¡Hola a todos!

Ha pasado un rato, ¿Hm? Bueno, hace poco hice la pregunta de si todavía interesaría leer la traducción de esta historia, y como la respuesta fue positiva comencé hace unos días.

Lo mencioné en ese entonces, pero lo repetiré para quien no sepa nada: El Rollo Escarlata no es una historia para todos. Como habrán notado, la clasificación corresponde a la categoría M (Al igual que trabajos previos), sin embargo, recordemos que (al menos en este sitio) no sólo se aplica para escenas sexuales o groserías, sino también para temáticas MADURAS que pueden incluir violencia (de todo tipo) y situaciones que pueden ser díficiles de leer para algunos. Aunque califique como spoiler, lo mencionaré porque no quiero reclamos más adelante: Este fic narra escenarios de relaciones sexuales consentidas bajo coerción, así como embarazos no deseados, re-victimización, etc.

Otra cosa, aunque los personajes principales sean Kakashi y Sakura y está etiquetado (originalmente) como "Romance", hay una situación y es que SilverShine dejó el fandom justo cuando escribía esta historia y The Girl From Whirlpool, así que está incompleta y no llegamos a ese punto en que la situación amorosa entre los dos es clara. Sólo hay 11 Capítulos (12 si contamos Fraude), y supongo que la intención de ella era desarrollar la relación a lo largo de la historia como sucedió en La Casa de los Cuervos, sólo hay detalles.

Dicho eso, léan bajo su propio riesgo.

PD También será la primera historia de Silver que pase a Ao3 por toda esta situación (porque no sé si vayan a quemarme).


N/A: Esta historia está basada en "Fraude", la historia corta que pueden encontrar como el capítulo 6 de "Lluvias de Primavera y Tormentas Invernales" -una colección de ficlets (pueden encontrarla en mi perfil). Originalmente sería un one-shot, luego un fic largo, pero luego regresó a ser un one-shot lo que probablemente explica por qué muchos de ustedes mencionaron que les gustaría ver la idea explorada un poco más. Decidí que podría continuar y hacerlo porque también me gustaría explorar la idea :D No necesitan leer "Fraude" para entenderlo, pero tal vez quieran ya que básicamente esto va a explicar cómo demonios llegamos a ese fic.

Resumen más largo (porque 255 caracteres no son suficientes para resumir esto): Años han pasado desde la invasión de Pain a Konoha cuando Tsunade cayó, y el régimen de Danzou se ha vuelto poderoso e inmutable. Para restablecer la antigua gloria de Konoha, él demanda muchos sacrificios de parte de sus ciudadanos, y en su ambición por robar las líneas sanguíneas de otras aldeas y crear una nueva generación de shinobi formada por los clanes más fuertes en existencia, Sakura se vuelve uno de esos sacrificios. En las más oscuras profundidades de subterfugio y desespero, Kakashi es su única ancla… y su única manera de escapar.


El Rollo Escarlata

En Principio


—¿Comportamientos de apareamiento? —Repitió Kakashi.

Él echó un vistazo incrédulamente al joven de pie frente a la banca de parque sobre la que había estado jorobado artísticamente. Icha Icha Paranoia colgaba de su mano, olvidado momentáneamente ahora que Sai se había detenido tan consideradamente para bloquear la luz del atardecer y hacer sombra sobre el texto de su libro antes de proceder a hacer una de sus notoriamente incomodas preguntas. Había tenido pocas oportunidades estos días de disfrutar tales pequeños y simples placeres como dar un paseo nocturno y leer un capítulo de su libro favorito antes de meterse a la cama, y no apreciaba exactamente cuándo otros insistían en negárselos. Se mostraba en su tono.

—Sí. —Dijo Sai, quien siembre había sido ignorante de esos matices en la comunicación. —Comportamientos de apareamiento. He estado leyendo recientemente sobre rituales de cortejo y he hecho algunas observaciones, pero todavía no entiendo del todo la experiencia. Estaba esperando que me ayudara.

Kakashi regresó su mirada a su libro con aire de finalidad. —No eres mi tipo.

—Lo ha malentendido. Sólo deseo que me hable de sus experiencias. —Sai dijo, invitándose a sentarse junto a él en la banca. —Lo observé ayer hablando con otra jounin del Departamento de Guerra sobre métodos de sellado de rollos. De las seis señales físicas de cortejo, usted demostró cinco.

—¿Señales físicas?

—Pupilas dilatadas, tendencia a sonreír, invadir su espacio personal, copiar sus movimientos, y mantener contacto visual. Ella exhibió los seis, incluyendo jugar con ella misma para intentar llamar su atención hacia su boca y otros atributos.

Kakashi asintió pensativamente, mirando al cielo de un profundo rosa como si repentinamente fuese golpeado por una epifanía. —Eso probablemente explica por qué fuimos a cenar la semana pasada.

—Entonces, ¿Está cortejándola? —Sai preguntó, sorprendido porque sus observaciones resultaron correctas. —¿Fue la primera cita?

—Segunda.

—Entonces, —Dijo lentamente, siguiendo el patrón lógico. —¿Ha llegado a segunda base?

—…sólo por accidente cuando le estaba ayudando a ponerse su abrigo. —Kakashi se encogió de hombros. —¿Qué sucede? Pareces un poco confundido, Sai.

—Es que no parece que usted esté siguiendo el patrón tradicional del cortejo. —El joven dijo con dudas, como si Kakashi no estuviera siendo muy considerado. —Se dice que en la primera cita se espera un beso, y en la segunda cita-

—No hay un patrón, Sai. Todo el mundo lo va haciendo conforme avanzan. —Kakashi explicó. —El cortejo depende de la persona siendo cortejada; no puedes aplicar movimientos rápidos en alguien que no está listo.

—Entonces, ¿Ella no estaba lista? —Sai dedujo.

La mirada de Kakashi vagó de vuelta a su libro. —¿Quién dijo que ella era quien estaba siendo cortejada? —Murmuró.

Sai se detuvo con asombro. Obviamente no había llegado a ese punto en sus libros sobre que las mujeres podían ser otra cosa más que objetivos pasivos del cortejo. —Temo que me he equivocado.

—Toma. —Kakashi dijo compasivamente, buscando en el bolsillo de su cadera para sacar un segundo libro. —Lee esto. Te dirá lo que necesitas saber sobre cortejo, y muchas más cosas que no necesitas.

—Icha… Icha… Tácticas… —Leyó con lentitud Sai.

—Digamos que la experiencia de Jiraiya-sama, que descanse en paz, será de mucha más ayuda de lo que yo puedo ser, así que te prestaré mi muy adorada copia personal. —Él se maravilló ante su propia generosidad, pero cuando Sai comenzó a abrirlo con curiosidad, tocó el hombro del chico y se inclinó para susurrar. —Rompe el lomo, y yo voy a romper el tuyo.

Sosteniendo el libro como un artefacto invaluable de una era perdida, algo que Kakashi seriamente consideraba que era, Sai se levantó, ya entrado en la mitad de la primera página. Él dio un paso lejos de la banca para continuar con su camino, pero entonces se detuvo y se giró. —¿Cuándo dice que "te garantiza atrapar gatitas" —comenzó—significa que el éxito del cortejo está relacionado a cuántos gatos tienes? (*)

—Ah, bueno… —Kakashi tocó su barbilla y se preguntó cómo responder eso, pero fue salvado por un borrón rosado que pasaba. Ambos giraron la cabeza automáticamente para ver el avance de la chica en uniforme médico mientras corría a lo largo del camino del parque, su cabello cayendo libre de sus broches y rebotando con cada furioso paso. Que no los notara parecía un tanto extraño. Por un momento Kakashi pensó en gritar su nombre y descubrir qué provocaba tan salvaje ritmo en su trotar. Entonces notó algo pequeño y de un brillante rojo en su mano, y cualquier cosa que estuviera a punto de decir murió en su garganta. Él frunció el ceño y dejó de verla.

Sai continuó observando la figura que desaparecía con algo de curiosidad. —Sakura-san parece estar exhibiendo al menos tres de las cinco señales físicas de angustia: ritmo cardiaco incrementado, respiración rápida, y disociación del ambiente. —Observó. —¿Cuál cree que sea la razón?

—Estoy seguro de que no es nada. —Dijo Kakashi con un ligero encogimiento de hombros antes de regresar a su página de Icha Icha Paranoia.


Una hora antes.

—¿Creen que estos bollos saben un poco viejos hoy? —Sakura pensó en voz alta, frotando las dos piezas de pan como si esperara producir chispas de ellos.

Ino deshizo los suyos en trozos cada vez más pequeños sin decir nada, su mirada fija en un punto en la distancia sobre algo que no existía dentro de la cafetería. Las otras médicos en la mesa sólo se encogieron de hombros y gruñeron. Llevaban trece horas de un turno de dieciséis, y ninguna de ellas encontraba el humor en los comentarios sobre pan seco.

Sakura mordió uno de sus bollos y masticó, preguntándose si habría mucha diferencia en la textura de este bulto de pan y una concha de mar. Esto era, si era sincera, lo más entretenido que había sucedido en este muy largo día, sino es que en toda la semana. Alguna vez había disfrutado su trabajo en el hospital, viéndolo como una experiencia retadora que rompía la monotonía de las asignaciones de campo con su equipo y el trabajo administrativo con su shishou; algo que mantenía sus habilidades médicas pulidas y sus habilidades con la gente cálidas. Pero en estos días… turnos en el hospital era todo lo que hacía. Luego de meses y meses de la misma rutina, había perdido su entusiasmo por el trabajo.

Suponía que debía considerarse afortunada. Nunca había encontrado trabajar en el hospital tedioso o estresante, a diferencia de Ino y algunas otras médicos quienes probablemente nunca hubieran incursionado con los jutsus médicos si hubieran sabido que esta era la dirección que sus carreras tomarían. Todas estaban en el mismo bote ahora, resignadas al mismo destino. Al menos estaban mejor que las kunoichi regulares…

—Tres horas m-más. —Dijo Hinata, tartamudeando a través de un bostezo terriblemente amplio y sin embargo delicado. —Entonces podremos dormir.

Algunas de las ocupantes de la mesa no se habían molestado en esperar. La cabeza de Shizune había estado enterrada en sus brazos por los últimos veinte minutos, emitiendo un sonido sospechosamente parecido a un ronquido. Sakura golpeaba boronas con aburrimiento hacia ella, llenando el cabello de la mujer mayor con chispas de pan hasta que una borona particularmente pesada aterrizó en su mano. Shizune gruñó y levantó la cabeza para mirar con molestia a Sakura, migajas descendiendo de ella en todas direcciones.

Entonces la mirada de Shizune la dejó y repentinamente sus ojos se abrieron. De hecho, muchas de las mujeres alrededor de la mesa dejaron de bostezar y levantaron su escasa comida para girarse y ver algo por encima del hombro de Sakura.

—Haruno Sakura.

Su corazón se hundió un poco mientras se giraba con lentitud y observaba a los dos hombres de ANBU de pie detrás de ella. Miembros de Raíz. Fácilmente podías distinguirlos por los lazos de color verde acido que sostenían su máscara o que adornaban su uniforme de otras maneras. En algún momento, sería algo raro ver un miembro de la división Raíz de ANBU caminar en la Aldea a plena luz del día. Ahora apenas se podía caminar una sola calle sin ver aquellas pálidas máscaras y listones verdes observándote en silencio desde los techos. Su presencia estaba en todos lados, y aprendías a vivir con ello, o no.

Vivir, obviamente.

—¿Sí? —Dijo Sakura fríamente, asegurándose de sonar paciente y respetuosa.

—Tienes que venir con nosotros. —Dijo el ANBU con la máscara de ratón. —El Hokage desea hablar contigo.

—¿Sobre qué? —Preguntó.

Los dos hombres se le quedaron viendo. Habían dicho ya que se le solicitaba y ahora esperaban que, habiendo aprendido por órdenes del Hokage, que dejara todo y corriera a la oficina administrativa como un perro. Que ella tuviera el valor de preguntar con obstinación por los motivos detrás del líder de la aldea era equivalente a traición en sus ojos, sin embargo, había sido cuidadosa como para formular la pregunta tan inocente como educadamente fuera posible.

—Tienes que venir con nosotros. —Repitieron con simpleza, y uno de ellos adelantó un paso para jalar con fuerza su silla lejos de la mesa para que ella captara la indirecta de que se pusiera en pie.

Sakura miró las caras de las otras mujeres en la mesa, todas cuidadosamente puestas en blanco y serias, y la desaparición de todo signo de cansancio hacia obvio que estaban preocupadas. Sólo eran médicos ninja de bajo nivel, esclavas del hospital; el Hokage no se molestaba mucho con las de su tipo, y, de hecho, Sakura no se había reunido o hablado con el Hokage en más de dos años, no desde que había ascendido a su posición. Como miembro del régimen del anterior Hokage y una de las personas que habían sido más cercanas a ella, había sido echada de su puesto en administración una vez que él había entrado. Afuera lo viejo, adentro lo nuevo. La antipatía era mutua por supuesto, pero Sakura se había quedado preguntado qué había hecho para que el Hokage la notara tan repentinamente. Siempre había sido cuidadosa para evitarse los problemas.

—No me tardo. —Dijo a las otras mujeres, para tranquilizarlas tanto como a sí misma. —Por favor, cúbranme.

Se levantó y caminó detrás de los dos miembros de Raíz. Recorrieron los pasillos caminando frente a ella con un ritmo que rompía los nervios, como si fueran máquinas en lugar de gente independiente. Era una comparación acertada. Ella había conocido todo lo que ocurría en Raíz gracias Sai… cómo esos hombres eran entrenados… cómo les sacaban las emociones y cómo sus lenguas eran marcadas para asegurar su lealtad y silencio.

La escoltaron a la oficina administrativa como si fuera algún tipo de convicta en su camino hacia su enjuiciamiento. No era algo tranquilizador. Una vez en las puertas de la oficina del Hokage le hicieron sentarse y esperar, y ahí permaneció por más de media hora, flanqueada por los hombres de Raíz que se quedaron tan quietos como gárgolas de piedra. No mencionó cuán grosero era llamar a alguien con urgencia a tu oficina y luego dejarle esperando por tanto tiempo. Sakura no estaba ansiosa de encontrarse con el Hokage, pero estar sentada ahí en profundo silencio y quietud mientras la aprehensión crecía dentro de ella con cada minuto que pasaba estaba convirtiendo una experiencia ya poco placentera en una todavía más agonizante.

Finalmente, la puerta se abrió y otro Raíz con una máscara con cuernos les permitió la entrada. Sakura se levantó sobre piernas que ya no podía sentir y caminó hacia la oficina.

No era como la recordaba. La mitad de este edificio había sido destruida y reconstruida luego de la Gran Invasión, y ahora la oficina del Hokage parecía ser cinco veces más grande y diez veces más opulenta. Era menos una oficina y más una cámara de trono, y donde antes hubo un escritorio plano y una ventana que supervisaba toda Konoha ahora había un semicírculo de sillas y una pared de concreto que lucía los cinco símbolos del credo de Raíz: Nuestra Unidad, las ramas; Nuestra Fuerza, el tronco; Nuestra Gente, las hojas; Nuestro Futuro, la semilla; Nuestra Perfección, el árbol con las raíces expuestas. Frente a este árbol estaba la más grande y ornamentada de las sillas en el medio del semicírculo, y sobre ella se sentaba el Hokage. En las sillas de cada lado sus más confiables y condecorados concejeros y amigos cuyo trabajo era administrar la Aldea conforme la voluntad del Hokage… y aparentemente el Hokage no deseaba más que a sus amigos y concejeros para confiscar cualquier dinero o activos que gustaran de aquellos a los que gobernaban para su uso personal.

Los ANBU de Raíz le hicieron quedarse de pie en medio de la habitación, encarando al Hokage y luego se retiraron. Sakura conocía la rutina esperada incluso si era la primera vez que tenía que hacerla. Sin mirar ni una sola vez al hombre en el trono, se puso de rodillas e hizo una reverencia hasta que su frente casi tocaba el suelo, sus dedos puestos en una V perfecta en el suelo frente a ella.

—¿Sabes por qué has sido llamada, Haruno Sakura? —Preguntó el Hokage.

—No lo sé, Danzou-Sama. —Respondió respetuosamente, ignorando el instinto de levantar la cabeza y mirarlo mientras respondía. Una persona podía meterse en muchos problemas si asumía que tenía el permiso para levantarse sin la orden explicita del Hokage.

—Tenemos una misión para ti, Haruno-san. —Dijo.

El corazón de Sakura casi brincó en su pecho. ¿Una misión? Una médico ninja no tenía misiones, no desde que Danzou había decidido en su infinita sabiduría que no era apropiado y sólo los médicos masculinos podían acompañar a los equipos en activo. Incluso las kunoichi regulares no tenían tantas misiones ya. Estaban relegadas a permanecer en los rangos de la División Femenina -peleadoras de segunda clase que obtenían las misiones que quedaban, algunas que estaban por debajo del nivel de los chuunin, incluso si muchas de las kunoichi una vez habían ocupado puestos de jounin de los más altos calibres.

—Me complace participar en cualquier misión que el Hokage desee. —Sakura dijo formalmente.

—Ponte de pie, Haruno-san.

Sakura se sentó sobre sus rodillas con cuidado, aunque se aseguró de mantener sus ojos puestos en los bajos de la capa de Danzou. Sus pies estaban asomándose debajo de ellos y ella contempló las uñas abultadas en sus dedos -algunas parecían faltar. ¿Quizás algún tipo de infección fúngica? Y aquellos bultos hinchados parecían el comienzo de gota.

Su diagnostico fue interrumpido cuando uno de los ANBU de Raíz se metió en su campo de visión y colocó algo en el suelo frente a ella. en el momento en que lo vio, se puso rígida.

—¿Estás consciente de lo que es esto? —Danzou preguntó, y aunque no podía apartar los ojos del objeto, ella sabía que él estaba sonriendo presumidamente, divertido como un tonto.

Esto tenía que ser una broma. Por un breve y absurdo momento pensó que alguien se reiría y gritaría "¡Te tengo!", y entonces todos se reirían y le darían su misión real, pero el pesado silencio continuó y así. Esto era una broma, de acuerdo, pero ella era el remate.

¿Por qué ella? Oh, dios, ¿Por qué tenía que ser ella?

La boca de Sakura se movió por un rato, pero no pudo hablar. Cada par de ojos en la habitación estaba puesto en ella, penetrándole, esperando por su reacción; podía sentir su enfermo entretenimiento en esto. A nadie le importaba. Nadie sentía compasión. Nadie.

—Seguramente sabes qué es esto. —Danzou continuó amablemente como un indulgente tío.

Ella forzó su voz a responder. —U-una… una misión de clase X. —Dijo, sintiéndose cobarde y desprendida, como si estuviera de pie detrás de sí misma y mirara el totalmente inocuo rollo escarlata. Estaba tendido en el suelo a noventa centímetros, descansando sobre su fino color caoba, su sello tan vivo que parecía haber sido sumergido en sangre.

Había escuchado rumores sobre que las misiones de clase X habían regresado. Con todo lo que había sucedido, lo había creído a medias, aunque nunca había sabido de alguien que recibiera una.

Pero no era que el mero rollo rojo significara una misión de clase X -de hecho, nunca había sabido de misiones que se clasificaran por su color. El rollo escarlata tenía un significado muy específico, y ella apenas podía creerlo. Había un no-rumor de que aquellas misiones habían regresado ¡Ni siquiera creía que hubieran existido en primer lugar! Este era como cosa de una leyenda urbana.

Y ahora estaba frente a uno.

—Sólo las kunoichi más especiales reciben el rollo escarlata, Haruno-san. —Danzou murmuró. —Deberías sentirte honrada por haber sido seleccionada. Espero que lo aceptes…

Sus ojos se movieron brevemente hacia los de él. ¿Tenía opción? ¿Se atrevía a creerlo?

—Hokage-sama. —Susurró. —No lo entiendo. Nunca he escuchado de alguien en esta aldea que recibiera un rollo-

—Eso es porque este programa es de la máxima secrecía. —Dijo, mirándola sin parpadear. —Los tiempos han cambiado y necesitamos una vez más que las valientes kunoichi como tú hagan sacrificios si esta aldea quiere sobrevivir. Sólo los involucrados tienen conocimiento de ello. Si alguien sin preparación se entera de esto… serán eliminados. Con eso en mente, espero de nuevo que aceptes.

Sus cercanos se rieron oscuramente y Sakura tuvo que contener una llama de ira incrédula. ¿Qué opción tenía ahora? Él personalmente le había hecho consciente de los rollos escarlata al entregarle uno, y ahora le había dicho como si nada que si se rehusaba a involucrarse debería morir por saber demasiado.

El Hokage se inclinó hacia adelante, su larga y huesuda mano apretando el descanso de su posabrazos. Para ser un shinobi, su cuerpo era inusualmente débil, pero poseía otras armas e influencia que le hacía más mortal que cualquier hombre o mujer en esta aldea. —¿Acepta, Haruno-san? —Preguntó, su mirada intensa.

Sakura miró el rollo y se preguntó si no estaría mejor muerta.

—Acepto. —Dijo en voz baja. No importaba si era por cobardía o valentía, no sabía. Habría tiempo para decidir cuál… y no mucho si hubiera elegido la muerte.

—Excelente. —Murmuró, reclinándose una vez más con una expresión llena de contento. —Toma tu rollo. Adelante.

Sakura se estiró y levantó con cuidado el rollo como si ese profundo tinte rojo fuera a mancharle la piel y jamás fuera a quitarse. El sello de cera brilló en la baja luz, revelando el relieve de la X.

—Todos los detalles de la misión están allí. —El Hokage le informó. —No divulgues la información a nadie más. También serían asesinados.

—Lo entiendo, Hokage-sama. —Dijo con la voz rasposa, su garganta de pronto seca y áspera.

—Tu cuidador para esta misión te contactará mañana. Eso es todo.

Sakura casi se carcajeaba. ¿Un cuidador? ¿Una kunoichi ni siquiera podía tomar una misión clase X sin supervisión? Ella ladró con amargura: —Gracias, Hokage-sama. —Y se levantó sobre sus piernas que se sentían pesadas e incomodas. Se tropezó hacia la puerta y no miró atrás. Aunque no escuchó nada, sabía que debían estar riéndose de ella, y la risa silenciosa le persiguió hacia la calle mientras atardecía, siguiéndole mientras ella corría a través del parque para llegar a su casa. No pensó en su destino; simplemente se estaba moviendo con el instinto primitivo de regresar a su hogar, de regresar a la seguridad, olvidándose de que todavía tenía trabajo en el hospital y sólo notando vagamente que dejaba atrás a Sai y a alguien más de camino.

La risa todavía resonaba histéricamente en sus oídos incluso mientras azotaba la puerta de su propio departamento. Arrojó el rollo en el piso que había sido tan cuidadosa de mantener limpio y ordenado, y rodó hasta pararse contra la pata de su mesa de café. En este piso de una sola habitación no había donde esconderse de él. Sakura se metió en la cama y se tendió mirando la pared, intentando convencerse de que de hecho estaba bien… que simplemente se había vuelto loca por las largas horas en el hospital y que la reunión que había terminado recién con el Hokage era nada más que un invento de su propia imaginación.

Miró por encima de su hombro. La evidencia de su sanidad se asomaba del otro lado de la mesa, profundamente cruel y aterrorizante en su mundana e indefensa forma. Era difícil aceptar que algo tan simple como un rollo podría arruinar por completo su vida.


Para cuando Sakura había nacido, las misiones de clase X habían sido prohibidas en Konoha desde tiempo atrás. Ese tipo de misiones habían sido, según decían, poco más que prostitución, y a diferencia de otras misiones que se daban de acuerdo a rango y experiencia, el único requerimiento de las misiones de clase X era tener 18 años o más.

La mayoría del conocimiento inicial de Sakura sobre esas misiones había sido ganada de libros y TV que siempre parecía romantizar los viejos días, en los que la guerra era constante y las kunoichi no eran peleadoras particularmente capaces, pero ciertamente sí las más hermosas mujeres. La serie Icha Icha de Jiraiya era una de las perores. Sus libros parecían estar en un universo paralelo lleno de países no existentes y aldeas imaginarias que estaban a cientos de años detrás de este mundo en cuanto a tecnología y avance social. Era un mundo lleno de ninjas masculinos que tomaban misiones de clase S y kunoichi con misiones X, y no era un libro Icha Icha a menos que el héroe terminara encamándose con una hermosa mujer, sólo para descubrir después de que se trataba de una kunoichi enemiga que había sido enviada para seducirlo y traicionarlo.

La realidad de las misiones X era mucho menos glamurosa. Si las kunoichi hermosas fueran enviadas para seducir y hacer el amor con guapos hombres con el propósito único de robarse rollos secretos, serían una diminuta minoría. Si una kunoichi verdadera quisiera robarse rollos secretos de algún hombre estaría más inclinada a saltarse la seducción y simplemente lo pondría inconsciente o muerto antes de ponerse a buscar entre sus pertenencias a placer. No fue hasta luego de pasar una semana ayudando a Shizune a reorganizar un archivo de reportes de cincuenta años atrás que realmente fue capaz de entender qué significaba una misión de clase X.

De acuerdo a esos reportes, a veces significaba ser contrada por una figura influyente como un Daimyo para dormir con uno de sus oponentes, particularmente sus oponentes casados, y producir fotografías para probarlo, arruinando la reputación del oponente. Si el objetivo no estaba dispuesto siempre había maneras de lograrlo, tales como drogarles o montar su cuerpo desnudo para posar para la cámara. Sin embargo, parecía frecuente que las kunoichi usaran drogas como su primera opción y los recientes avances fotográficos hacían la mayoría del trabajo en estos días.

La mayoría de las misiones de clase X habían significado prostitución directa. Los ninjas eran mercenarios principalmente, pero con suficiente dinero, fácilmente podías contratar a un ninja para todo, ya fuera para asesinar a un rival político o rescatar un gato de un árbol, y si no había un limite de riqueza, clientes solitarios estaban dispuestos a pagar un alto precio por una noche con una hermosa y mortal kunoichi.

Y teóricamente, tal vez, eso también calificaba como un rollo escarlata…

En los archivos de reportes de misiones, Sakura nunca había descubierto evidencia de que las misiones escarlatas hubieran sido dadas también a kunoichi de Konoha… porque a diferencia de otras misiones de clase X que también eran tomadas rutinariamente por hombres, las misiones de los rollos escarlata sólo podían ser realizadas por mujeres.

Era barbárico.

Mientras que en cierto sentido no le sorprendía pensar que el régimen de Danzou hubiera reinstalado las misiones de clase X y esencialmente puesto a la población de kunoichi de Konoha a la venta a los pervertidos más ricos, los rollos escarlatas le impresionaban. Aquí, no había clientes. No había un Daimyo buscando sabotear a sus rivales o pervertidos solitarios buscando ser golpeados por una dominatrix de verdad. El único cliente aquí era el Hokage y la misma aldea.

Por algunas horas esa noche, Sakura durmió sobre su cama. Ni siquiera recibir la misión más impresionante de su vida pudo mantenerla despierta luego de un turno de trece horas en el hospital, y había racionalizado en cierto grado que si ella dormía había una oportunidad para que el mundo se hubiera arreglado para cuando ella despertara. No habría rollo, Danzou seguiría siendo medio consciente de su existencia, y despertaría en el hospital con migajas de pan en su cabello, lista para terminar con el resto de la ronda, segura de saber que todo había sido un sueño.

Pero cuando Sakura despertó a primeras horas de la mañana con el sonido de los primeros trinos de las aves fuera de su ventana, sintió miedo antes de recordar por qué. El rollo seguía ahí, resoluto de desaparecer, todavía tocando la pata de la mesa exactamente donde ella lo había dejado.

Por varios minutos continuó mirándolo y contemplando cuánto podría sobrevivir como ninja renegado.

Al menos debería leerlo, decidió. Podría ser un malentendido después de todo, y se sentiría como una tonta si estaba planeando escapar de la aldea por una misión que resultara ser una simple asignación de acompañamiento clase B.

Gateando fuera de la cama, Sakura se sentó junto a la mesa de café y dejó el rollo sobre su superficie. Exploró la textura brillosa del pergamino con las puntas de sus dedos y contó las líneas de las puntas de madera del rodillo. El sello de cera era una maravilla. Normalmente los rollos de misión venían con una cinta que los mantenía cerrados, pero suponía que esto era un rollo escarlata. Como una de las reliquias de leyendas, tal vez Danzou sintió que merecía toda la pompa y la ceremonia.

Ella rompió el sello y abrió el pergamino sobre la mesa. El interior del pergamino era ligeramente amarillo, pero horrorosamente la misión estaba escrita en tinta roja. Hacia que cada palabra pareciera radiar libertinaje. Incluso su nombre escrito en la parte superior, Haruno Sakura, parecía estar manchado.

Tomando un profundo respiro para prepararse, comenzó a leer.

•…•…•

Al aceptar esta misión, Haruno Sakura, has aceptado tomar parte en el Proyecto Semilla, el programa creado por el Rokudaime Hokage para la mejora a largo termino del futuro de Konoha. Al aceptar este rollo también has aceptado no hablar de tu misión o la existencia y objetivos del Proyecto Semilla con personas fuera del programa, y entiendes que, al hacerlo, resultará en el uso de fuerza letal contra cualquier fuga potencial de información. En orden de que el Proyecto Semilla sea exitoso, debe ser conducido bajo los términos de máxima secrecía y discreción.

También entiendes que, al fallar en completar con tu asignación, se te reasignará otro compañero luego de seis meses, y así continuamente, hasta que el éxito sea conseguido.

Tu primer objetivo es el siguiente:

Nombre: Suda Hiroshi

Edad: 48 | Altura: 190.7 cm | Peso: 81.6 Kg | Tipo Sanguíneo: AB

Registro Ninja No.: 006748 / Jounin

Estado: Casado (Suda Kiyoko), 5 hijos (4 varones, 1 mujer, edades de 5-17)

Residencia: Kumogakure, País del Rayo.

Límite Sanguíneo Deseado: Nombre desconocido. | Tipo: Sónico

Notas: Tu cuidador te proporcionará los detalles sobre cómo localizar y reconocer a Suda Hiroshi.

Una vez que hagas contacto con el objetivo, se te permitirán seis meses para mantener relaciones sexuales hasta que se haya concebido con éxito, o al final de este tiempo, se te asignará un nuevo objetivo si la fecundación no ha ocurrido.

Mayores detalles sobre tus opciones serán puestos a tu disposición una vez que se complete tu asignación. Puedes esperar una recolocación de vivienda y otro tipo de beneficios sociales.

•…•…•

Sakura dejó de leer y se sentó.

Era exactamente lo que había esperado. Una misión escarlata genuina. Estaba siendo enviada a concebir los hijos de hombres extranjeros con deseables límites sanguíneos con la finalidad de introducirlos dentro de Konoha. Era un maldito proyecto. ¿cuántas otras mujeres serían obligadas y enlistadas? ¿Cuántas ya lo habían sido? Sin duda Danzou esperaba tener una pequeña fuerza de peleadores dentro de una generación o dos, compuesta de ninjas elegidos por su sangre como caballos de carreras.

Los días en que simplemente se raptaba a los niños de clanes extranjeros y se criaban como propios habían quedado atrás. No. Eso ya había sido eliminado gracias al pacto internacional de paz que había sido firmado luego del último intento de robar a los niños del clan Hyuuga, y Konoha estaba demasiado débil y Danzou era demasiado cobarde como para arriesgarse a romper este pacto e incitar la ira unida de otras aldeas en su búsqueda de fortalecer su ejército. Pero el pacto sólo prohibía el secuestro, y siempre había otras maneras de rodearlo, incluso si esas maneras eran igual de retadoras si fueran descubiertas.

Sakura guardó el rollo escarlata bajo su colchón y por un largo tiempo se quedó sentada en el suelo, su cabeza sobre sus manos mientras la luz del sol se arrastraba sobre el alfeizar y a lo largo del suelo. Las horas pasaban fuera de su dormitorio, pero el tiempo se había congelado para Sakura.

La respuesta era obvia para ella; tendría que dejar Konoha. Si su único uso para su Aldea ahora era actuar como incubadora, prefería tomar todas sus oportunidades como una ninja buscada. Tal vez tendría que haberse ido meses atrás cuando se había vuelto claro al principio que la aldea estaba yéndose de cabeza por un camino oscuro bajo Danzou, pero Naruto le había advertido de no hacerlo, y lo cierto es que había estado un poco asustada.

El promedio de vida de un ninja renegado era sólo de tres semanas.

Había parecido que no valía la pena en ese tiempo, pero ahora… se preguntó si realmente era mejor morir con cierta semblanza de libertad y dignidad antes de someterse a tal cruel esquema. Porque no era sólo ella quien sería violada. Después de todo, ¿Qué tipo de vida podría tener un niño de tal unión?

Un golpe en la puerta de su apartamento le sacó de su estado catatónico, y su corazón comenzó a martillar contra sus costillas antes de que entendiera por qué. ¿No había dicho Danzou que su cuidador se pondría en contacto hoy? ¿Sería él?

El golpe vino de nuevo, pero ella permaneció fija en el suelo. Esperaba, un poco desesperadamente, que si su cuidador creía que ella estaba fuera él se fuera también, el asunto sería olvidado quizá y se le permitiría regresar a arreglar huesos rotos, a limpiar cómodos y, en general, a seguir pretendiendo que todavía estaba orgullosa de ser una ninja médico en este día y era.

Tap. Tap. Tap.

Sakura presionó las manos contra su cabeza. Vete, pensó, intentando alejar a la persona del otro lado de la puerta sólo con su mente. ¡Vete, vete, vete!

—¿Sakura?

Ella casi se hundía de puro alivio. Casi. Aunque conocía y confiaba en esa voz, se dio cuenta que no estaba en un estado como para recibir amigos justo ahora. Sin embargo, se esforzó a levantarse y cruzar hacia la puerta. intentó poner una sonrisa mientras la abría. —¿Kakashi-sensei?

Él se le quedó viendo sin decir nada por un momento, como si estuviera calibrando la autenticidad de esa sonrisa de la misma manera en que un joyero analizaba el intento de pasar un pedernal por un diamante. —Te vi anoche. —Comenzó. —Parecías algo intranquila, así que pensé…

¿Había venido a alegrarla? Ahora Sakura era la que le veía sin decir nada. Kakashi, pese a su engañosa apariencia vaga, tenía el sentido más agudo de empatía que cualquiera que conociera, pero también sabía que esto no siempre equivalía a que le importara. Si algo preocupaba a su equipo, él sería el primero en reconocerlo y decir "Supéralo, tenemos un trabajo que hacer". Que él se acercara a su casa por pura preocupación… bien, él nunca se había aparecido en su puerta, sencillo. Y luego de la implementación de la orden de Danzou de limitar el trabajo de las ninja médico al hospital y dejar las misiones a sus mucho más capaces contrapartes masculinas, no habían trabajado juntos desde hacía largo tiempo.

Ella debió parecer muy intranquila si había conseguido mover al implacable corazón de su sensei.

—Estoy bien. —Dijo, aunque se sentía como una terrible mentira siendo gritada. De hecho, quería abrazarlo y contarle todo -decirle lo que iban a hacer que hiciera- y rogarle que le ayudara a salirse de esto de alguna forma. Pero las frías palabras de Danzou le contenían. "No divulgues la información a nadie más. También serían asesinados."

No quería arriesgar a Kakashi.

Sin embargo, por alguna razón, él no parecía creer en sus mudas palabras. —¿Puedo entrar al menos? —Preguntó.

Ella pensó en el rollo enterrado bajo su colchón, escondido bien seguro de la vista, y asintió. —Supongo. —Lo que no viera, no podría lastimarlo.

Kakashi cerró la puerta detrás de él y con él de pie ahí, Sakura se volvió consciente de cuán pequeño su apartamento era, ya que él estaba ocupando la mayor parte del espacio. En tres zancadas ella cruzó la habitación hacia su cama; era el único lugar en el cual sentarse. En dos zancadas, Kakashi se le unió, e incluso si no era el primer hombre en ser invitado a su cama, estaba algo avergonzada porque él era su viejo capitán y maestro.

—Lo siento. —Dijo, mientras tomaba asiento junto a ella. —No calza exactamente para entretenimiento.

—Es lindo. —Dijo Kakashi con el tipo de casualidad que hacia evidente que él sólo estaba siendo educado. —Nunca había visto tu apartamento.

—Estoy sorprendida de que sepas en donde vivo. —Remarcó con una débil sonrisa.

—Porque alguien me dijo. —Replicó, examinando su pequeña mesa de café que, junto con el librero, era el único mobiliario en la habitación además de la cama. —Ha pasado un rato, ¿No? —Murmuró.

—Sí. —Suspiró. —He estado muy ocupada en el hospital últimamente…

—¿Lo disfrutas tanto?

Para nada. —Supongo.

Era difícil hablar de este modo, de irrelevancias mientras algo tan enorme rugía dentro de ella. El rollo escarlata estaba tendido bajo los dos, escondido de la vista, pero no de la mente de Sakura. No parecía correcto que, mientras la mirada de Kakashi casualmente recorría sus modestas posesiones, ella no veía nada más que rojo vívido.

—Escuché que el Departamento de Guerra está levantando de nuevo su caso con el Concejo. —Kakashi dijo. —Tal vez todavía se puede disuadir a Danzou de permitir a las kunoichi acceso total a las misiones de nuevo. Sería bueno. No es lo mismo desde que dejaste el equipo…

—Sí. —Dijo, su voz haciéndose débil. —Sería bueno ser un equipo otra vez.

Pero probablemente eso ya no sucedería jamás.

Kakashi finalizó el recorrido de su habitación y regresó su mirada a ella. —¿Dónde está? —Preguntó.

Sakura parpadeó. Un escalofrío de incomodidad se alojó en su nuca. —¿Dónde está qué?

—El rollo. —Dijo con simpleza. —Te vi cargando uno anoche.

El pánico comenzó a enredarse en su pecho como una cobra, haciéndole difícil respirar. Sin mirarlo sacudió la cabeza. —No cargaba un rollo anoche, sensei.

—Era rojo. —Puso la mano en el colchón sobre el que estaban sentados. —Supongo que está aquí abajo, ¿No?

Los dedos de Sakura se torcieron en su lecho. —Por favor, sensei, tienes que olvidar que lo viste. —Susurró, pero sus labios apenas se movieron. —Si Danzou lo descubre…

—No estoy preocupado por mí. —Dijo suavemente, comenzando a abrir el cierre de su bolsillo. —Me alegra que tomes su advertencia seriamente, Sakura. Una de las otras mujeres no lo hizo… y eso no terminó bien para su esposo, lamento decir.

Apenas notó que él estaba sacando un rollo negro de su bolsillo y abriéndolo sobre la mesa de café. —¿Una de las otras mujeres? —Preguntó en voz baja.

Él asintió, alisando con las manos el pergamino. —La madre del sujeto número tres—Dijo.

—Sujeto… tres… —Repitió, intentando aferrarse al extraño tono con el que él estaba hablando. Él parecía saber mucho de este programa secreto, aparentemente más de lo que ella sabía, pero cuando miró el rollo que había abierto en la mesa la realización le cayó con un sonoro golpe. Estaba viendo el perfil detallado de Suda Hiroshi, completo con una vieja y granulosa foto policial.

—Tú eres mi cuidador.


Continuará.


Notas de traducción:

(*)Obviamente no hablamos de gatitas… sino, ya saben, coños.

Otra cosa, sobre la palabra "Cuidador". SilverShine utilizó Handler para referirse al acompañante de las kunoichi en estas misiones, dicha palabra también puede ser entendida como "Domador" porque se utiliza principalmente para definir a quien se hace cargo de un animal (como en el zoológico).


N/T: Como estoy viviendo en diferentes sitios de manera intermitente, más o menos calculo que los capítulos se subirán cada 3 semanas en sábado. Actualmente voy en el 3ero, pero no se confien xd