Disclaimers: Harry Potter, los personajes, los nombres y los signos relacionados son marcas comerciales de Warner Bros. Entertainment Inc., los derechos de autor de la historia "Harry Potter", pertenecen a J.K. Rowling; por lo tanto, son usados sin intención de lucro alguno, la historia paralela, al igual que los personajes originales, me pertenece en su totalidad, y no pueden usarse sin mi autorización, cualquier tipo de adaptación de esta historia está prohibida.


James se cambió para ir a la cama, no estaba cansado, al menos no físicamente, él estaba acostumbrado a viajar a caballo y dormir en lugares espantosos, pero tener que viajar con Druella Malfoy había sido espantoso, y más, porque tener que, si quiera verla, le arruinaba por completo el día, por eso hizo el regreso lento y tortuoso para la princesa, dándole más lujos y cuidados a la prometida de Lorcan que a la mismísima "Princesa".

Observó la navaja sobre la mesa, recordando a la otra princesa, que iba a tener que soportar, su hermana, la reconoció en cuanto la vio, se parecía demasiado a su madre, no solo físicamente, era frágil, pero aguerrida, eso lo sabía, de sus dos hermanos, le desagradaba menos que ella fuese la que tuviera que dejar vivir, porque Albus, su hermano, ese idiota era como su padre, y no lo toleraba, él de los tres vástagos de Potter, era, según la gente, la mezcla perfecta entre sus dos padres, aunque él suponía que había heredado más, del lado familiar de su madre, que de su padre, por fortuna, era más pelirrojo que moreno, y sus ojos azules, eran como los de sus tíos y abuelo materno.

Abrió la puerta de su cámara y observó a los guardias, eran los más inútiles, según él, pero no dijo nada, avanzó por el lugar hasta llegar a la cámara que Lupin le había dicho que dispuso para Druella, lo mejor era que estuvieran cerca, ya que eran prometidos, y todas las idioteces que Edward Lupin suponía que eran correctas o no.

Observó el lugar una vez que entró, a pesar de que tendría que estar vacía, alguien yacía dormida en la cama, así que se acercó para investigar, Druella no era, o habría guardias en la puerta, lo cual no había.

A pesar de que el gorro cubría sus cabellos, no necesito verlos, el rostro dulce y bonito de su hermana lo distinguió con una mirada rápida, su piel era tan pálida, sabía que no era a causa de la mala vida, ya que él había pagado a Parvati y a Seamus para que pudieran mantenerla sin que algo le faltara, aunque no para que se dieran una gran vida y llamaran la atención.

Por eso en cuanto lo vieron en la villa, le informaron lo que estaba ocurriendo, aunque sabía manejar todo y hacerles creer que no sabía que era ella, y hacer que Lysander la ocultara y mantuviera a salvo en lo que él volvía de sus compromisos con los Malfoy.

Avanzó hasta la chimenea y en cuanto lo hizo, notó que ella había despertado, al parecer no tenía un sueño tan pesado, eso era primordial para sobrevivir, la escuchó contener el aliento y sonrió, ahora era él, y no corría peligro, pero no estaría de más, darle un arma, la vida como parte de la realeza, era corta si se era demasiado estúpido y confiado, y ahí estaba su padre como muestra.

Una vez después de su corta charla, avanzó hasta ella, que no le agradara ser una princesa, sin duda hacía que le gustara más, a pesar de vivir en un lugar como en el que vivía, no era como Druella Malfoy.

Contuvo el aliento cuando él se sentó junto a ella, el camisón que le dieron, le quedaba bastante grande, podía ver su hombro huesudo y desnudo, ese hueso que sobresaltaba y desde que habían estado en su estudio, había llamado demasiado su atención, se acercó a ella, haciendo que contuviera su respiración de nueva cuenta, haciéndole sonreír, no era malo que le tuviera miedo.

—Esa bruja no puso guardias en tu puerta –le informó en un susurro –estas cámaras son destinadas a la princesa Druella –su mano fue hasta el cuello suave de la joven –así que dime ¿te molesta que te coloque en otro?

—N-No –musitó a penas.

—¿No te molesta o no quieres?

—SI –soltó en un chillido agudo.

—Sé un poco más clara –se burló, soltándola –sí o no, y qué.

—No, no me molesta ocupar otro lugar, no necesito algo tan grande, con algo…

—Eres mi hermana –soltó divertido, estirándose, extrañamente se sentía muy relajado con ella a su lado –incluso mereces algo más grande de lo que Druella pueda conseguir en este reino o castillo –le informó.

—Pero no es necesario, limpiar esta inmensidad será cansado…

—Limpiar –respondió sarcástico –ya no es tu obligación ni deber hacer trabajos como esos, ahora eres la Princesa Lily Luna Potter, bueno –hizo un ademán con la mano –no has sido presentada oficialmente, pero lo eres, siempre lo has sido.

—Pero no es necesario que se moleste, alteza –respondió poniéndose roja, y sintiendo una oleada intensa de calor en todo su cuerpo.

—Esta noche duerme tranquila –se estiró para poner la navaja debajo de la almohada de la chica –y tienes más privilegios que los demás, llámame por mi nombre, eres mi hermana, después de todo.

—G-Gracias –casi gritó cuando James se alejó de ella.

—No agradezcas por cosas tan estúpidas como esa, eres mi hermana, una maldita princesa, comienza a comportarte como tal, ¿de acuerdo?

—Sí –aceptó.

James salió de la habitación, con una severa punzada en su entrepierna, los aceites que le habían puesto a su baño sin duda le iban bastante bien, tensó la quijada, avanzó rápidamente hasta su cámara, se detuvo frunciendo el ceño, observó a sus guardias y observó al más nervioso.

—Vayan por Elisheva, ahora mismo.

—Sí, alteza –le hizo reverencia y salió casi corriendo.

—Que pase sin anunciarse –ordenó.

—Sí, majestad.

El castaño entró a su cámara, un tanto frustrado, eso de sentir cosas raras por familiares le daba bastante asco, claro, es que nunca antes se había sentido así y hacía años que parientes cercanos o importantes, no había.

La puerta se abrió de forma silenciosa y se cerró suavemente, los ojos de la pelirroja se toparon con los de él, había sido una mala elección traer a Elisheva en esa ocasión, la joven le sonrió divertida.

—Me mandaste traer, a pesar de que la última vez…

—Eres la única disponible a estas horas en el castillo –informó.

—Eso suena bastante mal, su alteza –se burló.

—No me interesa.

—Pero… ¿soy la única invitada?

—Shev, si tuviese más invitados, ¿por qué demonios estarías aquí?

—Cierto.

La mujer no dijo nada más, avanzó hasta él, y lo besó apasionadamente, él solo acudía a ella en momentos donde su apetito sexual era un poco particular, aunque le gustaban las orgías, odiaba mucho el ruido extremo de todo lo que conllevaba tener a más de quince personas en la habitación.

Gruñó cuando se adentró en ella de forma rápida, la pelirroja gimió fuertemente arqueando la espalda, la mano del castaño fue hasta sus caderas, para atraerla más a él, adentrándose más fuertemente con cada embestida, le levantó lo suficiente el vestido sencillo que llevaba, para hacerse pasar por una chica de cocina, y le cubrió el rostro y el cabello, eso no estaba ayudando para nada.

—Maldición –gruñó él, cuando la erección no se marchó una vez que su semilla terminó en la joven.

—Algo le está motivando demasiado esta noche, majestad –se burló, siguiéndolo hasta el sillón, y subiéndose a horcajadas en él, adentrándolo de nuevo en ella.

—Elisheva –gruñó.

—Siempre tienes un buen desempeño, alteza, pero esta noche estás más que excitado, ¿a qué lo debo? –besó su cuello.

—Nada que te interese –masculló irritado, el cabello pelirrojo le cubría el rostro.

La mujer se meció de forma seductora sobre él, llevándolo más profundo todavía, gimió cuando llegó al éxtasis de nueva cuenta, pero no importaba cuantas veces él la llenara con su semilla esa noche, la enferma idea de que fuese su hermana sobre él, lo mantenía duro, completamente duro.

—No está funcionando, quítate –la empujó.

—Bueno, su semilla me ha llenado por completo, sin duda funciona –comentó ella.

—Pero no de la manera en que debería –bufó.

—X—

Lily despertó cuando unas mujeres entraron a su habitación, abriendo las cortinas, y preparando la ropa para ayudarla a vestir, el vestido le quedó grande también, pero nadie dijo nada, le hicieron un peinado bonito y sencillo, las mujeres se agacharon cuando la puerta se abrió, la joven se giró cuando vio por el espejo al rey James.

—Fuera –ordenó en un tono enfadado.

Las mujeres salieron como ratas, casi chocando unas contra otras, aunque Lily pensó que era normal que él tuviese ese carácter, siempre parecían sorprenderse y tenerle más miedo del que en un momento antes le tenían.

James avanzó hasta ella, deteniéndose a un paso de distancia entre ellos, tenía la quijada apretada, y sus hombros se veían extrañamente tensos, así que ella se agitó, la camisa que traía puesta era blanca, y el cuello en V que se unía por unos finos cordones dejaba ver poco de su pecho, provocando una sensación de pesadez en su estómago, tragó saliva y observó al piso, o eso intentó, ya que su mirada se detuvo en el bulto bastante notable en los pantalones del rey, haciendo que sus mejillas se pusieran aún más rojas, y observara a un lado, haciendo que de la brusquedad de su movimiento, la manga del vestido bajara bastante y de forma precipitada.

—Estás tan flaca, que parece que no te dieron de comer toda la vida –gruñó, regresando la manga a su lugar.

—Lo lamento.

—Es normal que te quede flojo –gruñó.

La chica no dijo nada, era obvio que no se refería a eso con la disculpa, sino a lo indiscreta que había sido su mirada, pero prefirió dejarlo creer que era referente a eso.

—Pansy te llevará a comprar cosas –informó, girándose para no dirigirle la mirada –y las sirvientas ya saben dónde colocar las cosas, elige todo lo que te guste, sin importar nada ¿te queda claro?

—¿Por qué? –Le cuestionó y lo detuvo cuando se iba –porqué, si es obvio que no le gusta que esté aquí, que la gente sepa que tiene una hermana viva, todavía.

—Ya estás aquí –le informó sin mirarla –y son consecuencias de mis actos, hace años, decidí no matarte, y Dios, o el destino, quien sea, decidió mantenerte con vida, y –la observó sobre su hombro –la gente debe aprender, que todos viven, o mueren, cuando yo quiero, y ahora que estás aquí, he decidido que vas a vivir, y cualquiera que quiera ponerte una mano encima, bueno, no volverá a tener mano.

—Gracias –sonrió.

—No lo hagas, no soy una buena persona, Lily –regresó hasta ella, haciéndola retroceder tanto que chocó con el tocador –así como ahora decido que ponerte una mano encima sin mi consentimiento, es sinónimo de una muerte segura y nada pacifica, puede llegar un momento, en el que decida que sería divertido que cada plebeyo en cada reino pueda ponerte más que las manos encima –se encogió de hombros –mi humor cambia rápido.

—X—

James entró a la sala del consejo, Ted Lupin estaba de pie, leyendo los pendientes a los demás, nadie dijo nada cuando lo vieron entrar, y de tan mal humor, ver a Lily esa mañana no había ayudado en nada, y menos si la ropa estaba haciendo de las suyas, para que imágenes enfermas llegaran a él.

—La gente en el castillo está hablando de una princesa –habló Remus Lupin.

—Sí, es la princesa Druella Malfoy –habló Ted, su hijo –por el momento, el rey no dispuso cámaras para ella, pero yo…

—No, no hablaban de la futura reina –interrumpió Remus, viendo a James.

—Hablaban de Lily Luna –respondió –mi hermana, que decidió volver a casa.

—No dices algo así, como si nadie estuviese al tanto de como llegaste al trono, James –lo reprendió –así que, sé claro de cómo es que una chica que dice ser tu hermana, Lily Luna, vuelve de la nada, después de años, y la aceptas como si nada.

—Por qué Lily Luna no decidió irse hace años con los demás, la envíe a la villa más desapercibida y cerca de aquí, al cuidado de Parvati y Seamus, hasta que alguien ató cabos y su integridad corría peligro, y si alguien va a matarla, voy a ser yo, cuando quiera, no cuando una bola de pueblerinos mugrosos lo quiera.

Remus suspiró enfadado. —Entonces, tenemos que presentarla con los aristócratas.

—Lo haremos a su debido tiempo –comentó.

—Estábamos planeando un baile, para darle la bienvenida a la princesa Druella –sonrió Ted.

—Claro ¿y por qué gastaríamos nuestros recursos en ella? –Lo observó James, como si hubiese perdido la cabeza.

—Porque es tu prometida, va a ser la reina, y la gente tiene que conocerla, y aprender a quererla –informó como si fuese lógico, Ted.

—Ella no va a ser la reina.

—James –lo nombró Remus –todos sabemos que ese matrimonio tiene que hacerse, técnicamente, eso es lo único que detiene a Malfoy de ir a la guerra con nosotros.

—Ah, yo pensé que eran los cincuenta hombres a uno, de nuestros ejércitos, que bueno que me informas que es mi matrimonio con su hija, que claramente no va a pasar.

—Actitudes infantiles como esta, son claramente lo que hacen que las lealtades flaqueen, James, los reyes tienen obligaciones, las quieran o no, por eso están donde están, al menos a ti, nadie te puso, tú mismo tomaste el trono.

—Dime algo, Remus –comentó irritado James –no sé cómo funciona la sucesión en tu maldita cabeza retrasada, pero el rey, tiene hijos, muchos, por montones, y el primogénito varón, es quien toma el trono…

—Al morir su padre –le recordó Remus –no hace una maldita masacre, y asume el trono, que si bien era suyo por derecho…

—Bueno, no veo a nadie quejándose de que maté a mi padre, y llevé este y cada reino que anexé a su esplendor –se burló –al inicio tenían sus dudas, quisieron manipularme, porque pensaron que era fácil, pero mira, hasta donde he llegado.

—No estoy quitando mérito a cada uno de tus logros, pero tienes que tener en cuenta las cosas, ¿prometiste o no un matrimonio con Druella Malfoy cuando firmaste ese tratado?

—Malfoy lo sugirió, dijo que podría traerme a su hija a vivir a mi reino, pero yo jamás le dije que al traerla la desposaría.

—Para mí, es una forma de decir sí, prometí algo, pero crucé los malditos dedos, para no hacerlo después, desposa a esa maldita princesa, y ahórranos traiciones.

—Bien, pero no será esta semana.

—No planeaba que lo fuera –se puso de pie –iré a comenzar los preparativos.

—Bien.

—Hay más cosas que tratar –comentó Ted.

—No, hoy no, llévalo a cazar algo, distráelo, hasta acá me llega su olor a mala noche y pésimo humor –bufó Remus.

Los demás once hombres abandonaron el consejo junto con Remus, Ted Lupin suspiró enfadado y dejó los pergaminos en la enorme mesa y la pluma también, junto al frasco de tinta, y observó a James.

—Dejaste la navaja, gracias a Dios –se pellizcó el tabique de la nariz –creí que hoy tendría que planear el funeral de mi padre.

—Remus siempre ha sido un hombre directo, por eso sigue vivo, aunque no me guste lo que dice –observó a otro lado –Lily ocupó anoche la cámara que destinaste a Druella.

—No sabía que…

—No, fue Pansy quien lo decidió, pero ya se lo dije, no tiene problemas con ocupar otro espacio, tengo entendido que el ala donde está la tuya, hay una bastante bonita y amplia.

—Lo está, pero la vista da al desastre monumental –se encogió de hombros –a mí no me molesta, pero es una chica, no creo que le guste ver aquel desastre.

—No interesa –observó a Ted –prepara ese baile, pero no será para Druella, aunque –se puso de pie y avanzó hasta la puerta –deja que el resto del mundo piense que sí –se detuvo y lo observó sobre su hombro –incluida ella y tu padre.

—Eso es cruel –le informó.

—Tú solo di que es un baile en honor a la princesa, que se dará a conocer en la sociedad del reino del centro, no es mentir, ella sola se lo creerá.

—James…

—Mientras más rápido mejor –sonrió divertido.

—De acuerdo.

James avanzó hasta los establos, lo que necesitaba era distraerse, y seguiría el consejo de Remus, iría a cazar, iría solo, así que se dirigió fuera de la ciudadela, hasta donde nadie lo encontraría rápidamente, a veces necesitaba tiempo a solas.