pasado a segundo plano, les era difícil creer que el que tenían en frente era el mismo violín que habían llevado apenas el día de ayer. Se veía completamente diferente. La madera ahora se veía lisa y lustrosa, el agujero había desaparecido, ahora en su lugar había una pequeña placa con el emblema; y la voluta, la cual estaba raspada y astillada, ahora estaba lisa y tersa. Lo habían entintado de un tono un poco más oscuro que el nogal y el barnizado hacía que brillara tanto como un espejo. Como un toque adicional, sobre la tabla armónica, donde la mentonera no lo ocultara, se encontraban, resaltando elegantemente de un color verde esmeralda metálico y con una impecable caligrafía, las letras CD, las iniciales de Comet Dust.
Pasada la emoción, comenzaron a inspeccionar también el estuche, el cual no se quedaba atrás. Estaba tallado en madera, pero el interior estaba acolchado y aterciopelado, de un color muy parecido al pelaje de Comet, para evitar que el instrumento se dañase; en la base, estaba el lugar para el violín, ocupando casi todo el espacio, dejando solo un pequeño compartimento para el repuesto de las cuerdas a un lado del brazo y del otro el emblema de la marca tallado en una placa metálica de color dorado, unas letras C, D y S emulando una clave de sol sobre un pentagrama y debajo de estos la palabra "CHORDS" en letras mayúsculas. En la tapa, había espacios para albergar los dos arcos, ambos también con sus iniciales grabadas, y el kit de limpieza y cuidado; en una pequeña caja, una piedra traslúcida, brillante color ámbar, la cual Cómet no supo que era hasta que Bass se lo explicó y, detrás de todo, un pequeño sobre que albergaba el certificado de autenticidad que indicaba que el violín era un Chords y Comet era el legítimo dueño del mismo.
-Es increíble, no puedo creer que sea el mismo –dijo Comet con los ojos brillantes de la emoción.
-Créelo, casi todo es el trabajo original de mi padre, a excepción de algunas partes que tuvimos que reemplazar –le explicó.
-¿Quieres probarlo? –Le preguntó el pony llamado Allegro.
-¿Puedo? –Preguntó Comet hablando consigo mismo, pues el violín se veía en tan buenas condiciones que parecía una pieza digna de un museo, no para ser tocado.
-Por supuesto, es tuyo ahora –le respondió.
Siguiendo las instrucciones de Double Bass, Comet frotó el arco con la piedra color ámbar, al parecer llamada colofonia, antes de comenzar a tocar. Comenzó a tocar los primeros acordes de una de las pocas melodías que conocía. En cuanto el sonido comenzó a brotar, se escuchó inmediatamente la diferencia, un sonido más limpio, suave y melódico que el producido por las viejas cuerdas de antes. Aunque no era la mejor interpretación del mundo, era obvio que Comet había practicado más con esa melodía que con la que había tocado en el castillo.
Comet no tenía palabras para expresar lo feliz y extasiado que estaba en ese momento, aunque no necesitó decir nada, tanto su familia como los Chords pudieron verlo en sus ojos, tomando su brillante mirada y su enorme sonrisa como un "gracias".
En cuanto, Comet volvió a colocar el violín es su estuche y Bass le ayudó a cerrarlo, todos pudieron ver que, en la tapa del mismo, al igual que en lo demás, estaban sus iniciales grabadas en el mismo verde esmeralda metálico, terminando de hacer juego con cada aditamento que venía dentro del mismo, protegidas por una muy bien pulida capa de barniz.
-¿Te gustan las letras? Fue idea de la Princesa –le explicó Bass-. Normalmente las personalizamos con la Cutie Mark del dueño, pero en éste caso nos pidió que pusiéramos tus iniciales. ¿Qué te parecen?
-Me encanta –fue lo único que pudo responder.
Tras recoger el "nuevo" violín de Comet, tuvieron un par de horas para terminar de prepararse y comer algo antes de ir a la estación. El tren arribó justo a tiempo. Dejaron su equipaje en un carro para que los empleados de la estación los llevaran al furgón donde serían almacenados hasta su destino, a excepción de la alforja de Comet, donde llevaban sus libros y el estuche con el violín de Comet, quien, como todo niño con juguete nuevo, no quería separarse de él, embelesado por el hermoso trabajo de manufactura, no pudiendo esperar para poder practicar con él.
Luego de una larga despedida, por fin subieron al tren, tras de escuchar el silbatazo que indicaba que estaba a punto de partir.
El convoy avanzaba a una velocidad constante con el típico repiqueteo de las ruedas sobre los rieles. El tren estaba mucho más lleno que en el viaje de ida, con ponies que se dirigían, al igual que ellos, a Ponyville o a las demás ciudades hacia el sur. Pero Comet estaba tan emocionado, que no tuvo tiempo para preocuparse por lo que otros ponies pensaran sobre él, además, estando junto a Twilight, era poco probable que alguien le dijera algo, una de las ventajas de ser el hijo de la princesa.
El sol se ponía en el horizonte. Como era costumbre, Spike ya se encontraba dormido y Twilight y Comet devorando sus libros. Todo transcurría con calma. El vagón no estaba del todo silencioso, teniendo sentido debido a la cantidad de ponies en él. Aún faltaba un buen tramo para llegar al pueblo y al ritmo que iban probablemente llegarían para la hora de cenar, justo como lo habían previsto, los trenes de Equestria raramente se retrasaban.
Súbitamente, el tren frenó bruscamente. Tirando a los tres y a muchos ponies más de sus asientos. Con rápido pensamiento, Comet activó su cuerno para levantar el estuche y evitar así que su ahora más preciada posesión se dañara, tal cual le había prometido a Twilight.
Entre toda la confusión y el aturdimiento dentro de los vagones, por todos los ponies que habían terminado tan repentinamente en el suelo, se alcanzaba a escuchar que todos hacían la misma pregunta, ¿qué estaba sucediendo? Misma pregunta que hizo Spike al espabilar por la tremenda caída que se había dado.
Un capítulo corto, por eso subí dos esta semana.
Muchas gracias por su apoyo.
Un abrazo y un beso. Hasta el siguiente capítulo.
