CAPÍTULO 25

— ¡Lo tengo!— Exclamó García.

Había pasado la última hora tratando de localizar las imágenes de la sudes, dentro del intervalo de tiempo que Murphy les había proporcionado. Faith, la había llamado Murphy, que ya había sido liberado del tormento del interrogatorio y había regresado a su unidad de delitos fiscales; pero nadie creía realmente que aquel fuera su verdadero nombre.

Los otros seis agentes se inclinaron sobre la analista, observando más de cerca la pantalla.

Efectivamente, las cámaras la habían captado por los pasillos de la planta que albergaba la UAC.

— ¿Puedes obtener un plano del rostro?— Le pidió Emily.

García le dirigió una mirada ofendida.

— ¿Pueden los pájaros volar?

Emily se mordió el labio, avergonzada.

J.J. sonrió, compadeciendo a Emily por haber cometido aquel error tan básico. Dudar de las capacidades de García.

Ésta, absorta de nuevo en la pantalla, encuadró el rostro de la sudes en un momento en que se giraba hacia la cámara, y a continuación amplió la imagen.

Y de pronto, allí estaba, frente a ellos, la mujer que habían estado buscando durante tanto tiempo.

Sin embargo, tanto para Morgan como para Emily resultó que no era ninguna desconocida.

— Tiene que ser una broma— Masculló Emily sin poder creer lo que veían sus ojos.

— Esa es Emma— Reveló acto seguido Morgan. Durante las últimas horas, había tenido tiempo de explicarle al equipo con más detalle todas sus suposiciones sobre la mujer que había invitado a su casa — Ahí está rubia, pero es ella.

Emily se volvió hacia él, absolutamente perpleja.

— ¿Esa es Emma?

Intercambió una mirada con J.J. que, aunque había tardado un poco más en reconocer las facciones de la sudes, bajo aquel cabello rubio, había llegado a la misma conclusión que Emily.

— ¿Emma y Marjorie son la misma persona?

Ahora era Morgan el confuso. Había escuchado perfectamente a J.J., pero en su cabeza, aquello simplemente era una locura.

— Espera, ¿Marjorie? — Reid recordaba aquel nombre— ¿Tu vecina?

— Mi vecina— Confirmó Emily, aún con la conmoción de descubrir que la había tenido todo aquel tiempo viviendo a sólo unos metros de ella— Dios… La dejé entrar en mi casa…— Se lamentó. Se sentía como una estúpida. ¿Cómo podía haber sido tan confiada?

Hotch se solidarizó con ella.

— No podías saber que era ella.

Emily no estaba tan segura. Era una agente preparada. Era absurdo que la hubiera engañado de aquel modo. Recordó la visita que le había hecho para interrogarla, y comprobó su teléfono móvil ante las miradas atentas del resto de perfiladores.

— Maldita sea…— Murmuró— No tengo ninguna llamada suya… Me dijo que había intentado contactar conmigo… Ni siquiera lo verifiqué.

— No tenías motivos para hacerlo— Insistió Rossi— Emily, has estado sometida a mucha presión.

Con presión o sin ella, era un error que no debía haber cometido. Se volvió hacia Derek, que no parecía sentirse mucho mejor que ella. Claramente se culpaba de toda aquella situación. Al fin y al cabo, él la había traído a sus vidas.

— ¿Crees que vendrá si la llamas?— Aventuró J.J.

— Hazlo— Le pidió Morgan— En cualquier caso, podríamos localizar la llamada y averiguar si sigue en su apartamento.

Aunque sospechaban que ya no la encontrarían allí.

Emily marcó el número de Marjorie, y esperó. El teléfono dio varios tonos, pero nadie atendió.

— Nada — Les informó, frustrada.

— Entonces, vamos a por ella— Les ordenó Hotch.

Y con esa consigna, el equipo al completo, a excepción de García, por supuesto, se dirigió al edificio de apartamentos.

En tromba cruzaron el vestíbulo, sorprendiendo a Charlie, que estaba terminando su turno.

— Charlie, ¿has visto a Marjorie?— Le preguntó Emily mientras el equipo se desplegaba por el edificio.

Éste arrugó el ceño, tratando de comprender por qué la inquilina del 803, se había convertido en persona de interés para los agentes.

— Se ha marchado hace como unos quince minutos…— El conserje vaciló un momento— Parecía que tenía prisa. Ni siquiera se despidió.

Sólo Reid, que era el más cercano a Emily, lo escuchó y se detuvo en seco. Intercambió una mirada de pura frustración con Emily.

— ¡Se acaba de marchar!— Exclamó para alertarlos. El resto de agentes se volvieron hacia ellos, con la misma expresión frustrada dibujada en el rostro.

— J.J., Rossi, comprobad el exterior del edificio— Les instó Hotch— Los demás, a su apartamento.

Los agentes subieron en el ascensor, y en cuanto las puertas se abrieron al llegar a la octava planta, corrieron hacia el apartamento de Marjorie. Sin pensárselo dos veces, Morgan le propinó una patada a la puerta con tanta fuerza que ésta se abrió de golpe, chocando de forma estruendosa contra la pared.

Y a pesar de que ya tenían la certeza de que Marjorie no estaría allí, extremaron las precauciones al entrar. No querían llevarse ninguna sorpresa desagradable.

Se desperdigaron por el interior del apartamento, que tenía la misma distribución que el de Emily. Ésta se adelantó junto a Reid, decididos a inspeccionar el dormitorio, mientras Hotch y Morgan revisaban el resto del apartamento.

El salón y la cocina, estaban impecables.

La pesadilla comenzó precisamente en el dormitorio.

El olor nauseabundo los golpeó tan pronto abrieron la puerta y cruzaron el umbral.

Emily se llevó la mano a la nariz y la boca, con gesto de asco, mientras Reid daba un paso hacia atrás. ¿Cómo podía la sudes haber dormido allí?

Y por supuesto, el olor era inconfundible.

— ¡Aquí hay algo…!— Anunció Emily.

Morgan y Hotch interrumpieron su inspección de la sala, y se reunieron con ellos en el dormitorio. La reacción al desagradable olor no se hizo esperar.

Todos asumían ya que allí había un cadáver, aunque ninguno lo mencionara en voz alta.

En cualquier caso, estaban demasiado impactados por el siguiente descubrimiento que hicieron. Morgan señaló hacia la pared del cabecero de la cama. Estaba inundada de fotografías.

Fotografías suyas, fotografías de Emily, fotografías de ambos juntos. Y fotografías de la sudes. Se acercó a examinarlas, seguido de Emily y Hotch. Reid, por su parte, había decidido localizar el origen del olor y había entrado en el baño del dormitorio.

— ¿Durante cuánto tiempo nos ha estado vigilando?— Morgan lanzó la pregunta al aire.

No sólo se trataba de que hubiera decenas, cientos quizás de fotografías, acumuladas incluso unas sobre otras, sino de que se remontaban a meses atrás, cuando ni siquiera Emily había regresado.

— Mira, Derek— Emily señaló entonces un grupo de imágenes en particular— Es la misma fotografía que me envió… Y ahí hay otras… Contigo, en la cama.

Morgan estaba horrorizado. No tenía consciencia de que nada de aquello hubiera ocurrido. Recordaba perfectamente haberse ido a dormir. Algo mareado, quizás, pero nada que le hiciera suponer que le habían suministrado ningún tipo de sustancia.

— No creo que sea un montaje— Apuntó Hotch, que se había situado detrás de la pareja. Tal y como se habían precipitado los acontecimientos durante la mañana, García no había tenido tiempo de comprobarlo — Parece que te drogó. Tomaría esas fotos mientras dormías.

Pero es que además, había toda una colección de fotografías de la sudes. Muchas en la vivienda. Tanto en el interior como en el jardín. Morgan las observó con más detalle. Algunas de aquellas paredes, las había pintado de otro color al menos un par de semanas después de que Emma estuviera allí, así que fácilmente podía deducir que había regresado en más de una ocasión.

— Son de diferentes momentos. Lo sé por el color de la pintura. No entiendo… ¿Cómo pudo entrar con tanta facilidad durante tanto tiempo?

Y algo entonces hizo "click" en la cabeza de Emily. Una conversación en particular que había tenido con Morgan la noche en que habían cenado juntos.

— Derek… Dijiste que habías encontrado muerto a tu perro…

Morgan se volvió hacia ella, espantado. Había asumido que Clooney había muerto por causas naturales, pero ahora tenían plenamente sentido las sospechas de Emily. Clooney habría alertado a los vecinos si hubiera entrado ella sola en la casa.

— Murió poco después de que ella estuviera allí— Recordó con horror.

Hotch contempló a sus dos agentes. No habría sabido decir cuál de los dos parecía más afectado. Estaban conmocionados y posiblemente ni siquiera se habían percatado de que aquello era aún peor. No tenían la menor idea de dónde estaba la sudes ni de quien era realmente.

Y justo en ese momento, Reid reapareció.

— Hay un cadáver en el baño. Debe haber muerto hace días, quizás una semana o más.

Eso lo determinaría el forense, por supuesto, pero en cualquier caso significaba que la sudes era mucho más peligrosa de lo que habían creído en un principio.

Los cuatro agentes salieron del dormitorio. Tendrían que llamar de nuevo a la unidad científica para que comprobaran si había huellas, y al forense.

De vuelta en la sala, Hotch pulsó el contacto de García. Tenían que actuar rápido si querían atraparla.

— García, tenemos que averiguar quién es… Trata de localizarla con todos los nombres que ha utilizado— Le pidió, aunque dudaba que ninguno de ellos fuera real. Se volvió hacia Emily— ¿Te dijo su apellido?

Emily no tenía ese dato. Tal vez J.J. Aún no habían tenido tiempo de redactar ningún informe por escrito.

Salió fuera del apartamento. Rossi y J.J. acababan de regresar. Rossi estaba tratando de tranquilizar a uno de los vecinos, que alertado por el ruido había salido a preguntar qué ocurría, y el agente había aprovechado para interrogarlo por si había presenciado algo extraño.

— No hay rastro de ella… ¿Qué tal ahí dentro?— Se interesó J.J., asomando la cabeza hacia el interior del apartamento.

— Hay un cadáver en el baño— Le informó Emily escuetamente— ¿Recuerdas el apellido de Marjorie? Lo necesitamos para que García haga la búsqueda.

— Sí, claro… Tenía un apellido extraño— Dijo J.J. y junto a Emily entraron de nuevo en el apartamento, donde Hotch seguía con García al teléfono, ahora en manos libres— García, búscala por el nombre de Marjorie Nagrom.

— ¿Nagrom?— Preguntó García al otro lado del teléfono— ¿Cómo la ciudad?

La mente privilegiada de Reid, tardó sólo unos segundos en comprender el sentido de aquel apellido.

— No, como Morgan— Desveló el genio— Es un anagrama de tu apellido, Derek.

Morgan cerró los ojos, agotado de toda aquella red de mentiras.

— Entonces no la encontraremos por su nombre…— Se lamentó éste, expresando en voz alta lo que era una evidencia.

— Intentaré el reconocimiento facial— Propuso entonces García— Os llamo en cuanto tenga algo.

A continuación, la comunicación se cortó.

Emily echó un vistazo a su alrededor. La horrible sensación de ahogo, de que todo era un mal sueño, que había tenido aquella mañana, regresó. Se sintió oprimida entre aquellas cuatro paredes, justo encima de su apartamento. Era demasiado.

— Creo que necesito tomar el aire— Dijo, y seguidamente abandonó el apartamento.

Hotch se volvió hacia Morgan con gesto de preocupación.

— Espero que sepáis en qué os estáis metiendo.

Derek no era tan iluso como para ignorar que aquello tendría consecuencias, y sabía que Hotch no se estaba refiriendo sólo al ámbito laboral. A ninguno de ellos le gustaba ver a Emily tan afectada. No se merecía pasar por algo así después de todo lo que había sufrido.

Recibió una mirada cálida de J.J., más proclive a comprender a sus amigos.

— ¿Qué hace esto aquí?— Preguntó repentinamente Reid. Se había apartado hacia la zona de la cocina, que no habían terminado de registrar, con la esperanza de encontrar alguna pista— ¿Esto no estaba en la sala de pruebas?

Los otros tres agentes se volvieron hacia él. Reid sostenía en alto el colgante que Doyle le había regalado a Emily. Lo había localizado sobre la encimera de la cocina, junto a una nota manuscrita.

En un primer momento, Morgan fue incapaz de reaccionar, ¿cómo podía haber llegado aquel maldito colgante a manos de la sudes? Era imposible que se hubiera podido colar en la sala de pruebas.

— ¿Qué dice la nota?— Preguntó J.J. acercándose a Reid.

Reid se la entregó en lugar de leerla.

J.J. le echó un vistazo breve, y luego se dirigió a Morgan, que finalmente había conseguido moverse para unirse al grupo.

— Es para ti, Derek…— Le informó en voz baja. Algo en su expresión le indicó a Morgan que no iba a ser bueno.

Morgan la leyó en silencio.

"Mi príncipe, ésta es la prueba de que ella no te ama. Aún conserva su recuerdo. Su corazón siempre le pertenecerá a él. Yo te seguiré esperando"

Para Morgan, aquello sólo podía significar una cosa. Y le resultaba inconcebible. Con la sombra de la decepción en su rostro, agarró el colgante y salió del apartamento, con la intención de confrontarla.

Y allí estaba ella, la mujer a la que había entregado su corazón, charlando tranquilamente con Rossi.

— ¿Lo tenías guardado?

Emily se volvió hacia él, desconcertada. ¿De qué hablaba? El desconcierto se esfumó en cuanto identificó el colgante en su mano.

— Derek…— Comenzó a excusarse, pero lo cierto era que no se le ocurría nada con sentido, y lo único que salió de su boca fue la frase más obvia jamás inventada— No es lo que crees…

Derek jadeó, dolido.

— ¿No lo recuperaste de la sala de pruebas para conservarlo de recuerdo?

Emily fue incapaz de negar sus palabras. Quizás no como recuerdo, pero era evidente que había sido decisión de ella conservarlo.

Al mismo tiempo, Emily no entendía por qué Morgan estaba tan furioso. Podía comprender que se sintiera confuso, habría podido lidiar con eso, pero claramente no se trataba sólo de eso.

— ¿Podemos hablarlo en privado?— Le pidió en voz baja.

Morgan dio un paso atrás.

— ¿En privado? ¿Para qué? Nuestra vida ya está expuesta… ¿Qué puede importar ya?

Emily cruzó sus ojos momentáneamente con J.J. que claramente no se sentía cómoda con la idea de ser testigo de aquella discusión. Rossi, a su lado, y Hotch y Reid, junto a la puerta del apartamento, mantenían un prudencial silencio, debatiéndose en si debían intervenir o no.

— Está bien…Pedí que me lo devolvieran… — Admitió ella, sólo porque no le quedaba más alternativa— Pero por ninguna de las razones que crees. No podía simplemente dejarlo allí, tienes que entenderlo…

Para Morgan, sus explicaciones atentaban contra el razonamiento lógico más básico. ¿Qué había que entender? No existía absolutamente ningún motivo medianamente coherente para haber hecho algo así.

— No puedes estar hablando en serio…— Le reprochó bajando la voz— Emily, es enfermizo.

Aquello la ofendió. No creía que se mereciera ese tipo de insultos.

— No tienes derecho a juzgarme, Morgan.

— ¡¿Juzgarte?!— Morgan alzó la voz. Podría estar dolido, incluso irritado, pero sobre todo, le inquietaba su reacción a la defensiva, como si fuera natural desear mantener cerca de ella, algo que hubiera pertenecido al hombre que casi había acabado con su vida. No podía imaginar nada más morboso— ¡¿Juzgarte, Emily?! ¡¿Es conmigo con quien estás molesta después de todo lo que te hizo?!...— Hizo una pausa y clavó sus ojos en los de ella — Y no estoy hablando sólo de la noche del almacén.

Aquella fue la señal para que Rossi decidiera a intervenir, ya solo fuera porque era el que más cerca se encontraba de la pareja.

— Morgan, Emily tiene razón, deberíais hablar esto en otra parte.

Pero ninguno de los dos lo escuchó.

— ¿Pero de qué estás hablando? — Lo cuestionó Emily con la voz entrecortada.

La ambigüedad de sus palabras la habían dejado perpleja. No entendía a qué se refería.

Y Morgan, por su parte, no entendía su perplejidad.

— Emily, prácticamente admitiste que te violó— Le recordó en voz baja, sumido en la incredulidad. La inquietud por ella no había hecho sino aumentar a medida que avanzaba la discusión y Derek se dio cuenta de que Emily aún estaba atrapada en el trauma de su pasado— ¿De verdad necesitabas guardar ese maldito colgante?

A Emily la sobrecogió aquella acusación. De reojo, comprobó si el resto lo había escuchado, aunque estaba segura de que al menos Rossi sí lo había hecho. No tardó en reconocer la misma expresión de espanto que tenía Rossi en su rostro, en el resto.

Maldita sea.

Pero lidiaría con aquello más tarde. Ahora, tenía frente a ella a Morgan, mirándola como si no la reconociera, como si estuviera trastornada. Eso le dolió más que ninguna otra cosa.

— Morgan, yo jamás te dije eso…— Balbuceó ella. Se sentía profundamente avergonzada de que los demás presenciaran algo que concernía a su más estricta intimidad. Y era Morgan quien la había expuesto de aquel modo — Malinterpretaste lo que te conté — Alzó un poco la voz, sólo para asegurarse de que el resto lo escuchara.

Y el resto, seguía allí, sin saber qué hacer, comenzando a plantearse que lo más sensato era dejarlos a solas, y al mismo tiempo, temiendo hacerlo. Habían sido atrapados en una discusión privada a la que ninguno de ellos habría querido ser invitado. Rossi se apartó discretamente de la pareja, y con un gesto de negación se acercó a los otros tres perfiladores, aún reunidos junto a la puerta del apartamento, contemplando atónitos la escena.

— Y lo peor es que lo crees de verdad… Lo sigues justificando— Continuó Morgan, totalmente ajeno a lo que ocurría a su alrededor. El dolor se reflejó en su rostro. Sí, podía estar siendo injusto con ella, pero eso no hacía menos verdaderas sus palabras. Era ella la que se negaba a admitir que aún estaba vinculada con Doyle de un modo tóxico, hasta el punto de seguir negándose a reconocer lo que había ocurrido aquella noche, hasta el punto de que no había podido evitar solicitar la devolución del colgante, en un acto totalmente consciente y premeditado. Y eso lo disgustaba, lo irritaba, y habría querido tener a Doyle delante de él, sólo para hacerle pagar todo el daño que le había hecho a Emily, pero ya estaba muerto, y no podía descargar su furia contra él. A la única persona que tenía delante era a Emily, y fue en ella en quien finalmente vertió su ira — Si querías conservar un recuerdo de él, no sé por qué te molestaste en eliminar el maldito trébol con el que te marcó.

Emily abrió los ojos de par en par. Un jadeo salió de su garganta. Su último reproche se le había clavado en el corazón como un puñal.

Y ni siquiera parecía arrepentido.

— ¡Derek, basta ya…!— Exclamó J.J. , acercándose a la pareja. Podía notar el sufrimiento tanto en Morgan como en Emily, y odiaba la sensación de que quizás aquello fuera irreparable. Se interpuso entre ambos, que mantenían los ojos el uno en el otro, a cual más decepcionado — Es suficiente. ¿No veis que esto es justo lo que esa mujer pretendía conseguir?

Emily la miró un instante, repasando en su mente todo lo que había sido su relación con Morgan en los últimos meses hasta llegar a este punto. Tantas dificultades y tantos miedos y dudas que creían haber superado. ¿Se habían estado engañando todo aquel tiempo?

¿Había sido todo un error?

— Pues felicitadla de mi parte cuando la detengáis— Dijo con una frialdad que le heló el corazón a Morgan — Porque lo ha conseguido.

Morgan dio un paso hacia ella, lamentando finalmente sus palabras, producto de la parte más oscura de su ser.

—Oye…— Su mano se alzó levemente hasta alcanzar su antebrazo.

Emily se volvió hacia él, con su rostro convertido en una máscara sombría.

— Ya has dicho suficiente, Morgan— Bajó el rostro hacia el suelo, y suspiró hondo, intentando controlar el cúmulo de emociones que amenazaban con desbordarla— Voy a mi apartamento… Necesito reorganizar todo…

Y no se refería sólo al mobiliario y a sus enseres personales.

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