Capítulo 13. Tiempo con los Apple.

-¡¿Qué?! –Preguntó Comet, algo molesto.

-Comprende que también es muy repentino para mí –explicó Twilight intentando calmar un poco a Comet-. Tengo que ir a Canterlot antes para ayudar con los preparativos de la Celebración.

-Pero, ¿por qué no puedo quedarme aquí? No es la primera vez que me quedo en casa –replicó Comet.

-Sí, con Spike. Esta vez, él vendrá conmigo y no me siento cómoda dejándote aquí solo sin ningún cuidado. Los Apple cuidarán bien de ti. La granja es muy tranquila. Tendrás mucho tiempo para leer y habrá mucho espacio para que juegues. Además, ya conoces a Applejack, estoy seguro que a todos les encantará tenerte.

-Pudiste haberme dicho antes –reclamó Comet.

-Solo será un par de días. Y regresaremos los dos juntos luego del Festival. ¿Qué dices?

-¿Tengo otra opción? –exclamó Comet resignado.

-No realmente –exclamó Spike pensando en voz alta, para ser inmediatamente fulminado por la mirada de Twilight.

-Está bien… -dijo Comet tornando los ojos.

Subió de mala gana a su habitación y luego de unos minutos, volvió a bajar con dos maletas, una que sería para llevarse a Sweet Apple Acres y la otra con lo que llevaría al viaje. Apenas acababa de llegar de la escuela y ahora tendría que marcharse de nuevo.


-Apple Bloom, apresúrate. Debemos tener todo limpio y ordenado –exclamó la yegua de pelaje naranja y acento campirano.

-¿Por qué tanta prisa, Applejack? –preguntó la potrilla algo confundida.

-Porque tendremos visitas, debemos mostrarles la hospitalidad de los Apple –respondió la yegua corriendo de un lado para otro.

-Visitas… ¿De quién se trata? Espero que sea Goldie Delicious o el tío Apple Strudel, siempre tienen buenas historias. Oh, oh, ya sé. Es Babs. Viene otra vez a Ponyville –decía muy entusiasmada la potranca.

-No es ninguno de ellos, terroncito –dijo Applejack con una risilla al ver la emoción de su hermanita-. Esta vez se trata de alguien diferente.

-¿De quién?

*Toc Toc*

Alguien llamó a la puerta. Applejack se apresuró hacia ella, lista para darle la bienvenida.

-Creo lo descubrirás en un instante –le dijo Applejack a su hermana.

En cuanto abrió la puerta, el rostro de Apple Bloom pasó de emocionado a uno de sorpresa y luego a uno de aversión al ver la inesperada visita.

-¡¿Tú?! –Exclamó al verlo.

Frente ella, arado en la puerta de entrada, estaba nada más y nada menos que Comet, el potro menos agradable de toda la escuela. De todos los ponies que podrían ir de visita a la granja, ¿por qué tenía que ser él? Y, al parecer, el rostro de Comet daba entender que pensaba lo mismo.

-Bienvenido, Comet. Pasa y siéntete cómodo –dijo Applejack, ignorando completamente la animosidad con la que su hermana lo observaba y la cara de pocos amigos de Comet.

-Gracias, lamento la irrupción –dijo cortésmente Comet.

-Para nada, puedes quedarte el tiempo que quieras. Nuestra casa es tu casa. Por cierto, ¿Dónde está…?

-Ya se fue –la interrumpió, intuyendo la pregunta que le iba a hacer-. Tenían prisa. Tomaron el primer tren a Canterlot.

-Oh, entiendo. Bueno, espero que disfrutes tu estadía en Sweet Apple Acres. Permíteme presentarte a la familia. Ella es la abuela Smith…

-Un placer, jovencito –saludó la abuela Smith.

-…Big Macintosh…

El enorme pony de pelaje rojizo asintió en señal de saludo sin emitir una sola palabra.

-… es un pony de pocas palabras -le explicó Applejack-; y ya debes conocer a Apple Bloom.

-Sí, algo así –dijo Comet cinindiferencia

-Nos hemos visto algunas veces en la escuela –dijo Apple Bloom de la misma forma que Comet. Ambos poniendo una sonrisa forzada al final.

-¿Por qué no llevas a Comet a su habitación y lo ayudas a instalarse? –preguntó Applejack a su hermanita, más como una indicación que como sugerencia.

-Sígueme, Comet -le indicó la potranca, hablando como si detestara decir cada palabra.

Lo llevó escaleras arriba, con una clara mirada de desacuerdo en su rostro, hasta una habitación no muy grande, tal vez de la mitad de la de Comet, quizás más pequeña. En ella sólo había una cama y un ropero. A pesar de lo rústico que se veía todo el lugar, nada que ver con lo suntuoso del castillo, era extrañamente acogedora.

-Aquí es donde vas a dormir, espero estés cómodo –le dijo al abrir la puerta rumiando cada palabra-. Y no entres a mi habitación.

-¿Cuál es? –preguntó fingiendo interés.

-Como si fuera a decírtelo –respondió la potranca.

-Es la del fondo, ¿cierto? –dijo señalando con la vista la última puerta del corredor.

-¿Qué? ¿Cómo lo supiste? –preguntó Apple Bloom algo sorprendida.

-Adiviné –explicó mientras entraba indiferente a la habitación a la que lo había llevado, dejando algo confusa a Apple Bloom, sabía que no era cierto. En varias ocasiones había visto a Comet poder ver o "adivinar" cosas que otros lo se percatarían, escuchaba algunas cosas que otros no podían y sabía cuándo alguien ocultaba cosas, lo cual era un poco inquietante-. Mira, Apple Bloom, la idea de pasar dos noches aquí tampoco me agrada, pero no tenemos opción. Así que será mejor que nos llevemos bien por el tiempo que tenga que permanecer aquí. Y descuida, no tengo intenciones de entrar en tu habitación –dejó sus cosas al lado del ropero y se sentó en la cama.

-¿Llevarnos bien? Por qué lo haría. ¿Cómo sé que no planeas hacerme algo aquí? –dijo Apple Bloom suspicaz alzando una ceja.

-No tengo razones para hacer eso, ¿o sí? –le respondió Comet con un tono de voz plano.

-No necesitas razones. Molestas y atormentas a los demás por gusto, ¿o acaso ya olvidaste mi pelota? Por eso siempre estás solo –lo provocó, tocando uno de los puntos sensibles de Comet.

-Si fueras observadora, verías que yo nunca muevo un casco primero. Todas las veces fue alguien más el que empezó. No tengo interés ni gano nada amedrentando a los demás. El que intentes provocarme no te llevará a nada –se acomodó para leer un rato, intentando no perder el control, haciéndole saber que sabía cuáles eran las intenciones de Apple Bloom-. Con ustedes me excedí, lo reconozco, pero arreglé tu pelota y te la devolví al día siguiente.

-Entonces… ¿Sweetie Belle tenía razón? –se sorprendió.

-Y si estoy solo es porque así lo quiero. No me interesa socializar con los de mi edad –dijo al momento que levantaba su libro para comenzar a leer.

-Pues dudo mucho que alguien quiera pasar su tiempo con un potro tan malcriado como tú.

-Eso no fue lo que me pareció cuando les di la clase de Cutie Marks –dijo con una mirada astuta y una sonrisa burlona que hizo que Apple Bloom desviara la mirada, nuevamente, Comet tenía razón-. Según recuerdo, te vi muy atenta a lo que decía –se burló Comet.

-Eso es diferente –reclamó Apple Bloom.

-Sí, claro –respondió Comet sarcásticamente- No puedes engañarme Apple Bloom. Es decepcionante que aún intentes hacerlo –dijo para que desistiera-. No puedo creer que seas la hermana de Applejack –masculló lo último esperando que no lo escuchara.

-¿Acaso mi nombre no te lo dijo? –contestó algo ofendida la potranca por el comentario de Comet, pues logro escucharlo a pesar del bajo volumen en que lo dijo.

-Creí que sería una coincidencia.

-¿Cómo es que conoces a mi hermana? -dijo con suspicacia.

-Es amiga de mi mamá, inevitablemente iba a conocerla, pero jamás creí que tuviera una hermana menor; mucho menos que fueras tú.

-Pues ella nunca te ha mencionado –espetó para molestarlos, sintiéndose un poco ofendida.

-Qué bueno. No me gusta que hablen de mí –respondió de una manera fría, aunque Apple Bloom creyó poder percibir un poco de dolor o tristeza en las palabras de Comet por un momento, aunque no estaba muy segura-. Sé que no confías en mí, pero, por el momento, no tienes alternativa. Ninguno de los dos la tiene.

Apple Bloom suspiró resignada. Aunque no le agradara la idea, Comet tenía razón. Su estadía con ellos ya era un hecho y no podía hacer nada al respecto, debían de aprender a llevarse bien de una manera u otra para evitarse problemas.

-Bien, parece que es una tregua –aceptó Apple Bloom, tendiéndole el casco a Comet.

Comet volteo hacia ella con una expresión un poco llana, inclinándose con una expresión de aburrimiento, meditando por un momento lo que le decía la potranca y sonriendo al final.

-Me hablas como si fuera tu enemigo –se rio Comet, pero dándole muy poca importancia-. Pero acepto –Comet desapareció de la cama y pareció enfrente de Apple Bloom, quien retrocedió un poco por el sobresalto, y ambos agitaron sus cascos, mientras sonrisas más sinceras se dibujaban en su rostro y la tensión en el ambiente se iba relajando.

-¡Niños, bajen a Comer! –gritó Applejack.

-¡Ya vamos! –Le respondió Apple Bloom-. ¿Vienes, Comet?

-Ya comí, gracias.

-¿Seguro? Hay pie de manzana de postre.

-Está bien, me convenciste.

Ambos bajaron corriendo las escaleras y se sentaron a la mesa. La comida no podía ser más simple que la familia que la había preparado, pero eso no significaba que era mala, todo lo contrario, estaba deliciosa, tanto así, que Comet devoró porciones completas a pesar de ya haber comido en el castillo.

-Oye Comet, ¿Qué dices si después de comer, Applejack te muestra un poco del trabajo aquí en la granja? –lo invitó la abuela Smith.

-No lo creó. Ese es más trabajo para un pony terrestre –dijo Comet.

-Disculpa –exclamó Applejack intentando no sentirse demasiado ofendida. Sabía que Comet venía de Canterlot, pero no esperaba que ya tuviera las ideas clasistas que solían tener los unicornios de ahí.

Comet, al ver su error, rápidamente intentó corregirse ante la inquisitoria mirada de los Apple.

-No me malinterpreten, no lo dije con esa intención –se explicó el potro-. No me refería a que por ser ponies de tierra ese era su trabajo. Lo que quise decir es que: soy un unicornio, no tengo la fuerza, resistencia o la conexión mágica con la tierra como ustedes. Además, aún soy muy pequeño, no puedo serles de mucha ayuda. Han probado lo que se cultiva en Canterlot, es horrible. Nunca había tenido gusto por las manzanas hasta que llegué a Ponyville.

-Bueno, terroncito, eso es porque aquí cultivamos las mejores de Equestria –alardeó Applejack, más relajada, viendo que Comet hablaba sinceramente-. Si lo que te preocupa es tu tamaño, no es importante; Apple Bloom nos ayuda con algunas labores.

-Creo que Apple Bloom sigue siendo más fuerte que yo –exclamó Comet, sorprendiendo a dicha pony, pues era un cumplido que ni Comet se había dado cuenta que le había hecho.

-Tal vez, pero tu fuerza está en tu magia –apuntó Applejack-. ¿Qué dices? Podrías ayudar a Apple Bloom con sus tareas, así terminarían más rápido.

-Siempre hay lugar para par de cascos extras en la granja –añadió la abuela Smith, acercándose a la ventana, donde habían dejado el pie a enfriarse.

-Sip –dijo Big Mac.

-Pues, supongo que está bien –aceptó Comet algo indeciso, más pensando que era una forma de retribución a su hospitalidad que por mero gusto.

-Eso es lo que quería escuchar –exclamó Applejack-. Nada como un poco de trabajo duro luego de una buena comida.

-Muy bien, el postre está servido. ¿Quién va a querer? –dijo la abuela Smith poniendo el pie en la mesa.

Sin demora, todos se sirvieron una generosa rebanada. Pero Comet, para sorpresa de los demás, se había servido una casi tan grande como la de Big Mac. Haciéndolos dudar si podría comerse toda esa porción.

-Comet, ¿estás seguro que puedes acabarte toda esa rebanada? –Preguntó Applejack un poco insegura.

-Claro que no podrá, es muy grande –aseguró Apple Bloom.

-¿Quieres apostar? –la retó Comet con una mirada arrogante .

-Eso depende. ¿De cuánto estamos hablando? –Apple Bloom mordió el anzuelo, siguiéndole el juego.

-Veinte monedas, a que puedo comerme toda la rebanada, si pierdo, son tuyas.

-¿Y tienes con qué pagar? –le vaciló Apple Bloom.

En ese momento, Comet hizo aparecer un pequeño saco con las veinte monedas en su interior.

-¿Y tú? –le preguntó, Comet.

Inmediatamente, Apple Bloom subió las escaleras corriendo. Volvió unos cuantos segundos después cargando veinte monedas de sus ahorros, decidida a seguir con el juego.

-Apple Bloom, ¿estás segura de esto? –la intentó disuadir Applejack-. Si pierdes, tendrás que pagarle esas veinte monedas.

-Descuida Applejack, sé lo que hago –le aseguró Apple Bloom-. No hay forma en que pueda comerse todo eso, lo tengo todo calculado.

-Entonces, ¿tenemos un trato? –dijo Comet.

-Adelante –Afirmó Apple Bloom, segura de su victoria.

Luego de esas palabras, Comet comenzó a comer calmadamente. No había límite de tiempo, por lo que tampoco tenía prisa por terminar, tampoco quería indigestarse por comer demasiado rápido. Además, así saborearía por más tiempo el delicioso postre que habían preparado los Apple.

Al principio, Apple Bloom se mostraba muy segura de que ganaría sin lugar a dudas por lo lento que estaba comiendo Comet, pero conforme el tiempo avanzaba y Comet seguía, su cara empezó a mostrar preocupación, pues el potro no parecía tener intenciones de parar. Eran casi de la misma estatura, ¿dónde metía tanta comida?

-Ah, estuvo delicioso –dijo triunfante Comet.

Apple Bloom tenía una expresión de asombro, como el resto de los Apple, mezclada con derrota. No podía creer que realmente hubiera podido terminar la enorme porción que se había servido. No podía ser cierto, eran de la misma edad, ella jamás podría comer tanto sin que le dieran nauseas, pero Comet estaba como si nada.

-Me parece que he ganado –dijo pedantemente a Apple Bloom, extendiendo su casco reclamando su premio.

-Bien. Tómalas –dijo empujando las monedas hacia Comet con desdén.

-Muchas gracias –dijo Comet burlonamente mientras tomaba todas las monedas, incluido el saco donde estaban las suyas, haciendo las desaparecer en el aire.

-Te advertí que era mala idea –dijo Applejack sintiendo un poco de pena por su hermanita.

-Es que no lo entiendo. Ni yo puedo comer tanto –exclamó Apple Bloom, frustrada.

-Es cierto –concordó la abuela Smith-. Pero creo que olvidaste algo muy importante; Comet es un potro y tu una potranca. Su estómago es más grande que el tuyo.

-Sip –asintió Big Mac,

-Y soy un unicornio. Usar magia gasta mucha de mi energía, haciendo que necesite más comida, y he estado usándola todo el día –añadió Comet, revelando así el último detalle de su treta, dejando a Apple Bloom boquiabierta.

-¡Tú me engañaste! –Exclamó Apple Bloom, molesta-. Eres un tramposo.

-Algo así –dijo Comet-. Pero tú fuiste quien decidió ignorar lo más importante.

-Fuiste directo a su trampa, pequeña –le dijo la abuela Smith.

-¡Devuélveme mi dinero! –Exigió la potranca.

-No haré eso Apple Bloom, tu aceptaste la apuesta –aclaró Comet-. Todos parecieron ver que había una trampa oculta, tú fuiste la única que no.

-Es cierto, terroncito. Tal vez no fue muy limpio, pero tu aceptaste –dijo Applejack, no pudiendo evitar concordar con Comet y sentir empatía, aunque era cierto que él se había aprovechado de su ingenuidad.

Resignada, Apple Bloom, aceptó su derrota, gruñendo molesta. Al poco rato, todos volvieron a sus labores habituales, Applejack y Big Mac salieron a cosechar manzanas, a cuidar de los huertos y a llevar el producto al granero para prepararlos para su venta, mientras que la abuela Smith tomaba una siesta; en cuanto a Comet, él quería ir a leer, pero había dicho que ayudaría a Apple Bloom con sus tareas, así que salió con ella para trabajar también.

Primero fueron a alimentar a los cerdos, algo que inicialmente Comet estaba renuente a hacer. No quería ensuciar su ropa o a él mismo con lodo, cediendo finalmente cuando Apple Bloom lo comparó con Rarity cuando no quería hacer algo por miedo a ensuciarse. Comet sabía que no era el potro más "varonil" que se podía encontrar, físicamente hablando, pero no iba a permitir que ella se mofara de él y se saliera con la suya, sin darse cuenta que ahora era él quien caía en sus juegos.

Luego, fueron a revisar las manzanas recién cosechadas, separándolas por color, madurez y eliminando las que estuvieran podridas, agusanadas o aplastadas, algo que Comet hacia mucho más rápido que Apple Bloom gracias a su magia y a su ojo blanco, con el cual no solo veía bien, como solía decir, sino que tenía una vista ligeramente superior al promedio, siempre guardando este dato en secreto, solo habiéndoselo rebelado a dos ponies, Cary y Twilight. Esto le permitía clasificarlas con tan solo una mirada, algo bueno tenía que venir con su condición.

Lavaron algunas ventanas, limpiaron el arado de Big Mac y recogieron algunos huevos de los gallineros. Comet tuvo serios problemas en esa tarea, pues el gallo que ellos tenían no dejaba de perseguirlo y atacarlo sin parar siquiera para voltear a Apple Bloom, quien no podía dejar de reír al ver a Comer huir de una gallina. Obteniendo su venganza, Comet se acercó a ella, haciendo que el gallo la persiguiera también.

Luego de mucho correr, algunos picotazos y rasguños, por fin terminaron con la última de las tareas. Cansados y acalorados, se acercaron al pozo para remojarse un poco y refrescarse. La ropa de Comet estaba hecha un desastre, más que nada por la suciedad que tenía encima. Pero a esas alturas, ya poco le importaba.

Luego de sacudirse un poco el agua, Apple Bloom se giró hacia Comet.

-Gracias por tu ayuda –le dijo Apple Bloom, dejando de lado la animosidad que solía sentir hacia él, tal vez por el cansancio o por la gratitud de haberla ayudado.

-Ni lo menciones –respondió Comet, intentando arreglar su melena-. No lo habría hecho de no ser por que dije que lo haría.

-¿Qué? ¿Me habrías dejado hacer todo esos sola? –Respondió algo molesta y confusa por la sinceridad del potro.

-Es su granja, no mía –afirmó-. Fue divertido, pero este tipo de trabajo no es lo mío.

Un buen momento que tuvimos y tenía que arruinarlo. Pensó Apple Bloom, creyendo que realmente no decía todo eso en realidad, al mismo tiempo que le daba una mirada escéptica.

-Un "de nada" hubiera bastado, ¿sabes? –dijo intentando no darle demasiada importancia.

-Lo que tú digas, Apple Bloom –dijo Comet, dándole por su lado, volviendo a la actitud desinteresada que solía irritar a todos los potros de la escuela.

Comet comenzó a caminar, dándole la espalda a Apple Bloom. Sin embargo, apenas unos pocos pasos adelante, se detuvo en seco, como si hubiera recordado algo.

-Por cierto, Apple Bloom… -habló aún de espaldas a ella.

-¿Sí? –respondió, sin saber que quería ahora el potro.

-Atrapa.

Comet giró medio cuerpo, sonriendo, y le arrojó un saquito, el cual cayó en los cascos de la potranca, que no entendió que era lo que ahora tramaba. En cuanto lo abrió, vio que en su interior había un montón de monedas, dejando a la potranca con una expresión de confusión y sorpresa.

-Creí que habías dicho que no ibas a regresarme mi… -dijo sacando las monedas y comenzando a contarlas.

-Mi intención nunca fue quedarme con tu dinero, sólo divertirme un poco –explicó el potro sin dejar terminar de hablar a Apple Bloom.

-Aquí hay veinticinco monedas. Yo te di solo veinte –dijo Apple Bloom al terminar de contar.

-¿En serió? Que extraño. ¿De dónde habrán salido las otras? –preguntó Comet con un tono de asombro poco creíble-. Tómalo como una compensación por el mal rato que te hice pasar.

Apple Bloom, no contestó, ni siquiera le dio las gracias, pero una pequeña sonrisa en su rostro se ocupó de ello. No muy lejos de ahí, por los huertos, una pony vio la escena y no pudo evitar sonreír mientras seguía con su trabajo, pensando que ambos potros se habían hecho buenos amigos.

-Vaya calor que hace –dijo Comet cambiando de tema rápidamente-. ¿Quieres ir a Sugar Cube Corner por una malteada? Tú invitas.

Fue entonces que Apple Bloom encontró la trampa de las monedas extras. Una malteada costaba entre dos a tres monedas, cubriendo las cinco que le había dado y dejándole sus veinte intactas. Pero, en vez de protestar, aceptó gustosa la invitación, pues creyó que era lo menos que podía hacer por su ayuda y por su muestra de generosidad. Y si lo pensaba bien, prácticamente las malteadas salían del bolsillo de Comet.

Poco antes de partir, Comet entró a la casa y se quitó todas sus ropas sucias, sin embargo, no se pondría unas limpias como lo haría normalmente; tenía sus prendas contadas para los días que estaría con lo Apple y en Canterlot, por lo que no podría permitirse ensuciar otras. Antes de volver a salir, cogió el libro que estaba leyendo, así podría continuarlo de camino al pueblo y mientras disfrutaban su bebida. Se sintió un poco extraño volver a salir sin nada encima, ya se había acostumbrado a siempre vestir el atuendo que le había regalado Rarity que incluso había olvidado cómo se sentía la brisa sobre su pelaje y lo refrescante que era. Para Apple Bloom fue una sensación parecida. Nunca había visto a Comet sin su traje. Y la gran mancha blanca que tenía en el pecho era algo completamente nuevo para ella. Sabía que el potro tenía varias, las podía ver y Comet mismo lo había dicho, pero esta era la más grande y era más notoria la diferencia con el pelaje oscuro del potro, este se veía más encrespado y menos sueve.

-¿A dónde van los dos? –los detuvo Applejack justo antes de atravesar el arco de la entrada de la granja.

-A Sugar Cube Corner –respondió Apple Bloom.

-¿Ya terminaron todas sus labores?

-Sí…

-Y la señorita Cheerilee no dejo tarea, así que tenemos libre el resto de la tarde –interrumpió Comet, contestando de una vez la siguiente pregunta que iba a hacer Applejack.

-Está bien, pueden ir. Solo regresen antes del atardecer –les indicó.

-De acuerdo –dijeron los dos al unísono.


Sugar Cube Corner estaba lleno, algo no muy raro para esa hora del día. Esperaron unos cuantos minutos en la fila, hasta que pudieron pedir su orden, Apple Bloom una malteada de chocolate y Comet una de fresa. En cuanto se las entregaron, se sentaron en una mesa que recién se acababa de desocupar. Apple Bloom, esperaba poder tener una conversación, pero Comet al parecer tenía otros planes; hizo lo que se esperaría que hiciera, en cuanto se sentó, abrió su libro y se puso a leer.

Luego de unos minutos, Apple Bloom comenzaba a aburrirse y a desesperarse por la monotonía de la situación. Comet no hacía nada, solo estaba inmóvil ahí sentado mientras leía.

-¿En qué parte de Ponyville vives? –preguntó, esperando poder romper el hielo.

-Por la zona norte del pueblo –respondió con la característica voz indiferente y la brevedad que tenía cuando leía, pero al menos le estaba contestando, significaba le estaba prestando atención.

-Oh, ¿cerca del Castillo de Twilight? –dijo mostrando cierto interés.

-Sí, algo así.

-Sabes, ella y Applejack son muy buenas amigas.

-Sí, las he visto algunas veces.

-Debe ser genial tener a una princesa como vecina.

-Sí. Es buena. Muy amable y gentil. Es de las pocas ponies que no me juzgó en cuanto me vio –dijo lo que pensaba de ella, teniendo cuidado de no hablar de más.

-¿Juzgarte? ¿Es por eso que sueles estar solo? –preguntó Apple Bloom, creyendo haber unido algunos puntos.

-No quiero hablar de eso.

-Hace rato dijiste que no querías socializar con ponies de tu edad, ¿tiene algo que ver con eso? –insistió.

-Apple Bloom, no quiero hablar de eso –arremetió secamente, bajando su libro al hablarle, algo que no hacía normalmente, pero que significaba que hablaba en serio.

-Siempre veo que traes un libro contigo, ¿has visitado la biblioteca Golden Oak? –obedeció a Comet, sabía que era mejor no alterarlo.

-No. No suelo salir mucho de casa. Tenemos una extensa biblioteca en casa y mi mamá me compra libros constantemente, por lo que no tengo la necesidad de visitar la biblioteca desde que llegue de Canterlot.

-Cuando hablas de ese modo, pareciera que vives con Twilight –bromeó la potranca sin saber lo cerca que estaba de la realidad-. Ella también tiene una enorme biblioteca en su castillo y antes solía vivir en Golden Oak.

-Vaya coincidencia.

-Dijiste que vivías en Canterlot antes de vivir aquí. ¿Cómo es?

-Pues, es… es… linda… -dijo Comet, volteando hacia un lado, bajando el libro y suspirando con un poco de fastidio viendo que Apple Bloom no lo iba a dejar leer tranquilo, abriendo mucho los ojos y fijando la mirada en un punto casi al instante de hacerlo.

-Linda. Eso no dice mucho, podrías ser un poco más espe… Oye, ¿me estás escuchando? –preguntó al ver al potro distraído, con la mirada perdida. Pero Comet ya no le estaba prestando atención. Tenía la mirada fija hacia la derecha, ignorando completamente a Apple Bloom o cualquier otro pony que ahí se encontrara. Algo molesta por la descortesía de Comet, volteó hacia donde estaba mirando fijamente, en cuanto pudo descubrir de qué se trataba, no podía creerlo. Estaba mirando a un pony y no a cualquier pony.

-¡Silver Spoon! ¡Te gusta Si… -Gritó asombrada.

Rápidamente, Comet puso su casco sobre su boca para callarla. Sonrojado, esperando que nadie se hubiera dado cuenta. Por fortuna, debido a la cantidad de ponies ahí presentes, el grito se perdió entre tanto ruido y la pony en cuestión de la que hablaban, no reparó en su presencia.

-¿Por qué no lo gritas más fuerte? Así podrá escucharte todo el pueblo –le recriminó Comet, sonrojado.

-Lo siento –se quitó el casco de Comet de la boca-. Pero Silver Spoon. ¿Es en serio? –dijo en un volumen de voz que sería más de Fluttershy-. Sabes cómo es ella. ¿Qué es lo que le ves?

Comet no respondió, simplemente intentó ocultarse detrás de su libro nuevamente. No le gustaba que la gente descubriera sus secretos o su vida privada y ahora, por un descuido, Apple Bloom sabía uno de los más grandes que tenía.

-Más te vale no decir nada –le advirtió.

-Y si lo hago, ¿qué harás? –le respondió, bromando de lo ventajosa de su situación, pero solo como juego.

-Me veré obligado a borrarte la memoria.

-Oh, vamos. Como si alguien como tú supiera hacer eso –se mofó.

-No me gusta que se burlen de mí –dijo Comet poniéndose de pie amenazadoramente, recargándose firmemente sobre la mesa, malinterpretando la broma.

-Está bien. Está bien. Sólo era una broma –dijo nerviosamente Apple Bloom, esperando calmar a Comet; por un momento había olvidado lo aterrador e impulsivo que podía llegar a ser a veces, razón por la cual todos preferían alejarse de él.

Aunque era una broma, mucho después pudo entender, en parte, el por qué reaccionó de esa manera. Rumble había hecho de él el centro de todas sus burlas y maldades hasta que Comet se cansó y le puso un fin. Por error, había malinterpretado su broma, haciéndolo pensar que nuevamente se estaban burlándose de él, reaccionando de esa manera para evitarlo. Pero, por el momento, para ella sólo volvía a ser el mismo bravucón de la escuela.

Sin embargo, pese a todo, Comet volvió a sentarse y a seguir con su libro. Sorprendiendo nuevamente a Apple Bloom, quien creía que el potro le haría algo como castigo, pero simplemente se quedó sentado muy tranquilo.

-Ibas a hablarme sobre Canterlot –dijo Apple Bloom retomando la conversación un poco nerviosa.

-Ah sí. No hay mucho que decir. Es una gran ciudad; muchos restaurantes, edificios ostentosos y mucha opulencia –resumió Comet.

-Debe ser buena la vida ahí –supuso Apple Bloom.

-No realmente –discrepó Comet-. Es una linda ciudad, pero no la considero un buen lugar para vivir, prefiero Ponyville.

-¿Por qué?

-Los ponies ahí son… fríos. Muy distantes a los demás. La gran mayoría son unicornios de clase alta, lo que los hace muy prejuiciosos y clasistas con los que no están a "su nivel". Todos se miran por encima del hombro y se pavonean cómo si fueran lo mejor que hay en el mundo. Sólo se interesan por frivolidades y cosas superfluas.

Esto dejó a Apple Bloom con una irónica expresión, pues Comet acababa de describirse a sí mismo. Pero si él, siendo así, criticaba de lo mismo a los ponies de Canterlot, cómo serían ellos entonces.

Poco después, ambos pidieron otra ronda de malteadas, esta vez pagadas por Comet. Debía de gastar su dinero en algo.


-¿Puedo hacerte una pregunta un poco personal? –dijo Apple Bloom camino de regreso a la granja.

-¿De qué se trata? –contestó Comet, creyendo que sería nuevamente sobre su renuencia de estar con los de su edad.

-¿Puedes ver con tu ojo? –señaló su ojo blanco.

La expresión de Comet pasó nuevamente de ser una indiferente a la típica de fastidio cada vez que alguien le hacía la misma pregunta.

-Sabes, esa pregunta se está convirtiendo en tema recurrente cada vez que hablo con alguien –dijo algo irritado-. Sí, puedo ver con mi ojo.

-Perdón. No pensé que eso te molestaría –dijo pensando había dicho algo que no debía.

-No me molesta, no del todo. Estoy cansado de oír la misma pregunta una y otra vez. Cada vez que conozco a alguien, tiene que hacerla.

-No puedes culparlos, no lo saben. Da un poco de curiosidad.

-Es más por el color que otra cosa –la corrigió-. Es lo único que hace que crean que no puedo ver con él. Si no fuera completamente blanco, nadie haría esa pregunta –giro su mirada al frente y bajo un poco la cabeza-. Nadie me tendría miedo –murmuró con un triste semblante.

Apple Bloom no alcanzó a escuchar del todo bien lo que dijo Comet, pero entendió que también era algo respecto a su ojo, sin embargo, no parecía ser algo que quisiera compartir. Por más que quisiera preguntarle, Comet intentaría desviar la conversación o quizás se molestaría por estarse metiendo en sus asuntos. Lo mejor era dejarlo tranquilo.


-Entonces, ¿me estás diciendo que eso fue lo que hicieron ayer? –Preguntó Scootaloo a Apple Bloom.

Se encontraban en su casa club, escondida entre los miles de árboles del huerto, junto a Sweetie Belle. Se habían reunido poco después de la hora de la comida y que Apple Bloom hubiera terminado sus tareas. Esta vez Comet no la ayudo debido a que lo pusieron a trabajar en la cocina, donde estaba peleándose con la masa para los pies y las tartas de manzana.

Apple Bloom asintió. Les había contado todo a sus amigas, omitiendo la parte de Silver Spoon, no era seguro que Comet supiera borrar memorias, pero conocía muchos hechizos poderosos o extraños; no se arriesgaría.

-Quién diría que pasarías dos días viviendo con Comet. No te ha hecho nada, ¿cierto? –Preguntó Sweetie Belle.

-Fue inesperado para los dos. De hecho, él no sabía que Applejack y yo somos hermanas –respondió Apple Bloom-. Y por extraño que pueda oírse, fuera de la apuesta, no ha hecho nada. De hecho, es bastante tranquilo –añadió.

-Comet... ¿tranquilo? –dijo sorprendida Scootaloo-. Estas seguras de que hablamos del mismo potro.

-No quiere juntarse con los de su edad, ¿en serio dijo eso? –Preguntó Sweetie Belle, incrédula.

-Sí. No entiendo muy bien sus razones y sé que aún oculta cosas, pero creo que tiene que ver con algo que vivió en Canterlot.

-¿Por qué no le preguntamos? –Sugirió Sweetie Belle.

-Perdiste la razón, es una pésima idea. A él no le agradamos.

-Intenté hacerlo, pero se molestó cuando lo hice –les explicó-. Pero no creo que le desagrademos, no del todo. Ayer estuvimos trabajando juntos por un tiempo y parecía divertirse. Pero, por un momento, cuando volvíamos a la granja, parecía verse triste. No sé por qué; fue un tanto extraño.

-Aún no puedo creer que sea el mismo Comet. En la escuela es un pesado ¿o ya olvidaste tu pelota? –dijo Scootaloo, escéptica.

-La reparó. Incluso reconoció que se excedió esa vez –intentó convencerla-. Tal vez tuvo un mal día esa vez.

-Entonces Comet debe tener muchos días malos –espetó Scootaloo-. No es que no te crea Apple Bloom, pero me cuesta trabajo creer que Comet sea un pony más blando.

-¿Dónde está Comet ahora? –Preguntó Sweetie Belle.

-La última vez que lo vi, estaba leyendo en la habitación de invitados.

-Ese potro… ¿No sabe hacer otra cosa que no sea leer? –dijo Scootaloo, pensando en lo obvia que era la respuesta.

-Supongo que le gusta leer –supuso Sweetie Belle.

-Será lo único que le gusta –dijo Scootaloo.

De repente, se escuchó el estallido de una pequeña explosión, no muy lejos de dónde se encontraban ellas. Al mirar por la ventana, pudieron ver a hordas de pájaros alejarse del lugar mientras una pequeña nube de polvo se alzaba a unos cuantos metros sobre las copas de los árboles.

-¿Qué fue eso? –preguntó Scootaloo, viendo fijamente la polvareda.

-No lo sé. Vayamos a averiguarlo –indicó Apple Bloom.

Las tres corrieron hacia el lugar de donde vieron estaba la nube de polvo. No tardaron mucho en encontrar el punto exacto, una pequeña zona abierta entre los manzanos, donde se encontraba Comet sentado en medio de todo, tosiendo por el polvo que había respirado; alrededor suyo, había una zona circular en la que el césped se había tornado de color amarillo, como cuando se quema por el sol, con todas las briznas apuntando hacia afuera del mismo. Junto a él, había un libro algo desgastado por el tiempo, el cual Comet desempolvó después de él.

Comet se puso de pie, dijo algo que las tres no pudieron escuchar bien y se sacudió el polvo de encima. Iluminó su cuerno creando una brisa para que se llevara toda la tierra que se había levantado, arrojándola directamente hacia las crusaders. Sin tiempo para moverse, la polvareda les dio de lleno, comenzando a toser también. Comet se sorprendió al escucharlas, acercándose a ellas para ver quienes estaban ahí espiándolo.

-¿Qué están haciendo aquí? –preguntó con un tono más de curiosidad que intimidante.

-Lo mismo podríamos preguntarte –respondió Apple Bloom con voz algo rasposa debido al polvo.

-Estaba practicando un hechizo –dijo con un tono normal, dándole poca importancia a que las tres estuvieran ahí-. Creí estar lo suficientemente lejos para no molestar a nadie.

Scootaloo y Sweetie Belle no podían creer la naturalidad con la que potro hablaba, no se parecía en nada al tosco y prepotente tono con el que solía hablar en la escuela.

-Nosotras oímos la explosión desde nuestra casa club, y vinimos a investigar –explicó Apple Bloom-. ¿Cuál hechizo intentas hacer?

-Una Bala Mágica. Intentaba darle a ese barril –apuntó a un viejo tonel de madera a unos cuantos metros a la de allí, lleno de pequeños agujeros.

-Pues, a mí me parece que aún sigue en una pieza –comentó Scootaloo,

-Quería ver cuanta magia podía acumular antes de disparar –se explicó-. Acumulé demasiada y me explotó en la cara. Pero me ayudó a conocer mi límite, ahora sé cuanta puedo acumular sin perder el control.

Caminó nuevamente hacia el círculo de césped quemado y, tras revisar un poco el hechizo, se preparó para hacerlo de nuevo.

-Será mejor que se alejen un poco, podría ser peligroso –les indicó.

Las potrancas pensaron en ir de nuevo a su casa club y dejar a Comet a solas, no fuera a ser que se molestara, pero, por otro lado, querían ver cómo lo hacía. Finalmente se decidieron por quedarse, escondiéndose detrás de los troncos de los manzanos para cubrirse.

Una vez estuvieron todos listos, Comet comenzó a concentrarse. Su cuerno comenzó a brillar más y más hasta que un rápido y luminoso proyectil de energía fue disparado. En apenas un parpadeo, golpeó el barril, haciéndolo explotar en mil pedazos. Astillas y trozos de madera se dispersaron por todo el lugar, dándoles apenas tiempo a las crusaders de cubrirse.

Una vez todo volvió a la calma, las tres volvieron a asomarse a ver qué había pasado con Comet, pues él estaba en el lugar ideal para ser golpeado por cualquier escombro, pero él ya no se encontraba ahí.

-Finalmente lo dominé –dijo Comet detrás de ellas, sobresaltándolas-. Llevo semanas practicando ese hechizo.

-¿Para qué querrías un hechizo como ese? –Preguntó Scootaloo con un mal presentimiento y una expresión de temor en su rostro.

-Dejaré que tú respondas esa pregunta –dijo Comet con una sonrisa burlona y un tono algo sombrío. Acto seguido comenzó a Caminar hacia la granja, dejando a las tres potrancas algo asustadas. Si ya era de temer con los hechizos que sabía, que podría esperarse ahora que sabía usar ese.

-Él estaba bromeando, ¿cierto? –habló finalmente Sweetie Belle riendo nerviosamente, con mucha inseguridad y la voz algo temblorosa.

-Eso espero, ya no lo sé –respondió Apple Bloom de la misma manera-. Me dijo que también sabía borrar la memoria.

-Y tú que creías que había cambiado –comentó bruscamente Scootaloo.


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UN abrazo y un beso. Hasta el siguiente capítulo.