Eres un Slytherin

Desde ese día, las cosas habían cambiado entre ellos, lentamente, sin que lo notaran, pero habían cambiado. Cada vez pasaban más tiempo juntos, ya no era solo en sus transformaciones de Luna llena, donde ella esperaba pacientemente sentada en el sofá como un cuervo, mientras él se transformaba y le acompañaba hasta que el resto llegara, o durante sus rondas nocturnas en las que apenas iniciaban y se separaban de sus respectivos compañeros de casa, para reunirse en algún punto y pasar el resto de la noche juntos, comiendo algún bocadillo y platicando de su día, mientras se paseaban por los pasillos. Ahora, Remus trataba de ser más independiente, durante el día, trataba de dejar a sus amigos en sus clases antes de dirigirse hacia la suya, porque Abigail le estaría esperando en algún pasillo cerca para andar el resto del camino juntos y sentarse uno al lado del otro; incluso estando con sus amigos, en el gran comedor, no dudaba en mandarle pequeñas miradas a hurtadillas hasta la mesa de Slytherin, que cuando la pelinegra lograba notar, le correspondía con una pequeña sonrisa. Todo iba bien, todo hasta ese día…

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Abigail y Severus salían de la clase de encantamientos que habían compartido con los hufflepuff, el profesor les había encargado una tarea que les tomaría el resto de la tarde, ambos chicos caminaban a un sitio más tranquilo, cuando la chica recordó algo importante y se detuvo de golpe.

– ¿Qué sucede? –Severus levantó la ceja

– Oh bueno… debía pasar por un libro a la biblioteca hoy –desvió la mirada nerviosa –iré por él rápido –aseguró de inmediato –¿Te veo en el gran árbol?

– Seguro, no tardes

Sin tomarle mayor importancia el chico se dirigió hacia los jardines cerca del lago oscuro, mientras ella corría en dirección a la biblioteca, a buscar aquel libro que le había fascinado y que había prometido mostrarle a Remus esa misma noche.

Severus se sentó en un enorme abeto, en el cual solía reunirse con la chica para estudiar o hacer los deberes, apenas habían pasado un par de minutos cuando escuchó un jaleo aproximándose hacia él.

– ¡Vengan Lunático! ¡Canuto! ¡Colagusano!

Reconoció la voz James de inmediato, levantó la vista del libro de sus manos y observó como James, Sirius, Peter y Remus subían la colina hacia él, se tensó de inmediato cuando el de las gafas dirigía su mano a su bolsillo, tomando su varita. Severus se puso de pie de inmediato y levantó su varita, pero James lo desarmó fácilmente.

– ¡Expeliarmus!

– Bien hecho cornamenta –le celebró Sirius y sacó su varita para también apuntarle divertido

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En otro punto del castillo, Abigail caminaba tranquila abrazando el libro, imaginando la cara de Remus al entregárselo, ajena al martirio por el que su amigo estaba pasando.

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Bajo el gran árbol, un grupo de estudiantes se arremolinaban alrededor de Severus, que alentados por Sirius, coreaban "quejicus", el cruel apodo que le habían dado, mientras James le apuntaba con su varita y lo hacía levitar de cabeza.

– ¡Atención! ¿Quién quiere ver de cerca los calzoncillos de Quejius?

James reía burlonamente, mientras Severus se retorcía tratando de bajar, el de Griffindor sonrió de lado e hizo un movimiento con su varita, desabrochando y bajando los pantalones de Severus, dejando a la vista su ropa interior, causando un estallido de risas.

– ¡¿Qué demonios haces Potter?!

Una fuerte y molesta voz detrás de ellos hizo callar al grupo de estudiantes, los merodeadores voltearon y James palideció de inmediato al reconocer a la pelirroja, que se acercaba con el ceño fruncido, siendo seguida de sus dos amigas Marlene McKinnon y Mary Mcdonald.

– ¡Potter bájalo de una vez! –volvió a insistir, haciéndolo dar un salto y que de inmediato terminara su hechizo, dejándolo en el suelo.

– Oh Lily querida –James se aproximó con una sonrisa nerviosa, Sirius rodó los ojos –nosotros solo…

– Solo jugamos con nuestro amigo Quejicus, Evans –intervino Black con una sonrisa de lado, haciendo enfadar a la pelirroja

– Solo son unos idiotas –siseó

Lili volteó hacia Severus, que luchaba por subir sus pantalones, se acercó a él de inmediato, con la mano extendida dispuesta a ayudarle a levantarse, el pelinegro observó su mano y levantó la mirada hacia ella, sus ojos denotaban preocupación y acaso ¿lástima? Severus golpeó su mano y se levantó a tropezones, herido, avergonzado y humillado, ante todos, ante Lili.

– ¡No te me acerques sangre sucia! –estalló en un gruñido

El lugar se sumió en un denso silencio, todos sorprendidos de la ofensa dada a la pelirroja, la chica le veía sorprendida, sus ojos verdes abiertos de par en par, aun no creyendo como le había llamado su entrañable amigo, de pronto la voz furiosa de James rompió el silencio

– ¡¿Qué acabas de decir basura?! ¡Discúlpate de inmediato! –Los ojos de James se incendiaron mientras le apuntaba con su varita

– Baja esa varita, Potter –Abigail se interpuso entre el pelinegro y el de las gafas con su varita en alto, apuntando directo al rostro del Gryffindor, James chasqueó la lengua, la pelinegra dirigió su mirada a su alrededor y frunció el ceño –quiero que todos se vayan o sus casas perderán bastantes puntos

De inmediato el resto de los estudiantes se esparcieron, tratando de evitar que la prefecta de Slytherin afectara a sus respectivas casas, solo quedando en el lugar los merodeadores, Lili, Marlene, Mary y los dos Slytherins.

– ¡¿Braun, acaso no has escuchado lo que le ha dicho a Lily?! –gruñó James, aún sin bajar la guardia, Abigail frunció el ceño, por supuesto que lo había escuchado, caminaba tranquilamente hasta ver el barullo y a Severus en el aire, corrió tan rápido como pudo, pero fue muy tarde, el chico ya se encontraba en el suelo gritándole tal insulto a la pelirroja.

– ¡Todo es tu culpa! –Lily interrumpió al par de magos, James volteó sorprendido, la pelirroja le veía furiosa y se acercó a él intimidante –Siempre vas actuando como si fueras lo mejor del mundo, pavoneándote de tus habilidades en el quidditch, jugando con esa estúpida snitch y creyéndote el rey del mundo –la chica chocó sus pies contra los de él, con su índice enterrándose en su pecho –¡Me asqueas Potter! –Siseó y desvió la mirada hacia Severus, que también la miraba estupefacto –Lo hacen ambos… ¡No quiero ver a ninguno de los dos de nuevo! –dio media vuelta y se marchó a pasos marcados, pasando al lado de Remus y Peter que observaban asustados el intenso ataque a su amigo, Mary y Marlene observaban a la distancia y en cuanto Lili pasó a su lado fueron tras ella.

– 30 puntos menos a Gryffindor –la voz de Abigail atrajo su atención nuevamente

– ¡¿Qué demonios?! –Sirius recobró la compostura y se acercó intimidante a la pelinegra, que no pareció inmutarse

– Atacaron a un compañero, den gracias a que no doy aviso a los profesores –Abigail desvió la mirada de Sirius hacia Remus, quien cohibido rehuyó de ella, la chica chistó la lengua y guardó su varita, les dio la espalda y caminó hacia la varita de Severus, levantándola y devolviéndosela –vámonos Severus

– Pero ellos…

– ¿Se largan serpientes cobardes? ¿Vuelven a su agujero? –ladró Sirius con un deje de burla, Severus apretó con fuerza su varita

– Te arrepentirás Black –El Slytherin se acercaba con su varita en alto

– ¡Basta ya! –Remus intervino por primera vez, tomando el hombro de Sirius

Abigail chasqueó la lengua y a grandes zancadas se adelantó a Severus hasta llegar frente a Sirius, levantó la mirada al chico que le sacaba por lo menos una cabeza, su mirada afilada chocó contra el ceño fruncido y la mirada de superioridad del gryffindor

– Cierra la boca Black –escupió –Siempre pregonas que eres diferente a tu familia, siempre creyéndote el pobre niño incomprendido, la oveja negra… pero están cortados con la misma tijera, no importa cuanto lo rechaces, eres tan Slytherin como nosotros, tal vez tu familia discrimina por la pureza de su sangre, pero tú molestas a estudiantes simplemente por estar aburrido o por que no son de tu agrado… eres parte de la misma calaña, todo un Black, felicidades

Sirius mantenía la boca abierta, estupefacto ante las mordaces palabras de la chica, que le taladraba con la mirada, los ojos mieles pasearon de sus pies a su rostro nuevamente, llenos de repulsión, antes de dar media vuelta y comenzar su andar, solo entonces Sirius pareció despertar de su trance y rechinó los dientes apretándolos con furia

– ¡¿Que has dicho?! –El chico hizo ademán de seguirla, pero Remus lo detuvo tomándolo por los brazos

– ¡Espera! Detente Canuto

– Vámonos Severus –el pelinegro se mantuvo en su sitio, renuente a marcharse, Abigail volteó de reojo hacia los gryffindor, Sirius gruñía mientras Remus le tomaba de los brazos, los ojos azules del más alto se toparon con los mieles, apenas por un segundo, antes de que él desviara la mirada avergonzado –No haremos esto más grande –la chica regresó su mirada al frente para continuar su camino, Severus frunció el ceño, pero siguió a su compañera.

Remus esperó lo suficiente, hasta que ambos Slytherin hubieran desaparecido y soltó a Sirius que gruñía maldiciones, aún enfadado por las palabras de la chica; el más alto volteó hacia sus otros dos amigos, James tenía la mirada baja, desolado ante el confrontamiento de Lily, mientras Peter daba vueltas a su alrededor, tratando de animarlo. Soltó un suspiro pasando la mano por su cabello revolviéndolo ¿Cómo era posible que una pequeña broma habría terminado tan mal? De pronto algo en el suelo llamó su atención, camino hasta el objeto y lo levantó, era el libro del que Abigail le había hablado tan animosamente la noche anterior, soltó un suspiro, ella estaba molesta, más que molesta y ahora no sabía si sería capaz de arreglarlo.

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Llegó la noche, mas antes de lo que Remus habría querido, no había visto a Abigail durante el resto del día, y aunque esa noche también les tocaba la ronda nocturna dudaba mucho que quisiera verlo, se dirigió hacia su punto usual de reunión, sin encontrarla. Suspiró profundamente, recordando la pelea de esa tarde, apretó el bolsillo de su túnica y dio vuelta, debía buscarla, debía arreglar todo.

No tardó mucho antes de encontrarla, caminaba sola por uno de los pasillos, con su varita iluminando su camino; de inmediato apresuró el paso dirigiéndose a ella.

– Abigail –la chica levantó la mirada, frunció el ceño y dio vuelta caminando hacia el lado contrario, Remus sintió un desazón en su cuerpo pero apresuró el paso hasta tomar su mano.

– Abigail tenemos que hablar –insistió, pero ella se deshizo del agarre de inmediato

– No, no tenemos –se cruzó de brazos, alejándose un par de pasos

– Por favor... –murmuró el chico, Abigail se mantuvo firme por un momento, observando el rostro de culpa de Remus, culpa, el sentimiento que no toleraba ver en él, desvió la mirada y soltó un suspiro

– De acuerdo…

Remus suspiró aliviado y se apresuró a buscar en sus bolsillos, de donde sacó una tableta de chocolate que de inmediato se la extendió, sorprendiéndola

– ¡Yo… lo siento! –se disculpó de inmediato

– Remus…

– No, déjame decirlo –le interrumpió –en verdad lo siento, yo… debí hacer más, debí interferir, sé que debí hacerlo… pero no pude y por eso, lo siento… –Remus no había levantado la mirada, avergonzado, Abigail suspiró nuevamente y acercó su mano, tomando el chocolate

– Está bien… acepto tus disculpas….

Remus sonrió más animado y ambos chicos caminaron hasta acomodarse en una banca cercana, mientras Abigail partía la barra de chocolate a la mitad y le daba una parte al castaño.

– Sé que estas molesta pero… –trató de iniciar

– No hay un pero Remus, por supuesto estoy molesta –le interrumpió frunciendo el ceño –después de lo que le hicieron a Severus –esta vez fue el chico quien frunció el ceño, harto de la cercana relación que tenía la chica con el Slytherin

– Snape también tuvo algo de culpa ¿No crees? Jamás debió de llamarle a Lily de esa manera –rodó los ojos

– Lo sé, lo sé mejor que nadie ¿Recuerdas que también soy mestiza? y no soy especialmente bienvenida en mi casa –él guardó silencio – nada de esto hubiera sucedido si tus amigos no se dedicaran a hacerle la vida imposible a Severus –Remus trató de replicar, pero ella no lo permitió –Lo he visto Remus, no trates de justificarlos, les he visto atacarlo solo por ser él, por ser un Slytherin…

Remus bajó la cabeza avergonzado, sabía que los chicos solían molestar a Severus cada que tenía oportunidad, en especial James cada que lo observaba cerca de Lili, y Sirius le seguía la corriente solo porque el pelinegro no le agradaba, y tanto él como Peter les habían acompañado ciegamente.

– ¿Acaso no te das cuenta? También soy una Slytherin ¿Van a atacarme a mí en algún momento? ¿Solo por quién soy? –él palideció

– ¡No! –Negó de inmediato –No lo harán, tú no eres como él, él es oscuro y tiene una obsesión por la magia negra

– No está obsesionado con ella, solo es bueno en defensa contra las artes oscuras, al igual que yo, sé bastante sobre la magia negra y como utilizarla ¿Eso me hace malvada?

– No… –negó nuevamente –tienes razón Abigail, yo lo siento, debí hacer más, debí interferir, pero ten por seguro que jamás dejaría que te hicieran daño…

Murmuró cada vez más bajo, Abigail volteó hacia él sorprendía y un ligero sonrojo asaltó sus mejillas, después de unos segundos soltó un suspiro, que atrajo la atención del chico

– Lo siento, sé que no eres como ellos, Remus, pero… –bufó –solo me ha sentado mal lo que han hecho a Severus… es mi amigo y sé que él también se equivocó, pero aprecia a Evans y se todo esto le afecta, está arrepentido, me ha dicho que estuvo todo el día en la puerta de Gryffindor para disculparse, pero creo no salió bien…

– No es el único –murmuró suspirando –a James también le afectó bastante lo que le dijo Lili

– Eso supuse –una sonrisa ligera apareció en su rostro –siento eso, aunque se lo merecía

– Lo sé –Remus sonrió levemente –lo siento, sé que no debimos molestar a Snape pero jamás dejaría que alguien lo hiciera contigo… m–me agradas

– Y tú a mí –murmuró también mientras daba una mordida del chocolate –pero no discutamos más eso, lo importante es que... bueno, tu y yo estamos bien… ¿no es así?

– Por supuesto –el chico se acercó un poco más, hasta que sintió el hombro de la chica chocar con su brazo, y mordió su parte del chocolate –por cierto… estaba leyendo el libro que me dijiste anoche –ella pareció sonrojarse, pero se escudó bajando la mirada y mordiendo el chocolate

– ¿Y?...

– Tenías razón, está encantándome…