Capítulo 20. La verdad siempre sale a la luz.
—¿Todas recuerdan lo que debemos hacer? —preguntó Sweetie Belle a sus amigas mientras hablaban en privado formando un círculo en el patio escolar a la espera de cierto potro.
Luego de su "cita" con Comet, fue a hablar con sus amigas. Tardó mucho en poder convencerlas de darle al potro una segunda oportunidad, en especial a Scootaloo. Apple Bloom ya había tenido tiempo de conocerlo cuando se hospedó en la granja y se había dado cuenta que no era realmente malo; fue más flexible al respecto. En cambio, Scootaloo, las únicas interacciones que había tenido con el potro no habían sido muy amistosas; siendo la más renuente a incluirlo en su club. Daba igual que no tuviera su Cutie Mark, no quería a un potro como él.
Todas tenían sus dudas y no sabían cuál sería la mejor oportunidad o la mejor forma de aproximarse al potro sin ser rechazadas, nuevamente. Así que idearon un plan para conocer un poco más de él antes de mostrar sus cartas. Con algunas protestas y objeciones por parte de Scootaloo, decidieron ponerlo en marcha.
—Observar a Comet y averiguar todo lo que podamos para unirlo a las Cutie Mark Crusaders — Apple Boom repitió el plan con emoción en su voz y algo de alegría de incluir a un nuevo miembro.
—Aún no sé por qué quieren hacer esto —refunfuñó Scootaloo.
—Ya lo habíamos platicado y todas acordamos hacerlo —dijo Sweetie Belle algo cansada de las negativas de su amiga.
—Lo decidieron ustedes. Yo no —reclamó.
—¿Todas tienen sus libretas? —interrumpió Apple Bloom ya no queriendo escuchar los reclamos y lloriqueos de la pegaso.
—Sí —dijeron las dos mostrándolas, Sweetie Belle con más entusiasmo que la otra.
—Recuerden, es para hacer anotaciones de lo que observemos de Comet —las dos asintieron, nuevamente, Scootaloo de mala gana.
—¡CUTIE MARK CRUSADERS, HAGÁMOSLO! —gritaron enérgicamente Apple Bloom y Sweetie Belle al momento de chocar sus cascos en lo alto.
—Hagámoslo —las siguió Scootaloo chocando su casco con desgana.
—Vaya ánimos… —recriminó Apple Bloom, recibiendo solo una mirada de hastió de la pegaso como respuesta.
En ese momento, dicho unicornio de peculiar apariencia llegaba a la escuela, comenzando así su misión. Últimamente, Twilight lo había estado acompañando a la escuela —finalmente Comet había accedido—, pero justo ese día el potro nuevamente se presentaba solo y por la expresión de su rostro se podría decir que no estaba del mejor humor, aunque tampoco se lo veía molesto; lo más certero sería decir que se veía simplemente desanimado.
Entraron después de él al salón y se dirigieron a sus asientos intentando actuar lo más natural posible. Por fortuna, Comet parecía muy distraído ese día y no reparaba en la presencia de ellas tres o algún otro pony. Una gran ventaja teniendo en cuenta que no le quitarían el ojo de encima en todo el día.
La clase comenzó. Cheerilee dio un anuncio justo al entrar al salón. Sin embargo, Comet le estaba prestando tan poca atención a todo ese día que no pudo recordar que tanto había dicho la maestra o porqué todos se vieron emocionados cuando terminó. Pero el hecho de que terminando tanta palabrería pasara directo a la lección fue lo que más pareció molestar a Comet. Las crusaders no entendieron que había pasado con él ese día. Había estado muy animado toda la semana para tener una caída tan drástica. Era demasiado extraño.
El almuerzo fue un poco más de lo mismo. Mientras había mucho escándalo en el patio por quién sabe qué motivo, Comet se dirigió otra vez al mismo árbol alejado de todos, seguido no tan de cerca por las crusaders, que se quedaron a una distancia prudente para no ser descubiertas.
Nuevamente, al potro se le veía con poco entusiasmo, aun teniendo su libro enfrente, el cual cerró al poco tiempo con la misma expresión en su rostro que había tenido todo el día. Normalmente era muy solitario, eso no era novedad, pero verlo aburrido y sin ánimos de leer o comer, pues apenas y había tocado su comida, era completamente fuera de lo común; cosa que intrigó a las crusaders, incluida Scootaloo.
Algunos potros se le acercaron a preguntarle alguna que otra cosa, como ya era costumbre, logrando subirle el ánimo por momentos. Comet intentaba hacer más conversación con ellos luego de responderles, pero los demás se alejaban luego de un rato dejando al potro nuevamente, haciéndolo poner una expresión de poca sorpresa, como si ya lo hubiera estado esperando, empeorando su humor de ese día.
La escuela terminó y Comet volvió con pereza a su casa con las crusaders detrás de él. Estaba tan centrado en sus propios pensamientos que no noto su presencia a pesar de tenerlas a unos cuantos pasos de él.
Las crusaders se escondieron detrás de un arbusto cuando estuvieron cerca del castillo, pues era un espacio abierto muy grande y Comet podría verlas con más facilidad dado que había muy pocos ponies ahí.
—Aún no puedo creer que Comet sea hijo de Twilight —comentó Scootaloo al ver la inmensidad del castillo frente a ella y a Comet dirigiéndose hacia las puertas.
—Lo sé. Es muy diferente a como esperarías que fuera. Pero al mismo tiempo, tampoco lo es. Tiene mucho sentido si lo piensas. Son muy parecidos —concordó Apple Bloom.
—Comet… Ya regresaste —la voz de una yegua llamó su atención.
Twilight estaba saliendo del castillo muy apresurada cuando se topó con el potro en la entrada.
—¿Ya te vas? —dijo el potro con decepción.
—Como lo siento, Comet. La carta de la Princesa Celestia era urgente y debo partir a Canterlot —se lamentó Twilight sintiéndose terrible.
—¿No puede esperar? Me dijiste que… —dijo el potro desilusionado.
—Lo sé. Y no sabes cuánto detesto tener que hacer esto. Sobre todo en tu cumpleaños —le explicó Twilight viendo la tristeza en los ojos del potro—. Si tuviera otra opción sabes que preferiría mil veces quedarme contigo —intentó levantarle el ánimo. Comet bajó la cabeza tristemente. Twilight se acercó a él y lo alzó cariñosamente—. En verdad lo siento muchísimo. Pero no te preocupes, los planes para el fin de semana siguen en pie —fingió un poco de emoción—. Puedes invitar a todos tus amigos.
—Sí, claro —dijo el potro molesto por la situación, aunque sabía que no era culpa de Twilight. No quería amigos, quería que ella se quedara.
—Me alegra que entiendas —le dio un abrazo y un beso—. Debo irme. Spike tuvo que arreglar algunos asuntos en la alcaldía, regresará en la tarde. Nos vemos, Comet —dijo antes de salir corriendo a la estación de tren. Desde la última visita de Discord, Twilight confiaba un poco más en dejar a Comet solo en el castillo.
Comet se despidió apáticamente de ella y se dispuso a entrar al castillo.
Las crusaders estaban atónitas de lo que acababan de escuchar. Ahora todo tenía sentido. Usualmente, el cumpleaños de un potro era un día emocionante y lleno de júbilo, pero para Cómet fue todo lo contrario. Nadie lo felicitó en la escuela o se acordó de él, ni siquiera la señorita Cheerilee, a pesar que todos los cumpleaños estaban anotados en el calendario de la escuela. Peor aún, apenas la semana pasada habían celebrado el de Frosty Flavor —una de sus compañeras—. Nadie se acordó de él. Pasó casi todo el tiempo solo; y para colmo, ahora se quedaría solo en el castillo. El peor cumpleaños de todos, pensaron las tres. No les sorprendía que estuviera tan disgustado con todo el mundo.
—Ah, hola niñas —las saludó Twilight, sorprendiéndolas mientras hablaban entre ellas—. ¿Qué están haciendo aquí?
—H-hola Twilight —saludaron las tres, simulando no haber escuchado nada de la conversación—. Nada; solo pasando el rato —dijo Apple Bloom algo nerviosa.
—Si no están muy ocupadas el sábado, haremos una fiesta por el cumpleaños para Comet en Sugar Cube Corner. Mis amigas estarán también ahí, espero puedan ir —dijo algo esperanzada. Mas ponies podrían mejorar la fiesta de Comet.
—Claro, ahí estaremos —respondió alegremente Sweetie Belle.
—Que bien. Comet se alegrará de tenerlas ahí —aseguró, aunque no estaba del todo convencida, ni las crusaders—
—Yo no lo creo —masculló Scootaloo. Recibiendo un codazo por parte de Apple Bloom para callarla.
—Nos vemos —por suerte, no la había escuchado. Y volvió a partir hacia la estación de tren.
—Adiós, Twilight —dijo Scootaloo forzando una sonrisa—. ¿Por qué dijiste que iríamos? Ni siquiera somos amigos —reclamó.
—Tal vez no, pero tampoco podemos rechazar la invitación —dijo Sweetie Belle con inseguridad.
—Nos ocuparemos de eso luego —indicó Apple Bloom—. Primero debemos averiguar cómo entrar al castillo.
—Por la puerta. Comet la dejó abierta —dijo Scootaloo con obviedad, señalándola.
Sigilosamente, las tres entraron y cerraron la puerta sin hacer ningún ruido. Una cosa era seguir a Comet afuera, pero si llegaba a descubrirlas ahí dentro, la que se les iba a armar. Una vez dentro, debían decidir qué camino escoger. Ninguna de ellas había estado ahí antes. Se veía más grande y laberíntico por dentro que por fuera. Se decidieron por seguir algunos ruidos que supusieron era Comet.
El sonido las guio hasta la cocina, conde el potro veía sin mucho ánimo a su comida de ese día. Con una expresión algo triste, el potro cogió el plato y tiró todo el contenido a la basura, dejando estupefactas a las crusaders, y, más por impulso que por hambre, pues no tenía mucho apetito, tomó un tarro repleto de galletas, se dio un sarcástico "Feliz cumpleaños, Comet" y comenzó a comerlas dirigiéndose a su habitación.
—¡Ahí viene! —susurró Apple Bloom, haciendo que todas buscaran rápidamente un lugar donde esconderse, haciéndolo detrás de una maceta, una cortina y dentro de la pantalla de una lámpara apenas a tiempo.
—No puedo creer que desperdiciara toda esa comida —dijo Sweetie Belle aún sorprendida cuando Comet estuvo a una distancia prudente—. Se veía deliciosa.
—Es un niño mimado. ¿Qué esperabas? —refunfuñó Scootaloo.
—Apresúrense o vamos a perderlo —exclamó Apple Bloom para que sus amigas se centraran.
Siguieron a Comet hasta la biblioteca, donde sacó un montón de libros y desordenando varios de ellos en busca de algo por leer sin soltar el tarro de galletas.
—¿Por qué se pone a estudiar? No hay tarea —se extrañó Apple Bloom al ver al potro leyendo aburridamente un libro de historia.
Por un par de horas, Comet se quedó ahí sentado leyendo un par de hojas de cada libro que tomaba para luego arrojarlo con enojo y tomar otro hasta que se acabó la última galleta. Momento en el que se levantó, cubierto de migajas y chispas de chocolate, alarmando a las crusaders. Arrojó el tarro ahí en la biblioteca y se dirigió con desgana a su habitación.
Dejando la puerta entreabierta para poder observar, ninguna pudo creer la cantidad de juguetes y demás cosas que el potro tenía; desde libros —obviamente— hasta los aparatos más costosos que sólo ellas podrían soñar con tener. Contradictoriamente a su emoción y que cualquiera de ellas estaría encantada de tener y jugar con la incontable cantidad de cosas que tenía, Comet poca atención les prestaba, es más, ni parecía siquiera quererlos, arrojando tres de ellos, que se veían nuevos, a la basura.
A lo único que pareció prestarle atención fue a su violín. Un hermoso instrumento a los ojos de ellas tres y, probablemente, muy caro, como todo lo que tenía ahí. Comenzó a tocar unas melancólicas melodías y una que otra más alegre mientras las crusaders lo miraban con atención para seguir haciendo sus observaciones y anotaciones.
—Ay, ya no lo soporto —se quejó Scootaloo fastidiada—. Lleva tres horas sin hacer nada. ¿Qué no piensa hacer otra cosa?
Las otras dos solo voltearon a verla sin decir nada. Al principio, tampoco les había disgustado la idea de escuchar a Comet, pero luego de un tiempo, también se aburrieron de tener que esperar, tumbándose al lado de la puerta y comenzando a garabatear en sus libretas.
—Parece que le gusta mucho tocar — Sweetie Belle quiso defender a Comet, disfrutando realmente de la música, aunque debía admitir que Comet se había extralimitado un poco—. Se puede escuchar. Además, son melodías muy hermosas.
—Tal vez le gusta demasiado —murmuró Scootaloo molesta.
—Creo que es hora de irnos —indicó Apple Bloom al ver la luz anaranjada proveniente del exterior—. De todas formas, creo que ya tenemos todo lo que necesitamos.
Ambas concordaron con ella y se levantaron para dirigirse a la puerta de salida, pero en ese instante las tres recibieron un portazo en sus narices cuando Comet abrió la puerta de golpe. Las tres se contuvieron los mas que pudieron para no gritar por la sorpresa y por el golpe, ahogando su voz como pudieron.
—¿Spike? —llamó el potro con un dejo de emoción. Creyó haber escuchado voces—. Tal vez solo fue mi imaginación —se dijo a sí mismo, volviendo adentro y cerrando la puerta, revelando a las adoloridas potrancas que sobaban sus narices con expresiones de dolor.
Unos días después, las votaciones habían terminado y el ganador, había superado a su única contendiente con diferencia. Armándose todo un alboroto después de que Cheerilee revelara los resultados. Pero a Comet poco le importó lo que pasara, las peleas de otros no le incumbían y prefería evitar meterse en más confrontaciones, ya tenía demasiada mala reputación para empeorarla, además, era la presidencia del consejo estudiantil, no era nada importante.
—¡Comet, espera! —lo detuvo una voz cuando se disponía a tomar el camino a casa.
Volteó a ver de quién se trataba y ahí estaban, las tres potrancas de siempre, las Cutie Mark Crusaders, caminando apresuradamente hacia él.
—¿Qué sucede? —dijo con desánimo y algo extrañado.
—Queríamos saber si te gustaría venir con nosotras a nuestra casa club —le explicó Apple Bloom.
—¿Por qué? —indagó algo suspicaz. Nunca nadie lo había invitado a nada, a excepción de Sweetie Belle y debía admitir que había sido divertido, pero solo lo había hecho como agradecimiento. ¿Qué querrían esas tres ahora?
—Sí, ¿por qué? —repitió Scootaloo.
—Solo queremos parar el rato —respondió Sweetie Belle, ignorando a Scootaloo, sabiendo que confiaría un poco más en ella luego de haberse divertido el otro día—. ¿Qué dices?
Comet lo pensó por unos momentos, sus instintos le decían que no lo hiciera, podría ser otra trampa, pero en su interior, quería creer en ellas, quería creer en Sweetie Belle.
—Está bien, supongo —aceptó dubitativo—. No es como si tuviera algo mejor que hacer…
—Genial, en marcha —indicó Apple Bloom, empujando al confundido potro ayudada por Sweetie Belle. En cuanto a Scootaloo, se mantuvo al margen a petición de las otras dos, pues aún tenía sus dudas.
—Permítenos darte la bienvenida a la Casa Club de la Cutie Mark Crusaders, Comet —exclamaron las dos invitando al potro a entrar.
Era una pequeña casa del árbol construida en uno de los miles de manzanos de Sweet Apple Acres. Era acogedora y tenía su encanto; lo rustico de su apariencia y la abundante luz de sol que entraba realmente te invitaba y te hacía sentir cómodo dentro de ella.
—A veces, cede del Club de Fans de Rainbow Dash —añadió Scootaloo.
Las tres arrumbaron sus alforjas al lado de la puerta dejándolas caer, mientras que Comet dejaba la suya al lado del banquillo que le dieron para sentarse.
—¿Y qué hacen aquí, exactamente? —preguntó inspeccionando el lugar con la mirada.
—Pues, es un club que creamos para ayudar a los potros a encontrar su talento y se ganen su Cutie Mark —explicó Apple Bloom, feliz de que Comet mostrara interés, era un buen paso—. Como ves, todas nosotras somos costados en blanco —las tres le mostraron sus flancos—. Por el momento somos los únicos miembros y pasamos gran parte del tiempo buscando e ideando diferentes maneras para encontrar las nuestras.
—¿Todo esto es lo que han hecho? —exclamó algo asombrado al ver una lista llena de distintas y alocadas ideas.
—Ah, no. Esa es solo la lista de este mes —respondió Sweetie Belle.
—Hemos hecho más. Muchas más —presumió Apple Bloom.
Estuvieron un buen rato platicando y narrándole muchas de sus aventuras y lo mal que habían terminado algunas de ellas. Provocando en varias ocasiones la risa de los cuatro. Scootaloo estaba algo impactada. No podía creer que el potro que había visto y este mismo eran el mismo. Hasta resultaba algo agradable cuando no estaba todo el tiempo a la defensiva.
Comet también se estaba divirtiendo. Toda la semana había sido un asco, pero esa tarde lo compensaba todo. Tal vez hasta podría invitarlas a su fiesta de cumpleaños. Tenía esperanzas a que no le dijeran que no.
—Vaya… Eso es… Impresionante —dijo Comet cuando terminaron de narrarle otra de sus desventuras—. Yo jamás he hecho algo parecido.
—Podrías venir con nosotras la próxima vez, si quieres —dijo Apple Bloom.
—Podrías unirte a las crusaders. Tú tampoco tienes tu Cutie Mark —lo invitó Apple Bloom.
Scootaloo estaba sin palabras.
—Como dije, no me apura saber qué Cutie Mark tendré, pero me gustaría mucho poder hacer cosas como estas… —dijo con ilusión poniéndose de pie y viendo nuevamente la lista pegada en la pared con ilusión. Entonces, algo llamó su atención por el rabillo del ojo. Había algo tirado en el suelo cerca de las alforjas de las crusaders. Una pequeña libreta.
Sabía que no debía husmear en las cosas de los demás, pero la curiosidad le ganó y se dirigió a ella.
—¿En serio? —dijo Apple Bloom sin percatarse que Comet ya no le prestaba atención—. Pues, podemos empezar con tu iniciación si así lo…
—Observaciones de Comet Dust… —comenzó a leer lo que había escrito en la libreta que había recogido del suelo. Al momento de escuchar estas palabras, las tres abrieron enormemente los ojos, presintiendo que algo muy malo estaba por pasar.
—N-no leas eso —le advirtieron las tres nerviosamente, pero ya era demasiado tarde.
—Solitario; malhumorado; mimado; taimado; arrogante; antipático; aburrido; apático; egoísta; malcriado —con cada palabra que leía, su expresión se hacía más y más dura mientras en su voz iba creciendo su malestar haciendo desaparecer lentamente la sonrisa que pudo haber llegado a tener—; toca una horrible y aburrida música durante horas… —dejó de leer, siendo esto último la gota que derramó el vaso.
Las crusaders solo podían mirarlo nerviosas sin saber cuál sería su reacción. No estaban seguras de qué sentía Comet. Por el momento, temblaba un poco y su respiración estaba agitada y entrecortada; no podían ver su rostro, pues este parecía estar ocultó tras una sombra.
—Así que eso es lo que piensan de mí —dijo con voz trémula intentando contener las lágrimas.
—N-no. Te equivocas. Nosotras… —negaron Apple Bloom y Sweetie Belle, sin saber de dónde había sacado eso, pues se supone que anotarían lo bueno que vieran de él.
—¿Qué dice ahí, entonces? —dijo aún más molesto por intentar negarlo arrojándoles la libreta para que lo vieran con sus propios ojos.
En cuanto esta cayó a sus pies, no demoraron ni un segundo en revisarlo. Efectivamente, había esas palabras escritas. Al ver la letra, inmediatamente supieron de quién se trataba, lanzándole una mirada inquisidora a Scootaloo.
—Yo… pensé que me habían invitado por que querían… Creí que les caía bien. Quise olvidar el pasado y… —se lamentaba el potro sin poder terminar una frase porque su voz se cortaba por los sollozos—. Sabía que venir aquí era mala idea… —se recriminó el potro—. Pero tenía la esperanza que ustedes… Fui un tonto de creer que ustedes querían… —se detuvo, enjugándose las lágrimas—. No cometeré de nuevo ese error —se dirigió hacia la puerta.
—Espera, no es lo que parece —intentó justificarse Sweetie Belle.
—Solo fui otro de sus experimentos. Otro intento más para ver si con eso tenían sus estúpidas marcas. Ya pueden tacharlo de su lista —dijo completamente dolido.
—No Comet. Jamás… —dijo Apple Bloom.
—Creen que soy un lamentable pony que no tiene amigos. ¡Pues no necesito su caridad! No soy alguien del que deban sentir lástima. Estoy solo porque quiero. Yo no quiero amigos. No quiero nada de ustedes. ¡No quiero nada de nadie!
Comet tomó su alforja y salió de la casa. En seguida, las crusaders corrieron en su persecución, pero tropezaron entre ellas, quedando atoradas en la puerta mientras veían al potro alejarse.
—¿Comet, a dónde vas? —gritó Apple Bloom, intentando poder detenerlo.
—A tocar mi horrible y aburrida música —espetó Comet sin detenerse.
En cuanto estuvo fuera de la vista de ellas, comenzó a correr hacia el castillo, llorando amargamente por la triste realidad que ahora comprendía.
—Bueno, eso salió muy bien —exclamó sarcásticamente Scootaloo.
—¿Y de quien es la culpa? —la fulminó con la mirada Sweetie Belle.
—Tenías que escribir esas cosas —le recriminó Apple Bloom.
—Dijeron que anotáramos lo que viéramos de Comet y eso hice —se defendió Scootaloo, ofendida de que la apuntaran como la villana del cuento, poniéndose de pie.
—No lo entiendes, ¿verdad? —dijo Apple Bloom enojada.
—Creo que estás viendo las cosas de forma muy superficial –—señaló Sweetie Belle.
—¿Ah sí? ¿Qué escribieron ustedes? –-las retó.
Apple Bloom le tendió su libreta, leyendo varias cosas que a Scootaloo le parecieron muy descabelladas, como: "Calmado; ayuda a otros ponies; inteligente; tímido…" y la que más le sorprendió: "Quiere hacer amigos, pero no sabe cómo".
—¿De dónde sacaste todo esto? —dijo algo incrédula.
—De lo que vi ayer con Comet —aseguró Apple Bloom.
—¿Qué escribiste tú, Sweetie Belle? —se aproximó a la alforja de la unicornio y comenzó a hurgar en ella en busca de sus notas.
—No. No lo leas. No es necesario. Es lo mismo que Apple Bloom. Espera –comenzó a intentar quitarle la libreta desesperada tratando de que no viera lo que había en ella mientras comenzaba a ruborizarse.
—Espera, Sweetie Belle, quiero ver que escribiste de él —la apartó acercándose a Apple Bloom, quién también estaba ansiosa por ver.
El momento de comenzar a leer, ambas se quedaron con los ojos muy abiertos, completamente impactadas. Lo que había ahí escrito era, cuando menos, inesperado. Ambas se sonrojaron conforme seguían leyendo.
—Debe ser una broma —exclamó Scootaloo con una expresión de incredulidad y algo de repulsión.
—Sweetie Belle… —volteó a verla Apple Bloom. Todo el asunto de Comet quedó de lado para dejar a la unicornio como el centro de atención.
La potranca cubrió su rostro, completamente rojo de vergüenza, sin saber en dónde ocultarse, mientras sus dos amigas no paraban de observarla fijamente con expresiones atónitas. Quería que el suelo se la tragara en ese momento.
La semana se fue rápidamente, aunque para cierto trio de potrancas y potro, esta se hizo eterna. Comet estuvo de un terrible humor y las crusaders no podían dejar de sentirse mal por él y molestas con Scootaloo; había arruinado su oportunidad. Tan solo les quedaba una vaga esperanza de poder aclarar las cosas durante la fiesta, si es que aún estaba esa posibilidad.
—Creo que somos las ultimas ponies a quien Comet quisiera ver —comentó Scootaloo el día anterior a esta, donde estaban discutiendo si debían asistir, pues se lo habían prometido a Twilight.
—¿Y de quién es la culpa? —le recriminó Sweetie Belle.
—Debemos al menos intentarlo —sugirió Apple Bloom—. Si ve que estamos ahí y que nos importa, tal vez podamos arreglar todo este asunto.
—O puede que se moleste y nos corra —volvió a decir la pegaso muy escéptica.
—Esperemos que esté de buen humor —mencionó Sweetie Belle un poco nerviosa.
El día llegó. Y aunque las tres habían acordado en asistir, ninguna de las tres encontraba el valor suficiente para hacerlo. Aunque tampoco les hizo falta. Pues Applejack, Rarity y Fluttershy casi las llevaron a rastras. Ninguna estaba al tanto de lo que sucedía entre los cuatro, simplemente supusieron que sería buena idea que fueran. Entre más ponies, siempre era mejor.
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS! —gritaron cinco yeguas al momento que Comet entró en Sugar Cube Corner.
El potro se sorprendió un poco al verlas a todas, realmente no esperaba que estuvieran todas ahí, aunque eran prácticamente las únicas ponies con las que las que hablaba en el pueblo. Al menos su fiesta no estaría completamente vacía. Se preguntaba si Discord también asistiría. Era difícil saber si realmente le había llegado su invitación.
—Sé que dijiste que no querías que invitara a muchos ponies, pero se veía un poco vacío, así que decidí invitarlas —se disculpó Pinkie Pie, sabiendo que a Comet no le molestaría. Le agradaban todas ellas.
Comet le echo un vistazo al lugar. Estaba alegremente decorado con globos, serpentinas, juegos y demás parafernalia festiva. Había una mesa en el centro con un enorme pastel que Pinkie había horneado, rodeado de varios cupcakes cubiertos con glaseados de diferente color y decorados con chispas brillantes. En una mesa más grande en uno de los lados estaban todos los reglaos que le habían traído; y justo en la pared contraria, se encontraban las bebidas; ponche, sodas, jugos y cidra de los Apple.
Pinkie Pie le colocó un sombrero de fiesta al potro mientras este aún miraba sonriente todo el lugar, emocionado de pasar un tiempo con Twilight y Spike en familia y con las amigas de Twilight. Siempre era agradable platicar con ellas. La espera de toda la semana había valido la pena; eso hasta que su mirada se posó en tres potrancas escondidas en un rincón con expresiones compungidas. Dos le sonrieron y saludaban nerviosamente deseándole un feliz cumpleaños, mientras la tercera tenía cara de pocos amigos. Su ceño se frunció casi al instante y su sonrisa se desvaneció en una mueca de disgusto.
—¿Qué están haciendo ellas aquí? —dijo señalándolas con un tono que daba a entender que no le congratulaba tenerlas ahí.
Las orejas de las dos que estaban sonriendo, Apple Bloom y Sweetie Belle, cayeron al momento que toda esperanza que pudieran haber tenido desaparecía. En cuanto a Scootaloo, la reacción no parecía haberle sorprendido, pero también se molestó de pensar que había sido una pérdida de tiempo haber ido allí.
—Yo las invité —dijo Twilight perpleja por la reacción del potro.
—¿Por qué? —preguntó el potro con una severa mirada, como si de una traición se tratase.
—Como pasabas tiempo con ellas, creí que eran amigos —dijo Twilight aún desconcertada.
—No somos amigos —negó fríamente Comet.
—¿Y todavía te sorprende? Al menos deberías agradecer que vinimos aquí, porque no imagino a nadie que quiera estar aquí —espetó Scootaloo ya no pudiendo contenerse más, haciendo que a Comet se le encresparan los nervios.
—Scootaloo… —intentó decir algo Fluttershy, pero la potranca no respondió.
—Si tienes algo que decir, ten el valor de decírmelo en la cara y no de la forma tan cobarde de la vez pasada —la retó Comet. De por sí ya era suficiente que ella estuviera ahí, no iba a permitir que arruinara su día especial.
—Claro que tengo algo que decir. Yo no quería venir aquí. De no ser por ellas ni siquiera te habría dirigido la palabra hace días. No te soporto Has sido el peor brabucón que la escuela ha tenido —continuó Scootaloo atacando ferozmente al potro—. No veo por qué a alguien le gustaría estar junto a ti. Tu apariencia física es sólo un reflejo de lo que eres por dentro; un extraño, desalmado y desagradable pony.
—¿Qué más? —volvió a retarla.
—Eres el potro más desagradable que he conocido. Eres egoísta, odioso, antipático. ¿Te crees mejor que los demás tan solo porque Twilight te adoptó? Sin ella no eres nada. Cometió un grave error al hacerlo. No entiendo por qué aún no se deshace de ti…
—Scootaloo, ya para —intentaron detenerla sus amigas, al momento que las seis yeguas ponían expresiones de horror al escuchar las cosas tan horribles que le decía la potranca, en especial Twilight.
—…Eres el pony menos amistoso del mundo. Preferiría estar en cualquier otro sitio que estar encerrada aquí contigo. No se cómo ellas dos me convencieron de darte una oportunidad. Jamás sería amiga de alguien como tú, aunque fueras el último potro de Equestria. ¡Preferiría cualquier cosa a estar con un monstruo como tú!
—¡Bien! Por qué en lo que a mí respecta, de tener amigos como tú, ¡prefiero estar solo! —gritó el potro furioso.
—Pues vaya novedad, porque tampoco me imagino a ningún potro que quiera estar contigo. Por eso nadie te habla.
—¡Eso no te incumbe! Yo elijo a mis amigos, con quién juntarme y con quien no. Tengo mucho que estudiar y practicar, no tengo tiempo para estarlo perdiendo en ridiculeces. Y si estoy solo ¡es porque así lo quiero!
—Comet, ¿a qué te refieres con eso? —preguntó Twilight confundida, haciendo que el potro se diera cuenta del terrible error que había cometido—. Dijiste que tenías amigos. Creí que los habías invitado.
—¿Amigos? —dijo Scootaloo riendo como si le acabaran de contar un chiste—. ¿Quién más crees que va a venir a esta fiesta? Él mismo se encargó de alejar a todos. No ha jugado, hablado o ha hecho un simple amigo desde que llegó a la escuela. La única interacción que ha tenido con alguien era cuando Rumble lo molestaba —se burló Scootaloo.
—¡Cierra la boca! —gritó Comet temblando.
—Comet, dime la verdad. ¿Invitaste a alguien más a esta fiesta como me dijiste? —pidió Twilight en un tono severo, siendo notable la decepción en su voz.
—No quería que te enteraras de esta forma —se resignó a contarle todo. Ya había salido todo a la luz, no había sentido en seguir ocultándolo—. Iba a decírtelo algún día. No tengo amigos… —murmuró en un volumen inaudible.
—¿Qué dijiste? —preguntó Twilight al no poder comprender lo que dijo.
—No tengo amigos… —dijo más alto, pero aún inaudible.
—No te escucho —dijo Twilight más impaciente.
—¡NO TENGO AMIGOS! —el gritó sorprendió a todos haciéndolo dar un paso atrás—. ¡¿Ya estás contenta o necesitas que te lo diga una vez más?! ¡No tengo amigos! —dijo con lágrimas en los ojos.
—Si fueras más amable, quizás tendrías uno —recalcó Scootaloo.
—¿Con quienes? ¿Con ustedes? Desde el primer maldito día que puse un casco en este horrible pueblo todos me señalan, me hacen a un lado y me miran como si fuera un fenómeno. Jamás les hice nada. Simplemente me presenté ante ustedes, ¿y qué fue lo único que obtuve? Solo han sido burlas, sobrenombres y bromas de los demás. Y el otro día, toda esa amabilidad… todo ese tiempo que creí que les importaba… que podría obtener… —nuevamente su voz comenzó a temblar. Pero se negó a dejar salir una sola lagrima. En cambio, su rostro se endureció, preso de la ira que sentía hacia todo el mundo—. Nunca me dieron una oportunidad. ¿Por qué tendría que hacerlo con quienes me escupieron en la cara?
—Me mentiste —dijo Twilight algo herida—. ¿Por qué?
—¿Y qué esperabas que hiciera? Eras tú la que estaba entusiasmada con todo este asunto. Yo ni siquiera quería ir a la escuela. Yo sabía lo que iba a pasar. Traté de decírtelo, pero no me escuchaste. Nunca lo haces. Todas ustedes siempre hablando de los mismo. Amistad, amistad, amistad… ¿es que no saben otra cosa? He estado bien sin ningún amigo desde siempre. Lo peor de todo es que quise creerte. Intenté hacerte caso. No sé por qué me sorprendí al no obtener nada. Te lo dije en Canterlot y te lo dije aquí en Ponyville: todos los ponies son iguales, no pueden ver otra cosa más que un monstruo.
—Pero, ¿por qué, Comet? ¿Por qué me mentiste? —dijo Twiligh abrumada.
—Lo hice por ti. Quería verte feliz. Quería que estuvieras orgullosa de mí. No quería que pensaras que era un fracaso porque no pude cumplir en la única tarea que me habías encomendado. Porque no cumplí con tus expectativas. Porque sin importar cuanto lo intente, estoy solo porque no puedo hacer amigos.
—Acabas de decir "no puedo" —señaló Twilight con cierta sorpresa.
—¿Y eso qué? No puedo o no quiero hacer amigos, da igual. ¿Qué sentido tiene? Para todos soy un fenómeno del que es mejor alejarse.
—¿Por qué no dijiste nada antes?
—¿Por qué? ¿Cómo te sentirías si fueras el hijo de la Princesa de la Amistad y no pudieras hacer ni un misero amigo? —Twilight se quedó callada con una expresión un poco deprimente, pero que Comet entendió muy bien—. Exacto. Avergonzada. Y tú no parabas de hacer preguntas todos los días recordándome que tan solo era un fracaso para ti.
—No debes rendirte cuando las cosas salen mal —intentó animarle Twilight aunque muy poco creíble—. Estoy segura que encontraras a alguien que…
—¡¿De qué sirve si nadie quiere serlo?! Lo que dijo Scootaloo es lo que todos piensan de mí. Ninguno estuvo ahí para mí. A nadie le importé. Tan solo me hicieron a un lado.
—Estamos aquí ahora —quiso calmarlo Apple Bloom, pero solo logró enfurecerlo aún más.
—¿Y dónde estaban hace meses cuando Rumble me golpeaba, me robaba mi comida, me molestaba o me humillaba frente a todos ustedes? ¿Dónde estaban cuando necesitaba a alguien que me apoyara; cuando necesitaba un amigo? Me hizo la vida imposible durante meses, rogaba por alguien que me ayudara, y ustedes no estuvieron ahí. A nadie le importó. Fue más fácil para ustedes dejarme de lado mientras Rumble me molestara, así a ustedes las dejaría en paz. Fui yo mismo quien tuvo que ponerle un alto. Fui yo quien tuvo que hacer que me respetaran. Todo lo he hecho por mí mismo. Lo peor de todo es que ahora que todos saben que soy hijo de la Princesa Twilight, todos quieren ser mis amigos.
» La única razón por la que algunos me dirigen la palabra, por la que algunos intentan simpatizar conmigo es por ti. La única razón por la que soy alguien es por ti —señaló a Twilight con recelo—. Todos me tratan diferente desde que lo saben y lo detesto. En el fondo sé lo que piensan. Lo mucho que detestan estar conmigo ¡Hipócritas! Eso es lo que son todos ustedes, ¡unos hipócritas!
Comet salió corriendo hacia la puerta de salida comenzando a llorar nuevamente, abriéndola con tal fuerza que algunos cuadros de la pared cayeron al suelo, rompiéndose.
—Comet, espera —intentó Twilight detenerlo.
Comet se detuvo en el umbral y volteó con una triste expresión hacia ellas mientras las primeras lágrimas comenzaban a escurrir por sus mejillas.
—Algunos ponies no nacimos para hacer amistad. Acéptalo; así como yo lo hice hace tiempo —comenzó a correr de nuevo, cerrando la puerta detrás de sí.
Twilight comenzó a correr tras él.
Las siete ponies restantes estaban impactadas. Muy impresionadas con todo lo que Comet se había guardado. Todo lo que había hecho para ganarse la aprobación de Twilight.
Gracias a todos los que leen mi trabajo.
Un abrazo, un beso. Hasta la próxima.
