Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Rochelle Allison. Yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: This story is not mine, it belongs to Rochelle Allison. I'm just translating with her permission.


Futuretake

Mayo de 1981

Edward

La televisión se escuchaba suavemente detrás de mí. No la estaba escuchando en verdad, pero se había convertido en un hábito. A Bella no le gustaba mucho, decía que ella tenía suficiente ruido con los niños corriendo alrededor.

Aflojé el nudo que acababa de hacer en mi corbata y lo intenté de nuevo. Uno pensaría que después de todos estos años sería bueno en esta mierda, pero no. Aún prefería que mi esposa lo hiciera. Pero ella estaba ocupada así que estaba solo esta mañana.

Un nombre familiar llamó mi atención y eché un vistazo a la pantalla, deteniendo mis movimientos.

Bobby Sands.

Solté mi corbata y me senté en la cama sin hacer, sintiendo que me había quedado sin aliento.

Era una sensación vieja y abrumadora, una que me recordaba a un tiempo lejano. No importaba que me hubiera ido hace una década... estajamás me abandonaba.

Bobby Sands había muerto días antes. Estaba en todas las noticias, lo cual me sorprendía un poco; las reacciones estadounidenses ante las huelgas de hambre en mi país eran divididas y no siempre comprensivas. Al menos, así es cómo se sentía. Suponía que ciudades con mayor población irlandesa como Boston y Nueva York estaban de luto, pero a veces Seattle se sentía como el jodido fin del mundo en ese sentido.

No podía creerlo, solo que sí podía.

Las huelgas de hambre hace tiempo que estaban sucediendo. Había sabido que terminaría mal, todos lo habíamos sabido, pero verlo tan claro como el agua así me rompía el corazón. Bobby solo tenía veintisiete años, difícilmente más joven que yo.

Fotografías de él y Long Kesh, la prisión donde había sido encarcelado, eran mostradas en la pantalla.

Él había muerto por nada. Había muerto por todo.

Sí, en momentos como este estaba de vuelta en Belfast como si nunca me hubiera ido. El tiempo no había pasado. Pero a veces en momentos como este recordaba exactamente por qué me había ido. Aunque parte de mí siempre sentiría esa urgencia para hacer algo, podía aceptar que había hecho mi parte por mi país. Tenía diferentes problemas ahora, obligaciones familiares.

Grace apareció en la puerta, los lazos en su cabello del mismo color azul de su vestido.

—¿Papi?

Apartando la mirada de la pantalla, me concentré en mi hija mayor, tratando de tragar el nudo en mi garganta.

—Mamá está enloqueciendo porque no puede encontrar las llaves del Chevy.

—¿Para qué demonios las necesita? —pregunté, exasperado. Ya ni siquiera usábamos ese coche.

—Para que la abu y el abu puedan conducir hasta la iglesia. —Grace suspiró, luciendo justo como su madre con grandes ojos marrones y cabello largo y oscuro. No le permitía que se lo cortara.

—Enseguida bajo —prometí.

—Vamos a llegar tarde. —Se cruzó de brazos, sin irse.

Y no quería que se fuera. No quería estar solo en el cuarto, pensando en Bobby y el interminable conflicto.

Entonces me puse de pie, apagando el televisor.

Jalé el lazo de Grace, burlándome de ella, mientras bajábamos las escaleras juntos.

—Papá —gruñó ella, rápidamente armando un moño con el lazo de nuevo. Ella era una niña muy femenina, mucho más de lo que recordaba que fuera su mamá alrededor de su edad.

Bella estaba casi destrozando la cocina, buscando algo mientras una de las gemelas se aferraba a ella. Parecía que estaba a punto de llorar.

—¿Dónde está mi cartera?

—La vi en las escaleras —dije, tomando a Gemma de la pierna de su madre.

Bella salió del cuarto casi corriendo y giré hacia Renée, quien estaba esperando con Charlie junto a la puerta.

—Podemos llevar a las gemelas —ofreció, señalando a Gemma—. ¿Dónde está Molly?

—Iré a buscarla —dije, tendiendo la niña en mis brazos a su abuela—. Charlie, las llaves del Chevy están colgadas junto a la puerta del garaje. Es un llavero rojo.

—De acuerdo. —Asintió y se fue con Renée y Gemma, probablemente contento de estar escapando de la locura. Me di la vuelta, casi chocando con Bella mientras regresaba al cuarto con su cartera.

La tomé de los brazos, besando su frente antes de soltarla.

—¿Dónde está Molly?

—No lo sé... ¿En las escaleras quizás?

Mientras Bella lo sugería, encontré a Molly debajo de las escaleras y la llevé rápidamente afuera donde Charlie y Renée estaban esperando junto al bordillo.

—Gracias, Renée. Saldremos después de ustedes, ¿sí?

Ella sonrió, sacudiendo la cabeza mientras se marchaban.

Uno pensaría que al llegar el quinto bautismo seríamos profesionales.

Francamente, solo había empeorado.

~V~

Jack había llegado primero.

Por un tiempo, solo fuimos Bella, el bebé y yo, viviendo en un pequeño apartamento mientras yo terminaba la escuela de medicina. Esos fueron momentos sencillos. Lo pasamos mal, a veces teníamos muy poco con qué trabajar, pero lo logramos. Si mi papá pudo hacerlo cuando era joven, entonces yo también podía hacerlo.

Pero no fue un feo período para nosotros. Algunos de mis recuerdos favoritos eran de ese apartamento, pasando los sábados por la mañana en la cama con el bebé Jack entre nosotros.

Grace nació un año después de eso, y las gemelas unos años después de eso.

No podía contar cuántas veces nos habíamos mudado. Bella probablemente podía; ella siempre había sido la que empacaba nuestra mierda mientras yo estaba en el trabajo. Nuestras casas tendían a reflejar mis ingresos y cuántos pequeños teníamos en ese momento. Cuando supimos que Bella estaba embarazada con el número cinco, sabíamos que nuestra casa se había vuelto chica.

Bella y Rose habían encontrado la casa mientras conducían alrededor de Madison Park un día. Habría ido donde fuera que Bella quisiera, en serio, pero ella había insistido que le echara un vistazo la próxima vez que tuviera tiempo libre. Hicimos el recorrido juntos y al ver las reacciones de Bella, me hizo quererla tanto como ella. Cuando ella se encontraba en su tercer trimestre, habíamos firmado los papeles de la casa.

Anthony James nació unos meses después.

Le habíamos dado mi segundo nombre así como el nombre de un amigo caído. James había muerto años atrás en la prisión. Me había enterado por Seamus, años después de abandonar Belfast, que James fue una de las razones por las que Bella y yo habíamos podido huir sin ser detectados. Le debía mi libertad a él y no pasaba un día en que no pensara en él.

—¿Edward? —Bella se encontraba a mi lado, enlazando su brazo con el mío—. Llegaremos tarde.

—Siempre llegamos tarde —le recordé—. Es prácticamente tradición.

—Una tradición que puedo prescindir —murmuró ella, apartándose.

La jalé hacia mí de nuevo, besándola. Jamás tenía suficiente de esa boca, razón por la cual probablemente nos encontrábamos en esta posición una y otra vez, corriendo al hospital, a la iglesia, a la escuela.

—Oh, qué asco —se quejó Jack, apareciendo de la nada.

—Súbete al coche. —Suspiré—. Y trae a tu hermana.

Él inclinó la cabeza.

—¿Cuál?

—Grace, sabelotodo.

Bella me dio una mirada fulminante y anudó mi corbata en un nudo Windsor.

St. Anne estaba llena con nuestra familia y amigos. Cielos, esperaba que todos entraran en el patio para la celebración después.

Así como Charlie y Renée, mis padres habían viajado desde Belfast para el bautismo. Era algo importante tener a todos en el mismo lugar de nuevo, todo lo opuesto al principio, cuando solo Em, Rose y Liam nos acompañaron para el bautismo de Jack. Ahora se encontraban en el primer banco con sus siete pequeños, así como Alice y Jasper, quienes habían venido desde Austin. Ellos tenían dos varones y otro en camino.

Pronto Bella y yo nos encontrábamos en el altar con un Anthony muy inquieto. Él iba a ser fuerte, podía verlo por la manera en que luchaba contra el agarre de su madre.

Sin hablar, extendí mis manos y ella me lo tendió.

Siempre amaría esto, sostener los hijos que Bella me había dado, olfateando su cabello de bebé, tocando mi mejilla contra las suyas.

~V~

Bella

Nunca me cansaría de ver a Edward así con nuestros bebés.

Él era tan bueno con ellos, paciente en maneras que yo no lo era. Era cierto que yo era la que estaba en casa con ellos todo el tiempo, pero aún así. Él era un padre increíble. Era fácil olvidar los años de lucha y dificultades financieras en momentos como este, cuando las cosas simplemente eran tan buenas.

Habíamos trabajado duro para llegar dónde nos encontrábamos y no podía estar más orgullosa de Edward y lo que él había logrado. En el último año, él había comenzado a asumir más responsabilidades en la sala de emergencias de Harborview Medical. Él era joven, pero ya había comenzado a ganarse una gran reputación localmente como un prometedor doctor.

Éramos más que bendecidos. Y Dios, él simplemente se volvía más y más apuesto.

Me guiñó un ojo entonces, probablemente reconociendo el brillo lujurioso en mis ojos. Sonreí y regresé mi atención al padre Murphy. Edward era la última persona a la que necesitaba estar mirando ahora mismo, haciéndome sonrojar con sus miradas descaradas.

Ese era el tipo de mierda que nos metía en problemas.

El bautismo fue un evento breve. Le agradecimos al padre, quién había bautizado a cada uno de nuestros hijos, y nos reunimos con todos los que se encontraban afuera. Era un día templado, el sol brillaba suavemente entre los bordes de las nubes.

Anthony comenzó a ponerse inquieto. El pobre seguramente tenía hambre.

Capté la mirada de Edward y señalé en dirección al coche, sabiendo que se quedaría y charlaría con todos si no lo sacaba de allí ahora.

Habíamos preparado el jardín con antelación, decorándolo con mesas, sillas y globos. Me escabullí en el cuarto para alimentar a Anthony y dejé que mis padres y mis suegros se ocuparan de la comida en el piso de abajo.

Él era un bebé hermoso, con los ojos y el cabello de su Pa. Sostuve su pequeño pie mientras se alimentaba, divertida con lo tranquilo y comportado que era cuando estaba comiendo. Esta era una de las cosas que extrañaba cuando crecían, cómo me miraban mientras yo los miraba, este pequeño momento cuando no había nada más. Era tan simple.

Eventualmente estuvo saciado, así que le hice eructar, lo cambié y lo llevé de vuelta con la familia así podían consentirlo un poco más. A este paso apenas lo vería durante el resto del día, con todos los brazos ansiosos esperando su turno.

Me preparé un plato de comida, preguntándome dónde se encontraba Edward. A menudo él estaba al frente de todo, contando historias o haciéndose el tonto con Emmett. Ninguno de los dos había crecido en ese aspecto.

—¿Mamá?

Ella se dio la vuelta ante mi voz, sonriendo expectante cuando vio al bebé. Se lo di, agradecida por el descanso.

—¿Has visto a Edward? —pregunté.

—Él fue adentro hace un rato.

Dejándola con Anthony, regresé a la casa, preguntándome por qué no había visto a Edward al salir momentos atrás.

Aunque no me llevó mucho tiempo encontrarlo. Él estaba en su estudio, un periódico abierto sobre su escritorio.

Me detuve en la entrada, reconociendo la tensión en su rostro. Traía de vuelta una sensación vieja en mi pecho, algo que no había sentido en un tiempo.

Después de un momento, levantó la mirada.

—Bobby Sands murió.

Mi corazón se sacudió.

—¿Cuándo?

—El martes.

Me senté en la silla frente a él, descansando mis brazos sobre su escritorio.

—¿Estás bien?

—Me ha traído varios recuerdos. Yo... No lo sé. Hemos estado esperando esto, pero ahora... —Frunció el ceño, mirando de nuevo el periódico, a la foto de Bobby.

Nos sentamos en silencio por un momento. Cada cierto tiempo, cosas como estas sucedían, llevándonos de vuelta a la situación en casa. A veces podía notar que Edward se sentía culpable. Aún había un poco de lucha en él y siempre simpatizaría con la causa.

Y no lo culpaba. Ese fuego era una de las cosas que más amaba de él.

En cuanto a mí, amaba Seattle, siempre lo había hecho, y amaba nuestra vida. Aún así, había días que extrañaba mucho a Belfast y saber que nunca podríamos volver dolía. Sabía en mi corazón que habíamos tomado las decisiones correctas, pero eso no disminuía el dolor para nada. Quería que mis hijos vieran de dónde venían.

La risa de Emmett retumbó molestamente desde el patio, sacándome de mi ensoñación.

Los ojos de Edward se encontraron con los míos, y compartimos una sonrisa. Me puse de pie y caminé alrededor del escritorio hacia él, ansiando su cercanía. Él giró hacia mí y apoyó su cabeza en mi estómago, algo que siempre había hecho. Pasé mis dedos por su cabello, encantada. Amándolo.

Después de un momento, besó mi vientre y se paró, envolviéndome en sus brazos.

No tenía que decir nada; lo sabía.

Él solo necesitaba que estuviera allí.

~V~

La mejor parte de tener a nuestros padres de visita era que insistían en limpiar. Mamá y Esme lavaban los platos mientras que Pa y Carlisle charlaban en el fondo, sus voces marcadas por risas y el ruido de botellas.

Por una vez, Anthony se durmió temprano. Él había estado absolutamente agotado cuando los últimos invitados se fueron y después de un baño rápido, se había quedado dormido. Aún se despertaba durante la noche para comer, así que su cuna permanecía en el rincón de nuestro cuarto.

Grace ayudaba a veces con los más pequeños, a pesar que ella seguía siendo bastante joven, pero esta noche estaba libre de responsabilidad. Ella había hecho suficiente temprano, antes del bautismo. Terminé con Gemma y Molly y las llevé a la cama, llamando a Edward para que quedara a cargo así finalmente podía tomar una ducha.

Él lo hacía mejor, de todos modos.

Nadie contaba cuentos para antes de dormir cómo lo hacía él y nadie se divertía tanto rezando. Escuché por un momento su voz mientras les leía uno de sus libros favoritos antes de salir al pasillo.

Tomé una larga ducha, lavando el sudor de mi piel. Si no hubiera estado tan exhausta, hubiera optado por un baño, pero quedarme dormida y despertar en agua fría no sonaba muy atrayente. Para alguien que no había lidiado mucho con niños al crecer, realmente me encantaba tener una gran familia propia.

Las cosas eran agitadas, pero nunca aburridas. Y dependiendo del clima, pasaba tanto tiempo afuera con los pequeños como era posible mientras Jack y Grace estaban en la escuela. Ese era mi método: agotarlos antes de que ellos me agotaran.

Aunque fue un buen día. No podía recordar la última vez que había estado rodeada de tanta familia; se sentía como en casa.

Edward estaba quitándose la ropa cuando salí. Me observó envolver mi cabello con una toalla.

—¿Las niñas duermen?

Él asintió.

—Todos lo hacen.

—Bien. —Suspiré—. Estoy exhausta.

—¿Estás segura que quieres salir? —preguntó, deslizando un dedo a lo largo de la piel mojada de mi cadera.

Asentí, presionándome contra él, mojando su piel con la mía. Levantó una mano y quitó la toalla de mi cabeza, permitiendo que mi cabello cayera. Seguía siendo largo, aunque no tanto como lo había sido una vez.

Reconocía el deseo; estaba escrito claro como el día en su rostro y en otras partes de su cuerpo también. Lo conocía como conocía mi propio cuerpo, como la manera en que reaccionaba a él en ese mismo segundo.

Él tomó mi rostro entre sus manos y me besó profundamente, haciéndomelo saber.

—Apresúrate —susurré, apartándome.

Él me sonrió, asintiendo ligeramente antes de caminar a mi alrededor y meterse en la ducha.

Después de secarme apropiadamente, me dirigí a nuestro cuarto y me acosté sobre la cama, sabiendo que no tenía mucho sentido vestirme. Edward simplemente me la quitaría de todos modos y no estaba de humor para la timidez y los juegos.

Solo para él.

Habíamos estado casados por casi nueve años. Era difícil de creer; de alguna forma, sentía que habíamos estado juntos por siempre. Y, de una manera, lo habíamos estado, habíamos crecido juntos después de todo. Pero en otros aspectos nuestra relación se sentía fresca. Nunca me cansaba de ver su rostro, siempre sentía mi corazón saltarse un latido cuando él llegaba a casa del trabajo. No era una sensación loca y fuera de control como lo había sido cuando era más joven, pero era intensa y real al mismo tiempo. Mamá dijo que así era cómo sabías que habías elegido al correcto y suponía que ella tenía razón.

Con los años, hubo momentos donde estaba demasiado cansada para hacer el amor. En otros, él era quien se quedaba dormido antes que yo pudiera hacer mi jugada. Pero otras veces, como ahora, estábamos en la misma página. No habíamos tenido mucho tiempo desde el nacimiento de Anthony, pero ya había estado lista por un tiempo.

Él vino a mí, su piel suave y mojada por la ducha.

—Te extrañé.

—He estado aquí —dije, pero sabía a lo que se refería—. También te extrañé.

Me besó suavemente y le respondí, moviendo mi lengua ligeramente contra la suya.

—¿Estás... bien? —pregunté después de un momento, notando su expresión distraída.

Él sabía lo que estaba preguntando. Yo no había podido apartar los pensamientos de Bobby Sands y su terrible experiencia de mi mente, así que sabía que Edward no había sido capaz tampoco.

—Estoy bien —respondió, con los ojos bajos—. Lo estaré. Es solo una de esas cosas, ¿sabes? Me tomó un poco desprevenido.

Asintiendo, lo llevé hacia mis brazos y lo abracé fuerte, amándolo con todo lo que tenía. Cuando pensaba de donde habíamos venido y lo fácil con lo que podría haberlo perdido, me estremecía por dentro, contenta de que hubiéramos escapado cuando lo hicimos.

Le agradecía a Dios todos los días por la vida que se nos había dado.

Dejé que mis piernas se separaran mientras él se ubicaba entre ellas, besando mis muslos y mi vientre. La maternidad había cambiado mi cuerpo y ya no era tan delgada como lo había sido una vez. Mis caderas estaban más anchas, mi vientre más redondo. Dependiendo de mi humor, estaba encantada o frustrada por ello. Pero a Edward le encantaba. Besó mi ombligo y entonces se acercó a mí, acercándome para besarme.

Sus manos estaban en todas partes, poseyéndome como siempre lo habían hecho. Respondí de la misma manera, tocándolo en lugares que sabía que le gustaba, algunos ocultos y otros obvios. Podía sentirlo duro contra mi pierna y me excitaba, saber que en momentos lo sentiría por completo.

Edward me besó, separando mi labio inferior con su pulgar antes de soltar mi boca y descender sus labios, besándome donde él sabía que quería.

Hundí mis dedos en su cabello, jalando gentilmente. El tiempo nos había dado técnicas, métodos para provocar orgasmos en el cuerpo del otro. Me llevó al borde y movió sus dedos en mi interior, haciéndome contraer por dentro.

Cuando me vine, besó un camino hacia mi boca y entró en mí, donde me había dejado húmeda, resbaladiza y lista. Nunca me cansaría de esto; nunca me aburriría del aspecto físico de nuestra relación. Cada vez que hacíamos el amor era el mejor momento.

—Oh, Dios, Bella —gruñó, levantando aún más mi pierna. Le di mi otra pierna, sabiendo que amaba hacerlo así. A mí también me gustaba; entraba más profundo. Me moví con él, me aferré a él, sin palabras, incapaz de sentir o concentrarme en otra cosa que no fuera él dentro de mí.

—Te amo, te amo —susurré, besando su oreja.

Edward desaceleró, mirándome.

—Te amo. Para siempre.

Era imposible saber dónde terminaba él y comenzaba yo.


Ahora sí, fin :') Muchas gracias por acompañarme en otra traducción. Espero que les haya gustado saber una pequeña parte sobre la historia de Irlanda ❤️

Como siempre, si disfrutaron de la historia, por favor, consideren tomarse dos minutos para agradecer el permiso a la autora ;) Les dejo una opción en inglés, pero siempre pueden escribirle algo en español.

Hi, Rochelle! I just read the Spanish version of Volition and I wanted to thank you for sharing your words and for allowing Pali to translate it. I hope to read more of your stories in the future. Greetings from (tu país).

Si están en mi grupo, ya lo habrán visto, pero les cuento que la autora publicó un libro sobre los descendientes de esta historia. Esta catalogada como mafia irlandesa-estadounidense, romance de segunda oportunidad, y hay diferencia de edad. El link lo encuentran en mi grupo, así como el adelanto que ya se subió para la próxima traducción.

Abrazos,

Pali ❤️