Un nuevo reto, esta vez pertenece a una serie de fic's cortos sobre la tematica de besos, elaborados por la pagina Facebook Es de Fanfic, Kisspril

El kisspril empieza hoy y con la tematica Primer beso, para ello elegí personajes de DBGT: Pan, Uub y Popell

¿Y quién es Popell?, es nada más ni nada menos que la cita de Pan, en el primer capítulo Pan estaba con un chico alto de cabello oscuro (que parecía mucho a 17 jijij), en que estaba apunto de ir a ver una película en el cine, pero en eso aparece un par de ladrones...

Bueno, volviendo al reto, en realidad deberia tener menos de 1000 palabras, pero se me pasó XD


— Señorita Pan — su lectura había sido interrumpida por la voz masculina. Cerró lentamente el libro mientras alzaba la mirada para encontrarse con los ojos oscuros de su acompañante — Pronto comenzará a llover, será mejor regresar a casa — sugiere con suavidad.

La joven alzó la vista hasta el cielo gris, sin duda alguna tenía el tiempo apremiado para regresar a casa antes que comenzará a llover.

— Tienes razón — aceptó depositar su mano enguantada en la mano áspera de su acompañante —. Me he perdido en mi lectura, los poemas del conde Blue son magníficos, te hace suspirar, anhelar un amor como el que describe — la jovencita suspira con un nota emotiva, apretando su libro de tapa de cuero aterciopelado en su brazo mientras caminaba guiada por su fiel acompañante, que escuchaba atentamente cada palabra.

—Si su abuela se entera de la clase de libro que está leyendo — no termino la frase, la jovencita lo hizo.

— Me llevaría a un comento — soltó tensa al imaginarse asistir uno, había escuchado que era bastante estricto, aunque no lo dudaba a pesar que eran rumores, su abuela había asistido a uno y era una mujer muy reservada y conservadora.

— Y seria una lastima — Uub le abre la puerta y le ofrece su brazo, sus ojos se encontraron, admiro esos ojos grises de la jovencita —, la hacienda quedaría vacía y fría sin su presencia — Uub apretó los labios, sellando las palabras que querían brotar desde su corazón.

Aunque no hacía falta, ella pudo sentirlo en sus ojos. Sus mejillas enrojecieron, agradeció que el clima nublado le ayudó a ocultarlo. Avergonzada baja la mirada con una sonrisa tímida.

Con torpeza, aún sintiendo sus palabras quemar, sube a la carroza, ayudada por su acompañante que acomoda la falda ancha y abundante.

Una vez asola en el comportamiento de la carroza, sentada mientras que el mismo se mecía suavemente por el paso de los corceles guiado por su acompañante.

— Uub — murmuró en una sonrisa tímida mientras se aferraba a su libro, le gustaba leer los poemas del conde Blue, él escribía versos que llegaban al corazón, sus letras desprendían una sensación dolorosa por un amor prohibido. Miro a la ventana preguntando quién había rechazado al escritor, un conde bastante atractivo, según pudo evidenciar en los periódicos —. Qué nos espera a nosotros los mortales — desdichada murmura las palabras que había escuchado decir al amigo de su tío.

…….

Al llegar a la hacienda, tuvo que esperar a que su acompañante corriera hasta traer un paraguas y así caminar en el lodoso suelo, por culpa de la lluvia que había caído en un torrencial. El paragua no había servido de mucho, pensó, pero no deseo verbalizar.

— Debería cambiarse de inmediato antes que agarre un resfriado — Uub tuvo la tentación de limpiar las gotas heladas que bañaban el rostro femenino de la primogénita del señor que servía, pero eso provocaría un castigo y aún peor: su rechazo. Debía recordar que era un esclavo.

— ¿Me lo dices a mí? — pregunta consternada, miró a su acompañante, él estaba más que mojado, la ropa húmeda se pegaba a su piel, la camisa blanca revelaba su músculos en forma. Trago saliva, ahora entendía porque su abuela le prohibía leer ciertas novelas. Apartó la mirada avergonzada — E-estas — aclaró su voz —, debería ser usted señor — aludió, provocando una risa en el joven —, el que debe correr a cambiarse, es impropio presentarse en ese estado.

— Lamento tener que posponer su orden señorita — Pan hizo una mueca, la palabra orden le recordaba que Uub era un simple esclavo que su padre compró —, pero debo alimentar a los corceles.

— Uub — Pan llamó suavemente antes que se marche —, por favor no te resfríe.

— Descuide señorita, — sonríe —, estaré bien.

Al escuchar el sonido de los zapatos de alguien acercarse, Uub corrió hasta el establo.

Pan miró con un desazón pringado en su alma, se sentía triste ante la situación.

— Hija al fin llegas — su madre la recibió con un ceño fruncido que se identifica al ver su estado —, ve a cambiarte de inmediato, tu prometido está de visita — ordena, hubiera preferido que su madre le soltará el regaño que se había tragado, a qué le soltara la visita infortunio que le esperaba.

Pan suspira furiosamente, ella no era muy diferente de Uub, también era una esclava, tal vez había recibido educación, pero los necesarios para ser alguien educada y versátil en los deberes domésticas que era requisito de una dama antes de casarse; el casamiento era algo que había anhelado desde pequeña, sin embargo, el anhelo que llegue ese día, se desvaneció, tal vez era el prospecto de su prometido; o tal vez sea porque lentamente se dió cuenta que su corazón latía fuertemente por una figura masculina que le daba una sensación de tranquilidad, felicidad, seguridad y anhelo, su corazón latía en una calidez de tan solo pensar en su amado.

— Uub — la jovencita acaricia sus guantes, el guante que tocó la piel caliente, recordó sus ojos llenos de bondad y calidez. Cierra los ojos, una lágrima se derramó, entendía cada noche las letras de los poemas que el Conden Blue recitaba para su amor prohibido, después de todo, ella también estaba viviendo uno.

El baño caliente y el nuevo vestido de un tono turquesa le dió una imagen más presentable, pero el alma seguía aún mitigando en el pensamiento de que ya no podría disfrutar de la compañía de Uub, no sabía cuándo fue que el sentimiento había crecido hasta llegar a este punto. Se sentía condenada.

Aún así tuvo que bajar hasta donde le esperaba su prometido.

— Señorita Pan — ansioso como estaba se acercó y besó la mano con caballerosidad.

— Conde Popell, lamento mi tardanza — se disculpa con una sonrisa fingida, que había encantado al prometido.

— No se preocupe, las horas en espera no se compara con el tiempo a su lado — alude encantador, — acompáñenos con su presencia — le ofrece su mano para ayudarle a tomar asiento.

Pan sonríe de vuelta, en un tono de agradecimiento.

El conde Popell era un hombre apuesto, alto, delgado, su cabello oscuro por encima de los hombros le daba un aire de un caballero de alma libre. Y era demasiado libre.

No era ignorante de las andanzas que se rumoreaba en el pueblo donde él vivía, no eran nada alentadores, se preguntaba seriamente si su padre conocía sobre esta información, o por el negocio que estaba haciendo con el conde, preferiría ignorar. Después de todo una mujer no era de mucho valor, solo se podía usar para un arreglo matrimonial que podría beneficiar a la familia.

Y su madre parecía estar feliz con esa decisión, era una mujer devota a su esposo, todo lo que él decida, ella lo aceptaba sin rechistar.

Se preguntaba seriamente si sus padres esperaban lo mismo de ella: Devoción a su esposo, ¿Ella podría darle eso? No estaba segura. Su prometido era apuesto, sin embargo, su corazón latía por otro hombre, un hombre sin título, sin libertad. Un hombre que era más que la propiedad de alguien.

Ir en contra de las normas sociales, no era algo divertido, podrían castigarla, su familia podría encerrarla o desterrarla; y a su amado, la piel se le erizó al imaginar que sus padres podrían castigarlo con mil latigazos. Cerró los ojos al imaginarse aquella visión tan horrible.

…..

«¿Qué es el amor? No lo sé

a pesar que he hablado de ellos,

aún no tengo la menor idea...

Solo sé que me hubiera gustado probar tus labios,

mantener un recuerdo cálido a mi lado,

para mantener a mi alma caliente en las frías noches.

Los recuerdos se desvanecen, pero un beso, tus gentil labios sobre los míos, serían el recuerdo eterno que podría atesorar con vehemencia,

es una lastima que mi cobardía sea mi peor enemigo.»

Pan tembló al terminar de leer el último verso del poemario, se estremeció al volver a leer cada palabra que derrochaba el dolor del escritor, un arrepentimiento que acarrearía por siempre, eternamente.

como ella.

El pensamiento llegó como un veneno, apretando su frente. Llevó su dedo tembloroso a sus labios, ¿un gentil beso podría calmar su corazón?, no lo sabría, pero la idea no le desagradó, su primer beso sería dado por voluntad y por deseo. Encuentra su reflejo con una sonrisa y un brillo soñador en sus ojos.

A pesar que la idea era de lo más atrevida para una dama como ella, además de que pronto sería esposa de ese conde, exactamente mañana, no le importa.

— El conde Popell no es el indicado para tener mi primer beso — sus mejillas enrojecieron por su atrevida declaración. Con nuevos ánimos se levanta y resurge una nueva fuerza.

Sale de la habitación tan pronto como su vestido ancho le permitió, bajo con prisa la escalera caracol, su corazón retumbó con más fuerza cada vez que se acercaba al establo, sabía que él estaría ahí. Recogió su vestido para poder correr con facilidad, no quería que el impulso de aquel deseo se desvaneciera por la presión social.

Allí estaba, con un rastrillo en mano mientras juntaba la paja, su respiración se escuchaba ruidosa por la corrida.

— ¡Uub! — su llamado fue tan abrupto que aturdió al joven, se giró tan pronto, esperando una bofetada o un regaño. No contó con un cuerpo volando en caída sobre él, cayendo al suelo, sobre un montón de paja.

Confundido escucho la risa, y antes de poder abrir los ojos, sintió unos tímidos labios sobre lo suyo. Sus ojos se abrieron de golpe, su sorpresa fue mucha al saber de quién se trataba.

— ¿Pan? — sus labios temblaron, el temor le corrigió — se-señorita Pan — y antes de disculparse por algo que no hizo, ella volvió a empujar sus labios con los de él.

Uub no tuvo fuerza para rechazar, era algo que había estado soñando, sus brazos la rodearon con fuerza la espalda femenina. Sus labios se movieron con torpeza sobre los suyos, ambos inexperto se dejaron mover por los sentimientos que habían estado guardando por el bien de la reputación que ordenaba la sociedad en la que vivían.

Ambos respiraban agitados, mirándose cómplices, una risa nerviosa se les escapó. No hacían falta las palabras, se acostaron en la paja para volver a besarse de una manera íntima, olvidando por completo en dónde estaban.

Olvidando que mañana Pan sería la condesa de Popell, al menos tendría el recuerdo de un cálido beso que lo podria atesorar con vehemencia en los días amargos, en las noches frías.


Espero que le haya gustado.