Día 3: Ocio: Misty x Marin
Misty la encontró sentada en un lugar apartado ubicado al límite sureste del Santuario. Marin estaba bajo un árbol dando la espalda pues, todo parecía indicar que, se habia sacado la máscara por lo que el santo de plata se manifestó levemente esperando que ella se la colocara permitiendo acercarse.
—Ya puedes acercarte —la joven dejo lo que hacia girándose para observar al recién llegado.
—¿Que haces en este lugar tan lejano, Marin? —Misty tomo asiento a su lado notando un libro cerrado en su regazo.
—Aprovecho mi momento de ocio para estudiar un poco —respondió apartando el libro con timidez.
—Creí que tu momento de ocio sería desconectarte de toda actividad por un día entero —Misty recordó que ella menciono necesitar un momento a solas para descansar y alejarse de todos los caballeros de plata que pasaban sus días en interminables entrenamientos—, no imagine que lo pasarías en actividades académicas.
—Misty, si pasamos el día en entrenamientos y actividad física, el estudio cuenta como ocio.
—Como digas —el joven rubio observó el título del libro por el rabillo del ojo tratándose de un título literario que no identificó—, ¿que te parece si hacemos algo que de verdad sea ocioso y no tenga que ver con leer libros aburridos o entrenar?
—Leer no es aburrido, Misty —por su tono de voz, supo que ella reía por debajo de la máscara.
—Como sea, no es mucho de mi agrado. Anda, vamos. Te mostraré algo.
Ella lo siguió hasta la cabaña que compartía con otros colegas plateados observando el desorden que había aqui y allá. Misty entro en la cabaña dirigiendose al mueble con gavetas del fondo, comenzó sacando prendas varias hasta dar con algo que llevaba oculto dentro de un estuche de piel de forma cuadrada, Mari no pudo identificar que ocultaba su amigo plateado.
—Vamos —nuevamente le pidio acompañarlo saliendo del área con dirección a las playas más cercanas—. Tengo un juguete muy divertido que usaremos para entretenernos un rato.
—De acuerdo. Muestrame ese juguete tuyo.
Solo a Misty le concedía esa clase de actividad. En otras circunstancias, no habría accedido a semejantes peticiones, no obstante con él, se podía permitir esos momentos de vanidad, un momento de ocio para compartir con un buen amigo. Los dos llegaron a una zona turística poco transitada para su buena fortuna, no iban vestidos como las demás personas sino que llevaban puestas las ropas de entrenamiento, tales detalles salieron de su cabeza apenas el chico le mostró lo que llevaba oculto en un bolso de tela.
—¿Que es eso? —Marin lo observó abrir el estuche sacando un dispositivo poco conocido en el Santuario: se trataba de una cámara instantánea que le mostró sonriente.
—Es una cámara que hace unas lindas fotos en un papel brillante con marco blanco. La encontré olvidada en un parque público durante un asunto que tuve que atender al norte del país. Presioné el pequeño botón rojo que está al lado del flash y al ver el resultado comencé a divertirme con ella a escondidas.
—Es muy propio de ti. Imagino que hacerte fotos cada momento del día.
—Lamentablemente el papel fotográfico es limitado, pero he guardado un par de hojas para compartir con una buena compañía.
—¿Soy yo esa buena compañía? —Marin se sonrojo bajo la mascara sintiendo alivio en que su acompañante no pudiera verlo.
Misty le mostró la cámara posicionando el aparato con su largo brazo frente a ambos. Así la pelirroja logro verla con detalle: su cuerpo cuadrado negro coronado con la lente al frente, al lado el pequeño flash cuadrado y el famoso botón rojo bajo los largos dedos de Misty.
—Sonríe, anda —Misty la animo a que relajara la rigidez de su postura y se comportara como una joven de su edad.
—Estoy sonriendo.
—Siento que tus hombros están duros como una tabla. La cámara no te morderá.
Al fin Marin se relajo un poco a la espera de lo que estaba por suceder: al presionar el botón rojo, la camara cerro la lente por un microsegundo para luego hacer unos ruiditos en su interior, un momento después, un papelito blanco y espeso salio de la ranura frontal del aparato.
Misty tomo el papel con su mano libre entregandoselo.
—Es hermoso… —la chica tomo la pequeña hoja de papel sintiendo la textura suave del papel y lo brillante del frente y como la imagen de ambos fue capturada con cierto detalle pero no más que eso— Aun así, es un detalle muy bello —pensó.
—¿Y bien, te agrada?
—Si, es una cosa que no conocía y me gusta cómo nos vemos.
—Quédatela, es para ti.
Misty la llevo a un mirador desde donde los dos observaron el mar, los pequeños barcos en la lejanía y el entorno acompañado por el sol de verano y el viento agitando sus ropas. Marin noto que su amigo deseaba hacerle otra foto asi que trató de dejar de lado su timidez y solo adoptar una postura más amigable mientras él disparaba la siguiente toma.
—Saliste muy bien.
Fueron alrededor de seis tomas las que Misty hizo, un par eran solo Marin mientras las otras cuatro, eran fotos en pareja. Las dividieron y emprendieron el camino de regreso al Santuario mientras Marin las observaba con calma dibujando una sonrisa secreta en sus labios.
