Rondas nocturnas
Pasaba de las 11 de la noche en Hogwarts y como era costumbre, los prefectos recorrían el castillo para evitar que los alumnos rompieran el toque de queda; en uno de los largos pasillos cerca de las mazmorras, los dos nuevos prefectos de Slytherin hacían sus rondines.
- Debes poner más empeño Braun –reclamó el chico rubio, ella rodó los ojos
- Acompañé a Severus a la enfermería, por eso llegué tarde –murmuró fastidiada
Justo al final de la cena, algo había ocurrido con la bebida de Severus, que había hecho crecer sus dientes descomunalmente, ella había acompañado al chico a la enfermería donde Madame Pomfrey le había dado una pócima para arreglarlo, según sus propias palabras, sus dientes se reducirían de tamaño poco a poco y aunque Severus trató de decirle quien fue el culpable, no había podido entenderle ni una sola palabra. Cuando por fin supo que el pelinegro estaría bien, salió de la enfermería hacia sus sala común, esa noche era su turno del rondín nocturno, y aunque corrió lo más rápido que pudo, se retrasó varios minutos, por lo que en cuanto llegó al punto de reunión, el premio anual le había dado una reprimenda, y su ahora compañero no dudaba en molestarle con el tema.
- Lo digo en general, ya es lo bastante malo que alguien de tu tipo sea prefecta –sonrió con burla, mientras la chica apretaba los puños
Como ya era su costumbre, nuevamente se metían con ella por su origen, sin embargo pelear con su compañero no sería lo más sensato, por lo que tomó aire, tratando de relajarse y continúo su camino; el chico sonrió divertido, encantado de ver como ella siempre se quedaba callada sin importar lo que dijera.
Del otro lado del castillo, Remus también realizaba su respectiva vigilancia, había iniciado solo, ya que Lily no se sentía del todo bien, posiblemente pronto pescaría un resfrío; caminaba por los pasillos tranquilo, por lo que había hablado con sus amigos, ellos no tendrían planes para esa noche, James le había explicado que ya que él estaría de ronda, no querían causarle problemas; aunque en realidad suponía que era porque necesitaban siempre estar los cuatro juntos para realizar sus planes, suspiró, aun así les agradecía eso.
Caminó por un rato más hasta encontrar una de las ventanas abiertas, se acercó hasta el balcón, era una noche bastante despejada y una muy pequeña parte de la luna estaba asomándose, se tensó por un momento, aun no podía comprender como podía gustarle la noche y tenerle tanto miedo al mismo tiempo, le asustaba como la luna poco a poco se hacía más grande y pronto tendría que ausentarse del colegio, nuevamente; sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando vio una luz aparecerse por un pasillo, el pequeño destello era capaz de iluminar el pasillo, más no el rostro de quien lo había invocado, sin embargo, aquella persona caminaba en su dirección.
- Ah eres tú –murmuró en cuanto estuvo frente a él, apagando su varita
Remus abrió los ojos con sorpresa al distinguir quien era, la poca luz que ofrecía la Luna iluminaba su cabello, negro y lustroso, con los particulares mechones blancos enmarcando su rostro y el par de ojos como brillante ámbar, aquella chica que había rondado su cabeza desde hace días. Ante el mutismo del chico, la pelinegra ladeó la cabeza.
- ¿Estás bien? –preguntó, sacando a Remus de la impresión
- S–si, solo… nada… –murmuró casi inentendible, haciendo que la chica levantara una ceja
- De acuerdo
La pelinegra le restó importancia y volteó hacia la ventana abierta, casi de inmediato, su rostro cambió con una mueca apacible, la noche era preciosa; Remus logró ver el cambio en sus facciones, y quedó fascinado, la chica podía lucir aún más linda de lo que pensaba ya era. Al sentir la mirada del chico sobre ella, la pelinegra volteó encarándolo, los ojos claros se abrieron con sorpresa al verse descubiertos, y de inmediato se desviaron, trataron de fijarse en otro punto; sin embargo, las mejillas sonrojadas de chico delataban su anterior escudriño
- ¿Dónde está tu compañera? –preguntó curiosa
- Oh… se sentía un poco mal, es por eso que me ofrecí a hacer las rondas solo –murmuró aún si verla, ella levantó una ceja con duda
- Es eso, ¿O estas tratando de encubrir alguna tontería de tus amigos? –se cruzó de brazos, sorprendiendo a Remus, que volteó hacia ella
- ¿Cubrirlos?
- Nuestro premio anual y los otros prefectos ya nos habían hablado de tu grupo, tenemos que estar atentos ya que suelen romper el toque de queda
Remus pareció incómodo ante la fama que ya se habían creado, sabía a la perfección que él también apoyaba en cada tontería y broma que Sirius y James ideaban, pero por primera vez, pareció avergonzarse de que esa chica lo reconociera por ello.
- En verdad no es nada de eso –negó rápidamente
- Bien –asintió aún no muy convencida –bueno será mejor continúe –dio la vuelta para reanudar su inspección
- E–espera –le llamó nuevamente, deteniéndola –¿D–dónde está tu compañero?
Aunque en realidad no le importaba mucho la respuesta, simplemente no pudo permitir que se fuera y era lo mejor que se le ocurrió para continuar la conversación. La chica mordió sus labios incómoda, según lo que les había explicado antes de salir a vigilancia, era que los nuevos prefectos no deberían hacer los primeros rondines solos, deberían siempre ir con su compañero de año, para evitar cualquier conflicto y tuviesen apoyo.
- Estaba cansada de él –confesó finalmente, desviando la mirada a la ventana abierta –así que en cuanto pude le dejé de lado –Remus percibió fácilmente su cambio de humor
- Ya veo… –finalizó, no queriendo ahondar más en el tema
- Bien, entonces… debo seguir
La pelinegra dio un asentimiento con la cabeza como despedida y empezó a caminar hacia el lado contrario, encendiendo nuevamente su varita; Remus la observó alejarse, él jamás se había interesado antes en una chica, o al menos no a ese nivel, le parecía bonita, inteligente y aunque fuera de Slytherin, quería pasar tiempo con ella, solo tardó unos segundos en pensarlo, cuando ya se encontraba caminando hacia ella.
- ¡Hey espera!
La pelinegra se detuvo, dejando él le diera alcance; respiró profundo y tomando todos los consejos que alguna vez Sirius le había dado sobre chicas, al fin habló.
- Bueno –desvió ligeramente la mirada –No creo sea buena idea hacer los recorridos solos, si no te molesta, podríamos hacernos compañía…
La chica abrió los ojos con sorpresa, ella esperaba pasar el resto de la noche sola, y mucho menos había imaginado que el Gryffindor se ofreciera, por lo que solo atino a asentir levemente
- De acuerdo... Caminemos juntos –Remus sonrió entusiasmado y empezaron su andar
- Por cierto… mi nombre es Lupin, Remus Lupin –le tendió la mano
- Braun, Abigail Braun –le correspondió el saludo con una pequeña sonrisa
