CAPITULO 13
Emily llegó rendida a su apartamento. Sólo quería darse una ducha, meterse en la cama y olvidarse de aquel día. Sentía que había estropeado la relación con Morgan que apenas había comenzado a recuperar. Estaba agotada, no solo física sino mentalmente. Y ahora también emocionalmente. Era incapaz de definir sus sentimientos por Morgan pero sabía que éste no olvidaría tan fácilmente lo sucedido en la cabaña. No lo dejaría pasar.
Ya en su dormitorio, se desvistió y entró en el baño. Sólo entonces recordó el desastre de las filtraciones de agua. Comprobó el techo, y descubrió que ya no había rastro de humedad en él. Debían haberlo reparado después de todo. Tomó nota mental para darle las gracias a Charlie por ocuparse de aquel asunto.
Se dio una ducha, cenó algo ligero y se fue a dormir.
No fue un sueño tranquilo. De madrugada se había despertado envuelta en sudor, presa de sus pesadillas. Aun así, consiguió conciliar de nuevo el sueño, hasta que las primeras luces del alba colándose por su ventana, la despertaron definitivamente.
No tenía que ir a trabajar, así que se remoloneó un rato más en la cama disfrutando del día libre sin más planes que no hacer nada.
Comprobó su teléfono móvil. No había mensajes. Lo hizo dos o tres veces a lo largo de la mañana. No, Derek había optado por dejarle su espacio.
O eso, o estaba demasiado molesto como para hablar con ella.
La ausencia de noticias de Morgan le provocó un doble sentimiento: alivio por un lado, y decepción por el otro. Emily Prentiss, la contradicción en estado puro.
Cerca del mediodía fue al apartamento de su vecina para agradecerle su premura en resolver el problema. Luego hizo lo mismo con Charlie, que hacía el turno de día en el edificio.
Por la tarde, optó por dedicar tiempo a la lectura. Así no tendría que pensar en su situación con Derek.
Oscurecía ya cuando recibió el mensaje de Morgan que, en realidad, había estado esperando.
"Lo siento si hice algo que te molestó"
Emily se sintió miserable. Después de todo lo ocurrido, de cómo lo había tratado, Morgan le estaba pidiendo disculpas. Y Emily tuvo miedo, tuvo miedo realmente de que los sentimientos de Morgan hacia ella fueran tan profundos que ninguno de los dos pudiera ser capaz de manejarlos.
Y ella. ¿Qué sentía ella?
Estaba aterrorizada.
Escribió y reescribió una y otra vez varios mensajes que nunca se atrevió a enviar. Cualquier cosa que pudiera decirle, sonaba banal, absurda. Podría haberlo llamado por teléfono, pero no tuvo valor. Ni siquiera se reconocía a sí misma en semejante cobardía. Ella no era así. O al menos, no quería ser así.
Y finalmente el día siguiente llegó.
Emily acudió a las oficinas de Quántico temprano. Había pasado otra noche infernal de pesadillas, y ello, unido a su propia inseguridad, a su propio sentimiento de culpa, no mostraba la mejor versión de Emily Prentiss.
Tan pronto llegó, se sentó en su escritorio. Maldijo en voz baja al reparar que sobre la mesa, estaba de nuevo el informe del caso Allen. Ya lo había entregado, pero las correcciones que había hecho Strauss, suponían que no estaba conforme con sus conclusiones. Tenía que ampliarlo y redactarlo de nuevo.
Emily resopló frustrada.
— Maldita sea...
Saludó con monosílabos tanto a Reid como a J.J. cuando se sentaron poco después en sus respectivos escritorios. Ignoró completamente a García, y en cuanto reparó en que Morgan entraba en la oficina, se escurrió al lavabo de señoras.
No es que se sintiera orgullosa de sí misma, pero su valor se había esfumado.
Necesitaba algo más de tiempo.
Y menos testigos.
Derek prefirió no insistir, convencido de que el trabajo no era el mejor lugar para mantener la conversación que tarde o temprano se tendría que producir. Por otra parte, había notado a Emily especialmente nerviosa y, conociéndola era preferible no presionarla.
Así que simplemente se encerró en su oficina con las persianas bajadas.
Unas horas después, Derek recibió la visita de García, para la que el mensaje silencioso de que no lo molestaran no suponía un obstáculo.
Llamó un par de veces a la puerta, pero entró sin que Morgan la llegara a invitar. La analista lo encontró sentado en su escritorio, en casi total oscuridad. Además de echar las persianas, había atenuado la luz.
— Por el amor de Dios, Derek, ¿Qué pretendes?, ¿quedarte ciego?— Le reprendió a modo de saludo.
— Me duele un poco la cabeza— Se justificó él, y no mentía. Todo aquel asunto le estaba pasando factura físicamente.
García se adelantó y se sentó frente a su amigo.
— ¿La cabeza? Cualquiera habría dicho que te estabas escondiendo.
Derek arrugó el ceño, y sonrió con tristeza, volviendo la vista hacia el expediente que había estado releyendo en la misma línea durante los últimos cinco minutos antes de que irrumpiera García.
— Sí, claro, soy yo el que se esconde...— Murmuró para sí mismo.
Notó entonces la mano de García sobre la suya, y alzó la vista de nuevo, sólo para encontrarse con los ojos escrutadores de su amiga.
— Entonces, ¿Quién se esconde? ¿Emily?— Lo cuestionó con astucia.
Derek abrió la boca, estupefacto. ¿Qué demonios había presenciado García para que sacara aquella conclusión? Se sintió repentinamente incómodo, y necesitó levantarse y alejarse de allí. Sólo hizo lo primero.
— No sé de qué me hablas, García.
Ella se giró en la silla, y lo estudió con ojos de perfiladora. No lo necesitaba en realidad, lo conocía demasiado bien.
Y había notado algunas cosas. Aquel día especialmente, tanto Emily como Morgan compartían el mismo malhumor.
—No utilices tus trucos conmigo — Lo regañó— ¿Qué está pasando entre vosotros?
Para García, era obvio que algo había ocurrido en Maine. La última vez que había hablado con ellos se habían comportado con normalidad, y ahora no sabía cuál de los dos estaba más evasivo.
— Nada— Se apresuró a negar Morgan. Hizo una pausa, conteniéndose para no revelar ningún detalle que no debiera ser revelado. Ni siquiera a ella— Oye, agradezco tu preocupación pero preferiría que no te inmiscuyeras en esto.
García estaba desconcertada. No era propio de Morgan hablarle así. Podía darse cuenta de su angustia, pero debía ser algo muy grave para que no fuera capaz de confiar en ella. O quizás no quería hacerlo porque implicaba a otra persona.
Y por otra parte, ¿por qué le rehuía la mirada? No podía dejarlo pasar. No quería que se metiera en problemas. Se levantó y se enfrentó a él.
— Derek, ¿Qué estás haciendo?—Insistió, endureciendo el tono.
Morgan la miró como si no la reconociera. Daba la impresión de que lo estaba acusando de algo perverso.
No hubo lugar a réplica. La puerta se abrió sin previo aviso y detrás de ella apareció Hotch con gesto altamente preocupado.
— Morgan, vamos a mi despacho. Necesito hablar contigo a solas.
Derek y García compartieron una mirada confusa, pero ninguno de los dos cuestionó la petición de Hotch. Su rostro serio, y circunspecto no dejaba lugar a dudas de que se trataba de algo urgente.
Morgan lo siguió por el descansillo hasta llegar a la oficina de Hotch. Tuvo tiempo de echar un vistazo a lo que ocurría en la planta inferior, pero todos seguían trabajando en sus puestos con normalidad.
Una vez en el interior del despacho, Hotch cerró la puerta, y se volvió hacia él.
— ¿Dónde estuviste la noche del quince al dieciséis?— Le interrogó sin más preámbulo.
Morgan tuvo que hacer memoria dentro de su total desconcierto. ¿El quince qué había sido? ¿Jueves? ¿Viernes? Y entonces cayó en la cuenta. Aquella había sido la noche en que Emily había cenado en su casa. Lo primero en lo que pensó era que aquello debía tener relación con el incidente del vehículo de Emily, pero de inmediato descartó la idea. En ese caso, estaría Emily allí y no él.
— En casa— Respondió escuetamente y omitiendo deliberadamente la presencia de Emily— ¿Ocurre algo?
A Morgan no le gustó lo más mínimo el modo en que Hotch frunció el ceño.
— ¿Conoces un local nocturno que se llama "Andrómeda"?— Continuó Hotch ignorando su pregunta— Está cerca de…
— Sé dónde está— Zanjó Morgan el tema— He ido allí bastantes veces.
Especialmente durante la ausencia de Emily.
Hotch arrugó aún más el ceño. Lo que nunca era un buen indicador.
— ¿Últimamente?
Y Morgan se hartó de aquel examen sobre su vida privada.
— No diré nada más si no me explicas qué está pasando.
Aun así, Hotch se mantuvo en actitud reflexiva.
— Ha habido una denuncia… Aún lo estamos investigando. Una mujer se presentó esta mañana en la estación de la policía del Distrito 37 y afirmó que había sido agredida a la salida de ese local.
Derek estaba desorientado.
— ¿Y qué tiene que ver eso conmigo? ¿La conozco?
— No lo sé, Derek. Pero te identificó como el agresor.
Morgan dio un paso atrás. Aquella acusación infundada le traía demasiados recuerdos de otra por la que había pasado años atrás, cuando su antiguo mentor le había tratado de inculpar del asesinato de unos niños.
— ¡¿De qué demonios estás hablando?!— Chilló, totalmente en shock— ¡¿Cómo iba a identificarme si ni siquiera estuve allí?!
Hotch alzó las manos, en un gesto de calma.
— Morgan, ni siquiera sabemos quién es ella. No dio su nombre, cuando fueron a tomarle los datos salió huyendo. Sólo informó lo suficiente como para asegurarse de que la policía nos llamaría. Dio tu nombre, tu descripción física e incluso dijo que eras agente del FBI. Por eso estás hablando conmigo y no con la policía. Pero están tratando de encontrarla y créeme que si ella insiste en su denuncia esto traerá problemas… Dijo que la habías agredido sexualmente.
Derek fue incapaz de escuchar una sola palabra más. ¿Agresión sexual? Aquello era una maldita pesadilla. No podía estar sucediéndole algo así por segunda vez.
— ¡No creerás que lo hice!— Exclamó sobrepasado por la situación.
— Claro que no, Derek… Sólo digo que…
— ¡¿Y entonces por qué me estás interrogando como si fuera un criminal?!— Le recriminó Morgan fuera de sí— ¡¿Necesito un puto abogado?!
— Morgan…— Intentó tranquilizarlo Hotch— Tienes que entender…
— ¡No!— Le replicó Derek— ¡No quiero escuchar nada más! ¡Es absurdo!
Y acto seguido salió del despacho de Hotch dando un portazo tan fuerte que el grupo de agentes de la unidad que, alertados por García, se habían reunido a esperar junto a la zona de escritorios, se volvieron hacia el sonido, sólo para ver a Morgan bajar las escaleras hecho una furia, y a Hotch detrás de él, tratando de detenerlo.
Rossi se adelantó al resto, e interceptó a Morgan antes de que comenzara a tomarla contra algún mueble, y prácticamente a rastras se lo llevó hasta la sala de reuniones, fuera de la vista del resto del personal de la oficina.
Los otros cuatro agentes aprovecharon para acercarse a Hotch y pedirle una explicación.
— Señor…— García, que a aquellas alturas tenía no podía controlar su nerviosismo, le dirigió una mirada casi de súplica a su jefe— ¿Es grave?
Hotch estudió a los cuatro agentes. Cuando lo habían llamado para comunicarle lo sucedido, había decidido llevar aquel asunto con la mayor discreción posible, pero claramente no iba a poder ocultarlo mucho más tiempo y teniendo en cuenta la reacción de Morgan, iban a necesitar toda la ayuda posible. Y si alguien allí podría calmarlo y hacerlo reaccionar, era García.
— Vamos dentro.
Para entonces, Emily estaba tan confusa como el resto. Al entrar en la sala de reuniones, se encontró a Rossi sentado en la esquina de la mesa redonda, y a Morgan paseando como un loco de un lado para otro, refunfuñando y dándose golpes en la palma de la mano con el puño.
Por primera vez se arrepintió de haberlo estado ignorando desde que habían vuelto de Maine.
Morgan resopló al reparar en la presencia del equipo al completo.
— ¿Tenías que contárselo?— Le recriminó a Hotch.
— No les he contado nada— Le aclaró éste, y luego añadió— Aún. Pero creo que pueden ayudarnos con este asunto. Derek, ¿has tenido problemas con alguien en ese local? ¿Seguro que no estuviste...?
— ¡Te he dicho que no!— Le espetó Morgan— ¡¿Quieres que te dibuje un maldito diagrama?!
Los agentes se miraron atónitos entre sí. Pocas veces habían visto a Morgan faltarle el respeto a su superior de aquel modo. Y lo más sorprendente era que Hotch había preferido no reprochárselo.
— ¿Qué tal si nos calmamos y nos explicáis qué está pasando?— Intercedió Rossi.
— Una mujer a la que ni siquiera conozco ha decidido acusarme de agresión— Explotó finalmente Morgan, escondiendo tras su tono amargo, una gran cantidad de ira que se reflejó en su rostro— Y Hotch me ha estado interrogando como si pudiera haber algo de verdad en ello.
— ¿Una agresión?— Preguntó J.J. Notó que Emily a su lado, se tensaba. La morena, parecía haber entrado en shock — ¿Cómo que una agresión?
— Sexual— Aclaró Hotch. Y su aclaración sólo sirvió para que se horrorizaran aún más— Pero se fue antes de dar su nombre. Hizo lo suficiente sólo para causarle problemas a Morgan. La policía está intentando localizarla.
— Es imposible que nadie crea algo así…— Dijo Reid mirando a su compañero con inquietud. Morgan era para él como un hermano mayor y no quería verlo sufrir por una acusación totalmente infundada.
— La policía tiene la obligación de investigar… — Señaló Rossi— Esto se solucionaría muy fácil si simplemente puedes demostrarles que no estuviste en el lugar y momento de la agresión… Prácticamente hemos estado viajando de un caso a otro.
— Estaba en mi casa— Explicó Morgan por enésima vez.
— ¿Anoche?— Asumió García— ¿Se supone que eso sucedió anoche?
Derek negó con la cabeza. Sentía los ojos de Emily sobre él. Estaba tan conmocionada como él mismo. Morgan se preguntó en qué estaría pensando. Sabía que Emily jamás habría dado por ciertas aquellas acusaciones pero simplemente el hecho de que tuviera que presenciar aquello, le resultaba grotesco.
— Después del caso de Denver— Les aclaró Hotch— La noche siguiente a nuestro regreso.
Las fechas no encajaron en la cabeza de Emily tan fácilmente como le había sucedido a Morgan poco antes.
— Pero esa noche…— Vaciló Emily por primera vez mientras trataba de organizar su propio calendario mental, y entonces sus ojos se encontraron con los de Morgan, que hizo un gesto de negación con la cabeza.
Emily abrió los ojos de par en par, al despejar cualquier duda sobre la fecha en cuestión.
— Derek…
— Emily, no— Le advirtió, éste— No importa… Lo resolveré solo.
La atención del resto de agentes se centró entonces en la pareja.
— Estabas conmigo— Dijo Emily sin más.
Ni siquiera lo pensó. Sus reticencias iniciales a compartir con el resto su cena con Morgan, eran irrelevantes ante una acusación tan grave. Ni por un instante se planteó ocultarlo.
— ¿Estaba contigo?— Repitió J.J., a su lado.
No fue hasta ese momento en que Emily reparó en las miradas más que intrigadas del resto. Morgan por su parte, había optado finalmente por sentarse, resignado a que comenzara de nuevo el interrogatorio después de la revelación de Emily.
— Será mejor que aclaremos todo esto— Dijo entonces Hotch, instando a los demás a unirse a Morgan alrededor de la mesa.
Y eso fue lo que hicieron.
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