Hinata lo vió a través de las finas cortinas blancas. Naruto caminó hacia su auto y abrió la puerta del piloto, pero se detuvo. Ella retuvo el aliento cuando él giró la cabeza hacia la casa. Estaba demasiado lejos, pero podía jurar que él sabía que ella lo observaba.

Finalmente él ingreso en su auto y salió de la casa Uzumaki, dejándola allí.

Hinata apretó los dedos en la cortina, mirando hacia afuera, pero sin ver en realidad, perdida en sus pensamientos. Hizo una mueca cuando recordó los ojos celestes de Naruto, abiertos de par y par y su rostro varonil totalmente pálido.

Había visto el shock y la desesperación en la profundidad de su mirada. Luego, él la había empujado, aunque no estaba segura si lo había hecho de forma intensional, para luego correr y vomitar en el cesto de basura. No totalmente feliz con eso, cuando él había querido levantarse de su posición inclinada, cayó hacia atrás como un árbol talado. Ella se había asustado muchísimo, más al correr hacia él y ver sus ojos abiertos mirando hacia el vacío; como si estuviera viendo un muerto, con lo pálido que estaba.

Suspiró mientras soltaba la cortina.

Obviamente, no esperaba que él saltará en una pata de felicidad, pero estaba más inclinada a la idea de que él se enojaría muchísimo. No que vomitaria y tendría un sincope.

Luego, apretó las manos en puños y se enojó con ella misma. Una vez más, no había tenido el valor para decirle, con sus propias palabras, que estaba embarazada. Primero había estado tan nerviosa al saber que lo vería de nuevo, y luego verlo..

Hinata se sentó en la cama, para luego dejarse caer sobre la almohada y mirar el techo. Él seguía teniendo esa colonia varonil que activaba sus sentidos. Y aunque había tenido ojeras bajo sus hermosos ojos claros, los ángulos de su rostro seguían siendo marcados y definidos. Sus labios gruesos y levemente rosas habían tenido esa curva que recordaba haber mordido y chupado muchas veces. Apoyó sus manos en sus mejillas al sentir calor al recordar su cuerpo contra ella.

Seguía siendo tan grande y duro como lo recordaba, y no hablaba sólo de su miembro. Ella pensaba en sus brazos, fuertes y protectores. Su torso, amplio y caliente, siempre reconfortante. Sus muslos musculosos, sus piernas firmes...

Aunque no había estado tan firme cuando se había desmayado..

Hinata hizo una mueca y luego cerró los ojos, poniéndose de lado y haciendo de su cuerpo una bola. Acarició su bajo vientre y una sonrisa nació de sus labios, aunque suave.

— Él ya sabe que estás aquí.. —, murmuró para su bebé.

Ella apoyó la mitad de su cara en sus palmas juntas sobre la cama y miró a la pared de un tranquilo color beige.

Cada vez que recordaba su arrebato cuando expreso mal sus miedos, un dolor en el corazón surgía. Sabía que él se había sentido insultado por creer que ella le tenía miedo. Hinata nunca le había temido, sabia que Naruto podía ser algo gruñón y gritón, pero jamás la lastimaría con malas palabras o la tocaría con violencia. Por lo menos no lo había hecho cuando tuvieron esos días difíciles que siempre discutían.

También se sentía culpable, ya que Kushina le había contado lo mal que él había estado cuando ella se había ido. Supo que él tocó cada contacto que tenía, dentro de la ley y fuera de ella, para encontrarla. Según la señora Uzumaki, él estaba creído que se la habían llevado en contra de su voluntad, y estaba desesperado por encontrarla.

Se mordió el labio y frunció el ceño, aún con la mirada perdida.

Hinata había creído que él estaría más tranquilo con ella fuera de vista. Y todo lo contrario de lo que había creído, ella nunca pudo dejar de pensar en él mientras estuvo en Suna. Pensó, que el tiempo la ayudaría a olvidarlo, pero contrario a esa idea popular, Hinata se sentía cada vez más miserable.

Había extrañado su tono juguetón, sus bromas suaves durante la cena. Había extrañado sus ojos celestes llenos de chispas y cuando se escurecian con pasión, haciendo que cada uno de sus poros se abrieran, receptivos. Su momento más difícil había sido durante la noche. El embarazo la ayudaba a dormirse rápidamente, pero nunca descansaba muy bien. Se despertaba varias veces durante la noche. A veces tenía pesadillas, dónde Naruto la expulsaba de su vida y despreciaba a su bebé. Luego había otros que él la quería obligar a abortarlo, diciendo que jamás había pedido ser padre..

Ese era su peor temor...

Pero, Kushina parecía demasiado emocionada por ese embarazo. Ella parecía más feliz que la misma Hinata. Si hubiera sabido que Kushina le daría su ayuda, sin dudar, y su protección, hubiera corrido con ella en vez de rodar por Suna como una delincuente, escondiéndose y sintiéndose una prófuga de la ley. Estaba segura que Kushina jamás permitiría que perdiera ese bebé...

Pero, la mujer le había jurado algo que ha Hinata no le hacía nada feliz.

"Naruto se hará cargo de ese bebé, y de ti. Ponle firma a eso.." aún podía recordar la voz de Kushina cuando se lo juró.

Durante ese mes que estuvo separada de Naruto, pudo pensar mucho. Había reflexionado sobre sus sentimientos, ya que no tenía con quien hablar, hablaba con su bebé. Y se dió cuenta, que ella no sentía sólo atracción sexual por el rubio. Ella lo amaba, pero aún tenía dudas.

No podía quitarse de la cabeza la idea que en realidad, Naruto no sentía mucho por ella. O sea, sí la cuidaba. Él era ... No sabía cómo explicarlo. Él parecía un hombre de palabra, que cuando prometía algo, lo cumplía. Y él había jurado que la cuidaría. Entonces, eso hacia. Naruto había estado preocupado por su seguridad cuando ella se había ido. No la había buscado porque la amará y quería que vuelva.

Probablemente, sólo era su fuerte sentido del deber y eso le hacía querer llorar.

Luego, estaba la fuerte química que había entre ellos. Ninguno había pronunciado palabras de amor y lealtad mientras estuvieron juntos por un mes. También estaba el hecho que, por regla general, los hombres no eran como las mujeres. El sexo no necesariamente significaba que tenía fuertes sentimientos. Ellos podían separar sus sentimientos de la unión sexual. Pero, en las mujeres era diferente...

Bien, ella no se había enamorado de él por el sexo. Si, había sido grandioso y totalmente fuera de serie. Pero se había enamorado de su carisma, de la forma en que le hablaba y la trataba. Sus gestos, siempre amables y algo cariñosos la confundieron horriblemente. Porque fue testigo de primera mano, que ella no era la única que recibía esas atenciones.

Hizo una mueca mientras pensaba en Shion, la amiga mas cercana se Naruto. Para convencerse de eso, recordó cada mirada suave que le había dado a la rubia. Cada vez que hablaba con ella su voz se suavizaba y siempre la trataba con un cariño diferente. Él, también se preocupaba profundamente por ella, siempre atento a su salud y dándole regaños suaves.

Parpadeó las lágrimas hacia atrás, ya que, Naruto hasta la trataba de forma diferente que a ella.

Recordó la preocupación que había mostrado la última vez que la había visto y como le aconsejó durante la cena que debía cuidarse. Pero, cuando ella se había sentido enferma, él en vez de ser amable y suave, había explotado, diciendo que no le gustaban las rabietas; que si en realidad, ella no quería cenar con él, sólo tenía que decirlo. Para luego cerrar la puerta con un portaso, dejándola sintiéndose miserable y dolida.

Eso sólo confirmó sus sospechas.

No iba a permitir que Kushina obligará a Naruto a comprometerse con ella. Tal vez, hasta estaba enamorado de Shion, pero prefería no tocarla por la delicada salud que ella tenía. Eso tenía sentido, en su mente revuelta.

Sus parpados pesaban, y ella cerró los ojos, sintiéndose de repente, muy cansada. Se acomodó mejor encima de la cama, y se dejó llevar por el sueño. Pero antes de caer totalmente dormida en un mundo oscuro, ella se decidió.

No dejaria que Naruto se casará con ella por el bebé. Ya la habían obligado a eso una vez, y sólo odio a Sasuke.

Hinata no quería que Naruto la odiara también.

Continuará...