*ESTÚPIDO SAN VALENTÍN
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Los días pasaron y pronto se hicieron meses, donde su trato verbal permanecía, ambos chicos fingían siquiera conocerse durante los horarios de clases, para que durante las rondas nocturnas, en los oscuros pasillos del castillo pasearan tomados de la mano, platicaran sobre su día y se dieran pequeños besos a escondidas entre las aulas oscuras y desiertas. Todo parecía marchar bien para ellos, o al menos eso aparentaba.
El castillo se inundaba con colores rosas y rojos, el día de San Valentín era una de las fechas más esperadas por los estudiantes, que no dudaban en decorar parte del castillo con corazones flotantes y conjurar avecillas que salían de la nada entregando cartas, mientras muchas parejas se acomodaban en los jardines del colegio o se ocultaban entre los pasillos.
Abigail se encontraba en su dormitorio, escondida y harta de la cháchara de sus compañeras en la sala común, de saber con quien se verían ese día, cuantos chocolates había recibido o a donde les llevarían más tarde. Se recostó en la cama, no le importaba nada de eso, el día parecía tan irrelevante a su punto de vista, muy estúpido que justamente una fecha en el calendario pudiera aumentar la felicidad por unos chocolates, la venta masiva de pociones de amor o los lloriqueos en los rincones de un amor no correspondido, definitivamente San Valentín no era un día para ella. Se giró hacia la derecha, donde se encontraba su mesita de noche y entonces el libro de tapa roja resaltó a su vista, el libro que Remus le había regalado su pasada ronda nocturna… Remus. Aun no comprendía del todo su relación, sabía que tenían algo aunque esto aún no estaba definido, sin embargo las acciones que tenían el uno con el otro parecía que eran… ¿Novios? La sola palabra la enrojeció, y si eran novios ¿Acaso San Valentín no era para las parejas? Soltó un suspiro y giró nuevamente hacia el techo, definitivamente no, aunque fueran… eso, jamás podría pedirle algo así a Remus, en primer lugar, era vergonzoso siquiera pensar en tomarse de la mano como todas esas absurdas parejas o caminar por Hogsmade buscando una mesa para una cita y aunque así lo quisiera, que aclaraba que no quería, no podían, los amigos de Remus jamás verían de manera correcta eso, y de seguro armarían un escándalo en cuanto se dieran cuenta y Severus… Severus simplemente nunca le perdonaría, no, definitivamente lo mejor que podría hacer era encerrarse en su dormitorio hasta que el día terminara.
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En el dormitorio de Griffinddor pasaba algo parecido, Remus se encontraba recostado en la cama, enfurruñado, tratando de leer un libro mientras recordaba la discusión hasta hace unos minutos con Siruis, éste había insistido hasta el cansancio para que aceptara una cita con una chica de Ravenclaw, la hermana menor de una bonita chica de séptimo, su cita de San Valentín. Black había logrado sacarlo de sus casillas, de iniciar invitándole a una simple cita doble, le había terminado clasificando de santurrón, "Hasta Peter ha conseguido cita este año, es hora de que te diviertas un poco" se jactó el de cabellos rizados con una mueca y levantando las cejas insinuantes, recibiendo no más que el golpe del libro que Remus ahora sostenía en sus manos. Le había hartado y no es que el fuera un santurrón, si no que solo no le interesaba tener una cita, con nadie más a no ser que fuera ella y eso era imposible. La discusión terminó cuando al fin Sirius salió de la habitación arrastrando a Peter junto con él, dejando a James y él al fin solos.
James se encontraba frente al espejo de cuerpo entero, mientras ajustaba su camisa y por el reflejo a su lado, observaba a Remus, que aún mascullaba improperios hacia su amigo.
- Siento que Sirius te molestara tanto –al fin habló, con una sonrisa
- Es un tonto –murmuró fastidiado Remus –¿A él que más le da si salgo o no? –James soltó una risilla
- Solo está preocupado
- ¿Preocupado? ¿Por mí? –esta vez logró captar su atención, por lo que bajó el libro, mientras James se volteaba hacia él
- Remus, sé que tal vez tú no pienses así y que lo mejor siempre es que te quedes solo… -se acercó –Pero en realidad, eres mejor de lo que crees, eres tan normal como uno de nosotros y puedes conseguir a alguien si así lo quieres
Remus guardó silencio, sorprendido, era verdad, durante todo ese tiempo había rechazado la idea de estar con alguien, justo hasta el año pasado, y comprendía que a lo mejor sus amigos se preocuparan, aunque ya no deberán hacerlo, no con Abigail. Soltó un suspiro observando a James, quería decirle que no se preocupara, que estaba bien, que se sentía mejor que nunca y que todo funcionaba, aunque claro, ellos no podían saberlo.
- Estoy bien –murmuró –¿Y tú por que no has salido ya a una cita? –preguntó, desviando totalmente el tema
- Oh eso… -James decidió también dejar el tema para ajustar los puños de su camisa –Hoy en la mañana le mandé a Lily un ramo de rosas que hice florecer en clase de herbología y ahora… pensaba encontrármela por casualidad en Hogsmade y tal vez pedirle una improvisada cita romántica
Remus supiró y meneó la cabeza resignado, a veces compadecía a la pobre pelirroja que tenía que soportar ser el nuevo encaprichamiento de James.
- Bueno, ya que no irás a alguna cita ¿Me acompañas entonces a Hogsmeade? –preguntó James –Tengo que comprarle unos chocolates también, y tal vez chocar con ella accidentalmente –Remus soltó un suspiró, pero accedió, ahora que lo pensaba mejor, a Abigail le fascinaban los chocolates estaba más que seguro que por las fechas en Honeydukes tendría una mayor variedad y podía conseguirle algunos para cuando se vieran esa noche
- De acuerdo, igual se me antojan unos chocolates
- Has comido muchos últimamente, no recuerdo te gustaran tanto
- Ahora lo hacen –concluyó Remus, mientras dejaba el libro a su lado y se calzaba los zapatos para salir de la habitación con James.
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Hogsmeade lucía casi tan festivo como Hogwarts, los adornos de corazones y el chillante color rojo y rosa predominaban, al igual que las acarameladas parejas de iban de un lado a otro. Abigail caminaba apresurada por las calles, prácticamente a hurtadillas, casi ocultándose con su capa, mientras se maldecía una y otra vez, le había tomado tanto tiempo convencerse, para que después de unos minutos ya se encontrara recorriendo Hogsmade, buscando un regalo para Remus, para poder dárselo esa noche, aunque por supuesto sin ningún motivo, no por ser el estúpido día de San Valentín. Entró a La casa de las plumas, hacia unos días había visto una bonita pluma, que estaba más que segura que a Remus le encantaría, y agradeció que el lugar fuera de los menos concurridos, su compra fue bastante rápida y salió dispuesta a regresar al castillo, a la seguridad de su habitación, de no ser porque su vista se clavó en la tienda Honeydukes, donde en el aparador lucían unos deliciosos chocolates belgas.
Soltó un suspiro nuevamente, la tienda se encontraba a reventar, pero dudaba esos chocolates aun estuvieran para el fin de semana, por lo que tomó todo el valor que pudo y se adentró a la tienda, llena de compradores amontonados tratando de llevar regalos a sus pretendientes. Su compra iba a ser rápida, pasó entre todos ágilmente tomando una de las cajas de chocolates (de las que cada vez quedaban menos) y se dirigió de inmediato a la caja, de no ser porque cerca de un aparador vio, entre los chocolates y galletas en forma de corazón, una pequeña caja de listones azules, en su interior descansaban 4 bolas de chocolate, rellenas con mouse de fresa y nata de Cornualles, lucían perfectas, deliciosas y dulces, como Remus, pensó, sonrojándose, pero tomando la caja y dirigiéndose a la caja.
Salió al fin de la tienda, guardando la caja con la pluma y los chocolates en una bolsa, caminó un par de pasos, alejándose del tumulto de gente que entraba y salía de ahí, cuando estuvo lo suficiente alejada, sacó la caja de listones azules admirándola, lucía bonita, y el contenido delicioso, seguro a Remus le encantarían.
- ¿Abigail?
Dio un pequeño salto de sorpresa, como si acabaran de pillarla en algo y dio la vuelta, encontrándose con Severus, que le veía casi igual de confundido
- Severus
- No sabía vendrías hoy –el pelinegro se acercó hasta su lado
- Se me antojaron unos chocolates –murmuró –el día de hoy suele haber diferentes –le mostró la caja con las bolas rellenas
- Bueno, tienen buena pinta –concedió el pelinegro, antes de tomar uno y llevárselo a la boca
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Un par de metros detrás, dos chicos de Gryffindor acaban de salir de Honeydukes, su primera parada para comprar chocolates, ambos con una caja de dulces, Remus había elegido unas trufas con relleno de cereza, que estaba más que seguro le fascinaría a Abigail, mientras James había comprado unos empalagosos bombones en forma de corazón, Remus veía la caja con una sonrisa, imaginando la emoción y el gusto de la chica al comerlos, levantó la mirada, como si algo le llamara, y su sonrisa se desvaneció de inmediato, frente a él, Abigail sostenía una caja de chocolates, mientras Snape tomaba uno y lo comía ¿Qué estaba pasando? ¿Ellos dos salían? No, eso no era posible ¿Verdad? Porque ella salía con él, no con Snape, quien debería recibir chocolates era él, no Snape.
- Menuda pareja hacen –James murmuró detrás de él, sacándole de sus pensamientos
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- ¿Pasa algo? –Severus ladeó la cabeza curioso ante la reacción de la chica, ya que ella siempre le ofrecía los chocolates que compraba
- No, nada –negó de inmediato, guardando el resto de los dulces
- Bueno ¿Quieres ir a las tres escobas a comer algo? –preguntó y ella volteó sorprendida y contrariada
- Enserio ¿El día de hoy Severus? –levantó la ceja dudosa, pero el pelinegro levantó los hombros restándole importancia
-¿Por qué no? Ya has salido del castillo hoy, yo pago el primer par de cervezas, por el chocolate
Abigail le vio indecisa, era verdad ya estaba afuera y no había comido nada aún, además de que una cerveza de mantequilla con jengibre siempre le venía bien, soltó un suspiro y asintió.
- Bien, solo por una cerveza de mantequilla
Severus sonrió y ambos empezaron a caminar directo hacia las tres escobas, sin notar que eran observados por el par de leones detrás, su segunda parada era Las Tres escobas, donde Lily y sus amigas solían pasar el día, sin embargo el humor de Remus no era lo mejor, a pesar de que James trataba de hablar con él, parecía estar más interesado en la plática que se desarrollaba entre el par de Slytherins delante de ellos, aunque le fuera imposible escucharla.
Severus y Abigail se detuvieron casi al mismo tiempo, a mitad de la calle, cada uno observando al lado contrario. La vista de Abigail se enfocó en el establecimiento a la derecha, la Tienda de té de Madame Tudipié, que se veía más empalagoso si es que era posible, con flecos y lazos rojos por toda la fachada y, a través del enorme ventanal, podías ver a las parejas demasiado juntas en esas mesillas redondas, aunque pensaba que ese era el objetivo de sus dimensiones, ser tan pequeñitas para que no existiera el espacio personal entre los comensales, mientras sobre sus cabezas revoloteaban querubines dorados quienes les lanzaban confeti rosado… ¡puaj! Pensó de inmediato, ¿A quién le gustaría un lugar tan soso como ése? Pero inconscientemente se imaginó entrando con Remus ahí, acomodados en esas pequeñas mesas, tratando de soportarlo, para después salir de ahí, reírse a carcajadas del lugar y prometer nunca volver a entrar, porque esos lugares no iban con él, ni con ella, porque al parecer lo que iba con ellos eran los sitios oscuros y solitarios del castillo, donde nadie pudiera verlos.
- Cabeza de Puerco
El susurro de Severus la sacó de sus pensamientos, volteó hacia la izquierda, justo al establecimiento que él observaba con atención, el lugar lucía lúgubre y sucio, con un letrero al frente, donde se leía su nombre y un dibujo mal hecho de una cabeza de cerdo sangrante. El lugar no tenía la mejor fama, no después de que se rumoreaba que la revuelta de los duendes de 1612 iniciara ahí.
- ¿Quieres ir ahí? –preguntó extrañada
- Tengo curiosidad –se sinceró Severus –Muchos de nuestra casa se reúnen ahí
Ella frunció el ceño de inmediato, muchos de su casa no estaban en buenos términos, lo había sentido en este año, un ambiente cada vez más pesado en la casa Slytherin.
- Entonces no me interesa –mencionó determinante –no quiero encontrarme con las personas que van ahí –y comenzó su andar nuevamente, Severus le vio y asintió restándole importancia y le siguió el paso
- Supongo en eso tienes razón
Mientras, un par de pasos detrás de ellos y como si les siguieran, James y Remus caminaban, bastante pendiente de sus pasos, con Remus frunciendo el ceño cada vez más.
- Se hubieran quedado en Cabeza de puerco, va mejor con ellos y la lúgubre pareja que son –soltó James con burla, pero no causó gracia en su amigo, quien volteó hacia él con los labios apretados en una fina línea
- Ellos no salen –gruñó, tratando de tragarse su molestia
- Pues en este momento parece todo lo contrario –James señaló al frente con un movimiento de la cabeza, Remus dirigió su mirada a donde su amigo, para ver como ambos chicos se adentraban a Las tres escobas –Aunque mejor por mí, así Quejicus no estará rondando a Lily –Soltó James, mientras veía como Remus adelantaba el paso hacia la cafetería –¡Hey! ¡Espera Remus!
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Abigail y Severus se adentraron a la cafetería, donde ya se encontraba bastante lleno, solo con algún par de mesas libres, mientras que las otras eran ocupadas en su mayoría por parejas y una que otra por grupos de amigos, Severus se aproximó a tomar una mesa y pedir dos cervezas de mantequilla, mientras ella tomaba asiento y observaba la atmósfera a su alrededor.
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Afuera de la cafetería, Remus observaba por el ventanal de la entrada, prácticamente congelado, como el par de Slytherin compartían una mesa y ambos bebían la cerveza que acababan de traerles, mientras se sonreía, como si estuviera en una burbuja romántica
- ¿Remus? –James lo veía extrañado ante su comportamiento, la Luna llena ni siquiera estaba tan cerca como para que el chico se estresara tan rápido
- Me vuelvo al castillo –gruñó
- ¿Qué? Pero aún no he visto si Llily ya llegó, tal vez podamos tomar una cerveza antes y...
- No estoy de humor James –le interrumpió serio -Así que me vuelvo
Y sin agregar más, ni esperar la aprobación de su amigo, se giró y a pasos marcados regresó al castillo, dejando por demás confundido a su amigo
-¿Qué demonios le sucede?
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Abigail observaba su tarro de cerveza, del que apenas si había bebido un trago, volvió a pasear su vista por el lugar, hasta detenerse en una pareja al fondo de la habitación, ellos lucían bastante enamorados, ella le sonreía y él acaricia sus cabellos y su mejilla delicadamente, mientras le susurraba algo al oído que le hacía sonrojar y entonces pensó ¿Nunca sería así para ella? ¿Acaso no podía aspirar a algo así con Remus? La respuesta era obvia, No. Remus y ella no eran iguales. Y entonces entendío porque este día sonaba más aborrecedor que otros años, porque ella tenía a alguien a quien acariciar como la pareja del fondo, alguien con quien besarse, como la pareja a la derecha, alguien con quien reír, alguien con quien tomarse la mano, el problema era que no podían hacerlo ahí y tenía envidia, envidia a todos esos que si podían hacerlo.
-Luces más extraña de lo normal hoy –Severus le veía con atención, tratando de descifrar sus pensamientos
- ¿Lo crees? –ella le cuestionó, mientras se recargaba en la silla y bebía un sorbo de su tarro
- Si y no pienso atribuirlo al día, has actuado extraña desde el inicio de curso – Y ella se tensó, por supuesto Severus era inteligente, demasiado.
- Deben ser imaginaciones tuyas –desestimó, pero le chico no pareció conformarse, al contrario agudizó más su mirada en ella, tratando de buscar el cambio, poniéndola nerviosa –Como sea –Abigail cambió de posición y bebió otro trago –No es nada solo, el ambiente cada vez es más extraño, diferente… y no solo aquí Severus –Dejó el tarro, junto con un par de moneda que sacó de su bolsillo –Hoy no me apetece mucho la cerveza, pero gracias –Se levantó y tomó sus cosas –Nos vemos en el castillo, Sev.
El pelinegro no le detuvo, solo dio un asentimiento mientras la veía partir. Algo sucedía, aunque no estaba seguro de que era, lo notó desde el fin de quinto año, aunque en ese momento culpó a los TIMO´s, pero estos ya habían acabado y sabía de antemano que no le había ido nada mal. Abigail lucía diferente durante las clases, incluso en la de pociones, había veces que la buscaba en la sala común y ella parecía esfumarse y ni sus compañeras de dormitorio sabían dónde estaba, también la había visto llegar mucho más tarde que Rosier de sus salidas nocturnas, y en más de una ocasión escuchó al prefecto decir que nunca le encontraba en las rondas. Además, aun no podía olvidar aquel día cuando se topó con ese hombre lobo, la renuencia ante su sola mención y estaba muy seguro de que no imaginó como deslizó la mano por su bolsillo, dispuesta a hechizarlo. ¿Qué demonios escondía Abigail? Y lo peor ¿Por qué lo escondía a él?
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Esa misma noche Abigail, esperaba en el lugar de siempre, a su lado se encontraba la bolsa con la caja de dulces y el regalo para Remus, volteó hacia ambos lados nuevamente, ya era tarde y el chico no aparecía, algo extraño ya que se siempre Evans hacia los recorridos sola, dejando a Remus hacer lo mismo.
De pronto la luz de una varita se aproximaba por el pasillo y Abigail sonrió emocionada por verle. Remus llegó hasta su lado, apagó su varita y se mantuvo de pie, frente a ella, con el ceño fruncido y los músculos engarrotados.
- ¿Remus? –ladeó la cabeza confundida
- ¿Qué somos? –la pregunta la tomó por sorpresa, en especial ante el tono frio de su voz
- ¿Qué?
- ¿Qué somos Abigail? –Insistió- ¿Somos novios? –la sola mención de la palabra la hizo enrojecer y que la lengua se pegara a su paladar, imposibilitando el habla, Remus frunció el ceño nuevamente ante su silencio y continuó –Te vi con Snape, estabas en Hogsmade, le dabas chocolates –gruñó –y estuve a nada de interrumpir su cita romántica en las tres escobas, así que dime de una vez, ¿Que somos? ¿Somos una pareja? Se supone que si ¿No? Para mí lo eres, entonces ¿Por qué estabas este día con él y no conmigo?
Abigail pareció salir de su sorpresa pero se mantuvo en silencio, esperando a que él sacara todo lo que presionaba su interior, cuando se dio cuenta que no tenía nada más que decir, se levantó, tratando de acercarse más a su altura, de lo que lo hacía sentada en la banca.
- Yo no tuve una cita con Severus –dijo sin una duda en su voz –Él es sólo mi amigo, fui a Hogsmade a comprar algunas cosas hoy y me encontró por casualidad, por eso fuimos a comer algo a las tres escobas, no era ni por mucho a una cita romántica –terminó, levantando un poco la voz, tratando de no dejar duda alguna
- Le diste chocolates –gruñó nuevamente, como si eso fuera la prueba irrefutable de su infidelidad
- Le mostré la caja –contraatacó, Abigail volteó hacia la bolsa, sacando la caja de listón azul –Él solamente pensó que podía tomar uno, yo… -tragó saliva –los compre para ti –murmuró, abriéndola y mostrándole los tres chocolates que quedaban –Remus… -tragó saliva –Eso no era nada parecido a una cita romántica, porque esto tiene más pinta de algo así –Remus abrió los ojos con sorpresa, permitiéndose observarla con mayor atención, la chica había peinado y recogido parte de su cabello, llevaba un bonito moño color verde adornando su uniforme y brillo labial con un tenue color rojo, lucía diferente, más guapa, si eso era posible, pero entonces ¿Eso lo había hecho por él? ¿Ella había querido que esto fuera una cita romántica? –Rem –su nombre lo sacó de sus pensamientos -Acaso… ¿Estás celoso?
Remus abrió la boca, sin poder emitir palabra. Remus había sentido muchas cosas en su vida, autocompasión, miedo, vergüenza… todo a raíz de su condición, pero celos, jamás y justo ahora se daba cuenta que precisamente eso sentía, celos, celos ante la proximidad de alguien hacia lo que consideraba, en un impulso totalmente primitivo, algo suyo, celos de que ella riera y compartiera con alguien más, celos de que alguien siquiera la rondara. Y todo el coraje y enojo se disolvió por completo, ahora siendo cambiado por vergüenza, como era su costumbre, enrojeció ante su actitud de niño y el espectáculo que acababa de dar, bajó la mirada y se encogió ligeramente sobre sí mismo, estaba celoso y Abigail no querría a alguien así, con tan poca confianza en sí mismo, alguien tan posesivo sobre ella.
El roce de unos labios sobre los suyos le sorprendió, Abigail se había trepado a la banca y ahora le abrazaba del cuello mientras le besaba. La pelinegra se separó despacio sonrojada y le sonrió
- Te quiero a ti Remus, a nadie más
Remus entonces entendió todo, era verdad que sentía celos, pero aún más profundo que eso, sentía miedo, miedo porque ella se diera cuenta lo poco que era él, que ella notara lo complicado de su relación y que en cuanto analizara la situación y balanceara los pros y contras, entonces le dejara por alguien mejor, por alguien menos complicado, por alguien normal. Pero Abigail había logrado acallar todo eso, solo con unas simples palabras.
- Deja de inventarte cosas Remus –Continuó –Yo te quiero a ti y Severus es únicamente mi amigo, solo eso –terminó en una sonrisa, pero Remus recordó su anterior molestia
-¿Demasiado intimo no crees? Siempre estás con él –murmuró con molestia, pero no como la de antes, que no causó más que gracia en la chica
- Solo un amigo, además si alguien debería estar celoso, esa debería ser yo –él frunció las señas confundido –Con todas esas chicas que te rodean todo el tiempo
-¿Chicas? –murmuró el recordando –Pero si solo son las novias de James o Sirius o aquellas que se acercan buscando su atención –trató de excusarse, haciendo que Abigail soltara una risita
- Entonces deben ser ciegas… porque teniéndote enfrente, se fijan en otros –Remus se sonrojó mucho más de lo que era posible
- No digas eso –soltó en un murmullo –Solo tú me ves de esa manera
- Y agradezco eso…
Remus la acorrucó en sus brazos, mientras acariciaba sus cabellos, ella se dejó llevar envolviéndose en su calidez.
- Por cierto, te ves muy guapa esta noche
- No seas molesto –murmuró aunque esta vez ella tuvo que sonrojarse, Remus rio divertido y la cargó por un momento, apretándola contra su cuerpo y bajándola de la banca.
- Así que… me habéis comprado algo de San Valentín –ella desvió la mirada sonrojada
- No es un regalo de San Valentín, solo lo vi, pensé que te gustaría y lo compré, n-no te inventes una película de esto –Remus la observó divertido, mientras le tendía la bolsa con la otra caja, él tomó ambas y se sentó en la banca, ella de inmediato tomó asiento a su lado.
- Woo, es preciosa –se sorprendió, sacando la pluma de su caja –¡Muchas gracias Abigail!
- No es nada –murmuró sonrojada
- Que casualidad, yo si te compre dulces de San Valentín –Abigail volteó sorprendida y él depositó sobre sus piernas una caja con las trufas de chocolate, ella se quedó viéndolas por un momento, con un calor apoderándose de su pecho, no era la primera vez que recibía chocolates, pero por una extraña razón, los que ahora se encontraban en sus regazo eran especiales.
- Hubiera querido pasar el día de hoy contigo –Abigail volteó sorprendida, Remus le sonreía y subió su mano, acariciando su mejilla
- Tenemos la noche –le aseguró disfrutando las caricias
- Supongo –suspiró –Tal vez… el siguiente año –trató de sonreír
- Tal vez… -concedió, tratando de reconfortar a Remus, aunque de antemano sabía que su secreto debería continuar, aunque no lo hizo por mucho tiempo…
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