**MUGGLES*
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Habían pasado un par de meses y pronto las primeras vacaciones de Hogwarts se acercaban; aunque eran apenas un par de días y muchos estudiantes aprovechaban quedándose en el castillo y adelantar o completar los extensos trabajos que les daban los profesores, algunos otros alumnos preferían volver a casa y otros más tomar esos días para poder visitar lugares fuera de Hogwarts, derecho reservado para los chicos d año.
Los merodeadores esperaban ansiosos estas vacaciones, ya que sería el primer año en el que tendrían la posibilidad de salir del castillo sin avisar a nadie y aunque ya lo hacían con frecuencia, en esta ocasión podían usar las chimeneas de la red flue de Hogsmeade y alejarse mucho más del castillo, sin represalia alguna. Ya habían planeado todo para el día, Sirius había escuchado que una de las bandas muggles que él solía escuchar estaría en Londres y por supuesto quería ir, James y Peter habían aceptado de inmediato, pero Remus había sido otro tema "…lo siento Sirius, he quedado con Abigail de pasar el día juntos…" y de nuevo ahí iba la estúpida serpiente a meterse entre ellos y es que Remus parecía estar más atento a lo que la slytherin quería que a sus aventuras juntos y los "merodeadores" ahora habían quedado en segundo plano para él.
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Los últimos rayos de sol acariciaban las construcciones de Hogsmeade, James, Peter y Sirius ya se encontraban cerca de la taberna Cabeza de Puerco, listos para ocupar su chimenea y llegar a Londres.
- Demonios, si no se apura lo dejaremos
- Calma Canuto –murmuró James –Es una fiesta, será bastante larga
- Si pero…
Sirius se detuvo, justo por la calle principal, al fin Remus se aproximaba, y Sirius estaría feliz, de no ser porque la chica pelinegra iba de su mano, soltó un bufido y se cruzó de brazos.
- Genial idea James, viene con la serpiente –gruñó
James soltó un suspiro y revolvió su cabello, ante la negativa de Remus de acudir con ellos y el ya esperado reclamo que haría Sirius, decidió intervenir rápidamente y había extendido la invitación también hacia la pelinegra, Remus pareció mucho más animado y aceptó prácticamente de inmediato, dejando a Sirius sin poder oponerse.
- Canuto, es lo primero que se me ocurrió. Querías que estuviéramos todos ¿Cierto?
- Si, pero se supone es solo para nosotros, solo nosotros cuatro, nada de chicas y ahora Remus parece que no puede estar sin la serpiente a su lado –se cruzó de brazos
- Es su novia Sirius, aunque no nos agrade –murmuró más bajo, ya que la pareja se acercaba –además, dices sin chicas, pero terminas encontrando a alguien en las fiestas.
La discusión iba a continuar un poco más, de no ser porque más alto ya había llegado hasta ellos.
- Lo siento mucho –Remus rascó su nuca –se nos hizo un poco tarde
- Si si, como sea –gruñó Sirius –vamos o nunca llegaremos –y enfurruñado se adentró en el lugar.
Remus levantó una ceja confundido, pero James le hizo una señal de que lo olvidara y los cuatro le siguieron adentro. Llegaron al caldero chorreante en apenas algunos segundos, por suerte el evento sería muy cerca, en un pequeño bar en Tottenham Court Road, el barrio muggle; por lo que salieron del establecimiento y caminaron solo un par de calles para llegar. El lugar ya se encontraba abarrotado, había muchas personas en el exterior que esperaban el pase hacia el establecimiento, después de todo Sirius había tenido razón y habían llegado muy tarde. Remus volteó hacia su amigo, dispuesto a disculparse, de no ser porque este únicamente sonrió de medio lado, hizo un ademán al resto para que lo siguieran, adelantándose al resto de personas.
- ¡Hey amigo! –Saludó al guardia de la entrada, el tipo volteó a verlo con el ceño fruncido, pero Sirius cubrió su boca y simuló un estornudo –Confundo –El guardia sacudió la cabeza y Sirius sonrió victorioso –Gracias por aguardarnos –le sonrió e hizo una seña para que los cuatro detrás de él entraran –te debo una
-¿Eh?… si… -murmuró, aún confundido, mientras Sirius entraba por la puerta y la cerraba
Dentro el ambiente parecía mucho más animado, había unas cuantas mesas alrededor, aunque la mayoría de personas se concentraba en la zona despejada del centro, alrededor del escenario donde pronto la banda tocaría. Sirius se acercó rápidamente a una de las mesas y acercó unas sillas. Abigail observaba todo sorprendida, a pesar de que parte de su sangre era muggle, hacía años que no convivía con personas fuera de la comunidad mágica y le parecía prácticamente fascinante, las luces, las decoraciones, el ruido y por su puesto las extravagantes ropas que usaban, ahora entendía porque James y Sirius vestían tan diferente, en ese lugar parecían mezclarse entre ellos, bajó la mirada a su ropa, un vestido suelto de holanes color azul, con pequeños búhos dorados bordados por todo el frente, no se precía en nada a aquellos vestidos cortos o pantalones entallados que usaban las chicas muggle.
- Bien hecho Sirius –felicitó James
- Nada de bien hecho –intercedió Remus –¿Estás loco? ¿En verdad hiciste un hechizo aquí?
Volvió a la realidad al escuchar la voz molesta de Remus, sin darse cuenta ya se encontraba sentada en una silla al lado de Remus y Peter, volteó hacia Sirius que solo rodó los ojos y se cruzó de brazos.
- Un confundo –interrumpió y ladeó la cabeza –No pensé que quisieras que te expulsaran de Hogwarts por un hechizo como ese
- ¡No me expulsarán, Slytherin! –Sirius gruñó con molestia–Tengo 17, se acabó la restricción de magia para mí
- Oh… no sabía eso –murmuró mientras volvía su vista al escenario, Sirius levantó su ceja confundido, esperando que continuara la discusión por lo que pretendió incitarle
- ¿Acaso ibas a sacar tu insignia de prefecto y avisar a todo Hogwarts? –sonrió con burla
- No, no iba a hacerlo –murmuró la chica sin voltear a verlo, más interesada en las personas se arremolinaban en el lugar.
- Ella no iba a decir nada, ni yo, aunque debería hacerlo –gruñó Remus con molestia, ante su tono hostil
- Si, si, como sea –Sirius movió su mano restándole importancia –además solo lo hice porque llegamos tarde –esta vez fue Remus quien se sonrojó incómodo, haciendo que Sirius sonriera –Ahora solo pidamos algo y disfrutemos
El espectáculo empezó más pronto de lo que pensaba, la música era ruidosa, nada que hubiera escuchado antes, pero extrañamente le gustaba, los instrumentos, la tonada, los tonos de las luces y aquellas personas bailando, todo era tan diferente, pero sumamente atrayente a sus ojos. Sirius, James y Peter prácticamente corrieron hacia el escenario cuando todo comenzó, Remus se quedó a su lado, esperando un movimiento por su parte, ella volteó y le hizo una pregunta muda que solo Remus entendió y le sonrió confirmando, a veces adoraba esa comunicación silenciosas que compartían, tomó su mano en un suave apretón y se dirigieron junto con el resto, saltando, cantando y disfrutando del momento.
Después de un par de horas el concierto estaba a punto de terminar y la banda se despedía con las últimas canciones, Abigail y Remus habían decidido alejarse un poco de todo el tumulto de personas y ahora se encontraban cerca de su mesa.
- ¿Te ha gustado?
- Sí, mucho –respondió la chica con una sonrisa –Muchas gracias por invitarme –Remus sonrió y rascó sus cabellos, azorado.
- No hubiera querido estar aquí con nadie más –Abigail se sonrojó ligeramente y sonrió
De pronto la música lenta propia de la última canción, y extrañamente romántica, comenzó a sonar, la pareja se quedó un momento en silencio, pero Abigail sonrió y se acercó lentamente a él, abrazándolo por la cintura, Remus se paralizó por un momento y volteó hacia todos lados
- A-abigail, sabes que no sé bailar –murmuró bajito
- Lo sé… pero aquí nadie nos conoce... y si no, podríamos decirle a Black que haga un Obliviate a todos –bromeó
Remus soltó una risita y tomó una de sus manos mientras la otra la colocaba en la cintura, Abigail soltó su cintura y acomodó su mano en su hombro, recargando su cabeza en su pecho, mientras se balanceaban en un movimiento lento y ligeramente torpe, disfrutando de la música.
Sirius se encontraba prácticamente al otro extremo del lugar, acorralando contra la pared a una chica de cabellos rubios que había estado coqueteándole durante toda la noche, debía admitir que le encantaban las chicas como ella, no por nada su habitación estaba tapizada de posters de mujeres muggles en bikini y sobre motocicletas, teniendo como plus hacer rabiar a Walburga. Las muggles eran muy diferentes a las brujas, solían ser más divertidas, desinhibidas y extravagantes, en especial al vestir, justo como la chica que tenía tomada de la cintura, con un vestido extremadamente corto, medias negras y había notado perfectamente que no llevaba sostén, una chica sexy y atractiva, nada que ver con Abigail Braun y su soso vestido de búhos. Y como si eso la pusiera en su radar, no pudo evitar voltear y buscar a la molesta pelinegra de Slytherin.
No le fue difícil ubicarla, en la periferia, abrazada a Remus y bailando, mientras el chico acariciaba sus cabellos y colocaba sus labios en su coronilla. Soltó un gruñido, su tarea había sido alejarla, hacerla a un lado, pero cada día que pasaba parecía más difícil, con Remus viéndola como si estuviera hecha de oro; Braun era lista, desde su intervención y la bofetada que ella le había dado, no había vuelto a acercársele a menos que Remus se encontrara con ella y parecía simplemente ignorarlo, incluso cortaba la vuelta si se lo encontraba de frente, haciéndole prácticamente imposible intervenir entre ellos.
- ¿Todo bien? –La voz a su lado lo sacó a la realidad, volteó hacia la rubia que lo miraba curiosa
- Todo bien
Le aseguró con su sonrisa galante, la chica le correspondió y subió sus manos a su cuello dispuesta a besarlo, y aunque él iba a permitirlo y lo ansiaba desde que la había visto, nuevamente la Imagen de Abigail Braun inundó sus pensamientos, arruinándole el humor de inmediato, por lo que bufó y desenredó sus manos de su cuello
- Debo irme
- ¿Que? –jadeó la chica sorprendida –Pero...
- Será en otra ocasión, linda –le sonrió acariciando su mejilla y dio vuelta caminando hacia la mesa donde ya se encontraban sus amigos, después de que el evento había terminado.
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- Pensé tendríamos que irnos sin ti esta noche Canuto –James sonrió al ver al pelinegro acercarse
- No era tan linda –levantó los hombros restándole importancia y sentándose en la silla libre, justo frente a la pelinegra, que parecía más interesada en escuchar la música y observar al resto de muggles bailando.
- ¿Quieren cerveza? –preguntó llamando a uno de los chicos quienes repartían las oscuras botellas
- Supongo es lo mejor de aquí –asintió James
- ¿Abigail quieres? –preguntó Peter, aunque se trató de esconder tras la mirada molesta de Sirius
- ¿Eh? –volteó hacia él y asintió –Si, con jengibre –los cuatro chicos a su alrededor soltaron una risa
- Las cervezas muggle son… diferentes –le explicó Peter entre risas
- Oh… no lo sabía –la chica veía curiosa como colocaban las botellas frente a ellos
- Prueba un poco, puede ser que no te guste –Remus le extendió su botella, ella asintió y dio un pequeño trago, se removió ligeramente cuando el frio y la amargues tocó su paladar
- ¿No te gustó? –preguntó Remus, quien también no era muy fanático de éstas
- Sabe... diferente, pero creo… que bien –le sonrió y entonces Remus hizo una seña para que pusieran una botella frente a ella
Los chicos comenzaron su charla mientras daban sorbos del licor, Abigail estaba poco presente, mientras observaba curiosa cada cosa del lugar, hasta que Remus le llamó
- ¿Te has divertido?
- Si –sonrió –Nunca antes había escuchado música muggle, mucho menos probado sus bebidas, pero creo no están mal
- ¿No están mal? –repitió James con una ceja alzada –Pero eres mitad muggle, o acaso ya has olvidado esa parte tuya –murmuró el de las gafas mientras daba un trago a su cerveza, Sirius soltó una carcajada entre dientes, mientras Remus fruncía el ceño con molestia.
- Era muy pequeña cuando mi papá me llevó a casa de mis abuelos, prácticamente en cuanto se dieron cuenta que podía hacer magia –Abigail empezó a explicar, como si no se hubiera dado cuenta del tono mezquino de James –Así que me crio alejada de todas estas cosas, mi padre es un medimago en San Mungo, supongo pensó así sería más seguro.
James abrió los ojos con sorpresa y Remus les mandó una mirada de molestia mientras pasaba su brazo por la cintura de la chica quien solo volteó y le sonrió. James soltó un suspiro y revolvió sus cabellos para después dirigir su mirada lejos de ella, las noticias de las acciones de Voldemort contra los muggles y magos hijos de muggles seguramente había llegado primero a los hospitales, donde les atendían, y el padre de la chica había pensado que era lo mejor mantenerla fuera de radar, como muchos otros padres habían hecho con sus hijos.
-Lo siento –murmuró –No lo sabía, supongo que muchos de nuestros padres pensaron lo mismo
La chica lo vio sorprendida, antes de sonreír y seguir bebiendo de su cerveza, Sirius por su parte tenía la boca abierta, no creyendo que su amigo se había disculpado o tomado en cuenta a la pelinegra.
Estuvieron solo un rato más, cuando la gente empezó a disminuir decidieron que ya habían tenido suficiente y salieron del bar con dirección hacia el Callejón Diagon. Los cuatro iban muy animados, casi olvidando que la chica se había colado a sus planes.
-Bueno, todo fue muy divertido, pero creo deberíamos regresar al castillo –Remus sostenía la mano de Abigail, tal y como lo había hecho toda la noche
- Oh vamos Remus, ya estamos afuera, podemos ir al callejón diagon, oí de una fiesta, podemos beber algo y divertirnos –insistió Sirius
-No creo que…
Remus fue interrumpido por una explosión detrás de ellos, el grupo volteó de inmediato, observando como apenas una calle detrás de ellos un lugar se incendiaba y varias personas corrían por la calle asustadas
- Qué está pasand…
James no pudo continuar, cuando una enorme bola de fuego se dirigió hacia ellos. James y Sirius reaccionaron rápido y tomaron la mano de quien tuvieran a su lado arrojándose al suelo, Sirius cayó detrás de un contenedor de basura, llevándose consigo a la primera persona que estaba a su lado.
- Auch…
La voz delicada le sorprendió, volteó de inmediato, encontrando a la chica de Slytherin en el suelo a su lado, chistó la lengua, había actuado tan rápido que no se dio cuenta a quien había jalado, y para su mala suerte había sido ella y no Peter o Remus.
Espió sobre el bote para ver lo que sucedía, apenas unos metros delante de ellos una batalla se desataba, las personas, que estaba casi seguro que en su mayoría eran muggles, corrían de un lado a otro mientras eran perseguidos por individuos cubiertos por capuchas negras y máscaras plateadas, que les apuntaban y lanzaban hechizos, escuchó un jadeo a su lado, la pelinegra ya se encontraba junto a él, observando lo mismo.
-S-son Mortifagos…
Soltó en un susurro con voz temblorosa y Sirius frunció el ceño, había escuchado antes ese nombre, tal vez más veces de las que quisiera, en la honorable casa Black pertenecer a tal grupo no parecía una locura, sino al contrario, prácticamente era sinónimo de éxito y compromiso hacia la familia y su ideología de la supremacía de la sangre. Y estaba casi seguro que algunos de sus familiares estaban más que interesados o ya dentro del grupo, como la loca de Bellatrix y su arrogante esposo, Rodolphus Lestrenge; chistó la lengua, algo más que debía recordar, es que no solo eran un grupo ansioso por matar muggles, sino que también eran poderosos y peligrosos…
- Remus… -soltó la chica a su lado, volteando en todas direcciones –debo ver si se encuentra bien –se levantó y Sirius volvió a jalarla hacia el suelo
- ¡¿Que acaso estás loca?! –Gruñó, antes de espiar nuevamente, esperando que nadie se haya dado cuenta, por suerte fue así –¡Van a darte con una maldición!
- Pero Remus… -la chica no parecía preocupada precisamente por ella, si no por quien no estaba con ellos, Sirius suspiró y se tomó el puente de la nariz apretándolo y soltó un suspiro
-Remus está bien –le aseguró –Seguro James está con él, así que cálmate –Abigail le observaba con los ojos bien abiertos, asustados, Sirius dudó por un segundo, pero tomó su mano en un intento de confortarla –Remus no es tan torpe y con James a su lado todo estará bien ¿vale? –la chica tomó aire, tratando de calmarse y asintió despacio, Sirius soltó un suspiro, relajándose un poco. Aunque él también estaba preocupado por el resto, no ganarían nada desesperándose y actuando impulsivamente, o él podría, pero no con ella a cuestas.
- Van tras los muggles… -nuevamente la voz de la chica llamó su atención, se encontraba agazapada como él, observando el alboroto frente a ellos, Sirius observó a las personas gritando y risas desquiciadas de los encapuchados que lanzaban hechizos infringiendo dolor, sacó su varita por reflejo y soltó un gruñido, le parecía una aberración que personas mágicas atacaran de esa manera a alguien que le era imposible defenderse, era una pelea totalmente desigual y en contra de toda ley mágica. Apretó su varita, ansiaba correr hacia la multitud y empezar a hechizar a cada uno de esos mortífagos, de pronto la calidez envolvió su mano, la pelinegra había adivinado sus intenciones y tomaba su mano bajando despacio su varita –No –murmuró –Sé lo que sientes, pero no, tenemos ver que el resto esté bien.
Sirius pudo hacer muchas cosas, como gritar, como zafarse de su agarre, como alejarla, pera prefirió tomar aire y asentir, bajando su varita y tratando de concentrarse.
- Seguramente irán hacia el callejón diagon es la zona más cercana y segura de aquí –mencionó, más centrado en su objetivo, a su lado Abigail asintió y sacó su varita de por debajo del vestido. Sirius levantó una ceja
- Un mago debe siempre lleva su varita –murmuró –vamos
Ambos asintieron y esperaron un momento para salir de su escondite y correr por un costado de donde la batalla se desataba, Sirius llevaba su varita en alto, evitando alguno de los ataques que iba en su dirección, mientras Abigail hacía lo propio, desarmando a algún otro, en algún momento tomaron la mano del otro, jalándose entre ellos, para correr más rápido y evitar los ataques. Rápidamente llegaron a Charing Cross Road muy cerca del Caldero Chorreante y se refugiaron uno de los callejones, mientras agitados espiaban a sus espaldas. De pronto un ruido detrás de ellos los alertó y voltearon de inmediato, con su varita en alto.
- Calma, somos nosotros –James levantó las manos y ambos chicos al fin pudo sacar el aire de sus pulmones
- Cornamenta…
- ¡Abigail! –Remus se acercó rápidamente hacia ella, la chica se soltó de la mano de Sirius y corrió hacia sus brazos, chocando contra su cuerpo. Remus la apretó contra él y solo la separó para revisar su rostro –¿Estás herida?
- No –negó rápidamente y volteó hacia su espalda –Black estaba conmigo, él me ayudó –Remus soltó un suspiro y nuevamente la abrazó más contra él, mientras dirigía una mirada a Sirius.
- Gracias…
- No hay de que –murmuró el pelinegro, sin poder dejar de observar la escena
Peter corrió acercándose a Sirius y James, el pelinegro lo abrazó por los hombros, mientras James veía serio hacia donde ocurría el incendio. A su alrededor comenzaron a aglomerarse las personas, muchas de ellas provenientes del caldero chorreante que observaban anonadados como el Estatuto Internacional del Secreto Mágico había sido violado ante la presencia de muggles.
-¿Lo viste todo? –James preguntó serio, Sirius desvió la mirada hacia James por un par de segundos, anticipando su reacción, pero soltó un suspiro, estaba seguro que de nada le serviría mentirle.
- Si –se acercó hacia él –Son mortifagos…
Y como si mencionar su nombre los hubiera invocado, un rayo desde un punto cercano al incendio se elevó hacia el cielo y un tipo de gas color verdoso brillante se abrió paso entre las nubes formando un cráneo de cuya boca emergía una serpiente. Un jadeo inundó el lugar, al lado de Sirius, Peter lo tomaba de la chaqueta y temblaba mientras observaba la marca en el cielo.
- ¡Hey chicos! –Un hombre alto y moreno con un mandil se había acercado a ellos y tomado el hombro de James, Tom, el dueño del pub, los observaba serio –será mejor que vuelvan a Hogwarts, usen la red flue
James mordió sus labios indeciso, como magos deberían ir al lugar, enfrentarse a los mortífagos y defender al resto de las aterradas personas, pero al ver a Peter tan asustado y a Remus que abrazaba a Abigail fuertemente, escondiéndola con su cuerpo supo que debía actuar con la cabeza fría, por lo que asintió.
- Vamos Canuto… -murmuró a quien estaba seguro pensaba de la misma manera que él, el pelinegro volteó a verle, y chistó la lengua pero asintió, por lo que rápidamente el grupo de estudiantes tomaron la red flue directo a Hogsmeade.
Se movieron rápidamente por las calles de la Hogsmeade hasta llegar al catillo y no pararon hasta encontrarse enfrente de la enorme estatua que dirigía directo al despacho de Dumuldore. Se adentraron arremolinándose entre ellos, una suerte que tanto Sirius como James se la vivieran ahí, así que supieron de inmediato la contraseña del día. Apenas se adentraron unos pasos a su despacho notaron que no se encontraba solo, la profesora McGonagall se encontraba con él, ataviada en su bata de dormir.
- ¿Jovencitos que hacen aquí? –preguntó con mirada dura
- Profesora McGonagall, profesor Dumuldore tenemos que informales algo –se adelantó Remus
Los chicos se apresuraron a informarles el último suceso en Londres, donde habían observado de primera mano las atrocidades de los mortífagos y la marca elevándose en el cielo, McGonagall lucía afectada, había cubierto su boca y se sostenía de una esquina del escritorio, mientras observaba preocupada a los estudiantes frente a ella, sin embargo el director lucía más calmo, sólo observándole serio desde su escritorio, a través de sus características gafas de media luna.
- ¡Albus! –le llamó la profesora ante su mutismo
- Lo sé Minerva, y ahora estos chicos lo han confirmado, han comenzado a moverse… -murmuró y la profesora le mandó una mirada de reprimenda mientras señalaba con la cabeza a los estudiantes frente a ellos
- Usted ya lo sabía profesor ¿Verdad? –se aventuró a preguntar Abigail, extrañada ante su pasividad –Lo de los mortifagos
-¡Señorita Braun! –regañó la profesora
- Calma Minerva –intervino el director ante el regaño –Hace apenas unos minutos me ha llegado la información del ataque, pero no pensé que ustedes estuvieran tan cerca de todo esto
- Corrieron un grave peligro –les regañó la profesora, más preocupada que molesta
- No estábamos buscando solo… -James trató de defenderlos
- Solo estaban en el lugar y momento equivocado –el director sonrió levemente –lo sé jóvenes, pero no sabemos lo que hubiera pasado si se topaban directamente con ellos, se han encontraron en un grave riesgo,
- Al igual que todos los que salen de Hogwarts –interfirió la profesora –¡Te lo había dicho antes Albus! Cada que salen del castillo corren riesgo, eso deberíamos haberlo cambiado hace mucho tiempo.
-Lo sé Minerva –suspiró y volvió su vista a los chicos –será mejor vayan a sus dormitorios y descansen, mañana trataremos este tema.
El grupo de estudiantes se observaron entre sí, renuentes a irse sin respuesta, pero ante la mirada seria de McGonagall los chicos salieron del despacho para dirigirse a su sala común. Remus mantenía fuertemente la mano de la chica y en cuanto llegaron al retrato de la dama gorda, la entrada a la torre de Gryffindor, pareció detenerse de golpe.
- ¿Remus? –preguntó Peter, que casi se había golpeado contra su espalda, pero el castaño no respondió solo apretó con más fuerza la mano de Abigail, en un debate interno, la chica pareció darse cuenta y dio un pequeño tirón en su mano
- Rem, estaré bien, no tienes que preocuparte –el chico volteó hacia ella, sabiendo que ella no podía entrar a un área de Gryffindor
- No quiero dejarte sola –murmuró
- Estamos en Hogwarts, no me sucederá nada –le aseguró
- Vamos –la voz de James llamó su atención, el chico revolvió sus cabellos –Te acompañamos a dejarla en su dormitorio –Sirius abrió los ojos con sorpresa, pero James solo dio vuelta y comenzó a caminar hacia las mazmorras. Remus sonrió y asintió, comenzando a caminar llevando a la chica consigo.
El abrazo de despedida entre Remus y Abigail fue más largo de lo que esperaban, pero James, Sirius y Peter les dieron un poco de privacidad esperando a su amigo en el pasillo siguiente, James observó a sus amigos que lucían distantes, como si su cuerpo estuviera ahí pero su mente vagaba en aquel incidente en Londres. En cuanto todos estuvieron en el dormitorio se dispusieron a descansar, tal como el viejo director se los había aconsejado, y aunque sabían que ahora se encontraban en Hogwarts, el lugar más seguro del mundo mágico, la inquietud continuaba en ellos. James tardó en conciliar el sueño y observó a Remus removerse durante casi toda la noche, inquieto seguramente por la falta de la chica. Soltó un suspiro, a veces Abigal Braun parecía un total misterio y otras más, justo como la de esta noche, parecía ser casi transparente, solo una chica que desesperada buscaba el refugio de su novio, volvió a suspirar, casi podía estar seguro que Abigail Braun, la chica de Slytherin, simplemente era eso, una simple chica que se había enamorado de su amigo.
A la mañana siguiente, algunos rayos de sol se colaban por la ventana iluminando el dormitorio, James despertó y se desperezó lentamente, tenía unas enormes ojeras ante la mala noche que había pasado, sus amigos Peter y Sirius también se levantaban, en las mismas condiciones, pero la cama de Remus estaba vacía, únicamente con las sábanas revueltas, y el de las gafas supuso que ni bien había amanecido, había acudido al dormitorio de los Slytherin.
En el comedor todo lucía normal, los chicos que se habían quedado en el castillo, tomaban su desayuno tranquilamente, ajenos a lo que ocurría fuera de Hogwarts, de pronto las lechuzas comenzaron a llegar con su acostumbrada correspondencia, pero entre las cartas aparecían los largos pergaminos de "El profeta", uno de los papeles cayó justo frente al grupo. James lo desenrolló de inmediato, Sirius y Peter se arremolinaban casi sobre él, mientras jadeos y exclamaciones de horror se escucharon a su alrededor, el título de la primera página era lo más llamativo "Voldemort y los Mortifagos atacan a muggles".
-¡Mierda! –gruñó Sirius a su lado
La profesora McGonagall mandó una mirada seria al director y este asintió, levantándose de su lugar y dirigiéndose al frente.
- ¡Estudiantes! Les pido guardar la calma, Hogwarts siempre ha sido seguro para ustedes y lo seguirá siendo, pero tenemos que realizar cambios…. –en ese momento Remus y Abigail se adentraban por la gran puerta, enganchados por la mano –A partir de hoy, no podrán abandonar Hogsmeade sin importar su grado, los únicos momentos en que abandonarán Hogwarts será en las vacaciones de pascua, verano y navidad y lo harán en el tren, vamos a mantenerlos a salvo.
Todos los estudiantes guardaron silencio, aunque no estuvieran de acuerdo, la noticia los había impresionado demasiado y aceptarían lo que el director quisiera, incluso los "merodeadores" lo harían, la regla de la "no salida de Hogwarts" fue tan efectiva que seguiría vigente en las siguientes generaciones.
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