Capítulo 25. Lejos de casa.

La mañana avanzaba. La emoción se palpaba en el ambiente y el ruido dentro del vagón era ensordecedor; todos sus compañeros armaban un escándalo. Y es que nuevamente se encontraban en un viaje escolar, el segundo de Comet. Sin embargo, a diferencia de la ocasión anterior, Comet no estaría solo esta vez; ahora tenía amigas para compartirlo. Curiosamente, aún con tanto anticipo de por medio, el trio de amigos no podía evitar mostrarse inconforme. Su destino: Backplate Canyon. Un enrevesado, afamado y curioso cañón en el sureste de Equestria. Era un lugar muy peculiar. Había centenares de mitos y leyendas sobre él. Y no era para menos; era todo un laberinto natural el cual se desconocía gran parte. Lo más curioso del mismo era que debajo de los precipicios y paredes de roca arenisca y terracota había un exuberante bosque dentro de su red de valles comparable con el Everfree. Éste no era tan peligroso si te mantenías en los senderos establecidos o en terreno elevado, en las laderas del cañón sobre la copa de los árboles, si te adentrabas más, bueno, quién sabe qué podría pasarte ahí dentro.

Había muchas cosas que querían hacer estando allá y acampar no era una de ellas. Y es que ese era exactamente el problema. Su destino estaba tan alejado de cualquier poblado que no tendrían otra opción más que montar un campamento para pasar las dos noches programadas en el itinerario. Ninguno encontraba atractiva la idea de dormir en el piso. Comet ya lo había hecho un par de veces y no es algo por lo que estuviera ansioso de repetir; Diamond Tiara y Silver Spoon, la rechazaron sin pensarlo demasiado. Tanto así que consideraron seriamente en saltarse ese viaje solo por esa razón. ¿Qué eran cavernícolas? No estaban dispuestas a renunciar a sus cómodas camas. Pero sus padres parecieron tener una idea muy diferente. Twilight creyó que sería una muy buena experiencia para Comet, así que firmó la autorización; los padres de Diamond Tiara, al saber que Comet iría, prácticamente la obligaron a ir para que mantuviera su relación con el Príncipe Comet; y con Silver Spoon fue algo parecido. Y ahí se encontraban los tres con sentimientos encontrados sin saber que esperar o si se divertirían si quiera.

El problema con todo viaje en tren es que se vuelve aburrido, en especial uno largo. Muchos de sus compañeros platicaban o jugaban entre ellos; otros, como las Crusaders, planificaban lo que harían allá y mostraban todo lo que habían llevado. En cuanto a ellos tres, Silver Spoon dormía recostada sobre el costado de Diamond Tiara, torciendo sus lentes que daba la impresión que en cualquier momento fueran a quebrarse; a Diamond Tiara no parecía molestarle, miraba por la ventana, recargándose en ella, a punto de hacerle compañía a su amiga; mientras tanto, Comet leía una pequeña guía de acampada que Twilight le había dado, y por pequeña se refería a un tomo de al menos doscientas páginas, pero eso era algo que al potro no le importaba. Aún faltaba un buen trecho antes de llegar.

Un tirón repentino y el rechinar de las ruedas contra los rieles despertó a los tres, casi tirándolos al suelo. Tardaron un poco en comprender que ya estaban llegando a su destino.

Fueron recibidos en la paupérrima estación por cuatro ponies: un pony mayor de pelo canoso y pelaje marrón claro, dos más jóvenes, una de pelaje amarillo y melena verde agua y uno de pelaje verde y melena rizada, azul con un único mechón rosa, los tres eran ponies terrestres, vestían un uniforme color caqui, adornado con algunas insignias y un sombrero de ala ancha del mismo color; la cuarta pony era una pegaso, de expresión amable y alegre, vestida con un elegante traje negro. Debían ser los guardabosques y la directora del parque.

—Bienvenidos al Parque Nacional Backplate Canyon —saludó la directora congratulada—. Les agradecemos por preferir nuestro santuario. No muchas escuelas deciden hacer excursiones a este lugar. Y nos honra que nos visite el Principe Comet. Esperamos su visita sea de su agrado —dijo haciendo una reverencia ante el potro. Kachi se sentía avergonzado e incómodo por recibir tal atención. Ahora todos sus compañeros tenían su atención puesta sobre él.

—Agradezco su atención y que nos permitan conocer este maravilloso lugar —dijo Comet, recordando que Twilight le había dicho que debía mantener siempre un tono respetuoso y tranquilo—. Sin embargo, vengo como un estudiante más de mi grupo, agradecería que se me tratara de la misma forma que al resto de mis compañeros —todos vieron a Comet con demasiada extrañeza, incluso él se sentía demasiado raro hablando de esa forma. La política no era lo suyo. En casa no había problema, pero ahora que toda Equestria lo sabía, debía de actuar conforme al protocolo cuando se encontrara fuera de Ponyville y lo odiaba.

—Por supuesto. Como desee —dijo la directora.

Los cuatro ponies comenzaron a caminar instando a los demás a hacer los mismo. Comet y sus amigos se quedaron hasta atrás.

—¿Por qué dijiste eso? Esa era nuestra oportunidad de conseguir un alojamiento más cómodo —le recriminó Diamond Tiara, comenzando a caminar siguiendo al resto de sus compañeros.

—Pudiste librarnos de acampar —concordó Silver Spoon.

—Lo sé. Quiero evitar acampar tanto como ustedes. Pero no puedo aprovecharme de la posición en la que me encuentro. Si Twilight se entera… —dijo sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

—No tiene por qué enterarse —dijo Diamond Tiara con tono de complicidad.

—Ninguna de nosotras dirá nada —dijo Silver Spoon de la misma forma.

—¿Y creen que la señorita Cheerilee no se lo diría o cualquiera de nuestros compañeros? —dijo sin creérselo—. Además, ¿dónde podrían hospedarnos? A menos qué desacoplen el vagón del tren, no se me ocurre otra cosa. No hay nada aquí. Y en el caso que llegara a conseguirlo para nosotros, saben que Cheerilee me obligaría a hacer lo mismo por todos. Ya saben cómo es ella con el asunto de la equidad. Créanme, es mejor así —dijo con cierto tono de disgusto. De haber estado en cualquier otra situación, lo habría hecho sin dudarlo.

Ambas potrancas lo siguieron con notorias miradas de hastío. Cuando decidieron hacerse amigas de Comet, creyeron que podrían disfrutar de algunos de los beneficios y tratos especiales que le daban por ser el hijo de la princesa. Explotarlo cuanto pudieran. Pero hasta ahora no habían conseguido gran cosa. Comet no quería nada de eso. No entendían por qué. Tenía a toda Equestria en su casco y no lo aprovechaba.

—Escuchen a esas dos. Solo quieren aprovecharse de Comet —comentó Scootaloo a sus amigas. Estaban lo suficientemente cerca para escuchar su conversación.

—¿Cómo pueden pedirle algo como eso? Qué descaro —dijo Apple Bloom.

—Fue una suerte que Comet haya podido frenarlas. En el fondo es alguien humilde —comentó Sweetie Belle.

—Pobre Comet. ¿Creen que sepa que solo lo están utilizando? —inquirió Scootaloo con algo de preocupación. Tras haber comprendido mejor a Comet y conociendo a esas dos, tenía cierta inseguridad de lo que pudiera resultar. Comet estaba en una posición vulnerable y ellas solo estaban sacando provecho de ello para su beneficio.

—No lo sé. Solo espero que no lo tome muy mal cuando se entere —concordó Apple Bloom.

—¿Realmente creen que lo estén usando? A mí me parece que Comet no estaba muy entusiasmado con este viaje al igual que ellas, ¿no los vieron en el tren? —dijo Sweetie Belle algo dubitativa—. Se que no nos agradan, pero él las escogió a ellas sobre nosotras. Es posible que tengan más cosas en común de las que creemos.

—Y sea cierto o no, no creo quiera que seamos nosotras quienes digamos algo malo sobre ellas. No lo aceptará después de todo lo ocurrido —dijo Apple Bloom.

—¿Qué sugieren que hagamos, dejarlas? —dijo Scootaloo algo ofendida de que siquiera lo hubieran considerado.

—Pues, sí —dijo Sweetie Belle.

—No lo dices en serio —replicó Scootaloo. Era demasiado extraño ver que ella, quien atacó ferozmente al potro, era ahora la que lo defendía. Aún debía sentirse culpable e intentaba solventarlo.

—La verdad es que, por más que queramos, no hay nada que podamos hacer. Sabemos cómo son Diamond Tiara y Silver Spoon, pero Comet nos ha resultado más difícil de entender. Llevan poco tiempo siendo amigos y aún les falta tiempo para que se conozcan bien y se acostumbren a estar entre ellos. Mi hermana me dijo que Twilight también tiene sus dudas al respecto. Comet está feliz con ellas, así que decidió confiar en él. Creo que debemos hacer lo mismo nosotras. Si lo están usando o no, debemos confiar que Comet se dará cuenta por sí mismo y pueda hacer algo al respecto.

» Apenas pudimos reconciliarnos con Comet y aunque no ha mostrado mucho interés en nosotras, al menos podemos intercambiar algunos saludos y hablar un poco sin terminar en una pelea. Lanzar acusaciones sin pruebas nos dejará muy mal paradas. Si queremos que Comet nos acepte, lo mejor que podemos hacer es estar para él cuando nos necesite. Demostrarle que siempre podrá contar con nosotras para ayudarlo, sea cierto o falso lo que creemos en este momento. Hay que ser las amigas que debimos ser desde el principio —dijo Sweetie Belle.

—Guau… Eso fue muy

—…maduro —dijeron sus amigas sorprendidas por el discurso de Sweetie Belle.

—Solo pienso en lo que Comet querría. No habrá una tercera oportunidad si lo echamos a perder nuevamente —dijo la unicornio.

—Ajá… ¿Y estás segura que no hay otra razón? —inquirió Apple Bloom con tono sagaz.

—No sé de qué estás hablando —fingió demencia.

—Comet es tan… —comenzó a decir Scootaloo con tono soñador, burlándose.

—Creí que habíamos acordado olvidarnos de todo eso —dijo Sweetie Belle molesta, cerrándole la boca a la pegaso.

Apple Bloom no podía parar de reír.


El accidentado camino por el que los guiaron terminaba en una humilde caseta en medio de la nada. La oficina de dirección, información y central de los guardabosques del parque; no había más que unas cuantas oficinas, escritorios y como mucho poco más de una docena de ponies, entre administradores y en su mayoría guardabosques. Les dieron la bienvenida una segunda vez y se presentaron. La pony vestida con ropa formal era la Dra. Taxón, la directora —tal como Comet lo había supuesto—; los ponies uniformados eran el Sargento Stump, el más viejo, y los más jóvenes se llamaban Halita y Strongcolt (Strong para abreviarlo), todos ellos guardabosques. Se encargaban de preservar el parque. Era la única construcción en kilómetros a la redonda. No era muy grande. A lo mucho contaba con sesenta metros cuadrados en total. En la planta baja se encontraban las oficinas y en el piso superior las habitaciones de cada uno de ellos —también vivían ahí—. Por un costado, había un cobertizo lleno de herramientas y equipos. Y todo el espacio estaba ocupado. Realmente no había ningún lugar en el cuál podrían darles hospedaje, aunque lo hubieran pedido.

Hicieron pasar a cada potro a un escritorio para registrarse. Mientras tanto, para amenizar la espera, Ámbar y Strong repartían folletos, mapas y daban alguna que otra indicación de seguridad.

Cheerilee terminó el último papeleo, dio algunas indicaciones a sus alumnos, como ir en grupos, no separarse, no espaciar demasiado sus tiendas de campaña y de ser posible, formar equipos para dividir tareas. Una vez terminado, partieron.

Ya pasaba el mediodía cuando llegaron a la zona de acampada. Bajaron por una de las laderas del cañón y se adentraron un poco en el bosque hasta llegar a un claro. Durante ese tiempo, Ámbar y Strong les dieron alguna información sobre el lugar, como que el rio Growgroot había formado ese cañón hace milenios, mucho antes de Celestia, o que su nombre se debía a una de las leyendas de las tribus que antes lo habitaban en la que decía que en antaño una titánica criatura se había enterrado ahí a dormir y sus placas dorsales habían formado los cimientos de las laderas —según dijeron, hasta la fecha esa criatura seguía dormida—. Por la hora y la caminata, muchos potros ya sentían hambre y los que no estaban acostumbrados al esfuerzo físico, como Comet y compañía, ya no aguantaban el paso, los cascos les estaban matando. Pero antes de poder echarse cualquier cosa a la panza o tomar algún descanso, primero debían preparar el campamento. Montar las tiendas, conseguir leña, frutos silvestres, etcétera. La comida tendría que esperar.

Armar las carpas fue una tarea sencilla para quienes ya estaban familiarizados, pero para quienes carecían por completo de experiencia, se estaba volviendo eterno.

—¿Cómo van ustedes, chicas? —preguntó Apple Bloom cuando clavó la última estaca de su carpa en el suelo. Había sido pan comido.

—Casi termino —dijo Scootaloo.

—Esto llevará un poco de tiempo —dijo Sweetie Belle casi sin aliento.

—No me digas que es la misma tienda de campaña que Rarity llevó la vez pasada que salimos a acampar —dijo al ver que Sweetie Belle estaba soplando en una tienda de campaña inflable a puro pulmón.

—No es la misma. Rarity quería prestarme la suya, pero era demasiado grande. Le dije que necesitaba una más práctica, así que consiguió esta. Pero es imposible —dijo dándole otro soplido, terminando mareada—. Si tengo suerte, estará lista para cuando vayamos a dormir —dijo intentando que fuera con cierta gracia, aunque su mareo no ayudó mucho.

—Al menos no serás la única —dijo Scootaloo—. Miren —señaló hacia un lado.

A pocos metros de ellas, estaba el otro trío de potros teniendo grandes problemas para montar su campamento. Ninguno había logrado poner su tienda de pie. Silver Spoon estaba completamente enredada en la soga de la suya, Diamond Tiara estaba atrapada dentro o debajo de la suya —solo podía verse el bulto debajo de la carpa tirada en el suelo— y no sabía cómo salir; Comet era el más curioso de los tres. Intentaba seguir las instrucciones que venían con la suya, pero no parecía entenderlas muy bien. Algo muy extraño viniendo de él. Intentaba empujar una de las varillas que le daban soporte a la estructura. No parecía ser la correcta; estaba poniendo demasiada tensión en ella. Resbaló de sus cascos y le propino un fuerte latigazo en la cara que resonó por todo el claro.

Las crusaders hicieron una mueca de dolor. Casi podían sentir el golpe también.

Era una escena algo deprimente. Sintieron algo de lástima por ellos.

Kachi pateó su tienda con frustración y fue a sentarse muy molesto. Silver Spoon cayó frente a él en uno de sus muchos intentos por desenredarse.

—Quiero irme a casa —dijo con fastidio.

—¿Pueden ayudarme? —pidió Diamond Tiara, aun cubierta por su carpa.

Comet activó su cuerno, levantó la lona y Diamond Tiara cayó de ella.

—Gracias —dijo algo aturdida.

—¿Necesitan ayuda? —preguntó Apple Bloom, creyendo que era el mejor momento.

—No. No necesitamos ayuda —respondió Comet. Era difícil saber si estaba realmente molesto con ellas o era producto del golpe que se había dado.

—Estamos bien por nuestra cuenta —dijo Silver Spoon aun enredada y empeorándolo a cada momento.

—¿Están seguros? —insistió Scootaloo nada convencida.

—¿Qué insinúan? —dijo Diamond Tiara con suspicacia.

—Nada. Solo queremos ayudar —dijo Sweetie Belle acercándose a Silver Spoon, liberándola. La potranca se veía un poco agradecida por ello, aunque no estaba dispuesta a admitirlo—. Ninguno había ido de campamento antes. ¿cierto? —inquirió.

Ninguno de los tres respondió, aunque no fue necesario, era de lo más obvio; tan solo se limitaron a desviar la mirada avergonzados.

—Ya lo suponía —dijo Scootaloo.

—¿Y eso qué? ¿Solo vinieron a burlarse? —replicó Diamond Tiara a la defensiva.

—¿Por qué lo haríamos? Dormir en el suelo, sin bañarse, estar con animales y rodeados de tierra… No gracias. Eso solo es para ponies que no saben que existen mejores cosas que eso —dijo Silver Spoon con desdén.

—Es divertido —dijo Apple Bloom.

—Querrás decir aburrido. ¿Qué piensan hacer durante tres días aquí? No hay nada —dijo Comet.

—No, lo decimos en serio. Hemos ido de campamento con nuestras hermanas varias veces y siempre hay algo nuevo que hacer.

Ninguno de los tres se vio convencido. Al contrario, les dieron una mirada de extrañeza que las hacía quedar como bichos raros. Algo gracioso porque en esa situación los bichos raros eran ellos tres. Para empezar, nadie en el salón de clases esperaba verlos en ese lugar, fue una gran sorpresa cuando los vieron acercarse a la estación de tren.

—¿Qué están haciendo aquí si no les gusta? —preguntó Scootaloo con curiosidad.

—Twilight me obligó a venir —dijo Comet con recelo.

—Y nosotras vinimos porque él vendría —dijo Silver Spoon de la misma forma.

—Tal vez ustedes no les sea muy distinto porque están acostumbradas a vivir en la tierra y rodeadas de animales. Pero algunos tenemos estándares y… —se quejó Diamond Tiara.

—Vamos. Vamos. No tienen por qué estar a la defensiva —dijo Sweetie Belle con tranquilidad intentando ser lo más amable posible—. No importa que nunca hayan estado en un campamento antes. No hay por qué avergonzarse por ello. No queremos que se lleven un mal sabor de boca se todo esto. Disfrutemos todos del paseo, ¿de acuerdo?

—No queremos pelear —aseguró Apple Bloom—, solo ayudar. Y es lo que haremos. Scoot, ve con Silver Spoon; yo iré con Diamond Tiara; y Sweetie Belle, tu puedes ayudar a Comet —dijo con un tono juguetón.

—¿Qué es lo que tra…? —inquirió la unicornio al notar una trampa en las indicaciones de su amiga. Recibiendo un empujón por parte de ella que la hizo caer frente a Comet.

El potro le ayudó a levantarse. Provocando un sonrojo que intentó ocultar de inmediato. Ahí lo comprendió. Esta era otra de sus bromas.

—Muy bien, ¡cascos a la obra! —exclamó Apple Bloom.

Con la ayuda de las crusaders, sus tiendas de campaña quedaron en pie en cuestión de minutos. Y no podrían ser más de ellos. La de Diamond Tiara tenía forma de castillo, hasta tenía banderines en lo alto de las torres que había en cada esquina; la de Comet semejaba un parasprite, justo como el reloj despertador que tenía en su habitación. Era muy curioso el diseño, pues las alas hacían a su vez de las cubiertas de las ventanas cuando estaban cerradas; yla de Silver Spoon era la más normal de todas, tenía una forma acampanada de color gris, con algunos brillos con la luz. Destacaban mucho junto a las de las crusaders, aunque no eran las únicas con formas curiosas. Dinky Doo tenía una con forma de muffin, alguien había llevado una con forma de casa y había otra con forma de ostra; obtuvieron unas cuantas bayas que confirmaron con los guardabosques que eran seguras para comer, un poco de agua de un arroyo cercano e hicieron algunos asientos alrededor de la hoguera con algunos troncos y rocas.

—Bueno, nos vemos luego —se despidieron las crusaders una vez terminaron.

—¿Y tenían que ponerlas tan cerca de las suyas? —se quejó Diamond Tiara, aunque no con el tono molesto que uno esperaría. Habían colocado sus carpas casi al frente de las suyas, rodeando un círculo de rocas en donde pondrían la fogata.

—Será más fácil ocuparnos de todo entre los seis que tan solo tres —dijo Scootaloo.

—Pueden terminar de instalarse. Scootaloo, ¿podrías buscar algo de leña para la fogata y Apple Bloom, puedes ir con Halita para ver si nos falta algo? Yo volveré a mi tienda —dijo Sweetie Belle, viendo con algo de disgusto todo lo que aún le faltaba por inflarla.

—¿No hay una forma de inflar esa cosa más rápido? —preguntó Scootaloo.

—Mi hermana usó un hechizo la vez anterior. Pero yo no sé usar magia. Así que no puedo hacer otra cosa —se lamentó Sweetie Belle. Se acercó con pesar a su tienda amorfa resignada a pasar la tarde inflando esa cosa. La tomo en sus cascos, tomó una bocanada de aire y justo cuando se disponía a comenzar nuevamente, la tienda se infló completamente en cuestión de segundos.

Un poco sorprendida, Sweetie Belle se giró para ver quién lo había hecho. Justo a tiempo alcanzó a ver el cuerno de Comet dejar de brillar al mismo tiempo que este le daba una mirada algo tranquila y se giraba para meter sus cosas en su casa de campaña.

Comet ya no vio esto. La potranca sonrió y murmuró un gracias al mismo tiempo que las otras dos crusaders también se veían felices por ello, no solo por inflar la tienda de Sweetie Belle, sino porque también significaba que Comet estaba dispuesto a llevarse bien con ellas. Rápidamente terminó de instalarse.


Explorar el bosque había sido muy divertido. Los guardabosques, Halita y Strong, los llevaron por muchos senderos, mostrándoles animales muy curiosos, grandes insectos de temer que muchos no podían creer que se atrevieran a ponérselos encima, plantas frutales, venenosas y algunas medicinales. Comet tomaba algunas notas y hacía algunos dibujos un tanto feos de lo que les mostraban en un intento por disfrutar algo de lo que hubiera en ese lugar. Las crusaders se la pasaban de aquí allá emocionándose por cualquier cosa que encontraban, buscando algo que les ayudara a conseguir sus Cutie Marks. Obtenerla en ese viaje sería el mejor recuerdo que podrían tener. Featherweight tomaba muchas fotografías; Dinky Doo recolectaba bayas silvestres que usaría para hacer muffins cuando regresaran —a su madre le encantaban—, alguno de ellos recolectaba cada vara que encontraba, otros recogían flores, plumas y quien sabe que más. Lamentablemente, Diamond Tiara y Silver Spoon no encontraron nada interesante durante la caminata, envidiando a Comet, lo que les hizo pensar que, aunque habían aceptado a Comet con ellas, no había mucho en común entre ellos. Tal vez él pensaba lo mismo.

De esa visita tendrían que escribir o crear algo inspirado en su experiencia. Parecía que todos ya tenían planeado qué hacer. O casi todos. Comet, Diamond Tiara y Silver Spoon no tenían la más mínima idea, por lo que irían por el lado fácil y algo aburrido; un reporte escrito y se librarían de todo el asunto. Uno creería que intentaría componer una melodía, pero su única inspiración era el querer regresar a casa y no creían que Cheerilee se tomara muy bien que despreciaran así el vieje escolar. Les haría repetirlo. No era muy diferente al bosque White Tail que estaba cerca de casa. No entendían la fascinación de lo demás. Una vez conocías un bosque, los conocías todos.


La noche se agradecía por el descanso que prometía y la buena comida. O más bien paupérrima como la llamarían Comet y sus amigas. La comida nunca había faltado ni cuando vivía en Canterlot. Pero viviendo en el castillo con Twilight, siempre había comida de sobra. Enormes platos y porciones igual de grandes. En comparación, las raciones que podían permitirse durante el viaje para que la comida rindiera lo necesario era un triste aperitivo. Lo más interesante fue que a Comet en lugar de verse enojado por ello, más bien lo hizo ponerse nostálgico. Le hacía recordar su tiempo en el orfanato. El jamás había tenido demasiado hasta hace poco y aun así tampoco necesitaba más. No todo tenía que ser excesivo para ser bueno.

Apple Bloom le alargó un recipiente con una rebanada de pay de manzana. La porción dentro del recipiente era apenas suficiente para uno de ellos, pero ella lo estaba compartiendo con sus amigas y ahora con ellos tres. Fuera de cortar con las memorias de Comet, esto solo logró acrecentarlas. Haciéndolo recordar a Cary cuando ella en muchas ocasiones le daba alguna ración extra de comida a escondidas. Esto era un poco diferente, pero la amabilidad en el gesto era la misma.

Sorprendido y agradecido por tal acto de generosidad hacia alguien que no era amigo suyo, además de un poco conmovido por los recuerdos que le había traído, aceptó el ofrecimiento, se sirvió un poco y tras un gesto de la potranca cuando iba a devolvérselo, se lo pasó a sus amigas. Al poco tiempo, los seis comenzaron a pasar lo que habían llevado para el viaje de forma que todos probaron un poco de todo. Y aunque no comieron más de lo normal —ni siquiera cerca de lo que comerían en una sola comida en el caso de Comet, Diamond Tiara y Silver Spoon—, se sintieron mucho más satisfechos que de costumbre. El día había sido un poco aburrido, pero la cena estaba siendo de lo más agradable. Tal vez acampar no era tan malo.

O quizás era peor de lo que habían pensado. El pensamiento había cruzado sus mentes por un segundo para ser pisoteado nuevamente momentos después. Al terminar de cenar, las crusaders no habían tenido una mejor idea que contar historias de terror antes de irse a dormir. Según ellas, no podían faltar en ningún campamento —tampoco las canciones de fogata, pero esas nadie las mencionó. No dejarían a Sweetie Belle darse rienda suelta como la última vez—. Ninguno de los tres se sentía conformes con ello. Comet evitaba los libros de terror, aún los infantiles, por una razón: siempre le causaban pesadillas. Pero tampoco quería parecer un cobarde, así que se quedó a escuchar todas las que tenían para contar. Cada una más aterradora que la anterior. Dormir en el frio y duro suelo en una bolsa para dormir de por sí era muy incómodo, se le sumaba la intranquilidad que sentía al no dejar de pensar en los monstruos y fantasmas que las tres habían relatado.

En la tranquilidad de la noche, todos los sonidos se escuchan demasiado bien; el ulular de los búhos, el susurro del viento, el agitar de las hojas, el canto de los insectos. Nada le ayudaba. Debía ser el único potro que seguía despierto. Pero estaba tan asustado que no podía dormir.

Escuchó algo moverse afuera. Eran pasos. Pero también había algo arrastrándose. Se estaba acercando. Entonces una sombra alargada se proyectó sobre su tienda de campaña. Estaba afuera. A tan solo centímetros de él. Lo único que los separaba era una delgada capa de tela. Comet intentó decir algo, quizás si sabía que había alguien despierto se iría, pero la voz no le salió. Vio a la figura moverse hasta la entrada. Comet estaba paralizado del miedo. El cual solo creció cuando escuchó la cremallera abrirse. Estaba temblando. Sabía que debía hacer algo. Gritar por ayuda. Escapar. Algo. Pero su cuerpo no respondía. Un hechizo. Sí. Eso podría ayudar. La bala mágica aturdiría a cualquier cosa que se encontrara lo suficiente para escapar. Cuando la entrada se abrió por completo y una sombra apareció, Comet disparó su hechizo.

—Ay… Comet, somos nosotras —dijo la sombra en un susurro. Comet se sorprendió un poco. Conocía esa voz.

Al abrir los ojos lo confirmó. Eran Diamond Tiara y Silver Spoon. Tapaban su rostro de la cegadora luz con la que les apuntaba el unicornio. Se había equivocado de hechizo… por suerte. Inmediatamente bajó la intensidad.

—¿Qué están haciendo aquí? ¿Saben la hora que es? —dijo Comet un poco más tranquilo que fueran ellas, pero a la vez un poco molesto por el susto que le dieron.

—No esperábamos que estuvieras despierto —dijo Silver Spoon.

—Las escuché acercarse —dijo Comet.

—No podíamos dormir —dijo Diamond Tiara un poco apenada.

—No dejábamos de pensar en esas historias —dijo Silver Spoon de la misma forma.

Comet no respondió. No sabía que decir. Le asombraba no ser el único que tenía problemas esa noche y al mismo tiempo le congratulaba. Pero no veía qué podría hacer él para ayudarlas si estaba en la misma situación. Sin embargo, tampoco quería echarlas o decírselo. Habían ido a buscarlo porque se sentían seguras con él. No podía mostrarse temeroso ahora.

—¿Podemos dormir contigo? —preguntó Diamond Tiara casi en una súplica.

Comet espabiló un poco y asintió. Era muy extraño ver a la altanera Diamond Tiara tan indefensa. Era una faceta que no se veía muy a menudo. Hasta ahora solo la había visto dos veces. No había forma de negarse. ¿Qué clase de amigo sería si lo hiciera? Activó su cuerno y movió algunas de sus cosas para hacerles espacio. Las dos entraron y cerraron rápidamente la entrada. Extendieron sus sacos de dormir y se acostaron una a cada lado del potro.

Sintiéndose más tranquilas, no tardaron mucho en quedarse profundamente dormidas. Comet tardó un poco más. No por estar asustado, la compañía de ellas dos había ayudado más de lo que se había esperado, sino porque se sentía extraño. Nunca le había gustado tener que compartir el cuarto en el orfanato, había pedido innumerables veces uno propio sin éxito, sin embargo, el compartir con ellas no le provocaba la misma sensación. Twilight le había hablado sobre las pijamadas, ¿esto contaba como una? De ser así, jamás imagino su primera sería así.

Hicieron falta varios minutos para que Comet finalmente pudiera encontrar el sueño que tanto necesitaba y quedarse dormido finalmente.


Cuando la mañana llegó, Apple Bloom fue la primera en levantarse. La ventaja de vivir en una granja es que te levantas al alba, la desventaja, nadie más lo hace. Tendría que esperar un poco. Cuando sus amigas se despertaron, la encontraron frente a la carpa de Diamond Tiara.

—Diamond Tiara, despierta —dijo agitando un poco la entrada de la tienda de campaña—. Recuerda que te toca ir por el agua esta mañana.

—Buenos días Apple Bloom —dijo Sweetie Belle cuando salió de su carpa.

—¿Qué sucede? ¿Por qué tanto escándalo tan temprano? —preguntó Scootaloo aun soñolienta.

—Diamond Tiara debe ir por el agua para desayunar, pero no responde —dijo la potranca.

—Se habrá levantado ya —supuso Scootaloo.

—En serio crees que ella sea de las que se levanta temprano —dijo Sweetie Belle.

—¿Pueden dejar de hacer tanto ruido? —salió un adormilado Comet. Fue muy extraño verlo sin su ropa.

Detrás de él salieron las otras dos potrancas. También despeinadas y sin sus accesorios de costumbre. Silver Spoon tenía una mirada sagaz y algo burlona, nada raro en ella, pero la dirigía a Diamond Tiara, quien tenía una actitud un tanto esquiva esa mañana. Y es que Diamond Tiara había despertada abrazada a Comet. Solía hacerlo con una almohada o uno de los muchos muñecos de felpa que tenía en casa, pero esos estaban ya en su cama. Aquí debió levantarse en plena noche y entrar al saco de dormir de Comet para hacerlo. Lo peor de todo fue que Silver Spoon los vio y les tomó una fotografía —que luego le regalaría—. Ya se imaginarán el resto.

—Eso es raro —dijo Scootaloo al ver a los tres saliendo de la misma carpa.

—¿Qué hacían los tres ahí dentro? —inquirió Sweetie Belle un poco molesta.

—¿Acaso importa? —se extrañó Comet.

—No en reali… —intentó responder Scootaloo.

—Claro que importa —interrumpió Sweetie Belle—. Los potros y las potrancas no duermen juntos. Son las reglas.

—No recuerdo que dijeran eso ayer —dijo Silver Spoon intentando hacer memoria.

—No lo dijeron. Pero todos lo saben —insistió la potranca.

—¿Y por qué no podemos? —dijo Comet un curioso. Twilight jamás lo había mencionado.

Sweetie Belle iba a responder. Pero en el momento se dio cuenta que ni ella sabía muy bien el por qué. Simplemente era algo que había escuchado a algunos adultos decir.

—Bueno, en realidad no lo sé —dijo.

—Entonces no debe ser importante —señaló Silver Spoon.

—Bueno… Cada una tiene su tienda; las vimos entrar anoche. ¿Por qué fueron a la de Comet después? —preguntó la unicornio no queriendo dejar el tema de lado.

Los tres pusieron una cara algo avergonzada que tanto Apple Bloom y Scootaloo entendieron muy bien.

—Creo que ya sé qué está sucediendo aquí —señaló Apple Bloom—. Las historias de terror les dieron miedo —dijo algo sorprendida y un poco burlona.

La mirada esquiva de los tres fue suficiente como respuesta.

—Los sabía —exclamó triunfante.

La unicornio se vio sorprendida de ello, pues era algo muy difícil de creer y también era algo que ninguno de ellos admitiría.

La cara de los tres se tornó tan roja como un tomate.

—No tienen que molestarse. A alguno que otro pony le quitan unas cuantas noches de sueño. Lo digo por experiencia propia —dijo Scootaloo.

—La hubieran visto. Salió huyendo a mitad de la noche y casi cae por una catarata —dijo Sweetie Belle algo más tranquila.

Aunque no sirvió de mucho para calmar a los tres.

—Bueno, fuera de eso, ¿durmieron bien? —preguntó Apple Bloom.

—Mas o menos —dijo Comet sintiendo algo de dolor en su espalda.

—Yo creo que Tiara durmió muy bien —dijo Silver Spoon con un tono algo extraño. Recibiendo un pequeño golpe de la potranca en el rostro que le desacomodó los lentes. Pero que a ella no le importó, comenzando a reír.

Esa mañana era muy inusual para las crusaders. No era una dinámica común. Silver Spoon no molestaba a Diamond Tiara y Diamond Tiara no se avergonzaba por cosas sin sentido a menos que realmente la hubieran dejado en ridículo, nada de eso había ocurrido esa mañana, y por lo general se enojaba o hacía una rabieta. No entendían nada.

—¿Qué sucede entre ustedes dos? —preguntó Comet, también notando lo peculiar de la situación.

—Oh, nada. Cierto, ¿Tiara? —le dijo con cierto aire de complicidad.

—Voy por agua —gruñó la potranca para alejarse lo más que pudiera.

Poco después, los demás se repartieron tareas para hacer el desayuno.

Cuando Diamond Tiara estuvo fuera de la vista del resto, se escondió detrás de un árbol y sacó nuevamente la fotografía que le había tomado Silver Spoon. La estuvo mirando por un buen rato, sonrojándose un poco, aunque no comprendía si por vergüenza u otra razón. Comet era un potro muy raro en varios sentidos, sin embargo, no era realmente malo una vez lo conocías. Aun así, jamás podría verlo de otro modo. Su amistad había sido tan solo un buen trato entre ella y él. No era nada sólido. Tampoco eran cercanos. Ni siquiera pensaba que fuera a durar. Cualquiera de los dos se iría con alguien más si se presentaba la oportunidad, así que no valía la pena preocuparse más por ello, ¿cierto?

Con eso en mente, se dispuso a romper la fotografía y olvidar todo el asunto. Pero algo la detuvo. Solo debía dar un tirón y romper el papel, pero sus cascos no se movían. Dudaba. No podía dejar de pensar en la noche anterior. Si Comet no la considerara una amiga, entonces no la habría ayudado, ni ahora ni antes. No estaba segura de su situación. ¿Debería preguntarle? No. Eso sería extraño. Lo averiguaría luego. De momento lo único importante era terminar ese horrible viaje escolar. Volvió a guardar la foto y fue al pozo.


Terminando el desayuno, Halita y Strong llamaron a todos los potros a reunirse. Dentro de poco daría comienzo su paseo hacia la segunda área de acampada. Les dieron algo de tiempo para desmontar el campamento, limpiar todo y preparar cualquier cosa que necesitaran. Almuerzo, agua y cámaras fotográficas.

Fue una caminata mucho más interesante de lo que Comet y sus amigas habrían imaginado. Todo era muy bonito. Caminar por los senderos en las laderas del cañón daba unas vistas increíbles. El cielo despejado, la altura a la que estaban y el bosque metros debajo de ellos daba la impresión de estar caminando en el cielo con un cúmulo de nubes verdes debajo. Un paisaje único. Nunca se imaginaron que fuera tan grande. A la distancia lo único que se veía eran laderas serpenteantes y bosque hasta donde la vista alcanzaba.

Las corrientes de aire ahí arriba eran más constantes que en la base del cañón. Se agradecían mucho. Era un clima totalmente diferente. Tan solo salir de la espesura, el clima cambiaba radicalmente de uno temblado, medianamente húmedo y fresco a otro más árido, seco y en extremo caluroso por la roca desnuda que reflejaba el calor del sol. Las plantas ahí eran más raras de encontrar, ramosas y de pequeño tamaño. Crecían en grietas y pequeñas salientes.

Fueron largas horas de caminata. Los potros estaban cansados, no por ellos menos entusiasmados. Llegaron a un extenso mirador que por suerte estaba protegido del sofocante calor por la inclinación de la pared de la ladera. Halita y Srong indicaron que tomarían un descanso en ese lugar. Al instante, todos los potros y la maestra se dejaron caer sentados.

Era sorprendente lo rápido que se recuperaban los niños. Un poco de comida y agua y estaban como nuevos.

Habiendo almorzado, Comet se acercó al mirador para poder observar los alrededores. El paisaje no había cambiado mucho; llamaba la atención lo bien que podía verse la magnitud del cañón, las ramificaciones que había causado el rio debajo. Era todo un laberinto. Diamond Tiara y Silver Spoon se quedaron viendo en silencio por unos momentos también.

—¡Oye, Featherweight! ¿Podrías tomarnos una foto? —pidió Comet al pegaso. Era miembro del periódico escolar. Sabía tomar muy buenas fotos.

Asintió gustoso. Silver Spoon le prestó la cámara que sus padres le habían comprado y los tres se pararon debajo de un pequeño árbol raquítico que crecía aferrándose justo en el borde del barranco. Pero la poca sombra que daba era mejor que ninguna.

—Nosotras después —dijo Apple Bloom con anticipo.

—Pero ustedes no tienen cámara fotográfica —dijo Diamond Tiara.

—No esperarán usar la nuestra… —señaló Silver Spoon.

—Pues, en realidad… —dijo Scootaloo un poco avergonzada.

Silver Spoon se apresuró a darles una mirada un poco desconfiada. No parecía que le hubiera agradado la idea. A fin de cuentas, las películas que traía no eran ilimitadas, aunque tampoco es que la hubiera usado demasiado, no había gastado ni el primer rollo.

—Les pagaremos —dijo Sweetie Belle.

El trio se miró pensativo. Las tres les habían ayudado bastante durante ese viaje. Aunque no les gustara, era justo devolverles el favor por más pequeño que fuera. Una foto no haría daño. No dijeron ninguna palabra, pero entre los tres entendieron lo que pensaban los demás. Silver Spoon tornó los ojos. Acto seguido, Comet les dio una señal para que se acercaran.

—¿Van a dejar que nos tomemos una fotografía con ustedes? —preguntó Scootaloo sorprendida, pero en el buen sentido.

—Es mejor tomar una sola fotografía con los seis que dos —dijo Comet.

—Tengo las fotografías contadas. No puedo desperdiciarlas —señaló Silver Spoon sonando un poco insistente para que se apresuraran.

Los seis se juntaron. Featherweight tomó algo de distancia para también retratar el paisaje de fondo y se preparó para disparar.

—Sonrían —dijo el potro.

—¡Niños, aléjense de la orilla! —ordenó Strong al percatarse que los seis estaban peligrosamente cerca del borde.

Todos los demás voltearon al instante a verlos.

Tres cosas sucedieron en ese momento. Como si lo hubieran presagiado, un ventarrón sopló, levantando polvo, tierra y lo peor, el árbol a un costado de ellos fue arrancado del suelo; el suelo bajo los potros comenzó a desmoronarse, siendo arrastrados también.

Cheerilee corrió hacia la orilla muy preocupada. Ámbar intentó detenerla, pero no lo logró.

El resto de potros siguió a su maestra, acercándose también a una zona que podría desmoronarse en cuestión de segundos.

—¡Aléense de la orilla! —repitió Strong, pero nadie le hizo caso. Todos querían saber qué había pasado con sus compañeros.


Todo había ocurrido muy rápido. Strong les había dicho algo, el viento soplo con fuerza y de repente los seis se encontraban pendiendo de un hilo al borde de un precipicio. Apple Bloom y Silver Spoon se habían quedado enganchadas a las raíces, estaban cerca del borde, solo que no podían alcanzarlo y tampoco podían moverse demasiado sentían el árbol meciéndose con la más ligera brisa; Sweetie Belle había logrado asirse de una rama lo suficientemente gruesa para que la soportara, la caída le había sacado el aire y le colgaban las patas traseras, pero al menos estaba segura en ella; Scootaloo fue quien había tenido la mejor de la suertes, cayó en el sinuoso tronco; quienes se habían llevado la peor fueron Diamond Tiara y Comet. Al ser los más alejados de la base del árbol, la potranca apenas logró salvarse sujetando una delgada rama que daba la impresión de que iba a romperse en cualquier segundo con uno de sus cascos, con el otro sujetaba la cola de Comet quien colgaba lánguido de cabeza, estaba inconsciente y le sangraba una sien. Había quedado noqueado al golpear la pared de roca cuando la potranca lo tomó por la cola. Ella era la única que evitaba que el joven unicornio encontrara la muerte treinta metros debajo. El asunto era que no estaba bien agarrada a ninguno de los dos, la rama o Comet; sentía que en cualquier momento alguno de los dos se resbalaría de sus cascos.

—¡Niños, ¿están todos bien?! —gritó una voz desde arriba. Vieron a su maestra y a muchos de sus compañeros asomados en el borde del acantilado.

—Estamos bien… —dijo Silver Spoon aturdida.

—¿Están los seis? —preguntó Cheerilee temerosa.

—Sí, estamos todos —respondió Sweetie Belle.

—Descuiden. Los vamos a subir —dijo Ámbar con angustia. Ambos guardabosques se abrieron camino entre la muchedumbre y los obligaron a retroceder. Cheerilee fue la única que se negó a hacerlo. No abandonaría a sus alumnos.

Trató de estirarse para alcanzar a alguna de las potrancas más cercanas, pero cada una estaba a metro y medio del borde. No las alcanzaba.

Se escuchó un grito.

—¡Me resbalo! —chilló Diamond Tiara. Su casco se había deslizado varios centímetros en la rama.

—¡Resiste! ¡Voy a ayudarte! —dijo Scootaloo al ver la precaria situación en la que se encontraba su compañera.

Se acercó lo más que pudo, resbalando en una ocasión, pero que pudo mantenerse a salvo.

—¡No te muevas! —le dijeron desde arriba, pero no obedeció.

—Sujeta mi casco —dijo estirándolo. Estaba a un par de centímetros de ella, pero ya no podía bajar más. No tendría de donde sujetarse ella misma.

—No puedo… Me caeré —dijo la potranca con lágrimas en los ojos de la impotencia.

—No vas a caerte —dijo Scootaloo para intentar tranquilizarla.

—No te alcanzo… Me caeré —volvió a chillar sintiendo que su casco se soltaría en cualquier momento.

—No… No dejaré que te caigas —dijo Scootaloo. Estiró tanto tu brazo como para alcanzar rozar el de Diamond Tiara. Ya no podía más. Sentía que el brazo se le desprendía—. Vamos… Sujétate a mí.

Sus palabras parecieron tranquilizarla lo suficiente para que no entrara en pánico. Aunque aún era casi imposible poder ayudarla en cualquier forma. Solo tenía un casco para sujetarse a cualquier cosa, soltar la rama para intentar tomar a Scootaloo era una sentencia de muerte, pero saber que ella estaba intentando ayudarla la calmaba. La otra opción era soltar al potro e intentar tomar a la pegaso.

—¡Voy a bajar? —indicó Ámbar antes de que Diamond Tiara considerara seriamente la segunda opción. Y atada a una cuerda y un arnés, comenzó a descender hasta llegar a la altura de Apple Bloom.

—Nosotras estamos bien. Debes ayudarlos a ellos primero —dijo la potranca.

—Ayude a Tiara. No aguantará más —dijo Silver Spoon con desesperación.

—De acuerdo —dijo Ámbar. Se preparó para bajar más.

Hizo el amago de bajar. Algo la detuvo. El árbol comenzaba a agitarse. Comet había vuelto en sí completamente histérico. Nadie podía culparlo; despertar y lo primero que ves es un precipicio frente a ti no ha de ser lo más agradable.

—Comet… Detente… Vas a hacer que… —chilló Diamond Tiara sintiendo la rama resbalar de su casco.

Todos comenzaron a decirle a gritos que dejara de moverse. El potro no escuchaba. Estaba presa del pánico.

El árbol cayó otro poco. El casco de Diamond Tiara resbaló. Su expresión no fue de terror, más bien una confusa al sentir la fuerza de gravedad tirando de ella otra vez. Pero antes de que pudiera procesar lo que había ocurrido, algo la cogió del brazo, parando su caída. Era Scootaloo había saltado de para alcanzarla, sosteniéndose por la cadera a la rama en de que la que se había sostenido la potranca. De pura suerte había resistido el golpe. Le dio una mirada de gratitud a Scootaloo con los ojos humedecidos.

El problema era que Comet seguía moviéndose como loco y el sentir la caída solo lo había empeorado aún más. Estaba frenético. Haría que el casco de Diamond Tiara se soltara nuevamente.

—Strong, bájame ahora —dijo Ámbar sintiendo el peligro.

Tomando fuerza de quien sabe dónde —la adrenalina a veces logra que uno haga cosas sorprendentes—, Diamond Tiara se balanceó propinándole otro golpe a Comet contra la pared de roca, dejándolo inconsciente por segunda vez.

Todo esto se tarda mucho en describir, pero en realidad sucedió en apenas unos segundos.

Como un efecto dominó, el tirón del árbol hizo que el resto de raíces se desprendiera. Ya no había nada que lo sostuviera ni a los potros a la ladera. Ámbar, en un intento desesperado por evitarlo, trató de tomar el tronco entre sus brazos. Decisión que casi le cuesta la vida. El peso extra tiró de ella unos diez metros abajo, casi arrastrando a Strong con ella. Su soga se rompió. Por muy poco logró asirse a una grieta.

Lo último que vieron todos con horror fue a los seis potros precipitándose al vacío.


Gracias a todos lo que siguen esta historia a pesar de lo que a veces tardo en publicar un capítulo. Con el trabajo hay poco tiempo para escribir, pero no la he abandonado. Espero sigan siendo pacientes, hay más aventuras de Comet por delante.

Un abrazo y un beso. Hasta la próxima.