CAPÍTULO 2
Por suerte para el equipo, sí funcionó.
Aunque las cosas no habían ido exactamente como lo habían planeado.
Sí, habían identificado al sudes, e incluso habían conseguido reducir a un par los locales donde era probable que actuara. Hotch había dividido el equipo en dos grupos, él mismo, J.J. y Rossi en un primer equipo, y Morgan, Emily y Reid en el segundo.
Morgan había rezado para que no fueran ellos quienes lo encontraran. No quería que Emily se enfrentara al sudes después de cómo había reaccionado en la morgue. Pronto descubrió que aquella noche no había nadie arriba que lo escuchara, y que tenía razón al considerar que Emily no debía intervenir.
Se habían situado en puntos diferentes en el interior del local. Por supuesto, no estaban solos. Había un grupo de agentes apostados en el exterior esperando su señal. Reid había sido el primero que lo había identificado, gracias a la descripción que había facilitado el testigo. El sudes, cuyo nombre aún desconocían, había fijado su atención en un joven rubio de veintitantos años. El muchacho reía sus bromas, ignorando totalmente el peligro que corría.
Poco después, el joven cruzó el local en dirección a una puerta al fondo de éste que, aparentemente, daba a los lavabos. Sin embargo, el sudes, en lugar de seguirlo, se mantuvo junto a la barra, a pocos metros de Emily. ¿Tal vez había se habían equivocado? ¿Tal vez aquella posible víctima no era de su interés?
— ¿Intervenimos?— Preguntó Reid a través del micro que llevaba discretamente oculto en el oído. La decisión no era sencilla. Sospechaban que el sudes iba armado y aquel lugar estaba repleto de gente.
— Aún no— Contestó Morgan. Era el jefe del segundo equipo, y por tanto él era quien debía dar la señal— Es muy arriesgado.
Fue en ese momento cuando el sudes pasó por delante de Emily siguiendo el mismo recorrido que el muchacho. La miró un segundo, con curiosidad, quizás demasiada, y luego continuó su camino.
— Emily, creo que te ha descubierto...— La advirtió Reid— ¿Qué hacemos?
Definitivamente, aquello no estaba saliendo como debía. Habían perfilado que el sudes sería desconfiado, y cauteloso, con lo que no era difícil imaginar que hubiera estado observando a los clientes del local antes de atacar a una nueva víctima, especialmente después de enterarse por las noticias que el FBI estaba sobre su pista.
— Va tras él...— Les alertó Emily, como si no hubiera escuchado nada de lo que había dicho Reid.
Y sin aguardar a que Morgan diera la señal, Emily lo siguió.
— Prentiss, espera— La instó Morgan en voz baja. Tenía un mal presentimiento, pero Emily, en lugar de obedecer su orden, desapareció tras la puerta antes de que él mismo pudiera dar un solo paso— Maldita sea, Emily — Murmuró— Y corrió para alcanzarla.
Sólo transcurrieron unos segundos, pero a Morgan le parecieron horas hasta que abrió la puerta de golpe, esperando lo peor.
No se equivocó.
Morgan no tuvo tiempo a reaccionar más que para desenfundar su glock y dispararle al sudes justo cuando éste apuntaba a Emily, que frente a él, no hacía ningún movimiento por defenderse. Sí, tal y como había sospechado Reid, el sudes se había percatado de que la policía estaba allí, y había sorprendido a Emily al cruzar la puerta, esperándola con su arma desenfundada. Lo único que la había salvado había sido que el sudes decidiera deleitarse con el terror en sus ojos antes de matarla. Y lo único que no había anticipado era la irrupción de Morgan y que éste no vacilaría en dispararle.
Para cuando llegó Reid, el sudes estaba en el suelo y el joven, que seguía sin saber que aquella noche era él el que podría ver muerto, había salido del servicio de caballeros, gritando horrorizado.
Reid pasó junto a Morgan, y se inclinó junto al sudes, le retiró el arma, y a continuación comprobó sus constantes vitales. Sólo con ver el charco de sangre y la herida en la cabeza, ya sabía que no existía ninguna posibilidad de que estuviera vivo, pero debía seguir el protocolo. Sólo entonces se volvió hacia sus dos colegas. Emily estaba pálida como un fantasma, y Morgan se había acercado a ella. Reid supuso que intentaba comprobar si estaba herida.
— ¿Emily está bien?— Preguntó Reid— ¿Qué ha pasado?
— Todo está bien— Morgan señaló hacia el joven que seguía histérico— Sácalo de aquí, Reid. Y avisa a Hotch.
Morgan era consciente de que el resto de agentes no tardarían en aparecer y no podían encontrarse a una de sus agentes básicamente en estado de shock. En cuanto estuvo a solas de nuevo con Emily, la tomó del rostro tratando de captar sus ojos. Su mirada era un pozo vacío. Le retiró el auricular del oído, y luego hizo lo mismo con el que él llevaba. No necesitaba que nadie escuchara sus conversaciones privadas.
Y por fin dijo lo que había estado en su mente durante todo el día.
— No es él, Emily. No es Doyle.
Sin embargo, la reacción no fue la que esperaba.
Emily alzó la vista, con la sorpresa reflejada en su rostro. Morgan se dio cuenta tarde de que había herido su orgullo. Básicamente lo peor que podría hacerle a Emily Prentiss.
— Ya sé que no es él, Morgan— Le espetó a la defensiva— No estoy loca.
Sin decir nada más, Emily se marchó de allí, cruzó el local, ahora repleto de agentes de policía, y salió al exterior, donde permaneció de pie, escuchando el sonido de las sirenas y contemplando las luces parpadeantes de los coches patrulla. Aquel corto recorrido fue suficiente como para arrepentirse de haberle contestado de aquel modo a Derek. No se lo merecía. A Morgan no le faltaba razón. Aquel caso la había afectado más de lo que habría querido admitir.
Morgan apareció poco después, y se detuvo a su lado.
Su intención había sido ayudarla, pero conociéndola como la conocía debía haber sido más cauteloso. Mencionar a Doyle definitivamente no había sido la mejor de las ideas.
— Oye...— Comenzó a disculparse.
— Lo siento...— Se adelantó ella— No debí hablarte así— Lo miró a los ojos— No actué racionalmente. Corrí tras él sin detenerme a pensar en mi propia seguridad. Desobedecí tu orden y me sorprendió. Debí recordar que habíamos perfilado que iría armado — Continuó y suspiró— Me salvaste la vida. Gracias.
Morgan no estaba seguro de si le estaba pidiendo disculpas de un modo personal o profesional. En cualquier caso, divisó a Rossi, Hotch y J.J., que acababan de llegar y estaban charlando con Reid, quien sin duda les estaba proporcionándoles detalles de lo ocurrido.
Derek y Emily se miraron, comprendiendo ambos que Hotch les pediría explicaciones. Que el sudes muriera siempre implicaba más papeleo, y en el caso de Morgan, que era quien había disparado, al menos una visita al psicólogo antes de volver al campo.
— Deja que yo hable— Le pidió Morgan en cuanto reparó en que Hotch se dirigía hacia ellos.
Morgan dio un paso al frente, en un gesto inconsciente de protección. Emily se cruzó de brazos, resignada a que por una vez debía seguir el consejo de Morgan. Éste se preparó para la batería de preguntas de su supervisor.
Pero nada de eso sucedió.
— Reid dice que fuisteis tras el sudes y éste sacó su arma.
Derek miró hacia Reid, que continuaba conversando con Rossi y J.J. unos metros más allá. No les había contado nada sobre la imprudencia de Emily. Derek sospechaba que él no era el único que trataba de protegerla desde que había regresado. Todos lo hacían a su manera.
— Así es— Corroboró Morgan— Mañana a primera hora tendrás el informe sobre la mesa.
— Strauss lo necesitará más que yo— Añadió Hotch encogiéndose de hombros.
Para él, no había mucho más que averiguar.
— ¿Regresamos esta noche?— Preguntó Morgan. Habían dejado sus bolsos en el hotel que García les había reservado, esperando que el caso se alargara más, pero finalmente todo se había resuelto sin necesidad de pernoctar.
Hotch asintió.
— Id a recoger el equipaje. Nos vemos en el jet.
Morgan calculó que llegarían de madrugada a Virginia, pero prefería dormir unas pocas horas a tener que pasar un día más allí.
— Gracias también por eso...— Dijo Emily una vez que estuvieron a solas— Y supongo que también tendré que darle las gracias a Reid... Odio la idea de que mintáis por mí.
Derek se volvió hacia ella
— ¿Crees que es gratis? Al menos me debes un masaje en el cuello— Se burló, haciéndola sonreír. Luego la tomó suavemente por los hombros— Vamos, le pediré a uno de los agentes que nos lleve.
El equipaje seguía en el vestíbulo esperando a que sus propietarios lo subieran a sus respectivas habitaciones. Mientras Emily se ocupaba del papeleo en recepción, Morgan se encargó de recoger el equipaje con ayuda del agente de policía que los había llevado hasta el hotel y que luego los trasladaría al aeródromo.
Menos de veinte minutos después, subían la escalinata del jet. El resto del equipo no había llegado, y Morgan calculó que aún tendría unos minutos para hablar con Emily. Ésta, por su parte, se había escabullido hacia la parte trasera del avión, refugiándose en el último asiento.
— ¿Quieres compañía hasta que llegue el resto?— Le preguntó Morgan, sin demasiada esperanza de que aceptara.
Emily ya estaba a punto de enfrascarse en la lectura del último libro que había comprado, poesía francesa en realidad. A Morgan siempre le había fascinado aquella faceta suya cosmopolita que siempre mostraba de forma sutil. Emily era aparentemente ruda, decidida y práctica, pero en el fondo aún conservaba los gustos y aficiones producto de su educación selecta.
Ella alzó un poco el rostro, vacilante.
— Depende, ¿Vas a darme una charla terapéutica?
Morgan sonrió mostrándole la palma de la mano en alto.
— Oye, vengo en son de paz.
Emily se reacomodó para permitirle el paso, y Morgan, sin dudarlo ocupó el asiento frente a ella.
No consiguió mucho más, puesto que de inmediato, Emily levantó el libro a la altura de sus ojos a modo de barrera entre ambos. Derek no entendía a qué venía aquella actitud agresiva pasiva, o quizás simplemente se estuviera burlando de él. Realmente no parecía molesta, más bien daba la impresión de que se esforzaba por demostrar que pese a lo sucedido su fortaleza era inquebrantable.
Morgan no pudo hacer otra cosa que leer el título de la obra que tenía delante.
— "Les fleurs du mal"— Consiguió pronunciar en un francés bastante lamentable. Morgan definitivamente no hablaba ni hablaría nunca francés ni siquiera a nivel coloquial, pero había estudiado lo suficiente en el colegio como para traducirlo como "las flores del mal" — Muy apropiado para nuestro trabajo— Se burló.
Emily mantuvo el libro en su sitio, ocultándole el rostro, pero aun así, Morgan supo perfectamente que estaba conteniendo la risa. Por supuesto él no se había esforzado en absoluto en mejorar su pronunciación. Buscaba precisamente aquella reacción.
Así que insistió.
Se inclinó sobre el libro y curioseó la portada, fingiendo que estaba muy interesado en averiguar algo más, en concreto su autor. Como ella continuaba sin ceder, con el pulgar y el índice, Morgan pinzó el libro por una de las esquinas, girándolo un poco hacia él.
— Charles...— Farfulló— Charles... Bau... Bade... Baud...
Aquello fue suficiente para Emily.
Apartó con brusquedad el libro hasta dejarlo sobre sus muslos.
— ¡Charles Baudelaire!— Resopló exasperada— ¡Por Dios, Derek! ¡¿Desde cuándo te interesa la poesía francesa?!
Morgan se echó hacia atrás en su asiento, con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro.
— No me interesa— Y acto seguido se colocó los cascos de música, y cerró los ojos— ¿Qué te pasa, Prentiss? Creía que no te apetecía conversar.
En esta ocasión, fue ella la que se inclinó sobre él, pero únicamente para tirar de los cascos y arrebatárselos.
— ¡Ay!— Se quejó Morgan— Si querías hablar sólo tenías que decirlo— Añadió con socarronería.
Emily jadeó, incrédula.
— Derek, yo no he dicho que quiera hablar— Le rebatió, ofuscada— Pero claramente tú sí lo necesitas— Dejó sobre el asiento contiguo el libro y los cascos, y luego sonrió con fingida resignación— Así que, habla. Tienes toda mi atención.
Morgan se encontró entonces con que no sabía qué decir. Básicamente sólo había pretendido asegurarse de que Emily estaba bien. No esperaba ese despliegue de "la indomable Emily Prentiss" en toda su extensión.
Descartando el caso, Doyle, su regreso, sus problemas de adaptación, las presiones a las que el equipo estaba sometido y por supuesto, la poesía francesa, a Derek no se le ocurría nada interesante. Sólo deseaba compartir tiempo con ella, recuperar los momentos perdidos y dejar atrás todos aquellos meses que habían sido una tortura tanto para ella como para el resto del equipo. Aún tenían temas que zanjar, pero casi siempre estaban rodeados de gente, y no siempre que coincidían a solas, como era el caso, se daban las condiciones idóneas. Necesitaban encontrar el momento y el lugar adecuados para charlar y reparar su amistad.
Una idea enlazó con la siguiente, y de pronto de sus labios salió sin filtrar lo primero que había venido a su mente.
— ¿Por qué no vienes mañana por la noche a cenar a mi casa?— Le propuso.
A Emily la tomó totalmente por sorpresa su propuesta, no sólo por la invitación en sí, sino por el nerviosismo de su voz. Abrió la boca, pero fue incapaz de responder. ¿A qué demonios había venido aquella invitación? Sólo podía ser una broma. Tenía que estar bromeando. Literalmente Emily jamás había estado a solas con Derek en su casa. Ni siquiera sabía dónde vivía. Se había enterado de que Morgan se había mudado durante su ausencia y no porque éste se lo hubiera mencionado sino porque García no podía mantener la boca cerrada. Y además, ¿era apropiado? Absolutamente no. No habría sido extraño que García y Morgan salieran juntos e incluso que durmieran uno en casa del otro. Era algo que sucedía de vez en cuando y todos sabían que lo hacían porque eran muy buenos amigos, pero ¿ella y Morgan? Definitivamente era un gran y mayúsculo "NO". Bromeaba, se burlaba de ella, no podía haber otra explicación.
Y sin embargo, al mismo tiempo, Morgan parecía totalmente sincero.
Allí estaba, frente a ella, con la mirada expectante, aguardando su respuesta.
Y Emily casi estuvo a punto de aceptar. Casi. Si no hubiera sido porque justo en ese momento se vieron interrumpidos por el resto del equipo que acababa de llegar, tal vez, y sólo tal vez, le hubiera dicho que sí.
Pero en lugar de eso.
— Lo que faltaba...— Farfulló Emily con un resoplido, y agarrando el libro, volvió a sumergirse en la poesía francesa ignorando completamente a Morgan, que viéndose rechazado, y un poco avergonzado, recuperó sus cascos de música y se reunió con el resto.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
