Capítulo 11. Ascenso.


Una vez más, la mañana se alzaba. Comet nuevamente se levantaba de la cama, ahora con nuevos aires y más motivación. Por primera vez, se levantó sin miedo a la escuela, de hecho, estaba emocionado por lo que pudiera pasar ese día. Rumble seguiría siendo un problema, pero era algo que debía pasar de una manera u otra.

Comet se arregló lo mejor que pudo, retomando de nuevo la vanidad que había desarrollado gracias a Rarity. Arregló sus cosas en su alforja y bajó a desayunar, encontrándose sorpresivamente a Twilight en su puerta, haciendo un ademán de querer abrir la puerta.

Twilight también estaba sorprendida de ver a Comet levantado. Creyó que nuevamente tendría que despertarlo y convencerlo de ir a la escuela y, sin embargo, ahí estaba el potro, parado frente a ella, arreglado y listo para un nuevo día. Con la misma expresión que el día anterior.

-Buenos días, Twilight –dijo el potro, antes de rodearla y bajar rápidamente a desayunar.

-Buenos días –respondió aun siendo difícil para ella entender lo que estaba pasando con Comet.

Agitando su cabeza para espabilar un poco, Twilight siguió al potro escaleras abajo.

Luego de un extrañamente silencioso desayuno, Comet se despidió de Twilight y Spike y partió de nuevo a la escuela. Por un momento se detuvo, pensando que quizás podría invitar a Twilight a acompañarlo, incluso podría ayudarle con Rumble, desechando la idea en seguida. Si iba a ocuparse de él, lo haría por sí mismo. Así debía de ser.

Llegando a la escuela, Comet inhaló profundamente para darse el valor necesario y comenzar otro día de clases. Entró. Como era de esperarse, el trio de potros ya lo estaban esperando. Y dijeron una sarta de burlas y nombres que Comet no pudo recordar muy bien después. Pasó al lado de ellos, ignorándolos completamente.

Los tres potros se quedaron anonadados, pues sus palabras no habían tenido efecto en Comet, ni siquiera se había molestado en verlos, simplemente pasó de largo. Ahora Comet estaba sacando un cuaderno con unas líneas raras, y comenzaba a marcar algunos símbolos en éstas. Esto molestó a Rumble, quien comenzó a rechinar los dientes con rabia. Sin embargo, antes de que pudiera acercarse y decir algo, un par de potrancas se le adelantaron, quienes no pudieron evitar notar el buen humor de Comet y la forma en la que había pasado al lado de Rumble tan estoicamente que quisieron adularlo un poco, a su manera claro está, y volver a molestarlo respecto a su Cutie Mark, recibiendo la misma respuesta que los tres anteriores, a excepción de unas poco convincentes "gracias" por su extraño cumplido.

Poco después de marcharse las dos potrancas, la señorita Cheerilee entró y la clase comenzó. De nuevo, historia; una clase que a Comet especialmente le gustaba, todo lo antiguo y arcaico de esas eras pasadas le era interesante, aunque más interesante le era la magia antigua y los artefactos mágicos antiguos.

La lección siguió su curso normal. Algo que no cambio mucho fue que Comet aún permanecía en silencio cuando la maestra animaba a los alumnos a participar. A no ser que ella misma le indicara explícitamente que hablara, se mantenía en su asiento, tomando nota. El que no estaba prestando atención era cierto potro de color gris, el cual veía animosamente a Comet, quien seguía sin darle importancia.

La campana sonó. El receso daba comienzo. Antes de que los potros se levantaran de sus asientos, les indicó que le dejaran sus tareas sobre su escritorio. Cada potro, al pasar al lado de éste antes de salir al patio, dejaba sus deberes, siendo Rumble de los primeros en formarse y Comet de los últimos. Mientras la gran mayoría entregaba una o dos hojas, algunas incluso con ilustraciones, muchos de sus compañeros se quedaron sin habla al ver que Comet sacaba de su alforja un gran manojo de al menos treinta hojas, sorprendiendo incluso a la señorita Cheerilee cuando Comet lo puso frente a ella.

-Comet, ¿qué es esto? –le preguntó Cheerilee, hojeando el trabajo que le había llevado.

-Mi tarea, señorita Cheerilee –respondió Comet, extrañado por la pregunta.

-Sólo pedí que explicaran la historia de la Celebración del Sol de Verano –dijo Cheerilee, aun abrumada por el tamaño del trabajo.

-Lo sé, pero no quería hacer una burda explicación de qué era. Así que decidí agregarle un poco más –dijo Comet, haciendo que tanto Cheerilee, como sus compañeros, los que quedaban en el salón, se miraran con confusión. Si eso era poco, ¿cuánto sería mucho?-. Es un análisis de cómo surgió la festividad, cómo se llevó a cabo la primera, los cambios que ha sufrido con el paso de los años, las ciudades en que se ha hecho, los muchos significados que se le han dado, los preparativos y decoraciones tradicionales y la participación de las Princesas en este. Oh, y anexé una entrevista con la Princesa Celestia al final, después de las referencias bibliográficas. Creo que lo encontrará interesante –explicó alegre y orgullosamente el potro.

Los demás ponies presentes quedaron boquiabiertos por la profundidad y extensión del trabajo de Comet. Ni Cheerilee había hecho un ensayo tan grande hasta que estuvo en la universidad. Comet había pensado en todo, hasta se había tomado el tiempo de cuidar la presentación, pues lo había encuadernado de modo que parecía cualquier libro que había dentro de la biblioteca de Twilight.

-E-entiendo, Comet. Muchas gracias. Ya puedes salir –le indicó la maestra, mostrando algo de nerviosismo, pues ya tenía suficiente trabajo con las tareas de los demás potros y ahora debía leer un ensayo completo.

Comet salió del salón. Tomó dirección hacia su árbol. A pesar de todo, y por extraño que parezca, no había llevado un libro consigo ese día. No estaba seguro si Rumble intentaría hacer algo, por lo que no quería correr ningún riesgo.

¡Paf!

La caminata de Comet fue abruptamente interrumpida cuando algo golpeó su cabeza rápidamente, tirándolo al suelo. No pudo ver lo que era, pero, por la consistencia del objeto y el sonido plástico y airoso del golpe, claramente era una pelota.

No muy lejos de ahí, no tardaron en escucharse las risas de -como no podían ser otros- Rumble, Bull y Blink, parados bajo un árbol poco más grande y frondoso que el suyo, y más cerca del edificio. Todos sabían cómo esos tres trataban a Comet, pero esta vez nadie más estaba riendo. Incluso algunos potros que se habían reído con anterioridad de las bromas que le jugaban veían con desaprobación a Rumble esa vez. Había sido un ataque demasiado traicionero, hasta para él.

-Uy, perdón. No vi que estabas ahí –se mofó el pegaso.

Murmullos se empezaban a oír entre la multitud. Entonces, Comet comenzó a levantarse, algo aturdido por el golpe y tambaleándose, pero negándose a caer y bajar la cabeza nuevamente. En ese momento, todos pudieron ver el rostro de Comet. Tenía el labio hinchado y un fino hilito de sangre bajaba por su nariz, pero lo que paralizó a todos fue su mirada, una fiera y fría mirada; no había miedo en ella, sólo cólera, algo que hasta Rumble pudo notar.

A Comet le hervía la sangre. Al principio solo sintió la fuerza con la que la pelota lo empujó, pero al cabo de uno segundos, vino el dolor y poco después mientras se ponía de pie, la cara comenzaba a arderle, haciendo no otra cosa más que aumentar su furia.

Eso era lo único que faltaba, lo último que le toleraría a Rumble. Ya lo había soportado por mucho tiempo. Esto acababa ahora. Ya no quedaba miedo en su ser, ese se había ido el día de ayer, lo único que tenía dentro de sí era ira. Ira que le daba la fuerza e incentivos para hacerles frente.

Luego de estarse viendo un buen rato, fulminando a Rumble con la mirada, Comet giró su cabeza hacia la izquierda, dónde yacía la pelota con la que lo habían golpeado. Iluminando su cuerno, cogió la pelota con su magia para luego volverse de nuevo hacia Rumble.

-¿Por qué mejor no me das eso? No vaya ser que te last… -dijo Rumble intentando burlarse de él.

Rumble no pudo terminar su frase. Pues fue interrumpido por sendo pelotazo que le proporciono Comet, derribándolo de espalda contra el árbol. Ruidos de sorpresa se comenzaron a escuchar por todos lados. En todo el tiempo que habían visto los abusos de Rumble, esta era la primera vez que Comet se defendía, hasta sus esbirros estaban impresionados por la osadía del potro.

-Ups –dijo Comet de una manera tan fría que le congelaría la sangre hasta a un dragón, mientras estrujaba la pelota tan fuerte con su magia que la reventó.

Esto fue suficiente para intimidar a cualquier otro potro que se encontraba ahí, pero no a Rumble, o eso quería hacer entender. Dolorosamente se sentó y en medio de un quejido ordenó a uno de sus esbirros.

-Bull…

Nuevamente, a la orden, el potro cargó hacia Comet, pero esté, sin siquiera basilar por un momento, le arrojó la pelota reventada a la cara, haciéndolo tropezar. De un salto, evitó ser arrollado por el cuerpo de Bull. Nuevamente, encendió su cuerno, levantando al enorme potro del suelo y lo arrojó hacia unos matojos, donde quedó atrapado entre las ramas. Dejando atónitos a sus demás compañeros de clase al ver la fuerza de Comet.

-Blink –ordenó Rumble.

Pero Blink ni se movió. Bastó una mirada de Comet para petrificarlo. Pues ser observado por su ojo blanco, ese ojo del que tanto se habían burlado, era lo peor del mundo en ese momento. No sabía si realmente podía ver con él, pero sentía que al hacerlo le penetraba y estrujaba el alma.

-¿Qué esperas Blink? Muévete –insistió Rumble.

Comet comenzó a avanzar hacia ellos, terminando de intimidar al escuálido pony pelirrojo, que comenzaba a temblar de miedo.

-Estás loco, no voy a pelear con él –respondió con una voz temblorosa-. Estás solo –Y salió corriendo.

-¡Cobarde! –le gritó el pegaso, levantándose del suelo-. ¿Crees que has ganado porque venciste a esos dos? ¡No te tengo miedo! –dijo, aparentando más valor del que sentía y como un último intento por disuadir a Comet, quien había acelerado el paso en cuanto Blink huyó.

Lo que venía era inminente. Ambos estaban furiosos con el otro. Comet por todo lo que Rumble le había hecho y Rumble por haber perdido a sus dos lacayos, y querían ajustar cuentas.

Rumble comenzaba a avanzar también con paso firme, cuando una potranca se interpuso en el camino de Comet, Apple Bloom; cogiendo todo el valor que tenía para evitar un enfrentamiento entre esos dos. Mientras el ambiente se tensaba cada vez más, con la multitud conteniendo el aliento, expectante de lo que inevitablemente iba a ocurrir.

-¡Alto! –gritó-. Espera, ya has demostrado tu punto, no tienes que llegar tan…

Sin detenerse ninguno de los dos, Comet, con su magia, apartó con fuerza a Apple Bloom, no para tirarla o lastimarla, sino solamente para hacerla a un lado, quedando todo el tiempo de pie en la posición en la que estaba, pero a unos centímetros al lado, con una cara de incredulidad en su rostro.

En cuanto el camino estuvo despejado, ambos aceleraron el paso hasta terminar corriendo el uno contra el otro.

Una nube de polvo se levantó en cuanto los dos comenzaron a pelear y rodar en el suelo. Era difícil saber quién dio el primer golpe, algunos decían que Rumble, otros decían que Comet.

Ahora estaban en condiciones igualadas. Al ser un pegaso y un unicornio, ninguno de los dos tenía la fuerza y resistencia de un pony terrestre, en cambio, Rumble tenía la velocidad y agilidad de los pegasos y Comet la astucia y pensamiento rápido de los unicornios. Lo extraño de todo, era que ninguno de los dos estaba usando sus habilidades innatas, como sus alas o su cuerno, para pelear. Golpes, coces, empujones y mordiscos, entre otros, eran con lo que atacaban los dos, usando solo la fuerza de sus cascos. Era difícil entender las razones del por qué, quizá por ser una pelea por proteger su honor o tal vez estaban tan cegados por su enojo que ninguno reparaba en ello.

No fue sino hasta que un par de potros intentaron separar a los dos que Comet finalmente utilizó su magia, creando un pulso de energía que apartó a todos aquellos que interferían.

Sus demás compañeros de clase habían formado un circulo alrededor de ellos, moviéndose a un lado u otro dependiendo de a dónde se dirigían los contendientes. Haciendo todo un alboroto; entre gritos de angustia, ánimos, preocupación o algunos que sólo vociferaban "¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!" una y otra vez. Había algunos pocos que intentaban separar a esos dos, llevándose alguno que otro golpe también, desistiendo de su misión el poco tiempo.

-¡¿Qué está pasando aquí?! –Exclamó una voz que llamó la atención de toda la multitud en tan solo un instante.

Al voltear los potros, descubrieron lo que temían. La señorita Cheerilee estaba parada justo detrás de todos ellos con una severa expresión es su rostro. Al momento, todos se hicieron a un lado dejando al descubierto a los dos potros peleando. Al ver esto, la yegua se acercó rápidamente.

-Muy bien, ustedes dos, ya es suficiente. Sepárense –ordenó Cheerilee al momento de interponer sus brazos entre ambos, empujándolos hacia atrás, poniendo fin a la pelea.

Ambos potros se fulminaron con la mirada al momento en que la maestra intervino. Los demás, al fin pudieron ver el resultado del encuentro. Ambos potros estaban completamente sucios; sus colas y melenas despeinadas y enmarañadas; tenían raspones, golpes y mordidas por todo el cuerpo; la ropa de Comet estaba desgarrada, su corbata de moño completamente desecha y su chaleco hecho jirones; Rumble, por su parte, había perdido un diente durante la pelea y un mechón de su melena, dejándole una parte calva en la cabeza.

En algún momento de la pelea, Comet le había arrebatado una regadera a un potrilla que gustaba de cuidar las flores del patio, sosteniéndola boca abajo sobre la cabeza de Rumble, con claras intenciones de golpearlo con ella.

-Comet, baja la regadera –le ordenó Cheerilee.

El potro no respondió ni se movió, pero tampoco obedeció a la yegua, manteniendo la regadera levitando en el aire.

-Comet, no estoy jugando. Bájala ahora mismo –le advirtió el pony.

Entonces, Comet se giró a ver fijamente a Cheerilee con ojos desafiantes, llenos de enojo.

-Hablo en serio, Comet. No lo hag…

Como si le estuviera hablando a la pared y desafiando toda autoridad de la yegua, Comet deliberadamente golpeó a Rumble con ella, quedando su cabeza atascada dentro.

-Se acabó. Quiero ver a sus madres después de clase –indicó la pony, ahora también molesta por la desobediencia de Comet –El resto de ustedes, se quedara a ordenar todo el desastre que hicieron en el patio y si escucho alguna otra discusión, se les unirán a estos dos, ¿me escucharon? –Finalizó la yegua, ordenándoles a sus demás alumnos mientras se llevaba a Comet y Rumble con ella.


-Lamento la tardanza, estaba ocupada con unos asuntos y no me di cuenta de la hora –dijo Twilight al abrir la puerta.

Twilight entró al salón de clase con la respiración agitada de haber ido lo más rápido que pudo a la escuela luego de recibir el mensaje. En el salón se encontraban los dos potros, sentados uno a distancia del otro, viéndose animosamente entre ellos, o al menos Comet, al mismo tiempo que seguía dibujando signos en la misma libreta de la mañana; el otro, sería raro que pudiera ver algo. Aún tenía la regadera en la cabeza que, al ser metálica, no pudo ser retirada. Había que admitir que era una imagen cómica de ver. Ambos estaban sucios y mallugados, tenían el cuerpo lleno de raspones y la ropa de Comet estaba para el arrastre. Thunderlane también estaba ahí, analizando a su hermano para averiguar alguna manera de sacarlo de ese predicamento. En cuanto a Cheerilee, estaba sentada detrás de su escritorio, vigilando a ambos potros. Pero nadie más, el resto de potros ya se había ido para sus casas, por lo que estaban sólo ellos cinco.

-No hay problema, no esperamos mucho tiempo –respondió Cheerilee.

Comet, se giró por un momento para ver a Twilight, un poco sorprendido, pues, a Rumble casi siempre iba a recogerlo su hermano a la escuela, de ahí que estuviera con ellos, pero Comet regresaba solo a casa. ¿Cuándo le envió el mensaje Cheerilee a Twilight? Quizás no se dio cuenta por mantener su vista fija en Rumble, pero él no recordaba haber visto a Cheerilee moverse.

En cuanto Thunderlane vio a Twilight, hizo una reverencia en señal de respeto, sorprendiéndose al ver quién era la madre del otro potro. Acción que Rumble no imitó, pues no podía ver quién más estaba ahí y la voz no le era familiar; ni Cheerilee ya que Twilight le había pedido en ocasiones pasadas que la tratara como a cualquier otro padre.

-¿Qué sucede, señorita Cheerilee? –preguntó Twilight, algo confusa ante la situación, intuyendo un poco la respuesta.

-Pues verá, Comet y Rumble estuvieron involucrados en una pelea –les explicó a los dos, sorprendiendo un poco a ambos ponies.

-¿Cómo fue que pasó? –preguntó Twilight, preocupada.

-¿Tiene alguna idea de lo que pudo haber pasado? –Preguntó Thunderlane, también preocupado.

-No realmente. Estaba calificando los deberes cuando escuché mucho alboroto. Cuando salí a revisar, encontré a los dos peleando. Ninguno de los dos quiso decir algo después de separarlos –Explicó-. Me extraña. Comet set suele ser muy tranquilo, jamás se había metido en problemas y es buen alumno, muy dedicado si se lo propone –dijo mostrando la tares de Comet-; Rumble suele ser más inquieto, pero nunca había hecho nada como esto- añadió.

-Wow, Comet hizo esto –exclamó Twilight, cogiendo el ensayo de Comet, comenzando a hojearlo-. Es impresionante, ahora entiendo qué hacía en la biblioteca hasta tarde –dijo emocionada al ver lo mucho que el potro se parecía a ella, dedicándole su tiempo y esfuerzo a la escuela.

Al poco tiempo, se dio cuenta de la seria expresión en los que le daban los rostros de los otros dos ponies al haberse salido del tema que les competía, indicándole que se centrara en lo que importaba en ese momento. Twilight aclaró la garganta y volvió a su modo serio, volviéndose hacia Comet.

-Comet, ¿te importaría explicar? –le dijo con una mirada severa.

-Y tú, Rumble, ¿qué tienes que decir al respecto? –regaño Thunderlane a su hermano.

Ninguno de los potros hizo algún sonido, Comet sólo se quedó viendo a Twilight con una mirada de fastidio, mientras que Rumble volteaba hacia dónde creía estaba su hermano, probablemente con el mismo semblante de Comet.

-¿Y bien? –dijeron ambos ponies al mismo tiempo al no recibir una respuesta.

-No tengo nada que decir –espetó Comet, molesto, dejando claro que no iba a decir nada.

Rumble también intentó decir algo. Pero su voz era apagada por la regadera, que no le permitía mover bien la boca, haciéndole incapaz de articular una sola palabra.

-¿Y por qué Rumble tiene eso en la cabeza? –preguntó su hermano.

-Fue Comet –aseguró Cheerilee-. No sé cómo logro meter su cabeza ahí dentro y tampoco sé cómo sacarlo. Intentamos de varias maneras, pero no pudimos hacer nada; no sin lastimarlo. Y Comet se niega a decirme cómo lo hizo.

-¿No se asfixia por tener eso en la cabeza? –Preguntó Twilight, preocupada.

-Afortunadamente, tiene agujeros por dónde respirar –señaló Thunderlane.

-Comet, más te vale decirme cómo hiciste para poner la regadera en su cabeza, o si no… -le indicó Twilight.

-O si no, ¿qué? –lo retó Comet, sorprendiendo a todo el mundo por su irreverencia.

-Y-yo… -Twilight vaciló por un momento, pues no esperaba esa reacción de Comet. Normalmente era muy obediente. No tenía nada con qué amenazarlo-. No entrarás a la biblioteca por un mes.

-¿Cómo voy a hacer mis tareas? –le contraatacó el potro.

-Bien, no habrá lecciones de violín.

-Puedo practicar por mi cuenta.

-Entonces, no más historietas.

-Ya las leí todas.

-No más pastelillos.

-Puedo vivir sin ellos.

-¡Ay, por favor! ¡¿Qué debo decir para que me digas cómo quitarle eso?! –dijo Twilight quedándose sin ideas, el potro tenía una respuesta para cada amenaza que le daba.

Comet nuevamente permaneció en silencio, viviendo a lanzarle una mirada a Rumble antes de regresar a su libreta, a lo que Twilight pudo ver que estaba anotando las notas musicales de alguna melodía en los pentagramas.

-Si me permiten –dijo Thunderlane aclarando la garganta, interfiriendo con la discusión de ellos dos, que no los llevaría a nada-. Es solamente un pleito de niños, probablemente la razón de su pelea no fue algo tan grande. Quizás, una disculpa es lo más indicado –sugirió.

En ese momento, Comet se tensó, rompiendo la punta de su lápiz. ¿Había oído bien? Querían que se disculpara.

-Si ustedes están de acuerdo… -dijo Cheerilee.

-Supongo. Si eso arregla el problema –añadió Twilight.

Acto seguido, levantaron a ambos potros de sus asientos a regañadientes, poniéndolos uno enfrente de otro delante del escritorio con sus respectivos cuidadores detrás de ellos.

-Muy bien Rumble… -incitó Thunderlane a su hermano.

Con la cabeza gacha, Rumble emitió un sonido que nuevamente la regadera ahogó, pero que se alcanzaba a entender que decía "lo siento". Quedando así satisfecho su hermano. Aunque no se le podía ver la cara, era probable que en ella se dibujara una expresión de disgusto.

-Ahora tú, Comet. Discúlpate –le ordenó Twilight.

Comet no dijo nada, sólo se quedó parado donde estaba, fulminando con la mirada al potro que tenía delante.

-¿Qué esperas, Comet? Di que lo sientes –volvió a ordenarle, un poco más impaciente.

Comet, giró su cabeza para darle una mirada de enojo a Twilight, luego volviéndose hacia Rumble otra vez. No podía creerlo. Twilight, quien pensó que debería apoyarlo, le estaba pidiendo disculparse ante Rumble, el pony que le había la vida difícil desde hacía meses, por darle su merecido. Jamás. Ni en un millón de años. Había hecho un gran avance en tan sólo un día. Por fin se había impuesto ante Rumble; le había demostrado que ya no dejaría que le hiciera algo sin que haya consecuencias. No estaba dispuesto a dejar eso de lado para tragarse su orgullo y "disculparse", no se lo merecía. No volvería a bajar la cabeza, nuca más.

-Comet… -dijo de nuevo Twilight.

-No -dijo firmemente Comet, dejando a todos los presentes sin palabras.

-¿Qué dijiste? –Preguntó la alicornio, ahora molesta.

-No. No voy a disculparme –reafirmó Comet, volteando hacia Twilight-. Se merece lo que le hice y más. No voy a disculpare, ni ahora ni nunca.

-Comet, no estoy jugando. Discúlpate ahora mismo –le ordenó Twilight.

-Creo que no fui lo suficientemente claro –se volvió Comet hacia Rumble-. No me voy a disculpar –Comet se acercó a Rumble y le dio un golpe en la boquilla de la regadera, haciéndolo tambalearse.

Acto seguido, recogió sus cosas, se colgó su alforja y empezó a caminar en dirección a la puerta.

-Comet, no vas a salir de aquí hasta que te disculpes con Rumble –dijo Twilight interponiéndose en su camino.

Comet le dio una mirada de hastío y molestia a Twilight. Luego, encendió su cuerno y se teletransportó detrás de ella. Abrió la puerta y les dio una última mirada.

-Jamás –finalizó, saliendo azotando la puerta.

-En qué momento le enseñé ese hechizo –gruño Twilight, arrepintiéndose de las lecciones de magia de Comet-. Lo siento mucho. No sé qué le sucede a Comet.

-Hable con él, hay algo que no nos está diciendo –indicó Cheerilee.

-Lo siento, Thunderlane.

-No se preocupe, de todas formas, debíamos irnos. Hay que averiguar la forma de quitarle esa cosa de la cabeza a Rumble –respondió el pegaso-. Vaya con él.

Twilight asintió. Inmediatamente salió del salón en pos de Comet. Emprendió el vuelo para cubrir un terreno más amplio, pues, aunque no hacía mucho que se había ido, el potro sabía escabullirse bien. No tuvo que ir muy lejos. Encontró a Comet, sentado a la sombra de un pequeño árbol a unos cientos metros de la escuela. Se había quitado sus destrozadas ropas, dejándolas cuidadosamente sobre su alforja.

Twilight bajó y se acercó lentamente.

-Comet…

-No insistas, ya dije que no lo haré –interrumpió Comet, intuyendo lo que Twilight iba a decir.

-Ya lo sé –respondió tranquilamente Twilight-. Lo que quiero saber es por qué.

-Porque se lo merece –dijo fríamente-. Así aprenderá a respetarme.

-¿Respetarte? ¿De eso se trata todo esto? Hay muchas formas de darte a respetar sin recurrir a la violencia.

-Tu no entiendes. No sabes cómo es él.

-Tal vez no, pero lo que hiciste no estuvo bien. No es correcto golpear a otros ponies.

-¿No es correcto…? –dijo Comet, encrespándose nuevamente por el comentario de Twilight-. ¡¿Fue correcto que Rumble me lanzara una pelota a la cara sin razón?! –Comet se puso de pie-. ¡¿Fue correcto que cada día me insultara y molestara?! ¡¿Fue correcto que me robara mi almuerzo a diario hasta el punto de desmayarme?! ¡¿También era correcto que él junto a sus amigos me golpearan cada vez que les daba gana?! ¡¿Acaso fue correcto que robaran y destruyeran mis tareas y arruinaran tres de mis libros?! ¡¿Sus estúpidas bromas eran correctas?! –dijo subiendo el volumen con cada pregunta que hacía mientras comenzaban a salirle lágrimas de los ojos por la ira que sentía en ese momento-. ¡¿Que hicieran mi vida miserable todo este tiempo fue correcto?!

-Eh… Bueno… No –Dijo Twilight, sorprendida por todo lo que el potro le estaba confesando en tan poco tiempo, apenas teniendo tiempo de procesarlo. Pensándolo en retrospectiva, todo encajaba. El mal humor de Comet, su bajo rendimiento, su miedo a ir a la escuela y su bajo estado de ánimo; ahora todo tenía sentido-. Pero, ¿y tus amigos? ¿No te ayudaron?

-¿Mis amigos? –Repitió Comet, algo incrédulo-. Nos distanciamos, cuando Rumble comenzó a acosarme.

Al parecer Twilight no había caído en cuenta que todo había sido parte de una sola mentira, pero ya tenía suficiente por un día. Se ocuparía de un problema a la vez, por el momento, seguir con la mentira de los amigos haría que Twilight lo dejara en paz por un rato.

-Ya tuve suficiente de Rumble –continuó el potro-. Me ha estado haciendo la vida imposible desde hace meses. Estoy cansado de tener que soportar sus estupideces. Estoy harto de esconderme y huir de él. Finalmente pude hacer algo al respecto. Finalmente le di a Rumble lo que se merece. Y si crees que voy a dejar todo eso de lado para "disculparme", estás muy equivocada. No pienso bajar la cabeza de nuevo ante él. Jamás. Ni en un millón de años. Así lo pensará dos veces antes de meterse de nuevo conmigo.

-Espera, ¿meses? –exclamó Twilight sorprendida-. ¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué esperaste a que las cosas se salieran de control?

-Por que estabas muy emocionada de saber que iría a la escuela. Yo sabía que era mala idea. Pero estabas tan feliz con todo este asunto que no quería que te preocuparas por estas cosas. Al final, son mis problemas.

-Es mi deber preocuparme por estas cosas.

-Tienes asuntos más importantes que atender que ocuparte de mis problemas.

-Mi trabajo es cuidar de ti; guiarte, ayudarte y darte el apoyo que necesites. Es por eso que acepté adoptarte y hacerte parte de nuestras vidas. Eres más importante que cualquier deber real. Pude haberte ayudado con todo este asunto si me lo hubieras dicho.

-No todo se arregla con sermones, Rumble no entiende a palabras.

-¿Y quién te dijo que solucionarlo a golpes era buena idea?

-Ah… Pues… fue Rainbow Dash –contestó nerviosamente.

-¡¿Qué?! –Exclamó furiosa. No sabía si porque Comet no había confiado en ella para decirle sobre su problema o porque los consejos de Rainbow habían orillado al potro a terminar en ese aprieto-. ¡Rainbow Dash! –Gruñó al momento de encender su cuerno, haciendo aparecer a una confusa pegaso celeste frente a ellos.

-¿Qué sucedió? –Preguntó Rainbow con los ojos abiertos de par en par-. ¿Comet…? ¿Otra vez te golpearon? Pensé que ya lo habías entendido. Lo hablamos ayer…

-Al contrario, Rainbow, deberías estar orgullosa –dijo sarcásticamente una molesta Twilight detrás de Rainbow, haciendo que un escalofrío recorriera su espalda-. Tus maravillosos consejos son la razón de que Comet esté así.

-¿Mis consejos? –Preguntó nerviosamente Rainbow.

-Sí, TUS consejos –reafirmó Twilight-. Te agradecería que hablaras conmigo antes de descarrilar a mi hijo. ¿Por qué le dijiste a Comet que debía pelear con Rumble?

-Al potro lo molestaban en la escuela, ¿qué esperabas que hiciera? –respondió Rainbow, intentando ser firme, pero evitando hacer enfadar más a Twilight-. Y yo no le dije que debía pelear.

-¿Ah no? Entonces, ¿qué le dijiste? –dijo Twilight sin creerle.

-Le dije que debía darles una lección, que les demostrara que no debían meterse con él –explicó.

-¿Y cómo esperabas que interpretara eso? –reclamó Twilight.

-Ahora que lo mencionas, creo si le dije eso –dijo Rainbow, riendo nerviosamente-. Y eso qué. Si de esa manera evitará que vuelvan a molestarlo, que pelee las veces que sea necesario. No todo se arregla con palabras.

-Te lo dije –protestó Comet.

-Silencio, Comet –indicó Twilight.

-Mira Twilight, tal vez creas que todos los problemas se arreglarán con solo hablarlo, pero no es así. Ejemplo de eso, son las veces que hemos tenido que usar los Elementos de la Armonía –dijo Rainbow, tomando una postura más firme-. No espero que entiendas esto; jamás tuviste que soportar a un brabucón en la escuela. Pero yo sí y a veces la única opción es pelear. Espero que el otro haya quedado peor que tú –dijo esto último girándose hacia Comet con un aire orgulloso, dejando a Twilight un poco pensativa.

-¿Otro? Me deshice de los tres –respondió Comet, emocionado de que alguien le diera la razón.

-¿Peleaste tres contra uno?

-Y gané –añadió orgullosamente-. Uno salió huyendo cuando derroté al primero. Pero la señorita Cheerilee se entrometió antes de terminar con Rumble. Pero metí su cabeza dentro de una regadera –dijo riendo.

-Que mal. Me habría gustado verlo –se lamentó Rainbow-. ¿Qué te dije? Sabía que tenías fuerza.

-Tengo una fotografía. ¿Quieres verla?

-Muéstramela –dijo ansiosa.

En cuanto Comet sacó la fotografía y se la mostró a Rainbow, ambos cayeron al suelo riendo a carcajadas, algo de disgustó un poco a Twilight, pues el potro realmente no mostraba tener remordimientos por ello.

-No es gracioso –les recriminó-. Pudiste haberlo lastimado.

-Creo que es un poco tarde para eso –dijo Rainbow entre carcajadas.

-¿Y de dónde sacaste la fotografía de todas formas?

-Featherweight está en el periódico escolar. Toma fotos de todo –dijo Comet entre risas-. Vamos Twilight, relájate. Debes admitir que es gracioso.

Comet puso la fotografía frente a Twilight, no pudiendo evitar sacar una carcajada que intentó esconder enseguida mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, cosa que los otros dos no dejaron pasar, reafirmando lo que le decían. Con la regadera encima, Rumble parecía un extraño elefante con cabeza de lata.

-Está bien, tal vez un poco –admitió Twilight-. Pero no justifica tus acciones. Aun debemos hablar sobre eso.


A la mañana siguiente, Comet iba nuevamente a la escuela. Milagrosamente, había logrado convencer a Twilight de su punto respecto a Rumble y aunque aún no aprobaba sus acciones, se resignó a que Comet no se disculparía. Le gustara o no, Comet tenía razones válidas y no estaba dispuesto a ceder.

Como era costumbre, muchos potros ya se encontraban dentro del salón y otros jugando afuera en el patio. Cada uno se reunía con sus afines, segregándose en los mismos grupillos de siempre, sin embargo, todos hablaban del mismo tema en común, la derrota de Rumble frente a Comet, algo que a cierto trio de potros no le hacía ni pizca de gracia. Había sido humillante para ellos. Derrotados en un tres contra uno y no siendo suficiente, había llevado la regadera en la cabeza un día entero. Sin embargo, aún le quedaría una pequeña victoria, solo debía esperar.

-¿Crees que ahora que Comet esté de mejor humor quiera unirse a nosotras? –preguntó Apple Bloom a sus amigas.

-¿Cómo estás segura de que Comet estará de mejor humor? No lo hemos visto desde ayer, y fue después de pelearse con Rumble –dijo Sweetie Belle, algo insegura sobre si sería buena idea estar cerca de Comet luego de lo ocurrido meses atrás.

-Exacto. Finalmente se quitó a Rumble de encima, ya no tiene de qué preocuparse, por eso estará de buen humor.

- Lo sabremos en cuanto llegue –dijo Scootaloo-.

Casi como si lo hubiera previsto, Comet entró al salón en ese momento. Con mucha más energía que en cualquier otro día.

-¿Ves? Te lo dije. De mejor humor –alardeó Apple Bloom-. Ahora Rumble estará más calmado también. Yo diría que ha librado a todo el salón de él.

-Tampoco exageres –le advirtió nuevamente Sweetie Belle, al tiempo que las tres lo seguían con la mirada.

Comet pasó al lado de las Crusaders sin prestarles mucha atención, dirigiéndose hacia donde se encontraba Rumble, quien al verlo esbozó una sonrisa burlona en su cara. Sin embargo, esto no intimidó al potro, siguiendo hasta estar frente él y Bull. Blink ya no estaba con ello, quizás lo habían marginado luego de haber huido cobardemente abandonando a sus amigos.

Comet dio un rápido vistazo a salón, revisando que Cheerilee no estuviera dentro. Buena suerte, estaba afuera platicando y riendo con algunos padres y el salón estaba casi vació; además de ellos tres, sólo estaban las crusaders y dos potrancas más.

-¿Vienes a darme mi disculpa? Aún estoy esperando –se mofó el pegaso.

-Estás en mi lugar. Muévete – le ordenó Comet de una manera fría y algo atemorizante.

-¿Qué? Ni creas que voy a… -respondió Rumble, descolocado por las palabras y actitud de Comet.

-Dije, muévete –dijo Comet por segunda vez, tomando al pegaso con su magia tirándolo de la silla, arrojándolo dolorosamente contra el lugar que Cheerilee le había dado tiempo atrás. Con Bull no fue necesario hacer nada, una fiera mirada fue suficiente para que el potro retrocediera y se fuera a su lugar como perro regañado. El mensaje estaba claro, ya no les temía.

Las demás potrancas presentes se sorprendieron por la nueva agresividad de Comet, pudiendo incluso amedrentar al potro más grande del salón.

-¡Señorita Cheerilee…! –Exclamó una potrilla de pelaje y melena azules, que dejó su plática con su amiga para ver a Comet peleando de nuevo, corriendo enseguida para avisarle a la maestra.

Rápidamente, Comet la cogió con su magia y la regresó inmediatamente a su asiento. Al estar inmovilizada por Comet, la potranca volteó temerosamente hacia él, sintiéndose intimidada por la pesada mirada que le daba, en especial con su ojo blanco.

-Ni una palabra, ¿escuchaste? –la amenazó. Aunque no tenía nada contra ella, no podía arriesgarse a meterse en problemas de nuevo.

La potranca, temerosa de lo que pudiera hacerle, tragó saliva y asintió frenéticamente con la cabeza. Convencido con la respuesta de su compañera, Comet la soltó. Inmediatamente, la potranca suspiró aliviada de que todo hubiera salido bien, para ella.

-¡¿Ustedes qué me ven?! –dijo Cómet, volteando hacia las crusaders, que lo miraban fijamente.

En cuanto Comet se volvió hacia ellas, las tres potrancas se voltearon de nuevo hacia el frente con caras de susto.

-Yo no diría que nos ha liberado –dijo Sweetie Belle, con expresión consternada.

-Yo creo que hay nuevo bravucón en la escuela –añadió Scootaloo con la misma expresión de Sweetie Belle.

Finalmente, Comet se había dado su lugar entre sus compañeros. Y no necesitó revelar el secreto sobre Twilight; lo había hecho por sus propios méritos. Ahora se lo pensarían dos veces antes de voltearlo a ver siquiera. Quizás aún no tenía amigos, pero ahora sus compañeros le darían el respeto que se merecía. Si no habían querido dárselo por las buenas, el que le tuvieran miedo los obligaría a hacerlo. Por primera vez, experimentaba una sensación de grandeza; sentía la fuerza de la que Rainbow le había hablado. Ya nadie se atrevería a meterse con él. Se sentía poderoso y le encantaba.


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Un abrazo y un beso. Hasta el siguiente capítulo.