Como era habitual, cada integrante de la célula rebelde del planeta cumplía sus funciones designadas.
Numa y Bly continuaron entrando a los reclutas, y ya su esfuerzo mostraba resultados. Los aspirantes ya dominaban el uso de diversas armas de fuego y eran capaces de luchar en escuadras. Usualmente entrenaban la guerra de guerrillas, pues sabían que un enfrentamiento directo con el ejército Imperial sería una locura, pero uno nunca está lo suficientmenete preparado.
En sus secciones de entrenamientos nunca faltaba Toba, quien aunque no participaba, siempre estaba al tanto de cada detalle. Y más ahora que Li Mu y los comando doshan se unieron al resto.
Miraj se encargada de organizar y administrar el Oasis de forma tal que todos tuviesen lo necesario para vivir cómodamente. Pero no se dejen engañar por su cara bonita, pues la única condición para vivir en el Oasis era trabajar, algo que absolutamente todos debían cumplir... Y a decir verdad, nadie se atrevía a preguntar que pasaba con los vagos o aquellos que tuviesen ideas diferentes a la resistencia. Algo que él propio Ícaro apoyo y... acrecentó.
Y como era costumbre, el droide se pasaba los días computando opciones, analizando variables y posibles estrategias a seguir. Cada uno de sus planes tenía millones de resultados diferentes, y cada resultado tenía planes de respaldo. Puedo que Ícaro no lo supiera, pero al parecer su parte orgánica desarrollo un trastorno obsesivo tras lo ocurrido en la última misión a Abafar. Entonces... su comunicador sonó.
Ícaro: - ¿Doctor Humkboll? ¿Qué ocurre? - Pregunto asustado al ver la siluetta del skakoano en su holo-proyector.
Hunkball: - General... Creo que... debería venir al hospital... tan pronto le sea posible. -
Las palabras del skakoano fueron... implacables para el droide. Algo dentro de él se sintió muy similar a una vasija de cristal romperse en mil pedazos. A pensar de ser que basaba la mayor parte de su raciocinio en cálculos, la simple idea de imaginarse lo que el skakoano le había dicho hacía que su cuerpo de metal experimentara el equivalente a un escalofríos.
Ícaro no perdió el tiempo. Salio de su minúscula y oscura oficina y se dirigió hacia el hospital tan rápido como pudo. Su andar era apresurado, pero no lo suficiente para no levantar sospecha alguna. La forma en que Humkball le habló no fue muy animada, así que debía mantener el perfil lo más bajo posible para no levantar sospechas.
En su camino, se topó con varios conocidos que no se limitaron al saludarle, y el droide tuvo que hacer un gran esfuerzo para conservar la calma y no mostrar desesperación. Aún así, excusándose de asuntos de vital importancia que debía atender, logró despedirse educadamente y seguir su trayecto.
Una vez llegó al hospital, los trabajadores lo saludaron como era de costumbre, pues no era la primera vez que el droide iba a comprobar el desarrollo del clon y, al juzgar por sus caras de alegría al verlo, era posible que Hunkball no hubiese notificado nada todavía. Y era mejor así.
Los pasillos del hospital se volvieron interminables. Cada paso que el droide daba se sentía aún más pesado que el anterior, como si un código se generase en su interior advirtiéndole de evitar seguir adelante. Las paredes de los corredores se hicieron cada vez más estrechas, pero eso era imposible. Tal vez un mal funcionamiento de sus sensores ópticos, pero no importase cuantas veces este ejecutara un diagnóstico, estos simplemente no mostraban error alguno.
Su mal funcionamiento no era una consecuencia alguna de una avería. Al parecer, su extraño núcleo se estaba comportando de una forma nada normal, y era una sensación que al droide no le resultaba para nada placentera. Una sensación que se asemejaba a experimentar un escalofríos recorrer todo su cuerpo.
Ícaro no quería seguir adelante. No quería hacerlo. A pesar de computar lo contrario, una parte de él le decía que diera media vuelta. Que ignorase la realidad y se olvidara del asunto, pero eso era algo que simplemente no podía hacer. No podía darse el lujo de suponer lo inevitable. Esa no era su forma de hacer las cosas. Si quería saber la verdad, debía dar otro paso al frente, aunque esto resultase mucho más doloroso hacerlo que computarlo.
Hunkboll: - ¿General? -
El droide no se había percatado. Estaba tan absuelto en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta que ya había atravesado todo el edificio y ahora se encontraba a solo dos pasos del skakoano. Humkball, a pesar de su mirada siempre carente de emociones, no podía evitar mostrar tristesa y preocupación. Algo que no pasó desapercibida para el droide.
Ícaro: - Doctor... ¿Qué ocurre? -
Humkboll: - Aquí... Acompáñeme. -
Tanto secretismo definitivamente no podía ser bueno. Esa zona del hospital era casi intransitada por el público en general, y si el propio Humkboll no quería que nadie lo escuchase era poque no tenía buenas noticias. Lo peor de todo, era que se dirigían a la apartada habitación donde yacía Boil... O lo que quedaba de él.
El doctor abrió la puerta, permitiendo que él y el droide pasaran al interior, y luego la cerró herméticamente. Ahora, ante sus ojos, se encontraba lo que quedaba de quien una vez fue su amigo. Ícaro no pudo evitar sentir como un blaster le atravesaba el pecho al verlo en ese estado, y los agitados pitidos de la máquina de soporte vital a uno de los costados de la cama del paciente no daban buenas señales.
Ícaro: - Doctor... ¿Qué ocurre? -
Humkboll: - General... Ha pasado demasiado tiempo... Su... pulso... Por decirlo de alguna forma... Se debilita cada vez más y más. No... No hay nada que pueda hacer para salvarlo. -
Ícaro: - Pero... Usted dijo que podría salvarlo. -
Humkboll: - General... no quiero contradecirme a mi mismo... Pero... de salvarlo... puedo hacerlo pero... ¿A que costo? -
Ícaro: - No... No entiendo a que se refiere. -
Humkboll: - Está sufriendo... general. -
Ícaro giró la cabeza de inmediato hacia el skakoano al escuchar las palabras. No quería oir eso... no quería hacer la realidad de la que tan consciente era... Se sentía tan estúpido en ese momento. Sabía... Había computado y estaba seguro de la realidad... pero esos ápices de esperanza lo impulsaban a seguir. Pero las palabras del doctor solo afirmaron lo que ya él sabía.
Ícaro entonces... experimentó algo nuevo. Algo mucho peor que la culpa o la ira. Ícaro experimento el arrepentimiento.
El droide lo sabía, pues él más que nadie, quien estaba conectado a cada máquina del Oasis sabía cuanto el clon estaba sufriendo. Puede que no fuese capaz de imaginarlo ya que no era un ser humano, pero lo altos niveles de leucotrienos, bradikininas y otros químicos que saturaban las artes orgánicas del clon era una prueba medica irrefutable de ello. Sustancia químicas que libera el cuerpo orgánico ante la presencia del dolor, y el cuerpo de Boil estaba saturado de ellos. Y ya había pasado un mes desde entonces.
Ícaro no conocía el dolor. No era capaz de hacerlo. Pero en ese momento hacía lo posible por entenderlo. Entender su propósito. Quería entender por qué se había negado tanto a la realidad. ¿Acaso fue su propia decisión? ¿El shock que experimentó al ver todo lo sucedido cuando regresaron a Abafar? ¿Por qué fue tan ciego?
Humkboll no era un mero skakoano. Ícaro lo sabía todo de él. Fue la mano derecha de Wag Tambor, y estuvo implicado en cientos de experimentos relacionados con la manipulación biológica y la experimentación con la bioingeniería y prótesis cibernéticas. Él fue parte del proyecto para transformar a los machos nelvaanianos en esas aberraciones que encontró, y estuvo en la cabeza del proyecto que convirtió al clon CT-1409, conocido como Echo, en un cyborg. Y si ese mismo skakoano le estaba aconsejando a Ícaro que dejara descansar al clon... debía escucharlo.
Ícaro: - ¿Sufrirá? - Preguntó con una voz casi vacia.
Humkboll: - No. -
Ícaro quería realmente incrustar su mano en su pecho y arrancarse ese maldito núcleo de una ves por todas. Estaba arto de esa sensación de agonía que sentía, la cual se hacía cada vez más fuerte. El droide se acercó al clon, quien yacía con su cuerpo chamusqueado, repleto de cables, parte metálicas y conductos de soporte vital conectados a cada región que aún le quedaba con vida. Lo vió una última vez... y sin pecatarse, dejó escapar un pitido agonizante que no fue capaz de controlar... ni entender.
Ícaro: - Lo siento... Mi amigo. -
Fue lo último que dijo, antes de darse vuelta y hacerle un gusto al skakoano con la cabeza. Ícaro tuvo que salir del lugar. Simplemente no podía estar allí adentro. Su núcleo parecía que quería explotar dentro de su pecho, o parecía estar generando tanto calor que haría que sus placas se derritiesen. Pero la verdad, este solo enviaba códigos por todos sus circuitos. Código de dolor y agonía.
Ícaro se recostó a una pared, incapaz de controlarse. Para un droide eso resultaba imposible, pero no podía hacer más. Lo único que podía hacer era escuchar los pasos del skakoano dentro de la habitación, abriendo una gavetas y tomando diferentes utensilios que Ícaro era incapaz de imaginar.
De fondo, se escuchaba ese agobiante pitido repetitivo de la máquina de soporte vital, el cual resonaba con una frecuencia constante e ininterrumpida. Entonces... los pasos de Humkboll se detuvieron y un silencio agonizante se apoderó del lugar. Y de pronto... el repetitivo sonido del soporte vital se convirtió en uno constante, dando a entender que Boil finalmente había dejado atrás todo ese sufrimiento.
Humkboll: - "El paciente llegó a un punto crítico. Lamentablemente no pudimos salvarlo. Su condición era demasiado inestable. Causa del deceso... Fallo cardiaco. Hora de deceso... 35 horas con trece minutos horas de Gwori. Espero que el comandante halla encontrado el descanso de una vez por todas."
Al parecer, Hunkboll estaba dando un reporte del deceso de Boil, y tal como escuchó, había mentido en el reporte. Seguro para evitar problemas con aquellos que serían más suceptible ante su muerte como Numa o Mirana. Ícaro era conciente de lo que el skakoano había hecho para salvar la paz en el Oasis, pero eso no evitó que una mancha de aceite de desparramara en forma de lagrima por uno de los sensores ópticos del droide.
Quiero informarles que ya comencé a hacer los podcast de esta historia. Si quieren ver la narración, voces y música épica los animo a escucharlos.
