Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.


La habitación estaba por completo vacía, tal y como lo habían dicho los guardias, se giró apresurada hasta el soldado, Lysander, como se había presentado él ante los hombres de la puerta, estaba bastante relajado, así que ella observó a todos lados, observó el escritorio y encontró una pequeña daga, él no dijo nada, pero se acercó a ella descuidado cuando la vio cambiar de actitud.

—¿Qué se supone que estás?

—No te acerques –lo amenazó con la pequeña navaja.

—Vaya –soltó en un tono despreocupado, viendo el objeto brillar a causa de las llamas de la chimenea –sin duda tienes que ser peligrosa, tanto como un conejo con una zanahoria.

—Solo intenta acercarte una vez más y lo verás –acercó y alejó la navaja de ella, intentando amenazarlo.

La risa divertida del soldado la hizo enfadar, frunció el cejo enfadada e intentó atacarlo, el varón la esquivó, usó la capa que llevaba puesta para hacerla girar y marearla, le sujetó de la cintura, pegándola a él y permitiéndole recordar que, aunque le hubiese atacado, él llevaba puesta una armadura que habría saboteado su intento por acuchillarlo.

—No solo eres inofensiva, sino que inútil en todo aspecto –rió divertido.

—Suéltame y verás –forcejeó.

—No sé a qué clase de personas estás acostumbrada, pero no perdería mi tiempo contigo de ninguna manera –comentó, para despreocuparla.

La puerta se abrió de golpe, logrando tomarlos a los dos desprevenidos, la mirada de Lily fue de inmediato al rubio que ni siquiera había entrado por completo, era idéntico al tipo que ahora la sujetaba, su cara de enfado y desagrado al ver la escena dejó muy claro el asunto para Lily, Lorcan sin duda era todo lo contrario a lo que quería mostrarle a la gente, y aquello le hizo revolverle el estómago a la pelirroja.

—No creí que pedirías entrar a mi estudio privado para juguetear con una simple campesina, Lysander.

La voz grave, y fría hicieron que los ojos olivo de la pelirroja se desviaran del hermano idéntico de quien la sujetaba, el hombre castaño, de ojos extremadamente azules le hizo quedarse embobada por completo, tenía que ser el hombre más guapo que hubiese visto en su vida, y ya que en el lugar donde había estado, había visto muchísimos y de todo tipo.

—Lo lamento, su majestad –habló Lysander, soltando a Lily.

—Qué no vuelva a ocurrir –restó importancia.

—Solo eso, no piensa castigarlo por...

—Cállate, antes de terminar de perder mi paciencia contigo, y mejor ve, y encuentra lo que te ordené, para tu prometida –la orden, sonó más como amenaza para Lily.

Lorcan, no chistó ni discutió más, se dio media vuelta sin decir nada a los presentes y cerró la puerta a sus espaldas, el rey se quitó la capa y desabrochó los cintos donde colgaba su espada, para continuar a quitarse la armadura.

—Lo ayudaré, su alteza –informó Lysander, avanzando hasta él.

—No soy ni un niño, ni un inútil, Lysander, ahora, dime ¿quién demonios es la plebeya y por qué mi estudio fue tu lugar de jugueteo? –Gruñó.

—Su majestad, la plebeya es la chica de esa villa –le recordó.

—Ah –respondió, obteniendo un brillo extremadamente cruel en la mirada.

Que el rey posara su atención en ella, hizo que Lily retrocediera un paso en precaución, el miedo le recorrió por completo, el hecho que le dijera aquello, tuvo de recompensa que le terminara de quitar la armadura, así que cuando estuvo libre, se acomodó la tela de su camisa, que era de un color azul marino bastante bonito, pensó Lily, que prestó atención al movimiento de sus manos.

—Así que tú, eres esa joven, en una villa olvidada –sonrió.

Tragó saliva, porque a pesar de verse tremendamente atractivo, y que su sonrisa fuese perfecta y seductora, producía terror en ella, más que cualquier otra cosa, quería salir corriendo, pero sabía que sus piernas no reaccionarían, y por la fama del rey, sabía que así le diera ventaja, la alcanzaría en un instante, sino iba tras ella, usaría alguno de los arcos que adornaban el lugar.

—Ahora no hablas –se acercó más a ella –dime, ¿mi amigo te cortó la lengua para que no dijeras más mentiras? –Susurró en su oído.

Se estremeció al sentir el calor del hombre contra ella, el olor que despedía era simplemente delicioso, a pesar de lo que se esperaba, suponía que la caravana acababa de llegar al castillo, quiso responder, pero no pudo.

—Lysander –suspiró –creí decir que no podías atrofiarla de ninguna manera.

—No, no lo dijo, alteza, pero no lo hice, antes de su arribo, intentó apuñalarme.

—El arma –ordenó, y sin siquiera dudarlo, ella colocó la navaja en la mano del rey –buena chica –sonrió divertido.

—Trae a esa mujer –ordenó James –no le digas para qué es, solo dile que venga ya mismo.

—En seguida, alteza.

La mirada de Lysander en Lily fue extraña, como si le estuviera diciendo que se tranquilizara, y que no hiciera algo estúpido, no con el rey, ella tragó saliva, y fue todo lo que pudo hacer para responder, que no era tan tonta, como para hacerlo.

—Bien –habló una vez que Lysander salió –las cosas están por complicarse ahora –informó.

—S-Su...

—La verdad, no sé por qué estoy jugando este juego contigo –la rodeó, de una forma lenta, haciendo que temblara un poco más –ya sé lo que esa bruja va a decir en tan solo verte.

La espalda amplia y musculosa del hombre fue todo lo que vio cuando él se alejó, antes de sentarse en la orilla de su escritorio, la mirada de Lily fue de nuevo a él, no a su rostro, a su cuerpo, sin duda los relatos sobre él, se habían quedado más que cortos, no le hacían ni un poco de justicia.

—James, escuché que llegaste, deberías descansar en lugar de ponerte a...

El hombre que entró al lugar, hizo que Lily se sintiera tranquila, por un segundo, ya que escuchó al castaño chasquear la lengua, regresándola a ese estado de inquietud, pero el hombre de cabello castaño y ojos miel, pareció no inmutarse.

—Una chica plebeya, ¿qué se supone? –Frunció el ceño y observó al rey.

—Hola, Lupin, que buenos modales te dieron tus padres, pero tu padre –lo señaló –es quien más estaría avergonzado, ya que, siendo un profesor, no pudo hacer algo digno del propio vástago –se burló.

—Lo lamento, buenas tardes –observó a la joven –ahora sí, ¿Qué haces con una joven plebeya aquí? –avanzó hasta el rey.

—Lysander la dejó aquí.

—Bueno, ¿no crees que es momento de ponerle un alto a ese soldado?

—No –se encogió de hombros –porque yo le dije que la dejara aquí.

—En serio, no pensé que llegaría vivo al día en que tú...

—Descuida, no le haré nada de lo que estás pensando –observó a Lily, y usó la punta de la navaja que le había quitado, para jugar.

—Yo, honestamente no sé qué...

—Dime a qué viniste y lárgate –lo observó con disgusto.

—La princesa Druella –comentó.

—Claro, ¿Qué con ella? –Lo observó expectante.

—No hay ningunos aposentos destinados para ella –respondió.

—Esa mujer va a ser un maldito dolor de cabeza, dale unos provisionales, y no descarguen nada de sus cosas hasta que yo lo ordene.

—Pero...

—Lárgate, ahora.

—Con su permiso, majestad.

Lily observó a su última esperanza marcharse sin decir nada más, ni mirarla de nuevo, sin duda ese hombre inspiraba temor a cualquiera, por muy familiar que resultaran hablarle al inicio, eso no tenía ninguna duda.

—Bien, te decía, que ya sé que va a decir en tan solo te vea –suspiró irritado –así que dime, ¿qué tan temerosa eres? –sonrió.

Esperó unos momentos a que ella respondiera, y no pudo hacerlo, abrió la boca, para que él viera que lo intentaba, pero no lograba hilar más de una palabra ni siquiera un pensamiento coherente llegaba a su mente.

—Veamos –la mano del rey se colocó en su rostro, sus dedos estaban callosos, aun así, el tacto provocó un choque de electricidad, que le hizo entrecerrar los ojos –no, no –negó cuando abrió la boca de la chica, introduciendo su dedo pulgar en ella, y sujetando su lengua –ahí está, bastante completa, así que si tu lengua no es el problema ¿Cuál es?

Lily volvió a tragar saliva, sin duda la cercanía del hombre la inquietaba de formas en que jamás creyó que sería posible, más porque su boca no fue lo único que inspeccionó, no la tocó en ninguna parte íntima, pero cerró los ojos cuando sintió su tacto en su cuello y deslizó el contacto por su brazo.

La puerta se abrió de golpe, el sonido abrupto hizo que ella se sobresaltara, pero él no, simplemente desvió su mirada del hueso que acariciaba, hasta la puerta, una mujer de cabello negro y brillantes ojos verdes apareció, histérica.

—¡Tú! –chilló al verla.

—Ella –se burló James.

—Es... es... ¡No la mataste! –Avanzó rápidamente hasta ellos, sujetando a Lily.

—Te diría que las estás viendo, que, si no es obvio para ti, pero... olvidé que ves cosas que normalmente te llevarían a la hoguera.

—Cuando el rumor comenzó, creí que la mandarías matar –admitió.

—Ah, no, ¿Dónde dejaría eso la diversión? –Se burló.

—Ya te dije que ella...

—Sí, sí, sí, ya lo dijiste muchas veces –puso los ojos en blanco –así que, si le quitas lo pelirrojo, que es el único parecido con mi madre... es ella.

—Sí, es ella, Lily Luna –admitió, la mujer la abrazó fuertemente –pensé que estabas muerta, le prometí a tu padre que...

—A nadie le importa ese patético –habló James.

—No hables así de él, fuese lo que fuese, te dio la vida.

—Y mira a donde lo llevó esa decisión, ¿no es así?

—James... no puedes, no puedes matar a Lily, sabes, te lo he dicho, la profecía... no importa qué hagas, como lo hagas, o cuanto lo intentes, no va a cambiar.

—Es verdad, no te has cansado de decírmelo, desde que tomé el trono por la fuerza, y elegiste un buen momento, para cantar tu profecía, todo para evitar que te matara –negó –curioso, que a pesar de lo mucho que juras que amaste a ese patético de Harry Potter, nunca la dijeras antes de que lo matara a él.

—Claro que me hubiese gustado decirla antes, pero no podía –colocó a Lily detrás de ella –porque lo único que tenía, era que quien tenía que llegar al trono...

—Me aburres, y es mejor que te calles, antes de que olvide que te mantengo a salvo porque me convienes, no porque quiera alejarte de la hoguera –llévala contigo, y dale una cámara en una de las mejores alas del castillo, estará bajo tu custodia.

—Gracias –la mujer hizo una reverencia.

—Cómprale algo, o mándalo confeccionar, lo que sea más rápido.

—Desde luego, majestad –hizo de nuevo una reverencia y jaló a Lily, cuando avanzó hasta la puerta, para sacarla de ahí.

Los ojos olivo de la joven se toparon con la mirada azul del rey, que no dijo nada, su semblante era tranquilo, impasible, pero algo dentro de sus entrañas se removió con violencia, su respiración se agitó, y todo aquello no desapareció, aunque fue sacada rápidamente y arrastras de ahí.

Observó al frente una vez que el rey desapareció de su vista, con aquellas emociones explotando en cada parte de su ser, el trayecto fue bastante largo, sin duda el castillo era inmenso, observó el lugar donde la mujer la llevó, era todo como de en sueño, como si fuese una princesa.

—Me alegro que por fin llegaras –le sonrió encantada, y la sujetó de las mejillas –James lo duda, pero... no importa, realmente amé a tu padre –sonrió –y no importa que no sean mis hijos, los quiero, porque son parte de él.

—Yo no sé...

—Hace años, cuando él tomó el trono, para ser exactos, le pedí que te dejara vivir, te envió a esa villa con un par de sirvientes leales a tu madre y padre, eso le aseguraría que no te harían ninguna clase de daño, y que guardarían tu identidad.

—Pero, ¿por qué el rey haría algo así?

—Para ponerme a prueba.

—Ponerla a prueba a usted, significaba dejarme viva a mí.

—Lily, eres una Potter, y la profecía tenía que tenerlo a él, frente a todos y cada uno de los reinos, pero tendría que tomarlos con sangre –informó, colocando una mueca de tristeza –tu no vas a traicionarlo, eso lo tenemos seguro, pero él no confía en casi nadie, después de que esa profecía augura que morirá por una traición.

—¿Por qué me está diciendo todo esto? A penas me conoce, podría realmente ser yo, quien vaya con sus enemigos y le informe esto a ellos.

—No, eres tan leal como él, como tu madre.

—Pero no menciona a mi padre en esa lealtad.

—Él era un hombre, si bien, leal, no pudo ser leal a todos.

—Usted y el rey Harry...

—Sí –aceptó –él y yo nos amábamos, incluso antes de que se viera forzado a desposar a tu madre, ella era una mujer maravillosa, siempre lo fue, pero no era el amor de tu padre.

—Así que la engañaba con usted –comentó Lily, y cuando la mujer asintió, quitó sus manos del contacto de la mujer.

—Es bastante fácil juzgar, cuando no eres quien está enamorada de un imposible, cariño.

—No me llame cariño –bufó.

—Pediré que te traigan algo de comer, te preparen un baño, te traigan un poco de ropa apropiada para la hermana del rey, y descansa, mañana iremos a que te confeccionen algo, y compraremos más cosas, el rey lo ha solicitado –le sonrió –mi nombre es Pansy, por cierto, Pansy Parkinson.

La mujer salió de los aposentos de Lily, dejándola en la inmensidad de aquello, había un par de cámaras, dentro de su cámara principal, un baño, todo aquello era inmenso, había sillas bastante costosas —y cómodas—, una mesa de té, para recibir más gente, no podía creer todo aquello.

Las jóvenes le llevaron agua caliente para que tomara un baño, las mujeres mayores la llevaron, la desnudaron y la fregaron, no dejaron que hiciera absolutamente nada, la bañaron y la vistieron, la peinaron para dormir, y le dejaron la cena lista para degustarla, una vez que terminó de comer, no fue necesario que avisara, una joven no más grande que ella, tomó la charola, sin siquiera verla a los ojos y salió aprisa.

La mujer más grande de todas ellas, la llevó a la cama, la arropó sin decir una sola palabra y apagó las velas de los candelabros, y salió del lugar con su vela en la mano, se acomodó, no estaba acostumbrada a esos tratos, y aunque en un momento pensó que sería maravilloso, sin duda le hacía sentirse como una completa inútil; cerró los ojos y el aburrimiento hizo que se quedara dormida después de un rato.

Abrió los ojos con pesadez, aunque pensó que había dormido demasiado, no debía ser así, ya que todo estaba oscuro todavía, tenía un poco de sed y estaba un tanto acalorada, una sombra la hizo sobresaltarse, y aún más, cuando el lugar se iluminó, dejando ver la figura de un hombre frente a la chimenea.

—De todas las alas del castillo eligió esta –soltó la voz grave y sarcástica del rey, que se giró hasta ella –y de todas las cámaras disponibles, usó la que Edward Lupin había mandado disponer para Druella –se rió –ah, sin duda eso enfadará a la linda princesa.

Lily se quedó muda de nuevo, observando a su hermano, eran hermanos, compartían la misma sangre, pero... no podía creer que alguien tan cruel y despiadado como él, fuese su familia, la única que le quedaba realmente.

—Muda de nuevo, según Lysander, eres bastante bocazas –avanzó hasta la cama, movió las cortinas trasparentes y se recargó en el dosel, la hoja de la navaja brilló a causa de las llamas de la chimenea, haciéndole saber que aquella no era una visita amistosa.

—Y-Yo...

—Supongo que heredaste la estupidez de nuestro padre –negó y suspiró –mentiría si dijera que me alegra que estés aquí, pero ya lo estás, y el rumor ha llegado a oídos que no deseaba, así que quieras o no, tendrás que asumir tu papel ¿te agrada ser una princesa ahora?

—No –aceptó temerosa.

—Pues lo eres, y no tienes de otra –dijo por último.