*DIFERENTES BANDOS*
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Remus y Abigail caminaban por el pasillo directo hacia el aula de Defensa contra las artes oscuras, el chico había ido a recogerla a su sala común y la acompañaba a su clase, como lo había hecho desde ya hace algunas semanas.
- Te veo más tarde –Remus le ofreció una sonrisa, pero la chica observaba distraída hacia el aula
- Si…
- ¿Todo bien Abi? –preguntó el chico curioso, dirigiendo la mirada también al aula.
Abigail volteó hacia él y le observó con atención, lucía ligeramente cansado, ese día iniciaba la luna llena, por lo que nada más terminara sus clases, esperaría el atardecer para que fuera llevado a la casa de los gritos y la única forma en como lo vería los siguientes días sería en la enfermería.
-Si –trató de sonreír –solo me distraje un poco, lo siento
Remus sonrió como respuesta, se agachó un poco para darle un pequeño beso en la coronilla de la cabeza y se dio vuelta para marchar a su clase. Ella lo observó un poco más desde la puerta, con su andar cansado a través del pasillo, desde donde algunos otros estudiantes volteaban a verlos, no les tomó importancia y se adentró al aula para tomar su lugar.
Habían pasado ya un par de semanas desde la fiesta del club de eminencias y los murmullos y rumores sobre ellos y una posible relación ya rondaban por los pasillos del castillo, sin embargo, no pasaban más allá de eso, rumores, ya que tanto ella como Remus solían ser normalmente reservados y a lo mucho llegaban a tomarse de la mano o Remus le daba pequeños besos como el anterior, aunque esos rumores no era lo que precisamente le preocupaba.
Justo en ese momento, Severus se adentraba por la puerta, ambos pelinegros mantuvieron su vista en el otro por un momento, antes de que chico la desviara y pasara a su lado, prácticamente ignorándola y dirigiéndose hacia el fondo de la clase, justo donde Rosier, Avery, Mulciber y Greengrass, le recibieron bastante animados, dejándole un espacio entre todos ellos y lanzando miradas burlonas hacia ella. Abigail soltó un bufido y regresó su vista a frente, recordando el día despues de la fiesta del club de eminencias
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La chica caminaba tranquilamente por el pasillo hacia la biblioteca cuando sintió un tirón en su brazo que la jalaba por el pasillo contrario hasta meterla a una de las aulas vacías del colegio.
- ¿Severus? ¿Qué te sucede? –se quejó la chica por la rudeza de su agarre
- ¿Que hacías con él? –Severus le reclamó con molestia, mientras se aproximaba a ella, acorralándola contra la pared y dejándola sin habla
- ¿S-severus? –tartamudeó levemente
- ¿Que hacías con Lupin? –Volvió a preguntar –¿Acaso sales con él? ¿Es eso Abigail?
La chica guardó silencio, abrumada por el cuestionamiento y la gran molestia en el rostro de su amigo, quien obtuvo la respuesta que ya suponía, pero que no quería escuchar. Severus arrugó la nariz y se alejó un par de pasos de ellas, devolviéndole su espacio.
- ¿Qué Demonios sucede contigo Abigail? ¿En que estabas pensando? –Gruñó caminando de un lado a otro –¿Enserio? ¿Lupin?
Abigail bajó la mirada y tomó su brazo mientras mordía sus labios, cohibida y atosigada. Desde que inició los encuentros con Remus, sabía que la creciente amistad entre ellos no sería muy bien vista por muchos, y si bien los amigos de Remus eran un gran problema, la de su propio y único amigo, era una barrera insuperable. Levantó la vista observándolo, caminando de un lado a otro como un animal herido mientras despotricaba improperios, herido ante lo que ella mantenía con Remus y haciéndola sentir más culpable de lo que antes se había sentido.
- …de todo el mundo mágico ¡Tenías que elegir al idiota de Lupin!
Abigail abrió los ojos con sorpresa y frunció el ceño de inmediato, una cosa era que despotricara y reclamara a ella, una muy diferente era que hablara mal de Remus, Remus no era un idiota, era la persona más inteligente que ella hubiese conocido, tampoco era malo, él era dulce, tierno y amable.
- Remus no es un idiota –le interrumpió por primera vez, haciendo que guardara silencio y volteara hacia ella –Remus no es así y no quiero que lo llames de tal manera
Severus torció los labios y arrugó la nariz como si le hubiese picado un animal ponzoñoso, el verla decidida y hasta molesta defendiendo a Lupin fue suficiente. Ese estúpido grupillo de Gryffindor siempre tenía que meterse en todo, tenían que meterse con él y molestarle solo por ser un Slytherin, tenían que causar la pérdida de Lily y ahora tenían que robarle a la única amiga que le había elegido solo por ser él y no por su conocimiento sobre magia oscura y pociones. La observó con el ceño fruncido, ahora molesto con ella, porque en el tiempo que llevaba conociéndola sabía que no era una niña tonta que se dejara llevar por sus emociones, siempre fue la lógica y razonable Abigail, y justo en ese momento, cuando necesitaba a su yo real, se comportaba como una boba niña enamorada, prendada a un tipo del cual tenía razones de más para detestarlo.
- ¿En verdad? ¿Ahora vas a defenderlo? ¿Acaso no recuerdas lo que me ha hecho? –le reclamó, elevando el tono de voz
La pelinegra bajó la mirada nuevamente, lo sabía, lo había recapitulado constantemente desde el día en que había compartido la ronda nocturna con Remus por primera vez. James Potter, Sirius Black, Peter Pettegreew y tal vez incluso Remus Lupin, se habían declarado los enemigos de Severus. Le habían jugado bromas, que no podían considerarse solo eso, lo habían atosigado, abrumado y bulleado un sin fin de veces desde el primer año, ella misma había estado presente en algunas de ellas y tenía conocimiento de esto cuando Remus se presentó por primera vez ante ella y la invitó a caminar con él. No pensaba escalaría más, a pesar de que esa noche estaba harta de Rosier y lo había abandonado a medio pasillo, tampoco quería vagar sola por los oscuros pasillos de Hogwarts y Remus pareció llegar justo en el momento indicado; se dijo solo sería esa noche, solo sería esa semana, solo sería en esas rondas nocturnas, pero todo había avanzado rápido, demasiado tal vez y casi sin darse cuenta había empezado a sentir cosas por el Gryffindor.
- Él no lo ha hecho –trató de defenderlo –lo ha hecho el resto y sé que él es su amigo, pero no es como los otros, en verdad Remus no…
- ¿Es solo eso? ¿Prefieres a Lupin?
Severus la observaba penetrante, y a pesar de que había bajado el tono de su voz, su mirada podía ser más punzante que las palabras, y la había acorralado. Severus era su amigo, había sido su amigo desde que había ingresado a Hogwarts, desde que fue aislada dentro de en su casa, y se habían encontrado solos en la sala común, con el mismo destino por el origen de su sangre; como mestizos habían pasado por lo mismo y se habían vuelto el confidente el uno del otro, alguien con quien podían compartir su tiempo, sus gustos, sus sentimientos, sus pesares, sus pensamientos, prácticamente todo. Severus era importante para ella, era su amigo, pero cuando ponía todo en una balanza, esta parecía irremediablemente desbalancearse, aunque sea por una milésima, en favor a Remus Lupin. No quería estar sin Severus, era cierto, pero ahora no sabía si podía existir sin Remus, si bien con Severus se había mantenido acompañada y estable gracias a su resiliencia, Remus le había enseñado más, le había sacado de ese lugar oscuro en el armario donde se había escondido y ahora con toda esa luz a su alrededor, definitivamente no podía volver a aquel sucio rincón, ni siquiera acompañada de Severus.
- Lo siento Severus... –murmuró bajito, pero lo suficiente para que el pelinegro frente a ella lo escuchara
Severus sintió un escalofrío que le recorrió desde la columna hasta la barriga, la observó con los ojos abiertos, mientras ella trataba de esconder la mirada cohibida, aunque en su voz no se notaba ni un tipo de temblor o duda, había sido firme, aunque apenas en un susurro, ella estaba segura de lo que hacía, lo dejaba todo, lo apartaba por completo a él y elegía a Lupin.
- ¿Como puedes hacer esto Abigail? –murmuró con un desaire en su voz
- No quiero que dejemos de ser amigos Severus –se apresuró –Podemos…
- No, no podemos –le interrumpió –No podemos simplemente tratarnos como si esto no ocurriera, como si no estuvieras con la persona quien me ha tratado de esa manera y sigamos como siempre, las cosas no son así Abigail. Es… decepcionante
El corazón de Abigail dio un bote, con algo que podía considerarse como culpa, pero no lo era. Entendía lo mal que lucía todo, ella había dejado a la persona con la que había compartido años de vida por Remus, el chico de Gryffindor que apenas y si conocía y con quien había iniciado una relación clandestina, pero ahora ya no solo era eso, no es que ella hubiera querido enamorarse, simplemente sucedió, se enamoró de su simpatía, de su amabilidad, de su inteligencia y sobre todo de su nostalgia y soledad, porque queria, no, necesitaba que él no volviera a sentirse solo de nuevo. Y aunque ella sabía debía sentirse culpable, no podía hacerlo, porque no tenía culpa de nada, jamás se sentiría culpable de sus sentimientos hacia Remus, no se sentiría culpable ni avergonzada por quererlo, porque lo quería, estaba perdidamente enamorada de Remus y era la sensación más maravillosa y energizante que antes hubiese sentido.
- Lo siento –volvió a repetir, haciendo que Severus gruñera – Pero no puedo y tú deberías entenderlo mejor que nadie, no puedes elegir de quien enamorarte...
Severus abrió los ojos con sorpresa ante el ataque, ante la mención de sus sentimientos de años por Lily Evans, Abigail los conocía perfectamente, habían hablado de ellos en alguna ocasión, más no imaginaba que en algún momento ella ocupara tal información en su contra, y ahora no solo estaba molesto, estaba furioso, por que Rosier tenía razón, se encontraba solo, esos detestables Griffyndor adoradores de Muggles lo habian dejado solo, le habían quitado todo incluso poniendo a alguien como Abigail en su contra.
- ¡Maldita sea Abigail! –Levantó la voz en casi un grito –¡Es un Licantropo! –soltó lo que pensó más impacto causaría en ella, la observó palidecer y confirmo de inmediato lo que llevaba meses en su cabeza
- ¿D-de que hablas?
- No trates de fingir que no es cierto ¡Tú lo sabes! –volvió a presionar –Él es un hombre lobo, me he dado cuenta, no hay que ser un genio para esto, cada vez que se pierde las clases, sus desapariciones y constantes dolencias que lo mantienen en la enfermería durante todo el periodo de Luna llena, todo encaja. Es un hombre lobo. Y no solo eso, es el que casi me mata en la casa de los gritos.
Abigail sintió un fuerte mareo mientras su estómago se contraía con la intensión de sacar todo su contenido, volteó hacia uno de los pupitres detrás de ella, sosteniéndose de él y tratando de tomar aire, eso era todo, la vida de Remus se había arruinado, Severus se encontraba fúrico y en ese estado podría ser capaz de decirle a los demás sobre su secreto, sobre lo que él era y ahora estaba aterrada. Recordó a la perfección cuando fue a ver a Remus después del desastre en la Casa de los Gritos, ella le había prometido que Severus no lo sabía y que de ser así no tenía porque preocuparse, ella lo arreglaría todo; con un movimiento suave deslizó su mano hacia su túnica, donde siempre escondía su varita, la apretó en su mano y tomó aire, solo un movimiento, un hechizo rápido, uno que había practicado un sin fin de veces y que no podía fallar, un hechizo y todo estaría bien y Remus estaría bien. Volteó rápidamente, solo para encontrar la varita de Severus apuntando directo a su rostro.
- Ni siquiera se te ocurra… si tratas de hechizarme como aquella vez, yo lo haré primero
Severus la observaba seguro, mientras sostenía la varita firmemente, aunque de antemano sabía que sería complicado, batirse en duelo con Abigail, aun con la ventaja que él tenía, no podía asegurarle un resultado favorable. La chica apretó la varita en su mano y mordió sus labios ligeramente, analizando la situación, tal cual la había visto hacer en un sin fin de enfrentamientos en clase, pero contra todo pronóstico, la mano de la chica tembló ligeramente y descendió hasta dejar de apuntarle, levantó la vista ahora a su rostro, cuya mueca mostraba miedo y angustia.
- Por favor –escucho su voz, con un tono de súplica –Por favor Severus, no lo digas, no le digas a nadie sobre Remus
- ¿Que? –el chico le observaba confundido, viéndola vulnerable frente a él
- Por favor, si de verdad, en algún momento fuimos amigos, por favor Sev, no le digas a nadie lo que es… al menos por mí…lo quiero
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Abigail recordaba haberlo visto bajar la varita con molestia, lanzándole una mirada de disgusto y decepción por primera vez, antes de acomodarse la capa y dar media vuelta sin emitir palabra alguna, tal vez no había afirmado nada, pero estaba segura que no contaría el secreto a nadie, por la amistad que habían mantenido durante tiempo y la cual dudaba mucho poseer en ese momento. A partir de ese día, Severus había dejado de hablarle, a veces incluso pasaba a su lado sin verla, como si nunca hubiese existido y también, para su desgracia, lo había visto cada vez más apegado al grupo de Rosier; durante las clases o los descanso había visto como el grupo de cuatro le rodeaba todo el tiempo, hablando con él y elogiando sus pociones y nuevos conjuros, además de que también había notado como los apelativos hacia él y su parte de sangre muggle había disminuido.
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Severus, por su parte, también había estado observándola desde su espalda, frunció el ceño, desde hacía semanas no había cruzado palabra con Abigail, la situación era bastante complicada para él, durante años había compartido prácticamente todo con la pelinegra y con Lily por supuesto, pero en ese momento no se sentía capaz de ni de verle sin maldecirla, ella había osado no solo traicionarle, sino ponerse del lado de aquellos idiotas que le habían hecho la vida imposible durante años y peor aún, enredarse con uno de ellos.
Lupin, casi quiso escupir el nombre, aún no podía creer como había sucedido todo, algo que no tenía ni pies ni cabeza, nunca los había visto interactuar más de dos palabras y ahora resultaba que ella estaba enamorada de él, frunció el ceño, porque aunque ella no se lo había dicho explícitamente estaba más que seguro de que lo estaba, perdidamente enamorada; si bien había conocido a todos los pocos intereses amorosos de la chica, era la primera vez que se mostraba tan vulnerable por alguien, tan preocupada incluso llegando al punto de suplicar para que él no le delatara, ¿Qué demonios había hecho Lupin con ella?
Soltó una maldición en su cabeza, estaba harto de todo, estaba harto de ese estúpido grupo de leones, gracias a ellos había perdido todo, en primer lugar a Lily, quien no volvió a dirigirle la palabra desde aquel desafortunado vómito verbal contra ella.
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Le había esperado fuera de su sala común un largo rato, hasta que ella al fin había decidido salir, ansiaba arreglar todo, no quería que tal insulto saliera de su boca, pero no había podido evitarlo y era necesario arreglara su error en ese momento.
- No Severus, no acepto tus disculpas –el chico abrió los ojos sorprendido, mientras Lily se abrazaba a sí misma y desviaba la mirada después de escuchar al muchacho –Y… tampoco puedo seguir siendo tu amiga…
Severus tragó saliva, mientras sentía como si un balde de agua fría lo bañara por completo, su lengua se pegó al paladar y su cerebro pareció dejar de funcionar, Lily lo observó cara a cara y continuó ante el silencio del muchacho
- No puedo seguir siendo tu amiga si llamas "sangre sucia" a todos los demás que son como yo… tú elegiste tu lado y yo el mío. No quiero seguir teniendo contacto con aquellos que están obsesionados con las artes oscuras o que anhelan unirse a los Mortífagos –fueron sus últimas palabras, antes de dar vuelta y adentrarse a través del retrato de la señora gorda
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Frunció el ceño nuevamente, aún dolía recordarlo y justo ahora, Lupin le quitaba a la única amiga que le quedaba, y la única que había logrado hacer en todo ese tiempo, dejándolo solo.
De pronto las risas a su lado llamaron su atención, Rosier, Avery, Mulciber y Greengrass lo rodeaban en este momento, se equivocaba, no estaba solo, no ahora. Durante los últimos meses Rosier había hablado más con él, elogiando sus dotes en pociones y hechizos e invitándolo a formar parte de su grupo selecto de personas, y aunque todos suponían de qué grupo se trataba, nadie se atrevía a hablarlo abiertamente. "Mortífagos", la palabra había sonado a voces entre los estudiantes de Hogwarts, en especial en su casa, casi tan en secreto como los conjuros de magia oscura, el grupo de seguidores de Lord Voldemort, uno de los magos más sorprendente y poderoso del que Severus habría escuchado y cuya ideología era que los muggles eran seres débiles, vulgares e inferiores, que debían ser eliminados, para evitar la mezcla de sangre con los suyos.
Definitivamente compartía parte de esas ideas, los muggles realmente no encajaban, y no deberían hacerlo, en aquel mundo al que él pertenecía, suficientes razones había tenido con su padre y con la madre de Abigail para corroborarlo, la magia era selecta solo para algunos, y los muggles eran incapaces de entender algo como eso, el mejor ejemplo podía ser Petunia, la hermana de Lily.
Y aunque al principio, los ideales le parecían excesivos, en este momento se alegraba que haber sido considerado para pertenecer a tal grupo, Rosier tenía gran apego al señor oscuro, en especial por su padre, un verdadero mortífago, quien compartió clases con el señor oscuro y que podía ser considerado uno de sus primeros seguidores. Evan más de una vez se había jactado de lo fácil que sería para él pertenecer a los mortígagos y de integrar a alguien, siempre y cuando valiera la pena para su señor.
Lo había comprobado casi de inmediato, cuando el rubio había sido capaz de incluirlo en una pequeña reunión, donde logró reconocer a varios Slytherin de años anteriores y miembros de prestigiosas y antiguas familias mágicas, como Lucius Malfoy, quien estaba más que conforme de verlo ahí, y aunque no podrían ser considerados mortífagos, hasta que Lord Voldemort lo aceptara, el encontrarse en la reunión parecía borrar cualquier prejuicio hacia su sangre, significaba ser necesario, encajar en algo, por fin ser requerido, sensaciones que sentía por primera vez y le agradaba, bastante de hecho.
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Remus se encontraba descansando en la enfermería, la noche anterior la Luna había estado en su apogeo, pero muy al contrario que en otras ocasiones, no había obtenido más que alguno que otro rasguño a causa de su transformación, nada parecido a lo que sucedía antes, donde casi siempre terminaba haciéndose daño, mordiéndose y rasgando su piel debido a la soledad. No podía asegurar que la maldición del hombre lobo ya no le afectaba, pero ahora parecía poder sobrellevarlo, durante las noches ya no quedaba encerrado en la lúgubre casa de los gritos, si no que salía, por supuesto acompañado de Cornamenta, Canuto y Colagusano y deambulaban por los terrenos de Hogwarts, ayudados de la oscuridad, por primera vez siendo libre sin lastimar a nadie; además…
El sonido de la puerta llamó su atención, interrumpiendo sus pensamientos, por ella se adentraba una bajita chica de cabellos negros, Remus abrió los ojos con sorpresa al verla, mientras ella se acercaba con pequeños pasitos y con una radiante sonrisa, apenas llegó a su lado, se lanzó hacia él, hundiéndose en un efusivo abrazo.
-Te extrañe –susurró a su oído, haciéndolo sonrojar casi de inmediato
- Y yo a ti –contestó con una sonrisa mientras acariciaba los cabellos negros
Y ahí estaba la otra gran razón por la que podía soportar todo, Abigail se había vuelto clave fundamental para su existencia, su sola sonrisa al verle, el brillo de sus ojos o la calidez de sus abrazos y besos, era suficiente para que por primera vez se sintiera feliz y afortunado, aun después de sus días de Luna.
- Abi, no pensé que entraras por la puerta –comentó divertido, ya que ella siempre prefería ir como animago y meterse por alguna ventana
- Bueno, supongo ya no tengo que ocultarme para venir aquí –se separó ligeramente –¿Qué más da si me ven entrar ahora?
Remus sonrió y ella se acercó más a él, tomando sus mejillas con sus manos y fundiéndose en un beso, que el chico no tardó en corresponder, apenas se separaron Abigail pasó su vista por su rostro, sin una marca grave visible y sonrió.
- ¿Cómo te fue esta noche? –se sentó a su lado en la cama
- Bien, todo fue muy tranquilo, caminamos por el bosque prohibido y pudimos ver de cerca a los centauros
- Suena interesante
- Así es –se acomodó en la cama mientras acariciaba con sus dedos los cabellos de la chica – Sirius ha inventado un nombre, algo estúpido a mi parecer, para nosotros
- ¿En verdad? ¿Cuál es? –le vio divertida
- Los merodeadores –bufó, aunque también lucía divertido
- ¿Los merodeadores? –soltó una risita –Bueno, con el tipo de animagos que son y que ahora se la pasan de vagos por las noches… creo les va bien
- Es una tontería Abi –rio –Pero sabes lo difícil que es convencerles de no hacer algo estúpido –le observó por un momento y besó su mejilla –Sabes… deberías venir la siguiente vez, "merodear" puede resultarte muy divertido y como cuervo no habrá problema alguno
Abigail trató de sonreír, una cosa era que pudiera estar a su lado en ese momento, que no se ocultaran como antes y otra muy diferente que sus amigos pudieran aceptarla y soportarla a su lado, pero no iba a hablar de eso, no en ese momento y con Remus en ese estado
- Tal vez en otro momento –se acercó nuevamente abrazándose a su cuello y recargando prácticamente todo su cuerpo en el de él –Además, sabes que prefiero pasar más tiempo aquí y de esta manera –sonrió y se acercó nuevamente a él, en esta ocasión dando pequeños besos por las pequeñas marcas que se encontraban en sus mejillas y su rostro, Remus rio divertido, pero se dejó hacer, mientras tomaba su cintura apretándola contra él.
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En otro punto, Sirius caminaba enfadado por los pasillos de Hogwarts mientras se maldecía una y otra vez, los últimos días, mientras iba a clases junto con el resto, había estado escuchando ciertos rumores que involucraban directamente a uno de ellos y a cierta Slytherin. Al parecer la serpiente había aprovechado y durante la fiesta del club de eminencias había decido marcar su territorio y destapar su absurda relación, ocasionando que ahora casi medio castillo murmuraba sobre ellos.
Gruñó, como si necesitara más problemas, no solo necesitaba estar pendiente de Remus y su transformación y de las clases a las cuales el castaño no podía asistir, sino que también tenía que alejar a esa condenada serpiente que quería hacerse fama o un lugar a partir del bueno de su amigo. Volvió a maldecir, y con lo difícil que era encontrarla, había estado toda la mañana recorriendo el castillo en su búsqueda, sin éxito.
James le había pedido claramente que la alejara, pero él estúpidamente había estado tonteando con Marlene aquel día en el campo de Quidditch en vez de coquetear con la pelinegra, la recordaba perfectamente, prácticamente embobada observándolo jugar, si tan solo hubiera dejado a Marlenne de lado y flirtear directamente con la pelinegra, fácilmente podría haber hecho que dejara a Remus, que lo buscase a él y después de destaparla frente a su amigo y demostrarle lo venenosa que era, porque así eran los Slytherin, después de todo. Debía alejarla para siempre… pero lo había jodido todo.
Dio vuelta en el pasillo que daba hacia la enfermería donde Remus seguramente ya estaría esperando que llegue con sus tareas del día, justo al frente de la puerta ya se encontraban James y Peter
-¿Dónde estabas? –le preguntó el de las gafas
- Estaba buscando a la serpiente, pero sí que es escurridiza –soltó en un gruñido, James suspiró
-Tampoco la he visto en todo el día –revolvió su cabello
-Maldita sea...
Peter los veía preocupado y se acercó a la puerta para entrar a la enfermería, apenas levantó la mirada para buscar a Remus, abrió los ojos con sorpresa y cerró la puerta de golpe, volteó rápidamente y tomó las manos de James y Sirius mientras los jalaba hacia la puerta con un ligero sonrojo en las mejillas.
-¡A-adentro! ¡Braun e-está ahí adentro!
De inmediato los dos chicos se arremolinaron alrededor de la puerta abriéndola ligeramente, dentro, Abigail se encontraba recostada en la camilla de Remus, el chico yacía profundamente dormido, recargando la cabeza sobre su hombro, mientras ella leía un libro y distraídamente acariciaba sus cabellos. La escena parecía tan íntima que había afectado al joven Peter e incluso parecía incomodar a los otros dos.
- ¿Qué hacemos? –murmuró el más bajito
- Pues la sacamos de ahí –contestó Sirius, pero Peter pareció renuente
- ¿Remus no se molestara?
James observaba la escena, más curioso que molesto, su principal duda sobre Braun era que no sabía lo que quería de su amigo y los últimos rumores del castillo sobre su relación lo habían puesto en alerta, Sirius había concluido, casi de inmediato, que la chica buscaba fama a partir de Remus o tal vez algo peor, como manipularlo para poder ser aceptada en Slytherin, pero justo en ese momento no parecía nada de ello, porque entonces la chica estaría recorriendo los pasillos, haciendo alarde de su relación y no estaría escondida en la enfermería, dando confort y mimos a su amigo. Soltó un suspiro y siendo más sensato que los otros dos, cerró la puerta despacio, sin hacer más ruido.
- ¿Qué haces cornamenta? –se exaltó Sirius
- Dejémoslo por hoy, si entramos Remus se molestará y será peor, además no quiero exaltarlo en estos días
Peter asintió de inmediato, pero Sirius frunció el seño no estando de acuerdo, esa serpiente se estaba excediendo, engatusando aún más si era posible a su amigo, pero al final asintió, por supuesto no era el mejor momento para tener discusiones con Remus.
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Por la tarde Abigail caminaba a su sala común, había estado una buena parte del día con Remus, pero pronto sería llevado a la Casa de los gritos, por lo que era tiempo de dejarle, apenas un par de metros antes de llegar a su entrada pudo ver a Sirius, con los brazos cruzados y recargado en la pared, ella levantó una ceja al verle, no solía verse a menudo cerca de ahí, pero decidió pasar de largo, sin embargo apenas había estado a su altura, Sirius la había atrapado del brazo y colocado contra la pared, con su cuerpo aprisionándola
- ¿Donde vas Braun? –le preguntó con una sonrisa de lado
- ¿Qué quieres Black? Pensé que había quedado claro que no me gusta me toques… -le recordó su encuentro en el acueducto del año pasado, mientras dirigía su mano su varita
- ¿En verdad? ¿No te gusta te toque? –fingió inocencia, mientras se acercaba más y bajaba sus manos a su cintura, sorprendiéndola
- ¿Qué crees que haces?
- Oye Braun –él ignoró su pregunta –No había notado lo atractiva que eres… ya sabes, ese cabello tan peculiar va bien con tus ojos –una de sus manos soltó su cintura, para esta vez dirigirla su mejilla –No finjas, te vi ese día en el campo de quidditch, no te soy tan indiferente sobre la escoba ¿Verdad? Me devorabas con la mirada –Abigail abrió los ojos sorprendida y sin quererlo sus mejillas se sonrojaron
- Eso no… -Sirius interrumpió, colocando uno de sus dedos en sus labios
- Te propongo algo Braun ¿Qué te parece si dejas a Remus? Él es demasiado bueno y a alguien como tú podría resultarle aburrido, pero yo, con gusto podría... ya sabes… complacerte por un tiempo, salir contigo y todas esas cosas que seguramente quieres hacer –acarició sus labios con su pulgar
Abigail estaba descolocada, no tenía idea de cómo había llegado a tal posición o porque Black le proponía todo eso, pero apenas escuchó pronunciar el nombre de Remus, su mundo volvió a estabilizarse de inmediato, por lo que sonrió hacia Sirius. El pelinegro notó su cambio y se regocijó ante su contundente victoria, se acercó un poco más, para cerrar el trato, cuando una fuerte bofetada en la mejilla le dio la bienvenida. El chico abrió los ojos con sorpresa y se separó un par de pasos mientras la Slytherin le observaba con el ceño fruncido.
- Escucha bien Black, no se que demonios pasó por tu cabeza, pero yo no soy como tus otras conquistas, y yo jamás dejaría a Remus, ni por ti, ni por nadie –levantó la cabeza altiva, mientras acomodaba su túnica –quiero a Remus y solo por eso no diré nada, porque son amigos y si se enterara de esto, saldría herido, pero escucha bien Black, no quiero te vuelvas a acercar a mí de esta forma.
La chica dio la vuelta y avanzó hacia su sala común, sin darle una mirada más al pelinegro, que impresionado tomaba su mejilla, que aún escocía por el golpe, para él no eran muy usuales los rechazos, mucho menos los de tal magnitud y aun con eso, lo que más le impresionaba era la respuesta de la chica, parecía hablar enserio de sus sentimientos hacia Remus, además de que pensaba tanto en él como para omitir lo que había sucedido ahora, solo para que el castaño no saliera herido ¿Qué demonios quería Abigail Braun?
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