El Nido del Águila por HeartOfAspen
Nota de la traductora:
Hace unos meses que empecé en esto del Dramione y llevo un tiempo pensando en colaborar con alguna traducción, me puse en contacto con la autora y me ha dado permiso para traducir esta historia. Espero que la vida me deje el tiempo y ganas necesarios para hacerlo al completo, y siento si hay algunos fallos, iré leyendo esta historia por primera vez según traduzco y puede que algunos términos no queden pulidos hasta que esté completa.
Los personajes y todo lo reconocible es de la autoría de JK Rowling y la historia es de HeartOfAspen .
Nota de la autora:
Hola a todos. Este es un AU que se me ocurrió en el que el Trío Dorado regresa a Hogwarts para su octavo año y es inesperadamente reclasificado. Aunque se trata principalmente de un fic de octavo año, también es un Dramione (con algunos toques de lemon) y se centra mucho en la alquimia. He dedicado muchas horas a investigar sobre la alquimia clásica, pero también hay bastantes cosas que me he inventado. Además, me tomé algunas libertades con el propio castillo de Hogwarts, aunque consulté HP Wikia siempre que había información disponible.
Otra cosa que tal vez quieras saber es que este fic es lo que se llamaría un 'slow burn', no, en serio, prepárate para eso. Es una de las principales quejas que recibo sobre esta historia. Ah, eso y la queja de que divago demasiado. Y así es.
Espero que os guste.
El Sombrero Seleccionador
Hermione no estaba segura de qué esperar de su octavo año mientras Harry, Ron, Ginny y ella subían por el camino a Hogwarts en uno de los carruajes tradicionales que proporcionaba el colegio. Se sentía abrumada por la nostalgia, así como por el hecho de que esta sería la última vez que subiría al castillo en uno de los enjutos carruajes tirados por thestrals con sus mejores amigos.
Harry y Ron no habían querido volver a Hogwarts. A los tres les habían ofrecido trabajo en la oficina de Aurores del Ministerio a pesar de no haber completado los ÉXTASIS, pero Hermione sentía que su futuro estaba más allá de perseguir magos oscuros el resto de su vida. Ansiaba más la inocencia de su infancia... no la horrible, oscura y decepcionante realidad en que se había convertido su vida cuando Voldemort había resurgido...
Pero hacía meses que se había ido, para no volver jamás. Harry lo había derrotado en una batalla de la que seguramente se hablaría durante siglos. Esbozó una pequeña sonrisa a su amiga, que le devolvió la expresión con cariño.
—Va a ser un año interesante, —comentó Harry sin necesidad.
Todos lo sabían.
—Me pregunto cómo será con McGonagall de directora, —musitó Ginny distraídamente. Tenía la cabeza apoyada posesivamente en el hombro de Harry. Después de la batalla final, los dos se habían unido con la intensidad de un relámpago surcando el cielo nocturno. Su feroz devoción mutua era a veces difícil de presenciar. Hermione pensó incómoda en lo diferente que había sido entre ella y Ron...
Sin la amenaza de Voldemort acechando en la distancia, parecía que Ron y ella ya no estaban obligados a estar pegados por la cadera. Se habían distanciado lentamente, como la marea que se retira. A pesar de que tal cosa había sido perfectamente obvia para ambos, no había sido hasta el día anterior, justo antes del comienzo del curso, cuando acordaron seguir siendo solo amigos. No había rencores, nada perdido. El alivio de Hermione era palpable, incluso ahora.
Cuando el carruaje se detuvo frente al castillo, sintió que la emoción empezaba a bullir en su interior.
—¿Creéis que ya lo habrán reparado? —se preguntó Ron, mirando el castillo, que tenía el mismo aspecto de siempre.
—Supongo que pronto lo sabremos, —contestó Ginny. Cogió la mano de Harry entre las suyas mientras los cuatro se dirigían a las enormes puertas del colegio con los demás alumnos que regresaban.
—¡Mirad, ahí está la Torre de Gryffindor! —Hermione señaló, indicando la familiar estructura que sobresalía del séptimo piso a lo lejos. Una cálida luz brillaba desde las ventanas en señal de bienvenida y sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Le había preocupado no volver nunca.
—Espero que haya un buen banquete, —gimió Ron, frotándose las manos con anticipación. Era incapaz de disfrutar de la vista de su querido hogar como Hermione—. Podría comerme el Sombrero Seleccionador, tengo tanta hambre.
—Harry, mira, —dijo Ginny en voz baja, interrumpiendo la queja de Ron. Señaló con la cabeza hacia donde algunos de los otros estudiantes seguían desembarcando de los carruajes—. Malfoy.
Sus cabezas se giraron hacia donde Ginny indicaba y fácilmente divisaron una cabeza familiar de pelo rubio platino. Con las manos en los bolsillos, Malfoy tenía los hombros encorvados. Sus compañeros de Slytherin, Blaise Zabini y Theodore Nott, hablaban en voz baja a su lado.
—Parece que Goyle decidió no volver este año, —comentó Ron.
—¡Mirad, ahí están Neville y Luna!
—¡Eh, Harry! Ron, Hermione, Ginny... —saludó Neville sin aliento, alcanzándolos.
—Hola a todos, —dijo Luna con aire desenfadado—. Tengo ganas de una buena selección. ¿Vosotros no?
—Se siente raro, ¿no? ¿Volver? —Neville rumiaba mientras se mordía el interior de la mejilla.
—Tenemos que terminar nuestra educación de alguna manera, —respondió Hermione, su voz tranquila no traicionaba la emoción que realmente sentía—. En realidad, no cuentan el último año, para nadie.
—Será interesante ver cómo interactúan las distintas casas ahora que la guerra ha terminado, —comentó Luna.
—Mientras tengan pastel de carne y riñones, me da igual, —gimió Ron, agarrándose el estómago.
Riendo al entrar en el familiar Gran Comedor, los cinco amigos se dirigieron a la mesa de Gryffindor, mientras Luna se acomodaba en la de Ravenclaw. Reavivaron viejas amistades. Ron y Hermione eran particularmente populares, pero dondequiera que Harry iba, estallaban auténticos aplausos.
Una vez instalada la sala, la recién nombrada directora McGonagall se puso en pie y subió al podio central. Con su reputación de ser severa pero justa, la sala pronto quedó en silencio sin que murmurara siquiera una palabra.
—Es un placer para mí daros la bienvenida a todos a Hogwarts este año, —comenzó. Su habitual expresión severa se coloreó con una sonrisa que se dibujó en la comisura de sus labios—. Encontrarán muchos cambios. Los profesores Slughorn, Flitwick y Sprout continuarán como jefes de las casas de Slytherin, Ravenclaw y Hufflepuff, respectivamente, mientras que la profesora Sinistra asumirá la jefatura de Gryffindor en mi lugar.
Esta declaración fue recibida con un cortés aplauso. Muchos de los alumnos más jóvenes permanecieron en silencio, con un aspecto más sombrío que entusiasmado por el comienzo del curso. Hermione notó que muchos de ellos buscaban por el Gran Comedor como si estuvieran buscando todos los medios posibles para escapar de un inminente atacante. Teniendo en cuenta los terribles sucesos del año anterior, no podía culparlos. La mesa de Slytherin estaba casi en silencio, y los que estaban sentados allí mantenían la cabeza gacha.
Parecía que iba a ser un año interesante, sin duda.
—Debido a muchos factores, —continuó la directora—, todavía no se han preparado los horarios de clase. Este año, el consejo escolar ha optado por ampliar el plan de estudios. Mañana por la mañana, los directores de cada Casa se reunirán con sus alumnos en sus respectivas salas comunes para revisar las clases ofrecidas y los requisitos de admisión.
Hermione se irguió más, emocionada ante la perspectiva de que se ofrecieran nuevas clases. Ginny le dio un codazo, sacudiendo la cabeza ante la muestra de entusiasmo, pero Hermione no se inmutó.
—...Además de las clases disponibles anteriormente, se ofrecerán Xilomancia y Alquimia a los estudiantes de nivel ÉXTASIS.
Hermione descartó rápidamente la xilomancia como una adivinación glorificada, pero ¿la alquimia? Historia de Hogwarts indicaba que hacía casi setenta años que no se impartían estudios de alquimia. Nunca había esperado poder estudiarla en un entorno escolar, por lo que supuso que tendría que dedicarse a ello en su tiempo libre. Se perdió tanto en las posibilidades de lo que podía aprender sobre el tema, incluso en un solo año de un entorno estructurado, que casi se pierde lo que McGonagall decretó a continuación.
—Otra razón por la que los horarios no han sido ultimados se debe a la necesidad de esperar hasta después de la ceremonia de selección de esta noche. El personal y la junta han acordado que, a la luz de los recientes acontecimientos... sería en el mejor interés de Hogwarts llevar a cabo una selección en toda la escuela.
La sala estalló en gritos de alarma, que rápidamente se convirtieron en una auténtica cacofonía que no pudo apaciguarse durante varios minutos.
Hermione miró a sus amigos, todos con idéntica expresión de horror: ¡eran Gryffindor hasta la médula!
—¡Atención! —exclamó McGonagall.
La sala, aunque seguía viva con susurros furiosos como serpientes siseantes, se acalló en su mayoría y volvió a dirigir su atención a la directora con nuevas miradas de desprecio. Las manos de Hermione, que descansaban sobre sus muslos, se tensaron y las uñas se le empezaron a clavar en la piel, pero no se dio cuenta.
—Si hacen el favor de formar todos una cola...
Era mucho más fácil decirlo que hacerlo, incluso sin los de primero, que seguían luchando por cruzar el Lago Negro en botes de remos con Hagrid. Los de segundo y tercer año parecían aceptar su destino y permanecían en silencio, atentos, para ver qué les ocurría. Los de cuarto y quinto refunfuñaban, algunos murmuraban maldiciones y otros lloraban abiertamente ante la idea de separarse de sus amigos.
Todos los de sexto año en adelante parecían amotinados. Habían tenido años para cultivar sus personalidades en torno a sus casas...
—Oh no, oh no, oh no, —Hermione respiró nerviosa.
—Hermione, cálmate, —le advirtió Harry suplicante.
—Va a llevar una eternidad terminar con esto, —se quejó Ron—. ¡Nunca conseguiremos comer!
—Sinceramente, Ron, —le reprendió Hermione con sorna—. Solo piensas en comida.
—Relájate, Hermione... —intentó.
—¿Y si nos separan? —interrumpió en un siseo.
—El sombrero te da a elegir. A mí me lo dio antes... —Harry Harry parecía abatido.
—No creo que eso funcione para todos, Harry...
—Aunque todos somos Gryffindors, —le recordó Ron obtusamente, claramente convencido de que esa noche seguiría durmiendo en la Torre de Gryffindor.
—¡Abbott, Hannah!
Esto va a llevar mucho tiempo, se dio cuenta Hermione mientras Hannah Abbott, una Hufflepuff rubia de su curso, se esforzaba por salir de la fila de unos trescientos estudiantes.
—¡GRYFFINDOR!, —gritó el Sombrero Seleccionador.
Hannah se quitó el sombrero de la cabeza y se paró torpemente ante las cuatro mesas vacías antes de dirigirse lentamente a la más alejada. Allí, enterró la cara entre las manos y se dejó caer en el banco. No había ningún Gryffindor que la animara a sentarse allí, y el silencio parecía extrañamente premonitorio.
La ceremonia parecía interminable, sobre todo con la incorporación de los alumnos de octavo curso, de los cuales casi tres cuartas partes habían regresado para presentarse correctamente a sus ÉXTASIS.
—¡Finnegan, Seamus!
—¡HUFFLEPUFF!
—Me va a dar un ataque de pánico, —admitió Hermione en voz baja a Ginny, que le apretó la mano tranquilizándola.
—No te preocupes, —aconsejó sabiamente—. Pronto acabará.
Hermione se fijó en los Slytherins que observaban el espectáculo con los ojos entrecerrados. Malfoy miraba al suelo, rechinando los dientes. Pansy Parkinson miraba al sombrero seleccionador con abierta hostilidad.
—¡Granger, Hermione!
—Oh no, oh no... oh no, —murmuró Hermione un poco enloquecida mientras salía a trompicones de la fila que se iba reduciendo lentamente y que se extendía desde el Gran Comedor hasta el pasillo.
—Lo conseguirás, 'Mione, —la tranquilizó Ron.
Se sentó en el taburete, sintiéndose de nuevo como una tonta de primer curso mientras la tela del sombrero seleccionador le cubría la cabeza. Sin embargo, no le cubría los ojos como cuando tenía once años, y eso ya era algo.
—Ah, sí, señorita Granger. Me acuerdo perfectamente. Fue toda una hatstall hace ocho años. — El sombrero le rió al oído
Hermione también lo recordaba. Los Hatstalls, cuando el sombrero tardaba cinco minutos o más en clasificar a un alumno, eran bastante infrecuentes. Siete años atrás, ella se lo había puesto muy difícil al sombrero, discutiendo en privado con él mientras decidía si colocarla en Gryffindor o en Ravenclaw.
—Eres un brillante ejemplo de Gryffindor... pero también veo que estás agotada de ser la heroína... y después del año que acabas de pasar, ¿quién puede culparte? No importa. Esta vez, mejor que sea... ¡RAVENCLAW!
Cuando el sombrero anunció su decisión a toda la sala, Hermione soltó el aire que había estado reteniendo, sintiéndose aliviada, aunque al mismo tiempo su corazón se hundiera. Cuando fue a sentarse a la mesa de Ravenclaw, apenas percibió los tibios aplausos que la rodeaban.
Su corbata roja y dorada se transfiguró en azul y bronce y eso hizo que todo pareciera permanente. Aun así, sentía que probablemente podría prosperar como Ravenclaw... pero ya echaba de menos a sus amigos. Era imposible que acabaran todos juntos si este era su destino.
Había un nudo en la mesa de madera frente a ella, donde ahora se esperaba que comiera; era uno distintivo, desgastado y liso por el tiempo, pero largo y estirado. Alargó los dedos para tocarlo y recordó que en la mesa de Gryffindor no había una marca tan característica.
Tardó unos instantes en levantar la vista, pero cuando lo hizo, vio que Ron, Harry y Ginny la saludaban con los pulgares arriba. Les dedicó una media sonrisa y sintió un destello de determinación. En realidad, de todas las casas, Ravenclaw no estaba tan mal.
—¡Longbottom, Neville!
—¡GRYFFINDOR!
Hermione sintió una oleada de envidia hacia Neville, que sonrió ampliamente mientras se quitaba el sombrero de la cabeza y prácticamente se pavoneaba hacia la mesa de Gryffindor, rebosante de confianza. Solo unos pocos habían sido seleccionados de nuevo en sus casas originales. Hermione se preguntó por qué Neville era mucho más Gryffindor que ella. De hecho, estaba segura de recordar que Neville le había contado que había discutido con el Sombrero Seleccionador durante más de cinco minutos antes de que lo enviaran a Gryffindor. Había pedido que lo enviaran a Hufflepuff, pero al final ganó el sombrero.
—¡Lovegood, Luna!
—¡GRYFFINDOR!
El corazón de Hermione se agitó de anhelo una vez más. En realidad, no le importaba Ravenclaw, pero le encantaba Gryffindor. Había un león en su corazón.
—¡Malfoy, Draco!
Alzando la vista con interés, Hermione se preguntó dónde se dignaría el sombrero a colocar al ex mortífago. Era tan de Slytherin que no podía imaginárselo en otro sitio que no fuera allí...
—¡RAVENCLAW!
—¡No! —Ginny jadeó audiblemente, su mano voló para cubrir su boca en estado de shock. Ron lanzó una mirada temerosa a Hermione. Harry se limitó a enarcar las cejas, sorprendido.
A Hermione se le revolvieron las tripas al darse cuenta de que iba a compartir sala común con el chico que había dejado entrar mortífagos en Hogwarts... el chico cuya tía la había torturado hacía apenas unos meses mientras él miraba...
El Gran Comedor estaba en completo silencio cuando Malfoy se acercó a la mesa de Ravenclaw, y la corbata verde y plateada de su uniforme cambió a azul y bronce. Cuando se sentó en el extremo del largo banco, miró la mesa de madera con la boca torcida en una mueca.
—¡Parkinson, Pansy!
—¡HUFFLEPUFF!
Pansy rompió a llorar y se sentó de golpe en la mesa de Hufflepuff, montando una escena.
—¡Potter, Harry!
Hermione estiró el cuello para ver cómo seleccionaban a su mejor amigo. Las mesas estaban mucho más llenas ahora que ya habían pasado más de la mitad de la lista de McGonagall.
Harry sonrió a Ginny tranquilizadoramente, pues parecía aceptar de antemano cualquier decisión que tomara el sombrero. Hermione supuso que, después de enfrentarse a Voldemort, el Sombrero Seleccionador no podía dar mucho miedo...
—¡SLYTHERIN!
Jadeos y murmullos resonaron por toda la sala. Solo Harry no pareció sorprendido por la elección del sombrero. Se levantó del taburete y se dirigió hacia la mesa de Slytherin como si fuera lo más normal del mundo, tomando asiento frente a una aliviada Susan Bones y un intrigado Michael Corner. Ambos estudiantes habían estado en el Ejército de Dumbledore y también habían sido clasificados en Slytherin; antes habían sido Hufflepuff y Ravenclaw, respectivamente.
Hermione se sentía mareada. Todo parecía estar mal. Estaba separada de Harry y, casi con seguridad, también de Ron. Había perdido completamente el apetito.
Por fin, la lista se estaba acabando...
—¡Weasley, Ginevra! —la llamaron y Hermione levantó la vista con esperanza. Ginny era rápida y talentosa. Tal vez...
—¡SLYTHERIN!
Se le encogió el corazón, mientras Ginny sonreía ampliamente y corría hacia la mesa de Slytherin con demasiada alegría para ser una Gryffindor. Se colocó junto a Harry, que la besó ligeramente en la mejilla.
—¡Weasley, Ronald!
Hermione ni siquiera se hizo ilusiones.
—¡HUFFLEPUFF!
—¿Qué? —balbuceó Ron. Era casi cómico, pero Hermione no podía reírse.
—¡Zabini, Blaise!
—¡RAVENCLAW!
Hermione miró con tristeza alrededor de los largos bancos de Ravenclaw. Había muy pocas caras que le resultaran familiares, excepto la de Malfoy y Zabini, que estaban sentados muy cerca el uno del otro y murmuraban en voz baja mientras echaban un vistazo a la mesa.
Por una fracción de segundo, los ojos de Hermione se encontraron con los de Malfoy y compartieron una mirada. No había hostilidad abierta, pero tampoco bondad en aquellos ojos grises.
El león empezó a pasearse inquieto en su corazón.
Nota de la autora:
Muchísimas gracias por el beta a iwasbotwp. ¡Gracias, gracias, gracias!
También quiero dar las gracias a todos los que decidieron dejar un comentario, y a todos los que puedan hacerlo en el futuro. Simplemente adoro los comentarios, son como droga.
