1945
Alemania se encontraba en silencio en la parte trasera del auto conducido por URSS, con la mirada en su regazo; su mente no podía procesar lo que había ocurrido. La guerra finalmente había terminado, ¿pero a qué costo?
Ahora era huérfano, no había vuelto a ver a su tía Rumania desde que está, por educación y respeto a su padre y a la amistad que tenían ambos, había ido a su casa a informarle a su padre que ahora estaba de parte de los aliados; tampoco había vuelto a ver a Italia y a Japón… se sentía tan solo y abandonado.
Pronto el auto se detuvo, pero ni él ni URSS descendieron. URSS entendía que esto era un golpe muy fuerte para el chico, más que nada porque ahora debía sostener una mentira… una que podía costarle la vida, tanto a él como a sus hijos, a Alemania y a Rumania. Al final el adulto decidió romper el silencio.
—Sé que esto es difícil para ti, no diré que he estado en tu lugar porque sería una vil mentira, mi situación fue diferente, pero si te digo que necesitas salir adelante, no solo por ti, sino por tu pueblo que ahora cree en ti, por Rumania que cree en ti… y por Rusia.
Una vez dicho esto, bajó del auto y se dirigió a la puerta trasera del lado derecho, la abrió y le indicó a Alemania que bajara, quien obedeció. Al momento de quedar expuesto al clima, este se abrazó a sí mismo, hacía mucho frío.
URSS guio a Alemania a la casa, una vez dentro, ambos observaron al pelotón de quince niños que estaba allí, quienes al ver a su padre corrieron hacia este para abrazarlo; desde Estonia y Rusia aferrándose a su cintura, hasta Kazajistán usando sus alitas para tomar un buen impulso y lograr aferrarse a la espalda del mayor. URSS no pudo más que reír bajo, odiaba irse por mucho tiempo, pero adoraba que al volver sus hijos estuvieran allí para recibirlo.
Alemania se había hecho a un lado para evitar ser aplastado por todos, pero pronto fue notado por su mejor amigo, Rusia.
—¡Alemania! —gritó mientras soltaba a su padre e iba a abrazar a su amigo, tenía años sin verlo pero era sumamente fácil reconocerlo.
—Hola, Rus… —saludó el alemán en tono bajo, correspondiendo flojamente el abrazo.
Rusia soltó al alemán y lo observó, pudo notar su mirada apagada, ojos hinchados y que estaba bastante pálido. Sabía que el Señor Reich estaba muerto, no iba a negar que cuando se enteró de esto había sentido lastima y tristeza, pero ahora al ver a su amigo se sentía realmente mal.
—Papá, ¿puedo llevar a Alemania a mi cuarto? —preguntó el ruso.
—Por supuesto hijo —respondió el adulto mientras cargaba a Lituania y a Letonia.
Rusia no perdió el tiempo, tomó de la muñeca a su amigo y lo arrastró escaleras arriba hasta llegar a su habitación. Una vez en esta, condujo al alemán a su cama y lo sentó, para posteriormente ir a buscar una manta, envolver al chico en esta y abrazarlo. Alemania no pudo más que llorar, y Rusia no pudo más que consolar a su mejor amigo.
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"Actualidad"
Alemania y Rusia se encontraban ante las tumbas de sus padres, nunca pudieron comprender porque ambas tumbas estaban en Polonia y una junto a la otra, muchas veces se lo habían preguntado pero no hallaron respuesta; y al preguntarle a la misma Polonia, está solo decía que "ellos siempre tuvieron una relación muy retorcida, que estén juntos en la muerte incluso es como uno de sus retorcidos juegos de mal gusto, no traten de entenderlos, ni siquiera yo lo hice cuando me hicieron… eso"
Alemania suspiró y se sentó frente a la tumba de su padre, empezando a quitar la mala hierba que se había acumulado en los seis meses que llevaba sin visitarla, Rusia lo imitó.
—Sigo sin entender a qué se refiere Polonia con "una relación muy retorcida", ¿qué significa eso?, ¿es alguna clase de juego de palabras? —pensó Rusia en voz alta.
—No lo sé… ambos eran muy serios, no recuerdo verlos hacer juegos entre ellos o algo por el estilo… o reírse de manera cómplice.
—Yo si… —al decir esas palabras, el alemán dejó lo que hacía para mirar fijamente al eslavo.
—¿Qué?, ¿cuándo? —preguntó con impaciencia el alemán.
—Uff… Fue una vez que el viejo lo llevó a conocer nuestros territorios, recuerdo que llegaron a casa riendo, incluso tu papá se notaba sonrojado, y no me refiero a un sonrojo por el frío —comentaba el ruso rememorando aquella difusa imagen—. Lo recuerdo bien porque cuando papá cerró la puerta, me vio en las escaleras y se asustó, incluso tu papá se veía algo asustado por verme, fue muy extraño.
Ambos regresaron a su labor de quitar la mala hierba mientras meditaban, no tenían sentido ni las palabras de Polonia, ni el recuerdo de Rusia… ¿Quién podría ayudarlos?, Imperio Japonés e Italia Fascista habían fallecido igual acabada la guerra, y se supone que ellos eran muy cercanos a sus padres.
Su otra opción era México, pero por alguna razón, ella y URSS habían terminado en no muy buenos términos por eso de finales de los años 60, y habían peleado fuertemente cuando ocurrió lo de Chernóbil, así que ella también estaba descartada… Además, México no le ocultaría nada a Rusia, ¿o sí?
—Oye Rusia… ¿Crees que México sepa algo? —preguntó Alemania.
—No lo creo, cuando le pregunté sobre porque ella y el viejo se dejaron solo me dijo que le rompió su corazón en ese momento, y que también era alguien de secretos que ni ella sabía, no insistí ni insistiré, porque vi sus ojos llenarse de lágrimas, y no la quiero lastimar.
Alemania y Rusia suspiraron mientras veían ambas tumbas ya sin la hierba. Tomaron los ramos de flores que habían llevado y empezaron a sacar cada flor para acomodarla alrededor de las lápidas. Cuando Alemania estaba acomodando las suyas, notó que alrededor de la lápida había un listón con algo escrito. Lo tomó entre sus manos y lo leyó.
"Cea mai mare minciună capabilă să omoare mai mult de una"
Esa frase estaba en rumano… siguió mirando el listón y pronto notó algo más.
"Die größte Lüge die mehr als eine töten kann"
"La più grande bugia capace di ucciderne più di uno"
"Самая большая ложь, способная убить не одного"
"複数の人を殺すことができる最大の嘘"
Era la misma frase en diferentes idiomas.
—Rusia… tienes que ver esto —dijo a la vez que se acercaba al ruso, quien dejó las flores de lado para ver el listón.
—"La mentira más grande del mundo que puede matar a más de uno", ¿qué rayos significa eso? —preguntó mientras veía el listón.
—No lo sé… pero… ¿Por qué está escrito en diferentes idiomas?
Ambos miraron el listón, tratando de entender qué significaba aquello. Pronto, Rusia tuvo un clic en su mente.
—Oye… Esto está escrito en rumano, alemán, italiano, ruso y japonés…
—Si…
—Y los aliados de tu papá al principio de la guerra eran Italia Fascista, Imperio Japonés, Rumania y URSS…
—Si, lo sé, no por nada tú, Italia y Japón son mis mejores amigos desde la infancia.
—No, me refiero a, ¿por qué en la tumba de un muerto, está una frase tan críptica, en su idioma y en el de sus aliados?
Alemania se quedó pensando… ¿Por qué ese mensaje estaba en su idioma y en el de los amigos de su papá?, ¿era acaso alguna clase de señal?
Tomó el listón de las manos de Rusia y lo observó con detenimiento, algo allí estaba raro, pero ¿qué?
Miró lo que estaba en rumano y notó algo, las letras i tenían un corazón en lugar de un punto… solo una persona que él conociera hacía eso…
—Rusia, tenemos que ir a ver a Rumania.
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Alemania tocó de manera desesperada la puerta de la casa de Rumania, mientras Rusia trataba de ver a través de las gruesas cortinas con las que estaban cubiertas las ventanas.
—Mierda, no puedo ver ni un carajo a través de esas cortinas —se quejó mientras buscaba una rendija o algo.
—Pierdes tu tiempo, son de tejido recubierto para evitar que entre algún rayo de sol, y detrás de esas hay otras de lona, y después de esas, hay una de lino —dijo mientras volvía a tocar la puerta, ahora con el puño.
—¿Cómo rayos sabes eso?
—He pasado bastante tiempo cerca de Rumania a lo largo de mi vida como para saber el orden de sus cortinas, incluso cuando nos iba a visitar, papá siempre mandaba a cambiar las cortinas por las telas que te dije para evitar algún posible accidente. Maldita sea, Rumania, ¿por qué no abres la puta puerta? —el alemán estaba perdiendo la paciencia, se había saltado una dosis de sus medicamentos para evitar que Rusia se diera cuenta de que tomaba medicina para su depresión, y eso ahora le estaba pasando factura poniéndolo de mal humor.
—A la mierda, Alemania, hazte a un lado, voy a tumbar la puerta.
El alemán se movió, en otras circunstancias se hubiera opuesto y hasta estaría regañando a Rusia, pero no tenía ya paciencia, y necesitaba respuesta.
Rusia se recargó en la puerta, tomó la manija, y comenzó a ejercer presión, pronto la puerta cedió, dejando inservible la chapa. Ambos países entraron, y escucharon un golpeteo, venía del piso superior. Ambos se dirigieron velozmente a la planta alta, y Alemania tomó la delantera hasta llegar al cuarto de la dueña de la casa, abriendo la puerta de golpe y encontrando una escena muy… perturbadora para él y Rusia.
Kazajistán estaba sobre Rumania, con sus manos en el cuello de esta, ambos estaban desnudos, sólo ligeramente cubiertos por las sábanas de la cama. Ambos al notar a los intrusos se separaron y se cubrieron como pudieron.
—¡¿Quién putas les dio permiso de entrar en mi casa?!
Alemania y Rusia estaban completamente rojos, no esperaban encontrarse con semejante escena.
—Ammm… bueno, nosotros… este… —ninguno de los dos podía formular una oración como tal.
—Dejen de tartamudear y explíquenme qué diablos hacen aquí —dijo Rumania con voz furiosa, a la vez que sus ojos se tornaban rojos. Alemania al ver esto se preocupó y puso más nervioso, así que respiró hondo tres veces y se armó de valor.
—Encontré algo en la tumba de mi padre, tiene tu letra y necesitamos nos lo expliques —decía a la vez que sacaba el listo de color rojo; Rumania al verlo palideció y sus ojos dejaron de ser rojos.
—Vayan abajo, iré en un momento —dijo seriamente. Tanto Alemania como Rusia notaron la palidez de la mujer.
Ambos obedecieron a la rumana, mientras esta suspiraba, iba a matar a sus amigos, incluso estando "muertos" le traían problemas que ahora ella debía resolver.
"Voy a matarlos… esos hijos de perra…"
—Rumi, cielo, ¿estás bien? —preguntó Kazajistán mientras tomaba por los hombros a su pareja.
—Si… solo que el idiota de tu padre incluso muerto me sigue dando problemas.
—Si bueno… así era él, siempre metiendo a los otros en estos —dijo el chico con humor, siempre había admirado la capacidad de su padre de meter a otros en problemas sin estar él presente.
—Si… Mientras no seas como él, todo está bien —dijo la mujer mientras se levantaba y comenzaba a buscar su ropa.
—Tendrás que usar algo en el cuello, se está empezando a notar la marca —dijo Kazajistán mientras él igual se vestía.
—Lo sé.
Mientras tanto, en la planta baja, Alemania y Rusia habían tomado asiento en el sillón de tres plazas que había en la sala. Alemania trataba de procesar el hecho de haber visto a su única figura de autoridad con vida, en la cama con alguien; mientras Rusia trataba de procesar el haber visto a su hermano desnudo, asfixiando a alguien… nunca imaginó que su hermanito tuviera esa clase de gustos.
Al escuchar pasos por las escaleras, ambos voltearon a ver, para observar a Rumania bajando junto a Kazajistán, quien miró a su hermano.
—Hey Rus… No le digas a nadie lo que viste… —dijo mientras se sobaba el cuello.
—Tranquilo, no quiero ni siquiera conservar el recuerdo, le pediré a mi novia cloro para borrar la imagen —dijo Rusia con tono sarcástico.
—Ammm… bueno, te veré después; hasta luego, cariño —dijo el kazajo mientras besaba a su pareja, quien se quitó de la trayectoria de la puerta, para evitar los rayos del sol, y pronto dándose cuenta de que su puerta estaba estropeada al ver a su novio batallando por cerrarla.
Suspirando, se acercó a la sala, tomando asiento en el sofá de una plaza, para poder estar frente a sus dos visitas inesperadas.
—Muy bien, ¿por qué están aquí?, no es que no me guste tenerlos de visita, pero no llegaron en buen momento.
Alemania le tendió el listón con cuidado, sentía como si tuviera una piedra en el estómago, como si ese listo fuera una especie de bomba. Rumania tomó el listón y lo observó.
"Esos hijos de perra… me las van a pagar", pensó, pero trato de mantener una expresión neutral.
—Vaya… es mi letra…
—Si, es por eso por lo que hemos venido a pedir una explicación, ¿por qué rayos estaba esa cosa con tu letra, en los idiomas de las potencias del eje, justamente en la tumba de la cabecilla de dichas potencias? —preguntó Rusia, mirando sospechosamente a Rumania, algo dentro de él le decía que ella si sabía algo.
Alemania por su parte ya no aguantaba más, estaba temblando, su cuerpo necesitaba las píldoras.
—Rumania, ¿puedo pasar al baño? —preguntó a la vez que se levantaba, haciendo notar su nerviosismo. Rusia notó aquello y lo miró extrañado, por lo general Alemania era el más tranquilo.
—Claro, ya sabes dónde está —contestó la mujer haciendo un ademán con la mano.
Alemania salió de la habitación procurando no hacer todo de manera desesperada, no quería dejarse en evidencia.
Una vez estuvo dentro del baño, cerró la puerta con seguro, miró en todas direcciones y en cada esquina para asegurarse que la rumana no se hubiera colado en su forma de murciélago y, una vez estuvo seguro de que estaba solo, suspiró; se quitó la gafas mientras abría el grifo del agua fría y se mojaba la cara.
"Vamos Alemania, debes de tranquilizarte, solo estás haciendo el ridículo"
Se secó las manos con la toalla que había colgada en la pared, sacó su frasco de pastillas y fue cuando se asustó… solo quedaban cuatro. Aquello no sería malo de no ser porque estaba en otro país, no tenía su receta con él y todavía debía hacer el viaje de regreso a su casa, estaba jodido.
Una píldora ya no hacía efecto, no podía racionarlas del todo, tendría que tomar dos y rezar porque esto lo ayudara hasta llegar a casa. Sacó las dos píldoras que iba a tomar y se las tragó con agua del grifo.
"Mantén la calma", se dijo a sí mismo.
Salió del baño y regresó a la sala, encontrándose a Rusia mirando ferozmente a Rumania, y a está de brazos cruzados mientras tenía su semblante serio, algo había pasado.
—¿Qué ocurre?
—Nada, no te preocupes cariño, toma asiento.
Alemania obedeció y vio como Rumania se ponía de pie y tomaba algo de un estante que estaba detrás del sofá, cuando tuvo lo que parecía una carpeta, se sentó de nuevo.
—Muy bien, el listón tiene una explicación; antes de que Reich y URSS terminaran en bandos diferentes hicieron un pacto, Reich no hablaba sobre su hijo y URSS tampoco le diría a nadie sobre el de Reich; y Reich no lo atacaría de ninguna manera, Imperio Japonés, Italia Fascista y yo estábamos en ese momento, e Imperio tuvo la idea de escribir esa frase en ese listo como signo de… hermandad; fue una promesa entre los cinco —tomó el álbum y mostró una foto donde estaban las potencias del eje, URSS y Rumania—. Lamentablemente URSS habló, y con ello la hermandad se rompió. El listón se supone había quedado a manos de URSS, así que supongo que, en alguna visita a la tumba de Reich hace décadas, lo dejó allí.
Alemania estaba sorprendido, sabía que su padre había tratado de ocultar su existencia a muchos países para evitar ser un blanco, pero jamás pensó que el trato de no agresión entre su padre y el de Rusia, dependía de que URSS no revelara su existencia.
Por otro lado, Rusia estaba molesto, aquello parecía muy disparatado y conveniente para aquel momento, su padre era un hombre de palabra… pero… también era alguien que podía cegarse con la influencia necesaria, no por nada Ucrania ahora tenía un ojo completamente negro, Bielorrusia tenía cicatrices de quemadura alrededor de su boca, y él tenía cicatrices en su cuerpo, al igual que Turkmenistán y Kirguistán. Pero, a pesar de eso, desconfiaba de Rumania por la manera tan grosera y despectiva en la que se expresaba de su padre.
Se hizo un silencio algo incómodo, nadie hacia nada, solo miraban la foto que Rumania había mostrado, aunque pronto Alemania rompió el silencio.
—Polonia dice que mi padre y URSS tenían una relación muy retorcida, que incluso el que sus tumbas estén juntas es como una de sus bromas retorcidas… ¿qué clase de relación tenían ellos?
—Ammm… bueno… no estoy segura de sí deba contarles…
—¿Qué?, ¿acaso le tienes miedo a algo? —preguntó Rusia en tono retador, cosa que no agradó a la mujer.
—No, es porque aquello cambiará la perspectiva que tienen sobre sus padres.
—No es como si acaso hubieran sido pareja, ¿o sí? —preguntó el alemán en tono de broma, Rusia soltó una risita baja por semejante locura… pero Rumania no dijo nada, sino que torció el gesto, aquello ya no los divirtió.
—No lo eran, ¿cierto? —preguntó Rusia.
—Ammm… bueno… es complicado.
—Rumania, ellos no fueron pareja, ¿verdad? —preguntó Alemania asustado.
Aquello era imposible, su padre había muerto odiando al soviético, eso hasta Rusia lo sabía.
—Pues… algo así… —Rusia se levantó y se acercó de manera intimidante a Rumania.
—¡Mientes!, ellos murieron odiándose.
—Eso creen ustedes, pero yo los conocí más tiempo; y a mí no me hablas en ese tono —lo último lo dijo en tono amenazante, Alemania notó que Rumania se estaba poniendo a la defensiva, así que tomó a Rusia de los brazos y lo apartó.
—Rumania, ¿cómo que algo así? —preguntó a la vez que sostenía a Rusia, quien parecía ahora querer golpear a la mujer.
—Ellos nunca formalizaron realmente por la época, y luego ocurrió la ruptura de su tratado… es complicado, ni yo lo entendí.
Eso último hizo que ambos países se sentaran… sus padres… ¿Habían estado juntos?
Rusia al final se puso de pie y salió de la casa, siendo seguido por el alemán.
—Prometo pagar la puerta —dijo antes de salir por esta y acomodarla para que no se abriera.
Rumania suspiró, tomó el listón que había quedado en la mesita de centro y lo metió en la carpeta, en la página donde estaba la foto que había mostrado. Guardó la carpeta en su lugar, tomó su celular y marcó el número que ya se sabía de memoria, la línea obtuvo tres tonos antes de que alguien contestara.
—¿Hola?
—¡Tú!, jodido hijo de perra, me debes no solo una gran explicación, ¡sino que también salve el culo de ambos!, ¿quieres explicarme como el puto listón de la hermandad terminó en la "tumba" de Reich? —del otro lado de la línea hubo silencio por un momento, hasta que otra voz se escuchó.
—¿Cómo rayos sabes eso? —preguntó la segunda voz.
—Alemania y Rusia lo encontraron y vinieron a mi casa a pedirme explicaciones.
—Vamos para tu casa —dijo la primera voz colgando.
Rumania no pudo más que gruñir y patear su sofá.
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Alemania llegó agotado a su casa junto con Rusia, ambos se sentían un poco muertos, no solo porque de Polonia viajaron a Rumania, luego de regreso a Polonia y finalmente a Alemania, sino por sobre pensar lo dicho por Rumania… ¿sus padres en una relación?
Rusia se tiró en el sofá de la sala mientras Alemania subía a su habitación y buscaba entre su cajón de ropa interior su otro frasco de pastillas, al encontrarlo lo abrió y vio, quedaban tres píldoras; buscó en el mismo cajón su receta y la tomó para luego guardarla en su pantalón y dirigirse al baño para tomarse las tres píldoras.
Volvió a la sala y vio a Rusia enviando mensajes.
—¿Le estás enviando mensajes a Mex? —preguntó mirando sobre la cabeza del ruso, el cual se había quitado su ushanka.
—Si… le estoy diciendo que no estoy en casa y que mañana volveré a mis tierras.
—Bueno, saldré a comprar algo, no tardare mucho, ¿necesitas algo? —preguntó mientras se dirigía a la puerta.
—Trae vodka —dijo el ruso aun enviando mensajes.
—Muy bien.
Una vez estuvo fuera de su hogar, sacó su celular y llamó a la persona que más necesitaba en ese momento.
—¿Hola? —preguntó Canadá al otro lado de la línea con voz adormilada.
—Hola, lo siento, creo que te desperté —dijo el alemán sonriendo, imaginando cómo se vería su pequeño mapache con su cara adormilada.
—No te preocupes, no pasa nada, ¿sucede algo?, nunca me llamas tan tarde —preguntó el canadiense mientras bostezaba.
—Bueno… a decir verdad si, y no tengo con quien hablarlo más que contigo —aquello llamó la atención de la persona al otro lado de la línea.
—¿Qué pasó?
—Bueno… Es algo largo, así que solo déjame hablar, ¿sí?
—Por supuesto, cuéntame.
Alemania comenzó a narrarle todo a Canadá, desde lo que hizo en la tumba de su padre, hasta su visita a Rumania, pasando por la extraña situación en la que la había encontrado junto a Kazajistán, ahora que lo pensaba, era un poco cómica esa parte.
—Vaya… No me lo tomes a mal, Ale, pero jamás vi a tu padre como alguien capaz de tener una relación amorosa, de por sí era extraño verlo interactuar con Imperio Japonés, Italia Fascista y Rumania… una relación con URSS suena de locos, de por sí ya era de locos ver que ellos se hablaran.
—Lo sé, yo igual tampoco veía a mi padre como alguien de relaciones —dijo mientras ingresaba a una farmacia, se dirigió al mostrador y sacó su receta, el hombre que atendía ya sabía qué hacer, así que solo se dirigió a la parte de atrás de la bodega para surtir la receta.
—¿Y cómo te hace sentir eso?, digo, acabas de descubrir que quien asesinó a tu padre era su ex.
—Yo… no lo sé, es muy extraño…
—Extraño lo que dijo Rumania sobre él porque rompieron su tratado tu padre y URSS, ni siquiera USA entiende eso ya que hasta donde sé, nadie sabía de ti hasta que URSS hizo recuento de que no te habían encontrado… aunque… Ahora que recuerdo, una vez México mencionó que de seguro rompieron su tratado porque URSS engaño a Reich, así como le hizo a ella —aquello llamó la atención de Alemania, ¿URSS había engañado a México?
—Espera, ¿URSS engañó a México? —preguntó mientras sacaba su billetera y sacaba el dinero suficiente para pagar su medicina, tomó la bolsa donde habían metido su compra y le indico al farmacéutico que se quedara con el cambio, para así salir de la farmacia.
—Al parecer si, o eso es lo que nos dio a entender Mex, es por eso que USA estaba tan receloso cuando ella inició su relación con Rusia.
—¿Y con quien la engañó?
—No sabemos, nunca nos quiso decir.
—Vaya… ahora tengo muchas dudas, tanto de mi padre como de URSS
—Tantas dudas y ninguna respuesta…
La línea quedó en silencio por unos momentos, escuchándose solo un pequeño suspiro por parte de Canadá.
—Si… mañana tengo que viajar para la siguiente junta —dijo Alemania mientras entraba a una pequeña tienda de autoservicio y tomaba una canastilla.
—Si… ¿te quedaras conmigo, ¿verdad? —preguntó el canadiense, puede que Alemania no pudiera verlo, pero estaba casi seguro de que ahora estaba abrazando sus piernas y apoyando su cabeza en sus rodillas.
—Bueno… sería una ofensa no quedarme con alguien tan lindo como tú, considerando que la junta es en tu territorio, y que en la anterior me quedé con Rumania —dijo mientras tomaba algunas papitas y se dirigía al área de licores.
—Si… te extraño… —dijo en tono dulce, hacia una semana que no veía a Alemania y se le hacía mucho.
—Yo también te extraño —dijo el alemán con todo suave, realmente le encantaba pasar tiempo con Canadá.
—Dormirás conmigo, ¿verdad?
—Por supuesto que si… a decir verdad, me gusta dormir abrazándote —dijo mientras tomaba algunas botellas de vodka para Rusia, y se dirigía a la caja.
—A mi igual me gusta dormir mientras me abrazas… ¿repetiremos lo de tu casa? —en cuanto escuchó la pregunta Alemania se sonrojó,
haciendo que el cajero lo mirara extrañado.
—Ammm… ¿tú quieres? —preguntó tímido.
—Si…—respondió Canadá igualmente tímido.
El cajero le hizo una seña a Alemania, mientras le mostraba en un monitor el monto a pagar, así que sacó su cartera y de esta una tarjeta de crédito, la cual le dio al cajero.
—Bueno… si tú quieres yo no tengo problema… —Alemania sentía su rostro arder.
—Está bien… —Canadá estaba igualmente sonrojado, pero aquello no lo podía ver Alemania.
—Y… ¿qué traes puesto? —preguntó Alemania en forma de broma para sacar otro tema de conversación, su timidez y la de Canadá no podía hacer que el hilo de la conversación sobre el sexo continuara. Canadá agradeció el cambio de tema y soltó una risita.
—¿Realmente quieres saber?
Alemania tomó su tarjeta cuando el cajero se la regresó con cara de "lárguese ahora, no quiero oír sus platicas asquerosas", así que rápidamente la guardó y tomó sus compras para salir del local.
—Si, si quiero saber.
—Bueno… traigo un pijama de ositos cafés —Alemania soltó una carcajada, no esperaba eso.
—¿Es la que parece mameluco? —preguntó, recordaba haber visto a Canadá usando algo así.
—No, esa es de galletitas, esta es una camisa y un pantalón de franela, ¿tú que traes puesto? —preguntó para seguirle el juego al alemán.
—Un pantalón de mezclilla, una playera negra y mi chaqueta gris oscuro.
—Grrr, que sexy —dijo en un intento de tono sensual que solo hizo reír más fuerte a Alemania, quien pronto ya estaba frente a su casa.
—Seguro… tengo que dejarte, volví a casa y preparare algo para ¿cenar?, ¿desayunar?, digo son las cinco treinta de la mañana, además necesitas dormir.
—Está bien, cuídate mucho Ale, y también descansa… te quiero —Aquello hizo acelerar el corazón del alemán, sentía como si algo cálido se instalara en su pecho.
—Yo también te quiero, Can. Descansa —esas simples palabras, hicieron saltar de emoción a Canadá.
—Hasta luego.
Ambos colgaron. Alemania sacó sus llaves mientras sonreía. Canadá le había hecho la noche.
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Alemania y Canadá estaban en la habitación de este último besándose.
no tenía mucho de que había llegado a la casa del canadiense, y aprovechando que habían subido a dejar las cosas del alemán a la habitación, el canadiense había aprovechado para abalanzarse sobre Alemania y besarlo.
Alemania pronto recostó a Canadá sobre la cama y se puso sobre él, quitándole su playera y empezando a repartir besos a su cuello y hombros.
Por su parte, Canadá tenía sus manos debajo de la ropa de Alemania, una estaba debajo de su playera para tocar su pecho, y la otra dentro de su ropa interior, tocando el miembro del más alto. Parecía que de un momento a otro las cosas ibas a seguir subiendo de nivel, hasta que la puerta de la habitación fue azotada.
—Hey, big bro… oh… i'll be back later (Hey, hermano mayor… oh… regresare más tarde) —Nueva Zelanda estaba tan rojo que parecía que iba a explotar, volvió a cerrar la puerta, pero aun así pudieron escucharlo gritar—. Australia, don't go up the stairs, I go down. (Australia, no subas las escaleras, yo bajo)
Canadá suspiró con frustración, detestaba cuando sus hermanos arruinaban sus momentos. Alemania en cambio se rio bajito, él no tenía hermanos así que esa clase de situaciones lo divertían.
—Siento mucho eso, mis hermanos no saben lo que es tocar la puerta —dijo Canadá con mucha frustración mientras Alemania se quitaba de encima.
—No te preocupes, fue muy graciosa su cara —dijo a la ver que volvía a reír.
Ambos se levantaron de la cama, se acomodaron sus ropas y, antes de salir de la habitación, Alemania besó a Canadá, en un intento de que ya no estuviera enfadado con sus hermanos.
