Capítulo 21. Nada que perder.

—Qué dramático es —exclamó Scootaloo, atrayendo las inquisidoras miradas de todos hacia ella.

—Podrías callarte de una vez —le reclamó Apple Bloom—. Ya es la segunda vez que arruinas nuestra oportunidad de unir a Comet.

—Dijiste cosas horribles de él. Ahora no querrá volver a hablarnos nunca —añadió Sweetie Belle.

—Scotaloo, creí que eras mejor que esto. Estoy muy decepcionada —dijo Fluttershy con una mirada severa.

—Me parece que las tres nos deben una explicación —dijo Applejack de la misma forma.

Tras varios minutos, Twilight regresó a Sugar Cube Corner con un semblante deprimente.

—Lo perdí cerca del parque. Busqué por todo el pueblo, pero no lo encontré —dijo intuyendo lo que todas se preguntaban.

—¿Quieres que te ayudemos a buscarlo? —preguntó Rarity.

—No tiene caso. Sé que tiene un lugar dónde se esconde cerca de Ponyville; si él quiere estar solo, jamás lo encontraremos —respondió sentándose pesadamente en una silla. Deprimida—. Yo solo quería que Comet fuera feliz. Esperaba que aprendiera lo maravillosa que es la amistad. No pensé que estuviera poniendo demasiada presión sobre él —comenzó a lamentarse.

—No es tu culpa —intentó animarla Applejack.

—¿En serio se están preocupando por él? Ya oyeron lo que dijo: tiene sus libros y su música, no tiene espacio para los amigos —intentó defenderse Scootaloo.

—Creo que estás viendo las cosas muy superficialmente —le dijo Rainbow, sorprendiendo a la potranca, pues ya era el segundo pony que le decía lo mismo.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó algo confundida.


Comet corrió y corrió en la única dirección en la que creyó podría sentirse en paz; el lago oculto dentro de la arboleda. Pero antes debía deshacerse de Twilight. Perdiéndola dando vueltas por el parque.

Estaba destrozado. Todo había salido mal. Era la peor fiesta de cumpleaños de su vida; la única que había tenido, de hecho. A pesar de sus esfuerzos, Twilight estaba decepcionada, las crusaders nuevamente volvieron a burlarse de él y ningún pony comprendía cómo se sentía. Sin detenerse, recorrió todo el camino hasta su santuario, ocultándose nuevamente bajo el sauce.

Tomo el violín que había escondido ahí semanas atrás con mucha diligencia y delicadeza, se puso en posición y comenzó a tocar. Era más por impulso que otra cosa, pues no sabía que tocar exactamente. Simplemente era más fácil lidiar con cualquier cosa siempre que se pudiera hacer algo de música. Tan solo quería desahogar su pena y dolor de alguna manera. Fue así que por primera vez en su vida Comet cantó una canción de corazón. No era algo común en Canterlot, pues los ponies de ahí eran demasiado estirados para hacerlo, y no sabía de su existencia hasta que llegó a Ponyville. Pinkie Pie solía cantar muy a menudo; de esa forma expresaba su alegría y felicidad y lograba esparcirla a los demás. Básicamente, una canción de corazón es eso, una melodía que brota de un profundo y fuerte sentimiento. Sin embargo, la de Comet era un triste lamento en el cual expresaba lo solo que se sentía, deseando únicamente un amigo que lo acepte; alguien que lo apreciara por quien es; acompañada de una melodía improvisada con su violín que se le ocurrió en el momento, la cual no pudo repetir cuando intentó hacerlo tiempo después.


Diamond Tiara corrió lo más lejos que pudo luego de discutir nuevamente con su madre, Spoiled Rich. Las elecciones escolares habían sido muy estresantes para ella. Desde que se postuló para la presidencia estudiantil tenía las de perder; hizo un mal manejo de campaña y cometió varios errores, derivando en que Pipsqueak se ganara a casi todos los potros del salón. Durante el par de días que duró la campaña, su madre había estado sobre ella exigiéndole la victoria, pues, siendo una pony rica, no podía perder frente a un simple pony de Trottingham. Toda esa presión se acumuló dentro de ella como una bomba a punto de estallar, culminando el mismo día de las elecciones peleando con su mejor amiga y perdiendo la contienda recibiendo un único voto, el suyo.

Para empeorar las cosas, su madre, en lugar de ayudarla o hacerla sentir mejor, tan solo se dedicó a restregarle su derrota en la cara, regañándola por no poder estar a la altura. Ya había dado por hecho que iba a ganar, empezando a hacer planes y demás proyectos sin sentido, los cuales ahora se iban a la basura.

Triste y sin saber a quién acudir, corrió sin rumbo hasta llegar a un pequeño lago escondido entre los árboles, donde se le cortaba el camino. Era un lugar algo tranquilo y muy bonito de ver si estuviera en otras circunstancias. Comenzó a llorar, sintiéndose desdichada y un completo fracaso. Cuando, de repente, escuchó una triste tonada acompañada de una melancólica canción que empezaba a cargar la atmósfera de una deprimente sensación. No podía entender bien lo que decía la letra, pero extrañamente, tenía la sensación que expresaba perfectamente cómo se sentía en ese momento. Un completo fracaso.

¿De dónde provenía la música? No había nadie más ahí más que ella, a no ser… Tal parecía que la música provenía desde dentro de un árbol. Un frondoso sauce parecía ser el que le estaba cantando. No podía ser así. Era absurdo. Los árboles no hablan, mucho menos cantan, al menos no de una forma en la que nosotros podamos comprender.

Aun sollozando, se acercó y corrió las tupidas cortinas de hojas para ver quién era el que producía tan bella, pero melancólica, melodía.


—No debes de estar hablando en serio —rechazó Scootaloo no queriendo creer que lo que le decían era verdad—. Comet lo dejó muy claro. No le interesa tener amigos. Dudo mucho que se interese por alguien más además de sí mismo.

—Tal vez fue lo que Comet dijo —explicó Twilight, un poco más calmada, pero aun viéndose triste por toda la situación, sintiéndose en parte culpable—, pero en realidad hay más detrás de esas palabras de lo que parece.

—Debes ver lo que está intentando ocultar detrás de esa máscara —le explicó Sweetie Belle.

—¿Qué máscara? Me están confundiendo —respondió la pegaso naranja sin entender una sola palabra—. ¿Por qué alguien diría todo lo contrario a lo que siente?

—Por miedo —respondió Apple Bloom.

—¿Miedo a qué? —Scootaloo estaba cada vez más confundida—. En serio, no entiendo nada de lo que están diciendo. ¿Cómo están tan seguras que Comet quiere un amigo? Ha rechazado a todo pony que se le ha acercado.

—Porque él me lo dijo —Twilight se quedó pensativa por unos segundos—. Algo así.

—¿Cómo que "algo así"? —dijo la potranca ante la rara respuesta. Seguida también de una expectante mirada por parte de sus amigas y las otras dos crusaders.

—Desde que conozco a Comet, él siempre ha sido un pony solitario —comenzó a contarles la historia—. Pero no es por elección propia; se ha visto obligado a serlo. Cuando vivía en Canterlot, los demás potros lo rechazaban y se burlaban de él, por lo que prefería encerrarse en su habitación, lejos de los demás. Así no lo molestarían. Fue así como comenzó su afición a los libros, ellos eran su única compañía. Los únicos que le hablaban sin juzgarlo.

» Su antigua cuidadora, Cary, fue una de las pocas ponies que lo aceptó y cuidó de él sin condiciones. Según ella, la mayoría de potros se quedaba en el hogar por unos meses a un par de años. Luego de unas tres a cinco entrevistas estos se marchaban con una nueva familia. Comet estuvo ahí por seis años; estuvo en más de treinta entrevistas en las que todos terminaron rechazándolo.

» Cuando llegamos a Ponyville, él me dijo que estaba acostumbrado a estar solo, pero hizo algo que me dio a entender que quería estar con otros potros, que quería amigos.

—Pero él siempre dice que no quiere estar con nosotros —replicó Scootaloo ya no tan segura.

—Algunos ponies mienten para protegerse —explicó Fluttershy.

—¿De quién? —preguntó atónita.

—De nosotros —dijo Sweetie Belle.

Scootaloo aún no entendía.

—Lo que quieren decir es que, aunque diga lo contrario, a Comet le afecta mucho lo que los demás digan de él —explicó Rarity.

—Le aterra el saber cómo reaccionarán los demás cuando lo vean —añadió Twilight—. Es por eso que prefiere no conocer a nadie. Todo ese tiempo que estuvo solo y el rechazo de los demás lo llevó a tener baja autoestima y esta se quiebra con facilidad. Hasta el más mínimo comentario puede hacer que se derrumbe.

—Y que lo digas —dijo Rainbow—. El día de la broma, cuando nos conocimos, dije algo fuera de lugar porque estaba molesta y Comet no lo tomó muy bien.

—Pero se enfurece cada vez que le dicen algo... —dijo Scootaloo contrariada.

—Sí, pero eso fue después de Rumble —comentó Sweetie Belle—. ¿No recuerdas el primer día de clases? Comet estaba muy nervioso y cubría su ojo para que no lo viéramos. Creo que tenía miedo que dijéramos algo.

—Hizo lo mismo cuando nos conocimos —dijo Twilight.

—Luego de eso, Rumble comenzó a molestarlo —dijo Apple Bloom sin mucho ánimo—. Hasta que ambos pelearon y Comet cambió por completo.

—Fue ahí cuando se convirtió en un bravucón —recalcó Scootaloo.

—Sí, pero él jamás comenzó ningún pleito —aseguró Sweetie Belle recordando las palabras que había dicho cuando la defendió—. Cuando me ayudó con Dia… —se detuvo y volteo a ver a sus amigas al recordar que la historia que habían contado había sido otra.

—Sabemos lo que paso —la calmó Apple Bloom.

Sweetie Belle volteó a ver a las demás, con expresión de asombro, asintiendo en respuesta.

—Cuando me ayudó con Diamond Taiara y Silver Spoon, dijo que sólo nos estaba dando el mismo trato que le habíamos dado y que no le gustaba amedrentar a otros.

—También está mi pelota. Reconoció que se excedió, la reparó y la devolvió.

—Entonces, ¿por qué lo llevó tan lejos? —dijo Scootaloo, aún algo escéptica, pero también intrigada.

—Me parece que Comet usaba la ira y la violencia para encubrir su inseguridad y como una forma de protegerse —dijo Rainbow—. Supongo que creyó que si volvía a ser blando, volverían a molestarlo y de esa manera podría evitarlo.

—¿Y por qué rechazar a quienes quieren ser tus amigos?

—Creo que Comet se acostumbró tanto al rechazo y la soledad que es lo único que espera de los demás y con lo único con lo que se siente "cómodo", cualquier tipo de amabilidad o generosidad resultaba ajena para él y no sabía cómo manejarlo a no ser que se tratara de alguna clase de trampa o broma —respondió Fluttershy—. Y para evitar ser rechazado nuevamente, él rechazaba a los demás primero. Así no se sentiría tan mal después, pues fue él quien lo decidió.

—Al igual que el decir que no quiere estar con otros potros. Si se convence a sí mismo que quiere estar solo, no se sentirá tan triste al estarlo, pues fue algo que él decidió y no porque no quieran estar con él —añadió Rarity.

—¿Qué hay de los libros y la música? Pasa mucho tiempo en ello, no tiene tiempo para otros —intentó usar Scootaloo como último recurso, pues lentamente ella misma veía todo lo que creía del potro derrumbarse.

—La razón de que pase tanto tiempo haciendo eso, es porque no tiene nada más que hacer. Sin amigos u otros ponies con quien pasar el rato, debe estar muy aburrido. ¿Qué más podría hacer? —explicó Pinkie Pie, sorprendiendo a todos por lo acertado y maduro que se escuchaba para ella.

—Pero cuando lo pones a hacer otras cosas y lo alejas de los libros o el violín y está junto a otros potros que no le importen su apariencia, se divierte como cualquier otro niño —añadió Applejack—. Pude ver eso cuando se quedó con nosotros en la granja.

—Me ayudó con mis labores, nos divertimos y en ningún momento pareció que le importase o que yo le desagradara. De hecho, hasta contestó algunas de las preguntas que le hice—aseguró Apple Bloom.

—O cuando lo invité a pasar el día conmigo, no le importó estar lejos de esas cosas. Se divirtió y logré hacer que se abriera un poco —dijo Sweetie Belle, esperanzada de que Scootaloo entendiera.

—Y estoy segura que no le importaría sacrificar parte de su tiempo si eso significa salir y convivir con otros ponies —aseguró Twilight.

—Nunca lo vi de ese modo —dijo cabizbaja Scootaloo, sintiéndose terriblemente arrepentida de todo lo que le dijo a Comet.

—Comet ya no se siente tan solo desde que llegó a Ponyville. Pero nosotras somo adultas y tenemos responsabilidades y Spike está muy ocupado gran parte del tiempo; Comet está ansioso por tener un amigo de su edad, lo desea con desesperación, pero no sabe cómo hacerlo y tiene mucho miedo que lo desprecien, lo que evita que quiera intentarlo. Aun así, estoy segura que en varias ocasiones trató de acercarse a ustedes en la escuela —comentó Twilight—. Quizás no de la mejor manera, pero debió de haber hecho algo.

Las crusaders se pusieron a pensar un poco, intentando hacer memoria. Fue entonces que les llegaron recuerdos de Comet, varios de ellos, entre los cuales destacaban la vez del viaje escolar, Comet había sonreído inconscientemente cuando le dijeron que estaría junto con Dinky, desapareciendo rápidamente cuando ella fue con alguien más; en varias ocasiones, Comet se acercó tímidamente a sus compañeros cuando estaban organizando algún juego, siendo ignorado por estos y dejado fuera; en cierto día, Cheerilee había hecho una actividad en el patio escolar, Comet había intentado integrarse en algún equipo, siendo nuevamente dejado de lado y sin poder participar, sentándose molesto a leer en otro lugar; la vez que llevó su violín y toco para ellos, siendo tomado como un presumido; la vez que llevó galletas para todos, pero en cuanto estas se terminaron, nuevamente paso a segundo plano; la clase de las Cutie Marks; todos habían sido intentos de Comet por impresionarlos y que alguien le prestara atención. Pero nadie lo hizo.

Las tres no pudieron evitar sentirse mal. Inconscientemente, todas habían participado en el aislamiento de Comet. Estuvieron tan ocupadas pensando en formas de cómo integrarlo a su club y luego a evitar meterse con él, que no se dieron cuenta que él ya estaba intentando que alguien lo tomara en cuenta. La única que seguía dándole el beneficio de la duda había sido Sweetie Belle, pero al creer que estaba molesto con ella, no hizo nada. Y Scootaloo, desde que Comet cambió, se negó a ver lo bueno que había en él, llevándola a desperdiciar las dos mejores oportunidades para unirlo a ellas y darle los amigos que tanto deseaba.


Comet dejó de tocar. Se sorprendió al escuchar a alguien removiendo el follaje del sauce, su único escudo entré él y el mundo exterior. No debería haber nadie más ahí. Ese era su lugar más secreto. Ni siquiera Twilight sabía de su existencia. Intrigado por saber quién podría ser, se giró con expresión de asombro al ver a una potranca.

—Diamond Tiara... —mencionó su nombre con voz cortada, reconociendo en seguida a la visitante—. ¿Estás llorando? —se asombró al notar los ojos vidriosos que tenía y las lágrimas en su rostro.

—Igual que tú —respondió intentando ocultar su tristeza y enjugándose las lágrimas, acto que imitó Comet, sintiéndose vulnerables de mostrarse así frente a otro, en especial con ella, aunque ambos se encontraban en la misma situación.

Comet recargó su violín en el tronco del árbol sobre una gruesa cama de musgo y ambos se sentaron al lado del otro, intentando mantener cierta distancia, pero las raíces no ayudaban mucho. Trataban de calmarse. Ya era demasiado vergonzoso que los hubieran visto cuando se encontraban tan vulnerables. Mientras tanto, un incómodo silencio se mantuvo por varios minutos. No querían quedarse sin decir nada, ambos tenían sus preguntas, pero ninguno quería ser el primero en hablar, alargando innecesariamente tan incómoda situación.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó finalmente Diamond Tiara, siendo la primera en hablar.

—Encontré este lugar hace tiempo. Vengo aquí cuando quiero estar solo —dijo Comet aún deprimido—. Jamás había venido otro pony, ¿cómo me encontraste?

—No sabía que estabas aquí —aseguró Diamond Tiara—. Escapé de mi casa. Solo quería un tiempo a solas. Llegue aquí de casualidad. Entonces escuche tu música.

Ambos hablaron, pero ninguno se atrevió a verse a los ojos. Se mantuvieron con la mirada baja, viendo hacia el suelo; Diamond tiara jugando y removiendo el musgo y las pocas briznas de pasto con su casco.

—Tienes todo lo que podrías querer. ¿Qué cosa podría ser tan mala para hacerte huir de casa? —preguntó inocentemente Comet, encrespando un poco a la potranca.

—Oh, claro. Sí. Soy rica, mi vida debe ser perfecta, ¿no es así? —dijo algo molesta-— No tienes idea —murmuró en un tono más triste.

—No veo nada en tu vida que pueda estar mal —dijo algo molesto que se quejara de ello—. ¿Dónde está, Silver Spoon, por cierto? Nunca te separas de ella

—Nos peleamos. Ahora no quiere hablarme —dijo con tristeza intentando disimularla como enojo, desviando la mirada—. Antes de perder las elecciones, discutimos y nos alejamos —dijo aún más triste, sintiendo que las lágrimas volverían a salir—. Y por si fuera poco, mi madre cree que soy un completo fracaso... Solo le importaba que yo ganara... Era mi mejor amiga... Mi única amiga…

En ese momento, Comet le tendió su pañuelo, sintiendo un poco de empatía hacia ella. Diamond Tiara lo aceptó y comenzó a secarse y limpiarse el rostro.

—Al menos tuviste una —dijo Comet, también triste, pero escuchándose también resignación en su voz, cosa que la potranca no pasó por alto.

—Por favor, eres el hijo de la princesa Twilight, ¿qué más podrías pedir? Tienes la vida perfecta —dijo sintiéndose ofendida que el potro se lamentara.

—Mi vida en el castillo es perfecta. Tengo mis libros, mi música, a mi ma... a Twilight y Spike —concordó el potro—. Pero fuera de éste… Me siento como un extraño; no encajo. Tu puedes decir que saboreaste la dicha de tener un amigo. Aunque lo hayas perdido, lo tuviste. En cambio, yo… Siempre he estado celoso de todos ustedes. Tenían algo que yo deseaba y que jamás podría obtener; incluso Rumble tenía amigos siendo un brabucón. ¿Por qué yo no? ¿Qué hice mal?

—Debiste tener uno en algún momento —supuso.

Comet negó con la cabeza.

—Jamás he tenido. No sé lo que es tener a alguien para jugar o hablar o simplemente pasar el rato. Siempre he estado solo. Ningún potro ha querido estar conmigo. Cuando me ven, todos huyen de mí —dijo mientras veía con desprecio su reflejo en el agua— Todo lo que hacen es burlarse. No importa a cuantos lugares vaya o cuantos ponies conozca, lo único que ven es… un monstruo —le dio un golpe a su reflejo con desdén salpicando en todas partes—. Por eso prefiero estar solo.

—¿Por qué?

—Porque… si estás solo, nadie puede herirte. No hay nadie que pueda rechazarme o burlarse de mí —las lágrimas poco a poco comenzaron a salir nuevamente de los ojos de Comet.

—Mas que tu mismo —dijo Diamond Tiera, recibiendo una mirada algo confusa de Comet. Era difícil saber si era enojo, desdén o lástima—. Tampoco quien te ayude o te de apoyo —intentó arreglarlo.

—No necesito ayuda de nadie. Me he valido por mi cuenta desde muy pequeño. Acepté mi destino; debo estar solo. Es para lo que estoy hecho... —se quedó callado con semblante deprimido—. Aunque, a veces tan solo quisiera tener a alguien con quien platicar. No importa quien fuese, cualquiera estaría bien. Solamente quiero un amigo, aunque sea solo uno. ¿Acaso es mucho pedir? —dijo casi como una súplica.

—No creo que nunca necesitemos ayuda de alguien; hasta yo he necesitado a veces —confesó Diamond Tiara algo avergonzada— ¿Por qué no lo intentas? ¿Qué tienes que perder?

—¿Qué caso tiene? Ningún pony quiere serlo. Lo más cercano que tuve a un amigo fueron ustedes.

—¿Yo?

—Y Silver Spoon —asintió el potro con un triste semblante mientras miraba al horizonte sin ninguna esperanza—. Todos los potros huyeron de mí; me tenían miedo. Pero ustedes permanecieron. Se quedaron, aunque sea solo para molestar y discutir, pero estuvieron ahí. Supongo que eso también se terminó.

Su comentario volvió a deprimir a Diamond Tiara; por un momento se había olvidado de su ahora ex-amiga.

—¿Y que dijo la Princesa Twilight al respecto?

—Lo que piense ya no importa. Le hice creer que tenía amigos. Así ella estaría orgullosa de mí. Pero las crusaders tenían que arruinarlo todo. Fui un tonto al confiar en ellas. Solo querían burlarse de mí —dijo enfureciendo al pensar en ello.

—Las crusaders pueden ser un completo dolor de cabeza, pero no son malas ponies. No creo que hayan intentado burlarse de ti. Ellas no son así. Estoy segura que si hicieron algo malo, no fue con intención —dijo Diamond Tiara.

—¿Tu crees? —dijo Comet sin estar convencido de ello para nada—. Pinkie me organizó una fiesta de cumpleaños y a mi mamá se le ocurrió invitarlas. Ahora sabe que le he mentido desde siempre gracias a ellas. Si tan solo las hubieras escuchado.

—No sabía que era tu cumpleaños.

—Fue hace tres días.

—Oh… Ya veo —dijo con cierto arrepentimiento, pues nadie lo recordó.

—Debe pensar que soy un fracasado.

—Ya somos dos… —mencionó haciendo que Comet la observara con lástima—. Para mi madre, ganar y mostrar superioridad lo es todo. No le importa nada más. Cuando perdí las elecciones, pues… ella… no estaba muy feliz —contaba mientras jugaba y arrancaba las briznas de pasto de la tierra—. Estaba furiosa, no paraba de decirme lo decepcionada que estaba de mí.

Nuevamente, secó sus lágrimas y se limpió la nariz intentando calmarse para seguir contando su historia.

—Mi padre trabaja todo el día y mi madre pasa mucho tiempo en reuniones con ponies de alta sociedad, por lo que muchas veces la única compañía que tenía era Silver Spoon. Pero estaba tan desesperada por ganar que me desquité con ella; le dije cosas horribles y luego nos fuimos.

Otro silencio se cernió en el lugar, tanto así, que hasta uno podría escuchar el caer de una hoja en el agua.

—Somos patéticos, no es así —mencionó Comet luego de suspirar, volteando a verla en esta ocasión.

—¿Q-qué? —respondió la potranca demasiado deprimida para sentirse insultada.

—Míranos. Los potros con mejores familias y con la mejor vida de toda la escuela y no podemos dejar de sentir lástima por nosotros —dijo sin emoción alguna.

—Tienes razón —rio tristemente Diamond Tiara.

Comet se puso de pie y se frotó los ojos y el rostro para secarse las lágrimas. Acomodó su ropa y dio un largo suspiro. Aunque aún se le veía decaído, era notable que estaba más calmado, al igual que Diamond Tiara. El haber hablado con ella le había ayudado de alguna forma. Entonces se giró hacia ella y le tendió un casco para ayudarla a levantarse, dándole una sonrisa, no la más alegre, pero si una sincera. Ella aceptó también sonriendo.

—Quiero darte esto —sacó un papel dorado de su bolsillo que Diamond Tiara no supo que era en un principio hasta que Comet se lo puso en su casco.

—El boleto de la Gran Gala del Galope... ¿Por qué lo trajiste aquí? —dijo algo confundida.

—Siempre lo llevo conmigo en el caso que pudiera dárselo a alguien —dijo Comet.

—¿Por qué? —dijo anonadada.

—Estoy dispuesto a dejar todo de lado; olvidar el pasado y empezar de nuevo, si tú también quieres hacerlo —dijo con decisión, dejando a la potranca sin palabras.

—No puedo aceptarlo. No tienes que hacerlo —intentó rechazar el boleto.

—Vamos, Diamond Tiara, deja la falsa modestia, no va contigo —dijo Comet un poco burlón.

—No me conoces tan bien, entonces —masculló algo ofendida. Comet no alcanzó a escucharla.

—Quiero que lo tengas —sacó una pluma de su bolsillo y escribió su nombre en el boleto—. Está hecho —nuevamente se lo tendió, esta vez, aceptándolo.

—¿Por qué yo? —dijo confundida.

—Como dijiste, no tengo nada que perder —dijo algo avergonzado, aceptando un consejo de alguien que nunca se lo habría imaginado—. No somos tan diferentes, si te pones a pensarlo; ninguno de los dos tiene amigos, cometimos muchos errores, no somos los más populares en la escuela y no soportamos a las crusaders. Además, los ponies ricos deben estar con los suyos, ¿no es así? —bromeó usando una de las frases que ella había usado hace tiempo, tal parece que si había escuchado lo que le dijeron.

Diamond Tiara rio. Le dio una amigable sonrisa, con el rostro más relajado, y asintió, para luego darle un abrazo a Comet, quien lo devolvió gustoso. Su primer abrazo con un amigo, uno verdadero; sellando finalmente el pacto. Ninguno de los dos podía estar más feliz en ese momento.

—Gracias —dijo la potranca cuando se separaron—. Por cierto, feliz cumpleaños —le dio un amistoso golpecito con el codo.

—Creo que ya es algo tarde para eso —rio agradecido.

—Más vale tarde que nunca —ambos rieron, pero al poco tiempo, el rostro de Diamond Tiara se transformó en uno un poco más serio que denotaba consternación—. ¿Qué pasará con Silver Spoon?

—No sé qué pueda hacer, pero te ayudaré con eso —le dijo decididamente,

—Pero, ¿y si no quiere verme?

—Twilight me dijo hace tiempo: "Si en verdad es tu amiga, entenderá y te perdonará como tú a ella".

En respuesta, Diamond Tiara le sonrió. Tenía fe en que podría recuperarla. No iba a permitirse perder a su mejor amiga así de fácil. No sin luchar.


Luego del fiasco en la fiesta de Comet, las seis yeguas y las tres potrancas comenzaron a limpiar todo el lugar, no creían que Comet fuera a volver. Era un desperdicio, hay que decirlo, Pinkie Pie se había esforzado mucho en decorar todo el lugar y preparar los pastelillos, postres y dulces que más le gustaban, todo para terminar en una situación que les dejaría un mal sabor de boca a todas.

Iba a suceder tarde o temprano. Comet no podría mantener su mentira toda la vida, pero por qué tenía que ser justo en ese día que se supone tendría que estar lleno alegría para todos. Aunque ninguna había tenido mala intención, no podían dejar de sentirse culpables, en especial Twilight, pues ella fue quien había invitado a las crusaders. Creyó que le agradaría tener a tres ponies tan amistosas con él, desconocía que entre ellos hubiera asperezas, en especial entre Scootaloo y él. Pero ¿cómo saberlo? Comet nunca decía nada.

—Me siento terrible por lo que le dije a Comet —dijo Scootaloo completamente apesadumbrada—. No creí que se guardara tanto para sí mismo.

—Intentamos decírtelo —dijo Apple Bloom mostrando empatía por su amiga, intentando no sonar muy severa.

—Debimos haber intentado mejor —se lamentó Sweetie Belle—. En parte, también es culpa nuestra.

—Supongo que le debo una disculpa... una muy grande —dijo algo cabizbaja—. Pero, si no quería verme antes, mucho menos ahora.

—No podemos rendirnos —aseguró Apple Bloom—. Comet puede no ser el potro más aventurero, pero creo que sería un buen crusader.

—Pues, entonces tienen mucho que hacer —dijo una voz detrás de ellas, sorprendiéndolas, haciéndolas dar un brinco. Al voltearse, era Applejack que había estado escuchando su conversación, no eran muy discretas realmente.

Las tres sonrieron decididamente y asintieron.

Una vez terminado de limpiar y recoger todo, cada uno se fue por su camino, tal parecía que ninguna estaba de humor para seguir con algo ese día, tan solo querían descansar; demasiadas emociones por un día. Las tres potrancas, no queriendo perder más tiempo, corrieron hacia Sweet Apple Acres para idear un plan para volver a hacer que Comet las aceptara o al menos perdonara. Sería difícil, claro que sí, había mucho daño por reparar, pero estaban determinadas a no rendirse.

Twilight llegó al castillo y estaba subiendo las escaleras, cuando escucho la música de Comet. No era una melancólica y triste tonada como las que solía tocar cuando se sentía mal. Extrañamente, era una muy alegre. Extrañada, caminó hacía la habitación del potro. Intrigada de por qué estaría tocando eso.

—Comet… —abrió la puerta.

—Hola mamá —dijo algo sorprendido de verla, pero con bastante ánimo. Unos segundos después, Twilight entendió por qué. Sentada junto a él, estaba una potranca. La hija de Filthy Rich si recordaba bien. Una potranca algo problemática si recordaba bien lo que las ccrusaders decían de ella.

—Princesa Twilight, buenas tardes —dijo Diamond Tiara poniéndose de pie y haciendo una reverencia.

—Te dije que no hicieras eso —le dijo Comet con un poco de vergüenza.

Comet encontró divertida la cómica expresión de confusión de la alicornio.

—¿Está todo bien, Comet? —preguntó desconociendo completamente la situación.

—Sí —el potro asintió sonriente, pudiéndose ver algo extraño en él, por alguna razón había una chispa diferente en él.

—Entiendo. Los dejaré solos por un momento. Hay pastel en la cocina por si quieren —dijo antes de salir. No comprendía nada. ¿Qué había ocurrido en tan solo un par de horas?


Gracias a todos por seguir y apoyar mi trabajo.

Un abrazo, un beso; hasta el siguiente capítulo.