Tengo miedo

Abigail caminaba arrastrando su baúl hacia el expreso, estaba irritada, demasiado. Había pasado cerca de dos meses desde su encuentro en la enfermería, dos meses en los que no había podido cruzar palabra alguna con Remus Lupin, lo comprendía hasta cierto punto, todos habían estado sumamente ocupados estudiando para los TIMO´s, incluso a los prefectos les retiraban las rondas nocturnas para que pudiesen concentrarse en los exámenes, y Abigail lo hubiera agradecido, de no ser porque eso también impedía sus encuentros con Remus.

Frunció el ceño, los TIMO´s era la perfecta excusa, de no ser porque habían pasado dos semanas desde su término y seguían sin poder acercarse a él, en primer lugar porque los molestos de sus amigos nunca lo dejaban solo y en segundo lugar porque parecía ser que el alto chico le cortaba la vuelta cada que la veía acercarse.

Bufó nuevamente, haciendo que Severus, que iba a su lado volteara hacia ella.

– ¿Sucede algo? –le preguntó, jalando su baúl

– No es nada…

Suspiró tratando de tranquilizarse, si se lo pensaba mejor, ella había tenido la culpa, se jactaba de ser una persona tranquila, que no se dejaba guiar por sus emociones, sin embargo lo había hecho, justamente hace dos meses, en la enfermería, y justamente con Remus. La atmosfera la había envuelto de tal manera que dejó de pensar, que dejó de preguntarse cosas y simplemente actuó, se dejó envolver por Remus y sus ojos melancólicos, por Remus y su preocupación, por Remus y su olor a ciprés y a canela… y lo había besado.

Recordaba separarse del beso y lo primero que recibió fueron los ojos del castaño, abiertos de par en par con sorpresa, y supo que se había equivocado, que se había dejado llevar, trató de separarse y disculparse, pero él no la dejó. Se estremeció de recordarlo, como la había sostenido y jalado hacia él, como la besó, y le pareció la sensación más maravillosa e intensa que alguien le había hecho sentir, como si siempre hubiera estado sumergida en lo profundo del lago negro y de pronto alguien la sacara de golpe, llenando sus pulmones de aire por primera vez.

– Cuidado –la mano de Severus la jaló hacia un lado, justo antes de que golpeara contra la puerta del vagón, regresándola a la realidad –¿Segura estas bien? Has estado distraída

– Estoy bien –mintió –lo siento

Subió al vagón junto con Severus y con un poco de magia subió su baúl y lo movió por el pasillo hacia su compartimiento. ¿Qué demonios sucedía con ella? Se regañó, no debería encontrarse de esa manera, había cometido un error, las personas lo hacían siempre, por que debería ser tan grave con ella y de pronto, el culpable de todo se adentraba por una de las puertas; Remus Lupin acababa de subir al vagón, acompañado de sus inseparables amigos, su mirada topo con la de ella, el azul y el ámbar chocando, él desvió su vista de inmediato, nervioso y caminó hacia el lado contrario con el resto siguiéndole, ella frunció el ceño ¿Acaso el error había sido tan grande?

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El tren inició su camino de vuelta a casa, marcando el término del quinto año, muchos estaban ansiosos por regresar a casa, ver a sus padres o emocionados por pasar al siguiente año, pero a Abigail parecía no importarle, desde que salió de la estación de Hogsmade se había mantenido simplemente observando la ventana perdida en sus pensamientos. Severus se encontraba en el asiento de enfrente, tenía su libro de pociones en las manos al que trataba de poner su total atención, de no ser porque en algunos momentos desviaba su atención a la pelinegra, extrañado por su comportamiento de las últimas semanas, y aunque le hubiera encantado preguntarle, se sentía fuera de lugar, como si fuera un tema que él no comprendería y por primera vez, ella no le contaría. De pronto el sonido de la puerta del vagón atrajo su atención, Dorcas Meadowes acababa de asomar la cabeza por la puerta, al verlo sonrió y se adentró al vagón sin preguntar.

– ¡Severus! Al fin te encuentro

– ¿Que sucede Meadowes?

La muchacha de piel oscura y cabellos rizados se acercó y se sentó a su lado, saludó a Abigail que apenas hizo un asentimiento con la cabeza y se dedicó a sacar algunas hojas desordenadas de sus bolsillos

– Te dije que me ayudaras en esto, quiero practicarlo en casa ¡Pero si no le entiendo no podre!

Severus soltó un suspiro y asintió, Dorcas era una atractiva chica de Hufflepuff, un año mayor que ellos, pero que parecía bastante sociable con todos, inclusive con él, y aunque esa parte precisamente ya le había preguntado hace una semana y se la había explicado, al parecer no le había quedado del todo claro, por lo que suspiró al tener que explicárselo nuevamente.

Estaba a media explicación cuando por la puerta del vagón aparecieron Lily siendo seguida por Remus, la pelirroja había volteado hacia dentro, distinguiendo a través de los cristales a Severus, sus miradas se cruzaron por un instante, antes de que ella desviara la mirada y continuara su camino, esto no pasó desapercibido por Dorcas que vio con lástima a Severus, regresar la mirada a las hojas.

– Tienes un error aquí…

– ¿Aún no se hablan?... ¿Tú y Lili?

Severus desvió la mirada no queriendo contestar, pero Dorcas parecía no comprender la incomodidad, y continuó con su interrogatorio.

– Ella aun no te ha perdonado –No preguntó, si no afirmó

Dorcas tenía un especial aprecio por Severus y había visto como la última vez el grupo de Gryffindor le habían humillado y por supuesto también lo que este había dicho a la pelirroja; no los culpaba, ni a él ni a ella, era el calor del momento había mencionado varias veces, pero esperaba que dos personas como ellos, que habían estado juntos desde que iniciaron el colegio no se dejaran afectar tanto por la pelea.

– Lo siento Severus, supongo necesita más tiempo… pero no deberías dejar que olvide son amigos… después de todo le necesitas ¿no es así?

Abigail que se encontraba viendo hacia la puerta del vagón por donde había aparecido Remus, desvió la mirada hacia Severus, quien ahora se veía más incómodo, pero pudo sentir su tristeza; no era un secreto que Severus tenía aprecio por la pelirroja, alguien debería ser ciego para notarlo, sin embargo, ella estaba más que enterada de los profundos que estos era, el chico se lo había confesado alguna vez y sabía lo mucho que estaba enamorado de la pelirroja… y entonces se preguntó, ¿Qué sentía ella por Remus? Anhelaba su compañía, escuchar su voz y ahora ansiaba sus brazos alrededor de su cuerpo… ¿Acaso ella quería a Remus como Severus a Lily? La respuesta fue más fácil de contestar de lo que hubiera pensado… Si quería a Remus Lupin...

Y algo en su mente conectó ¿Si ella sentía lo mismo que Severus por Lily? ¿Qué pasaría si Lily nunca lo perdonaba? Dolería ¿Cuánto? ¿Severus lo soportaría?... Y ¿Qué pasaría si ella y Remus jamás volvían a hablarse? Dolería también ¿Le dolería como a Severus?... Posiblemente… ¿Dejaría que un estúpido beso arruinara todo? ¿Lo perderían todo por eso? No. Negó de inmediato. Eso no sucedería, no terminarían como Severus y Lily.

De inmediato se puso en pie y salió rápidamente del vagón, sin hacer caso de las miradas confusas de Severus y Dorcas, y caminó apresurada, evitando a los estudiantes a su paso, en dirección hacia los Gryffindors. Apenas estuvo unos pasos atrás de ellos, jaló a Remus del brazo hacia dentro de un compartimiento vacío, antes de la pelirroja se diera cuenta.

– ¡Auch! –Se quejó, aturdido por la acción, volteó de inmediato, topándose con la pelinegra –Abigail...

La chica no contestó levantó su varita hacia la puerta cerrando el cerrojo y oscureciendo los vidrios del compartimiento, haciendo que el chico tragara saliva

– Abigail –se recompuso –yo… debo irme, Lily se preguntará…

– No –negó –debes escucharme y como me has estado evitando todo este tiempo, esta es la única forma de que lo hagas

– No te he…

– Lo siento… –interrumpió –Lo siento mucho Remus, discúlpame por haberte besado, me dejé llevar y te pido una disculpa por eso, pero por favor, no te alejes. No tienes que corresponderme, si no sientes lo mismo solo dilo, pero no simplemente dejes de hablarme, quiero seguir siendo tu amiga

Soltó lo mejor que pudo, porque si algo le había enseñado Severus, es que era mejor ser su amigo a estar sin esa persona y para ella era mejor tener a Remus a su lado, aunque no fuera correspondida.

Remus la observó sorprendido y su corazón latió tan fuerte que golpeaba contra sus oídos, Abigail lucía totalmente preciosa, desviando la mirada, con ese sonrojo adornando sus mejillas y mordiendo sus labios nerviosamente, ¿Cómo podría rechazarla? ¿Cómo alguien podría negarle algo? Soltó un suspiro, se había dado cuenta apenas la pelinegra abandonó la enfermería ese día, de todo lo que ella significaba, le gustaba su compañía, le gustaba estar a su lado, le gustaba oír su voz, su forma de reír, y ese día había encontrado algo que le gustaba aún más… el sabor de sus labios y su tersa piel, y entonces todo se reveló como un chispazo, se había enamorado de Abigail Braun, la chica de Slytherin.

Remus se había preguntado siempre ¿Qué pasaría cuando se enamorara?, y a la conclusión que siempre llegaba era que lo dejaría pasar, porque era más fácil evitar toda ilusión a que después no pudiera explicar sus extrañas desapariciones de luna llena, su "enfermedad" que lo mantenía días en la enfermería y si se lo llegaba a contar… ¿A ella le gustaría estar con un hombre lobo? La respuesta era fácil, No. Pero Abigail era un caso especial, ella era diferente, Abigail se había adentrado a su vida poco a poco, se había enterado por ella misma de su secreto y lejos de alejarse, lejos de rechazarlo como seguramente muchos harían, le había mostrado su apoyo y su aprecio, le había dado su amistad y ahora le confesaba que le gustaba… aun con lo que él era ¿Cómo no enamorarse de ella? Se acercó un par de pasos y levantó la mano con la intención de tocarla, pero nuevamente los miedos abordaron su cabeza.

Ambos caminaban tomados de la mano por los jardines, ella sonreía jugueteando y entrelazando sus dedos, él tomó valor y le jaló hacia él, abrazando su cintura, ella sonrió y tal como había hecho en la enfermería subió sus brazos a su cuello y unió sus labios en un beso, el momento más romántico que alguna vez habia tenido, o al menos eso era, antes de que las nubes despejaran el cielo y la luna llena iluminara todo; lo ultimó que recordaba, era levantar la mirada y observar el luminosos circulo. Cuando pudo recobrar la conciencia, aún tenía a la pelinegra en los brazos, le llamó suavemente, pero ella no respondió

¿Abigail?

La separó ligeramente de sus brazos, encontrando el cuerpo magullado de la pelinegra, tenía profundas marcas de mordidas en el cuello y una enorme en la mejilla, sus brazos y pecho tenían también enormes rasguños

¡Abigail!

Volvió a llamarla, agitándola, ella no respondió. Tomó su barbilla volteándola hacia él, sus ojos estaban abiertos, sin vida, mientras él estaba cubierto por su sangre, se había convertido y le había asesinado.

Sacudió la cabeza, tratando de alejar aquel mal sueño, ese horrible sueño que lo había aterrorizado hacia algunas semanas, aquel sueño que le había hecho alejarse de la chica ¿Qué pasaría si él perdía el control? ¿Qué pasaría cuando ella no pudiera huir? No... No podía. No podía condenar a Abigail a estar con él, no podía poner en peligro a la hermosa muchacha de cabellos negros y entonces lo decidió, lo que debió hacer desde un principio, dejar de fantasear y alejarse, dejar que fuera feliz con alguien más, alguien como ella, listo, atractivo y por supuesto menos peligroso. Bajó su mano y se alejó un par de pasos.

– Lo siento Abigail… –bajó la mirada –No puedo… debo irme… –ella le vio sorprendida y él giró dispuesto a salir de ahí

– ¿Fue tan malo lo que hice? –murmuró a su espalda, deteniéndolo –¿T–te molesté tanto? –por primera vez escuchó un temblor en su voz –¿Te… repugno? –abrió los ojos con sorpresa y se volvió hacia ella

– ¿Que? ¡Claro que no! –se apresuró a negar, ofendido por la duda –¡Eres preciosa! Y eso fue… ¡Fue maravilloso! –Soltó sin pensar, haciendo que ambos se sonrojaran.

– Entonces ¿Por qué? –Remus desvió la mirada

– Solo… déjalo así, f–fue genial, pero yo no puedo…

– ¿Por qué? –Volvió a preguntar, un poco más fuerte –No lo entiendo. Remus le he dado tantas vueltas en mi cabeza, buscando una razón, si es mi casa, si es mi sangre, si es que no te gusto… ¡Pero tú siempre demuestras que no es nada de eso! entonces… ¡¿Entonces qué es?! –preguntó cansada, él la observó inundándose con su desesperación

– Tengo miedo –soltó, sorprendiéndola

– ¿Miedo? ¿De mí?

– No, de lo que yo puedo hacerte –Remus suspiró y pasó las manos por su cabello desesperado –Soy peligroso y parece que eres la única que no lo entiende, soy un licántropo que pierde el control cada luna llena ¿Qué pasará cuando tú te encuentres en medio? ¿Qué pasaría si te ataco?

– No lo harás –interrumpió de inmediato

– Abigail…

– ¡No lo harás! –elevó un poco su voz –Yo lo sé, no eres un monstruo, eres Remus Lupin, lo que yo veo es a una persona maravillosa que ha sufrido, solo te veo a ti…. –acercó su mano a su mejilla y él se hizo atrás renuente – Remus… me gustas… t–te quiero… déjame estar a tu lado… –se acercó de nuevo, esta vez él no se movió y permitió que su mano tomara su mejilla, cálida y reconfortante, tanto que se permitió mover la cabeza, buscando más de ese contacto –Por favor… déjame estar contigo…

Remus abrió los ojos, topándose con los de ella, ansiosos y esperanzadores ¿Por qué ella tenía que ser tan cruel? ¿Por qué tenía que estar ahí? frente a él, valiente y audaz, pidiéndole estar a su lado. Apretó los labios en una fina línea y sus defensas se quebraron; por supuesto que queria estar con ella, más de lo que alguien podía hacerlo, más de lo que alguna vez deseó algo y por primera vez en su corta existencia, quiso olvidarse de lo que él era, de no preocuparse en que pasaría al día siguiente, solo hundirse en los brazos de aquella bruja y volver a saborear sus labios. Y lo hizo. Se acercó a ella y la envolvió suavemente en sus brazos, agachándose ligeramente y hundiendo su rostro en sus perfumados cabellos, ella le correspondió casi de inmediato, abrazando su cuello despacio como si temiera asustarlo

– Abigail… –susurró en su oído –Por favor… no me dejes… –ella sonrió sonrojada y conmovida, subió sus manos acariciando sus cabellos

– Nunca lo haría Remus… yo te quiero…

Remus se separó despacio de ella, y armándose de todo el valor que pudo, dirigió su mano a su mejilla, le tomó suavemente, elevando su rostro y unió sus labios a los de ella, esta vez en un beso tranquilo y confortable, ella le correspondió de inmediato. Mientras afuera, Lily recorría los pasillos, buscando a su compañero que había desparecido.