Nota.- Mil gracias por los comentarios, y otras mil por seguir ahí, leyendo.

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CAPÍTULO 27

Las pesquisas de García no habían dado resultado. Ni las huellas. Ni el teléfono. Aquella mujer era como un fantasma. Los agentes esperaban que alguien pudiera identificar su rostro una vez que lo publicaran en los informativos de todo el país. De lo contrario, no podrían hacer nada más hasta que la sudes decidiera actuar de nuevo, con todas sus implicaciones.

A lo largo de la mañana, Emily había conseguido evadir con éxito a Hotch, al que había convencido de que ya no era necesario que Morgan hablara con Strauss y de que le diera algo de tiempo para informarle sobre su conversación con la jefa de sección. La única razón real era que necesitaba contarle a Derek la verdad antes que al resto del equipo.

Había llamado a Clyde para confirmarle que aceptaría su propuesta, respetando ciertas condiciones. A Clyde no le importaba lo más mínimo qué tipo de condiciones fueran, siempre y cuando Emily se trasladara a Londres lo antes posible. Lo demás, sería renegociable en el momento oportuno

Una vez solventado aquel asunto, quedaba lo más difícil.

A última hora de la mañana, Emily encontró su oportunidad. La búsqueda frenética de la sudes se había ralentizado, y al fin y al cabo, tenían más casos que atender. Esperó a que Morgan se encerrara en su despacho. Apenas había hablado con él y, cuando lo había hecho, siempre había alguien alrededor, por lo que básicamente se habían limitado a temas profesionales.

Ahora Emily debía atender su vida personal.

La oficina le pareció un lugar más adecuado que la casa de cualquiera de los dos. En el fondo, temía que en un lugar más privado, él pudiera convencerla de que se quedara. Emily vaciló antes de llamar. El temblor en sus manos se negaba a abandonarla. Sintió un hormigueo recorriéndole el estómago, y su corazón comenzó a palpitar desbocado.

En el interior, Derek escuchó un par de golpes suaves en la puerta.

En lugar de exclamar un "adelante", abrió. Se sorprendió al comprobar que se trataba de ella, no la esperaba. Se fijó en su expresión, nerviosa, incluso abrumada

La miró, perplejo.

Y Emily, antes de que pudiera darse cuenta, notó que la familiar sensación de ahogo, de opresión, la traicionaba. Abrió los ojos, paralizada, incapaz de enfrentar aquel momento.

Morgan se acercó a ella. Su mano se posó en su cintura.

— ¿Emily?

Y en lugar de contestar, Emily simplemente lo miró angustiada, mientras luchaba por mantener la estabilidad. Sus piernas le fallaron miserablemente y tuvo que sostenerse en Morgan.

La ansiedad era una maldita compañera de viaje.

— Estoy bien— Logró decir con voz apenas audible— Sólo necesito sentarme un momento.

Derek la guió hasta un pequeño sillón en una esquina de la oficina.

Se acuclilló junto a ella y dejó que se recuperara. Y esperó. Esperó a que ella le contara qué la había dejado en ese estado.

Durante largo tiempo, Emily no dijo una sola palabra, simplemente porque no tenía idea de cómo compartir la decisión que había tomado a sus espaldas. ¿Existía alguna forma de suavizar la noticia? A su entender era imposible.

Sus propias emociones amenazaban con desbordarla y no podía permitirlo. Bajó el rostro, concentrándose en su respiración, recuperando el control.

— Emily…— Volvió a llamarla Morgan con voz cálida, y eso sólo lo empeoró.

Y ella supo que únicamente había una manera de decirlo.

Alzó la vista hacia él, con los ojos brillantes y sus mejillas enrojecidas.

— Me voy— Dijo, con todo el dolor de su corazón y la convicción de que era lo que debía hacer.

Morgan tardó un instante en comprender que aquellas dos palabras encerraban mucho más de lo que parecía.

Se apartó un poco, sólo para mirarla más detenidamente, para estudiar cada detalle de su expresión sombría.

Y aun así, no podía creerlo.

— ¿De qué estás hablando?— La cuestionó de igual modo. Y deseó que ella sonriera y dijera, un "me voy contigo a casa" o incluso un "regreso a mi apartamento sin ti", con eso le habría bastado. Pero no, no se trataba de eso— ¿Em?

Y por fin ella logró terminar la frase.

— Me voy a Londres.

Emily alzó la vista hacía Morgan que, aturdido, se había incorporado y ahora la miraba como si ella le hubiera hablado en un idioma desconocido.

Y a Morgan, no se le ocurrió nada más que insistir en su pregunta, porque para él nada de aquello tenía sentido.

¿De qué demonios me estás hablando?— Enfatizó Morgan.

Sólo que su voz ahora sonaba profundamente herida.

Y lo había hecho ella. "Por Dios santo", pensó Emily, "se lo había hecho ella".

Dio gracias por estar sentada, porque dudaba que sus piernas volvieran a sostenerla en los próximos minutos.

— Clyde me ha ofrecido un puesto. Creo que es la mejor solución.

Derek negó con la cabeza. En su mente se repetía la misma pregunta que acababa de formularle, una y otra vez.

— ¿La mejor solución para quién? ¿Para ti?— Le reprochó Morgan alzando la voz.

— Para el equipo— Jadeó Emily. Lidiaba con su propia culpa, con la sensación de que lo había traicionado — Derek, para el equipo. Lo sabes tan bien como yo.

Omitió añadir que también para él, pero mencionarlo sólo habría servido para enfurecerlo más. Morgan jamás habría permitido que se sacrificara por él.

— ¿Y esa es la genial solución que se te ha ocurrido?— Le recriminó de nuevo— ¿Huir a miles de kilómetros de distancia?

Por fin Emily logró recuperar las fuerzas suficientes como para ponerse en pie. Se acercó a él, pero Morgan retrocedió.

— No es definitivo…— Le aseguró ella— Unos meses en principio. Dejaremos que todo esto pase, que el equipo supere la evaluación del comité… Y luego podré regresar… Quizás a otro puesto… No lo sé, no he planeado nada en concreto. Y podréis centraros en capturar a la sudes sin tener que preocuparos por mi seguridad.

Pero a Morgan aquella decisión le pareció demasiado repentina y claramente falta de reflexión. Y sólo podía imaginar un motivo.

— Haces esto por lo que ocurrió ayer, ¿verdad? Es por nosotros.

Ella lo negó con vehemencia.

— No, Derek, no… Te lo prometo. Quiero decir, es cierto que tal vez necesitemos ver las cosas con más perspectiva, pero…

— No, no te excuses…— La interrumpió Derek antes de que pudiera culminar su argumento— Lo dijiste bien claro, dudas de lo que siento por ti.

Emily se maldijo por no haberse comedido más el día anterior. Estaba dolida. Bien podría haber culpado al karma de haber cometido el mismo error que había recriminado a Morgan en su momento. Dejar que sus emociones tomaran el control hasta el punto de herir al otro.

— Dudo que esto sea bueno para nosotros— Precisó ella, con la intención de amortiguar el sentido de sus palabras.

No funcionó.

La tristeza se reflejó en los ojos de Morgan.

— Para mí es lo mismo— Dijo éste en voz baja, y a continuación se acercó a ella. Su mano se deslizó hasta su mejilla— Por Dios, Emily… No lo hagas— Le imploró.

Emily sintió que el corazón se le rompía en pedazos. No soportaba ser la causante de aquella mirada desolada. Tuvo que ser ella, esta vez, la que se apartara de él. Su cercanía la debilitada, y no podía dejar que eso sucediera.

— Lo siento… La decisión ya está tomada… — Su voz sonó más fría de lo que pretendía, pero era necesario— Se lo he comunicado esta mañana a Strauss. Quería que te enteraras por mí.

Él reaccionó como si ella le hubiera contagiado aquella frialdad. Sus ojos se oscurecieron y su rostro se endureció.

— Oh… Qué considerada…

Su ironía la pilló desprevenida. Todo estaba saliendo mal en aquella conversación. Y en realidad, ¿podía reprochárselo?

— Morgan…

Derek, por su parte, no necesitaba escuchar más.

— ¿Qué, Emily?— La cuestionó, sin ocultar su incipiente enojo— ¿Qué esperas que te diga? ¿Te sentirás mejor contigo misma si te doy mi bendición? ¿Es eso lo que quieres? ¿Es por eso por lo que has venido hasta aquí?

— No, Morgan…— Trató ella de convencerlo aún a sabiendas de que posiblemente fuera una tarea inútil, pero simplemente no podía dejarlo así— Sólo esperaba que lo comprendieras.

— Lo único que puedo comprender ahora mismo es que tienes tanto miedo que prefieres rendirte antes que luchar… — Le replicó él, seguro de que aquella era la razón última de su decisión— ¿Pero qué importa mi opinión? ¿No, Emily? Así que… ¿Quieres irte? Bien, hazlo. Pero no vuelvas a pedirme que te comprenda porque no voy a apoyarte en esto. Es un error. Te darás cuenta tarde o temprano.

Su sinceridad resultó ser demoledora para Emily.

— No dejemos las cosas así.

Era una súplica, porque suplicar era el único recurso que le quedaba a Emily. Y lo cierto era que no lo habría hecho por nadie más que por él.

Pero ahora era Morgan quien se negaba a ceder. A aquel juego, podían jugar ambos.

— No te confundas, Emily— Le advirtió Morgan— Las cosas las has dejado tú así... — Regresó a su escritorio y le dio la espalda— Y si no te importa… Tengo informes que terminar.

Su dureza la golpeó sin misericordia. ¿Era así como iba a ser su relación a partir de ahora? De inmediato Emily tomó conciencia de la cruda realidad. Su relación ya estaba condenada, y ni siquiera había sido necesario que ninguno de los dos lo dijera en voz alta.

Conmocionada, Emily salió del despacho de Morgan. Le dirigió una mirada fugaz antes de cerrar la puerta detrás de ella, pero Morgan la ignoró por completo.

Aturdida como iba, prácticamente chocó con García que salía de la oficina de Hotch.

— Lo siento…— Se disculpó Emily en un susurro.

La analista estuvo a punto de soltar alguna frase ingeniosa cuando se percató de la expresión de su amiga.

— Oye, ¿estás bien?

Emily no podía soportar una sola mirada compasiva más.

Inspiró hondo.

— Reúne al equipo, por favor, necesito contaros algo.

A García la inquietó la seriedad en su voz. Y la inquietó aún más la tristeza que destilaba. La había visto salir del despacho de Morgan, y para ella fue evidente que algo había ocurrido entre ellos.

— Morgan…— Comenzó García. Ni siquiera sabía qué quería preguntarle. No pretendía inmiscuirse en sus asuntos personales.

— A Morgan no es necesario— Zanjó Emily— A todos menos a Morgan.

Aquella era la confirmación que necesitaba García de que sus sospechas eran ciertas.

Emily había planeado hablar primero con Hotch, pero después de cómo había reaccionado Morgan, no se sentía con fuerzas de recrear aquella conversación una y otra vez. Prefería terminar con aquella tortura cuanto antes.

— Está bien…— Accedió García, sin cuestionar sus razones.

Y así fue como los cinco miembros del equipo que aún desconocían la decisión de Emily se encontraron en la sala de reuniones alrededor de una hora después, tiempo suficiente para que Emily presentara por escrito su renuncia y su traslado a la INTERPOL.

— ¿Qué está ocurriendo? ¿A qué viene tanto misterio?— Preguntó J.J. cuando finalmente Emily se unió a ellos.

Emily miró en primer lugar a Hotch, con expresión de disculpa. Se había saltado el protocolo de comunicarle su marcha al jefe de unidad antes que al resto. Pero al fin y al cabo, Emily sentía que aquella era su familia, y los protocolos no eran necesarios en las familias.

En esta ocasión no vaciló, porque ninguna reacción podría ser nunca tan dolorosa como lo había sido la de Morgan.

— Acabo de presentar mi renuncia formal a Strauss— Les informó brevemente— He aceptado un puesto de trabajo en la INTERPOL, en Londres.

Un silencio sepulcral se instaló entre los perfiladores.

Ninguno podía creérselo. Tal vez sólo Hotch era el único que no parecía excesivamente sorprendido. Emily asumió que sus continuas evasivas, le habían hecho sospechar, al menos, algo aproximado a la realidad.

El silencio se transformó en escepticismo, y acto seguido en negación.

— No puedes irte— Balbuceó García. En su mente no podía concebir perderla de nuevo.

— ¿Por qué?— Preguntó Reid, tan desconcertado como el resto.

— No era necesario que hicieras esto para salvar el equipo, Emily— Desveló entonces Hotch, que conocía de primera mano la gravedad de la situación. Y aun así, habría preferido cualquier otra solución que aquella.

— Sí era necesario, Hotch— Le refutó ella— Y antes de que digáis nada, no es una decisión precipitada.

En su interior, no estaba tan convencida como se esforzaba por aparentar.

— ¿Te lo ha impuesto Strauss?— Intervino Rossi.

Emily sabía que de ser así, Rossi trataría de hacerla cambiar de opinión argumentando que podría convencer a Strauss de que cediera.

— No ha sido Strauss. Esto está muy por encima de ella— Les explicó con un suspiro. Le dolió comprobar la tristeza en los rostros de sus compañeros, pero ya no podía dar marcha atrás— El equipo está en una situación delicada, y sinceramente creo que a mí también me vendrá bien estar alejada un tiempo.

— ¿Qué ha dicho Morgan?— Preguntó finalmente J.J.

Emily se quedó en silencio, repasando en su mente su conversación con él. Demasiado privada como para revelarla, ni siquiera a ellos.

— No está de acuerdo— Se limitó a responder, esquivando sus miradas preocupadas.

— Supongo que por eso no está aquí— Asumió Rossi.

Emily alzó la vista hacia el italiano, y éste percibió tanto dolor en sus ojos, que se arrepintió de inmediato de haber preguntado.

Y ella se sintió incapaz de contestar sin que se le quebrara la voz.

Una semana después, Emily volaba a Londres, sin despedirse de Morgan que, oportunamente había decidido utilizar las vacaciones que no se había tomado en meses para ir a visitar a su familia en Chicago. Tal vez creyendo que así evitaría el dolor de decirle "adiós".

No funcionó para ninguno de los dos.

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