1940

El pequeño Alemania estaba jugando en la sala de su casa, tenía unos carritos que solo movía con sus pequeñas manitas, se sentía aburrido; su padre últimamente se la pasaba en su estudio junto a otras tres personas, se sentía solo, pero entendía que era el trabajo de su padre.

Pronto vio salir a un hombre sumamente alto y corpulento, con cara de pocos amigos y un extraño gorro en su cabeza, seguido por el señor Italia y el señor Imperio Japonés, y detrás de estos dos, su padre.

—Ya verás URSS, con este plan no hay fallos.

—Más vale que así sea, o estaremos en serios problemas, Reich… Hola niño, ¿qué haces allí?

Alemania solo se levantó del suelo y señaló sus carritos, para posteriormente correr hacia su padre y ocultarse tras las piernas de este, enterneciendo a los cuatro adultos.

—Perdón, no los he presentado debidamente; URSS, este es mi hijo, Alemania —dijo el nacionalista sonriendo al tiempo que se hacía un poco a un lado y señalaba con la mano a su hijo, posteriormente se arrodilló a la altura del menor y le habló—. Hijo, ese señor es URSS, un amigo de papá. Sabes URSS, a la próxima podrías traer a uno de tus hijos para que juegue con el mío, Imperio, Italia, ustedes igual podrían traer a las suyas.

Una pequeña charla sobre los hijos de los amigos de alemán mayor inició… Alemania podría hacer amigos, ¿por qué no?

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"Actualidad"

Alemania despertó mirando al techo, se talló los ojos y al girar su cabeza a la derecha vio a Canadá a su lado dándole la espalda, aun dormido. El canadiense y él últimamente habían afianzado de manera impresionante su amistad, no importaba que Alemania tuviera el peor humor o se mostrara como un ser apático sin sentimientos, Canadá siempre estaba allí con él con sus lindas palabras y mirada brillante.

Y eso lo hacía especial a sus ojos.

Suspiró, acaricio de manera leve y suave el cabello pelirrojo de su compañero de cama, tomó sus gafas de la mesita de noche y se levantó con cuidado, dispuesto a hacer el desayuno; pero antes hizo una parada en el baño para hacer sus necesidades, cepillar sus dientes y tomar una píldora de prozac, o mejor conocida como "píldora de la felicidad".

OMS le había dicho que lo ayudaría mucho, y, ¿quién era él para desobedecer a la organización?

Salió del baño y vio que Canadá se estaba estirando como si fuera un gatito que recién despierta de su siesta.

—Buenos días, Canadá, ¿qué tal dormiste?

—Buenos días Ale, bien, muchas gracias, ¿tú qué tal dormiste?

—No me quejo, bajaré a preparar el desayuno.

Salió de la habitación y se dirigió a la planta baja para poder preparar algo de desayunar para ambos, decidió preparar unos cuantos waffles y tostadas, acompañado de café. Colocó todo en la mesa y se sentó, no pasó mucho tiempo para que el canadiense le hiciera compañía, ambos comieron en un agradable silencio.

Al terminar de desayunar, ambos países se alistaron para ir al edificio de la ONU, donde se llevaría a cabo una reunión, que coincidentemente era en territorio alemán.

Una vez ambos estuvieron preparados, salieron de la casa, subieron al auto de Alemania y emprendieron camino con un poco de música rock de fondo, esto por gusto del canadiense, quien de vez en vez cantaba algunas partes de las canciones, eso hacía sonreír al alemán, pero su sonrisa no se mantenía mucho tiempo, así que terminaba suspirando con nostalgia.

Una vez llegaron al recinto se bajaron y buscaron a sus amigos y familia; al primero que encontraron fue a Reino Unido, quien abrazó a su hijo con cariño, no lo había visto desde la última junta, esto porque había tenido mucho trabajo por hacer, además de ayudar a Francia, puede que ya no estuvieran juntos, pero aun así se llevaban bien y ayudaban mutuamente.

Pronto el alemán divisó a su amigo Rusia, quien estaba junto a México y España, parecía que el español estaba tratando de hacer sentir incómodo a Rusia, cosa la cual estaba funcionando. Alemania tuvo piedad de su amigo, así que le hizo señas a este y a México para que se acercaran.

—Ale, no sabes de lo que me acabas de salvar, te debo una —dijo el ruso con una cara de alivio.

—No es nada, ya lo sabes; por cierto, hola, Mex.

—Hola Ale, qué gusto verte.

Pronto Alemania sintió como tapaban sus ojos, moviéndole las gafas, y como lo abrazaban por la espalda, seguido de unas risillas.

—¿Quién soy? —preguntó Rusia, para confundir al alemán.

Alemania ya sabía quiénes eran, pero no sabía quién era quien tapaba sus ojos, intentó mover los brazos, pero quien lo abrazaba no se lo permitió.

—Bueno, solo sé que son Japón e Italia, más no sé quién me está abrazando y quien me está tapando los ojos.

Pronto recuperó su vista y fue liberado, dejando ver que Japón era quien lo había abrazado, e Italia quien le había tapado los ojos.

—Ciao Germania, come va tutto? (Hola Alemania, ¿cómo va todo?) —preguntó la italiana con una gran sonrisa.

—Tutto bene, grazie (Todo bien, gracias) —respondió acomodando sus lentes.

Pronto llegó Canadá y abrazó a Alemania, eso era ya algo normal. Alemania se había dado cuenta que cuando lo abrazaban Italia, Japón, incluso Rumania, a quien veía como a una especie de tía; o Polonia, el canadiense lo abrazaba y recargaba su cabeza en su pecho, no le molestaba, pero era algo muy curioso.

—Hola chicas —dijo Canadá, pronto todos comenzaron una plática muy amena.

Luego de unos quince minutos, FBI les indicó que ONU ya quería que todos ingresaran a la sala de juntas, allí fue donde todos quedaron separados.

La junta fue más de lo mismo, cambio climático, finanzas, donde los latinos terminaban o enojados o muy incómodos; salud, entre otras cosas.

Al finalizar la junta, algunos países tenían que presentar un informe, uno de ellos era Alemania. Les avisó a sus amigos que si querían podían irse adelantando o algo por el estilo, en lo que él terminaba su informe y lo entregaba, tanto a ONU como a UE, y que más tarde los alcanzaría.

Fue a una oficina que solía ocupar cuando necesitaba estar solo en el recinto y se dispuso a terminar su informe, no era algo del otro mundo para alguien acostumbrado a trabajar y llenar papeles.

Una vez terminó, imprimió dicho informe y se dirigió a la oficina de ONU, pero antes de llegar escuchó a dos países hablando, iba a ignorarlos, hasta que escuchó su nombre y el de Canadá.

—No sé en serio que es lo que Canadá ve en Alemania, siempre tiene cara de amargado, es más, desde que éramos niños y papá lo llevó a casa, no lo he visto sonreír con felicidad, siempre tiene esa cara de melancolía y desagrado —conocía esa voz, era de Ucrania, de niños ambos no se habían llevado mal, así que era raro oírlo hablar mal de él… además de que le dolía.

—Yo jamás lo he visto sonreír, ni cuando era niño, es como Finlandia, pero con lentes —esa voz era de… ¿Noruega?

Los escuchó por alrededor de cinco minutos, y cuando escuchó que se alejaron, se puso frente a la puerta de ONU, pero no tocó, las palabras de los otros dos países lo habían afectado, ¿tan mal estaba ya?

Suspiró, tocó la puerta, y en cuanto le dieron el pase, se limitó a solo dejar el informe sobre el escritorio y salió con dirección al baño.

Una vez allí se quitó los lentes, se mojó la cara con uno de los lavamanos y se miró al espejo. Es cierto que le era difícil sonreír y sentir felicidad en su día a día, pero… ¿tan malo era no poder expresar felicidad?

Suspiró, metió su mano al interior de su saco y sacó un frasco de pastillas, tomó una, estaba a punto de tomarla, pero… si tomaba dos podía sentirse feliz y expresar eso, ¿no?, sabía que estaba mal tomar más de lo que OMS le había indicado, pero… ¿qué más daba?, tal vez necesita esa dosis extra para sentirse un poco más feliz, además, la organización no tenía por qué saber que estaba tomando dos píldoras, en lugar de una.

Sacó otra píldora del frasco y procedió a tomarla con agua del grifo, pasados unos momentos, se sintió ligeramente mejor, así que salió del baño para poder buscar a sus amigos, y tratar de olvidar lo que había escuchado afuera de la oficina de ONU.