*El capricho de Mulciber
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Desde hacía semanas los ataques de los mortífagos se habían intensificado, con muggles y, magos y brujas de hijos de muggles a como objetivo, El profeta no dudaba en evidenciar cada uno de estos ataques, donde la característica común era la marca de la calavera cruzando los cielos. Estas noticias cada vez alteraban más al alumnado, en especial aquellos de los que su familia podría estar en riesgo y aunque los profesores aseguraban que en Hogwarts estarían a salvo, no parecía ser del todo cierto.
Mientras los Ravenclaw, Hufleppuff y Griffyndor se encontraban nerviosos, en la casa Slytherin en el ambiente parecía reinar la confianza, en especial en aquel grupo de los autodenominados "sangre limpia", para ellos, el nombre de mortifagos no significaba miedo y la marca tenebrosa representaba esperanza, esperanza de que el orden en el mundo mágico se establecería, uno que les beneficiaba a ellos y a sus antiguas familias mágicas. La magia negra y maleficios también se practicaban con más frecuencia, ya no solo en el club de duelos, si no como un simple pasatiempo en su sala común; y los ideales donde los muggles eran seres inferiores y que debían ser eliminados eran más repetidos, al igual que el nombre "Lord Voldemort".
Un grupo en especial parecía pavonearse frente a los demás, Rosier y sus amigos parecían los más motivados, el joven mago había tenido una petición por parte de su padre, una acción bastante sencilla, buscar y reunir a un grupo de estudiantes con sus mismos ideales y que fueran capaces de dar su vida frente a su señor, los próximos mortífagos. No fue difícil encontrarlos, solo había que observar a su alrededor, toda su estancia en Hogwarts se había rodeado de ellos, Avery, Mulciber, Greengrass y ahora Severus Snape, personas en quienes confiaban, hábiles en la magia y lso duelos, personas respaldados por grandes familias mágicas y por supuesto, lo más importante, personas que reconocerían su lugar y lo explotarían al máximo, enseñándoles a aquellos que no pertenecían a su mundo mágico, ni a Hogwarts, donde deberían estar.
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Una chica de cabellos cortos castaños y pecas en el rostro caminaba apresurada por los pasillos del castillo, volteando cada pocos segundos hacia su espalda, mientras los pasos detrás de ella se hacían cada vez más fuerte; tragó ruidosamente al escuchar una escalofriante risa y el conjuro de una maldición, se agachó lo más rápido que pudo y observó como la maldición rebotaba en la pared donde se encontraba apenas hacía un segundo; un grito ahogado salió de sus labios, se levantó tan rápido como pudo para empezar a correr por el pasillo en busca de un lugar seguro, mientras su corazón agitado golpeaba su pecho y su cuerpo se estremecía al escuchar otra carcajada; dio vuelta en la esquina de un pasillo, pero su perseguidor fue más rápido, la alcanzó, tomó sus hombros apretándolos y la empujó con fuerza contra la pared haciéndola soltar un quejido. Abrió los ojos despacio, llenándose de terror, lo reconoció de inmediato, alto, de cabello castaños y fríos ojos marrones, Mulciber. El Slytherin sonrió complacido ante el temblor del cuerpo de la chica
- Al fin te atrape, pequeña rata –apretó más sus hombros, haciendo la chica soltara un quejido, él se regocijó ante el sonido.
- M–mulciber… –logró susurrar su nombre
- Sabes… –el castaño ladeo la cabeza, observándola con burla –Al señor tenebroso no le gustan los sangre sucia ¿Tienes idea del por qué? –la chica tragó grueso –Porque se pasean pensando que son como nosotros, como si merecieran estar aquí…. Justo como tú
- Yo no…
- ¡Claro que lo haces! –levantó la voz, asustándola –y no importa lo linda que pienses que eres, sangre sucia, no mereces estar aquí, eres un error y siempre serás solo basura… –los ojos de la chica se cristalizaron al punto del llanto y ahogó un grito cuando sintió la varita del Slytherin enterrarse en su costado –hace poco aprendí la maldición Imperius… –sonrió sádicamente ante los asustados ojos verdes –¿Te gustaría ayudarme a practicarla?
- No, Mulciber… por favor… –lloriqueó la chica
- ¿Que pasa aquí?
Una voz hizo al fondo del pasillo le detuvo, Remus se acercaba tranquilamente, el prefecto soltó un suspiro, pensando que había interrumpido a alguna pareja que estaba flirteando, pero al distinguir los asustados ojos de Mary y reconocer a Mulciber como quien la arrinconaba, supo que algo no andaba bien y apresuró su paso. El Slytherin chasqueó la lengua molesto, aflojando ligeramente el agarre sobre la castaña, Mary aprovechó la situación y se liberó de sus manos para escapar directo a Remus, que le recibió abrazándola, Mulciber murmuró una maldición con molestia, tomó aire y volteó hacia ellos, taladrando a Remus con la mirada.
- Lupin… parece la basura se acumula –Remus frunció el ceño y bajó la mirada a Mary
- ¿Estas bien Mary? –la separó ligeramente de él
- Si… –asintió en un susurro, el prefecto le tomó de la mano, tratando de tranquilizarla
- ¿Acaso te agrada estar molestando a chicas Mulciber? –le fulminó con la mirada
- Solo le enseño su lugar a una sangre sucia –comentó con burla
- Sabes que puedo quitarle puntos a tu casa por esto ¿Cierto?
- Y es estúpido tu pienses que me importa eso… –el Slytherin apuntó su varita hacia Remus, que de inmediato empuñó la suya, mientras ocultaba a las castaña tras de él –Así que hazlo Lupin
- Yo que tu me lo pensaría mejor, Mulciber –detrás del Slytherin, Abigail acababa de aparecer por el pasillo, llevaba su varita en mano apuntándole y caminó hasta llegar al lado de Remus. Mulciber gruñó por lo bajo.
- Otra más que se pasea por el colegio pensándose intocable, lárgate de aquí mestiza –la pelinegra no pareció intimidarse, al contrario levantó la cabeza, altiva.
- Piérdete Mulciber
- ¿O que? ¿Quitaras puntos a nuestra casa? –soltó con burla
- En realidad… practicaré mis maldiciones contigo
El ambiente se tensó al instante, Mulciber la miró con el ceño fruncido y apretó su varita, sabía de antemano lo buena que era la pelinegra en defensa contra las artes oscuras, en el club de duelo le había puesto en serios aprietos en más de una ocasión y ahora, con el prefecto de Gryffindor ahí, no saldría bien librado; destensó su cuerpo y soltó una risa ahogada, mientras se pasaba la mano por su cabello
- Bien, lo dejaremos por hoy, supongo se hará tarde para mi siguiente clase
Mulciber pasó su mirada por los tres chicos, hasta detenerse en los ojos asustados de Mary, se regocijó de su temor y se relamió los labios, haciendo que la castaña se estremeciera y se aferrara a la túnica de Remus.
- Nos vemos luego Mcdonald
Dio la vuelta, guardando su varita y caminó alejándose de ellos, Abigail no dejó de apuntarle hasta que la espalda del chico despareció por el pasillo, soltó un suspiro relajando al fin su postura, y volteó hacia la castaña que se asomaba detrás de Remus
- ¿Te ha hecho daño?
La pregunta le tomó por sorpresa, la slytherin le observaba atenta y Remus volteó hacia ella tomando su hombro, con rostro preocupado; Mary desvió la mirada, le dolían los hombros y estaba más que segura que tendría moretones a causa de las manos de Mulciber, pero prefirió no decirlo, era suficiente con el problema que ya les había conseguido a ambos prefectos.
- No, no, yo… estoy bien –trató de tranquilizarlos, fingiendo una sonrisa –Gracias… m–muchas gracias… a ambos
- No es nada –aseguró Remus sonriéndole, mientras Abigail soltaba un suspiró
- Siento lo que ha pasado, se que no es suficiente, pero le quitaré puntos a mi casa por el inconveniente que te han causado
- ¡Oh no! En verdad estoy bien –negó la castaña de inmediato, sonrojada, Remus sonrió levemente
- Bueno ¿A dónde ibas Mary?
- A mi sala común –murmuró
- Te acompañaré –le sonrió el chico tratando de tranquilizarla –Abigail vienes o…
- Iré con ustedes
Remus asintió animado y los tres chicos dieron vuelta, caminado hacia la sala común de Huffelpuff; Mary caminaba bastante cerca de Remus, mientras cada cierto tiempo desviaba ligeramente la mirada hacia la chica al otro lado del prefecto, la pelinegra caminaba altiva, sin preocuparse de las miradas de recelo que le ofrecían los de su misma casa, ni los murmullos que se oían a su pasar y más pronto que esperaba, llegaron a la entrada de las cocinas.
- Listo –Remus le sonrió haciéndola sonrojar y correspondió con un ligero asentimiento
- Gracias Remus –murmuró avergonzada
- Si tienes algún problema no dudes en decírmelo –la castaña asintió nuevamente
- Esta bien… y muchas gracias, Braun –la pelinegra le dirigió una mirada tranquila y dio un asentimiento con la cabeza
- Bien, nos vemos luego Mary
Remus se despidió con la mano, y ambos prefectos dieron la vuelta y comenzaron su andar de regreso, Mary se quedó un momento más en la puerta observándolos, el más alto se acercó un poco más a la chica de cabellos negros, y su mano buscó la de ella con un pequeño roce, ella de inmediato correspondió tomándola y entrelazando sus dedos, mientras acercaba más su cuerpo al suyo.
Mary bajó la mirada, había observado a Remus desde hacía tiempo, en aquellas clases que compartía con los gryffindor; siempre le había parecido interesante, inteligente y en ocasiones divertido, en especial cuando se juntaba con sus inseparables amigos Sirius, James y Peter; sin embargo, también notaba esa aura de melancolía e inseguridad que siempre lo rodeaba, y sin darse cuenta, ya se había prendado a él; trató de acercársele, incluso ocupando su amistad con Lily y la obsesión que James tenía por ella, pero no logró demasiado, a lo mucho alguna que otra plática, un simple saludo o una sonrisa y tal vez alguna ayuda en sus tareas.
Remus parecía tan absorto consigo mismo como para darse cuenta de que alguien lo pretendía, o eso había parecido hasta el año pasado, donde le había notado un poco más animado y extrovertido; y apenas hacia unos meses, rumores empezaron a correr por los pasillos de Hogwarts, rumores que lo involucraban con la prefecta de Slytherin y aunque ella trató, por todos los medios posibles, hacer oídos sordos, a esa altura ya era muy tonto negarlo.
Dio media vuelta y se dirigió hacia los barriles que le daban entrada a su sala común; por supuesto no le sentaba en absoluto el acercamiento entre ambos prefectos pero, aunque sentía celos, lo comprendía. La chica de Slytherin era bastante atractiva, con esos cabellos negros ondulados, sus exóticos mechones platinados al frente y esos llamativos ojos dorados, era muy bella, y no solo eso, era inteligente y hábil con la varita, la recordaba como una de los mejores en las clases que habían compartido y la había visto batirse en duelos de los que usualmente salía victoriosa, la recordaba caminar por los pasillos orgullosa y valiente, capaz de alzar su varita contra alguien tan temible como Mulciber… era tan distinta a ella. Ella era una chica común de hufflepuff, nunca había sobresalido en nada en especial y ahora era asediada por los slytherins debido a ser nacida de muggles, y mientras la pelinegra parecía una pantera, peligrosa y salvaje, ella apenas llegaba a un pequeño ratón escondido en la cocina, simplemente Remus no se fijaría en ella, no con Abigail Braun a su lado.
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En otro punto del castillo, la pareja caminaba tomada de la mano, sin embargo la pelinegra se notaba un tanto seria, Remus lo notó de inmediato y a unos pocos metros de llegar a su clase le detuvo.
- ¿Pasa algo Abigail?
- ¿Eh? –la pregunta le tomó desprevenida, pero negó de inmediato –No ¿Por qué?
- Luces pensativa –Remus acomodó algunos de sus cabellos detrás de su oreja
- Lo siento, es solo… –desvió la mirada levemente sonrojada –no… nada –volvió a arrepentirse, Remus acarició su mejilla
- Puedes decirme lo que sea –le observó por un momento, el gryffindor le sonrió tratando de tranquilizarla y ella soltó un suspiro.
- Es la chica Mcdonald
- ¿Qué pasa con ella? –Remus ladeó la cabeza curioso
- ¿Acaso no te das cuenta? –al ver su rostro de duda, bufó –le gustas
- ¿Eh? –el chico abrió los ojos con sorpresa –¡C–claro que no! –negó de inmediato – Ella es amiga de Lili y compartimos algunas clases, solo eso
La rotunda negativa del chico y la incomodidad con la que hablaba causó gracia en la pelinegra y una ligera risa escapó de sus labios.
- Le gustas, puedo notarlo fácilmente y desde hace ya algún tiempo, siempre que te ve pone esa mirada tierna y justo hoy te mantenía bastante cerca
- Solo estaba temerosa… –el castaño desvió la mirada y la chica se acercó a él, estirando su mano para acomodar sus cabellos
- Rem… me encanta que no te des cuenta de las cosas –el chico se sonrojó avergonzado haciéndola reír divertida, se puso de puntas para lograr abrazarlo del cuello y besarlo –pero sé que eres mío –murmuró con las mejillas sonrojadas, Remus sonrió y tomó su cintura asintiendo
- Así es, solo tuyo –ella recargó su barbilla en su pecho
- ¿Qué te parece si nos saltamos la clase de hoy? –Remus abrió los ojos con sorpresa
- Abi, sabes que no podemos….
Antes de que pudiera continuar la chica le abrazó nuevamente del cuello, atrayéndolo hacia ella, atrapando sus labios en un beso más profundo y apasionado que el anterior, Remus se sorprendió ante el acto, su cuerpo se estremeció y con trabajo siguió el paso del demandante beso, apenas unos segundos después se separaron ligeramente, aun saboreando sus alientos.
- ¿Vamos? –susurró y Remus tomó aire
- No debería serte tan fácil convencerme… –bufó simulando molestia, que por supuesto Abigail no creyó al verlo tomar su mano y arrastrarla por el lado contrario al aula de clases, hacia algún lugar donde pudiera continuar con su sesión de besos, haciéndola reír divertida
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El incidente de Mulciber con MacDonald fue tema los días siguientes, Mary se observaba temerosa la mayor parte del tiempo, y trataba de mantenerse siempre entre multitudes o con sus amigas Marlenne y Lily, su temor también fue compartido por muchos otros estudiantes. Mientras en la casa Slytherin se regodeaban del ataque de Mulciber, se reían siempre al comentarlo, como si no fuera más que una simple e inocente broma jugada entre amigos.
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