Ella es peligrosa

Habían pasado ya un par de semanas desde el incidente y las tensiones entre los amigos de Gryffindor aún no habían pasado, James continuaba bastante molesto y no había permitido a Sirius acercárseles, incluso el pelinegro había tenido que dormir en la sala común o con alguna de sus conquistas, ya que su amigo de los lentes le habían prohibido determinantemente estar en el mismo lugar que Remus, incluso su inseparable amigo Peter le había dado la espalda, escondiéndose tras James cuando discutieron.

Remus, por su parte, había extrañado a su amigo, el ambiente dentro de sus dormitorio o en las clases era apático como si para que ellos funcionaran necesitaban precisamente de esa chispa de burla y mordacidad que Sirius aportaba , pero James parecía no ceder aunque estaba seguro que él era quien más necesitaba de Sirius. Esa tarde había salido temprano de su clase y se dirigía a alcanzar a James y Peter a la suya, caminaba por el pasillo cuando observó más adelante a Sirius, quien debería encontrarse en la misma clase, pero al parecer no había querido topárselos y no había entrado, el pelinegro caminaba desganado por el patio, sin compañía de alguna chica, o compañero, Remus lo observó decaído y soltó un suspiro mientras se acercaba a él.

– ¡Sirus! –le llamó, él volteó y se sorprendió al verlo acercarse, dio un par de pasos atrás, tratando de mantener la distancia y espió sobre su hombro –No están –se apresuró a asegurar, adivinando su pensamiento, él pareció relajarse, pero aun así desvió la mirada, evitando verlo

– ¿Cómo… estas? –preguntó en un murmullo, sin verlo y rascando su nuca

– Bien ¿y tú?

– Bien… –contestó sin muchas ganas, Remus suspiró nuevamente, le era extraño ver a Sirius de esa manera, como si esas emociones de inseguridad y vergüenza no fueran con él

– Sirius…

– Lo siento Remus –se apresuró a hablar –se que fui un estúpido, no pensé en la consecuencias de todo esto y en verdad lo siento, hemos guardado tu secreto y seguirá así. No volveré a cometer alguna estupidez como esta de nuevo, en verdad yo te prometo…

– Te creo –interrumpió él esta vez –Sirius te conozco y sé que no fue tu intención, sé que solo te equivocaste, tranquilo… –le sonrió como siempre

Sirius observaba a Remus con la boca abierta, ahí estaba el siempre bueno de Remus, perdonando todo, como si no pudieras hacer algo tan malo como para que él llegara a odiarte, a veces pensaba que no merecía amigos como él

– Gracias Remus yo…

– ¿Qué quieres, Black?

Una voz molesta le interrumpió, del otro lado del patio, James se acercaba rápidamente con Peter correteando tratando de seguir el paso, Sirius chistó la lengua con molestia, pero no hizo más que bajar la mirada y alejarse un par de pasos de Remus.

– James –trató de interferir el más alto, pero él no pareció notarlo y se interpuso entre ambos

– Te dije que no te acercaras Sirius –le miró con molestia y aunque el pelinegro le veía de la misma forma no dijo palabra alguna, atrás, Peter se había escondido atrás de Remus

– Basta ya chicos –Remus interfirió, ya harto y se colocó entre ambos –ya todo está arreglado James, Sirius cometió un error y lo sabe y todos hemos cometido alguna vez alguno, asi que todo acabó aquí

James chasqueó la lengua, mientras Remus los veía firmemente, algo que no ocurría de manera usual, pero el más alto prefería todo eso acabara ya, ansiaba arreglar todo y que las cosas fueran como antes. James suspiró y pasó una mano por sus cabellos revolviéndolos.

– Tenemos el resto del día libre –mencionó desviando ligeramente la mirada–Vamos Hogsmade

– ¡Pff! –bufó Sirius –Seguro solo quieres espiar a Evans

– No –se cruzó de brazos –pero escuche que estarían en Las tres escobas y a mí se me antoja una buena cerveza de mantequilla

– Cornamenta acosador –murmuró con sorna Sirius

Después de apenas un segundo de silencio, ambos soltaron una carcajada y se acercaron dándose la mano y golpeando sus hombros; Peter quien aún se encontraba detrás de Remus se aproximó animado colgándose de la espalda de Sirius que rio, pasó uno de sus brazos por sus hombros y asentía a cada palabra que el más bajito decía, Remus suponía que iba a decir todo lo que antes se había guardado al no poder hablar con él, James parecía también bastante entusiasmado, y reía ante las tonterías que salía de boca de Sirius, mientras iniciaban su andar hacia la comunidad mágica; Remus los observó por un momento, antes de darles alcance, sintiéndose nuevamente conforme y en casa, definitivamente esa había sido una de las peleas más grandes que habían tenido y esperaban que nunca más volviera a repetirse, quería que ellos continuaran juntos siempre.

Habían llegado a Hogsmade y tal como James había dicho, Lily, Marlenne y Mary se encontraban en una de las mesas en el pequeño bar de las tres escobas charlando. Los chicos había entrado y elegido una de las meses que quedaban justo enfrente, donde James tenía excelente vista hacia la pelirroja; Lily había rodado los ojos al verlo, pero Mary y Marlene parecían encantadas con la vista. Incluso Marlene se había levantado de su mesa y acercado a la de ellos para llamar a Remus con una tonta excusa y acercarlo a su mesa, donde su tímida amiga Mary casi colapsa.

Sirius lo observó marchar y tras una cuantas miradas coquetas hacia Marlenne, que con gusto correspondió, y que el más alto estuviera lo bastante lejos para escuchar, cambió su semblante de inmediato, a uno más serio, y se acercó ligeramente a James

– Cornamenta tenemos un problema –murmuró con la vista en la espalda de Remus, el de los lentes dio un trago a su cerveza de mantequilla y le vio curioso

– ¿Un problema?

– Esa chica, la prefecta de Slytherin –volteó de reojo hacia su amigo –ha estado siguiendo a Remus y no conozco el motivo preciso, pero… creo ella sabe su secreto

Peter casi escupe su cerveza y James abrió la boca anonadado, durante toda su estancia en el colegio habían estado cuidando de Remus, guardando sigilosamente lo que era, y justo ahora todo eso podía irse por la borda y, por la cara de su amigo, sabía que hablaba enserio.

– ¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes?

– Ese día la vi, es un animago como nosotros, un cuervo negro con algunas plumas blancas en la cabeza –James hizo memoria, recordando como esa loca ave había arremetido contra la cara de Remus y había ganado tiempo para que él interfiriera antes de Severus saliera lastimado –Ese cuervo ya lo había visto antes, desde hace meses, siempre está en la casa de los gritos antes de que lleguemos nosotros, además me lo confirmó ese día… me dijo había visto todo

James chasqueó la lengua preocupado, mientras apretaba el tarro en su mano y dirigió a mirada a Remus, que sonreía con tranquilidad hacia Mary, que tenía el rostro oculto tras su fleco y apenas si asentía.

– ¿Q–que vamos a hacer? –se atrevió a preguntar Peter

– Ella no meterá a Remus en problemas, ni a nosotros… y se lo dejaremos bien en claro –soltó en un gruñido, Sirius sonrió de lado

– Tenlo por seguro James

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Abigail había salido de la biblioteca y caminaba hacia su sala común, cargando uno de los libros que Remus le había recomendado hacía algunas noches, soltó un suspiro, usualmente Severus le alcanzaba en la biblioteca para estudiar o pasar el rato, pero desde hacía algunos días, la había estado evitando, lo cual ya empezaba a preocuparle. Dio vuelta en un pasillo topándose de frente con la pandilla de Gryffindors, ella levantó la ceja extrañada de no ver al más alto, pero continuó su camino para pasar a un lado de ellos. Antes de que pudiera continuar, Sirius fue rápido y la tomó firmemente del brazo, arrinconándola a la pared

– ¿A dónde crees que vas serpiente? –sonrió de lado, la chica frunció el ceño

– ¿Qué demonios quieres Black? –le gruñó

–Necesitábamos charlar contigo, Braun –contestó el chico de lentes, quien se acercó a su derecha arrinconándola por el otro lado, Abigail volteó por un momento, pero nuevamente se dirigió a Sirius

– ¿Y quién les hace pensar que yo quiero charlar con ustedes?

–Será mejor guardes silencio y nos escuches –murmuró Peter, envalentonado y flanqueándola a su izquierda, ella volteó hacia él con molestia, sintiéndose acorralada

– No fanfarronees, roedor –soltó en un gruñido

James y Peter abrieron los ojos con sorpresa, definitivamente la pelinegra había descubierto sus identidades como animago y ahora todos se encontraban en problemas, James se acercó de inmediato, sacando su varita, acción que tensó a la chica, pero no varió su actitud desafiante

– Sabemos que ya te has enterado de lo nuestro y también de Remus ¿No es así? –Ella no varió su expresión, lo que hizo fruncir el ceño del de las gafas –Escucha bien Slytherin, más te vale que no abras la boca o vas a pagarlo

– ¿Y quién me hará pagar? ¿Ustedes? –soltó con burla

– No nos tientes serpiente –Amenazó Sirius

– Black ya probó lo que puedo hacer –le dirigió la mirada con una sonrisa de lado –no creo que ustedes quieran hacerlo –Sirius soltó un gruñido y tomó su varita, pero James interfirió de inmediato

– Eres buena Braun, pero no lo suficiente para enfrentarte a nosotros tres juntos ¿No es así? –la pelinegra guardó silencio, sabiendo que era verdad –Ahora me dirás, por qué te interesa Remus ¿Por qué has estado observándolo? ¿Por qué lo sigues?

Braun se tensó de inmediato, sintiéndose descubierta y por su mente pasó la idea de que Remus también podría serlo, ser descubierto de la cercanía que tenían; recorrió su mirada por los tres y en un ágil movimiento, se abrió paso entre Sirius y Peter, el lugar más flojo de la prisión y volteó hacia ellos apuntándoles con la varita

– Eso a ustedes no les incumbe… pero no diré nada, ni de ustedes, ni de Remus –guardó su varita –yo también quedé expuesta ¿No es así? –Dirigió su mirada a Sirius –No solo ustedes si no yo también iría a Azcaban, así que nos conviene a todos cerrar la boca

Y sin esperar más, dio la vuelta, continuando su camino. Los tres chicos la observaron, sorprendidos ante verdad que sostenía y como había manejado la situación, a pesar de querer intimidarla, era cierto, todos estaban jodidos si alguien hablaba, Sirius apretó su varita

– Tengo unas enormes ganas de hechizarla

Murmuró con los dientes apretados, James dirigió su mirada hacia él, tranquilo, ya que sabía a la perfección que el Black era incapaz de atacar por la espalda; dirigió su mirada de nuevo a la pelinegra que estaba a punto de perderse de vista, Canuto tenía razón, ella era peligrosa, demasiado.