Ella…

Era la primera hora de clases después del desayuno, Griffindor y Slytherin compartirían la clase de pociones, lo que solo podía significar que él estaría más ocupado, tratando de mantener a sus amigos a raya y evitar cualquier altercado con la otra casa, suspiró con cansancio, ahora no sabía si agradecer al director Dumbledore por el puesto.

Como era de esperarse los merodeadores fueron los últimos chicos en entrar al aula, donde ya se encontraba el profesor Slughorn hablando, y como si de los reyes se tratasen saludaron al profesor y recorrieron el aula hasta sentarse en la parte del fondo. Desde la banca de al frente una pelirroja les mandó una mirada de reproche, al notarla, James levantó la cejas de forma insinuante, a lo que ella frunció el ceño y regresó su vista al profesor; a su lado, Snape, que se sentaba con ella, se acercó a murmurarle algo, la chica asintió con una sonrisa; el de los lentes, que no había apartado la mirada de ella soltó un bufido.

– No sé exactamente por qué Lily no puede apartarse de ese tipo –murmuró con molestia

Remus volteó hacia él con una ceja levantada, hasta el año pasado James no había mostrado interés alguno en la pelirroja, le había conocido algunas chicas con las que había salido, bastante guapas por cierto; pero ese día, durante el desayuno, su amigo había coqueteado abiertamente con ella, aunque Lily simplemente le había fulminado con la mirada y se levantó de la mesa para cambiarse de sitio.

– Oh ¿Acaso el gran James se siente celoso? –a su lado, Sirius, un chico de cabello negro y rizado a los hombros soltó una carcajada

– Bueno, es solamente que este año, Lily me ha parecido más guapa que antes ¿A qué no? –James sonrió sin dejar de ver a la pelirroja

– No lo sé amigo –el chico levantó los hombros restándole importancia y se recargó en la mesa –No me van mucho las que se juntan con Slytherins –murmuró esta vez dirigiéndole una mirada al pelinegro de cabello largo al lado de Lily –Pero si te sienta mejor jugarle una broma a esa serpiente, te ayudaré gustoso –insinuó divertido, haciendo al de lentes sonreír de lado

– ¡Si James hay que hacerlo! –Peter, un castaño, mucho más bajito que ellos se acercó de inmediato –Seguro Lily te presta atención con eso –animado los apoyaba, esperando lo tomaran en cuenta en la broma

Remus soltó un suspiro y recargó sus codos sobre su mesa, muy dentro de sí, sabía que el profesor Dumbledore le había puesto como prefecto para mantener a raya a sus amigos, pero ¿Cómo se supone haría eso? Para empezar… ¿Eso era realmente posible? De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta abrirse, a paso apresurado una chica de cabellos negros se adentraba al aula, llevaba cargando consigo una gran caja llena de frascos, que cubría su rostro y se dirigió hasta el profesor.

– Aquí están profesor

– Oh gracias señorita Braun, se me había olvidado en el despacho, póngalos aquí –señaló su escritorio

La chica asintió y dejó la caja para rápidamente voltear e ir a su lugar; Remus, quien no había perdido detalle, abrió los ojos con sorpresa; nuevamente encontrándose con aquellos ojos ámbares que le habían recibido aquel día en el tren. La chica tomó asiento de inmediato hasta al frente, justo al lado de Snape, quien no parecía renuente a su contacto, Lily volteó hacia ella con una sonrisa y levantó la mano para saludarla, a lo que la chica solo asintió cortésmente antes de dirigir toda su atención al profesor.

Los chicos que cuchicheaban planeando su próxima jugarreta voltearon hacia Remus, que aún no se unía a ellos.

– ¡Hey Remus! –Sirius alzó la voz llamando a su atención

– ¿Hn? –volteó hacia ellos ligeramente destanteado

– ¿Remus? –James ladeó la cabeza – ¿Pasa algo? –el de cabellos castaños negó inmediatamente

– ¡No, no! Es solo… –murmuró y nuevamente dirigió la mirada al frente –¿Saben quién es?

El castaño señaló con la cabeza la mesa de hasta el frente, haciendo que el resto de sus amigos voltearan en esa dirección.

– ¿Quién? –Sirius levantó una ceja

– ¿La chica al lado de Snape? –preguntó esta vez James, Remus asintió

– No tengo idea –bufó Sirius –pero es una de las serpientes

Remus estaba bastante acostumbrado al tono de superioridad que Sirius ocupaba cuando hablaba de los Slytherin, sin embargo, por alguna extraña razón, esta vez le había incomodado.

– ¿Por qué el interés Remus? –James había notado la incomodidad de su amigo

– Nada… nada en especial –se apresuró a contestar, y aunque no lo convenció del todo, James lo dejó pasar

– Seguro…

– ¡Bien! –interfirió nuevamente Sirius –ahora que al fin nos prestas atención, te diremos el plan