Capítulo 14. Viaje escolar.


De madrugada. Aún era muy temprano, pero eso no detenía a dos potros ya despiertos y listos para lo que se venía en ese día. Habían tenido algunos problemas para dormir; la emoción los mantuvo despiertos durante horas en las que se mantuvieron charlando sobre lo que harían y verían, pero ese mismo insomnio les había ayudado a despertarse más temprano de lo habitual y estar listos justo a tiempo. La granja aún estaba muy silenciosa, pero ellos ya no podían esperar más. El viaje escolar sería ese día.

Luego de dos días viviendo con los Apple, finalmente la espera había terminado. Comet no entendía porque estaba tan emocionado, no era la primera vez que viajaba a Canterlot –pero si su primer viaje escolar-; podía entender a Apple Bloom, que nunca la había visitado, por lo que conocer la capital era una experiencia completamente nueva.

Comet termino de preparar su equipaje. Metió su cepillo de dientes, un cepillo para el cabello, un peine, las tijeras con las que recortaba su pelaje y un libro, no podía faltar. El resto lo metió en la maleta con lo que había llevado para su estadía con los Apple. Decidió dejarla allí, luego pasaría a recogerla; había aprendido a confiar lo suficiente en ellos como para saber que estaría segura.

Luego de un abundante desayuno con panqueques, manzanas y leche recién ordeñada, se pusieron en marcha hacia la estación de tren, donde se reunirían con su grupo y su maestra.

Aun no amanecía cuando arribaron al lugar. La señorita Cheerilee ya se encontraba ahí, junto con unos pocos potros de su clase, entre ellos, Rumble, Diamond Tiara, Dinky Doo y Twist. Saludaron cortésmente a su maestra y mientras que Apple Bloom se reunió con Twist y al poco tiempo se le unió Dinky, Comet se sentó en una banca a leer en espera de que llegara su tren. Por su parte, Applejack platicó por unos minutos con Cheerilee, nada en particular, solo una plática casual para pasar el rato. Poco después regresó a la granja.

-No te cansas de leer –preguntó la voz de una potranca, como si realmente le afectara lo que estaba haciendo.

Al bajar la vista, la culpable no podía ser otra que Diamond Tiara. Actualmente, ella junto a Silver Spoon eran las únicas que se atrevían a molestarlo, el resto prefería mantener su distancia; parecían no temerle, algo que admirarle. Pero ninguna pasaba de algunas palabras, bromas u observaciones superfluas, nada en comparación con cualquier cosa que Rumble llegó a hacerle, así que lo dejaba pasar. Hasta cierto punto, se había acostumbrado a su compañía, era la única que conseguía y en ocasiones era entretenido discutir con ella.

-Hola, Diamond Tiara –Comet volvió a su libro-. No es algo que hubieras escrito tú, así que no. Es como si yo te preguntara si no te cansas de ser tan presumida.

-Obviamente no, de qué sirve ser como yo, si no lo presumes –dijo arrogantemente.

Siguiendo con esa idea, de que servía tener tantos libros si no los presumía o, siendo más arrogantes, tener una mente privilegiada si tampoco presumía.

-¿Qué lees? ¿Cómo conseguir una cutie mark para principiantes?

Comet solo sonrió, creyendo que las palabras de la potranca eran divertidas, siendo aún más divertido el que aun pensara que podría molestarlo con el asunto de su cutie mark cuando ya había dejado más que claro que no le importaba.

-No. Es un poco sobre la historia y arquitectura de Canterlot. No quiero llegar en blanco. ¿De qué otra forma podría humillarte durante el paseo?

-Agh, qué aburrido.

-¿Se te ofrecía algo o sólo vienes a molestar en lo que llega Silver Spoon? –Intentó provocarla, aunque debía admitir que no le molestaría esperar a dicha pony también.

-Estoy esperando a Silver Spoon. También venía a preguntarte si querías acompañarnos, pero creo que no te interesa –dijo intentando sonar ofendida, fingiendo lástima al mismo tiempo, de una manera muy poco creíble.

-Lo siento, viajaremos en parejas y tú ya estas con Silver Spoon. Así que no podría, aunque quisiera –dijo sarcásticamente-. Si querías viajar conmigo, debiste haberme preguntado primero.

Silver Spoon no tardó en aparecer, uniéndose rápidamente a la discusión que esos dos mantenían. Pocos minutos después, llegó Sweetie Belle, seguida por Scootaloo, Bull, Peachy Pie y muchos otros de sus compañeros. En cuanto el último estudiante llegó, un potro de pelaje y melena marrón con una gorra con una especie de hélice en ella, la señorita Cheerilee les comenzó a dar las indicaciones que debían de seguir todos durante el viaje.


El tren llegó justo a tiempo y sin retraso partió hacia la ciudad capital, Canterlot. Les habían dado un vagón completo solo para ellos. Dentro había el ruido que se podía esperar de un espacio lleno de niños; gritos, risas y decenas de voces se escuchaban por todo el lugar sin cesar por los juegos y voces entusiasmadas de todos los potros.

Era una suerte que Comet había quedado sin compañero. Los sentaron por parejas en los numerosos asientos que había ahí dentro; hubiera sido una molestia tener a alguien gritándole todo el rato en el oído mientras intentaba concentrarse. Así tenía todo un asiento para él solo, algo que le sería de gran utilidad, pues el haber dormido tan poco anoche ya le estaba pasando factura. Lentamente, se fue quedando dormido mientras el tren seguía avanzando.

-Comet, despierta. Ya llegamos –le dijo amablemente la voz de la maestra.

Algo somnoliento, Comet se levantó y cogió sus cosas. El resto de sus compañeros ya se encontraban fuera, en la estación, tan sólo esperando por él. Luego de reagruparlos a todos, comenzaron su caminata hacia la posada donde se hospedarían por esa noche. Comet se quedó hasta atrás de todos, pero no por haber sido el último en salir o porque aun lo rechazaban sus compañeros; en realidad, fue por decisión propia. Para poder realizar sus planes de ese día, debía permanecer al margen y quedarse en un lugar donde no notaran su ausencia y estar hasta atrás, apenas dentro del campo visual de la maestra, ayudaba muchísimo.

Lo primero que hicieron tras arribar a la ciudad, fue dirigirse donde se hospedarían, una sencilla posada en comparación con el resto de la ciudad cerca de la plaza de la fuente que Comet conoció la vez anterior. Por cuestiones de logística y algunos errores al momento de hacer las reservaciones, Comet tendría que compartir habitación, coincidentemente, con Dinky y muchos otros potros estarían con otros potros que no eran el compañero que habían elegido; pero luego de algunos arreglos y discusiones, se pudo arreglar todo el asunto, más o menos. Ahora en lugar de Dinky, compartiría habitación con Button Mash, siendo para Comet la misma situación, pues había convivido tanto con Button como con Dinky.

Poco después, el recorrido por la ciudad dio comienzo. Lo primero que vieron fue la enorme fuente en el centro de la plaza, de alguno 300 años de antigüedad, pero para Comet, lo más importante de esa parte de la ciudad era el taller de los Chords, más antiguo que la fuente, a tan solo unos cuantos pasos de ahí. De hecho, Bass estaba ahí limpiando nuevamente sus escaparates; al notar la presencia de Comet, ambos se saludaron, algo que fue pasado por alto por sus demás compañeros, excepto por tres potrancas que no le habían quitado el ojo de encima desde que subieron al tren.

Siguieron su camino por la amplia calle principal, donde se encontraban los edificios más emblemáticos de la ciudad, como el Antiguo Colegio de Magia, el Hospital Central de Canterlot, tan viejo como la ciudad misma, y algunas oficinas administrativas de la ciudad que poco interés causaron a los estudiantes.

No fue hasta que llegaron al centro de la ciudad cuando los rostros de los potros desprendían entusiasmo mientras sus curiosos ojos volteaban a todas partes. Era casi tres veces más grande que la de Ponyville; una enorme estatua con las cuatro princesas, Celestia, Luna, Cadence y Twilight, bellamente esculpidas y adornadas con toques dorados adornaba el centro de la explanada; frente a ella, una enorme tarima de madera estaba siendo adornada con cientos de flores y hojas de diferentes tamaños y colores como preparativo y lugar oficial en el que las princesas harían su aparición el día de mañana para dar inicio al Festival –Twilight se lo había dicho a Comet-. Las calles del lugar tampoco se quedaban atrás, todas estaban siendo adornadas con bellas guirnaldas floradas colgando por las ventanas, balcones y muchas otras uniendo las numerosas farolas que iluminarían el lugar por la noche.

Justo ahí, mientras una pony que estaba colgando algunos adornos en su tienda, volteó hacia donde estaba el grupo de potros con curiosidad, muchas escuelas hacían visitas a ese festival y era entretenido el intentar adivinar de cual provenían. Visualizando a Comet rápidamente. Al igual que sucedió con Bass, ambos ponies se saludaron desde lo lejos, causando que las crusaders discretamente se miraran un poco confusas.

Entre los varios edificios ostentosos con exquisitos tallados en la piedra blanca de la que estaban construidos, el primero al que entraron fue al ayuntamiento de Canterlot, un enorme edificio, bellamente decorado y esculpido en su exterior y que por el interior demostraba toda la opulencia y arrogancia que la ciudad podía ofrecer. Grandes ventanas, coloridos vitrales muy antiguos, hermosas esculturas talladas en mármol e incrustaciones de oro y joyas por todas las paredes llenaban la atmósfera con una sensación de riqueza que sólo Canterlot podía dar.

El siguiente en la lista fue la biblioteca, uno de los edificios más modernos, pues la institución se había mudado varias veces de lugar conforme la ciudad iba cambiando y creciendo, según les explicó Cheerilee. Al entrar en ella, Comet saludó a algunos de los empleados de ahí incluida a la vieja bibliotecaria, Pages –como él le decía de cariño-, y el guardia de la entrada. Siendo el lugar que más frecuentaba cuando vivió ahí, era lógico que todos lo conocieran y él a ellos. A diferencia de los ponies anteriores, a las crusaders no les causó tanta sorpresa, en realidad era de esperarse.

El lugar era enorme, casi tan grande como la mansión de Diamon Tiara –según alardeó-, a su lado la biblioteca Golden Oak era una choza, y Comet lo conocía como la palma de su casco. El entrar ahí le trajo algo de nostalgia. Hacía tiempo que no la visitaba, no desde que se había mudado. Aún conservaba su tarjeta de membresía, por lo que podría tomar prestado un libro en ese momento si así lo quisiera, pero devolverlo sería el problema. Ahí, la explicación quedó en manos de la directora del lugar, una alegre, pero seria, yegua de pelaje gris azulado claro y melena naranja que vestía un elegante traje y, por su forma de hablar, se podía decir que era una pony con una muy rica educación: perfecta dicción, vocabulario y elocuencia

Saliendo de ahí, todos los potros querían ir al castillo. Éste aún estaba a un par calles a la distancia, pero ya se alcanzaban a ver las altas torres desde donde estaban. Sin embargo, primero debían ir a otros lugares, como el Teatro de Canterlot, la Academia de Bellas Artes, donde Comet casi se mete en problemas por tomar un violín y ponerse a tocar sin permiso, y el Antiguo Mercado de la ciudad.

Éste último resultó ser el más interesante de todos. Contrastando con la estética de la cuidad, era muy rústico, lo cuan tenía sentido siendo que existe desde antes que Canterlot. Gracias a él es que la ciudad había nacido y se había mantenido en su sitio y sobrevivido por milenios a pesar de que el lugar dejó de ser una aldea de campesinos hace mucho. Muchos de los productos que ahí se vendían eran tan rústicos como el mercado mismo, panes preparados artesanalmente como en antaño, frutas confitadas o en conservas preparados de forma tradicional, hermosas figuras e instrumentos de madera tallados a casco y deliciosos dulces que hoy en día eran difíciles de conseguir en otro logar, pues las recetas se pasaban de padre a hijo y guardaban celosamente el secreto.

En varios de los puestos y negocios del lugar, les dieron a los potros muestras de sus productos e invitándolos a comprar -ofreciendo muy buenas ofertas, por cierto-. Muchos de los potros se inclinaron, como era de esperarse, por los dulces, inclusive Comet, que no pudo resistirse a unos chocolates y unos caramelos de cereza, de los cuales guardaría unos cuantos para Twilight y Spike. Quienes más compraron fueron los tres potros con las familias más pudientes, Diamond Tiara, Silver Spoon y Comet, claro está. Las dos potrancas buscaron, sobre todo, joyería y accesorios, no tanto del interés de Comet, pero había que admitir que era un trabajo muy fino y delicado. Comet compró unas figurillas de madera; un búho para Twilight, un dragón para Spike y una media luna con un gato para él; además de un libro encuadernado a la antigua y una réplica del árbol de la armonía tallada en cristal.

Finalmente, era el momento de ir al castillo, sin embargo, también se acercaba la hora de comer. Por fortuna, los dulces que los potros habían comido les daría la oportunidad de conocerlo un poco antes de detenerse para echarse algo a la panza.

Cuando las enormes puertas doradas se abrieron, todos los potros estaban asombrados; no podían creer que estuvieran ahí. Pocos de ellos, por no decir ninguno, habían tenido la oportunidad de ver el castillo por dentro, ni siquiera Comet había entrado alguna vez. Era increíble ver lo alto de los techos, la decoración del lugar y todo completamente limpio y reluciente, teniendo en cuenta la cantidad de ponies que entraban y salían de ahí a diario.

Había muchos guardias, uno en cada puerta o pasillo, dependiendo hacia dónde mires, vigilando que todo estuviera en orden. Esa era la razón por la que Comet debía ir con Cary antes de entrar ahí, el posponer la comida estaba fuera de sus planes y ahora escaparse sería mucho más difícil; hasta usar su hechizo desmemorizante podría ser más problemático que de ayuda.

Pasaron por el inmenso vestíbulo. La primera ala que visitaron fue una destinada a la historia de los uniformes de la guardia real, después a una con las diferentes banderas que había tenido el reino y luego, a otra con joyas y reliquias de la familia real que actualmente ya no se usaban, todo siempre con la compañía de un guardia que los iba siguiendo muy de cerca, poniendo algo nerviosos a los potros, haciendo que todos se fijaran muy bien por donde pisaban, no vaya a ser que se tropezaran y rompieran algo. Por último, antes de finalmente parar a comer, los guardias los llevaron al salón del trono, sorprendiendo tanto a la maestra como los potros, pues eso no estaba dentro del plan. Dentro, los estaban esperando las dos princesas, Celestia y Luna, pero no había rastro de Twilight, seguramente se estaba ocupando de los preparativos mientras las princesas iban a conocerlos. Un alivio para Comet. Los estudiantes estaban más que encantados de conocerlas en persona, eso hacía del viaje incluso mejor.

Todos hicieron una reverencia en cuanto estuvieron frente a ellas, era curioso, porque Comet no hacía reverencia frente Twilight, por obvias razones, pero sí con ellas dos, siendo que las tres eran princesas.

-Hemos estado esperándolos todo el día, no alegra mucho tenerlos aquí –dijo Celestia con el tono de voz gentil y suave pero imponente que solía tener.

-Cuando supimos que iban a venir aquí, no pudimos resistirnos, quisimos conocerlos –añadió Luna.

-Comet, es un gusto volver a verte, Tw… -comenzó a decir Celestia, deteniéndose al ver a Comet hacerle señales para que parase, dejando de hacerlas rápidamente y desviando la mirada cuando todo el grupo volteó hacia él, impactados por el dato que dejó salir la Princesa. ¿Desde cuándo se conocían esos dos? ¿Cómo es que la Princesa Celestia y Comet se conocían? Era las preguntas que ahora todos se hacían. ¿Qué tan rica o influyente era la familia de Comet? Ninguno lo sabía, Comet jamás hablaba de eso y nunca nadie lo había visto con sus padres. Algunos intentaron averiguarlo, pero Comet interrumpía la conversación cada vez que podía, dándole a entender a la princesa que no quería que se supiera. Al final, sus compañeros también se rindieron y siguieron asediando a la princesa Celestia queriendo hablar con ella.

Como Comet ya conocía a la Princesa Celestia, no tenía mucha prisa por hablar con ella, prefirió acercarse a la segunda alicornio. La princesa Luna estaba sentada en solitario al lado de su hermana, sintiendo algo de envidia por la atención que le daban todos los potros dejándola a ella de lado. Adelantándose a Pipsqueak, que también tenía intenciones de hablarle, Comet caminó hacia ella.

-Hola, Princesa Luna –la saludó.

Luna despertó de sus pensamientos al oír a alguien hablándole.

-Oh, hola. Tú debes ser Comet –respondió, sonriendo de que alguien le diera un poco de atención-. Me parece que no nos han presentado formalmente.

-No, al menos no en persona. Recuerdo haberla visto en sueños algunas veces –dijo Comet.

-Oh, claro. Recordamos muy bien los tuyos –dijo refiriéndose a las pesadillas que solía tener cuando Rumble lo molestaba-. Es bueno saber que todo ha terminado. Debió suceder algo muy bueno.

-Ha habido algunos cambios, ahora estoy más tranquilo. Pero quería darle las gracias por ayudarme.

-Nos alegra escuchar eso –le sonrió-. Nos gustaría tomar el crédito por ello, pero no creo haber hecho mucho.

-Fue lo suficiente…

-Princesa Luna, ¿se acuerda de mí? –interrumpió Pipsqueak apareciendo desde detrás de Comet

Pip –como la mayoría solía acortar su nombre-, al igual que Comet, se había mudado a Ponyville desde otra ciudad –Trottingham- pero él lo había hecho antes de Comet. Nunca tuvo problemas con Comet y le parecía alguien simpático, aunque nunca llegaron a entablar una conversación como tal. Al principio Comet creyó que tenía la misma condición que él dado a las manchas marrones en su pelaje, pero al no tener las demás características, concluyó en que sólo era un patrón en su pelaje.

-Por supuesto que te recordamos, pequeño. Fuiste tú el que nos ayudó a ver lo divertido que es la noche de Nightmare.

-¿Nos va asustar este año también? –Preguntó Pip muy emocionado.

-Lo intentaremos

-Genial, va a ser asombroso –exclamó el potro.

-¿Qué es la noche de Nightmare? –Preguntó Comet, confundido de no saber de qué estaban hablando, algo que no pasaba muy a menudo.

-¡¿No sabes lo que es la noche de Nightmare?! –Exclamó Pip, incrédulo.

-No. Aquí en Canterlot no suele festejarse, por lo que nunca he estado en una –explicó Comet.

-Pero estuviste en Ponyville la pasada –señaló Pip confuso.

-Creo que estaba muy distraído y no me di cuenta cuando fue –dijo algo avergonzado.

Pip y Luna le explicaron a Comet qué era dicha celebración y en qué consistía, los juegos que se podían hacer, algunas de las tradiciones y costumbres, los disfraces, dulces y, lo que le interesó más a Comet, las bromas. Todo sonaba muy divertido y aunque aún faltaba mucho para la siguiente, Comet no podía esperar para que llegara. Si era una celebración en la cual se podían hacer bromas y asustar a los demás, él sería el maestro en ello. Con sus ilusiones y su magia, las posibilidades eran casi infinitas.


La visita no podía mejorar más, o eso pensaron los potros. Cuando por fin llegó la hora de comer, las princesas insistieron en que lo hicieran en el castillo, ordenando a la servidumbre que prepara un festín para ellos.

Había más comida de la que podían imaginar, toda igual de deliciosa. Tantos platillos que era difícil decidir por cual empezar.

Comet se apresuró a comer y terminar lo más rápido que podía. Tenía a lo mucho una hora y media para salir y regresar antes de que notaran su ausencia, que sería cuando retomarían su camino. Ya había habido varios contratiempos y gran parte de su plan ya se había ido por el desagüe. En el tiempo que tuvo disponible logró hacer parte de un plan de respaldo del cual el resto tendría que improvisarlo conforme fluyeran las cosas.

Todos estaban distraídos, era ahora o nunca.

Para asegurarse que no lo vieran, Comet usó su magia de la forma más sutil que pudo para tirar una bandeja a lo lejos que hizo un estruendoso escándalo en cuanto golpeó el suelo, llamando la atención de todos los ponies en el lugar. Cuando todos estuvieron volteando hacia la bandeja, rápidamente sacó una de las figurillas de madera y la puso en el asiento y la impregnó con su magia para crear una copia exacta de él que simulaba estar leyendo, no era sólido y tampoco tenía un cuerpo masque el de la estatuilla, pero mientras nadie intentara tocarlo, no se darían cuenta.

Inmediatamente, se escabulló bajo la mesa sin ser notado y corrió debajo de ella hasta estar cerca de una ventana. El siguiente obstáculo era un guardia que cuidaba la puerta al lado de esa ventana. Usando el árbol de la armonía que había comprado, redirigió la luz hacia su rostro cegándolo momentáneamente. En los segundos en los que el guardia se recuperaría y mientras los demás aún seguían distraídos por el escándalo, Comet saltó por la ventana, cayendo en unos arbustos. Se movió entre estos para rodear el castillo sin que ningún guardia lo viera.

El último reto sería la entrada principal. Cruzarla fue lo más difícil de todo, debía burlar alrededor de diez guardias. Creó una ilusión para hacer a un perro persiguiendo a un gato por todo el jardín. Todos fueron tras ellos, dejando así la vía libre.

-¿Qué cree ese potro que está haciendo? –Dijo Scootaloo al ver a Comet actuando algo extraño luego que la bandeja cayera.

-No lo sé, pero vamos a averiguarlo –aseguró Apple Bloom.

Desde que Comet les mostró el último hechizo que había aprendido, las tres habían estado muy nerviosas por lo que pudiera hacer, razón por la cual lo habían estado vigilando durante todo el viaje, con cierta objeción de Sweetie Belle que aún prefería darle su espacio, en espera de ver que era lo que tramaba y detenerlo si era necesario; serían las heroínas como Twilight y sus amigas.

Aprovechando las mismas distracciones del potro, se escabulleron detrás de él librándose del guardia de la ventana por muy poco. El resto fue muy sencillo, Comet ya había allanado el terreno deshaciéndose de todos los guardias en el camino. Salieron del castillo en su persecución, procurando mantenerse fuera de la vista de éste.

Comet avanzaba a gran velocidad, había calculado que su ilusión en el comedor duraría por lo menos una hora, minutos más/minutos menos, por eso el tiempo era crucial. Corrió por toda calle principal hasta que llegó a la fuente, siempre atento de no encontrarse a Twilight o cualquier otro pony que pudiera delatarlo.

La crusaders le seguían de cerca, cuidando de no ser vistas por éste, algo fácil por la cantidad de ponies ahí. Pero en cuanto llegó a la fuente, tuvieron que esconderse muy rápido, pues al ser un espacio más abierto podría descubrirlas más fácilmente. Sin embargo, Comet no pareció detenerse, siguió su camino girando hacia el oeste, entrando por una callejuela más estrecha.

Fue una suerte, no habían logrado esconderse a tiempo. Lo siguieron atravesando demás calles y corredores enredados. Por un momento le perdieron la pista. Sin saber a dónde ir, tomaron el camino que creyeron sería el que Comet había tomado y lo siguieron hasta llegar a una zona de la ciudad que nunca imaginarían estaría en Canterlot. Casas más sencillas y pequeñas dominaban el paisaje, pero lo que les interesó fue el potro frente a una enorme mansión que sobresalía notoriamente entre las demás, a unos veinte metros calle abajo. Se acercaron lo más que pudieron y se escondieron detrás de una maceta en una esquina al otro lado de la calle.

Lo siguiente que vieron fue a Comet abrazando a una pony de pelaje rosa y melena lavanda.

-¿Y ella quién es? –pensó Scootaloo en voz alta.

-Cómo si lo supiéramos –respondió Apple Bloom confundida.

-¿Será familiar suyo? –Sugirió Sweetie Belle.

-¿Tu crees? –dijo Scootaloo.

-Pues, podría ser. Sabemos que Comet viene de una familia rica –comentó Sweetie Belle-. Esa mansión y la forma en que abrazó a esa pony, me hacen pensar que es de su familia, si no, por quién más se arriesgaría a ser castigado por el resto de su vida.


Comet corría con seguridad el camino que lo llevaría al hogar donde vivió tantos años, lo recordaba perfectamente desde la vez pasada que fue con sus abuelos y Twilight, era mucho más rápido que el que solía usar con Cary cuando lo llevaba a la biblioteca. Todo estaba saliendo perfecto, había ahorrado mucho tiempo y nadie había notado que se había ido. Un par de vueltas más y ya estaba ahí, frente a la mansión-orfanato que había sido su hogar hasta hace algunos meses. Comet se acercó, subió los tres escalones del pórtico y tocó el timbre.

-Diga… –abrió una pony de lentes y expresión severa.

-Hola, Lullaby –saludó Comet, no tan nervioso como solía ponerse con ella, pues ya no vivía ahí, no podía regañarlo de nada.

-Ah eres tú, Comet. ¿Qué te trae por aquí? –Preguntó la yegua, poniendo una ligera sonrisa, tal parecía le daba un poco gusto volver a verlo.

-¿Esta Cary?

-Ya me lo imaginaba –dijo algo entretenida-. Dame un momento –cerró la puerta.

A los pocos minutos volvió a abrirse, saliendo de ahí el rostro que Comet quería ver.

-Hola, Cary –la saludó tiernamente, mientras le daba un abrazo.

-Comet, que gusto verte. Me enteré que tuviste problemas hace tiempo. ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

-Sí, estoy bien. Todo se ha arreglado.

-Me alegra oírlo. ¿Vienes con la princesa? ¿Dónde está? –la buscó con la mirada.

-Sí… digo no –corrigió algo nervioso. Algo así. Twilight también está aquí también, pero no conmigo, yo vengo en un viaje escolar.

-¿Cómo convenciste a tu maestra de traerte aquí?

-Si… la verdad, es algo gracioso. No convencí a nadie. No saben que estoy aquí. Me… Me escapé –dijo el potro con algo de vergüenza.

-¡¿Qué?!

-Sí. Así que no tengo mucho tiempo, solo vine a saludar.

-Comet, ya habíamos hablado de eso, es peligroso –le recriminó-. Te meterás en problemas.

-Lo sé, pero quería verte y no iban a aceptar traerme hasta aquí. Además, prometí que vendría a verte cada vez que estuviera en Canterlot. Y, si te pones a pensarlo, ya no estas a cargo de mí, así que ya no es tú problema.

-Esas promesas –Cary recordó lo cabeza dura que podía llegar a ser el potro con sus promesas-. Comet, como viniste a verme, si algo te pasara, se convierte en mí problema. ¿Y si descubren que no estas con ellos? –dijo algo angustiada.

-No lo notarán, hice un hechizo para parecer que estoy ahí. Pero tengo el tiempo medido, debo regresar antes de que se desvanezca. Solo puedo quedarme por algunos minutos.

Ambos platicaron por el corto tiempo que tuvieron disponibles. Comet le explicó, de forma algo burda y superficial, lo ocurrido en la escuela y todos los problemas que había tenido con Rumble, sus lecciones de violín y lo buena que era la vida en Ponyville. Al poco tiempo, Comet le dio un cariñoso abrazo y se despidió de ella invitándola al festival el día de mañana.

-Por cierto, ¿podrías no decirle a Twilight sobre esto? –pidió Comet.

-Solo si tu prometes no volver a hacer esto. Es lindo que quieras visitarme y me agrada, sabes que eres bienvenido; pero no debes ponerte en riesgo con ello. Dile a la princesa cada vez que vengas con ella, sé que ella entenderá, pero no más escapes, ¿de acuerdo?

-Está bien Cary, lo prometo –se despidió una última vez y comenzó a correr de regreso.

–Tanto para nada –refunfuño Scootaloo-. Solo habló con ella.

-¡Ahí viene! Escóndanse –exclamó Apple Bloom a sus amigas.

Todas intentaron salir corriendo de ahí, pero, en su prisa, tropezaron unas con otras cayendo al suelo. Comet rodeó corriendo la maceta, tropezando con uno de los cascos de las crusaders y cayendo al suelo.

-Pero qué… -dijo Comet, interrumpiéndose al voltear a averiguar con qué se había tropezado. Sus ojos se quedaron en blanco al ver a las crusaders ahí, algo aturdidas por la caída. ¿Qué estaban haciendo ellas ahí? ¿Cómo rayos lo habían descubierto?

-Oh no… -balbuceó. Comet comenzó a correr lo más rápido que pudo. El verlas ahí lo asustó mucho. Debía volver cuanto antes.

-¡Oye! ¡Espera! –dijo Apple Bloom sacudiéndose el aturdimiento y poniéndose de pie-. Levántense, chicas.

Las tres siguieron al potro de cerca, corriendo detrás de él. Ya no importaba esconderse, lo importante era no perderlo de vista o se perderían entre los callejones.

-¡Détente! –Ordenó Scootaloo.

Comet no obedeció, siguió corriendo tan rápido como sus cascos se lo permitieron. Tirando cualquier cosa que encontrara para obstaculizar su paso. Debía llegar antes que ellas.

-¡Deja de hacer eso! –Chilló Apple Bloom.

Sin embargo, en su carrera, Comet erró una curva, terminando en un callejón sin salida.

-Demonios –exclamó.

-Será mejor que nos escuches –le advirtió Scootaloo-. Si no, ¿qué crees que dirá la señorita Cheerilee cuando le digamos donde estuviste?

-¿Me estás amenazando? –dijo Comet sorprendido.

-No es la intención, pero tenemos la ventaja –afirmó Apple Bloom.

Las dos tenían miradas muy serias, confiaban demasiado en su farol. En cuanto a Sweetie Belle, ella estaba muy ocupada intentando recuperar el aliento.

-Hasta dónde yo sé, yo aún sigo en el comedor –también faroleó Comet-. Pero ustedes no. Mi ilusión aún sigue activa –las expresiones de las crusaders pasaron a unas más preocupadas-. ¿Y qué van a decirle a Cheerilee? ¿Qué me escapé y me siguieron hasta aquí? ¿Cómo sabrían eso si no se hubieran escapado conmigo? –sonrió maliciosamente-. Si ustedes me delatan, se estarán delatando también. La balanza esta de mí lado.

Acto seguido ilumino su cuerno y se teletransportó detrás de ellas, para retomar la curva que equivocó. Las crusaders hicieron el amago de comenzar a correr, pero se detuvieron cuando una enorme sombra con la forma de un dragón se alzó ante ellas.

Comet comenzó a correr para ganar toda la ventaja que pudiera, mientras las crusaders se abrazaban del pánico por la sombra que se movía ferozmente.

-Oigan… -llamó Sweetie Belle al notar que la bestia no les hacía nada-. Es falsó –dijo mostrando que podía atravesar la sombra.

-¡Nos engañó! –gritó furiosa Scootaloo.

-Que vamos a hacer ahora, nunca lo alcanzaremos –dijo Apple Bloom, rendida.

-Oh, claro que lo haremos –afirmó Scootaloo con determinación.

Tomando algunas cajas, unos viejos patines y cuerdas que había en un contenedor de basura ahí cerca, creó un carrito improvisado.

-Sujétense –indicó Scootaloo cuando todas estuvieron dentro.

Comenzó a agitar sus alas, haciendo que el carrito comenzara a avanzar, ganando velocidad con cada aleteó. Dentro de poco llegaron a la calle principal.

-¡Ya lo vi! –gritó Sweetie Belle, señalando donde se encontraba Comet, a varios metros delante.

-¡Acelera! –Ordenó Apple Bloom.

-No tienes que decirlo dos veces –inmediatamente comenzó a aletear con todas sus fuerzas.

Fue difícil maniobrar en ese lugar, había demasiados ponies y no tenía tanto control como con su scooter, pero consiguieron alcanzar a Comet, pasando al lado suyo, rebasándolo a una velocidad que ningún potro podría alcanzar corriendo.

Las tres potrancas se burlaron al ver la cara que Comet había puesto por la sorpresa de haberlo alcanzado tan rápido. Rápidamente, mientras aún seguían celebrando su victoria, Comet volvió a encender su cuerno, ahora afectando las ruedas del carro que habían construido. Un solo destello y uno de los patines había desaparecido. La caja raspó contra el suelo y volcó, tirando a las tres pasajeras que por la velocidad terminaron deslizándose contra el suelo.

Comet pasó corriendo a su lado, mientras les sacaba la lengua con desdén en señal de triunfo.

-Se acabó el paseo. A correr –ordenó Scootaloo.

Ahora los cuatro estaban a mano. Comet con apenas unos metros de ventaja sobre ellas. Se acercaban rápidamente al castillo. No había tiempo para entrar disimuladamente, debía improvisar.

Al pasar frente a una carreta con fuegos artificiales, Comet tomó algunos. Estando ya muy cerca, Comet encendió su cuerno y disparó un proyectil que voló sobre el muro hacia la izquierda de la entrada. Las crusaders se asustaron al creer que se trataba de su cañón mágico, pero la explosión que se oyó fue muy distinta a la de Sweet Apple Acres y la nube de brillantina que se levantó después de esta, demostrando lo contrario.

Comet había aprendido ese hechizo en secreto luego de dejar la biblioteca hecha un desastre, tardaron tres semanas en limpiar todo, y Twilight se negó a seguir con él. Comet ansiaba el día en que pudiera usarlo, la Bomba de Brillo era más un hechizo para hace bromas que otra cosa, algo que Twilight uso para demostrar su inutilidad. Era una lástima que no podía mostrarle que estaba equivocada.

Había sido todo un éxito. Todos los guardias dejaron sus puestos para investigar que había pasado o el brillo se les había pegado por toda la cara impidiéndoles ver, dejando a sólo uno custodiando la puerta.

Corriendo directamente hacia ella y antes de que el guardia pudiera hacer o decir algo al respecto, Comet volvió a iluminar su cuerno y un flashazo se desprendió de él. El hechizo aturdidor era más seguro y fácil de usar que el desmemorizador con el efecto adicional que el afectado estaría confuso respecto a lo sucedido, otro hechizo que aprendió a escondidas porque Twilight sabía que podría usarlo para hacer travesuras y por ello se negó a enseñarselo. El desprevenido guardia quedó cegado y confundido dándole a Comet la oportunidad de entrar al castillo.

Las crusaders por otra parte se separaron de Comet en ese momento.

-No, por aquí. Es más rápido y seguro –dijo Scootaloo, indicándoles que entraran por la misma ruta que habían usado para salir.

Aprovechando la distracción de Comet, volvieron a esconderse entre los arbustos, volviendo sobre sus pasos.

Comet había pensado en eso con antelación, no era tan tonto como para intentar pasar por ahí nuevamente. Después de cegarlo, el guardia estaría más alerta o cerraría la ventana al ver que estaba abierta. Había planeado una ruta de entrada diferente desde hace rato, pero ahora tampoco podría usarla. Se estaba jugando su suerte entrando por la puerta principal. Corría por los pasillos en dirección al comedor aturdiendo a todo guardia con el que se cruzara.

Finalmente llegó al pasillo que daba al comedor. Estaba vacío, pero aun necesitaba distraer al guardia de detrás de la puerta para poder entrar. Era el momento de usar los fuegos artificiales que había tomado.

Abrió una ventana más hacia el frente, encendió los cohetes con su magia y los arrojó hacia afuera. Estos volaron sin control por todo el jardín, tomando por sorpresa a la crusaders que se habían topado con el problema del guardia, que ahora veía con horror la pirotecnia afuera.

La primera explosión sonó y Comet aprovechó la oportunidad para entrar, deslizarse bajo la mesa y volver a su asiento, fundipendose con su ilusión para ocultar su cansancio y la suciedad sobre él.

Uno de los fuegos artificiales explotó muy cerca de una ventana reventándola, algo que Comet no quería que sucediera, pero llamó la atención del guardia para que se moviera de lugar, permitiéndole a las crusaders entrar.

Todo esto ocurrió en unos pocos segundos, que a los cuatro potros les parecieron eternos, pero al final lo habían logrado antes de que el ultimo cohete explotara.

-No se muevan de aquí, iré a investigar que ha pasado –les indicó el guardia y salió corriendo del comedor.

-Señorita Cheerilee… -dijeron Scootaloo y Apple Bloom al unísono, corriendo hacia la profesora.

En cuanto a Sweetie Belle, ella estaba tan cansada y acalorada que apenas podía respirar, estaba demasiado ocupada recuperándose de la carrera como para ir a acusar a Comet, sentimiento que él compartía con ella. Fue directamente a su asiento para descansar.

-¿Qué sucede? –dijo algo preocupada de que le hubiera sucedido algo por el alboroto.

-Creemos que Comet se ha ido –dijeron creyendo que él no había entrado aún, pues su ilusión estaba justo como cuando se había ido.

-¿A qué se refieren, niñas? –dijo confusa la maestra-. Comet está ahí –lo señaló.

-Lo sé, pero creemos que es una ilusión –explicó Scootaloo.

-No creo que Comet tenga aun la habilidad de hacer algo así –dijo con cara de no creerles nada.

-Sabemos que se oye muy alocado, pero, ¿no le parece extraño que no se ha movido desde hace rato? Ni siquiera con todo ese alboroto –intentó convencerla Apple Bloom, pareciendo tener efecto, pues ya se podía ver un poco de duda en ella.

-Tan solo venga a ver –le pidió Scootaloo.

-Esta bien, iré a comprobarlo –aceptó la profesora, comenzando a caminar hacia él-. ¿Comet, te encuentras bien? Has estado muy callado –lo llamó al acercarse a él.

Comet no respondió, se mantuvo en la misma posición sin siquiera mostrar signos de haber reparado en la presencia de ellas tres.

-Lo ve. Qué le dije, una ilusión –dijo Scotaloo muy segura, dándole un golpe en la cabeza para demostrar su intangibilidad, pero algo salió mal…

-¡Ay! ¡Oye! ¡¿Por qué fue eso?! –Se quejó Comet, sobando su cabeza donde lo había golpeado.

El rostro de ambas pasó a una expresión de asombro, vergüenza y un poco de frustración.

-Ups, supongo que me equivoqué –dijo con una sonrisa nerviosa.

-¿A qué viene todo esto? –dijo Comet aparentando no comprender.

-Apple Bloom y Scootaloo creían que habías escapado y dejado un Comet falso en tu lugar –explicó Cheerilee.

-Qué tontería. He estado aquí todo el tiempo, usted me ha visto. ¿Con qué motivo saldría del castillo?

-¿Y por qué no te moviste cuando explotaron esos fuegos artificiales? –preguntó Scootaloo, algo molesta.

-¿Qué fuegos artificiales? –dijo Comet fingiendo demencia volteando hacia el exterior. Muchos sabían que Comet se desconectaba totalmente de la realidad cuando leía, ¿por qué no aprovecharse de eso ahora?

Apple Bloom y Scootaloo no podían evitar ver a Comet con recelo. Ellas no podían creer que nuevamente se fuera a salir con la suya.

-¿Qué le pasa a Sweetie Belle? –preguntó la maestra al quitarle la mirada a los tres y ver a la pequeña unicornio completamente exhausta-. Pareciera que corrió una maratón.

-Creo que mencionó no haber dormido bien anoche. Quizás solo está cansada –mencionó Comet, sorprendiendo a las otras dos crusaders. Después de lo ocurrido, no tenía motivos para encubrirla.

-Entiendo –dijo Cheerilee creyendo la historia-. Lamento haberte molestado. Sigue con tu libro.

-No hay problema. Fue justo a tiempo para que sirvan el postre –le restó importancia el potro.

Cheerilee se marchó, no sin antes regañar a las dos por levantar falsos sin ninguna prueba y además haber golpeado a Comet. En cuanto la maestra les dio la espalda, Comet les dio una arrogante sonrisa triunfal, desvaneciendo finalmente la ilusión, dejando ver su verdadero estado, algo desalineado y sucio, pero que con una sacudida se arreglaría.

-Gracias por no decir nada –dijo Sweetie Belle llamando la atención de los tres.

-Tú no me delatas; yo no te delato –dijo Comet, justificándose. Algo a lo que las otras dos hizo que se miraran con vergüenza.


Una vez terminada la hora de comer, los potros se despidieron de las princesa y siguieron su recorrido. Visitaron unos largos pasillos llenos de vitrales hermosos los cuales contenían imágenes de suceso históricos, algunos muy antiguos, como proezas realizadas por las princesas siglos atrás; y otros más recientes entre los cuales se encontraban a algunos de Twilight y sus amigas: la derrota de Nightmare Moon, la Liberación del Imperio de Cristal y la Derrota de Discord, aunque actualmente estaba reformado o eso decían él y Twilight, aunque no muy convencida.

Visitaron un ala dedicada a los Wonderbolts y el gran salón donde se realizaban los eventos más importantes y demás alta alcurnia del reino, como la Gran Gala del Galope, la boda de la Princesa Cadence y Shining Armor o la Coronación de Twilight.

Por último, anduvieron por los alrededores de la Escuela de Magia de la Princesa Celestia. Donde Comet se divirtió realizando algunas bromas a algunos estudiantes, realizando o exagerando algunos de los hechizos que estaban haciendo, haciendo parecer que los estaban haciendo mal o no tenían control sobre ellos; algo que divirtió también a muchos de sus compañeros. Arrogantemente pensó que él podría entrar fácilmente a ese lugar, todos ellos parecían unos novatos en comparación lo que él podía hacer.

Ya iban de salida de las tierras del castillo camino a descansar cuando una voz los detuvo.

-Disculpe, señorita Cheerilee, me podría permitir hablar con Comet –les dijo desde atrás.

Era la Princesa Celestia, nuevamente acercándose al grupo. Algo sorprendida, Cheerilee obviamente dijo que sí. En seguida. Comet se acercó a la princesa y ambos se alejaron unos pasos para hablar más en privado. Algo que decepcionó a los demás potros y a Cheerilee, ahora curiosos de saber qué era lo que quería decirle. Mucho otros incluso sentían envidia, ¿por qué quería hablar con él y no con ellos?

-Quise discutir esto durante el almuerzo, pero me parece que tu doble no es muy bueno escuchando –dijo Celestia con una sonrisa, dejando salir una pequeña carcajada.

Comet se sorprendió y luego puso una cara de vergüenza, la princesa lo había descubierto. Sabía que se había escapado. Realmente no se le escapaba nada. Aun habiendo tomado todas las precauciones posibles, no había podido engañarla

-Yo… lo siento –dijo apenado-. No irá a…

-Descuida, Comet, no le diré nada a Twilight –Comet sintió un poco de alivio-. Fue muy divertido ver la forma en qué te escabulliste y burlaste toda la seguridad –dijo riendo de solo recordarlo-. Me recuerda a las bromas que mi hermana y yo solíamos hacer cuando éramos pequeñas. Tienes habilidad con la magia.

-Gracias –dijo Comet un poco sonrojado, alagado por que la princesa reconociera su talento y aliviado de que estuviera de su lado-. ¿Sobre qué quería hablar conmigo?

-Oh sí –recordó Celestia-. Mañana es el Festival de las Flores, supongo que Twilight ya te habrá contado sobre la ceremonia de apertura.

-Un poco. Ustedes estarán en medio de la plaza central, dirán un discurso y darán inicio a la celebración, ¿no es así?

-Así era como lo hacíamos tradicionalmente. Este año quisimos hacer algo diferente, por lo que Cadence y Shining Armor van a participar también. Como gobernantes de un reino aliado y amigos, creímos que también debían estar con nosotros.

-¿La tía Cadence y el tío Shinig Armor también van a venir? Eso es increíble. ¿Pero qué tiene que ver eso conmigo? –dijo aún sin poder entender a dónde quería llegar.

-¿Creí que ya lo sabrías? Queremos que estés con nosotros en la ceremonia de apertura.

-¡¿Yo?!


Perdón por la demora, entre la escuela, el trabajo y algunos proyectos en los que estoy trabajando, no he tenido mucho tiempo de escribir.

Gracias a todos ustedes por esperar pacientemente el siguiente capítulo, intentaré ser un poco más regular, pero les pido que sean pacientes, no abandonaré la historia ni las demás ni mucho menos la dejaré en hiatus. Un beso y un abrazo, hasta la próxima