Nota(s): Antes de iniciar con esta parte, quiero agradecer a todos aquellos que le han dado una oportunidad a esta extensa, tediosa y larga historia; últimamente recibí varias notificaciones y esa fue mi señal para continuarla. Aprecio sus lindas palabras y el apoyo constante a mis demás fanfics. También agradezco la paciencia, porque esta historia terminó con una visión diferente a lo que originalmente había planeado, allá en el 2018 tras la salida del Forces, de manera más sencilla. Pido una disculpa si todavía no llego al auge de la historia "sonadow" (spoiler: es el siguiente capítulo), pero sentía que tenía que quebrar todo antes de poder repararlo. Yo quedé satisfecho porque desde hace tiempo quería cubrir esta parte del análisis de Shadow, en especial sus encuentros y discusiones con los demás personajes :D
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Normalmente, Shadow hubiese ignorado su desesperado malestar físico ante las exasperadas emociones con las que intentaba analizar su propia situación, queriendo tragarse el orgullo que lo había puesto en aquel problema desde un principio. Se halló levantándose del mullido sofá donde descansaba junto a Rouge, en aquella madrugada de un frío martes, tras llegar a la conclusión de que necesitaba refrescarse con algo de agua para disipar no sólo su incomodidad sino también los acalorados pensamientos con recuerdos de sus roces y encuentros con Sonic.
Abatido, con cierta lentitud al no querer despertar ni a la murciélago o a la eriza rosada que dormía plácida en su recámara, llegó hasta el baño más cercano en el amoroso hogar de Amy Rose donde, tan pronto encendió la luz y vio las marcadas ojeras bajo sus lindos carmesís ojos en el espejo, se acercó al lavamanos para abrir la llave y mojarse el rostro. Normalmente, Shadow hubiese ignorado la culpa que lo invadía al sentir de manera tan familiar aquel calor corporal, como si de repente su aparición en la bañera de una casa ajena con Sonic arriba de él cuidándolo fuese suficiente para querer repetir la escena una y otra vez hasta concederle el agraciado placer de besarlo, sustituyendo todos esos vergonzosos hechos y poder reemplazar sus acciones de esa noche por otras.
La cinta de memorias se repetía en su cabeza una y otra vez, con el ansío del contacto físico al imaginarse la silueta de Sonic frente a él.
Entonces, con las gotas de agua escurriendo desde sus húmedas mejillas, terminó de disociar el bochornoso y débil momento hasta terminar observando algo que le llamó la atención con un peculiar color; al fondo del reflejo del espejo se hallaba la loza de color rosado, el sanitario, y por debajo de un mueble blanco en la esquina lo que parecían ser unos zapatos rojos.
Normalmente, Shadow hubiese ignorado aquel banal conjunto... de no haber sido porque recordaba haber visto el mismo diseño cientos de veces a lo largo de su vida terrestre, en especial con las hebillas doradas a los costados. Sintió que el alma se le iba del cuerpo. Con rapidez se giró, tallándose los ojos para verificar que no le jugasen una mala broma, pensando que quizá estaba equivocado —porque de verdad quería estarlo— y su paranoia tal vez le estaba nublando la realidad —porque no sería la primera vez que ocurría— pero es que los jodidos zapatos arrinconados en el baño, con las rayas blancas y partes superiores dobladas, eran una copia exacta de los de Sonic.
No, error suyo, eran los de Sonic.
Se quedó estático, sintiendo algo obstruyéndole el pecho. Recordaba que la misma eriza rosada le había admitido que el héroe solía visitarla menudo, pero ella en ningún momento le había aclarado que se quedase a dormir con ella. Repasó con su mente el vistazo que había dado en el hogar, donde no encontró nada que le diese pista alguna de que Sonic estuvo allí durante tantas noches, en varios días, desde hace varias semanas.
¿Por qué, de todos los pares que podía haber visto, tenían que ser los de ese bastardo? ¿Qué significaba que estuviesen arrinconados en el baño? ¿Qué razón había como para que se encontraran esos zapatos allí, en primer lugar?
Por inercia propia, apagó la luz y salió hasta el delgado y oscuro pasillo. Su mano recargada en la pared, poco a poco caminando hasta la pequeña sala donde Rouge seguía desparramada en el sillón, sin tener idea del martirio en el que Shadow se encontraba. Entonces, ignorando la caja de terciopelo que dejó en la mesa de noche, confirmó una vez más que no había fotografías o algo relacionado a Sonic en esa zona. Shadow empezó a analizar su hallazgo en el baño. Chistando la lengua, poco convencido de que se tratase de una coincidencia, se regresó por el pasillo hasta la habitación de Amy, dispuesto a despertarla de su encantador sueño y confrontarla de nuevo.
¿Podía considerarlo, como lo que en varios libros describían, alguna clase de celos? No podía saberlo. Lo que en ese instante le interesaba era saber la razón de que esos zapatos estuviesen allí... De acuerdo, sí eran celos. No podía controlarlo, era un Black-Arm al final de cuentas y ese ADN era muy... intenso.
De igual forma, al abrir la puerta, Shadow no necesitó entrar al cuarto de Amy para percatarse de que sus presentimientos eran correctos. A un costado de la cama donde yacía arropada, en una mesita de madera blanca, se encontraban fotografías enmarcadas que contenían la silueta de la rosada eriza en compañía de Sonic, una pulsera playera y una maceta con rosas blancas; un collage de cabina fotográfica, una fiesta en la playa, una pista de hielo, entre otros momentos fueron los que Shadow pudo identificar como evidencia de las fotos.
¿Por qué, de todas las personas, lo tenía a él en un espacio tan privado como lo era su habitación? ¿Por qué no podía tenerlo al mismo nivel que al resto de amigos que aparecían en las fotos de la sala? ¿Por qué, justo tras haber charlado con ella, tenía que ver con sus propios ojos esos infames detalles?
En realidad, sí sabía el por qué pero no quería seguir pensándolo. Shadow prefería haberse quedado en la ignorancia.
Cerró la puerta con brusquedad, provocando un ruido con el que estaba seguro que había despertado a la eriza. Por su parte, él caminó decidido entre el oscuro pasillo de vuelta hasta Rouge, quien parecía haberse espabilado para entreabrir su mirada e intentar comprender lo que ocurría, también víctima del estruendo.
—Ya no quiero estar aquí —dijo Shadow, en un tono cansado, con el mismo semblante que enseñaba sus afilados y rojos iris en mera irritación; Rouge volvió a sus sentidos, confusa al observar el agotamiento mental de su colega quien, al ver cómo ella trataba de acercarse a él para abrazarlo y darle apoyo, le evitó todo contacto hasta alejarse unos pasos—, me largo —terminó por avisar al aire, harto, azotando la puerta principal con la preocupada murciélago pisándole los talones mientras Amy salía apurada desde su habitación, tomaba la pequeña caja de terciopelo en la mesita de noche y salía tras ellos.
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—¿Te largas? ¡¿Justo ahora?! —preguntó Knuckles un tanto desconcertado a Sonic; ambos se hallaban parados en una de las esquinas del deteriorado gimnasio, cerca de la cancha deportiva, enseguida de la entrada a los vestidores donde anteriormente habían estado charlando. El erizo se llevó uno de los dedos índices a los labios en un ademán de callarlo, indicándole que no gritara tan alto para que los presentes más cercanos no lo escuchasen, pero Knuckles le rodó los ojos, un tanto fastidiado, sin hacerle caso— El derby ni siquiera ha terminado, ¿no vas a quedarte a ver al equipo de las chicas? Tails y Silver jugarán con ellas —pareció recordarle, volviendo a cuestionarlo mientras Sonic imitaba su gesto y procedía a rodarle los ojos, resignado—. Además, recuerda que Amy dijo que fuéramos a su casa, ¿no vas a acompañarnos?
Llevaban alrededor de una media hora discutiendo. Habían estado observando el penúltimo juego de aquella noche de roller derby. Por lo que Knuckles observaba, el evento le había fascinado al azulado héroe, así que era una tremenda sorpresa escucharlo decir que se iría antes de que finalizase. Estaba de más explicar que se habían turnado para participar conforme a diferentes equipos en toda la jornada; por ejemplo, Sonic y Knuckles habían sido integrados al mismo bando, pero como habían terminado hacía un buen rato, ambos se hallaban descansando entretanto conversaban, esperando a que el resto de sus amigos también concluyeran sus participaciones para poder irse y continuar pasando el rato en el hogar de Amy Rose.
—Hice una apuesta con Shadow durante nuestra competencia y ambos empatamos; le debo una cena —respondió Sonic, explicándole con una sonrisa en el rostro a la par en la que el equidna sentía agruras del coraje que empezaba a emanarle, presintiendo alertas y sirenas rojas en el ambiente. Knuckles sintió un tic en uno de sus ojos, escéptico ante la confesión repentina del héroe tras escuchar el nombre de la forma de vida perfecta—. No estaré lejos, relax —agregó despreocupado, al ver que el equidna comenzaba a alterarse.
—Para empezar, ¿puedes pagarlo? Que yo sepa, ni siquiera traes rings... Y yo no pienso prestarte —ignorando por completo la petición, observó cuando a Sonic le cambió el semblante a uno desconcertado, rascándose la cabeza al olvidar ese detalle—. ¿Al menos le avisaste a Tails? —mencionó después un poco decepcionado al no escuchar alguna réplica, negándole con la cabeza.
—No, se me pasó —esta vez, Sonic se rascó la mejilla mientras entrecerraba sus ojos, un tanto apenado; Knuckles bufó, primero aliviado y luego molesto al volver a oírlo insistirle con el tema—, ¿lo harías tú por mí?
—Preferiría que no fueras, Sonic —de nuevo, le confesó y le negó rotundo con la cabeza. El equidna se cruzó de brazos, observando los verdes y brillantes ojos del erizo que le dedicó una mueca al negarle sus peticiones; al fondo de su conversación, se escuchaban los estruendos del partido que se estaba llevando a cabo en la cancha, y en el cual el equipo de Shadow participaba todavía. Knuckles pasó su enojada mirada de Sonic hasta la silueta del erizo ébano que se hallaba patinando ferozmente ante sus oponentes, golpeando y empujando a cualquiera que se atravesase en su camino hasta la meta—. No me gusta esto de que te vayas con Shadow... a solas... —se sinceró, tras unos breves segundos en silencio donde Sonic frunció el ceño, bastante confundido; viendo también hacia donde Knuckles dirigía su vista, el erizo se topó con la figura de Shadow jaloneando el uniforme de uno de los jugadores con tal de alentarlo en la carrera mientras los demás integrantes del equipo le celebraban los toscos movimientos hacia el competidor contrario— ¿Quieres que se repita lo del concierto?
—What?! ¡Sólo voy a cenar! —le alzó la voz Sonic, entre el espanto y la vergüenza, intentando esconder su incomodidad con una de sus acogojadas sonrisas— ¡¿Por qué dices eso, Knuckles?!
—Shadow no me da buena vibra, ¿de acuerdo? Si antes no le tenía confianza, ahora mucho menos con lo que pasó estas semanas... en especial con lo que te hizo —al final, dirigió sus violetas orbes al erizo azul, quien abrió sus propios ojos lo más que pudo, asombrado ante las palabras de su amigo; Knuckles, al ver el impactado semblante de Sonic, suspiró—. Deberías esperar a que tu cuerpo descanse más y...
—Knuckles, estoy bien; sólo voy por una pizza —fue el turno de Sonic para responder, interrumpiéndolo, antes de que pudiese sacarle más excusas; luego, con un gesto de sus manos señalándose a sí mismo de arriba hacia abajo, le mostró los moretones escondidos entre las púas de su cuerpo como si se tratase de nada. Fastidiado, el erizo le bufó cansado, sobándose el entrecejo—. Da igual... ¿Me pasarías rings? Prometo pagártelos en cuanto pueda —agregó al final en un tono más relajado, volviendo a sonreírle, restándole importancia al problema principal.
El equidna, sabiendo que el erizo se hallaba más que decidido a irse, estuvo a punto de proseguir la conversación para negarse, de no haber sido porque un golpe seco haciendo eco en el gimnasio llamó la atención de ambos. Entonces, direccionando sus miradas hasta la cancha donde se hallaba Shadow en el suelo, tacleando a otro de los jugadores del equipo contrario con el mentón del extraño azotando contra el resbaloso piso y ocasionándole un leve sangrado en la boca, el dúo vio el momento en el que Shadow se levantó con el pitido del silbato indicando que se había acabado el juego. Sudado y hasta sorprendido de su mismo actuar, con una ola de personas gritando en plena euforia y adulándolo por finalizar el partido de tal manera, el erizo ébano contempló con sus carmines ojos los alrededores del gimnasio, como si buscase por algo mientras su nombre era gritado por el resto de amigos que seguían en las bancas, extasiados por el momento.
Knuckles sintió como el tiempo se congelaba, fascinado no sólo con la intensidad del juego sino también al verificar la victoria del grupo en el que se encontraba Shadow, postrada en el marcador; su tacleada había sido el movimiento final para que otro de sus compañeros cruzara la meta, patinando, dándole los puntos decisivos para ganar. Quieto pese a escuchar los ruidos y celebraciones al fondo, con la preocupación llegándole al estómago al percatarse de lo violento que el erizo ébano había sido, le dedicó un semblante furioso al azulado héroe, queriendo hacerlo entrar en razón. Sin embargo, y al contrario de él, Sonic trató de ocultar su incomodidad por los eventos que presenciaban al mostrarle una de sus casuales sonrisas, pretendiendo no haber sido testigo de toda la agresividad con la que Shadow había jugado, fingiendo que nada había pasado.
Knuckles entendió más rápido de lo que hubiese querido, pensando en que a Sonic simplemente le importaba una mierda las impulsivas actitudes de "la forma de vida perfecta".
—¡Bien! ¡Cómo quieras! —trató de gritar el equidna para que el erizo lo escuchase, con su voz siendo opacada por la conmoción del ambiente, como si se tratase de un escenario de lucha libre. Más resignado por la situación, Knuckles tomó con brusquedad uno de los brazos de Sonic para iniciar el traspaso de los rings hacia él; se reflejó un pequeño destello en la unión de ambos, con el equidna gruñendo del enojo al sentir la energía caos de ambos colisionando— Pero no pienso cubrirlos de Tails y Rouge, ¡¿oíste?!
—¡Fuerte y claro, Capitán! —fue el turno del erizo de asentirle con la cabeza, ojeando la cancha, con la burla postrada en el rostro al sentir la recarga de rings en su cuerpo; una vez finalizado el traspaso, el equidna le soltó el brazo, arisco, notando cómo se había salido con la suya. Sonic no le tomó importancia, optando por sacudirse las manos hasta relajar los hombros y proceder a aplaudir con lentitud, dirigiendo su total atención a la cancha, como si estuviese esperando por algo. Knuckles, con el ceño fruncido, le siguió el gesto para percatarse de que Shadow se alejaba del disturbio y se acercaba a ellos, patinando—. Congrats! Parece que la forma de vida perfecta sigue teniendo aguante, ¿eh? —fue sarcástico Sonic hacia él, queriendo provocarlo al terminar de dedicarle otros lentos aplausos; entonces, el erizo ébano le hizo una mueca entretanto se quitaba el casco, dándose cuenta de cómo el héroe les daba un vistazo a sus nuevos raspones en las rodillas y la mugrienta cara— Pobre sujeto... Eso último estuvo brutal, Shadow; algo hardcore para mi gusto —terminó, con un tono en la voz que Knuckles identificó como total mofa hacia él.
—Lo dices como si no fueses lo suficientemente masoquista para estar en su lugar —le refutó Shadow, inspeccionándolo también de pies a cabeza hasta esconder una pequeña sonrisa socarrona en sus labios entretanto Sonic le imitaba el gesto, cruzándose de brazos. Creyendo que pasaría desapercibido, Knuckles sintió un enfado al escucharlos, haciéndolo bufar por aquella interacción, dirigiendo su perdida mirada hacia otra parte, ignorándolos; Shadow se dio cuenta de ello, aclarándose la garganta, también incómodo. Luego, volvió a dirigirse a Sonic al ver que no tendría palabra alguna del equidna—. Dejo esto y nos vamos —fue directo y sereno, mostrando los complementos del uniforme que le habían prestado, recibiendo un asentimiento por parte de Sonic.
Shadow le dedicó una última ojeada confundida a Knuckles, desconcertado al percatarse de que el equidna ni siquiera lo había saludado o hablado con él en todo el transcurso de la noche. Patinó hasta los vestidores y, una vez que no estuvo a la vista, el equidna chistó la lengua, siguiendo la silueta del erizo ébano con sus propios violetas iris, como si pudiese hacer agujeros en su espalda.
—Shadow ni siquiera te preguntó si querías irte. Te ordenó y tú no dijiste nada... —murmuró bajo como para que Sonic lo escuchase; el héroe tomó aire, pasándose la lengua por los dientes en gesto de irritación, terminando con otra mueca— ¿De verdad crees que eso está bien, Sonic? ¿No te parece controlador que lo haga?
—Okay, estás exagerando —se dignó a responder el héroe, soltando una carcajada seca, también incomodándose con el ambiente entre ellos—. Ambos estuvimos de acuerdo en irnos en cuanto él acabara este juego, sólo estaba diciéndomelo... Relájate, Knuckles —repitió Sonic, rodándole los ojos una vez más, todavía cruzado de brazos; poco a poco estaba hartándose de la desconfianza de otro de sus mejores amigos, pero siguió escondiendo su molestia con una sonrisa fatigada para no confrontarlo.
—Insisto en que no deberías irte... —se volteó el equidna para enfrentarlo cara a cara, a punto de tomarlo del brazo para acercarlo a sí mismo, pero el héroe le mostró la palma de una de sus manos, deteniéndolo.
—Escucha, viejo, no necesito que sigas asfixiándome con tu paranoia — aun con una acongojada sonrisa, le entrecerró los ojos, bastante exhausto de tener que explicarse. Knuckles pasó de la molestia a la ofensa con cada una de sus palabras, sintiéndose insultado al ser malinterpretado, pues sólo se preocupaba por él; de nuevo, el equidna estuvo a punto de empezar a discutirle cuando Sonic lo paró a tiempo, prosiguiendo—. Iré a cenar algo con este sujeto y nos vemos en casa de Amy, ¿de acuerdo? Don't worry! —al final, le dedicó una sonrisa más genuina y cálida con la que el equidna no tuvo de otra más que resignarse, entendiendo que no lo haría cambiar de parecer.
Con una mueca y un rezo a Tikal en los cielos, le asintió derrotado, haciendo a Sonic soltar una pequeña y relajada carcajada con la que el equidna se despreocupó; sintió unos cuantos golpecitos en el hombro por parte del erizo, como si tratase de confortarlo, en gesto de que confiara en él. La paranoia en Knuckles se disipó un poco, pensando en que tal vez su mejor amigo tenía razón y él estaba exagerando; quizá el equidna estaba sobreactuando y sobreprotegiéndolo; quizá no necesitaba recalcarle que tuviera cuidado con Shadow...
Sin embargo, un mal presentimiento no dejaba de consumirle el pecho.
Bastaron unos cuantos minutos para que el héroe se despidiera y le agradeciera esa noche, con el equidna observándolo dirigirse a la salida de emergencia en compañía de la forma de vida perfecta. La carmín, afilada y sombría mirada se reencontró con los decididos, brillosos y preocupados violetas iris. A última instancia, Shadow miró monótono a Knuckles y Knuckles miró serio a Shadow, pero ninguno se dignó a despedirse como realmente les hubiese gustado.
Knuckles poseía un sueño tan ligero, considerando sus años de entrenamiento y protección a la Esmeralda Maestra, que a pesar de la oscuridad y silencio en el que se hallaba el recinto, sintió justo cuando la enguantada mano de Sonic se recargó en el marco de la ventana para dar pequeños golpecitos con uno de sus dedos, como si estuviese llamándolo con sutileza. Lo que Knuckles no esperaba, era reencontrar sus púrpuras y cansados ojos con los oscuros y esmeraldas de Sonic, frente a frente, con apenas unos pies a distancia. El equidna lo observó a detalle desde el torso al rostro al ser lo único visible por el marco de acero, dándose cuenta de que el azulado héroe seguía por fuera del hogar, sin querer entrar. Con otro gesto de mano y asintiéndole con la cabeza, Sonic le indicó que saliera, sin emitir ninguna palabra hasta alejarse de la ventana y de su vista.
Knuckles, todavía confundido, abrió sus ojos tanto como pudo por el asombro al comprender la situación. Se irguió del sillón en el que estaba acostado, arropado entre mantas y cojines, y dándole un último vistazo a un dormido Tails que descansaba de la misma forma, se levantó para dirigirse a la salida al patio donde el erizo lo estaba esperando. Entonces, por mera inercia, ojeó el feo reloj que Amy tenía en la mesita de noche, indicando las cuatro de la madrugada. Una molestia creció en él; aquello era la última gota colmando su vaso de paciencia. En otras circunstancias, la hora no le hubiese importado... Pero, en ese instante, era ridículo. Ellos se habían desocupado del evento del derby a las doce de la noche y Sonic había llegado cuatro horas después.
¿Cómo era posible que hallase pasado tanto tiempo a solas con Shadow?
Dentro de Knuckles creció una preocupación que le revolcó el estómago, originándole varias cuestiones que comenzaban a desesperarlo por la tensión. Una vez afuera, cerró la puerta con delicadeza para no despertar al dúo que seguía dentro, sin alguna idea de lo que ocurría. Buscó entre la oscuridad de la noche y la silueta de los matorrales a Sonic, quien se hallaba recargado en el tronco del único árbol de duraznos en el amplio patio de Rose.
—Hey! —llamó su atención el héroe en voz baja, en un tono cansado y un tanto adormilado, logrando que el equidna se acercase a él— Vine a pagarte, seré rápido —en cuanto lo tuvo a una distancia corta, Sonic le tomó el brazo sin previo aviso, traspasándole los rings que le habían sobrado.
—¡¿Dónde estuviste?! —le habló Knuckles enojado, tratando de bajar la voz al mismo tiempo en el que apretaba su agarre en el brazo de Sonic, pudiendo sentir la poca calidez que le quedaba en el cuerpo; sin embargo, no escuchó alguna respuesta por parte del erizo, quien se hallaba concentrando su breve energía en el ligero destello del traspaso— ¿Qué? ¿No vas a decirme? ¿No quieres hablarlo? —volvió a cuestionar el equidna, sintiendo la frustración poco a poco al no oír nada por parte del héroe, sin quitarle la mirada del exhausto semblante— Al menos dime algo, luces como... si no estuvieses en tus sentidos —entrecerró sus ojos, desconfiado, dirigiéndose a los esmeraldas orbes.
No hubo contestación, por lo que el equidna se mordió un labio inferior, pensando en las peores situaciones que ocasionasen el silencio del erizo. Se hallaban muy cerca uno del otro, de forma que Knuckles podía sentir la energía caos vibrando en el cuerpo de Sonic. Tras terminar el proceso de traspaso de los rings, el erizo se tambaleó un poco, perdiendo el equilibrio hasta recargarse de nuevo en el tronco del árbol, aún sin soltar el brazo del equidna, jalándolo hacia él en el trayecto.
—¡¿Sonic?! ¡¿Qué te pasa?! —un tanto asustado pero murmurando, Knuckles se detuvo a tiempo antes de poder aplastarlo contra el tronco con su propio cuerpo; de igual forma, no lo soltó— ¡¿Estás bien?! —continuó un tanto exasperado, logrando que el erizo levantara la vista con un agotado semblante— Sonic... —intentó, una vez más en un tono delicado y suave, llamarlo para despabilarlo.
El equidna no solía observarlo en aquel estado, en especial cuando parecía estar vulnerable, por lo que con un ligero escalofrío en la espalda decidió ayudarlo a sentarse al pie del árbol, inclinándose cerca de él para acomodarlo, dándose cuenta de lo débil que se hallaba. De repente, el equidna escuchó una suave carcajada. Atento al erizo, aquello pareció ser suficiente para que el héroe suspirara desganado, remarcando sus ojeras a la par en la que recargaba la cabeza en el tronco.
—Tenías razón... —habló Sonic al aire, tras otra ligera carcajada, sin especificar mucho. Luego, cerrando los ojos, tragó saliva con dificultad— No debí haber ido.
Knuckles no necesitó otra explicación para entender que algo había terminado mal en su salida con Shadow.
—Hey... —inició, esta vez más tranquilo para no alterar al erizo tampoco; muy en el fondo, quería reclamarle cientos de cosas, pero parecía no ser el mejor momento. Sonic, luego de unos segundos en silencio, lo observó directo a los ojos— No soy la persona más apta para hablar sobre esto de... los sentimientos... —e hizo una mueca mientras el erizo le levantaba una ceja, confundido— pero sé que necesitas explicar la situación para que la otra persona entienda —pareció remarcarle, intentando hacerle entender que necesitaba más contexto—. Viejo, quiero ayudarte. Te advertí bastantes veces, debiste haberlo...
—Previsto —lo interrumpió Sonic, rodando los ojos como su cansado cuerpo le permitía; y apartó la vista para no tener que enfrentarse cara a cara al equidna—, ajá... No necesito tu sermón ahora, Knuckles.
—¿Qué ocurre? —lo confrontó él, todavía cuidando de hablar bajo para que alguien más no lo escuchase, por lo que Sonic no pudo esconder su desconcierto ante la acusación— Algo pasó como para que llegues así de la nada... Te ves fatal.
Sonic volvió a carcajearse bajito, y le enseñó una genuina pero exhausta sonrisa antes de reflexionar su situación. Entonces, se quedó estático, como si pensase las palabras correctas para hablar.
—Estoy bien, ¿podrías...? —empezó, dirigiéndose a él, moviendo su prisionero brazo para indicarle si podía soltarlo. Suspirando, el equidna elaboró otra mueca al no estar muy convencido de sus pocas palabras, liberando su mano para que Sonic pudiese acomodarse mejor— ¿Qué tal el último partido? —lo escuchó después, como si nada hubiese ocurrido.
Knuckles se quedó monótono ante el repentino cambio. No tuvo de otra más que seguirle el gesto, presintiendo que parecía no querer desglosar la situación.
—Fue un asco —se lamió los labios mientras Sonic volvía a reírse; algo dentro de él se relajó al escuchar su voz, y terminó por sentarse a su lado, cerca del tronco—. El equipo de Vector le ganó a las chicas, pero ellas se defendieron muy bien durante el juego... Debiste quedarte a verlo —le sonrió, murmurándole suave.
—Suena divertido —se cruzó de brazos Sonic, estirando sus piernas para relajar los músculos y sus hombros, cerrando sus ojos en el proceso; Knuckles aprovechó su distracción, observando a detalle su cuerpo, buscando algún golpe o moretón nuevo que le indicase algo—. Yo también la pase bien, no me quejo —dijo al final, pestañeando varias veces hasta dedicarle la misma cansada mirada que en un inicio.
—Pfft, ¿qué pudo haber sido mejor que ver a las chicas patearle el trasero a Vector? —preguntó genuino con humor el equidna, sin buscar realmente una respuesta al ver que el erizo se quedó quieto, sin contestarle.
Sin embargo, Knuckles no esperó a que el cansado semblante de Sonic se transformara en uno burlón, en una enorme sonrisa con la que parecía decirle algo entre líneas. Pese a que el héroe no dijo nada, el equidna entrecerró los ojos, con los engranajes en su cabeza dando vueltas para comprender lo que parecía ser evidente. Por mera inercia, comenzó a olfatearlo. Sonic, asombrado, no hizo nada para detenerlo, por lo que Knuckles pegó su nariz a sus azuladas púas, acercándose hasta el hueco de su hombro, con el erizo contrayéndose y provocándole cosquillas.
—Espera... —inició el equidna una vez que se alejó de él, atónito al darse cuenta de lo que había pasado. El erizo volvió a sonreírle, esta vez tratando de ocultar su confusión mientras el equidna pasaba del desconcierto a la mofa misma, sonriéndole hasta enseñarle los colmillos— Estuviste algo ocupado esta noche, ¿no? —le planteó, entrecerrándole los ojos para encararlo, expectante ante cómo Sonic abrió los suyos propios como pudo, pasmado por la declaración—. No es necesario que lo expliques, con el olor basta... —susurró Knuckles, carcajeándose bajito como si le hubiese contado la broma más divertida de su vida.
—Nadie te obligó a que me olfatearas —contestó el erizo, irritado, entretanto le negaba con la cabeza, escondiendo sus nervios con otra de sus sarcásticas sonrisas, queriendo cortar el tema.
—Es inevitable, viejo, ese olor... ¡Queda impregnado en ti! Estoy seguro de que Shadow también tiene tu aroma... —todavía un poco desconcertado pero divertido al sacarlo de sus cabales, Knuckles siguió aguantándose pequeñas risas que emanaban entre sus palabras, sin creer el giro de la conversación. El héroe se quedó quieto, esperando a que terminase de leerlo, tomando aire entretanto se lamía los labios, incómodo—. No le habías tomado importancia a algo como el sexo jamás... ¿Qué te hizo cambiar de opinión? ¿Lo hizo bien, al menos? —pese a toda timidez, el equidna cuestionó sin tacto.
—Me preguntas como si supieras mucho de lo que hablas, Knuckles —le arqueó una ceja el erizo al seguir su juego, y le sonrió irritado, ganándose un grito ahogado del equidna al ofenderse por la acusación.
—Oye, que te hayas animado a hacerlo es impresionante por sí solo... Es la primera vez, ¿no? Intimar con cualquiera no es fácil, eso te lo aseguro —dijo Knuckles, esta vez más tranquilo, relajando su cuerpo para también cruzarse de brazos, con un ligero rubor en el rostro.
—Claro, olvidé que tú eres el experto, galán... —rodó los ojos Sonic, bufón, observando cómo Knuckles negaba con la cabeza todavía abochornado pero tratando de no reírse por aquella conversación; luego, ambos se quedaron en silencio ya más en calma y el erizo dirigió su vista hacia el horizonte, tratando de no confrontarlo, apartando su rostro— Shadow no es cualquiera —murmuró después, aclarándo.
—Ah, ¿no? —arqueó una ceja el equidna, y Sonic le asintió con lentitud, como si también estuviese analizando su propia oración— Debió ser una bestia como para que seas tú quien lo diga —quiso molestarlo Knuckles, no esperando una contestación seria de su parte.
—...Fue una experiencia interesante, no me quejo —dijo Sonic de repente, esta vez en voz alta, no cayendo en su juego. El equidna se quedó perplejo, todavía con las mejillas rojas y calientes, escuchándolo. Al contrario de él, el erizo suspiró desganado, frunciendo la boca, como si tratase de convencerse a sí mismo—. Pero, supongo que no hay más —continuó, con una diminuta sonrisa, volviendo a mirarlo directo a los violetas iris.
Knuckles se quedó inmóvil, atónito ante aquella declaración, su mente procesó los momentos que habían vivido juntos en compañía de la forma de vida perfecta y en su último encuentro aquella noche. Su preocupación volvió al pecho, sin sentir una molestia o enojo, si no una cuestión genuina que no lo hacía estar en paz consigo mismo.
Sin embargo, la tranquilidad en Sonic era lo que le daba la misma respuesta a aquella enorme duda que surgía en sus adentros.
—¿Lo habías planeado? —añadió Knuckles, ganándose otra de las burlonas sonrisas del héroe que confirmaban lo que decía al aire; el equidna suspiró, lamiéndose los labios, poniéndose nervioso al descubrir aquella nueva faceta del que se suponía que era uno de sus mejores amigos, a quien se suponía que conocía como a la palma de su mano— ¿Cómo...?
—Piensa bien antes de preguntar, Knucklehead —interrumpió Sonic en un murmuro, casi amenazándolo, un tanto divertido pero sutil al tomarlo desprevenido; creía que volvería a cuestionarle los detalles del acto.
—No, es decir, ¿cómo lograste convencer a Shadow? —negó con su cabeza Knuckles, observando otra mueca en el semblante del erizo; frunciendo el ceño, entrecerrando los ojos, el equidna prosiguió— No me mires así, estamos hablando de un sujeto que odia el contacto físico, Sonic.
—¿Desde cuándo? —cuestionó el erizo de vuelta, sarcástico, volviendo a mostrar una ligera sonrisa burlona mientras se hacía el tonto.
—¡Desde siempre! —quiso levantar la voz el equidna, exasperado por la contestación de su mejor amigo. El erizo se lamió los labios, tratando de no reírse por la desesperación de su acompañante— Sabiendo cómo es, no entiendo qué es lo que te atrae de Shadow.
—No me importa lo que pienses —volvió a subir sus hombros el erizo, sincero y directo, dedicándole una fatigada sonrisa con la que escondía la molestia que emanaba de él al objetarle. Knuckles se asombró por la declaración genuina, pero Sonic optó por rodarle los ojos, como si fuese lo más normal del mundo—. Shadow y yo no somos tan diferentes como yo creía —confesó.
—Sonic, ni siquiera lo conoces por completo. Te gusta lo difícil y lo riesgoso, eso me queda claro, pero me da la impresión de que ves tu situación con Shadow como un simple reto... Esto no es ninguna competencia por ver quién jode más al otro —comentó Knuckles, buscando las palabras correctas para no activar algún botón erróneo en el erizo y así no empezar una discusión como aquella en el gimnasio, donde había estado regañándolo. Sonic, todavía incrédulo al ver como Knuckles bajaba aún más la voz para no alterarlo, continuó con un semblante confundido—. No importa si lo hiciste porque querías o por curiosidad... Es como si te hubieses olvidado de lo que pasó hace días. Se oirá muy cursi lo que diré, pero no está bien basarse en eso para empezar una relación.
Lo cierto era que Knuckles había aprendido muchas cosas con Amy y Rouge cuando se trataba de relaciones amorosas. No era algo que le gustase admitir en voz alta, mucho menos con sus amigos varones, pero lograba entender mejor algunas cuestiones que conllevaban a decisiones difíciles sobre el romance; de entre ellas, el equidna entendía mucho mejor su relación con la murciélago desde que era honesto con sus propios sentimientos.
Sin embargo, el héroe se quedó pasmado, con los esmeraldas ojos dilatados al oír como Knuckles trataba de hacerlo entrar en razón, tratando de aplicar los mismos consejos que la murciélago y la eriza rosada le habían dado en su momento al equidna. De igual forma, lo único que Sonic procesó fue su última conversación con Shadow, sintiendo una vez más la desilusión y una fuerte decepción en el alma.
No estoy interesado, había dicho Shadow, y él había sentido el mundo encima con esa simple oración.
—Eso no es mi estilo, Knuckles —enunció veloz, luego de unos breves momentos en silencio, postrando una mueca de disgusto.
—Lo sé —sarcástico, Knuckles soltó un suspiro hondo, recordando lo que el erizo solía expresarle para esos temas sin saber la verdadera razón de su respuesta—, no te funcionan y no te interesan...
—Lo que sea que haya pasado entre Shadow y yo, terminó —aclaró Sonic sin titubear, y se movió incómodo, tratando de alejarse un poco de su mejor amigo para concentrarse en regular su respiración. Knuckles estuvo a punto de continuar al verlo ponerse un tanto arisco, pero Sonic lo interrumpió—. Fue una experiencia más.
—¿Dices que se acabó? ¿Fue todo? —sin mucho éxito de continuar aquel tema, Knuckles le preguntó confundido por el repentino cambio de humor. Sonic pestañó varias veces antes de poder contestarle, tomando aire, harto— ¿Se acostaron y se terminó la chispa del amor? —quiso burlarse de él, creyendo que seguían jugando.
—...Nunca la hubo, Knuckles —lo único que el equidna se ganó de Sonic, fue una mueca de disgusto y asco, sorprendiéndolo. Luego, exhaló—. En fin, Shadow tiene sus prioridades —por última vez, subió sus hombros y con cierto dolor muscular, cruzó sus piernas para simular relajación total, volviendo a cruzarse de brazos.
—Sonic... —quiso hablar Knuckles para hacerle saber que no estaba de acuerdo, pues recordaba con perfección todas sus conversaciones con Tails y Rouge, así como lo poco que había sabido desde la perspectiva de Shadow, pero se detuvo a sí mismo al no saber cómo confortarlo— ¿Estás seguro de lo que dices?
El erizo observó un punto muerto en el suelo, tratando de ignorarlo, no contestándole. Ninguno de los dos dijo algo en un largo rato, pero el silencio ciertamente no les incomodaba. Knuckles sabía que aquello se debía a que Sonic estaba pensativo, reflexionando y organizando sus ideas, intentando no perder la postura con él. Un tanto desesperado, el equidna trató de ser paciente a que su amigo retomase la charla, le dijese cualquier cosa siquiera, pero ninguna palabra salió de los labios de Sonic, y ningún otro gesto se mostró en su estoico semblante.
La pena por el erizo se apoderó del equidna, todavía sin poder creer lo que parecía ser la decisión más decepcionante del héroe aquella noche.
—No necesitas preocuparte por esto, viejo —volvió Knuckles a decir en voz alta, sin esperar por una respuesta, con Sonic asintiéndole lentamente en acuerdo, escuchándolo atento; le dio unos leves golpecitos en el hombro con una de sus grandes manos, intentando llamar su atención—. Lo que sea que haya pasado, ya no importa.
Cuando el erizo subió la mirada para dirigirse al equidna, Knuckles se dio cuenta de que había irritación en su rostro. No le sorprendía, pues sabía que aunque no lo demostrase, Sonic estaba encabronado y, si no se equivocaba, desilusionado.
—Sobre esta noche... ¿Shadow intentó hacer algo más? Ya sabes... —mencionó el equidna de repente, con la preocupación bombardeándolo al ayudarlo a levantarse por el dolor muscular.
—No, Knucklehead, todo bien —negó Sonic, riendo desganado, tratando de no demostrar lo afligido que se encontraba; una vez que estuvo de pie, pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Knuckles para recargarse en él y caminar a la par hasta el hogar de Amy, despacio—; pero tengo que admitir que me siento extraño...
—Normal —le sonrió apenado el equidna, abriendo la puerta para ayudarlo a pasar con cuidado—, con lo que dices... es como si hubieses experimentado un rechazo.
—Huh —se quejó Sonic, entendiendo por fin su propio sentir, con sus esmeraldas ojos dilatados por la realización—, así que así se siente tener el corazón roto —en el mismo tono exhausto pareció querer bromear de sí mismo, hablando en voz alta, ya sin esconder sus malestares pero con la sonrisa más cálida que podía dedicarle al equidna.
Knuckles quiso reír, pero por alguna razón no tenía la suficiente energía para seguirle el juego, en especial cuando tenía tanto que pensar. Sabía que, muy en el fondo, a Sonic le estaba afectando más de lo usual; normalmente, estaba seguro de que el erizo ni siquiera le prestaría atención a una situación tan banal como aquella...
...pero, siendo honestos, estaban hablando de una persona que le había movido el mundo entero.
Una vez que cerró la puerta, observó cómo Sonic le daba una última ojeada a Tails, cerciorándose de que estuviese bien hasta tambalearse y caer sentado en el sillón donde Knuckles había estado durmiendo, desparramando su cuerpo entero. El equidna se acercó a él, moviéndolo un poco para acurrucarse a su lado, empujándolo mientras el héroe se reía al darse cuenta de que ambos no cabían en el mueble, cosa que no fue impedimento para que el equidna terminase por acomodarse con el erizo arriba de él, recargando parte de su cuerpo y su cabeza en el musculoso pecho del equidna. Lo cierto es que aquella cercanía física no les importaba y no les era extraña, pues habían pasado largos años teniendo aquel tipo de contacto que lo tomaban como mera costumbre. Knuckles conocía el cuerpo de Sonic y Sonic conocía el de Knuckles, a pesar de que a ambos les diese vergüenza admitirlo uno al otro.
De igual forma, ninguno de ambos quería dormir, pues algo en el ambiente se sentía tan intenso que no podían descansar. Knuckles tenía tantas cuestiones en lo más profundo de su ser y Sonic tenía tanto que reflexionar que cuando menos lo pensaron se quedaron despiertos, sintiendo sus irregulares respiraciones y escuchando los latidos de sus propios corazones, esperando a que llegara el amanecer. Sin embargo, lo único que el equidna no esperó durante el transcurso de la madrugada, fue ser el único testigo de los llorosos y esmeraldas ojos del erizo, sin ya poder contener sus emociones, pareciendo comprender apenas su propia y triste situación. Con cierta pena y coraje, Knuckles no pudo luchar contra sí mismo, terminando por abrazarlo con delicadeza a la par en la que Sonic le correspondía el gesto, escondiendo su rostro en el pecho del equidna.
Pese a ser la primera vez que veía a Sonic tan vulnerable, se dio cuenta de que las lágrimas no salieron de él.
No hubo otro ruido más que los ligeros ronquidos de Tails. Con el mismo pesar en el pecho, Knuckles pensaba que su corta amistad con el erizo negro parecía no haber existido jamás luego de todos aquellos eventos; era como si, de alguna forma al lastimar a Sonic, Shadow lo hubiese traicionado también a él.
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Seguía siendo martes por la madrugada, pero de alguna manera se sentía como si los espíritus de sus ancestros o la misma magia astral le jaloneara a los problemas. Knuckles volvió a la realidad al visualizar a lo lejos la silueta de tres individuos que se acercaban desde el horizonte de la isla. Parecía que el universo lo fastidiaba sin razón aparente, porque seguía sin creer la mala suerte que derrochaba cuando se trataban de cosas que no le competían.
En lo más hondo de su estómago, seguía un malestar provocado por el coraje y la angustia al pensar en el rostro despreocupado de Shadow, como si nada tuviese importancia.
—Más vale que esto sea rápido —dijo al aire, un poco más harto que molesto. Le dio un vistazo a su comunicador, percatándose de la hora tan tardía al observar cómo Rouge, Shadow y Amy se acercaban a la zona del templo donde se resguardaba la Esmeralda Maestra, y donde él y Tails seguían charlando—, si no, los sacaré a patadas de aquí —no necesitó los nombres para hacerle entender al zorro a quienes se referí
—Ya, Knuckles —habló Tails, tratando de calmarlo, desde un costado; se hallaba parado a su lado—. Quiero pensar positivo... No me gustaría que Rouge se saliese con la suya esta vez —le negó con la cabeza, también exhausto de tener que seguir en un embrollo como aquel—. Además, lo que quisiera saber es qué hace Amy con ellos —y arqueando una de sus cejas, el zorro le dedicó una confundida mirada al trío.
Aunque sabían que las coincidencias eran una excusa para indicar el camino que se debía tomar en la vida, lo cierto era que el equidna no las creía si no ocurriesen significativamente. Unos encabronados, cansados y violetas ojos fueron suficientes para demostrar la ira que corría por las venas del equidna en esos instantes; sentía el cuerpo caliente del enfado, un pesar en el pecho y la decepción en sí mismo por tomarle importancia a algo tan ridículo.
Knuckles estaba en la misma posición con la que alguna vez había despedido a Shadow desde el templo, incrédulo por tener que presenciar cómo el erizo ébano se quedaba alejado, un tanto indeciso, junto a la eriza rosada al pie de la escalinata del templo mientras la murciélago se dignaba a volar hasta ellos.
—Bueno, guapo, no pensé que tuvieras visitas esta noche... —fue Rouge quien se acercó lo suficiente hasta el último escalón donde el dúo se hallaba, aterrizando con gracia, saludando con un beso en la mejilla a su pareja, terminando por dedicarle una mirada curiosa al zorro— ¿Qué haces aquí, tesoro? —al final, ella se dirigió a Tails, fingiendo no tener alguna otra intención por detrás.
—¿Qué estás haciendo tú aquí, mujer? —interrumpió Knuckles, confrontándola, ganándose un semblante asombrado de la murciélago; entonces— ¡Él no es bienvenido en mi isla! —le vociferó de nuevo, sin la necesidad de mencionar un nombre, pero con Rouge entendiendo a la perfección a quién describía. Entonces, les dió la espalda, demostrando que no estaba dispuesto a recibirlos, tratando de irse— ¡Lárguense y vuelvan cuando traigan mejores noticias!
—Si no atienden a Shadow en este instante, tú lo verás en la ceremonia, quieras o no... —lo detuvo Rouge, tomándolo desde el hombro para girarlo con brusquedad, con Knuckles asombrado por sus movimientos; luego, ella se dirigió a Tails, quien dio un paso hacia atrás por lo amenazante del ambiente— Y tú, lo verás seguido en tus pesadillas porque Shadow no piensa irse hasta saber dónde está Sonic —le murmuró la murciélago al zorro, sin esperar una respuesta, casi amenazándolo.
—Él no está aquí, Rouge —volvió a meterse el equidna a la conversación, defendiendo a un ansioso pero irritado Tails; la murciélago chistó la lengua, posando sus manos en sus caderas, escéptica—. Además, creí haber sido claro contigo la última vez que hablamos... Dije que yo no escucharía sus débiles excusas —y con sus fieros ojos, señaló hacia donde seguía inerte la silueta de Shadow, esperando a por él.
—Viene a disculparse y a dialogar, ¿no era eso lo que querían desde un principio? —cuestionó Rouge, genuina; Tails se llevó una mano a la barbilla, reflexivo, mientras Knuckles le rodaba los ojos— Ya pudo hacerlo con Amy, ahora viene contigo para que lo escuches... —y cerrando su distancia con Knuckles, le posó un dedo en el pecho para referirse a él; luego, se alejó y se giró hacia el zorro— Shadow viene con la intención de arreglar todo...
—Bueno, es extraño que Shadow si quiera se disculpe, pero... —inició Tails, tratando de ser imparcial en el tema.
—¡No me importa! —volvió a cortar su inspiración Knuckles, bastante concentrado en su papel, no queriendo escuchar a nadie— Tardó mucho en ello, no es nuestra culpa —y cruzándose de brazos, observó la molestia en Rouge—. No es suficiente para convencernos, mucho menos cuando tú lo obligas a que lo haga... En especial si no se lo toma en serio —y señaló con la barbilla donde se suponía que seguía el erizo.
Rouge, confundida por la advertencia, se dio la vuelta para percatarse de que Shadow llevaba ya recorrido algunos pasos en dirección contraria, yéndose sin preocupación alguna. Ella le dirigió una mirada incrédula a Amy, quien subió sus hombros y antebrazos al aire, indicándole que había hecho lo posible por detenerlo, cosa que no había logrado.
—¡Shadow! —le gritó la murciélago desde arriba en el templo— ¡¿Qué crees que haces?! ¡¿A dónde vas?!
—Estoy perdiendo tiempo —respondió monótono, sin detenerse—, no pienso conversar con ese patán.
—Definitivamente Shadow venía a dialogar, Rouge —habló sarcástico Tails con una ligera sonrisa, dirigiéndose a la murciélago quien le devolvió un exhausto semblante entretanto el equidna ahogaba un grito, ofendido por las palabras del erizo.
—¡¿Cómo te atreves a venir e insultarme, bastardo?! —con los nervios tocados, Knuckles bajó las escaleras de piedra para reclamarle, parándose al lado de la eriza rosada, con el dúo siguiéndole el paso.
—Busco a Sonic —enunció Shadow, continuando su camino hasta alejarse unos cuantos metros—. A menos de que tengan su ubicación exacta, no tengo ningún otro interés.
—¡No tengo idea de dónde esté, y aunque lo supiera no te lo diría, Shadow! —todos los presentes se quedaron estáticos al escuchar los gritos de Knuckles, exasperado; Shadow no se inmutó a hacerle caso, concentrado en alejarse lo más posible de ellos— ¡¿Tus disculpas se tratan de molerlo a golpes como lo has hecho estos días?! ¡Porque estoy seguro de que ni a él, y mucho menos a mí, nos interesa saberlo! —vociferó el equidna, dando un pisotón al suelo en gesto de furia, apretando los puños con fuerza.
—¡Hey! ¡Ya basta! —gritó Amy, bastante preocupada por el conflicto entre sus dos amigos.
—¡Knuckles! —se metió Rouge a la discusión también, furiosa, tomándolo de un brazo para llamar su atención— ¡Déjalo en paz!
Todos se quedaron pasmados al percatarse de cómo Shadow se detenía en seco, sin decir nada; al estar de espaldas, no podían ver el shock en su rostro, pero por alguna razón Tails no estaba cómodo con la situación. El zorro sabía que las cosas entre todos ellos estaban algo incómodas, pero no había pensado en qué magnitud. Con cierto malestar en el pecho, observó cómo Rouge y Amy se miraban, una más nerviosa que la otra entretanto Knuckles bufaba, no muy orgulloso de sus acusaciones pero sin dejar vencerse en aquel manipulativo juego, alerta a cualquier cosa por parte de Shadow como un puñetazo en el rostro, un escupitajo, una patada en las costillas... pero no ocurrió nada.
Entonces, Tails decidió intentar ser la voz de la razón en toda aquella escena.
—Sonic dijo que dormiría en otra parte, Shadow —la ronca pero amable voz del zorro fue lo que sacó a todos de la intranquilidad, luego de unos segundos en silencio, haciéndolos respirar y suspirar—. No creo que lo encuentres si lo buscas —finalizó, queriendo aclararle.
Por primera vez en mucho tiempo, Shadow sintió unas ganas inmensas de vomitar al pensar en lo mucho que le estaban afectando todas aquellas socioemocionales ridiculeces. No podía creer lo que le estaba pasando. Un vuelco en la boca del estómago bastaba para que él mismo se percatase del malestar que todas las acusaciones sobre su persona le generaban.
Lo cierto era que se sentía mal. Sentía la espalda tensa y los pinchazos en la cabeza. El dolor físico se le estaba reflejando con cada pensamiento que se le cruzaba en la conciencia.
—Lo lamento —dijo, asombrando y confundiendo al resto de los presentes, incluyéndose por la repentina declaración al aire.
—...¿Qué? —arqueó una ceja el equidna, siendo el primero en responderle de vuelta tras no creerse lo que había escuchado.
—Dije que lo lamento, Knuckles —repitió Shadow, bufando; y se dio la vuelta para confrontarlos a todos juntos, cara a cara con el equidna que frunció el ceño, encabronado, a unos cuantos pasos—. Yo...
—¡¿A qué diablos crees estás jugando?! —gritó, con Rouge y Amy detrás de él; una rodándole los ojos, la otra suspirando de desgano. Por otra parte, Tails le dedicó un semblante impactado a ambos, incrédulo por las palabras del erizo— ¡¿Nos estás viendo la cara de estúpidos?! ¡¿Nada de olvidar mi nombre y llamarme "patán" ahora?! —apretó aún más sus puños por la furia, con los ojos dilatados, sonriéndole en plena mofa.
—No sabía de las consecuencias de mis actos... —respondió Shadow, tratando de defenderse a sí mismo; Rouge, detrás del equidna, le hizo un gesto con una de sus manos atravesando su cuello para simular que cortase el hilo de la conversación y no continuara. Sin embargo, Shadow frunció el ceño, dispuesto a no hacerle caso; lamiéndose los labios, prosiguió— No sabía nada de lo que había pasado.
—¡¿No sabías?! ¡Huh! ¡No sabía! —alzó la voz Knuckles, esta vez soltando una carcajada seca, ahogado en gracia. Bastante receloso, se dirigió al zorro, quien se hallaba a unos cuantos pasos atrás de todos ellos; le señaló a Shadow con la mirada, burlándose de la situación— ¡¿Escuchaste eso, Tails!? ¡Shadow no sabía!
—Sí, lo oí... —entrecerrando los ojos, desconfiado, el zorro terminó rascándose la nuca.
—Estaba noqueado esa noche, bloqueado… —explicó Shadow, interrumpiendo su nueva charla; Knuckles soltó otra carcajada seca, como si le hubiese contado el peor chiste de la vida al punto de ser gracioso—; nadie me recriminó, en ese momento, por mis actitudes —no sabía por qué lo hacía, pero justificarse ante el dúo parecía ser la mejor idea en ese instante.
Estaba desesperado, y no sabía si quiera el por qué.
—Bueno, eso no debería de... —quiso volver Tails a expresar su sentir.
—¡Culpable! ¡Se me pasó! —irrumpió Rouge, con una sonrisa coqueta mientras se acercaba a Shadow, abrazándole desde los hombros, queriendo darle apoyo moral para no dejarlo solo; Amy sólo le negaba con la cabeza, nerviosa por la dirección en la que iban las cosas— ¡Yo también lo siento! ¡Fue un errorcito mío no haber conversado con él! —y se llevó una mano al pecho, como si fuese lo menos importante del asunto, con Shadow cortando toda cercanía a ella, dándole un leve empujón para separarse.
—¡¿Esas son sus excusas?! —esta vez, Knuckles dejó de disfrazar su coraje con humor, gritándoles directo; la eriza rosada se llevó la palma de la mano al rostro al no ver avance en el tema; de igual forma, Tails se cruzó de brazos, intentando ser paciente en la nueva discusión, abatido pero atento— De Rouge lo creo por descuidada, pero tú has salido con mejores justificaciones, Shadow... Te he creído las veces que has tenido amnesia pero, ¿un bloqueo? —arqueó ambas cejas el equidna, todavía sin poder creer nada de lo que le decían. Pese a que el erizo le mostró un semblante molesto, lo único que hizo Knuckles fue chistar con la lengua— De comediante, te mueres de hambre —dijo en un tono frío, sin tacto alguno.
—¡Basta! ¡Deberían escuchar su versión de la historia! —alzó sus brazos Amy, exhausta de escucharlos pelear, llamando la atención del cuarteto de amigos— Todos estamos en el mismo lado, hay que expresarnos mejor... ¡Lleguen a un acuerdo y damos fin a esto! —les suplicó, en un tono más suave y cariñoso.
—¿Un acuerdo... para qué, Amy? —inició Tails, de nuevo, queriendo esclarecerse— No es como si de verdad estuviésemos escogiendo entre Shadow y...
—¡¿Tú también estás de su lado?! ¡¿Qué te pasa?! —volvió a interrumpirlo Knuckles, dándole la razón a la eriza y haciendo bufar al zorro, sin esconder su confusión mientras Rouge escondía una muy pequeña sonrisa al ver la exageración y el drama en su pareja.
—Bueno, Rouge, Shadow y yo charlamos hace rato y...
—Suficiente —fue el turno de Shadow de detener la conversación, estático, volviendo a alejarse algunos pasos de todo el desorden—. Sabía que esto no valía la pena... —consumido por el estrés, se rehusaba a seguir participando en aquel ridículo entorno.
—¡Claro, lárgate y déjame tranquilo! —le gritó Knuckles, tomando aire para seguir reclamándole dolido; Tails comprendía que el equidna se estaba tomando todo de manera personal— ¡Huye como el cobarde que eres! ¡Ni se te ocurra buscar a Sonic porque no te va a escuchar! —encabronado, le bufó.
—¡¿Qué sucede contigo, idiota?! —fue Rouge la que se animó a golpearlo en un brazo para que su pareja le hiciese caso— ¡¿Por qué le dices eso?!
—¡¿Me dirá que no recuerda su rechazo a Sonic o también me hago el sorprendido?! —encaró, sarcástico a la murciélago; el ambiente entre ellos se apaciguó de repente, quedando en un completo silencio por la declaración que parecía no tener mucha importancia entre las palabras del equidna. Sin embargo, Knuckles reguló su furiosa respiración al percatarse de cómo los forcejeos y las quejas entre su pareja y la eriza rosada se disipaban con rapidez, mirándose entre ellas y el zorro con cierto temor en los rostros, analizando lo recién oído— No sé qué fue lo que pasó después del derby, pero Sonic dijo que ya se había terminado todo este circo que tenían... —aclaró después, devolviendo su total atención a Shadow, quien había vuelto a detenerse para escucharlo, esta vez dándole la cara para verse frente a frente, con la impresión en el rostro; los rojizos y dilatados iris vieron directo a Knuckles, quien tragó saliva de forma dura, suspirando del cansancio al entender que no había vuelta atrás con su sinceridad—. Lo negaste, Shadow —terminó por reclamarle, apretando los puños.
Ninguno dijo algo en los próximos segundos; el silencio se sintió eternamente largo. Por un lado, Tails se debatía si entrar a tratar de mejorar el pesado ambiente, con el miedo de que al decir algo erróneo, la situación se tornara a algo peor. Al mismo tiempo, Rouge y Amy se dedicaban otros impactados semblantes, tratando de comprender todo el entorno.
Así como los ojos eran las ventanas del alma, los carmines y afilados de Shadow eran la genuina prueba de que todo dentro de él estaba colapsando en pleno caos, como si estuviese terminando de procesar las duras palabras del equidna. Algo en su cerebro hizo click . El erizo no mostraba preocupación alguna en sus facciones, pero cualquiera que pudiese verlo de frente podía darse cuenta de que sus músculos estaban rígidos, optando por aguantar la respiración, como si su propio cuerpo se resistiera a explotar de forma abrupta.
La carmesí mirada y los violetas iris se conectaron. A última instancia, después de un momento que se sintió perpetuo, Shadow al final mostró su preocupación a Knuckles y Knuckles mostró su pesar a Shadow, pero ninguno se dignó a romper el silencio como les hubiese gustado.
—¿Tú lo sabías? —fue Rouge la que terminó por hablar ante la tranquilidad en el tenso ambiente, cuestionando a la eriza rosada; luego, más desconfiada al no obtener una respuesta rápida de Amy, se giró hacia el zorro, quien pestañeó un tanto nervioso— ¿Los tres lo sabían?
—...No puedes tapar el sol con un dedo, Rouge —habló Tails, todavía preocupado e incómodo por aquella conversación; la murciélago, por primera vez en aquella noche, se quedó estupefacta y confundida ante sus palabras.
—Yo pensé que por eso el ambiente estaba más feo entre nosotros, ha-ha , porque... porque Shadow lo rechazó y... —respondió Amy, haciendo que el dúo perteneciente al Team Dark la observara, con uno sintiendo todo el peso del mundo encima mientras la murciélago quedaba escéptica, no pudiendo creer nada de lo que ocurría— Okay, creo que no estamos en la misma sintonía —fue honesta la eriza, tratando de no entrar en pánico.
—¡¿De verdad?! —irritada, Rouge se limitó a preguntar sarcástica, a punto de sacar todo su veneno mientras Shadow rompía todo contacto con Knuckles, observando a una molesta Amy que esperaba para contestarle a su colega— Pudiste haberlo dicho antes de que...
—¡No te atrevas a ofenderte, mujer! ¡De seguro tú también lo sabías! —se metió Knuckles entre ellas, tratando de defender a sus amigos por mera inercia; la murciélago elaboró una mueca, negándole con la cabeza— ¡Fue tu idea esa última cita! —sin ningún mal afán o malicia, el equidna terminó por recordarle.
—¡Pero yo no sabía nada de lo posterior! —fue el turno de ella para gritarle no sólo a su novio, sino también a su colega, atacada por la ofensa por la cual le acusaban; el erizo ébano la miró directo a sus acuosos ojos, ya no pudiendo esconder su desasosiego ante el tema, no sabiendo cómo reaccionar por el nudo de conflictos en el que se encontraba— ¡Tienes que creerme, Shadow, te lo hubiese dicho de haberme enterado antes!
—Espera, entonces... ¿Ya le dijiste lo de su diagnóstico? —más confiado, Tails habló desde atrás con una sonrisa más serena.
Ambos erizos, la murciélago y el equidna se giraron a verlo con reacciones tan diferentes que Tails sólo quiso arrancarse la boca por la imprudencia de sacar un problema dentro de otro problema. Amy se tapó la boca con una de sus manos, preocupada; Knuckles, por otro lado, arqueó ambas cejas, asombrado; Rouge, petrificada, sólo alcanzó a tomar aire mientras entrecerraba los ojos, intentando tranquilizarse y dispuesta a hablar. Y Shadow, bueno...
En otras circunstancias, el rostro impactado de Shadow hubiese sido hilarante de ver a primera vista. Sin embargo, Tails sentía que en cualquier momento los afilados iris carmines lo matarían de un infarto.
—¿Qué...? —quiso Shadow preguntarle directo al zorro, caminando hacia él.
—¡Puedo explicarlo, Shadow, lo juro! —se dignó Rouge a interrumpirlo, metiéndose en su camino; su colega le dedicó unos amenazadores ojos con los que parecía decirle que se quitara de en medio o la asesinaría.
—¿Y si nos sentamos y hablamos con más calma? —preguntó Amy al aire, extendiendo sus brazos y simulando un arco iris, queriendo tranquilizar el ambiente entretanto Knuckles se tronaba los nudillos, preparándose para tener que pelear si era necesario para proteger tanto a Tails como a sí mismo— Podemos empezar desde...
—¡No! —vociferó Shadow, con las púas alborotadas y el semblante fruncido, mostrándole los colmillos. Amy, desprevenida, dio un respingo del susto entretanto Knuckles se posicionaba frente a Tails en modo de defensa, y Rouge daba unos pasos hacia atrás, un tanto temerosa de su colega; entonces, Shadow se llevó una mano al costado de la cabeza, sobándose por el repentino dolor de migraña que le iniciaba; cerró los ojos por la pulsante aflicción, tomando aire— ¿Dónde está Sonic? —suspiró más apático, mirando directo al equidna una vez más, suplicando en sus adentros por una respuesta.
Knuckles observó su exhausto semblante; identificaba el agotamiento en sus movimientos y voz, el hartazgo en su ser. En cierta parte, recordaba el mismo apenado y húmedo rostro de Sonic sobre el sillón, empapado en pequeñas y silenciosas lágrimas. Entonces, el equidna se animó a bajar la vista hacia el zorro, como si pidiese aprobación para algo, y quien con pesadumbre le negó sutil con la cabeza, indicándole que no le respondiese nada.
El guardián se mordió la lengua, bastante decepcionado de sí mismo al prestarse a toda aquella situación. De igual manera, la incomodidad se le pasó al recordar su conversación con Sonic, volviendo a generarle otra molestia hacia Shadow.
—Sonará fuera de lugar, pero sea lo que sea... Eso del "diagnóstico" que Tails menciona suena más importante, Shadow —comentó, resignado.
Otro silencio entre ellos, y Tails sintió su vida pasar frente a sus ojos cuando el agotamiento de Shadow se transformó en mera irritación, como si le hubiesen dicho la idea más estúpida de su larga existencia. La tensión aumentó, con el zorro sintiendo el sudor de los nervios en las manos mientras el equidna mantenía rígidos sus músculos, cruzándose de brazos en son de terminar la conversación; por otra parte, Rouge y Amy se ojearon una a la otra, esperando por cualquier cosa.
Shadow inclinó la cabeza hacia abajo, dedicándole una desafiante mirada a Knuckles, entrecerrándole los ojos; sintió que se le atoraba algo desde el pecho a la garganta, teniendo que aguantar la respiración. Entonces, optó por morderse la lengua e intentó no demostrar ninguna de sus quebradas emociones.
Todas aquellas preguntas volvieron a atacarlo, recordándole cada una de sus malas decisiones. ¿Se había acabado? ¿En definitiva la extraña relación que había tenido todo ese tiempo con Sonic ya no tenía futuro?
No, al demonio. Él no iba a dejar que ellos se salieran con la suya.
—Qué conveniente situación —soltó sarcástico, extrañamente tranquilo, con las chicas temerosas y el zorro y equidna confundidos de verlo tan sereno.
—Shadow, s-sólo queremos ayudarte... No e-espero que nos escuches o lo entiendas, y n-no estoy obligándote a que me acompañes para que hablemos... ¡Pero me encantaría que lo hicieses! —comenzó a explicar Tails, un poco tartamudo por los nervios consumiéndole al pensar en lo aterrador que podía ser el erizo ébano con sólo una palabra, apartando con gentileza a un desconfiado Knuckles que seguía pendiente de él— Lo que puedo asegurar, e-es que me encontraré con Sonic en Spagonia y quizá...
—¿Cuándo? —se apresuró Shadow en interrumpirlo, en el mismo tono, como si nada de lo que habían hablado importase más.
—No estoy seguro... —admitió el zorro, ganándose una mueca y un quejido del erizo— ¡Pero quizá tengas oportunidad de verlo si vas conmigo! De verdad, Shadow, todos queremos ayudarte —y buscando apoyo, miró exasperado a las chicas que le asintieron en acuerdo, un poco más relajadas; sin embargo, lo único que recibió por parte del equidna fue un bufido, demostrando su molestia—, si aceptas, puedo comenzar a explicarte cuando quieras sobre...
—Esto fue a propósito —analizando sus palabras, Shadow pestañeó varias veces antes de tomar aire, harto de sobrepensar las cosas; luego, se giró hacia Rouge para encararla, ya sin esconder su cólera, exhalando—. Me engañaste —la señaló con la mano, recriminándole; después, volvió a girarse al zorro para enfrentarlo—, me arrinconaron. Lo hicieron a propósito... ¡Todos ustedes! —dijo, más insultado por la situación que por toda la información que le daban de golpe, sintiéndose traicionado.
—¡No, Shadow! —aterrado, Tails le negó con la cabeza repetidas veces— Ninguno de nosotros traicionaría tu confianza con algo como...
—¡Yo jamás haría eso! —gritó Rouge, interrumpiendo al zorro, ofendida por la acusación; tratando de defenderse a sí misma, prosiguió— ¿Qué clase de persona crees que soy? —preguntó, fingiendo inocencia; Tails le dedicó un semblante escéptico.
—¡Esto me pasa por ser buena amiga! —por otro lado, habló sarcástica Amy en defensa propia también, alzando los brazos por la exasperación, siguiendo el ejemplo de la murciélago; el zorro le dedicó otra mirada incrédula, no pudiendo procesar el hilarante momento a tiempo al comprender que estaba solo en todo aquello— Créeme... ¡Hice todo lo que pude a comparación de otros! —y posando sus manos en las caderas, irritada, encaró primero al zorro pero terminó en la murciélago.
—Tienes toda la razón, Amy... —se cruzó de brazos Rouge, acomodando sus alas, dirigiendo su atención a un molesto Tails para también enfrentarlo— ¡Qué decepción, cielito!
—¡Me refiero a ti, Rouge! —terminó por acusarla Amy, dirigiéndose más a ella al ser quien llevaba la batuta de la situación; la murciélago ahogó un grito ofendida entretanto el zorro intentaba esconder una diminuta sonrisa, sintiéndose por fin apoyado— ¡Esta es la peor intervención que he visto! ¡Yo dije que debían resolverlo esa noche y nadie me escuchó!
—Y yo dije que trataría de hacerlo. No soy una virgen para cumplir milagros, mucho menos psicóloga como para arreglar esto por mi cuenta —contestó sarcástica Rouge, ganándose una ligera carcajada del zorro y otro grito ahogado de la eriza rosada al escucharla deslindarse del problema.
—¡Cómo sea! ¡El único traidor aquí es Shadow! —les gritó a ambas Knuckles, volviendo a dirigirse al erizo para seguir discutiendo, observando cómo fruncía el ceño más que encabronado, mostrándole los colmillos— Y tú... ¡Deja de tomarte a mal lo que te dicen! —de la misma forma, el equidna fue el que se animó a confrontarlo otra vez, tomando las riendas de la conversación.
—¡¿Cómo demonios se supone que lo tome, entonces?! —le cuestionó Shadow, relajando los músculos hasta gestionarle con las manos su propia exasperación. Knuckles sólo le chistó la lengua en respuesta— ¡Es como si recibiera una noticia más jodida que la otra!
—¡Nada de esto hubiese pasado de haber controlado tus horribles problemas de ira... y tus hormonas! —gritó de vuelta el equidna, dando algunos pasos hacia él para cerrar el espacio entre ambos, posicionándose frente a frente para imponer su fuerza.
—Me lo dice el inútil que explota de rabia si le tocan una mugrosa roca —siguiendo su ejemplo, Shadow también se acercó a él, replicándole en un tono más sereno pero con sus facciones irritadas.
—¡Dejen de discutir, por favor! ¡Enfoquémonos! —fue Tails el que quiso interrumpirlos al posarse enseguida del equidna en son de detenerlo— ¡Nos estamos desviando del tema!
—¡Con la niña no, eh! —le gritó Rouge a su colega en un momento de distracción entre su discusión con Amy, ahora defendiendo a la Esmeralda Maestra, ganándose una mueca de la eriza a su lado— ¡Con mi niña, no!
—¡Yo no fui el ebrio que molió a golpes a Sonic por un jodido beso! —harto e ignorando todo a su alrededor, el equidna le mostró los afilados caninos mientras sus dilatados ojos demostraban pleno coraje.
—Knuckles... —comenzó Tails, sintiendo cómo le temblaba un ojo del terror al darse cuenta del pesado tema de conversación.
—Pero si el que lloró meses enteros por uno que Rouge me dio a mí... Imagino que eso tampoco se te olvida —de nuevo el erizo con una diminuta y pícara sonrisa, esta vez murmurando para desafiarlo, terminando con su rostro a una distancia más corta con la del equidna.
—¡Shadow! —esta vez, viéndose molesta por lo que su colega estaba comentando, Rouge le gritó; por supuesto, en vano. Ella y la eriza dirigieron su total atención a la discusión del dúo que seguía absorto la discusión.
—¡Eres un bastardo, un cínico! ¡Siempre nos has tratado como si fuésemos enemigos! —alzó la voz Knuckles, empujándolo con la palma de sus manos hasta hacerlo retroceder; los patines del erizo hicieron rayas en el suelo— ¡No debí haberte confiado a Sonic esa noche! —corriendo feroz hacia él, Knuckles intentó propinarle otro golpe con uno de sus puños, fallando en el intento al ver un destello nublándole la vista, impactando sus nudillos contra el suelo hasta encajarlos y sacudir la tierra por la fuerza.
—¡No dependía de ti si iba conmigo o no! —apareció tras de él Shadow, habiendo terminado un caos control, teletransportándose. Knuckles se dio la vuelta furioso, dispuesto a intentar otro golpe, tronándose los nudillos— ¡Ese es problema suyo, no tuyo! —levantó la voz Shadow en plena cólera.
Knuckles ya no quería escucharlo ni dialogar con él... quería matarlo. Las exasperadas emociones volvieron entre ambos, y con furor el equidna corrió hasta el erizo ébano, dirigiéndole una oleada de puños que Shadow trataba de esquivar con gracia y rapidez. Por otro lado, el trío de amigos que presenciaba el corto combate se mantenía alejado, sintiendo los nervios de punta.
—¡Por tu culpa, Sonic se alejó por mucho tiempo de nosotros! —gritó Knuckles entretanto lo acorralaba, pudiendo golpearlo a un costado, empujándolo. Shadow seguía defendiéndose al bloquear los puñetazos con sus propios antebrazos, sin querer realmente corresponder los agresivos gestos— ¡No es posible que no entiendas todo el daño que has hecho!
—¡Basta, ustedes dos! —fue Rouge la que optó por gritarles, preocupada al observar toda la intensidad en el ambiente.
—¡Knuckles, ya déjalo! —siguió Amy de insistirles, dispuesta en interrumpir la escena junto a la murciélago al observar que ninguno le hizo caso.
—Te apoyamos siempre que pudimos, yo me preocupé por ti... ¡¿Y así nos agradeces?! —siguió el equidna, absorto en su propio mundo donde no parecía existir nadie más que su pasmado contrincante que perdía la postura con cada una de sus palabras, como si Shadow estuviese analizando todas sus réplicas; otro puñetazo logró colarse entre su débil defensa, con el equidna golpeándole el pecho y rostro, haciéndolo retroceder— ¡Pensé que cambiarías por él y lo único que hiciste fue terminar de hundirlo contigo!
—¡No es cierto! —por fin gritó Shadow con furia, queriendo creerse su propio pensar, intentando ignorar lo mucho que le estaba afectando lo que Knuckles le recriminaba— ¡Yo no...!
—¡No me interesan tus excusas! —insistió Knuckles en propinarle otro puñetazo al costado de su cuerpo, pegándole entre el hombro y la cabeza, tambaleándolo— ¡Lo lastimaste, Shadow! —perplejo al escuchar la rabia en las palabras y tono del equidna, aquel que podía haber considerado un aliado alguna vez, Shadow sintió un pinchazo en su propio corazón al comprender la intención de sus acusaciones— ¡Lo lastimaste y en ningún momento pensaste en él!
El estómago le dio vueltas, dejándolo sin aire y mera vacilación al perderse en sus propias ideas, preguntándose si el equidna tenía razón. Knuckles aprovechó la distracción y logró golpearlo en la cabeza, haciéndolo perder el equilibro hasta hincarse en el suelo. Sin embargo, Shadow no tuvo tiempo de lamentarse, reaccionado antes de que Knuckles volviese a tomarlo como saco de box. Provocando otro caos control que lo teletransportó a espaldas del equidna, lo pateó por detrás hasta distanciarlo lejos de él. El cuerpo de Knuckles rodó unos cuantos metros entre la terracería, con el trío de amigos ahogando espantados gritos por los movimientos entre ambos. Muy en el fondo, Shadow sabía que tenía que aclarar la situación, pero en aquel instante no podía hacer nada. Tenía la cabeza caliente del enojo y Knuckles sólo provocaba que siguiera pensando incoherentemente con sus reproches. En cuanto volvió a concentrarse en la zona de batalla, se percató de cómo el equidna se levantó como si nada para sacudirse el polvo, tronarse los nudillos y apretar los puños, indicándole que esperaba a por él con una sonrisa juguetona que le recordó bastante al héroe azulado.
¿Por qué sonríe así? ¿Por qué lo veo en todas partes?, pensó Shadow en cuanto Knuckles le dedicó un semblante postrado en burla, como si estuviese mofándose de él; sintiendo un tic en uno de los ojos al ver la similitud entre ambos, sus adentros comenzaron a quemar de los celos... Primero los zapatos en el baño de Amy y luego los gestos de Knuckles. No importaba lo que pensase, estaba seguro de que la cercanía que el dúo tenía con Sonic no le estaba gustando tampoco. Entonces, Shadow se quedó quieto... ¿Por qué él no podía tener esa misma intimidad con el héroe? ¿Qué era lo que estaba haciendo mal como para no poder estar al mismo nivel que ellos?
El enojo se combinó con los celos, y se halló suspirando del cansancio, comprendiendo su propio lugar en aquella dinámica: él era el externo, el extraño, el foráneo. Dispuesto a continuar no sólo por el coraje que le había provocado su discusión sino también por mero orgullo, pues no podía permitir que aquel equidna idiota hablase desde su ignorancia y se empeñara en humillarlo sin saber su postura, Shadow patinó feroz hasta Knuckles. Dando un salto con tal de atacarlo, no esperó a que el equidna lo esquivase a tiempo y con sus grandes manos lo tomase de una de sus piernas para jalonearlo, haciéndolo volar en el aire hasta estrellarlo de espaldas contra el suelo. Knuckles bufó, sin darle oportunidad de espabilarse al repetir su movimiento, esta vez hacia el lado contrario, con el rostro de Shadow rebotando en el suelo como si se tratase de un muñeco de trapo, ocasionándole una ligera contusión, un moretón en medio de la frente y un ligero sangrado en la nariz. Con cierta dificultad e irritación, Shadow forcejeó hasta girar el cuerpo y darle otra patada con la pierna libre contraria, logrando impactar el costado del equidna que tuvo que soltarlo para defenderse del ataque. Por la fuerza de la patada, el cuerpo de Knuckles se movió lejos de forma rectilínea, marcando en la tierra líneas con los zapatos como prueba de su resistencia.
—¡Mis asuntos con Sonic no te incumben! ¡A ninguno de ustedes! —les gritó Shadow a todos, levantándose para encararlos, retomando la discusión principal mientras dirigía un vistazo al dúo de chicas y al zorro que corría hasta el equidna para intervenir en la pelea. Con el pecho intranquilo y unos ojos cansados, Shadow continuó en aquel deplorable estado— ¡No se metan en lo que no les importa!
—¡Ese es nuestro problema contigo, idiota! —volvió a llamar su atención Knuckles, vociferando y mostrándole el enojo en sus facciones, relajando los músculos. Pese a los raspones y los pocos moretones, el equidna caminó con pesadez hasta donde Shadow se encontraba, con el zorro pisándole los talones y las chicas acercándose para también meterse en la conversación, evitando otra pelea física entre ellos— Esto nos importa porque para nuestra desgracia...
—¡Knuckles, no! —fue Tails quien le gritó de vuelta en completo pánico, poniéndose frente a él, posándole ambas manos en el pecho para detenerlo, exasperado al ya saber lo que diría pero que en realidad no le competía hacer.
—...a Sonic le gustas... —prosiguió el equidna, ya sin esconder su frustración en el tema, ganándose otro petrificado semblante de Shadow.
—¡Detente, Knuckles! —de nuevo Tails, esta vez negándole con la cabeza para que se callara antes de que confesase más cosas en su momento de hartazgo mientras las chicas se veían una a la otra, sorprendidas por la declaración.
—¡Y es frustrante, Shadow! —de nuevo el equidna, suspirando, le demostró lo cansado que se hallaba del tema. El erizo ébano seguía en completo shock , como si no pudiese terminar de creérselo pese a la tensión en el ambiente— ¡Todo esto es agotador! Sonic es un dolor en el trasero y tú eres un hijo de...
—¡De acuerdo! ¡Volviendo al tema principal...! —fue Rouge la que quiso interrumpir, tratando de ayudar a un exasperado y preocupado zorro que le dedicaba un semblante furioso, exigiéndole que hiciese algo; ella presentía que Tails le decía entre líneas que todo aquello era su culpa— Estábamos hablando de...
—¡NO! —le gritaron molestos tanto Shadow como Knuckles en plena furia, con ella dando unos pasos hacia atrás abochornada por la acción mientras Amy se tapaba la boca con ambas manos, entre asustada y apenada.
—Él nunca dijo qué era lo que quería entre nosotros —volviendo a concentrarse uno en el otro, Shadow aclaró en voz alta hacia el equidna, quien le rodó los ojos del fastidio—, ¿cómo iba yo a saberlo?
—Uh, no lo sé... ¡¿Preguntándole?! ¡¿Hablando con él?! —arqueó una ceja Knuckles mientras trataba de ser sarcástico, ganándose un bufido de Shadow al comprender que no podía hablar de forma pacífica con él; entretanto, el equidna le dedicaba una mirada incrédula al zorro que le negaba con la cabeza, decepcionado tanto de él como del erizo— Escucha, viejo, ya jodiste las cosas... Déjalo así —continuó el equidna.
—Es difícil hacerlo si me escupen dos problemas al mismo tiempo —Shadow terminó por dedicarle unos amenazantes ojos al dúo; no había que ser un genio para entender que se refería a su propio diagnóstico y a su inexistente relación con Sonic—. Debieron haberme dicho lo que pasó desde un principio.
—Disculpa, Shadow... pero no hagas que la culpa recaiga en nosotros cuando lo de tu diagnóstico no tiene relación a lo que dijo Knuckles en su enojo —dijo Tails, observando de reojo al equidna que subió sus hombros, restándole importancia a la situación—. La interpretación de los resultados la he tenido desde hace dos semanas... ¡No coincidía para verte y hablarlo! El sábado no me iba a poner a explicarte en medio de todos sobre esto... —volvió a negar con su cabecita, mostrándose un poco más seguro de sus palabras.
—¡No puedes acondicionarme como si nada! —ahora dirigiéndose al zorro al apuntarlo con un dedo amenazador, el erizo lo confrontó, mostrándole los colmillos.
—¡No lo hago, pero necesitas todo un día para entenderlo! —en un ademán de mostrar su desasosiego, Tails suspiró y le dio un vistazo a Rouge para volver a apoyarse en ella; sin embargo, la murciélago se quedó en su lugar, sin mover un dedo, para que él continuase— Apenas y pude decírselo a Rouge porque tocamos el tema...
—Ella no tiene por qué meterse en esto y lo sabe —al final, Shadow les dirigió una mirada de decepción a ambos; la murciélago se pasó la lengua por los dientes, intentando no decir algo de lo que podía arrepentirse, evitando verlo—. Cuando se trate de algo sobre mí, dirígete hacia mí —de nuevo a Tails, le arrastró la última palabra.
—Rouge es la más cercana a ti. Hacer eso es difícil, considerando que no sueles aparecer en público y a nosotros ni siquiera nos hablas... Podemos estar en el mismo espacio y tú no te acercarías a ninguno de nosotros, Shadow —sin quedarse atrás, Amy se dignó a reclamar por todos al darse cuenta cómo Rouge se quedaba extrañamente callada, con sutileza dándole la palabra a su colega.
—De nuevo... No me estás ayudando, Rose —le repitió el erizo a ella, todavía molesto pero más sereno, con Amy haciendo un puchero.
—Pero tiene razón, Shadow —volvió Tails a la conversación, ganándose la atención de todos—. Si hubiese tenido la oportunidad de hablar contigo antes, créeme que lo hubiese hecho con gusto...
—¿Y por qué no lo hiciste? ¿Por qué no lo intentaste? —las cuestiones tomaron al zorro desprevenido, un poco indeciso de si contestar o no. Al no ver una respuesta rápida, Shadow rodó los ojos y se sobó un costado de la cabeza, prueba de que el dolor volvía— ¿Por qué es importante, de todas formas? —siguiendo el ejemplo de Knuckles para terminar el tema, se cruzó de brazos, más monótono pero cansado, consecuencia del agotamiento mental que estaba por sacarlo de sus cabales.
Tails dirigió un semblante nervioso al resto de amigos, quienes evitaron verlo para que fuese él quien se dedicara a explicarle. Entonces, deseando con todas sus ganas que Sonic estuviese con él para mostrarle un verdadero apoyo, decidió por ser honesto.
—Tu diagnóstico habla de la intoxicación que tuviste la noche del concierto, Shadow —le dedicó una dulce mirada, tratando de hallar las palabras correctas para que el erizo pudiese comprenderlo; luego, tragando saliva con cierta incomodidad, prosiguió—. La intoxicación provocó tu bloqueo... y tu crisis —finalizó, mordiéndose un labio, producto de la ansiedad. Shadow lo observó unos cuantos segundos antes de dirigir su atención a un punto muerto en el suelo, analizando a la perfección la entonación de la charla; con cierta decepción de sí mismo, tomó aire y suspiró hondo, pestañeando incrédulo por su nuevo problema—. Conozco a uno de los profesores que son parte del colegiado de la Universidad de Spagonia, podemos ir para que te explique un profesional en el tema, confía en mí.
La última vez que me dijeron eso, terminé enterándome de cosas que no quería, pensó Shadow, negando con la cabeza, despacio; los carmesís y oscuros ojos miraron fijo a los celestes brillantes, resignado... ¿Qué otra razón había como para tener que lidiar con aquel problema?
Entonces, recordó que el zorro había mencionado que se encontraría a Sonic. Tragando saliva con cierta incomodidad, quiso convencerse a sí mismo de que no tenía otra opción más que seguirle la corriente si quería confrontar al héroe.
—Más le vale a ese erizo estar por allí o si no... —su preocupación sonó más bien a amenaza; no eran las palabras que de verdad quiso usar, pero la ira no lo dejaba articular sus ideas de manera correcta. Shadow sí que lo añoraba y quería verlo, pero su cabeza era un caos tremendo.
—Tú no aprendes, ¿no? —se metió Knuckles, interrumpiéndolos. Tails se giró veloz al equidna, con un semblante curioso tal como el dúo de chicas que había optado por mantenerse al margen. Shadow, todavía dirigiéndose al zorro pero escuchando atento al equidna, se quedó esperando a que Knuckles continuase, pasándose la lengua por los dientes delanteros— ¿De verdad irás a buscarlo? —el erizo ébano se percató del encabronado y desconfiado tono en la voz.
Cientos de respuestas pasaron por la mente de Shadow, quien no podía evitar sentir un malestar en la boca del estómago, provocado por los corajes internos que se estaba tragando con tal de no explotar hacia el equidna. Estático, ambos sintieron el tiempo congelarse. Ese mismo enojo que no había podido evaporarse en toda su estancia en la isla, se disipó en cuanto Shadow reflexionó sus propios actos, buscando la decisión más amena que lo llevase por fin tanto a un acuerdo como a la paz misma en todo aquel desastroso ambiente.
—Cometí un error y estoy dispuesto a arreglarlo, pero el cómo lo haga no les incumbe —contestó, girándose hacia el equidna con más tranquilidad, pero refiriéndose a todos los presentes—. Esto es entre él y yo, y si me odia el resto de mi vida, es problema mío... No tuyo ni de nadie.
—No sabes lo que haces, Shadow —le entrecerró los ojos Knuckles, enseñándole los fieros colmillos—. Sonic ya hizo una decisión.
Lo creeré cuando él me lo diga a la cara y no ninguno de ustedes, pensó Shadow, observando el estresado semblante de Tails, el preocupado de Amy y el harto de Rouge. Lo cierto era que ya no quería lidiar con ninguno de esos idiotas. El cansancio mental se lo estaba comiendo vivo al grado de ser extraño incluso para sí mismo. Estaba tan agotado de discutir que, con simpleza, se pasó una de las enguantadas manos para limpiarse el rostro.
—Yo me alejé cuando ustedes empezaron lo suyo —fue lo que optó por decir, señalando no sólo al equidna, sino también a su colega la murciélago con un dedo amenazador; la pareja no necesitó más para comprenderlo, pues se refería justo a la dinámica donde él solía ser el mal tercio desde hacía un buen tiempo. Luego, volviendo a su monótono semblante, prosiguió—, aléjense de lo nuestro y no me fastidien.
Knuckles se quedó observando a Shadow, poco a poco con su rostro pasando de la ira a la irritación. Por desgracia, tenía que darle un punto: el sujeto no se había molestado en decir algo sobre su noviazgo con Rouge e incluso se mantenía al margen hasta la actualidad; además, Knuckles comenzó a recordar todas aquellas ocasiones en que Shadow les había recibido en su departamento, compartido de su comida, les había dado un lugar dónde quedarse a descansar, un balcón en el que ver el atardecer. Abatido y entrando en razón, se sintió mal consigo mismo por haberlo tratado peor, pero siguió con su irritado semblante por mero orgullo. Optando por dedicarle una resignada ojeada a su mujer, con Rouge frunciendo los labios al entender su posición, los dos se entendieron a la perfección.
Ambos supieron que no podían continuar aquella mal elaborada "intervención".
Con la tensión disipada, Shadow ojeó por última vez a los cuatro presentes, terminando por dedicarle un exhausto semblante al pequeño zorro, suspirando. El chico le hizo un gesto con la cabeza, pidiéndole que lo acompañara y se fuera con él. Shadow no quiso seguir buscando razones para pelear, así que accedió sin problemas, sin despedirse.
Con las últimas ganas que le quedaban, aprovechando el distraído caminar del erizo, Tails miró con cierto pánico al trío, pidiéndoles sutilmente discreción con los eventos que habían presenciado.
Sabía que, si Sonic llegaba a enterarse de todo lo que había pasado, tendría que dar una muy larga explicación.
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Shadow H. [20:08:12]: No creo que sea necesario hablarlo, pero podríamos intentarlo.
Shadow H. [20:10:05]: Lo que pasó en el chalet no me molestó. He de decir que despertó ciertas emociones agradables que no conocía de mí mismo.
Shadow H. [20:11:00]: Creo recordar habértelo dicho esa noche. No es la primera vez que sucede entre nosotros.
Shadow H. [20:13:16]: No sé lo que pienses de mi retiro en la villa o estos meses en que no hemos conversado lo que ocurrió. No creo que lo hagamos pronto tampoco pero lo veo como una opción viable.
Shadow H. [20:14:00]: He leído que todos pasamos diferentes procesos. No tenía la necesidad de entenderlo hasta que llegamos hasta este punto.
Shadow H. [20:16:02]: Espero tu respuesta, pero no tengo ningún apuro por saberla.
En cuanto el último mensaje fue recibido al otro lado del chat, Shadow apretó sus manos en el plástico del celular, tratando de no mostrarse impaciente por la respuesta. A pesar de que ya tenía tiempo con el artefacto y no entendía cómo funcionaba al cien por ciento, le llamaba la atención la agilidad con la que podía comunicarse con sólo pulsar los botones de la pantalla táctil. Por supuesto, no era el más fanático de utilizar aquel medio para reflexionar sus palabras y sincerarse en un momento de debilidad con nada más y nada menos que el azulado héroe, con quien había estado conversando desde el día anterior justo por el tema que más lo distraía en ese momento: su interacción en la villa.
Sin entrar en mucho detalle, habían pasado unos meses desde su último encuentro con Sonic. Shadow no sabía mucho de él desde entonces, así que Rouge lo mantenía al tanto meramente por lo que Knuckles le platicaba. Pensar en Sonic era como si se tratara de un nostálgico recuerdo, rememorando el apasionado acercamiento que tanto había disfrutado, tomando el control de la situación.
Por más que no quisiese admitirlo, a Shadow realmente le había gustado tener el control sobre Sonic. Pensaba que, si bien le iba, podría replicarlo la siguiente vez que se encontraran.
—Has estado tecleando toda la noche... —escuchó murmurar a Rouge enseguida de él, tratando de darle un vistazo a su pantalla. Shadow se acomodó en la pared del callejón donde se encontraban recargados, con OMEGA cubriéndolos de ser vistos por alguien externo, tratando de esconder el teléfono de la murciélago— Pensé que no te gustaba usar el celular, pero desde que lo compraste no lo has soltado... —continuó su colega, sonriéndole con cierta diversión al percatarse de cómo el erizo le rodaba los ojos, queriendo ignorarla por la observación; ella sabía que Shadow había comprado el teléfono para hablar exclusivamente con cierto azulado héroe—. No parece que estés viendo temas relacionados a nuestro trabajo de hoy. Deberías estar más atento.
—Lo estoy —contestó molesto Shadow—. Sólo... revisaba algo —continuó; en realidad, no era una mentira tal cual, pues seguía esperando por la respuesta de Sonic.
—Mmm... ¡Qué curioso! Es como si te diese igual la misión de esta noche, querido —habló bufona ella, logrando que Shadow despegara los ojos de la pantalla y le dirigiese una irritada mirada, queriendo sacarlo de sus cabales—. Supongo que se trata de algo más importante, ¿no? Podría ser... —quiso molestarlo, dedicándole una peligrosa mirada con la que el erizo esperaba a que dijese el nombre de quien más temía.
La murciélago hubiese continuado, de no haber sido porque dos sonidos llamaron la atención de ambos. Para Rouge fue el ruido de unos pasos metálicos sobre el pavimento, para Shadow fue el de la ligera notificación en su teléfono. Mientras Rouge volvía a su posición inicial detrás de OMEGA para cubrirse y dar un vistazo a la entrada de la base donde iban a adentrarse, Shadow se quedó estático, leyendo los mensajes que le habían llegado.
Sonic H. [20:18:07]: Estaré viajando por un tiempo, pero trataré de comunicarme siempre que pueda.
Sonic H. [20:18:25]: Quizá nos encontremos.
Sonic H. [20:19:00]: ¿Podríamos poner en pausa este tema?
—De acuerdo, OMEGA terminó, es nuestro turno de... —quiso indicarle Rouge una vez que su robótico colega había elaborado una distracción para desviar a algunos guardias cuidando la entrada. El erizo siguió absorto en la pantalla, con los dedos por arriba del teclado, pensativo— ¿Shadow? ¿Pasa algo?
Shadow no supo cómo sentirse porque no era la respuesta que esperaba. Una parte de sí mismo estaba en confusión, tratando de comprender el tono de las palabras ajenas ante el hilo de conversación; la otra parte se encontraba serena al darse cuenta de que el tema no se hablaría entre el azulado héroe y él.
Una vez más, se quedaría con el ansía de repetir esa noche atorado en lo más profundo de su ser. Una vez más, parecía que no tenía el control de la situación.
—No —dijo tajante, negando con la cabeza; pese a haber contestado para Rouge, su negativa respuesta en realidad iba dirigida a Sonic. Había hablado en voz alta por mera inercia.
La murciélago no necesitó otro gesto para descubrir lo que parecía decepción e irritación en el semblante de su compañero. En cuanto lo vio fruncir el ceño y comenzar a teclear en la pantalla del celular, por mera prudencia ella se giró para no mirar lo que escribía, esperándolo paciente.
Rouge ya tenía un mal presentimiento. Shadow suspiró antes de enviar su mensaje, entrecerrando los ojos.
Shadow H. [20:21:01]: Buen viaje.
Al final, Shadow ni siquiera apagó la pantalla del teléfono si no que por la fuerza en sus manos lo rompió del coraje. Importándole poco la quebrada pantalla de cristal, terminó por estrellarlo contra la pared del callejón. Con un suspiro, le indicó a su colega que continuasen atendiendo la misión como si nada hubiese pasado. Por supuesto, con el estómago revuelto y los pensamientos hechos un desastre.
Rouge, entonces, lo contó como el segundo celular que Shadow rompía. De igual manera, estaba segura de que volvería a conseguir otro muy pronto.
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Esa misma desastrosa madrugada del martes en Angel Island se convirtió en una húmeda mañana en Spagonia, con nubes negras tapando el oscuro cielo y lluvias pronosticadas. Ni el zorro ni el erizo ébano se habían molestado en conversar entre ellos durante su trayecto en el Tornado, con el silencio, el viento y la cajita de terciopelo en las rígidas manos de Shadow siendo sus únicos acompañantes. Amy, a última hora, le había dado el obsequio del anónimo para recordar su objetivo principal en toda aquella travesía.
Shadow estuvo tan inerte en sus mártires propios y su extraña situación con Sonic que había olvidado por completo el problema con su admirador secreto, de quien tampoco tenía noticias. Por otro lado, Tails se hallaba un poco intranquilo con la imponente presencia del erizo, sintiendo la pesadez durante el viaje al percatarse de que todo aquel caos podía haberse evitado si él hubiese hablando en un principio con Shadow.
Por supuesto, también había notado la caja de terciopelo que Shadow sujetaba, hasta que lo escondió entre sus púas.
El tiempo pasó rápido al grado en que llegaron directo a las instalaciones del colegio justo después de medio día, arribando a la hora del almuerzo. La Universidad de Spagonia era enorme; se trataba de un gran edificio con orden corintio en piedra y mármol blanco, acabados desgastados y angostos pasillos. Shadow, durante su estancia terrestre, había visitado cientos de lugares parecidos, pero ninguno le había recordado los corredores de la Estación A.R.K. como aquella escuela, por lo que sentía un extraño ambiente al observar las vacías aulas de clase. Los pocos ventanales daban vista a las decoradas y transitadas calles del pueblo, con la gente caminando a su propio ritmo, sin ningún apuro o desesperación de por medio.
Tails había dicho que la universidad se encontraba en periodo vacacional. Habría un bonito festival en unos días.
Su concentración lo llevó a observar los detalles más minúsculos, por lo que no se percató de su destino. Cuando menos lo había notado, se encontraba siguiéndole el paso al zorro, entrando en lo que parecía ser una rústica oficina con olores mixtos entre pan recién horneado, vainilla y pepinillos.
—¿Eres tú, Tails? ¡Qué júbilo! —escuchó una alegre pero vieja voz al fondo, desde el balcón; un canoso hombre vestido con un elegante y marrón traje, cejudo y encorvado, se acercó lento hasta ellos con ayuda de un bastón.
—¡Profesor Pickle! ¡También me alegra verlo! —igual de entusiasta, el zorro corrió a saludarlo con un cuidadoso abrazo mientras Shadow se quedaba atrás unos cuantos pasos; una vez que Tails se alejó del hombre, le hizo una seña al erizo para que se acercase, y prosiguió a presentarlo— Él es…
—¡Oh! El famoso Shadow the Hedgehog... —interrumpió el anciano al zorro, caminando hasta el erizo que observó veloz a Tails, un tanto confuso— Como el viento se mueve y como la noche se escucha; una sombra que no muchos ven, pero claro que todos sienten —sonrió, y Shadow interpretó sus poéticas palabras como mera adulación—. He escuchado mucho sobre ti. A mí parecer, tu presencia es un total misterio. Es fascinante tu récord y trayectoria, qué gozo poder conocerte —y alzó uno de sus débiles brazos, en son de querer saludarlo con un apretón de manos mientras seguía apoyado en su bastón.
Se quedó perplejo en su lugar, observándolo de pies a cabeza, entre sereno y desconfiado. Shadow no tenía la dicha de conocer al Profesor Pickle en persona, pero sabía de su existencia. Hacía algunos años atrás, Sonic le había platicado algunas de las aventuras que tuvo durante su faceta como Werehog, con el anciano siendo una de las personas que más lo había ayudado. Sonic nunca había entrado en detalles sobre aquella travesía, pero Shadow estaba consciente de que el azulado héroe confiaba plenamente en el viejo como si su vida dependiese de ello.
Con cierta pena al reflexionar la presencia del Profesor, decidió ignorar su escéptico presentimiento y se dirigió a Tails, quien con una carcajada le pidió sutilmente que correspondiese el saludo del anciano, indicándole que todo estaba bien. Shadow lo hizo, no muy convencido, y se percató de la delicadeza con la que el Profesor sujetaba su enguantada mano, producto de su vejez.
—El Profesor Pickle tiene un máster en literatura antigua y da clases en la facultad de historia —habló Tails, una vez que terminaron de saludarse, aun con una sonrisa en el semblante. Shadow asintió en comprensión—. Él nos ayudó mandando a analizar tu prueba de sangre en la facultad de medicina, por eso obtuvimos el diagnóstico.
—Varios de mis antiguos colegas me deben favores; fue una tarea accesible —continuó el viejo, con Tails rodando los ojos un tanto divertido entretanto Shadow pasaba del desconcierto a la tranquilidad, entendiendo mejor—. Si eso es lo que los ha traído hasta aquí, no encuentro problema en pedir más apoyo para que les expliquen sobre el tema. Hacía mucho que no veía algo relacionado a los Black-Arms —finalizó el Profesor, indicándoles con la cabeza que le siguiesen el paso.
—...¿Cómo sabe de ellos? —se animó Shadow a preguntarle otra vez desconfiado, todavía estático en su lugar, sin querer moverse.
—Mi profesión me ha ayudado a entender muchas de las civilizaciones que se originan en nuestra tierra. Y dentro de estas, ocurre la conexión a otras civilizaciones de fuera, como lo son los Black-Arms —quiso reír el viejo, siguiendo su camino con lentitud—. Hace años en mi juventud, tuve una breve investigación donde fuimos a las ruinas de los templos Gaia para comprender la etimología de tal Dios. Fue exuberante, justo porque...
—Profesor, sus historias siempre son bienvenidas, pero Shadow no es una persona que tenga mucho tiempo ahora... O paciencia —se metió Tails, volviendo a interrumpir la conversación; el erizo le dedicó una irritada mirada por la acusación, que no era mentira, mientras el hombre se carcajeó, tomándolo con humor.
—¡Oh claro, claro! Lo importante es que obtuve parte de la investigación que uno de mis viejos colegas elaboró hace décadas —y desviando su camino, el viejo terminó acercándose a uno de los grandes muebles de madera rústica donde resguardaba muchos libros de diferentes tamaños y colores. Con cierta dificultad, tomó con su mano restante uno con pastas negras que se hallaba en el último espacio del estante más bajo, desgastado y descuidado, y que adentro tenía lo que parecía ser un bonche de hojas amarillentas unidas con un broche negro—. Leyendo entre papeles, encontré cosas bastante interesantes que nos ayudaron a entender tu diagnóstico... —abrió el libro para sacarlas, y las extendió con debilidad en dirección al erizo ébano, indicándole que las tomase.
Shadow pestañeó varias veces, comprendiendo que el viejo hablaba directo con él. Tras mirar de reojo a Tails en son de pedir un sutil apoyo, el zorro volvió a sonreírle para que se animase a tomar los papeles, haciéndole un ademán con la cabeza. Entonces, más convencido al no observar otra mala intención por parte de ambos, Shadow acortó la distancia para tomar entre ambas de sus manos el montón de hojas desgastadas. Había un poco de polvo en ellas, el grosor era tan delgado que parecía que se rasgarían hasta romperse con la textura del liso papel y cada una de las esquinas poseía manchas cafés y amarillas.
Era como si hubiesen estado guardadas durante años.
La primera página estaba en blanco, con solo unos números al pie de la hoja que parecían ser una especie de código. Decidió ojear el resto del documento para revisar el contenido. Shadow identificó que los textos estaban elaborados desde una máquina de escribir —si no mal recordaba, quizá un tipógrafo—, con el título principal despertando su completa atención en la segunda hoja.
COMPOSICIÓN, ESTRUCTURA Y DIVERSIDAD DE ESPECIES: BLACK ARMS
*G.R.
Shadow no supo si fueron las iniciales al final del encabezado lo que lo pusieron con los nervios de punta. Shadow no supo si todos sus pensamientos cesaron al repetir el título al menos unas cinco veces para cerciorarse de lo en verdad leía. Shadow no supo si su mente volvía a jugarle un mal escenario para confundir sus instintos, su visión y sus dilemas.
¿Podía ser aquella una de las primeras investigaciones realizadas por, nada más y nada menos, que su creador?
—Mi estimado Tails describió tu situación hace unos días y Sonic me ha contado de ti desde hace años —escuchó Shadow al Profesor Pickle, con el mismo tono amigable y gentil en sus palabras, completo ignorante ante sus incrédulos pensamientos. Con cada página que pasaba ojeando, Shadow perdía la noción del tiempo y el Profesor seguía hablando—. Me pareció una muy grata coincidencia poder conocer a la más grande creación del Profesor Gerald Robotnik.
No es posible... pensó Shadow, atónito por la evidencia que observaba con sus propios y rojizos ojos. No quiso demostrar ninguno de sus mártires. Su estoico e hipnotizado semblante se mantuvo igual de estático mientras continuaba leyendo, repasando lo que podrían haber sido las primeras ideas de su creador para su existencia en aquel terrenal mundo. Una necesidad creció en él, queriendo indagar más en la información, en rememorar su propio conocimiento sobre sí mismo para complementarlo con lo que estaba plasmado en aquellos documentos.
Luego, como un balde de agua fría cayendo sobre él, se quedó todavía más perplejo al reflexionar lo que había mencionado el Profesor Pickle.
¿Sonic hablaba de él?
—Gerald y yo tuvimos encuentros científicos muy gratificantes antes de que él empezase a laborar en la Estación A.R.K. —explicó Pickle al no escuchar ningún sonido provenir de Shadow, aun absorto entre las páginas del manuscrito—. Tomen asiento, tenemos toda la tarde para conversar... ¿Gustan café o un sándwich? ¡Deben estar hambrientos!
—Profesor... —inició el zorro, queriendo explicar que no tenían mucho tiempo para quedarse.
—Sí —interrumpió Shadow, ganándole la respuesta—, espresso —continuó, por fin levantando la vista hacia ambos.
Tails, sorprendido, identificó la serenidad en Shadow. Se hallaba más tranquilo y confiado, incluso podía asegurar que lo veía un tanto desesperado por iniciar. El zorro tomó aquello como la prueba de que el erizo no planeaba irse pronto. Una parte de él se alivió, suspirando.
Entonces, más relajado tanto con el ambiente como con la imponente presencia de Shadow, Tails decidió quedarse también.
—¡Por supuesto! Los Black-Arm y sus amargos gustos... No lo esperaba pero claro que lo imaginaba —se carcajeó el Profesor Pickle, dirigiéndose al erizo. Shadow entrecerró los ojos, comprendiendo que se refería al hecho de que había pedido café, un sabor fuerte y amargo—. Debo confesar que sólo conservo café instantáneo, ¿podrás tolerarlo? —divertido al igual que un sonriente Tails, el erizo ébano le asintió, dispuesto a cooperar también— ¡Fabuloso! Empecemos, entonces.
.
Pickle le había pedido a uno de sus conocidos que les ayudase con la interpretación de los resultados de Shadow al igual que con recomendaciones para aligerar la liberación de sus hormonas de la felicidad. Aunque el neurólogo le había asegurado que no se trataba de nada fuera de lo común, la última sugerencia que le hizo al erizo ébano fue que acudiese con un psicólogo por si tenía más dudas que respuestas.
Por supuesto, Shadow pensó que no era una mala opción tener otro punto de vista. Ahora, era cosa de convencerse a sí mismo de hacerlo en cuanto volviese a casa.
Shadow y el Profesor Pickle habían conversado hasta el anochecer mientras Tails pasaba el tiempo en los alrededores del pueblo, dándole oportunidad al erizo de explayarse con el viejo sin tener que sentirse juzgado o desconfiado por su presencia. Todos los temas que habían tocado se trataban sobre la existencia misma de los Black-Arms como la anatomía y antecedentes, de cómo Pickle conocía a su creador y cómo había llegado a parar con aquella documentación tan importante que ahora Shadow volvía a leer por quinta vez en el día, entre otros detalles que le habían dado una nueva perspectiva sobre su propio linaje y ascendencia alienígena. Había aprendido que su gusto por los sabores amargos y fuertes se debía a su dieta Black-Arm, que a su vez podía basarse en puras proteínas y carbohidratos como carnes rojas, pollo y pescado; que podía dormir plácidamente y experimentar el sueño, aunque no fuese una necesidad biológica; que sus colmillos y mordida eran más letales que las de una serpiente o un tiburón, que su sangre era pesada y podía brillar en la oscuridad hasta tornarse de un color verde neón; que su séptimo instinto —que se asimilaba al animal— podía apoderarse de su parte orgánica en momentos bajo presión o mero estrés, y de allí salían sus arrebatos físicos de ira o frustración; que podía desarrollar un tercer ojo —literalmente— y regenerar otras partes físicas de su cuerpo; que el bloqueo en sus genes podía deberse a su constante y triste estado de ánimo...
Había aprendido cosas que, durante su estadía en la Estación A.R.K, no le habían explicado tan a fondo. Pese a que sus problemas comenzaban a tener rutas claras de solución, había algo que no lo dejaba estar en plena calma.
A sus ojos, eres una persona muy misteriosa, su mente rememoró aquellas palabras leídas en una de las notas que había recibido por parte del anónimo. Shadow, sin querer, quiso conectarlo al mismo pensar que el Profesor Pickle le había hecho saber aquella tarde y que, poco a poco, empezaba a creer de sí mismo también. A mí parecer, tu presencia es un total misterio, recordaba el tono en que el viejo se lo había dicho directo en la cara, con amabilidad y adulación, pero...
Había logrado concordar tanto con el anónimo como con Pickle: todo ese tiempo, desde su génesis, creía que su existencia era un completo misterio inclusive para él mismo.
—¡Mira la hora! Terminaron algo tarde, ¿no? —escuchó de repente la rasposa voz de Tails, saliendo a posarse a su lado, recargando sus manos en la barra del balcón tal como él, dando de frente hacia el horizonte; se encontraban solos en la oficina luego de que el Profesor los dejara descansar en el recinto— Siendo honestos, pensé que en cualquier momento te marcharías molesto... Me alegra ver que todo salió bien, Shadow —continuó Tails, mostrando una apenada sonrisa que se desvaneció en cuanto observó el perdido semblante del erizo, con el manuscrito entre sus enguantadas manos; desconcertado, se animó a llamarlo—. ¿Shadow?
Era medianoche y su cabeza ya no procesaba bien sus ideales. El balcón era un espacio funcional para reflexionar pese a estar lleno de enredaderas con bugambilias, una vieja mesa de jardín acompañada de dos sillas en una de las esquinas y algunos carillones de viento que colgaban de la barra. El Profesor Pickle le había sugerido que intentara dormir en aquel lugar con tal de regular su lado híbrido con el orgánico como primer paso. Él, simplemente, no podía.
—¿Cómo diste con toda esta información? Esto es confidencial... —dijo él al aire, levantando a la vista el montón de papeles mientras suspiraba, enseñándoselos. Tails arqueó ambas de sus cejas, un tanto sorprendido por la declaración— Esto es... nuevo.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó de vuelta el zorro, honestamente curioso, ganándose un bufido por parte del erizo— Pensé que sabías más que nosotros sobre los Black-Arms, con eso de que tú y Rouge trabajan para G.U.N... En algún momento debiste tener más información sobre ellos, ¿no?
—¿Todos ustedes piensan que trabajo gratis en esa mugrosa agencia, por diversión? —contestó Shadow, irritado; mirándolo directo a los celestes ojos, negándole con la cabeza entretanto Tails subía sus hombros, confundido y temeroso por responder— Sé que G.U.N. posee documentos más extensos sobre mí porque tienen mi expediente. No quieren entregármelo... Yo colaboro con ellos con tal de que me lo devuelvan, ese es mi trato con el comandante —entonces, Tails pasó del desconcierto a la realización, comprendiéndolo; Shadow volvió a suspirar—. No necesito que un papel me diga quién soy , pero esa información me pertenece... Ni ellos ni nadie necesitan indagar más sobre mí —y apretando el viejo manuscrito, volvió a dirigir su carmesí mirada al horizonte.
El zorro tragó saliva de manera brusca, poniéndose nervioso. Entendía a la perfección el sentir de Shadow, en especial sus sinceras palabras. No quería saber cómo reaccionaría el erizo si llegaba a enterarse que Rouge y él ya habían leído el expediente completo del Proyecto Shadow, hacía varios años atrás, tras los eventos en el A.R.K. El zorro se había quedado una copia electrónica hasta que la perdió con la aparición de Emerl.
—Conozco al Profesor Pickle desde hace tiempo, estoy seguro de que no se opondrá a que te quedes con esa documentación, Shadow —sonrió genuino Tails, ignorando su propio miedo, tratando de seguirle la corriente. El erizo le chistó la lengua, no creyéndole en absoluto—. Él es uno de pocos expertos que conoce al pie de la letra los manuscritos del Dios Gaia, te entenderá. Entre todos sus estudios, encontramos que conservaba una investigación sobre los Black-Arms... Sabía que debíamos decírtelo en cuanto tuviésemos la oportunidad —más relajado, Tails se alejó unos cuantos pasos de la barra y decidió sentarse en una de las sillas, queriendo darle un fin a la conversación.
— ...¿Tuviésemos? —repitió Shadow luego de unos breves segundos en silencio, dándose la vuelta para recargar su cuerpo en la barra y encarar de frente al zorro; luego, se cruzó de brazos, todavía sujetando el manuscrito, esperando a que soltase la sopa.
Shadow ya se imaginaba a quién se refería, no era tonto. Sin embargo, Tails no quería seguir abriendo la boca para explayarse en la charla. No tuvo otra opción al ver cómo Shadow hacía una mueca, amenazándolo sutil con la mirada a que hablase pronto o habría... consecuencias.
—Sonic supo sobre esto antes que yo... Mandé a examinar tu prueba porque él lo pidió —posó las manos Tails en su regazo, jugueteando con sus enguantados dedos, aún nervioso—. Su decisión fue que él te explicaría cuando pudiese, pero veo que el momento nunca llegó. Yo no quería acercarme a ti sin consultarlo con él... La urgencia cambió mis planes, por eso le hice saber a Rouge lo de tu diagnóstico.
—¿Sonic también sabe sobre esta situación? —recalcó sus palabras el erizo, elevando su voz, poco a poco preocupándose.
—¡No todo! —se apresuró Tails a comentar; pese a verse más tranquilo al suspirar, el erizo ébano no pudo esconder el desasosiego en sus facciones— Yo preferiría que omitiéramos detalles como lo que pasó anoche en Angel Island y tu pelea con Knuckles... —habló el zorro, rememorando los acontecimientos— Y también esta conversación entre nosotros, y tu charla con el Profesor Pickle... —continuó, aclarándose la garganta al ganarse un estresante bufido por parte del erizo— ¡No lo tomes a mal, Shadow! Sólo... ¡No quiero saturar a Sonic con cosas sin importancia!
El rostro de Shadow cambió con brusquedad de la molestia a la perplejidad. Se quedó ido, captando lo último que el zorro había dicho.
¿Acaso...?
—Entonces, mi situación con él no es importante —le dijo, tratando de ser sarcástico sin perder la estoicidad en sus facciones, interrumpiendo sus propios pensamientos. Tails, confundido, sintió un miedo emerger al escuchar el molesto tono en la voz de Shadow, con un escalofrío recorriéndole la espalda—. Lo que sea que esté atentando contra mi salud mental y provoque un daño colateral hacia él tampoco es importante —resaltó, ofendido, refiriéndose a los sucesos de aquellas semanas.
—¡No! ¡Espera, Shadow! No quise decir eso, yo... —respondió Tails, gestionándole con las manos en son de desesperación mientras el erizo suspiraba en decepción; aun cuando mantenían una corta distancia entre la silla y el barandal del balcón, seguían mirándose a los cansados y desvelados ojos— Es decir, no merecías el trato que te dimos en la isla, lo reconozco. Si Sonic se entera...
—Eso no es mi problema. No debieron acorralarme y amenazarme de esa manera —le refutó, frunciendo el ceño, negándole con la cabeza. Tails tragó saliva con dificultad, sintiendo cómo el aire se le atoraba en los pulmones—. Me recriminaron por algo de lo que ni yo estaba enterado.
—Disculpa, Shadow, pero si lo notaste durante toda la discusión... ¡Yo no podía hacer nada por mi cuenta! ¡Knuckles y Rouge lideraron todo! —esta vez, el zorro se levantó de su asiento, tratando de que su temor no se apoderara de él con tal de enfrentar al no-novio de su mejor amigo, dispuesto a defenderse ante sus acusaciones—. Para llegar a ti hay filtros y uno de ellos es Rouge; se supone que ella debió hablar contigo desde hace días y no lo hizo —un poco más confiado en hacer saber su perspectiva, Tails siguió explicándole, ganándose otra mueca de Shadow—. Knuckles tuvo la confianza de decirte la verdad porque te considera alguien cercano a él... Lo importante es que pudimos solucionar todo a tiempo, ¿no es así? —al final, genuinamente esperanzado de haber terminado, exhaló del cansancio.
En ningún momento el chico lo había dejado de mirar a los carmesís ojos, demostrando valentía. Shadow, no tan convencido de sus palabras, se quedó estoico al captar la intención del zorro.
Shadow, seguro de sí mismo, empezó a creer que Tails quería dejar morir el tema porque tenía miedo de que Sonic pensase mal tanto de él como de sus otros dos amigos por los eventos en la isla. No sabía si era por el trato que le habían dado, no sabía si se debía a la preocupación que parecían tenerle...
Pero Shadow, erróneamente, creía que estaban tratando de silenciarlo o limitarlo.
—No —negó lentamente con la cabeza, sin quitar la vista de los tristes y celestes ojos del zorro, luego de un breve silencio donde apenas y se escuchaba el sonido de los grillos y las campanas de viento, Tails suspiró en resignación—. No confías en nosotros . No confías en mí.
Los dos sostuvieron la mirada en un momento que se sintió jodidamente eterno. La maquiavélica mente de Shadow dio vueltas en una misma idea, convenciéndose de que no parecía ser tan mala si la llevaba a la práctica... ¿Podría considerarse un soplón si le notificaba a Sonic lo que había pasado en su ausencia?
—No digas eso, no es verdad... —le tocó a Tails negar rotundamente, queriendo llevar la fiesta en paz— Knuckles habló molesto, todos estábamos alterados... No lo tomes personal.
—No puedo evitarlo, él me privó de algo que yo merecía escuchar desde la honestidad de alguien más —sin rodeos, por fin le reclamó con el coraje atorado en la garganta y un vuelco en el estómago; Tails se cruzó de brazos, en búsqueda de un confort, abatido—. No le correspondía decirme que Sonic siente algo por mí —frunció el ceño y entrecerró los ojos, todavía recargado en el barandal del balcón, apretujando el manuscrito que sostenía con una de sus manos.
Tails no deseaba indagar más en el tema, pero identificaba el dolor que Shadow mantenía en su persona por algo tan... emotivo. Sólo quería que aquello acabase, pues Tails sabía que llevaba tiempo ignorando una conversación con el que se suponía que era pretendiente de su mejor amigo.
Si ayudar a Sonic significaba que debía dejar las cosas claras con Shadow, no tenía de otra. Afligido, pestañeó varias veces antes de poder tomar aire y sincerarse con él.
—Tú lo rechazaste... —aclaró una vez más Tails, nervioso por la respuesta que obtendría. Echando otro suspiro para tranquilizarse a sí mismo, sin dejar de mirarlo directo a los rojizos ojos, buscó las palabras correctas para no alterar ahora al erizo ébano— Estoy seguro de que Knuckles solamente quiso... —trató de ser, una vez más, el mediador del conflicto.
—¡Eso es lo más estúpido que he oído! —soltó su veneno Shadow al aire, interrumpiéndolo, con su impulsividad saliendo a flote. El zorro identificó la ira consumiéndolo al igual que la desesperación en la que lentamente caía, haciendo al erizo erguirse y caminar sin rumbo alguno por el espacio del balcón, en círculos, con la necesidad de tener que esclarecer su propia mente; Tails, escondiendo su incomodidad con serenidad, observó cómo Shadow azotaba el manuscrito ante la mesa, ya sin importarle su brusquedad física—. No sé de dónde sacó una idea tan estúpida... ¡Él no volvió a buscarme! ¡No volvió a visitarme! Yo jamás lo negué, esa jamás fue mi intención... —sin darse cuenta, Shadow comenzó a decir sus pensamientos en voz alta, absorto en su propio mundo al ser víctima de su inseguridad y culpa, rememorando cada una de sus acciones; se pasó una exasperada mano por las despeinadas púas, sintiendo un dolor de cabeza— ¡Ustedes no saben lo que pasó entre nosotros! ¡Ninguno debió haberme reclamado nada! —explotó, enseñándole los fieros colmillos.
—¡¿Cómo ibas a enterarte de lo que ocurrió entonces, Shadow?! No justifico lo que hizo Knuckles desde su ira, pero si Sonic no lo te dijo antes es probable que no vaya a hacerlo hasta que lo busques y tú lo confrontes... —por inercia, Tails volvió a su asiento por la adrenalina que le corría en el cuerpo al estar tan alerta a cualquier movimiento.
Shadow intentó regular su respiración, comprendiendo al zorro. Con cierto bochorno por su actuar, le dio la espalda para no mirarlo y concentrarse en disipar su enojo, alejándose unos cuantos pasos hasta llegar al barandal. No quería admitirlo, pero Tails tenía razón. Necesitaba dejar su impulsividad y aprender a ser más paciente con las adversidades. Sin embargo, su exasperación pudo más consigo mismo y se halló pasándose las temblorosas manos entre las púas, queriendo guardar la compostura, peinándose; el malestar cesó en sus pesados hombros, los músculos rígidos y la alterada respiración cuando observó el calmado horizonte, con la extensa y oscura llanura.
De igual forma, el palpitar de su acelerado corazón se quedó quieto por unos breves segundos al sentir con sus dedos la caja de terciopelo que había mantenido escondida entre esas mismas púas. Tomándola, se dignó a observar con detenimiento el azulado exterior, recordando los obsequios que el anónimo le entregó aquel infernal mes.
Contrario a tranquilizarse, su cuerpo y mente volvieron a sentir un coraje emanarle desde lo más profundo del corazón.
—Respóndeme algo —demandó al aire, tranquilo, girándose con lentitud hasta un sorprendido Tails que seguía inmóvil en la silla de jardín, desconcertado por el repentino cambio en su tono de voz— ¿Habías visto algo como esto? —y le arrojó la caja, sin previo aviso.
—¿Un... joyero? —cuestionó Tails, después de atrapar el aterciopelado objeto con cierta dificultad, logrando sostenerlo entre sus débiles manos; no muy convencido, ojeó a un irritado Shadow que elaboró una mueca por su respuesta— Uh... Luce como terciopelo, tal vez franela...
—Ábrelo —exigió el erizo, rodando sus ojos, ganándose una sonrisa apenada del zorro por su error. Tras la indicación, Tails se quedó en silencio, observando cada detalle de la cadena; por desgracia, Shadow no pudo identificar alguna emoción en su rostro que le sirviese como evidencia o pista de lo que sospechaba—. ¿Ya lo habías visto antes? —repitió su propia pregunta, sacándolo del trance.
—Bueno, hay joyerías que venden artículos muy parecidos, no podría asegurar en qué tienda lo compraste, Shadow —con una sonrisa más cálida, Tails suspiró.
—Yo no la compré —admitió él. Aunque las orejas del zorro se levantaron por la declaración, Shadow no supo si fue por realización; sereno, observó cómo el zorro devolvía su vista al precioso accesorio, como si hubiese pasado algo por alto—, es un obsequio que alguien dejó para mí en la recepción del edificio donde me quedo —continuó neutral, percatándose de cómo el rostro del chico cambiaba de la calidez a la estupefacción.
—¿No sabes quién fue? —dudó el zorro, curioso, todavía concentrado en los detalles de la cadena y el rubí.
—Justo iba a preguntártelo, considerando que fuiste de compras a Spiral Hill el día de ayer —terminó, con Tails subiendo la vista, sin ocultar su confusión. Sus dilatados y azulados ojos miraron directo a los afilados carmínes de Shadow—. Amy dijo que te había pedido un favor, pero estoy seguro que terminaste haciendo dos —añadió, como si fuese lo más normal del mundo.
—...Me iré a dormir, ha sido un día pesado. Además, no puedo hablar de algo que desconozca, Shadow... —rompiendo el contacto visual con él, Tails cerró la cajita de terciopelo mientras se mantenía inmóvil. Le bastaron unos segundos para romper el silencio con una ligera carcajada, fingiendo no tomarle importancia a la acusación que Shadow le hacía—. En fin, volveré a Central City en el transcurso de la mañana...
—¡No me cambies el tema, Prower! ¡Sabes quién dejó ese joyero, así que me lo dirás! —elevó la voz Shadow, ordenando su atención desde el otro lado del balcón. Tails escondió su preocupación con una fatigada sonrisa, escuchando al erizo volvía a externar sus molestas emociones— ¡Lo sé todo! ¡No puedes seguir ocultándolo!
—Shadow, no creo yo deba... —intentó deslindarse de la conversación el zorro, levantándose con lentitud, todavía sujetando la cajita de terciopelo.
—¡El guardia del edificio los vio! ¡El portero también! ¡Rouge y Amy son testigos de sus acciones! —continuó el aludido en su momento de histeria, acercándose a él, a punto de acorralarlo. Tails sintió el miedo puro recorrerle el cuerpo, erizándole la piel— ¡¿Por qué Sonic se empeña en molestarme de esta forma?! ¡¿Hasta cuándo detendrá este tonto juego?! —la ira en la voz de Shadow se convirtió en angustia, con sus mártires rememorando la confusión en su alma y su vacío corazón.
—¡No lo sé, Shadow! ¡No-lo-sé! —respondió Tails con gritos, presionado y hasta enfadado por las cuestiones que sentía como ataques directos. Shadow se quedó perplejo, sosteniendo la respiración, todo era demasiado dramático y el zorro sólo quería salir corriendo de allí— ¡No sabía que Sonic seguía enviándote cosas, ¿de acuerdo?! Un día comenzó a pedirme favores y no pude decirle que no... ¡No fue mi intención llegar a tanto, solo quise ayudarlo! —sin saber por qué lo hacía, tampoco sin poder parar, se explicó.
—¡¿Entonces tú compraste eso?! —insistió una vez más Shadow, señalándole con un dedo amenazador el joyero, esperanzado en recibir una respuesta afirmativa. Tails asintió con la cabeza, más tranquilo al observar la conmoción del erizo— ¿Qué es lo que planea? ¿Eso es una...? —un poco más calmado, sintiendo unas tremendas náuseas, Shadow le murmuró al final, no queriendo saber si se trataba de una declaración de amor por parte del erizo azul.
Porque si lo era, iba a vomitar por tal cursilería.
—¡No sé! ¡Ojalá pudiese leer la mente de Sonic, Shadow! Créeme, me hubiese ahorrado muchos problemas —lo interrumpió Tails, refutándole a la vez en que comprendía con rapidez a dónde iba el tema. Shadow suspiró, resignado, volviendo a alejarse unos pasos por la intensidad de las declaraciones hasta recargarse en el barandal del balcón, frente a frente, sin quitarle la cansada mirada al zorro— Definitivamente tendrás que hablar con él. No se me ocurre otra opción... —le dijo suave Tails, no muy contento con su propia decisión.
Shadow necesitaba aire porque sentía que iba a perder la cordura en cualquier momento. Por fin, después de tanto tiempo de sospechas y misterios, de días que parecían ser eternos, de afligidos y angustiados momentos... Por fin confirmaba lo que siempre había pensado.
Sonic siempre había sido el misterioso anónimo.
Sonic siempre había sido su admirador secreto.
Pero, aun así, ¿por qué tenía el corazón hecho pedacitos y el pecho tan acelerado? ¿Por qué sentía que se le cerraba la garganta y le sudaban las manos? ¿Por qué seguía sin estar convencido de los hechos? ¿Por qué seguía desconfiando de cada una de las palabras que escuchaba?
—Lamento mucho que no obtengas las respuestas que deseas, Shadow. Sonic siempre ha sido fuerte. Estos temas pueden llegar a cansarlo, todos tenemos nuestros límites y me temo que él ya llegó al suyo... — escuchó una vez más la rasposa voz de Tails, intentando razonar con él, dejando el joyero de terciopelo en la mesa del jardín. Resignado, el zorro suspiró derrotado, sabiendo que ya no tenía otra alternativa más que recordar lo hablado en la isla—. Lo hayas rechazado o no, Sonic dijo que había sido suficiente para él.
El silencio entre ambos fue la prueba definitiva para terminar la discusión. Al no escuchar alguna otra queja por parte del erizo, Tails decidió despedirse e ir a dormir dentro de la oficina, dejando las puertas y cortinas abiertas del balcón. Sabía que Shadow necesitaba un tiempo a solas, en especial después de tantos gritos y emociones, pero no quería quitar la posibilidad de que lo necesitase a él para cualquier emergencia. Tails deseaba poder ayudar más de lo que podía. Se sentía tan limitado que, simplemente, ya no quería meterse en aquella extraña relación. El zorro se arrepentía de decirle la verdad, un poco temeroso a que su mejor amigo le reclamase algo si llegaba a enterarse pues, se había dado cuenta, él también había hecho lo mismo que Knuckles en la isla: ambos habían delatado a Sonic, uno con sus sentimientos y el otro con sus acciones.
Por otra parte, Shadow se quedó un buen rato recargado en la barra del balcón, perdido en la laguna de pensamientos que comenzaban a atosigarlo, despertándole una carga de conciencia tremenda por todas sus acciones en aquella vida terrenal. Muy en el fondo, le avergonzaba percatarse de las actitudes que había tenido con las personas que podía considerar cercanas, quienes no tenían culpa alguna de toda la caótica situación entre Sonic y él.
De igual forma, Shadow hubiese continuado su pésame de no haber sido porque algo captó su atención, cortándole la inspiración. Pese a que la noche estaba más oscura de lo usual por las negras nubes tapando el estrellado cielo, sus oscuros carmesís ojos captaron una ráfaga de viento que se tornó a un bonito color azul, atravesando el camino en dirección al pueblo.
Reconocía esa silueta a kilómetros. Sabía que el momento había llegado.
Entonces, con una última ojeada hacia el interior de la oficina para cerciorarse de que Tails seguía durmiendo tranquilo en uno de los sillones rústicos de decoración, Shadow saltó del balcón, con los carillones de viento sonando como locos, sintiendo el acelerado palpitar de su corazón.
