Un cojín mullido, sábanas de seda y un juguete de felpa, todo estaba listo para recibir al nuevo integrante de la compañía, como siempre Brumm había hecho un trabajo impecable, por supuesto, no esperaba que su maestro se lo agradeciera, nunca lo hacía, pero la satisfacción de haber hecho un buen trabajo era suficiente paga, de todos modos esta no era una tarea particularmente grata considerando el destino de la pobre criatura que tendrían que criar.
La puerta de la habitación se abrió de golpe, allí en el umbral envuelto en las penunbras se encontraba el murciélago con un bulto en sus brazos, se veía destrozado, las veces anteriores había sido igual, sabía que dentro de unas horas lo encontraría borracho en un rincón llorando por la culpa y el dolor que le provocaban haberle quitado su retoño a una madre.
Pero esta noche había algo diferente, su desesperación era peor de lo habitual, se dejó caer en el suelo y apretó el bulto contra su pecho mientras temblaba.
—¿Maestro? Que...
—Una niña —susurró.
—¿Que?
—¡Es una niña! —Gritó el murciélago destrozado—. La cría es una niña... No sobrevivirá... Las hembras tienen muchas menos probabilidades de superar el ritual que los machos... Todos sus hermanos perecieron... No lo logrará...
—Tranquilo maestro, no puede decidir que es el fin tan pronto, recién ha nacido...
—Perdóname pequeña —Sollozó Grimm— Perdóname por condenarte... Perdón... Lo siento...
Un par de ojos escarlata brillaron.
...
Una pequeña polilla blanca despertó sobresaltada, los pelos de su cuerpo se erizaron dándole un aspecto más esponjoso de lo habitual. Tardó algunos minutos en tranquilizarse y en recordar donde estaba y en asumir que todo había sido un sueño... O en su defecto una visión del pasado, últimamente tenía muchas visiones, algunas futuras y otras pasadas, se le hacía algo complicado controlarlas y mantener la cabeza fría, no había visto cosas muy buenas.
Sabiendo que ya no podría dormir otra vez decidió levantarse a estirar un poco las piernas. Salió de la habitación que compartía con sus compañeros de viaje teniendo mucho cuidado de no despertarlos, habían pasado bastantes emociones fuertes en los últimos días y era seguro que estaban agotados.
Suponía que era el único individuo despierto en ese momento pero para su sorpresa otra alma vagaba en las penumbras de las ruinas. Una mariposa enorme, con unas preciosas alas azules vestida con unos harapos que dejaban su cara oculta, resaltando en la oscuridad de su faz solo dos ojos brillantes.
—Dareth ¿Despierto a esta hora?
—Sí, en realidad no necesito dormir tanto y estaba algo nervioso, el sonido del agua cayendo me tranquiliza.
—Bueno, claro, en este lugar abunda el agua, se escucha repicar por todos lados.
—¿Y tú qué haces despierto?
—Tuve... Una pesadilla o algo así.
—¿Estás bien?
—¡Claro! Ya no soy una larva asustadiza que necesita un abrazo cada vez que tienen un mal sueño.
Se empinó todo lo que le permitían sus patitas buscando verse más imponente, aunque dado su pequeño tamaño solo parecía adorable, pero por supuesto Dareth nunca lo mencionaría, sabía que eso lo ofendería, en cambio contestó con un simple "me alegro" y ambos se quedaron en silencio escuchando el agua correr.
Ambos eran compañeros recientes, reunidos por la adversidad en circunstancias extrañas y en el poco tiempo que llevaban juntos habían aprendido a confiar el uno en el otro, apoyándose mutuamente para sobrevivir a todos los peligros y bestias que habían tenido que afrontar en los últimos días. Sin embargo, aunque había confianza, la realidad era que no sabían mucho el uno del otro, el pequeño nunca había hablado demasiado de sí mismo, Dareth por supuesto con lo respetuoso que era nunca preguntó nada, pero esta noche, con el ambiente íntimo que se había creado algo lo impulsó a cruzar la barrera imaginaria que rodeaba al bicho de misterio y silencio, ansiaba descubrir los secretos de la polilla, empezando por el más evidente de todos.
—Oye Bocadillo... Espero no te moleste la pregunta pero... ¿Por qué te pusieron así?
—¿Eh? Ah... Creo que lo había mencionado, mi maestro pretendía comerme y por eso me llamaba Bocadillo, pero luego se arrepintió.
—¿Y qué fue lo que lo hizo arrepentirse? Digo, no es muy común que un depredador renuncie a su presa.
—Fue su hija que se encariñó conmigo... Esa niña... Le debo mi vida... Por eso busco salvarla...
—¿Tienes una misión? ¿Eso es lo que buscas en este reino muerto?
—Pues...
Miró a la mariposa, tenía sus ojos clavados en él, tan azules y brillantes como sus alas, destilaban curiosidad, pero también inocencia. Él siempre había sido alguien confiable, el tipo de persona servicial que siempre buscaba ayudar, quizás no habría problema si le contaba un poco de su pasado.
—La verdad es una historia algo larga.
—Oh, pues a mi no me importa, siempre estoy dispuesto a escuchar una buena historia —Se acomodó sentándose en una roca listo para que empezara su relato.
—Bueno, ya que —Bocadillo también procedió a tomar asiento en una roca cercana — Esta historia empieza en un lugar muy muy lejano...
...
No sé quienes fueron mis padres, no los conocí, solo sé que desde el inicio siempre estuve solo, a merced de todos los depredadores salvajes que habían en la zona donde vivía, por fortuna también habían muchas plantas donde esconderse, cosa de vital importancia para mí, desde que era una larva que tengo este color blanco y eso destacaba mucho en un campo verde, creo que fue un milagro o la voluntad de algún dios que nadie me comiera, pero obviamente la suerte no me iba a durar para siempre.
Un día alguien me encontró, una especie de insecto encapuchado que flotaba con una antorcha en la mano y una cubeta en la otra donde metía cualquier bicho pequeño que le pareciera sabroso, yo caía en esa categoría, así que terminé siendo capturado como los demás.
Y pues... La historia de mi vida habría sido muy corta de no ser por una serie de situaciones algo extrañas e inesperadas, siendo la primera de ellas el hecho de que el lugar al que fui a parar se trataba nada menos que de un circo y el líder de este circo era alguien bastante... Especial.
Era un murciélago ¡Sí! Tal como lo oyes. Era un tipo glamoroso y elegante, caminaba con gracia, hablaba con clase el solo verlo era un espectáculo y despertaba la admiración tanto de machos como hembras, ah que criatura tan encantadora, aunque lo que muchos no sabían era que en la intimidad de su hogar, detrás del telón era un desgraciado de mal carácter. El día que llegué al circo justamente estaba teniendo una de sus rabietas porque no encontraba su delineador de ojos.
—¡Bruuuuuuum! ¿Dónde yace mi delineador de ojos?
—En su mesa de noche maestro —Contestó el aludido.
—¡No está!
Brumm le lanzó una mirada al mueble.
—¿Y ese?
—Ese es negro azabache, el que necesito es negro ahumado o en su defecto negro número tres.
—Uh... ¿Qué?
—¡Ah! Siempre igual, tu ignorancia me ofende.
—Perdón...
—Ignorancia, falta de clase ¡No hay sentido estético! ¿Qué pecado mío es merecedor de tal condena? —Se tumbó en un sillón con excesivo dramatismo—. La perfección de mi rostro mancillada por una tonalidad incompatible...
—¡Está bien! Lo ayudaremos a buscar su lápiz.
Jejeje, Brumm siempre sufría soportando las rabietas del maestro, a pesar de que tenía un rango bastante alto nadie envidiaba su puesto realmente, aguantar a Grimm nunca fue fácil.
Mi llegada al circo coincidió con ese drama exagerado que se estaba montando el maestro dentro, en cuanto mi captor puso un pie en la tienda, de inmediato lo agarraron de un brazo para obligarlo a buscar el dichoso lápiz y pues... Allí me quedé, atrapado dentro de una cubeta esperando mi destino de bocadillo.
Y en esta espera angustiante fue que se me presentó un ángel... Una dulce criatura negra de cara blanca, una encantadora niña llena de inocencia y alegría, me saludó con un dulce Gyaaarg y me sacó de la cubeta para llevarme a jugar con ella, y yo... No es como si tuviera otra opción, aunque teníamos un tamaño parecido ella tenía bastante más fuerza que yo, además de que ella no estaba acostumbrada a recibir un no por respuesta.
La niña que me había recogido era nada menos que la hija del maestro de la compañía, una murciélago muy simpática pero también muy malcriada, acostumbrada a mandar sobre todos y a que se hiciera lo que ella quería. Por supuesto también se creía con el derecho a tomar lo que no era suyo, así que no vio problema en robarse parte de la cena para jugar con ella.
Debo decir que yo era mayor que ella, aunque por ser una larva no podía hablar ya tenía edad para entender lo que pasaba a mi alrededor, sabía que seguirla era mi única oportunidad para sobrevivir, así que me arrastré detrás de ella, me metí en su cuarto y la seguí a través de un agujero en su habitación que nos llevaba a su escondite secreto, el lugar donde guardaba todos sus tesoros.
Y el lugar... ¡Estaba lleno de maquillaje! Todas las cosas que Grimm perdía iban a parar a ese lugar, así que había de todo, rojo escarlata, bermellón, carmín, sombra mate, castaña, miel, negro azulado, delineador negro ahumado...
...
—Espera un poco —interrumpió Dareth— ¿Te acuerdas de los colores? ¿Y te sabes los nombres?
—Tengo buena memoria para recordar imágenes, y claro que me se los nombres, el maestro me los enseñó. Antes para mí el rojo era solo rojo, pero luego de estar bajo su alero el color adquirió un nuevo significado para mí.
"Ahora entiendo por qué es tan raro" Pensó Dareth, pero guardó silencio, él era el tipo de gente para la que el cereza y el carmín seguían siendo rojo.
—Bueno, continúa,.
...
Como decía, ese escondite secreto se convirtió en mi hogar durante las siguientes semanas. Ese día nadie pudo encontrar el famoso lápiz, y cuando el seguidor de Grimm regresó a ver la cubeta con las presas se dio cuenta de que yo no estaba, era obvio que iba a notarlo, yo era la única larva peluda color blanco resplandeciente. Y ese asunto desató la furia del maestro.
—¡Primero mi lápiz! ¡Y ahora un bocadillo! ¡Esto es inaceptable! ¡El hurto es tabú en mis dominios! ¡Cuando el delincuente sea encontrado mi furia caerá sobre él!
Y todos temblaron de miedo.
Por supuesto, a nadie se le ocurrió sugerir que Escarlet tuviera algo que ver en todo este asunto de las cosas desaparecidas, era la niña del maestro, un angelito incapaz de hacer nada malo y ella... Aún no tenía muy claro el concepto del bien y el mal, no veía mucho problema en tomar un lápiz porque siempre podían comprar otro, así que todo estaba bien, además por su edad no entendía del todo lo que ocurría ni tampoco porqué estaban todos tan asustados.
En fin, que pasaron los días, yo seguía oculto, aunque salía de vez en cuando a robar algo de comer, lograba mantenerme oculto envolviéndome con un trozo de tela escarlata que había encontrado en el escondite, mi color blanco resaltaba demasiado en ese lugar, allí todo, desde las paredes hasta la gente estaban pintados con la misma tonalidad y cada cosa que había allí seguía la línea estética del circo, yo era la única cosa que rompía el esquema, un punto blanco en un manto rojo.
Al menos mi ropa fue suficiente para pasar desapercibido y deambular por allí buscando comida y escuchando conversaciones ajenas, gracias a eso aprendí mucho, como era la vida en el circo, los horarios de cada persona y en particular lo terrible que era el maestro. Confieso que le agarré algo de miedo, a veces por las noches soñaba que aparecía de la nada en el escondite y me clavaba sus garras encima para luego arrojarme a su boca...
Aunque había algo curioso en todo esto, Grimm era un murciélago negro de ojos rojos, pero en mi sueño era completamente escarlata, en ese momento no lo sabía pero ese detalle tendría mucha importancia después.
El circo en el que estaba no era normal, es... Algo complicado el explicar porqué, quizás lo haga más tarde cuando encuentre las palabras adecuadas, tenme paciencia Dareth.
Pasaron los días y llegó el momento inevitable, el circo debía partir, eso significaba que desarmarían las tiendas, los cuartos y que recogerían todas las cosas. Fue en medio de la mudanza que finalmente me descubrieron.
Yo estaba enroscado en un rincón agarrando un labial rosa coral como si fuera un aguijón, listo para atacar.
...
—Pfff... Que tierno —rió Dareth— Como si ese lápiz fuera a intimidar a alguien.
—Lo sé, un tono borgoña hubiera sido más efectivo.
—Eh... No estoy tan seguro.
—¿Un carmesí tal vez?
—Dejémoslo así, continúa.
...
Todo a mi alrededor se movía y se escuchaban ruidos fuertes de los muebles siendo removidos, temblaba en mi sitio temiendo lo peor mientras mis patas agarraban el lápiz con toda la fuerza posible, logré distinguir algunas sombras a través de la tela que me mantenía oculto, todo mi cuerpo se tensó y algunas lágrimas escaparon de mis ojos y entonces, retiraron mi cubierta, quedé expuesto, desnudo con toda mi blancura a la vista del seguidor de Grimm.
—¡Ah! ¿Qué es esto? —Exclamó el seguidor— Un momento... ¿Ese no es el bocadillo que Steve decía que había perdido? ¡Y miren todo ese maquillaje! ¡Tú eres el ladrón!
El bicho se abalanzó sobre mí y como pude logré esquivarlo, era una larva muy ágil. Chillé pidiendo ayuda, pero mis súplicas fueron ahogadas por la voz del seguidor que daba la alerta de mi presencia. Pronto un muro de bichos tapó mi salida y quedé atrapado, los pelos de mi cuerpo se erizaron del terror y recurriendo a mi última estrategia, me erguí tratando de parecer más alto e intimidante, aunque eso solo me hizo ver más apetitoso supongo.
—Oh, mira esas carnes, está bien alimentado, será un bocadillo muy sabroso.
—Aunque probablemente el maestro lo reservará para él.
—Quizás comparta algo con quien lo atrape.
Yo estaba llorando del terror, mis patas temblaban y casi ni podía respirar, veía mi vida pasar frente a mis ojos (aunque no había mucho que ver en realidad) y justo cuando había perdido toda esperanza, Escarlet llegó volando y se puso frente a mí cubriéndome con sus alas y gruñendo a los demás.
—Gyaaaaaaaaaarf
—Princesa...
—¡Gyaaaaaarg!
—Princesa, suelte a ese bicho sucio, es un bocadillo nada más, con la comida no se juega.
—Gyarg gyarrg gyaaaaaaaaarg
Grimm tenía a todos sus súbditos prohibido ponerle un dedo encima a su hija, solo Brumm tenía ese privilegio, así que ninguno de ellos sabía como manejar la situación y fue necesario que el maestro mismo llegara a intervenir en ese asunto.
Y Así fue como finalmente tuve frente a mí a la pesadilla que me atormentaba en sueños, ese murciélago tan elegante con sus ojos resplandeciendo en rojo y... Fue sorprendente darme cuenta de que no estaba tan asustado como creía, por alguna razón el murciélago de mis sueños daba más miedo, Grimm simplemente... Me causó admiración, no podía dejar de mirarlo, aunque el embobamiento que me provocó se acabó en cuanto habló.
—Así que un polizón en mis dominios —Siseó furioso.
—Ladrón de sustento, ladrón de belleza ¿Dónde has acaparado mi maquillaje? Mis colmillos perforarán tu carne.
Sin poder hacer nada más me abracé a Escarlet, cosa que lo puso aún más furioso.
—¡Suelta a mi niña! ¡Escarlet acude a mis alas!
—Gyaaaaaarg
—¡Escarlet suéltalo!
—Gyaaaaaaaarg
Hasta ahora la niña nunca había desobedecido a su padre y esto lo dejó impresionado, de pronto pasé de ser un polizón ladrón a ser una mala influencia y la perdición de su niña, no me preguntes cómo Dareth, estas son interpretaciones de Brumm que vio la escena y que conoce a Grimm lo suficiente como para saber qué pasa por su cabeza. El asunto es que decidió tomar una actitud más agresiva y caminó hasta su niña agarrándola de un ala.
—¡Papi no! Gyaaaarg —Chillo la pequeña.
—¡Escarlet! ¿Has hablado?
—Gyaaaag, papi —se puso a llorar.
Y así de pronto pasé a segundo plano, yo ya no era importante, ahora solo importaba Escarlet y sus primeras palabras. Por supuesto no dejé pasar la oportunidad y traté de arrastrarme lejos, pero Grimm nunca dejó de prestarme atención.
—¡Alto ahí ladrón! ¡Nuestro asunto aún no finiquita!
—Gyaaaar nooooo, papiiiiiiii.
—Lo siento corazón, pero robar es malo y no puedo perdonar a esta larva, la obtención del negro ahumado es compleja y su hurto solo me ha causado incordios.
Yo no podía hablar para defenderme y explicar que era ella quien había robado sus lápices, así que hice lo único que podía hacer, me arrastré hasta el escondite y busqué el lápiz que quería.
—¿Crees que eso borra la ofensa? La colección que observo es tremenda, Bermellón, beige, ocre, de todo hay aquí, todas piezas de hurto.
Me apresuré a buscar los colores mencionados y los dejé a sus pies. Él solo se me quedó mirando, no por el hecho de que le hubiera devuelto los lápices, era más bien por otro detalle.
—Tú... ¿Puedes distinguir el bermellón del cereza? —Asentí con vehemencia — ¿Y el rosa coral?
Lo busqué entre los lápices y lo dejé también a sus pies.
—¡No puede ser! ¡Finalmente! ¡Mi alma gemela estética!
Grimm me alzó entre sus brazos eufórico y dio vueltas por la habitación con migo en sus manos chillando no se qué cosa de elegancia, delicadeza, potencial y otras cosas más. Les prohibió a todos que me comieran y me hizo parte de su compañía, si te soy honesto Dareth, ahora que recuerdo esta historia pienso que es bastante rara.
...
—Tienes razón —comentó la mariposa— es bastante rara, pero es graciosa, me ha gustado.
—Me alegro ¿Me entiendes ahora mi estimado por qué le doy tanta importancia a los colores?
—Sí, te comprendo, pero no creo que esa algo necesario para todas las ocasiones.
—Eso es lo que diría un bicho sin clase —se quejó la polilla con desprecio— Mira Dareth, seré muy sincero, me agradas mucho, muchísimo, eres de los bichos que más me gustan, pero tu falta de clase a veces me abruma.
—Lo siento —Bajó la mirada apenado— El aspecto no es algo de lo que me preocupe demasiado, nunca fui muy guapo ni nada, así que...
—Ah, pero con un cambio de imagen seguro quedarías di-vi-no.
—¿Eh? —De inmediato se puso nervioso.
—Solo tengo que quitarte esos harapos que usas y cambiarlo por algo más digno.
—Oye no, estoy bien como estoy.
—Oh vamos —Bocadillo voló hasta ponerse a la altura de Dareth— Déjame probar un poquito, seguro te encanta.
Por esa noche, las historias acabaron, pues ambos tenían mucho que discutir sobre sus preferencias estéticas.
Nota: Ignoro si existen maquillajes de esas tonalidades, solo busqué en google colores de nombres inusuales.
Bien bien, empecemos. Teóricamente según el orden de lectura, esta historia debería ir después de cuentos de Hallownest y antes de Jamás, aunque cronológicamente hablando ocurre antes de cuentos de Hallownest (salvo por el capítulo final que tiene un cachito que ocurre después).
Este es un fic muy muy corto, de apenas 6 capítulos, puesto que quería hacer la historia de Bocadillo lo más compacta posible cosa de poder empezar con el final rápido.
Este fic... La verdad no creo que sea malo realmente, pero comparado con los otros dos es muy probable que se quede corto, sin embargo sentí que era necesario escribirlo, así que lo hice. Igual si no les gusta lo pueden saltar y esperar mi siguiente fic, pero para quienes hayan quedado intrigados con quien ese Bocadillo y qué busca, este fic será necesario.
